Mensaje
por José Luis » Sab Ene 31, 2009 1:04 pm
¡Hola a todos!
Por otros motivos he estado leyendo la contribución de Osamu Tagaya ["The Imperial Japanese Air Forces", en Robin Higham y Stephen J. Harris (Eds.), Why Air Forces Fail: The Anatomy of Defeat (Kentucky: The University Press of Kentucky, 2006), pp. 177-202), y me ha parecido oportuno reseñar en este topic algunos de sus comentarios, especialmente sobre la fuerza aérea del ejército japonés (la de la marina la dejo para otro momento).
En primer lugar, el ejército y la marina imperiales de Japón dependían directamente del emperador, escapando así al control del gobierno. Como tengo dicho en alguna otra ocasión al escribir sobre Japón, la guerra no era para el régimen de Japón la conducción de la política por otros medios, tal como había expresado Clausewitz en el XIX, sino la propia esencia de la política. Las decisiones estratégicas más importantes de la guerra no fueron tomadas por el gobierno, sino por los militares. Por otra parte, la falta de un mando unificado, pues marina y ejército tenían objetivos diferentes y luchaban entre sí para la procura de los escasos recursos de Japón, produjo la falta de una estrategia definida y unificada. El ejército consideraba a la Unión Soviética el principal enemigo de Japón, mientras que la marina señalaba a Estados Unidos. Tagaya subraya convincentemente: “En ausencia de una supervisión por el gobierno civil, que podría haber proporcionado una influencia de unificación y permitido a la nación la formulación de una política cohesiva de defensa nacional, el ejército y la marina, llevados por sus propias ambiciones partisanas, persiguieron cada uno un curso independiente y concibieron la estrategia, el desarrollo del armamento, y el entrenamiento de personal para adecuarlos a sus propios y limitados intereses”. Esta duplicación de esfuerzos encontrados, junto con la inferioridad industrial y tecnológica de Japón frente a la de sus enemigos occidentales, unida a su escasez de recursos materiales estratégicos, fue uno de los factores que contribuyó a la derrota final de Japón. Y en lo que la fuerza aérea respecta, motores, armamento, equipo de radio, repuestos y grados de combustible, diferían todos entre las fuerzas aéreas de la marina y el ejército. Los intentos, varios, del ejército por hacer del arma aérea una fuerza aérea independiente fueron rechazados por la marina.
En segundo lugar estaban, por una parte, una doctrina aérea inadecuada y, por la otra, falta de experiencia de guerra de los pilotos japoneses. La fuerza aérea del ejército estaba entrenada y equipada para combatir una guerra táctica limitada en tierra contra la Unión Soviética en Extremo Oriente: “La fuerza aérea del ejército japonés carecía de personal capaz de navegar sobre el agua grandes distancias y poseía aviación de corto alcance que demostró ser de uso limitado en los archipiélagos del Sudeste Asiático y el Pacífico. Al comienzo de la guerra en el Pacífico, los ataques de penetración de largo alcance contra objetivos mayores en el norte de Luzon en las Filipinas tuvieron que asignarse a la aviación de ataque bimotor Tipo 1 y Tipo 96 (G4M1 “Betty” y G3M2 “Nell”) de la marina, que tenía el alcance necesario para llegar a esos objetivos. Los bombarderos pesados bimotores, pero de corto alcance, Tipo 97 (Ki 21 “Sally”) y los bombarderos ligeros Tipo 99 (Ki 48 “Lily”) del ejército tenían que contentarse con objetivos menores en el centro y norte de Luzon, cerca de la base”.
Durante los años veinte, las principales misiones encomendadas a las unidades aéreas del ejército japonés fueron de reconocimiento y persecución, con la de bombardeo en una distante tercera posición. El primer regimiento de bombarderos del ejército (7º Hiko Rentai) no se activó hasta marzo de 1925, y durante el resto de la década fue la única unidad específicamente asignada al papel de bombardeo, y su establecimiento completo de cuatro escuadrones (chutai) no se formó hasta enero de 1930.
Cuando las circunstancias políticas internacionales hicieron creer, temporalmente, a Japón que su enemigo más probable no sería la URSS, sino EE.UU., el teniente general Inoue propuso en 1928 desarrollar un bombardero superpesado capaz de bombardear Manila desde bases en Taiwan (Formosa), y a tal fin Mitsubishi trabajó en un Junkers K-51, derivado del cuatrimotor de transporte Junkers G-38, que dio como resultado el Ki 21, cuyo primer prototipo hizo su vuelo inaugural en octubre de 1931. Este avión fue finalmente adoptado para el servicio como bombardero pesado Tipo 92 en agosto de 1933, pero para entonces el ritmo del desarrollo aeronáutico lo había vuelto obsoleto. Su producción fue cancelada en 1935 después de que sólo se hubieran completado seis aviones. A pesar de la experiencia ganada por Mitsubishi, las limitaciones presupuestarias y el retorno de la amenaza de la URSS redujeron el interés en este tipo de avión.
El desarrollo del bombardero cuatrimotor soviético, Tupolev TB-3, y la amenaza que representó para la seguridad de las islas japonesas, ahora dentro del alcance de la aviación rusa, obligó a los líderes del ejército japonés a buscar un arma aérea capaz de atacar primero a las fuerzas aéreas soviéticas en sus bases, para destruirlas en tierra, aunque se siguió ignorando la posibilidad de conducir ataques aéreos contra las líneas de comunicaciones y áreas de retaguardia.
En abril de 1937 se sancionó oficialmente la destrucción de las fuerzas aéreas del enemigo como la misión fundamental de la aviación del ejército japonés, aunque tres años más tarde, tras las experiencias en China y Nomonhan, la doctrina aérea oficial del ejército, todavía manteniendo la importancia de la destrucción de la aviación del enemigo, declaró que el principal objetivo de tales esfuerzos era el apoyo indirecto a las fuerzas terrestres.
Todo eso hizo que la potencia ofensiva de la fuerza aérea del ejército japonés permaneciese realizando un papel esencialmente táctico durante toda la guerra del Pacífico. El desarrollo de un bombardero cuatrimotor nunca se completó.
Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)