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por Werto » Vie Oct 14, 2005 3:15 am
Antes entrar en materia sobre si la perdida de Hawaii -que por cierto para Estados Unidos era imposible perder- hubiese surtido tenido un efecto importante sobre el desarrollo de la guerra, es bastante evidente que en lo referente a la producción económica de los contendientes no, hay que desterrar para siempre la creencia de que el objetivo de Midway era Hawaii, o que Estados Unidos estuviera dispuestos a arriesgar su flota en la primavera de 1942 para defebder el archipielago del Pacífico. Si los japoneses hubiesen tenido la posibilidad de vencer en Midway los americanos tenián ordenes estrictas de no actuar con sus elementos aeronavales. De hecho para no comprometer la operatividad de las FE 16 y 17, que no era seguro que acturana en la batalla, ni siquiera se hicieron esfuerzos por coordinar a los elementos con base en tierra y las unidades aeronavales.
El conepto de "batalla decisiva" fue siempre un entrañable concepto en la mente de los estrategas japoneses alrreder del cúal estos edificaron toda su estategia naval. Con unos recursos insuficientes para alcanzar unos objetivos que permitiesen un enfrentamiento cara a cara con los EE.UU. los estrategas japoneses decidieron entregarlo todo la consecución de una "batalla decisiva" que obligase a los norteamericanos sentarse en una mesa de negociaciones.
Para los nipones trataba de ganar una mano en una partida de poker con la esperanza de que el rival decidiera retirarse de la partida.
El verdadero objetivo de la batalla de Midway era, en los planteamientos de Yamamoto, forzar una batalla naval decisiva en la que Japón pudiera aniquilar a la marina de guerra de EE.UU., alcanzando con estos una paz de compromiso en la que los norteamericanos reconociesen en derecho de los japoneses a ocupar un lugar bajo el sol. Pero por mucho que les pesara a los japoneses los norteamericanos jamas librarián una batalla decisiva que pudieran perder.
A las mentes niponas más lucidas no se les escapaba que Japón, representando poco más de un 3,7% de la economía de los Estados Unidos de América, poco nada tenía que hacer en caso de un conflicto total con la mayor potencia industrial de la tierra.
Despúes de Pearl Habor para los norteamericanos, con una proporción de recursos casi infinita a su favor, se trataba sólo de acumular suficiente cantidad de recursos para marchar como una apisonadora contra los japoneses.
La operación de Midway se baso en unos postulados estratégicos totalmente erróneos y parciales, y planteaban unos objetivos tácticos –la isla de Midway- que aún en caso de conseguirse no procurarían la consecución del objetivo principal –forzar a la marina de EE.UU. a aceptar una batalla decisiva que los japoneses tuvieran alguna posibilidad de ganar-.
Cuando Flecher y Srupeance se hicieron ala mar con las FE 16 y 17, tratando de llegar a Lucky Point, desde donde amenazarían el flanco de la ruta de aproximación japonesa más probable a Midway, tenían instruciones precisas de Nimitz de no aceptar un combate de atrición. Sólo deberían actuar si tenían la posibilidad de inflingir un daño desproporcionado a los nipones, como en efecto ocurrió.
De hecho la guarnición de la isla no fue informada de la presencia de las fuerzas aeronavales tanto para no comprometer el secreto de la operación, como para no hacer albergar a los responsables de la defensa de Midway falsas esperanzas sobre una ayuda que no era en absoluto seguro que recibieran, de hecho ni siquiera se hicieron esfuerzos por coordinar las fuerzas aéreas con base en los portaviones y en la isla.
Los Estados Unidos nunca arriesgarían su flota ni por Hawai ni mucho menos por Midway, los americanos no estaban ni mucho menos dispuestos a dar a los japoneses la más mínima posibilidad de victoria, y simplemente no estaban dispuestos a aceptar ir a una batalla salvaje que los japoneses pudiesen ganar.
La negativa de los americanos a aceptar una batalla decisivaobligaba a los japoneses a tratar de forzales a ella, y este era precisamente el objetivo de la operación MI: la ocupación de Midway.
Pero el plan japoneses para la operación MI planteaba serias dificultades, tanto en su planteamiento como en su ejecución. En Midway todo el plan japonés se basaba en que los norteamericanos se comportarían como los japoneses habían previsto; lo que a la postre no fue en absoluto correcto, y tuvo, en esencia, consecuencias desastrosas para los intereses nipones.
Los japoneses –Yamamoto en concreto; pero en general todos ellos- se basaban en una serie de premisas tan absolutamente optimistas que cabría preguntarse si el desmensurado éxito de los 6 primeros meses de guerra en el Pacifico no había nublado su buen juicio. Para empezar el objetivo estratégico de los japoneses, forzar una batalla decisiva contra el grueso de la flota norteamericana; era irrealizable, porque los EE.UU. simplemente no arriesgaría su flota en una batalla que los japoneses pudieran ganar, ni por Midway, ni muchísimo menos por Hawaii.
Por otra parte la operación de Midway suponía un cambio decisivo en la estrategia japonesa, que pasaba de una fase ofensiva a una fase de consolidación de las conquistas realizadas. Conviene recordar siempre que el objetivo final de toda la estrategia naval japonesas fue siempre alcanzar una posición desde la cual poder negociar una paz de compromiso con EE.UU. –una vez aniquilada su fuerza naval los japoneses pensaban que EE.UU. accedería a un tratado de paz- desde una posición de fuerza, no conviene olvidar que este era, y fue siempre, el objetivo final de Yamamoto. Y mientras tanto aumentar el perímetro defensivo del territorio metropolitano japonés hasta una línea de demarcación desde las Aleutianas a Midway; que aislaría al archipiélago de Japón de posibles acciones hostiles sobre su propio territorio; como la incursión de Doollitle.
Los japoneses, llegado el momento de pasar a las fase II de la acción bélica, prefirieron consolidar lo conquistado a seguir actuando ofensivamente, y prefirieron una operación que podría tacharse de índole preventivo, o defensivo, y destinada a buscar la paz, Midway, que una operación que podría significar adquirir una posición estratégica infinitamente más fuerte: la conquista de Ceilan; y que además podría suponer un golpe fatal para Gran Bretaña , y en menor medida para la URSS.
Yamamoto fue el principal impulsor de Midway, y también el máximo responsable de avalancha de errores cometidos en la planificación de la operación MI; operación que el última instancia fue llevada a cabo en contra de las opiniones de algunos miembros del estado mayor de la flota combinada, como por ejemplo el capitán Kuroshima, que estaba seguro de que EE.UU. no arriesgaría su flota por Midway; y que el definitiva vio la luz sólo por las constantes amenazas y presiones que Yamamoto hacía recaer sobre el jefe de la flota, el almirante Nagano, al que constantemente amenazaba con dimitir.
La configuración de la operación MI, tal y como vio la luz definitivamente, estaba tan absolutamente plagada de errores, táctico y estratégicos, que es imposible no pararse a pensar, aunque sea por un momento, si el éxito obtenido en el primer tramo de la guerra en el Pacífico no había nublado por completo el buen juicio de los mandos nipones. Una vez transcurridos los 6 primeros meses de guerra los japoneses estaban embriagados por su propio éxito hasta tal punto que su falta de perspectiva estratégica a largo plazo comenzaba ser decisiva. El 1 de Enero de 1942 el contralmirante Ukagi escribía sus pensamientos en un diario personal:
“…Sólo han pasado 25 días desde que comenzará la guerra, las operaciones se han desarrollado correctamente, y tenemos suficientes razones para esperar que se termine la primera fase de la guerra etapa de la guerra antes de finales de Marzo. Pero ¿Qué vendrá después?.... ”
Que el Jefe de Estado Mayor de la Flota combinada pudiera hacerse tal pregunta menos de 1 mes después de su país de hubiese lanzado a una guerra con la mayor potencia industrial de la tierra, que en 1940 suponía un 42% de los recursos económicos de toda la tierra, y que era una economía 10 veces más grande que la japonesa, y que además contaba con el apoyo de Inglaterra, a la sazón primera potencia naval de la tierra, dice mucho acerca de la falta de visión estratégica a largo del mando japonés.
En los 100 días que siguieron al ataque a Pearl Harbor Japón humillo hasta tal punto a a las fuerzas militares norteamericanas, británicas, australianas y holandesas que en poco más de 4 meses consiguió los objetivos previstos para toda la guerra. A finales de Marzo, como Ukagi había previsto Japón había conseguido asegurarse los suministros vitales de petróleo de Insulandia, ampliar su perímetro, y extender su control a todo el área del sureste asiático con una perdidas que suponían el 10% de lo previsto por los propios japoneses.
Ahora bien: que hacer después. EE.UU. no buscaba una paz con Japón, y por otra parte un clima de superioridad y providencialismo se estaba apoderando de toda la nación japonesa, empezando por sus propias fuerzas armadas; que totalmente desconectadas de la realidad comenzaban a hacerse la idea de poder triunfar en conflicto con los mismo EE.UU., Gran Bretaña, la Comonwealth y otros muchos estados juntos. El mismo almirante Ukagi escribía en su diario, en Febrero de 1942 lo siguiente:
“…el futuro se presenta brillante…el curso de los acontecimientos durante este año determinará el sino de la guerra, por lo tanto debemos trabajar duramente, realizando todos los esfuerzos posible. Lo principal es vencer, y nosotros, con toda seguridad, venceremos… ”
La total incapacidad del IGHQ (cuartel general imperial) para formular una estrategia de guerra coherente y global; supuso que, de hecho, el almirante Yamamoto, jefe de la flota combinada (que no de toda la flota, esta estaba bajo el mando del almirante Nagano), se atribuyese a sí mismo esa tarea. El IGHQ era una organización teóricamente responsable de la formulación estratégica japonesa, pero que en la práctica estaba dividida en dos facciones rivales y antagónicas, ejército y marina, bajo el supuesto control del emperador, lo que de facto impidió la formulación de una estrategia global coherente por parte de los japoneses. Sin embargo el IGHQ era la oficina encargada de aprobar o rechazar la planificación estratégica de las acciones japonesas, y ante dicho departamento debían ser presentadas las propuestas para la denominada Fase II de la guerra.
El ejército japonés, como organización más antigua, seguía pensando que los verdaderos intereses nipones estaban en China, y en la defensa de Manchuria frente a la gigantesca amenaza soviética. Este enfoque supuso que el apoyo del ejército a la opción “sur”, expansión por el sudeste asiático, estaba condicionado en gran medida por o que el ejército podía obtener para su teatro de operaciones “norte”; y de manera derivada suponía la dedicación de un reducido grupo de recursos militares del ejército a la expansión “sur”.
Con la necesidad de formular rápidamente un plan estratégico para la opción “sur” Yamamoto encargo a Ukagi el desarrollo de un plan de operaciones destinado a cumplir el objetivo de la segunda fase de la guerra: salir de la misma consolidando las posesiones adquiridas. Esto suponía buscar una paz de con EE.UU. desde una posición de fuerza; paz que pudiera incluir a Gran Bretaña, y desde la óptica de los japoneses la única forma de lograr esto era forzando a los americanos a un combate naval decisivo del cual, en esto estaban de acuerdo todos los japoneses, la flota combinada emergería como vencedora.
Los japoneses necesitaban por tanto forzar una amenaza que supusiese un riesgo tal para los norteamericanos que éstos se viesen obligados a aceptar un combate total en su momento más bajo de recursos bélicos, esto era mediados de 1942 una vez estuviese, según las previsiones japonesas, completada la primera fase de la guerra. Pero por otra parte Yamamoto estaba absolutamente convencido de que la única forma que tenia Japón de sobrevivir a la guerra era jugárselo todo a una carta; en una partida que Japón pudiera ganar. Esto implicaba asumir todos los riesgo posibles con tal de forzar al gigante norteamericano a acudir a una batalla que la marina en la que la marina pudiese proporcionar a Japón una salida airosa de la guerra.
Cuando Ukagi se sometió a la tarea de formular una estrategia para la denominada fase II de la guerra, y después de un exhausto trabajo, llego a unas conclusiones similares a las de Yamamoto: Japón podía dormirse en sus laureles mediante la consolidación de sus conquistas iniciales. Hacer esto significaría ceder la iniciativa a los EE.UU.; y de esta manera la probada superioridad técnica de la flota combinada se convertiría en un activo malgastado. Se imponía por tanto una rápida acción que capitalizase la actual superioridad de la marina Imperial. Se imponía por tanto reanudar la ofensiva con la máxima celeridad.
Regido por esta lógica Ukagi planteo una serie de operaciones destinadas a forzar un encuentro decisivo con los americanos. Ukagi propuso, en concreto, la ocupación de las islas de Midway, Johnston y Palmira, con la intención de utilizarlas como base avanzada para la conquista de Hawai. Según Ukagi esta operación forzaría casi con total probabilidad a los americanos a arriesgar su flota para salvar estas islas e impedir una posible acción contra Hawaii, y en cualquier caso, si EE.UU., decidía no defender dichas islas, esto proporcionaría a los japoneses una inmejorable base para posteriores operaciones con la conquista primero de Midway , y después de todo el archipiélago de Hawaii.
Esta propuesta fue rechazada por el capitán Kuroshima, jefe de operaciones de flota, porque dudaba que los EE.UU. arriesgaran su flota –al menos en 1942- para defender dichas islas. Kuroshima propuso su propia opción, cambiar el centro de actuación hacía el Oeste, en una operación destinada a la ocupación de Ceilán, que proporcionaría a los japoneses el control del Índico, que rompería totalmente las líneas de comunicación británicas, y que además restringiría drásticamente la llegada de ayuda a la URSS –por Pérsia-. Ukagi acepto las críticas de Kuroshima y acepto la propuesta de éste, a condición de que fuese llevada a cabo en el marco de una operación conjunta con las fuerzas del eje en dirección a Oriente Medio, pero esto era simplemente imposible.
A pesar de todo la flota combinada siguió estudiando la posibilidad como una empresa exclusivamente japonesa, al considerarla factible, y de condición estratégica muy favorable. Y finalmente después de una exhausta preparación la operación fue presentada oficialmente por el Estado Mayor General Naval como la propuesta oficial de la Marina para la fase II de la guerra.
La propuesta fue presentada en el IGHQ a mediados de marzo, pero esta fue rechazada por el ejército japonés cuando se hizo evidente que tal operación requería de unos efectivos de envergadura, de los cuales el ejército no estaba dispuesto a prescindir. Esto dio carpetazo definitivo a una operación que podía resultar muy prometedora; la marina japonesa en solitario simplemente no disponía de recursos necesarios para acometer tal empresa.
La marina volvió a reconstruir sus planes, y se volvió a presentar la opción inicial de Ukagi, acciones sobre las islas Midway, Johnston y Palmira, con posibilidad de ocupar Hawai, como plan oficial de operaciones. Este fue nuevamente rechazado: el ejército no estaba dispuesto a ceder los efectivos necesarios para la invasión de Hawaii; y la marina tampoco disponía en solitario de recursos para ello.
Finalmente la marina presento una operación similar a la de Ukagi pero con objetivos restringidos. Se abandonaba la posibilidad de ocupar Hawai por falta de recursos para ello y se orientaba todo hacía la búsqueda del combate decisivo con la marina de EE.UU., con la ampliación del perímetro defensivo metropolitano japonés hasta una línea Aleutianas-Midway como objetivo secundario. El ejército accedió finalmente a esta operación porque sólo le suponía prescindir de 5.000 hombres para la ocupación de Midway.
Una vez decidida la operación, que en su versión final resultaba en esencia una operación defensiva, y en un total clima de excesiva confianza; se inicio la planificación técnica de la misma. En la realidad EE.UU. no arriesgaría el grueso de su flota ni por Hawai; ni mucho por Midway, con lo que de entrada el objetivo principal de los japoneses estaba descartado ya desde su inicio; y al renunciar a la ocupación de Hawaii la posición estratégica en el Pacifico no cambiaria de manera sustancial aunque la operación fuera un éxito; por lo que la operación constituía simplemente un riesgo; que aún de tener el más completo y absoluto éxito no reportaría beneficios de interés de ningún tipo.
Fletcher y Spruance sólo tenían órdenes de actuar si tenían la posibilidad de imponer a los japoneses un daño desproporcionado, y los americanos ni siquiera se hicieron esfuerzos por coordinar las acciones de los portaviones americanos con la aviación con base en tierra, en Midway, para no comprometer la actuación de la fuerza expedicionaria norteamericana; lo que ponía de manifiesto que los americanos eran conscientes de evitar a toda costa un gran enfrentamiento naval con los japoneses, lo cuál era el gran, y esencialmente único, objetivo.
De esta manera, y ya de entrada, la operación de Midway no lograba su meta estratégica simplemente por un error de concepción. Ni por Midway ni por Hawaii se arriesgarián los EE.UU. a librar una batalla que pudieran perder, pues para Estados Unidos ganar la guerra era un mera cuestión de tiempo.
En definitiva: el plan concreto de Yamamoto para el ataque a Midway se basaba en 7 premisas fundamentales:
“1. La flota enemiga aparecerá cuando las operaciones de desembarco en Midway hayan comenzado.
2. Las patrullas aéreas enemigas en Midway serán más fuertes al Oeste y al Sur, y menos fuertes al Norte y al Nor-Oeste.
3. Se estima que le radio de acción de las patrullas enemigas es de aproximadamente 500 millas.
4. El enemigo no conoce nuestro plan , y no detectará a nuestra fuerza expedicionaria hasta después del ataque.
5. No hay evidencia de la presencia de una fuerza naval enemiga en la inmediaciones de Midway.
6. Estamos en condiciones de atacar Midway, destruir a los aviones allí estacionados y apoyar las operaciones desembarco. A continuación podemos dar media vuelta; enfrentarnos a la fuerza expedicionaria enemiga y destruirla.
7. Posibles contraataques a cargo de los aviones con base en tierra pueden ser, con toda seguridad, repelidos por nuestros interceptores y por el fuego antiaéreo….”
Todas las premisas en que se basaba el plan de ataque japonés, menos la séptima, resultaron ser erróneas. La suposición inicial de que los japoneses llevarían la iniciativa en la futura operación resultaba un dogma de fe, y esta idea fue inundando toda la cadena de mando japonesa desde su cabeza hasta sus últimos eslabones.
La posibilidad de que los portaviones americanos estuviesen en la mar esperando a los japoneses, aunque era considerada como real, nadie se la creía. En la práctica cuando tal posibilidad fue propuesta, entre el 1 y 4 de Mayo, en unos “juego de guerra” a bordo del Yamato, ésta fue rechazada arrogantemente; y las posibles consecuencias tácticas de dicha situación descartadas. En dichos juegos, y cuando la posibilidad de que una fuerza expedicionaria de portaviones enemigos atacará el flanco de la flota japonesa de portaviones, en su aproximación a Midway, fue propuesta, Minoru Genda, oficial aéreo de dicha flota, respondió a tal posibilidad con tan vagamente que dio a entender que no existía ningún plan para dicha contingencia.
Tal era el clima de confianza y autocomplacencia que reinaba en el bando japonés que aunque el almirante Ukagi –arbitro de los citados “juegos de guerra”- protesto ante tal imprevisión, dio su aprobación a la misma operación, expresando su confianza en le éxito, y de acuerdo con Yamamoto, revoco la decisión del arbitro de los mismo juego que dictaminaba que el Kaga y el Akagi estaba hundidos –primero el Kaga estaba hundido y el Akagi tenía daños leves y finalmente ambos buques estaban intactos-; de manera que al final ambos buques seguían en el orden de batalla de la flota combinada de cara a la planificación del enfrentamiento decisivo con la armada americana.
Es decir en ningún caso se planteaban los nipones la posibilidad de un enfrentamiento avanzado con los portaviones de EE.UU. antes de la invasión de Midway. El último parte de inteligencia que emitió el estad mayor japonés a la fuerza de ataque de Nagumo antes de entrar en batalla expresaba esta situación de excesiva confianza y fe en que los japoneses llevarían la iniciativa en la batalla que estaba a punto de desarrollarse:
“…El enemigo no es consciente de nuestra presencia en la zona y así permanecerá hasta después de nuestros primeros ataques sobre la isla…” .
Los japoneses no basaban sus estimaciones de inteligencia en nada salvo sus intuiciones, y eran incapaces de obtener información que les indicase más allá de cualquier duda razonable la verdadera disposición de la flota americana. Cuando los vuelos de reconocimientos previstos sobre Peral Habor tuvieron que ser cancelados –destructores americanos patrullaban la zona donde un submarino japonés debía repostar a dos hidroaviones de reconocimiento “Emily”- esto no altero para nada las previsiones de ataque japonesas, que de hecho ni siquiera modificaron su ineficiente plan de reconocimiento para la operación en una fase.
El plan de reconocimiento en una sola fase desarrollado por los japoneses en Midway tenía un defecto principal: sólo serviría para confirmar lo que los japoneses ya creían de antemano –que no había fuerzas navales americanas en Midway, puesto que al estar ya la fuerza de ataque en el aire mientras se efectuaba el vuelo de reconocimiento la capacidad de reacción en caso de un imprevisto, como en efecto se dio, seria poco menos que nula, como en efecto ocurrió.
Cuando evaluaron las causas de la derrota en la batalla de Midway los japoneses concluyeron que la causa inicial de la derrota había sido el deficiente plan de reconocimiento.
Los japoneses no tenían información irrefutable sobre la flota norteamericana, de modo que preferían seguir pensando, a pesar de los numerosos indicios en contra, que la flota americana seguía estando en Peral Habor, y no saldría al mar hasta 2 o 3 días después del comienzo de la operación. Los japoneses tenían claros indicios de que los americanos estaban preparando una operación de envergadura en el sector de Hawaii, más del 50% de los mensajes interceptados por ellos en dicho sector llevaban el calificativo de urgente, pero decidieron ignorar todos los indicios a aferrase a su plan inicial. En realidad los japoneses no paraban de interceptar información que indicaba que la marina de EE.UU. preparaba algo, pero ni esta situación ni ninguna otra parecía afectar la confianza que los japoneses tenían en sus posibilidades.
Por otra parte Yamamoto corría riesgos excesivos, y forzaba la máximo a sus unidades y hombres, cuando el Shokaku y el Zuikaku se cayeron de la operación MI, por los daños recibidos en la batalla del Mar del Coral y por la crónica escasez de aviadores cualificados, esto no afecto para nada los planteamientos japoneses, a pesar de que suponía disminuir su fuerza de ataque de portaviones de ataque en casi un 40%.Los ejemplos podrían repetirse hasta la saciedad.
El plan japonés articulado par Midway, en definitiva, se basaban en que los americanos se comportarían exactamente como los japoneses esperaba, y cuando esto no fue así los japoneses se estrellaron contra su propio éxito, y su infundada creencia en su propia superioridad. El plan para Midway no se basaba en la superioridad de portaaviones japonesa, los japoneses no esperaban que hubiese portaaviones americanos en Midway, sino en una concepción totalmente errónea de lo que harían los norteamericanos, esto es quedarse quietos esperando el golpe.
De hecho en su plan de operaciones para MI la denominación del “grueso principal” no recae en la fuerza de ataque de portaviones, sino en el grueso de buques de línea de propio Yamamoto, con el Yamato, el Nagato y el Mutsu al frente. La idea fundamental e irrealizable de toda la operación era forzar a los americanos a un combate decisivo en el que el golpe final no sería dado por los aviones embarcados sino por los cañones de 406 y 460mm de los grandes acorazados japoneses; y esto era, naturalmente, irrealizable.