Mensaje
por José Luis » Vie Sep 14, 2007 12:50 pm
¡Hola a todos!
Para tratar sobre la participación de Manstein en crímenes de genocidio, me serviré del libro de Stein, pues trata el tema en extensión y me ahorra el tener que andar buscando en otros libros y archivos.
El tribunal británico que juzgó a Manstein lo halló culpable de conformidad con la “Orden de los Comisarios” de 6 de junio de 1941, orden que exigía la ejecución inmediata después de su captura de cualquier comisario del Ejército Rojo. El tribunal encontró pruebas de la ejecución de catorce comisarios en el 11º Ejército de Manstein en Crimea, aunque no pudo determinar de forma concluyente si también fueron ejecutados comisarios en el LVI Cuerpo Motorizado (luego Panzer) de Manstein en el inicio de Barbarroja en el eje norte del avance alemán. En su “Victorias Frustradas” Manstein dice que los pocos comisarios que fueron ejecutados no fueron hechos prisioneros en el campo de batalla, sino que fueron arrestados en la retaguardia, demostrándose que habían sido partisanos o funcionarios del partido, y que fueron tratados de acuerdo con la ley marcial. Con toda razón, Stein dice que Manstein nunca debería de haber usado términos tales como “ley internacional” o “ley marcial” en relación al 11º Ejército en Crimea. Ya veremos por qué.
En realidad, en una declaración ante el tribunal, Manstein estaba asumiendo plena responsabilidad de los crímenes cometidos bajos áreas de su control: “Ya que los jueces no tienen experiencia personal del sistema soviético, y son incapaces de comprender el liderazgo soviético, el sistema de los Comisarios y los rusos asiáticos en general, tienen que ser primeramente informados y luego convencidos de que los métodos soviéticos hacían inevitables las brutales represalias alemanas. El tribunal debe ser convencido de que la guerra en el Este tenía un aspecto completamente asiático. No podíamos escapar de tal marco si no deseábamos estar en desventaja. Por tanto, no teníamos otra salida, sino aplicar nosotros mismos los métodos del enemigo, tierra quemada, ejecuciones de prisioneros de guerra, represalias contra partisanos, aunque eso nunca fue de mi deseo.” (Página sin número del tribunal, citada en Stein, p. 281). Al declarar en esos términos, Manstein estaba facilitándole la labor al tribunal, pues ni la “Orden de Barbarroja” ni la “Orden de los Comisarios” podían considerarse como represalias, ya que fueron emitidas antes del comienzo de las hostilidades.
[Manstein fue uno de los mayores perpetradores de genocidio entre los altos comandantes alemanes. Durante los meses de su mando del 11º Ejército, 33.000 judíos fueron asesinados por el Einsatzgruppe D de Ohlendorf en la Ucrania meridional y en Crimea. El 16 de abril de 1942, el Einsatzgruppe D reportó al Ic/AO del 11º Ejército: “Crimea está libre de judíos (Von Juden ist die Krim freigemacht). Ocasionalmente algunos pequeños grupos han sido descubiertos en el norte. Dondequiera que los judíos han sido capaces de esconderse con documentos de identidad falsificados, la experiencia ha demostrado que pronto son descubiertos”.] Así comienza Stein el capítulo 7 de su libro, que lleva por título “Manstein y el Holocausto”.
A diferencia de otros ejércitos alemanes y de los otros tres Einsatzgruppen, en los que sus comandantes fueron reemplazados con cierta frecuencia, tanto Manstein como Ohlendorf estuvieron al mando de sus fuerzas durante toda la campaña de Crimea. Es dudoso que Manstein se encontrara alguna vez con Ohlendorf, y éste jamás se aproximó a Manstein, pues declaró en Nuremberg que ni para cuestiones del servicio ni para asuntos sociales mantuvo un encuentro con Manstein.
Los informes del Einsatzgruppe D eran enviados al Ic/AO del 11º Ejército, el mayor Hans-Wolf Riesen y al jefe del estado mayor, el entonces coronel Otto Wöhler. En los archivos militares alemanes hay más documentos sobre la cooperación del 11º Ejército con los Einsatzgruppen que de cualquier otro ejército alemán. En muchas unidades, cuenta Stein, los oficiales de estado mayor tuvieron el cuidado de destruir esa documentación, pero en el 11º Ejército se preserva toda.
Cuando Wöhler fue interrogado en el tribunal sobre la “Orden de los Comisarios”, testificó lo siguiente:
[Pregunta: ¿Qué medidas tomó Manstein, o usted mismo, para evitar que sus subordinados llevaran a cabo la orden?
Respuesta: No conozco ninguna medida tomada por Manstein. Yo personalmente no tenía autoridad para tomar ninguna medida, pues la “Orden de los Comisarios” caía dentro de la responsabilidad del OB y no de su jefe de estado mayor. Quizás pude haber tomado algunas medidas, pero no puedo recordarlo. Pero si así fue, sólo el comandante del ejército era responsable. Pero yo simplemente no puedo recordar ningún caso] (IMT, Caso 12, p. 5.761, citado en Stein, p. 287)
Cuenta Stein: [Los antecedentes para el suave veredicto contra Manstein, en conexión con el genocidio, fueron los titubeos de los tribunales aliados y ruso para enjuiciar el Holocausto. Tras la rendición de Alemania, un número de los más crueles perpetradores fue reclutado inmediatamente por el CIC, que creía que su “experto conocimiento” del comunismo podía ser aprovechado. En la película de cuatro horas de Marcel Ophuls sobre Klaus Barbie, el “carnicero de Lyon”, apareció un número de antiguos oficiales del CIC y hablaron de su estrecha cooperación con Barbie. Más tarde ayudaron a escapar a Barbie a Latinoamérica, con documentos de identidad falsificados, cuando el gobierno francés pidió su extradición. Pasaron más de 40 años antes de que Barbie fuera entregado a los franceses. Fue sentenciado a prisión de por vida] Stein, p. 287.
Stein sigue dando ejemplos con Eichmann, Mengele y oficiales de los Einsatgruppen, que fueron facilitados con documentos falsos para escapar de Europa. En su testimonio como testigo en el juicio de Nuremberg sobre los criminales de guerra nazis, testimonio bajo juramento, Manstein cometió un rotundo perjurio. Declaró que la única cosa que sabía sobre los Einsatzgruppen era que se les había encomendado la tarea de preparar la administración política de los territorios ocupados, y de supervisar la conducta política de la población civil.
H. Höhne, Der Orden unter dem Totenkopf, Geschichte der SS (Hamburgo, 1966), p. 326, citado en Stein, p. 289, comenta que: “La declaración de Manstein fue el típico ejemplo de la esquizofrenia de los comandantes alemanes, que facilitaron los asesinatos cometidos por los Einsatzgruppen. Los generales pretendieron ver en los comandos de Heydrich unidades de defensa normales del área de retaguardia. Pero también sabían que les habían dado tareas especiales. Eran tareas especiales que los comandantes estaban más que felices de que se las encargaran a ellos (a los Einsatzgruppen), sin hacer indagaciones posteriores”.
Cuando se le preguntó sobre la ejecución de judíos, Manstein declaró que jamás había oído hablar de ello.
El embuste sobre los Einsatzgruppen lo volvió a repetir Manstein en su propio juicio. Y en cuanto a la ejecución de judíos hubo de refrescársele la memoria. Cuando Manstein asumió el mando del 11º Ejército, inmediatamente cursó una orden en su cuartel general de Nikolayev, que hacía referencia específica a los asesinatos de los judíos, estipulando que no debía tener lugar ninguna ejecución a menos de 200 kilómetros de su residencia. Esta orden está preservada en los archivos del 11º Ejército (BA-MA, RH 20 – 11/488) y en las actas del juicio de Nuremberg.
Manstein recibió, como mínimo, tres informes directos de testigos oculares (oficiales de su ejército) que habían vigilado las ejecuciones en masa de judíos.
Informe del capitán Ulrich Gunzert, que sirvió durante un breve tiempo en el estado mayor del 11º Ejército y fue testigo de las ejecuciones masivas de judíos descritas en el video de Knopp: [Había un montón de cadáveres en la cuneta. Después de cada descarga un hombre de la SD bajaba a la cuneta. Si había supervivientes, les metía una bala en sus cabezas. Fue un asesinato en masa. Nunca olvidaré los rostros de hombres y mujeres que esperaban su final. Cuando intenté intervenir, un SS me dijo: “Desaparezca, esto no es de su incumbencia”. Luego reporté lo que había visto a Manstein y le pedí que se hiciera algo. Manstein rehusó. No estaba preocupado con lo que sucedía en retaguardia. Tenía cosas más importantes que atender. Simplemente se retiró a sus deberes militares, y me prohibió expresamente mencionar a otros lo que había visto. Su proceder fue una huida de la responsabilidad y un fallo moral] (Stein, 292)
Informe del coronel Eberhard Finckh, que solicitó telefónicamente una entrevista urgente a Stahlberg con Manstein, y que cuenta Stahlberg, p. 344: [Tenía que hablarme inmediatamente sobre un asunto horrible. Dos oficiales del Generalstab le habían llamado. Habían sido testigos de una ejecución masiva de judíos en un área boscosa que era parte del territorio del Grupo de Ejércitos. Las ejecuciones habían sido cuidadosamente planeadas y estaban bien organizadas. Los asesinos llevaban uniformes de las SD. Le pregunté a Finckh si sabía cuántos judíos fueron ejecutados. Me respondió que los dos testigos habían preguntado a uno de los hombres de la SD, y que recibieron la respuesta de 100.000. Finckh añadió que deseaba informarme antes de reportar a Manstein. Si Manstein lo llamaba, podía estar en su cuartel general en menos de una hora.
Regresé y tomé un té con Manstein. Tan pronto como los ordenanzas abandonaron la habitación, me preguntó por qué Finckh quería verme. Respondí: “Una cosa horrible, las ejecuciones de judíos están teniendo lugar en nuestra área”. Manstein se irritó y preguntó por qué Finckh había optado por hablar conmigo en vez de reportar directamente a él. Respondí que Finckh me había llamado para prepararle para su relato, y que vendría inmediatamente si Manstein quería conocer su informe directamente. Manstein me preguntó si Finckh había mencionado algunas cifras, y respondí 100.000.
¡Manstein explotó! 100.000 es totalmente imposible. Incluso si aceptamos la historia de que 100.000 fueron ejecutados en una simple localidad, ¿puede decirme alguien cómo puede hacerse desaparecer semejante número de cuerpos? Una tontería así es prueba de que usted y su amigo se han convertido en víctimas de una indecente intriga de propaganda. Como joven teniente en la IGM, ya tuve suficiente con las mentiras de la propaganda enemiga. Ciertamente no es momento para caer víctimas de semejantes mentiras. Recientemente hemos cambiado impresiones sobre la apertura de ceremonia de los Juegos Olímpicos de Berlín que ambos recordamos. Había unos 100.000 espectadores en el estadio. Si uno tiene esta imagen en mente, que alguien me explique cómo se puede disponer de semejante cifra de cadáveres para ocultar una ejecución. Dígale a su amigo Finckh que no estoy dispuesto para tales fantasías. Si desea verme, estaré de acuerdo en verlo. Le pregunté si podía llamar a Finckh. Me dijo que esperara, que primero quería reconsiderar esto]
En una conversación con el historiador Bodo Scheuring, Stahlberg dijo que Manstein añadió: “¿Es realmente negativo si la judería con su peligro para Alemania es diezmada?”. Stahlberg añadió que Manstein recibió a Finckh al día siguiente, y que cerró a propósito la puerta de su despacho durante la conversación.
Como explica Stein, los “arrebatos de Manstein necesitan algunos comentarios”. Nunca tuvo lugar en un único día una ejecución de 100.000 judíos. Probablemente, los hombres de los Einsatzgruppen que dieron esa cifra a los dos testigos aludidos por Finckh estaban refiriéndose al número total de víctimas. En Babi Yar fueron ejecutados 33.788 judíos en 48 horas, el 29 y 30 de septiembre de 1941. En Simferopol, 14.500 en tres días. En cuanto al problema que plantea Manstein sobre el asunto de hacer desaparecer los cadáveres, no era tal, aunque presentaba su trabajo. Esa labor correspondía al SS-Standartenführer Paul Blobel, quien declaró en Nuremberg cómo llevaba a cabo sus tareas de ocultación o eliminación de cadáveres.
Informe del capitán Philipp von Boeselager, que llamó a Manstein pocos días después de lo de Finckh. Había hablado con los mismos dos oficiales citados por Finckh, quienes le mencionaron la cifra de 250.000. Manstein le respondió de la misma manera que a Stahlberg con lo de Finckh, sólo que en vez de ponerle como ejemplo el estadio olímpico, le mencionó el Deutschlandhalle de Berlín, que podía acomodar a un cuarto de millón de espectadores.
El conocimiento de Manstein sobre las ejecuciones masivas fue establecido posteriormente por un pasaje del diario de guerra del 11º Ejército que había sido cubierto con tinta blanca. El juez Elwyn-Jones ordenó a Manstein leer el pasaje al tribunal: “El comandante del ejército no desea que los oficiales se conviertan en espectadores de las ejecuciones de judíos. Esto es indigno de un oficial alemán”.
Y no me extiendo más sobre el conocimiento y participación de Manstein en crímenes de genocidio. Su orden de 20 de noviembre de 1941 (Armeeoberkommando 11, Abt. Ic/AO Nr. 2379/41 geb.) es tristemente famosa, no tanto las Judeknationen y masacres ocurridas en pueblos y ciudades controladas por el 11º Ejército cuando Manstein estaba al mando (Cherson, Genichesk, Nikolayev, Melitopol, Kachovka, Mariupol, Armyansk, Kerch, las masacres de Simferopol y Eupatoria, Sarabus, Dchanskoy, Karasubasar, Feodosia, Bakhtiassaray, y las órdenes del 11º Ejército en relación con esos hechos).
Recapitulando, la sentencia de 18 años impuesta a Manstein fue una sentencia bien benigna para los crímenes horrendos que se cometieron bajo su mando, y si tenemos en cuenta que apenas cumplió unos pocos años, la cosa es de risa.
Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)