Erased. Vanishing traces of Jewish Galicia in present-day Ukraine
Omer Bartov
Nº de páginas: 258.
Encuadernación: Tapa dura
Editorial: Princeton University Press
Año de edición: 2007
Lengua: inglésa
ISBN: 9780691166551
Bartov, descendiente de judíos de Galitzia emigrados a los EE.UU., viaja por 20 localidades que en el pasado fueron pobladas mayoritariamente por ciudadanos judíos. Localidades como Leópolis (Lviv), Drohobych, Brody, Chortkiv, Ternopil, Buchach o Horodenka. Durante su recorrido, el autor aporta datos del pasado judío de cada población, principalmente el tamaño de la comunidad judía, el porcentaje que suponía respecto a la población total y la forma y momento en que fueron eliminados por los ocupantes alemanes y sus colaboradores, principalmente ucranianos. Y a continuación habla del presente: de la casi total ausencia de memoriales u homenajes a las víctimas judías del terror nazi, de la falta de referencias al ayer judío y del completo abandono de antiguos lugares de culto judío y cementerios. La mayoría de las sinagogas se encuentran hoy en estado ruinoso y otras ya fueron derruidas, del mismo modo que en algunos lugares, como Leópolis y Zhovkva, el lugar que antes ocupó el cementerio judío es hoy una gran explanada donde se monta y desmonta un mercadillo; otros cementerios están prácticamente perdidos entre vegetación, como en Chortkiv o Brody. El libro presenta numerosas fotografías que dan buena muestra del presente; también algunas del pasado.
Lo que más llama la atención es la ausencia casi total de referencias a los antiguos vecinos judíos de los pueblos que el autor visita y que fueron aniquilados. Según Bartov, allá donde se erige un memorial referente al terror nazi, sea actual o del periodo soviético, se habla de las víctimas en la gran mayoría de los casos sin hacer distinción de nacionalidades ni religiones o se omite mencionar a los judíos. Resulta esto sorprendente, ya que en algunos casos los judíos conformaban más del 60 % de la población, y ese número fue exterminado por completo durante la ocupación nazi. Pero ese episodio de la historia, parece ser que se esconde casi sistemáticamente. Un llamativo ejemplo es el de la antigua sinagoga de Horodenka. Hoy es una escuela, y existe una placa en la fachada donde se explica qué fue en el pasado ese edificio, y que la mitad de los habitantes judíos de la ciudad fueron reunidos en la sinagoga para ser ejecutados en otro lugar el 4 de diciembre de 1941. La placa está escrita en cuatro lenguas: yiddish, hebrero, inglés y ucraniano. Sólo en los párrafos escritos en yiddish y en hebreo se cita el lugar donde fueron ejecutadas y enterradas las víctimas. En Ternopil, existe en la fachada de la facultad de medicina una placa del periodo comunista que, en ucraniano y yiddish, hace referencia a los vecinos judíos fusilados a principios de junio de 1941. En la parte escrita en yidissh se indica que fueron «miles de judíos de Ternopil». En el párrafo en ucraniano se mencionan sólo «cientos». ¿Por qué? Hay una clara explicación.
Durante el dominio soviético llegarían otros criminales, otros crímenes y otras víctimas. Y otros héroes: ucranianos que lucharon -como venían haciendo desde tiempo atrás- por una Ucrania independiente. Estos son los que hoy tienen memoriales y estatuas en las poblaciones visitadas. Y es aquí donde se encuentra una de las claves que explican la ausencia de memoria judía: algunos de esos héroes y sus seguidores son los mismos que colaboraron con los ocupantes nazis en la persecución de los judíos, o habían participado en salvajes pogromos ya durante la Primera Guerra Mundial. Por tanto, en una región donde el nacionalismo ucraniano tiene fuerte arraigo, los homenajes existen para los viejos resistentes ucranianos, ensalzando su lucha contra el estado polaco primero y la ocupación soviética después, y escondiendo su colaboración criminal durante la ocupación alemana, la cual les “liberaba” de la administración polaca. Consecuencia de ello es uno de los casos más humillantes y cínicos que cita Bartov. Se da en la ciudad de Drohobych. Allí existe en un amplio parque una gran estatua de Stepan Bandera, uno de esos héroes nacionales colaborador de los nazis, justo en el lugar que antaño ocupó el gueto de la ciudad. No existe mención alguna a los que allí fueron humillados y asesinados. En 1939 había 15000 vecinos judíos en Drohobych, el 43 % de la población.
En el lado opuesto, además de las pocas referencias al pasado judío que constan en las 20 ciudades tratadas en el libro, hay lugares donde distintas asociaciones judías, incluso particulares judíos, se han esforzado por rescatar algo de la memoria e incluso por recuperar y mantener en un estado más o menos aceptable algún pequeño cementerio judío. En Leópolis, la mayor ciudad del oeste de Ucrania, existen varios memoriales dedicados a las víctimas judías de la región.
Me ha resultado un libro muy agradable y fácil de leer, a pesar de los tristes casos de desprecio y cinismo histórico que se explican. Para quien guste de viajar por los lugares de Europa relacionados con el Holocausto, seguro que resulta motivador.