Mensaje
por José Luis » Mar May 22, 2007 12:42 pm
¡Hola a todos!
El asunto Sponeck merece este post, que adelanto es un poco extenso.
Las citas que siguen corresponden al Victorias Frustradas de Manstein en su edición de Inédita.
[No cabe duda de que, dominado el mar como lo estaba por la flota roja, esta decisión del mando del ejército suponía un elevado margen de riesgo en la empresa de dejar las costas tan desamparadas. Un riesgo que, a pesar de todo, parecía tolerable si el ataque a Sebastopol se llevaba a cabo pronto, antes de que el enemigo tuviese tiempo de traer por mar, desde el Kuban o del Cáucaso, fuerzas de refresco para emprender nuevas acciones] p. 297
Luego Manstein escribe que se fija el 27-28 de octubre como fecha para el ataque. Pero llegó el invierno ruso, provocando una serie de demoras en la fecha del ataque, que quedó finalmente establecido para el 17 de diciembre (llamo la atención. 12 días después de que el Ejército Rojo comenzase su contraofensiva general en el Frente Oriental).
Luego comenta Manstein en la página 298: [En efecto; el 17 de octubre, el Cuartel General del Grupo de Ejércitos había ordenado la urgente cesión de la 73ª y la 170ª Divisiones de Infantería, en vista de que la situación en Rostov se había tornado crítica. Todas las objeciones del mando del Decimoprimer Ejército en el sentido de que esta disminución de nuestra fuerza imposibilitaría el ataque a Sebastopol, consiguieron únicamente que nos fuese asignada la 170ª División, que avanzaba por la costa sur para incorporarse al XXX Cuerpo de Ejército, que ya no habría llegado tampoco a tiempo a Rostov. Con lo que seguía sin desvirtuar la fundada presunción de que la retirada de la 73ª División minaba por su base el ataque principal del norte, al sustraerle las indispensables reservas. Ante la necesidad de tomar una decisión, el mando del ejército optó por la aventurada de proceder al ataque incluso en circunstancias tan dudosas]
Sigue en la página 299: [En esta situación sobrevinieron los desembarcos soviéticos primero en Kerch y luego en Feodosia. Imagínese el lector cómo no sería de apretado el trance para nosotros cuando todas nuestras fuerzas, menos una división alemana y dos brigadas rumanas, luchaban por la toma de Sebastopol].
En realidad, el lector (yo) lo que piensa es cómo, con tales peligros y amenazas reconocidos de antemano, el mando del ejército (es decir, Manstein, que era el comandante en jefe del Undécimo Ejército en Crimea y que tenía total libertad operativa, pues, página 264 de sus memorias, como reconoció: “Considero, además, que la campaña del Decimoprimer Ejército en Crimea no limita su interés al círculo estrecho de los que en ella intervenimos, sino que merece la atención de más vastas esferas. Es, en efecto, uno de los pocos casos en que todavía pudo un ejército operar con autonomía en un escenario aparte, reducidas las fuerzas a sus propios medios, pero también exentas de intromisiones del mando supremo.”), digo que cómo en tales circunstancias el ambicioso general Manstein decidió tan aventurada operación, sabiendo como sabía que no sólo Kerch y Sponeck quedaban malamente expuestos a un ataque soviético que no podría rechazar la reducida fuerza de combate que había en la península, sino también –pero mucho más importante- que toda la Wehrmacht estaba al borde del colapso en el Frente Oriental debido a su casi completo agotamiento y a la contraofensiva soviética del 5-6 de diciembre de 1941.
Sigue en pp. 299-300: [A la vista estaba que tendríamos que retirar inmediatamente fuerzas del asedio y volcarlas sobre los puntos en peligro, pues la menor dilación podría sernos fatal. Por otro lado, ¿íbamos a renunciar al asalto de Sebastopol en el momento justo en que todo parecía indicar que bastaría un pequeño empujón más para alcanzar cuando menos el dominio de la ensenada de Sswrernaja? (…) Por eso optó el mando del ejército por retener de momento las fuerzas íntegras del cerco, incluso después de los desembarcos rusos en Feodosia. Por de pronto, solamente se suspendió el ataque del XXX Cuerpo de Ejército para ordenar la salida de la 170ª División hacia la península de Kerch, necesitada de socorro urgente. En cambio, de acuerdo con el comandante en jefe del LIV Cuerpo de Ejército y con los mandos de sus divisiones, nos dispusimos a hacer un último esfuerzo para alcanzar el objetivo de Ssewernaja. Como siempre, respondieron las tropas rindiendo cuanto humanamente cabía esperar de ellas y el 16º Regimiento de Infantería, al mando del coronel von Choltitz, penetró incluso, como extremo de la cuña, en las primeras defensas del Fuerte Stalin. Pero también con ello había apurado sus últimas energías. En efecto, el 30 de diciembre los comandantes de las divisiones atacantes comunicaban que no veían probabilidad alguna de seguir adelante por más que lo intentasen. En vista de lo cual, el mando del ejército dio la orden definitiva de desistir del ataque, después de haber convencido a Hitler en conferencia telefónica de la necesidad de hacerlo así por la situación en extremo delicada del Grupo de Ejércitos. Luego, todavía tuvo que ordenar, por mucho que esta renuncia le costase la retirada del frente norte a las alturas nórdicas del valle del Belbek, sin cuyo repliegue hubiera sido imposible liberar fuerzas suficientes para atender a los lugares amenazados. El que Hitler reprobase esta última medida (por más que tampoco pudiese remediarla) como opuesta a su reciente disposición de no ceder voluntariamente ni una pulgada de terreno, poco contrapeso podía hacer en nuestro ánimo al sentimiento de responsabilidad para con unas fuerzas tan sacrificadas ya. Justamente pensando en ellas y en el deber de conservarlas, era como habíamos llegado a la decisión]
Con este vertedero de cinismo en mente, llegamos ahora al punto donde Manstein entra de lleno en la situación de Sponeck, p. 301: [El 26 de diciembre había desembarcado el enemigo con dos divisiones a ambos lados de la ciudad de Kerch……La situación del XLII Cuerpo de Ejército (general conde Sponeck), reducido a la sola 46ª División de Infantería para defender la península, no era ciertamente envidiable. En efecto, el conde Sponeck solicitó seguidamente del Alto Mando del Ejército autorización para evacuar la península de Kerch, en la esperanza de que en la garganta de Parpatsch lograría correr un cerrojo, infranqueable. Nuestro mando, sin embargo, no compartía su parecer. Porque si el enemigo lograse poner pie en Kerch, ya nos encontraríamos con un segundo frente en la península y con una situación, por ende, extraordinariamente peligrosa para el ejército, en tanto éste no hubiese dado cima a la acción de tomar el fuerte de Sebastopol.
De aquí que le ordenásemos al XLII Cuerpo de Ejército que aprovechase las iniciales condiciones de debilidad del enemigo recientemente desembarcado para lanzarlo nuevamente al mar. Al mismo tiempo, y para que todos los efectivos de la 46ª División quedasen libres de entregarse a la sola tarea de rechazar el desembarco, dispuso la salida para Feodosia de la 4ª Brigada de Montaña rumana….y de la 8ª Brigada de Caballería rumana…a fin de que las dos previniesen cualquier desembarco enemigo en la vulnerable zona de Feodosia….
La 46ª División consiguió así ir reduciendo hasta el 28 de diciembre las cabezas de puente enemigas al norte y sur de Kerch, hasta dejarlas en un pequeño resto tan sólo en la orilla norte. A pesar de lo cual, el conde Sponeck insistió aún en su petición de autorización para evacuar la península de Kerch. Por nuestra parte, prohibimos terminantemente la evacuación, convencidos de que del abandono de la península habría de resultar una situación imposible de dominar con los recursos de nuestro ejército]
Pero el 29 de diciembre los soviéticos desembarcaron en Feodosia bajo la “protección de importantes fuerzas navales”. Las pocas fuerzas alemanas que allí había no pudieron impedir el desembarco, y las dos brigadas rumanas que se habían despachado no llegaron a tiempo de intervenir. El Cuartel General de Sponeck quedó sin comunicación telefónica, y sobre las diez de la mañana dice Manstein que recibieron un radiomensaje con la información de que Sponeck había ordenado la evacuación de Kerch en vista del desembarco soviético producido en Feodosia. La contraorden de Manstein no llegó a tiempo.
Manstein fundó sus esperanzas en echar a los rusos de Feodosia con el cuerpo de montaña rumano, pero los resultados fueron diametralmente opuestos a los esperados. Los rumanos piantaron. Por su parte, la 46ª División, en contra de lo que creía Manstein, consiguió llegar al paso de Parpatsch, aunque para ello tuvo que sacrificar su armamento pesado. Como las cosas no salieron como Manstein esperaba (o mejor dicho, como los argumentos de Manstein en contra de la retirada de Sponeck no se materializaron), el futuro mariscal pega un cambio al asunto y echa la culpa a la inoperancia rusa por no aprovechar la ocasión para destruir (si la persiguiera con empeño) a la 46ª División, a los rumanos y, por último, a su ejército.
Y ahora llega el colofón, pp. 304-307: [La evacuación de la península de Kerch dio lugar a medidas del Alto Mando que estimo injustificadas y que considero mi deber puntualizar aquí en reivindicación de nuestros valerosos soldados. El entonces comandante del Grupo de Ejércitos Sur, mariscal de campo von Reichenau, dispuso como primera providencia que la 46ª División de Infantería quedase inhabilitada para obtener condecoración alguna…..Desgraciadamente, hasta después del fallecimiento del mariscal de campo von Reichenau –ocurrida poco después- no pude conseguir la revocación de aquella orden infamante e injusta, levantada al fin por el mariscal von Bock….
El caso del conde Sponeck pone de manifiesto lo trágico del conflicto entre el deber de la obediencia y el propio criterio sobre las necesidades operativas en que con frecuencia se ven los jefes militares de elevada categoría. Saben que, en caso de desobediencia se juegan la cabeza; y, sin embargo, pueden hallarse en la necesidad de proceder en contra de lo ordenado. Es un conflicto que solamente a los soldados se les presente con tan crudos perfiles.
Verdad es que yo mismo le había retirado el mando al conde Sponeck después de tener noticia de que la península de Kerch había sido evacuada por orden suya, contra lo dispuesto terminantemente por mí como comandante del ejército. Pero yo no le despojé del mando por el hecho de que hubiese actuado por su cuenta. Que más de una vez había tenido que operar yo mismo infringiendo órdenes de Hitler, para no justificar ahora en mis subordinados el irrenunciable derecho a proceder en caso extremo según su leal saber y entender. No; lo que me había movido a retirarle el mando había sido más bien mi presunción de que no era Sponeck entonces el hombre que una situación tan crítica como la de la península de Kerch reclamaba, después de la tremenda tensión a le habían sometido las duras luchas para salvar el Dnieper. Por eso había nombrado en su lugar al muy calificado comandante de la 72ª División de Infantería, general Mattenklott.]
Manstein sigue dando sus explicaciones y todos los intentos que realizó para rehabilitar a Sponeck, concluyendo “Cuantos le hemos conocido sabemos, sin embargo, que fue un soldado pundonoroso y un jefe siempre consciente de su responsabilidad, y como tal vivirá en nuestra memoria."
Bien, este post se ha extendido un poco y quizás he abusado de las citas del Victorias Frustradas de Manstein (Inédita), pero considero que es necesario para establecer, según mi criterio, las siguientes conclusiones:
1) Manstein gozó de autonomía al mando del Decimoprimer Ejército en la campaña de Crimea (unos nueve-diez meses)
2) A finales de noviembre de 1941 las formaciones y unidades de la Wehrmacht en el Frente Oriental estaban humana y materialmente agotadas. El punto de culminación de la campaña ya se había alcanzado a finales de octubre. Cualquier avance posterior, como es de manual, estaba no sólo condenado al fracaso, sino expuesto al desastre.
3) El plan de ataque de Manstein para capturar Sebastopol se engendró en medio de esas funestas condiciones estratégicas generales y en contra de una serie de peligros reales que el mismo Manstein reconoció y relató.
4) Su plan dejaba expuesta totalmente la península de Kerch a un probable ataque soviético. En ella sólo estaba el cuartel general del XLII CE (Sponeck) y la 46ª DI.
5) Cuando los soviéticos desembarcaron en Kerch el 26 de diciembre, Manstein, incluso sabedor del extraordinario peligro que corría, no canceló su ataque a Sebastopol.
6) Cuando tres días después, el 29 de diciembre, los soviéticos desembarcaron igualmente en Feodosia, Manstein ya no tuvo más remedio, al día siguiente, de cancelar su ataque contra Sebastopol, pero era demasiado tarde para solventar la situación producida en Kerch y Feodosia.
7) Los hechos, que no los argumentos teóricos, dieron la razón a Sponeck, pues salvó su división de un desastre cierto (esperar que los rumanos le echaran una mano era tanto como esperar casi un año más tarde que los rumanos, húngaros e italianos salvasen la amenaza de ruptura y cerco contra el Sexto Ejército de Paulus). Sponeck estaba en el lugar de los hechos, en la línea de frente; Manstein estaba en su cuartel general.
8) Cuando las contramedidas de Manstein fracasaron estrepitosamente y cuando sus argumentos en contra de la retirada de Sponeck se vieron hueros, el futuro mariscal echó la culpa a la inoperancia del mando soviético.
9) Pero la realidad demuestra, sin lugar a la duda, que los peligros y la situación desesperada del ejército de Manstein en Crimea a finales de diciembre de 1941 fueron el producto esperable de sus propias decisiones anteriores.
10) Si Manstein simplemente hubiese cambiado a Sponeck de mando, no habría necesitado comunicar en los términos que lo hizo realmente su destitución a Reichenau, su inmediato superior. Con los precedentes de Hitler y su orden de ni un paso atrás, Manstein tenía que saber que una destitución en esos términos perderían a Sponeck, que además, y Manstein lo sabía, era un declarado anti-nazi. Tengo para mí que la destitución de Sponeck fue la manera que tuvo Manstein de encontrar un chivo expiatorio para desviar la atención de su calamitoso plan de ataque contra Sebastopol.
Finalmente, los hombres que lucharon en Sebastopol con Manstein tienen algo que decir del mariscal. Cuenta Stein en su libro que sobrevivientes de la batalla de Sebastopol, que aparecen en un vídeo de Knopp, se quejaron de que Manstein los consideraba simplemente como piezas de ajedrez que él movía a voluntad. Añadieron que la promesa de Manstein a Hitler de que tomaría Sebastopol a toda costa antes de la Navidad de 1941 fue un crimen contra sus soldados.
Ese crimen no lo cometió Graf von Sponeck.
Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)