Hola a todos, permítanme compartir con ustedes un análisis sobre el supuesto o no ataque incitado a PH.
Parte 1/3
Pearl Harbor ¿Incitado al Ataque?
Con insistencia se le ha atribuido a Roosevelt el haber conocido de antemano ciertos detalles de los planes de ataque japoneses. Se le ha achacado el haber dispuesto la flota americana en Pearl Harbor como cebo, evitando que se aplicasen medidas de previsión y de defensa. El profesor Rohwer trata de analizar una vez más esta teoría. Exponemos a continuación un resúmen de sus análisis.
A penas 24 horas después del ataque japonés contra Pearl Harbor, el presidente Rossevelt reclama ante el Congreso una declaración de guerra contra Japón. Entre otras cosas, el presidente dijo;
"En el día de ayer, 7 de Diciembre de 1941, una fecha que será inborrable para verguenza de todos, los Estados Unidos fueron víctimas de un ataque premeditado y repentino perpetrado por los buques de guerra y los aviones del Imperio japonés. Los Estados Unidos no se hallaban en guerra contra el Japón sino que, por el contrario, estaban en negociaciones hasta el mismo día de ayer con el Gobierno japonés, precisamente a instancias de éste, y con el emperador, con el fin de garantizar la paz en el Océano Pacífico".
Estas palabras del presidente y las primeras noticias aparecidas en la prensa y trasmitidas por la radio sucitaron la impresión de que el ataque japonés había constituido una sorpresa total para el Gobierno y las Fuerzas Armadas norteamericanas mientras en el terreno diplomático se desarrollaban aquellas conversaciones tan prometedoras, orientadas precisamente a solucionar las tensiones existentes. Aquello produjo una enorme excitación en el pueblo norteamericano: su país había sido agredido.
Sin embargo muy pronto se disipó parte de aquella seguridad y comenzó a aflorar la duda. ¿El ataque había sido realmente tan inesperado? Basándose en determinadas indiscreciones crecieron los rumores sobre ciertas noticias que, al parecer, se habían presentado previamente al gobierno. Cada vez fueron afirmándose más las sospechas, que los diarios enemigos de Roosevelt se ocuparon de airear. Al fin se llegó tan lejos que hasta se aseguró que Roosevelt conocía perfectamente, con antelación, los planes de ataque japoneses, hasta el punto de que lo había provocado porque ambicionaba llevar a la guerra al pueblo americano, fin que ya había alcanzado. Ya el 18 de Diciembre de 1941 Roosevelt creó una comisión investigadora. Su informe sobre lo acaecido ofrecía a Roosevelt la oportunidad de culpar a los dos máximos jefes militares de las Hawai, almirante Kimmel y general Short, de la responsabilidad por el desastre de Pearl Harbor.
En los comienzos de la campaña electoral de 1944 los rumores volverían a surgir y, por efecto del peso de la opinión pública, obligaron a realizar una serie de investigaciones sobre el hecho. Estos informes llevaron a un resultado:
determinadas personalidades, responsables en los Ministerios de la Guerra y de Marina en Washington, así como otros con un puesto clave en las Hawai, habían incurrido en negligencia y eran culpables de faltas.
Además los Ministerios afectados prosiguieron las pesquisas oportunas aquel mismo año. La búsqueda de víctimas propiciatorias continuó, pero todos los informes permanecieron secretos hasta el final de la guerra y carecieron de influjo en la opinión pública.
Pero no por ello se disiparon los enigmas. Apenas había concluído la contienda cuando en el mismo mes de Setiembre de 1945 el Congreso nombraba una comisión de diez miembros que asumió la tarea de repasar el conjunto de interrogantes no aclarados.
En proporción a las fuerzas presentes en el Congreso, también se nombraron cuatro miembros del partido minoritario.
A los 70 días el "Joint Commitee" había finalizado los interrogatorios. El 20 de Julio de 1947 hizo público su informe. Dado que no se llegó a una unidad de criterio, se preparó un informe por la mayoría y otro por la minoría:
La mayoría llegó a la conclusión de que la negligencia y las faltas se habían cargado unilateralmente en la cuenta de los jefes militares de las Hawai, mientras que en Washington se había hecho todo lo posible.
Algo muy diferente alegó la minoría: Washington y en especial el Presidente, tenían por lo menos tanta culpa como los señalados.
Junto con el informe, de 580 páginas, se publicó el protocolo de las pruebas, incluidas aquellas que se habían realizado con anterioridad. El enorme interés que despertó en la opinión pública la cuestión de Pearl Harbor, y la favorable actitud de las fuentes, llevaron a numerosos periodistas e historiadores norteamericanos ocuparse de la materia. Así como las sucesivas encuestas oficiales sobre el círculo de personas que rodeaba a los culpables se aproximaban cada vez más a la verdad, en las publicaciones que siguieron la crítica de los responsables fue cada vez más clara, formulada cada vez más abiertamente hasta culminar con la acusación dirigida contra Roosevelt en el sentido de que el presidente conocía perfectamente que se iba a producir un ataque contra PH. Sí, el presidente había enviado a los buques norteamericanos como cebo, a sabiendas de que se iba a producir el atque, para así tener el camino libre para la guerra que deseaba, par su guerra.
Para adoptar una postura realista en este problema, que dsató controversias tan acusadas en América, es necesario conocer las fuentes más decisivas sobre las cuales ambas partes basaban sus respectivas demostraciones y en las que ha de buscarse las raíces de la interpretación diferente que dan a los hechos.
En primer lugar se trata, como cuestión esencial, de analizar los "magic messages", o comunicaciones radiadas de diplomáticos japoneses. El servicio de información norteamericano había logrado a partir de Diciembre de 1940 decifrar el código secreto japonés, y desde el 2 de Julio de 1941
TODOS los mensajes y telegramas japoneses enviados por radio podían ser ya interpretados.
Con toda propiedad puede afirmarse que el gobierno norteamericano se hallaba en esta época tan bien informado sobre las pretenciones del japonés como pudiera estarlo la embajada nipona en Washington.
El ministro de asuntos exteriores, Cordell Hull, conocía no solo las notas que posteriormente le presentarían los japoneses sino también las directrices especiales emanadas del Ministerio de Asuntos Exteriores nipón sobre cómo habrían de llevarse las negociaciones con los norteamericanos.
El 4 de Noviembre, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, el Gobierno japonés trasmitió al jefe de la delegación nipona, almirante Kichisaburo, una serie de nuevas peticiones que habría de presentar a los norteamericanos. En el telegrama que acompañaba estas directrices (telegrama que lograron detraer los agentes del servicio secreto de Washington) se decía taxativamente que se trataba de la
ULTIMA oferta japonesa.
En un telegrama del 5 de Noviembre de 1941 se fijaba el plazo definitivo para un acuerdo: el 25 del mismo mes. Dado que el día 22 Norteamérica no había respondido a las proposiciones japonesas, este plazo se pospuso hasta el 29. En el telegrama correspondiente se decía esta vez:
"Si se puede lograr cualquier cosa nos parece oportuno esperar hasta el día arriba indicado. En este momento debemos señalar que, en ningún caso, el plazo volverá a alterarse. A partir de este momento las cosas se desarrollarán automáticamente".
Los norteamericanos, por su parte, decidieron no seguir discutiendo el criterio sobre un "modus vivendi" con Japón, tema que ya les había ocupado muchos días. En lugar de concluir esta discusión el ministro Hull presentó a los japoneses, el 25 de Noviembre, la "nota de 10 puntos" para un acuerdo, sin que nadie dudara en Washington de que iba a molestar a los japoneses, hasta el punto de obligarles a no aceptarlo. De los telegramas interceptados en los días siguientes podía deducirse con toda claridad que Japón daba por interrumpidas las negociaciones. El Ministerio de Asuntos Exteriores nipón dio a conocer a su delegación negociadora que las conversaciones quedarían interrumpidas "de facto" dentro de dos o tres días. Literalmente se decía más adelante en la nota
"Es inevitable. Sin embargo, no deseamos que ustedes den la impresión de que efectivamente se han interrumpido estas conversaciones. Díganles simplemente que esperan instrucciones. A partir de ahora hagan lo que mejor les parezca..."
No cabe la menor duda de que el gobierno norteamericano, tras conocer el texto del telegrama, veía con absoluta claridad la gravedad de la situación y contaba con acciones hostiles por parte de los japoneses para un futuro muy inmediato. Así parecían indicarlo las advertencias del general Marshall ( Army Chief of Staff), y del almirante Stark (Chief of Naval Operations) , correspondientes a los días 24 y 27 de Noviembre, enviadas a los comandantes de las posiciones avanzadas en el Pacífico.
El 1° de Diciembre se introdujo repentinamente una nueva clave cifrada para las operaciones de la Marina japonesa. El estallido de la guerra en el Extremo Oriente era ya inevitable. Los norteamericanos habian captado, con seguridad, los signos evidentes de que la guerra estaba en puertas. Las informaciones que habían caído en sus manos no indicaban desde luego que se iba a producir un ataque contra PH, pero, con todo, existían indicios de que iba a tener lugar... La prueba de que estos indicios no fueron tomados demasiado en consideración por los responsables aparece en los llamados bomb plot messages. Se trataba de directrices destinadas al cónsul japonés, Kita, en Honolulu, descubiertas en mensajes interceptados, según las cuales debería observar el movimiento de buques de guerra norteamericanos en PH como objetivo de posibles bombarderos (bomb plots) y comunicar inmediatamente a Tokio todos los detalles.
En principio tal función de observador no parecía ser extraordinariamente rara en la actividad de los cónsules japoneses, como continúa siéndolo en todos los cuerpos diplomáticos. Sin embargo, las directrices cursadas a Honolulu presentaban también algunas particularidades curiosas que, en cierto modo, hacían que tales notificaciones se saliesen de lo normal.
El 24 de Setiembre, el cónsul Kita fue instruido por su gobierno en el sentido de que dividiese sus informaciones otorgando una importancia especial a la situación de los buques de la bahía de PH, especialmente de los acorazados y portaaviones, y de un modo particular si observa que dos buques se hallaban amarrados a lo largo de un mismo muelle.
El 15 de Noviembre recibío una instrucción: debería comunicar sus noticias dos veces por semana, sin fijar día.
El 28 de Noviembre recibió otra instrucción especial: debería destruir su código cifrado inmediatamente en el caso de que se produjese una emergencia seria.
El día 2 de Diciembre llegó en manos del cónsul esta instrucción:
“De acuerdo con la situación actual, la presencia de acorazados, portaaviones y cruceros en ese puerto es de particular importancia. Comuníquenos a partir de ahora, con arreglo de sus posibilidades, día a día, estos datos. En cualquier caso telegrafíe usted si se han instalado globos de intercepción sobre PH, o al menos si existen indicios de que el espacio permanecerá libre. Al tiempo infórmenos sobre si los buques van provistos de redes de protección contra torpedos o no.”
Continúa...
Gracias por estar