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Coste económico de la Muralla Atlántica y diversión de recursos
A pesar de quedar en gran medida incompleta la Muralla del Atlántico se tragó una cantidad inmensa de recursos.
El coste económico de la misma se cifra en unos 3.700 mill. de RM.(52) Veamos el coste de fabricación de algunos artículos importantes en la industria bélica alemana para poner este gasto en perspectiva.
- Coste de un Panther: RM 117.000
- Coste de un Tiger I: RM 250.000
- Coste de un Sturmgeschütz IV: RM 87.000
- Coste de un Me 109F: RM 50.000
- Coste de un cañón antiáereo 88 mm: RM 33.600,-
- Coste de un cañón de campaña 105 mm Le FH 18: RM 16.400,- (53)
- Coste de un sumergible tipo VII: RM 2.000.000,-
- Coste de un submarino tipo XXI: RM 5.750.000,- (54)
- Coste de una V-2: RM 100.000
- Coste de una V-1: RM 7.500 (55)
Notas importantes: (56)
a) Los costes para los objetos mencionados se han tomado en RM corrientes y en el caso de variaciones como la media en el período en que fueron fabricados. Así pues un Me 109F en 1941 costaba entre 50-61.000 RM. Sin embargo en 1945 el mas potente Me 109K costaba sólo 43.700 RM gracias a las ganancias de productividad y economías de escala.
Los costes no incluyen armamento, motor, ópticas y material electrónico que podían elevar el coste en un 10-25%.
b) La equivalencia de costes en $ a RM ha sido obtenidos mediante el tipo de cambio 1 $ = 2.5 RM
Veamos ahora el gasto agregado comparado con otros grandes programas armamentísticos o de producción de materiales estratégicos para ver la perspectiva a nivel global.
El programa de armas V costó aproximadamente unos 6.250 mill. de RM.
En el programa de autosuficiencia económica realizado entre 1936-1940 (El famoso Plan de los Cuatro Años) la inversión total realizada por el III Reich en industrias consideradas estratégicas fue de unos 9.400 mill. de RM de los cuales unos 2.700 mill. se emplearon en la industria de combustibles sintéticos y unos 650 mill. en la de caucho sintético (Buna) o sea un 35% del total. El programa de combustibles sintéticos viene a colación porque fue el que a trancas y barrancas junto a las importaciones de Rumanía permitió al III Reich librar su guerra mundial sin prácticamente yacimientos de petróleo.
Durante la ofensiva aérea aliada contra las instalaciones de hidrogenación de carbón para producir carburantes sintéticos, en junio de 1944 se redactó un plan de choque para construir y excavar instalaciones subterráneas de producción de carburantes y lubricantes sintéticos ante la masiva destrucción sufrida por la ofensiva estratégica aliada. Hitler encargó a Edmund Geilenberg, uno de los tecnócratas de Speer la fortificación y protección de estas vulnerables instalaciones. Varias de las fábricas se instalarían en instalaciones subterráneas pero esto suponía triplicar el coste de inversión e instalación con lo que muchas de estas fábricas, en general de pequeño tamaño, se instalaron camufladas en bosques y otras zonas. Este programa suponía una inversión de 1.400 mill. de RM y el empleo de nada menos que 200.000 personas así como cantidades enormes de acero y otros suministros. En 1940 ya se había propuesto un programa similar ante la vulnerabilidad de esta industria vital desde el aire pero se había rechazado por derrotista y mas tarde por el clima victorioso que reinaba entre los líderes alemanes. Además en las circunstancias de 1940 era tremendamente caro: cada instalación subterránea tenía un coste unas tres veces superior al de grandes instalaciones en superficie. Sin embargo en la terrible tesitura de finales de mayo de 1944 con toda la producción de combustibles sintéticos amenazada el coste había dejado de ser una cuestión.
El plan suponía la producción de un 80% de la gasolina de aviación, 25% de gasolina de motor, 60% de todos los lubricantes y un 88% del diesel fabricados en enero de 1944, momento de máxima producción de combustibles sintéticos del III Reich y antes de la ofensiva aérea aliada. Este programa que perseguía la producción protegida del “mínimo minimorum” calculado para que el III Reich pudiera proseguir las operaciones defensivas no se realizó más que en una muy pequeña parte debido a la desorganización de los últimos meses de la guerra y falta de recursos. Sin embargo los recursos necesarios eran inferiores a los que se invirtieron en la construcción de la Muralla del Atlántico y podemos suponer lo que hubiera supuesto para Alemania el contar con un colchón de seguridad de producción de combustibles inmune a la ofensiva aérea.
El programa Manhattan costó unos 1.845 millones de $, equivalentes a 4.600 millones de RM lo que sirve de comparación al menos desde el punto de vista monetario.
Así pues en términos puramente económicos la Muralla del Atlántico costó tanto como la fabricación de unos 1.000 sumergibles o unos 40.000 cañones de asalto o incluso unos 60.000 cazas monoplaza que fueron a grosso modo las cifras totales producidas de esos artilugios durante toda la guerra. Fue un programa de gasto de proporciones similares al programa de armas V que de igual manera no tuvo un efecto práctico en la contienda. Y la mayor parte de la obra fue realizada entre 1943 y los primeros meses de 1944 cuando los alemanes sufrían ya una notable inferioridad material.
Tan sólo en territorio francés se tragó la friolera de 1.2 millones de t de acero y unas 17 millones de t de cemento. Probablemente si incluimos las fortificaciones en Holanda, Escandinavia consumió cerca de los 20 mill. de t de cemento y unos 1.4 mill. de t de acero.
Obviamente no podemos igualar el coste de la obra al coste de oportunidad de fabricar 30 ó 40.000 carros de combate más pues este eventual aumento de producción hubiera conllevado otros costes no contemplados de los cuales el mas evidente es el combustible. Ni tampoco contempla la inversión necesaria para construir la planta industrial adicional para esos enormes aumentos de producción. Si Alemania hubiera sido capaz de fabricar entre 1943 y 1944 esa cifra adicional de cañones de asalto y carros de combate sencillamente no los hubiera podido poner en operación al no disponer de combustible suficiente. Y evidentemente la producción adicional de decenas de miles de cazas no hubiera supuesto apenas diferencia para una Luftwaffe que lo que necesitaba sobre todo era combustible y pilotos adiestrados.
Sin embargo este análisis de costes contiene un punto válido: El III Reich dejó de fabricar multitud de artículos y suministros básicos al esfuerzo bélico al dedicar esa ingente cantidad de recursos a la construcción de una obra faraónica. Lo que este análisis sugiere es que a la postre hubiera sido mejor dedicar esos recursos a fabricar más carros de combate, aviones e intentar aumentar la capacidad de síntesis de combustibles sintéticos, en suma en intentar disminuir algo la disparidad numérica con los aliados y aumentar la cantidad de tropas móviles y protección aérea. Un poco mas de todo esto era lo que necesitaba el III Reich en 1943-1944, no una obra gigantesca de dudoso valor militar.
Notas:
(52) Steven J. Zaloga: The Atlantic Wall (1). France (p. 7) Osprey Publishing 2009
(53) Peter Chamberlain & Terry Gander: Light and Medium Artillery (p. 23-28) MacDonald & Jane´s 1975.
(54) Erich Grörner, Die deutschen Kriegsschiffe, 1815-1945, vol. 1, München: (p. 381-420) J. F. Lehmanns Verlag, 1966.
(55) Steven J. Zaloga: V-1 Flying bomb: 1942-1945. Hitler infamous “doodlebug”. Osprey Publishing.
(56) Daniel Uziel: Arming the Luftwaffe: The German Aviation Industry in World War II. (pág. 36) McFarland Co. & Inc.
(57) Dieter Petzina: Autarkiepolitik im Dritten Reich: (tabla de pág. 83) 1968
(58) Steven J. Zaloga: Defense of the Third Reich 1941-1945 (pág. 54-58) Osprey Publishing.
(59)
http://www.sturmvogel.orbat.com/ussbsoil.html (Resumen del United States Strategic Bombing Survey, capítulo dedicado a la industria petroquímica alemana.