¡Hola a todos!
Schwerpunkt escribió: Aunque no fuera la única causa pero si una razón importante, el fracaso de Gran Bretaña y Francia en hacer valer sus garantías con los países del Este y Centroeuropa frente a la amenaza nazi, estriba en una incomprensible falta de sintonía en comprender la necesidad de seguridad estratégica de la URSS.
El que los estadístas de entonces se dieran cuenta o afirmaran que era fundamental la colaboración de la Unión Soviética en un cierto pacto, no significa que hicieran ni tomaran las medidas en esa dirección. Se pueden hacer muchas afirmaciones retóricas o incluso autojustificativas sin que el comportamiento de los actores políticos valide esa supuesta estrategia deseable.
A raíz de la invasión nazi de Checoslovaquia en marzo de 1939, la documentación existente no demuestra en modo alguno una falta de sintonía entre los líderes políticos y militares británicos (y franceses) sobre la importancia estratégica crucial de la URSS, bien para poder hacer efectivas en el terreno militar las garantías anglo-francesas a Polonia y Rumania, caso de guerra, bien para formar una alianza anti-alemana, o bien para formar una triple alianza en la única defensa de los tres países (ayuda militar mutua caso de que cualquiera de los tres fuese atacado). Donde no había sintonía, en el campo británico, era en la voluntad de establecer finalmente dicha alianza, una auténtica alianza político-militar, con la Unión Soviética. Así que es preciso matizar: todos comprendían la importancia estratégica de la URSS, pero no había consenso entre los responsables políticos británicos para ganarse a la URSS como aliado. De todas formas, que comprendieran esto, lo dejas claro más adelante en tu mensaje.
Y para nada se puede tildar de declaraciones retóricas la firme voluntad de quienes sí querían establecer una alianza efectiva con la URSS. Si has leído mis mensajes iniciales con atención, estimado Schwerpunkt, verás que no se pueden calificar de retóricos (nunca en ninguna situación) los informes estratégicos de los Jefes del Estado Mayor británico, y los tres informes que enviaron al Gabinete en marzo y abril de 1939 concluyen con claridad cristalina que la participación de la URSS es imprescindible para poder materializar militarmente las garantías que los gobiernos británico y francés habían dado a polacos y rumanos. Y el firme apoyo prestado a los jefes del EM por responsables políticos tan importantes como Samuel Hoare, Lord Stanhope, Hore-Belisha, Walter Elliot o Lord Cadogan, tampoco puede ser tildado de retórico, sino todo lo contrario. Ya sé que tú, probablemente, cuando utilizas el término “retórico” te estás refiriendo a la declaración de Churchill de 4 de mayo de 1939 que he puesto en un mensaje anterior, pero esa declaración era sólo un ejemplo mío de que la voluntad política de llegar a un acuerdo con la URSS no era inusual entre los políticos británicos de la época. No obstante, durante esa época, Churchill no formaba parte del gobierno de Chamberlain.
Schwerpunkt escribió:
De igual manera que los prejuicios ideológicos de Hitler hicieron que destruyera un muy útil pacto de no agresión con la Unión Soviética en 1941
Esa no fue la razón primordial para que Hitler rompiera el pacto de no-agresión germano-soviético atacando a la URSS. Hitler era totalmente flexible con sus prejuicios ideológicos cuando las circunstancias (según él las veía) lo demandaban. No es el tema de este topic, así que sólo apuntaré que la razón fundamental de esto que hablamos se llamaba Estados Unidos. La conquista de “espacio vital” en Rusia era un objetivo fundamental de la ideología hitleriana, pero el momento de su puesta en práctica estaba sin determinar. La amenaza representada por Estados Unidos en el verano de 1940 fue la razón fundamental de la decisión de Hitler de atacar a la URSS al año siguiente.
Schwerpunkt escribió: El problema es que al margen de sus prejuicios ideológicos que también jugaron su papel, no fueron capaces de implementar con medidas eficaces los principios rectores de su política. Creo que el hecho de que los políticos en una democracia occidental estén sometidos a diversos mecanismos de control impidió que hubieran podido sacar un mejor partido de las bazas materiales que tenían. Por el contrario los dictadores de sistemas totalitarios podían movilizar y poner en liza cualquier amenaza que se propusieran sin ningún tipo de censura interna.
Los prejuicios ideológicos no “jugaron también su papel”, sino que fueron el papel principal. O para decirlo con más propiedad, fueron los temores derivados de esos prejuicios ideológicos los que impidieron, en realidad, establecer y sellar una triple alianza contra Alemania en 1939. Y si bien los temores (el recelo que tenían en Londres y Moscú sobre la sinceridad de las propuestas que se presentaban) se daban en ambos lados, el grado y la naturaleza de esos temores eran bien diferentes en Londres y Moscú. Chamberlain sentía una repugnancia visceral cuando vislumbraba la situación emergente de la firma de una auténtica alianza con la Rusia de Stalin. Esa repugnancia era el producto de su anti-comunismo patológico y su comprensible aversión al régimen de terror que Stalin había instaurado en la URSS. Pero no dejaba de ser igualmente producto de un cierto puritanismo, hipocresía o doble moral, pues la política imperialista británica, sin que pretenda compararla en ningún momento con la de Stalin en la URSS, no era precisamente un dechado de virtudes democráticas, sino todo lo contrario, incluso para los teóricos políticos democráticos de la época que tenían muy clara la defunción de las antiguas prácticas victorianas. Además, los prejuicios de cualquier naturaleza no deben primar en la toma de decisiones de un estadista por encima de la seguridad nacional o la internacional, si esta última afecta a la primera. Churchill es un buen ejemplo y un ejemplo inmediato a Chamberlain.
Stalin también tenía sus prejuicios, ¡cómo no! Pero era un pragmático y, todo hay que decirlo, un buen estadista. Su situación estratégica en 1939 era ciertamente complicada, pues en la lista de sus principales y más peligrosos enemigos potenciales, Alemania y Japón ocupaban los primeros lugares. Y el peor de todos los escenarios posibles para la URSS era una guerra en dos frentes. Stalin tenía que evitar a toda costa que se diera esa posibilidad, bien estableciendo una alianza con Japón, bien con Alemania o bien con las potencias occidentales (Estados Unidos incluida). Y la primera opción que tomó en 1939, aunque ya la había tomado años antes, fue la de buscar y establecer una alianza con Gran Bretaña y Francia para asegurar las fronteras occidentales de la URSS. Sin embargo, los temores de Stalin hacia los gobiernos francés y, especialmente, británico estaban fundados en la experiencia diplomática anterior más que en sus propios prejuicios ideológicos. Las experiencias de Etiopía, España y Checoslovaquia no se podían olvidar. Y en cierto modo tenía igualmente razones poderosas para desconfiar de las verdaderas intenciones británicas en las negociaciones de primavera y verano de 1939, pues es claro, y hoy más, que Chamberlain, con las garantías que dio a Polonia y Rumania, estaba buscando más un gesto político contra Hitler que un auténtico compromiso de defender militarmente a esos dos países, algo que simplemente no podían hacer inmediatamente ni Gran Bretaña ni Francia, pero sí podía hacer la URSS.
En segundo lugar, el gabinete Chamberlain no tenía oposición parlamentaria sustancial, sino todo lo contrario, para establecer una alianza con la URSS en 1939 con el objetivo de cortar de una vez por todas las prácticas piratas y las ambiciones desmedidas de Hitler. Tampoco hay que infravalorar las verdaderas capacidades que tiene un gobierno democrático para manipular o dirigir a la opinión pública, sobre todo cuando se cuenta con el apoyo de la oposición parlamentaria. Quiero significar con esto que la situación de Chamberlain en Inglaterra en 1939, antes de la guerra, no se debe comparar con la de Roosevelt en Estados Unidos, una vez comenzada la guerra. Chamberlain no tenía una verdadera oposición política para sellar una alianza con la URSS; Roosevelt no podía salvar inicialmente la oposición del Congreso para meter a Estados Unidos en la guerra.
Finalmente, está el gobierno francés que, aunque en este topic no ha jugado un papel relevante, era un firme partidario del establecimiento de dicha triple alianza con la URSS.
Schwerpunkt escribió:
Uno de los resultados del desastre de Munich, porque no se puede llamar de otra manera a la vergonzosa entrega del estado checoeslovaco a sus agresores y chantajistas
La reclamación de los Sudetes por parte de Hitler era completamente legítima, a diferencia de las formas en que hizo tal reclamación. Si sacamos a Hitler y la Alemania nazi de la escena, hagamos esta abstracción por unos momentos, no es nada complicado imaginar que un gobierno de Weimar conseguiría finalmente, por las vías tradicionales diplomática y económica, recuperar esa región con el consentimiento de las potencias occidentales. Ya se había conseguido, antes de la llegada de Hitler, la cancelación de las reparaciones de guerra de Versalles, sin duda el mayor obstáculo de Versalles para el desarrollo político y social de Weimar. La Renania, los Sudetes, e incluso Danzig, eran objetivos que Weimar podía haber conseguido perfectamente, con tiempo, por la vía diplomática. Pero el Pacto de Munich venía precedido por las conductas intolerablemente agresivas y gansteriles de Italia en Etiopía y Hitler en la Renania, mientras que, a la firma de ese pacto, la II República de España ya había sido abandonada por los gobiernos de las democracias occidentales. Ese fue, a mi juicio, el contexto histórico “vergonzoso” del Pacto de Munich.
Saludos cordiales
José Luis