• En febrero de 1940 detengo a mis tropas delante de Tel Aviv, a la que han llegado después de un mes de avances por el desierto, quitándose de delante a manotazos a algunas unidades, muy débiles, británicas e iraquíes. Si ocupo de inmediato la ciudad, las naves británicas deberán abandonar el puerto. Así que antes debo volver a situar delante mis tres escuadras y jugar una baza definitiva. Los ataques aéreos los machacan y los buques enemigos están en muy malas condiciones. Si abandonan el puerto, debería poder hundirlos sin problemas: dos flotillas de destructores, dos acorazados, un crucero pesado y tres ligeros. Ni rastro del portaaviones, pero es un buen botín. Ordeno a la infantería motorizada penetrar en Tel Aviv, con los buques ya en sus posiciones. Solicito a Alemania un préstamo y arriendo, que me concede de inmediato. Y, sorprendentemente, me encuentro con que media docena de buques británicos, en las costas de Túnez, hunden varios de mis submarinos…
• La flota británica se escabulle, no sé cómo, una vez que cae Tel Aviv, sin que consiga cazarla. Mis barcos la persiguen, a ciegas, y, frente al Delta del Nilo, se topan con ella. Se ha unido al grupo que hundió mis submarinos y ahora todas estas naves son una fuerza de combate potente. Tras un breve combate, siguen huyendo, pero se dejan en el fondo del mar el crucero Neptuno. La persecución prosigue, con mis buques sometidos a los ataques de la RAF. Al sur de Sicilia se entabla un segundo combate, en el que ahora participan mis bombarderos de picado. Los cruceros de Su Majestad Calypso y Diomede se van a pique. Al sur de Cerdeña, en un tercer encuentro, los británicos huyen sin bajas. Mis barcos necesitan reparaciones y suministros y deben regresar a Tarento. La armada británica es dura de pelar. Muy dura.
![Imagen](http://i296.photobucket.com/albums/mm198/Garisded/diomede_zps5jyazvzv.jpg)
El crucero británico Diomede surca el Mediterráneo, días antes ser hundido por la armada italiana.
• Resulta que Francia vuelve a estar en guerra con el Eje (para ser más exactos, no lo está con Japón, ni los demás aliados asiáticos): me pregunto desde cuándo. Unos días, imagino, pero no sé exactamente cuándo. Me temo que me concentré demasiado en las operaciones marítimas. Y resulta que el 3er Ejército Alpino está a centenares de kilómetros, camino de Atenas. O sea, que todo este asunto me pilla del revés, con las tropas en los lugares menos adecuados. Debo improvisar un plan de acción. La 2ª Escuadra recoge en Alejandría a mi última unidad de transporte, se fusionan, embarcan a mi última división de reserva allí y la transportan hasta Trípoli. Desde Trípoli, esta división de infantería motorizada comienza el avance hacia el Oeste por el desierto francés. Es una lástima, porque estaba destinada al remoto sector de Quasr el Buqu, al nordeste de Tel Aviv, rico en petróleo.
• Durante la singladura, detecto buques británicos y lanzo a mi aviación táctica: el grupo lo forman un portaaviones, un acorazado, un crucero ligero y destructores; y huyen. Pero no aciertan con el mejor rumbo, pasan junto a Palermo y añado al ataque mis bombarderos de picado y las dos flotas en puerto; de nuevo huyen. Y sin daños. De pronto, me encuentro frente a otra flota distinta, de mayor tamaño, siete buques. Esto es para volverse loco. El combate se entabla. Al caer la tarde, los británicos se pierden en la oscuridad, pero no sin dejar bajas atrás: una flotilla de destructores y dos cruceros. Parece que voy haciéndome con la iniciativa. Aunque debo reconocer que me estoy liando con tanto barco, tanto frente, tantos acontecimientos.
• Sea como fuere, he tomado decisiones urgentes respecto a los franceses. Mis paracaidistas son unidades flojas, sinceramente, por mucho que sean producción alemana. Con todo, creo que los lanzaré sobre Francia: debo escoger los lugares adecuados. El 3er Ejército Alpino está de regreso a sus posiciones originales. Se trata de apoderarse de territorios suficientes, antes de que los alemanes acaben con Francia, que ya han vuelto a invadir. Lo que ocurre es que, ahora mismo, no me fío en lo más mínimo del truhán de Hitler y su camarilla de aduladores, quiero hacerlo todo rápido y con firmeza. En definitiva, mis paracaidistan caen en Marsella y la toman sin apenas resistencia, al tiempo que la infantería que había dejado como guarnición arrasa, esta vez en unas horas, las defensas de Barcelonette y avanza para unirse a los paracaidistas.
• La infantería motorizada no arranca desde Trípoli por falta de combustible. Inconveniente inesperado. Lanzo las fuerzas de a pie acuarteladas allí, pero su avance por el desierto será lentísimo. En contraste, a marchas forzadas, con eficacia y velocidad pasmosas, el 3er Ejército Alpino ha llegado a sus posiciones, y se dirige al oeste sin más preparativos, hacia Montepellier. Mientras prosiguen los combates en el Mediterráneo, con las flotas francesa y británica, los ejércitos italianos entran en tromba por el sur de Francia.
• Los alemanes han conquistado Francia y Bélgica, pero, esta vez, sí me he apoderado de territorios importantes, casi el total de los que quería. Y, en África, he obtenido sectores ricos en metales y minerales y un puerto de mar. Hitler y su pandillita no se deciden a jugármela por segunda vez (si lo hubieran hecho, creo que habría abandonado el Eje), así que conservo estos sectores. Ahora continuaremos la infatigable lucha contra la Gran Bretaña.