Al parecer, el impulso inicial para una aproximación germano-soviética con el objetivo de establecer una relación de ayuda mutua de carácter militar se encuentra en la persona de Karl Radek, un agente soviético que fue enviado a Alemania en 1918. Radek participó en la convención Espartaquista de diciembre de ese año, y tras los tumultos de enero de 1919 fue arrestado y encerrado en la prisión de Moabit, donde recibió un trato privilegiado. Durante su encarcelamiento fue visitado por importantes figuras militares y civiles (políticos e industriales), como el coronel Bauer, el general von Reibnitz, el almirante Hintze, Felix Deutsch, Walter Rathenau y otros prohombres, y parece ser que les expuso reiteradamente la afinidad natural que existía entre la Unión Soviética y una Alemania nacionalista. Una de las visitas a Radek que iba a tener más trascendencia fue la realizada por el turco Enver Pasha; Radek afirmó más tarde que el líder turco “fue el primero en explicar a los militares alemanes que la Rusia soviética es una potencia mundial nueva y creciente con la cual deben contar si realmente desean combatir a la Entente”.
El general Hans von Seeckt había sido enviado en diciembre de 1917 a Turquía para actuar como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Campaña Otomano, estableciendo durante esa etapa una buena relación con Enver Pasha. Cuando Radek estaba en la cárcel, von Seeckt era Jefe del Estado Mayor General, y más tarde -tras los acontecimientos del Putsch de Kapp en 1920 y la dimisión del comandante en jefe del alto mando del ejército (Heeresleitung), el general Reinhardt- von Seeckt pasó a ser el jefe del Heeresleitung. Es evidente que Enver Pasha habló con von Seeckt de sus conversaciones con Radek, pero por entonces el militar alemán no estaba dispuesto a acercarse a los bolcheviques. Sólo cuando su propuesta de un ejército alemán de 200.000 hombres fue tajantemente rechazada por los aliados, empezó a arraigar en él a finales de 1920 la idea de un acercamiento a los rusos. Precisamente, finalizando 1920 formó una unidad especial en el Ministerio del Reichswehr llamada Sondergruppe R, que fue la encargada de estudiar las posibilidades de cooperación con el Ejército Rojo.
En mayo de 1921 se estableció un acuerdo económico provisional entre ambas naciones, acuerdo que fue el resultado de largas negociaciones entre Ago von Maltzan, el jefe de la división oriental de la Oficina de Exteriores, y Victor Kopp, el emisario soviético encargado de discutir los asuntos relacionados con los prisioneros de guerra. Más tarde el gobierno soviético solicitó formalmente al gobierno alemán ayuda para el desarrollo de su industria de armamentos. Von Seeckt envió una delegación militar especial bajo el mando del coronel Oskar von Niedermayer, quien se hacía llamar “el Lawrence alemán” por sus acciones de guerra en Persia y Afganistán. Junto con Gustav Hilger, miembro de la misión de los prisioneros alemanes de guerra en Rusia, Karakhan, Vice-comisario soviético para Asuntos Exteriores, y Victor Kopp, Niedermayer examinó exhaustivamente las fábricas de armamento y astilleros de Petrogrado, industrias que el gobierno soviético había sugerido que podían ser restablecidas con el apoyo financiero y técnico alemán. Niedermayer, de vuelta en Berlín, recomendó que se rechazara la ayuda, en vista del lamentable estado en que se encontraban los centros soviéticos y la inversión enorme que se necesitaría. Se siguió la recomendación de Niedermayer.
En septiembre de 1921 se iniciaron conversaciones secretas en Berlín, en el apartamento del coronel Kurt von Schleicher, en las que participaron Leonid Krassin y el coronel von Hasse, Comisario Soviético de Comercio Exterior y Jefe del Truppenamt, respectivamente. Durante las conversaciones se desarrolló el esquema original de la reconstrucción de la industria de armamentos soviética y el suministro de armas ilegales a Alemania. Así comenzó la colaboración militar entre los estados mayores generales soviético y alemán.
El Ministerio del Reichswehr creó un holding bajo el nombre de Gesellschaft zur Förderung gewerblicher Unternehmungen (G.E.F.U.), con oficinas en Berlín y Moscú y con una inversión de capital en 1923 de 75 millones de marcos del Reich. Bajo la supervisión del general von Borries y el mayor Fritz Tschunke, el holding financió el establecimiento de una fábrica de aviones Junkers en Fili, cerca de Moscú; una fábrica de gas venenoso en Samara, y fábricas de proyectiles (bajo la administración de Krupp) en Tula, Leningrado y Schlüsselberg. También se hicieron planes para la construcción de submarinos, pero no llegaron a buen fin. Por el dinero invertido el ejército alemán debía recibir una parte de la producción de todas las plantas.
Al mismo tiempo, Niedermayer volvió a Rusia para establecer una especie de departamento del Sondergruppe R, que se llamó Zentrale Moskau, y que tenía el control de todos los aspectos militares relacionados con el acuerdo secreto: el entrenamiento de pilotos y especialistas alemanes en la escuela de vuelo del Ejército Rojo en el área de Lipetsk, en la provincia de Tambov, y una escuela de tanques en Tama, cerca de Kazan.
Más tarde, en abril de 1922 en la Conferencia de Génova, Walther Rathenau y Ago von Maltzan se reunieron con los jefes de la delegación rusa y concluyeron un tratado de amistad según el cual ambas potencias renunciaban a sus reclamaciones de reparaciones, establecían las bases para un mercado ruso-alemán y procedían al restablecimiento de las relaciones consulares y diplomáticas normales. Éste fue el famoso acuerdo de Rapallo.
Fuente: el grueso de la información proviene de Gordon A. Craig, The Politics of the Prussian Army 1640-1945 (Oxford University Press, 1964), Capítulo IV, “Evasion of the treaty terms: the tie witt the Red army”.
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José Luis