Mensaje
por José Luis » Jue Mar 08, 2012 7:28 pm
¡Hola a todos!
"Había cuerpos por todas partes, en frente de las casas y dentro de ellas. Si recuerdo bien, había una iglesia o una capilla pequeña en la plaza principal (era uno de los pocos edificios que no habían sido incendiados), y en frente de esta iglesia yacía un gran montón de cuerpos. Hasta donde pude ver de la enmarañada masa de humanidad, había más mujeres y niños que hombres. La puerta de la iglesia estaba abierta y también había más cuerpos en la iglesia".
El relato de arriba es una declaración jurada que Karl S., uno de los integrantes de las tropas auxiliares que saquearon el pueblo después de que sus compañeros de la 12ª Compañía acabaron la matanza, dio a la policía austriaca en 1971 como parte de la investigación preliminar (que nunca llegó al tribunal) de la masacre de Komeno. Entre 1971 y 1973 la policía austriaca y de Alemania Federal buscó y entrevistó virtualmente a todo miembro superviviente de la 12ª Compañía. El punto más importante que interesaba a la investigación era establecer quién había emitido las órdenes para la operación. Las respuestas presentaron un cuadro confuso, si bien la mayoría coincidía en que el Oberleutnant Röser (que murió en 1944) había cursado las instrucciones esa mañana para "disparar a todo el mundo y no dejar nada en pie"; pero no había acuerdo sobre el nivel de participación del comandante del batallón, K., y del segundo en el mando de Röser, Leutnant D., ambos todavía vivos (en 1992, cuando Mazower escribió un artículo sobre esto en Past and Present N. 134).
¿Cómo afectó esta masacre a sus autores, los integrantes de la 12ª Cia. del 98º Regimiento de la 1ª División de Montaña?
Karl D., recordaba que "dentro de la 12ª Cia. hubo mucha discusión sobre esta acción. Pronto todos los soldados la conocieron. Pocos pensaron que había estado bien...Yo mismo quedé tan angustiado por las atrocidades (Grausamkeiten) que me llevó semanas recuperar la paz del ánimo (seelisches Gleichgewitch)".
August S.: "Tras el tiroteo hubo mucha calma. La mayoría de los camaradas estaban muy deprimidos. Casi ninguno de ellos estaba de acuerdo con la acción...Con algunas excepciones, todos tuvieron crisis de conciencia (Gewissenskonflikte)".
Según Johann E., un suboficial arrojó su gorra a los pies del teniente Röser, diciendo: "Señor Oberleutnant, recuerde, ésta es la última vez que tomo parte en algo como eso. Eso fue una desgracia (Schweinerei) que nada tiene que ver con combatir en una guerra".
Según Franz T., "la mayoría de los soldados no estuvo de acuerdo con esta acción...Muchos dijeron abiertamente que no era sino una desgracia disparar a civiles desarmados. La discusión fue tan acalorada que podría describirla casi como un motín (Meuterei)".
Mazower dice que al valorar la credibilidad de estas declaraciones se deben tener en cuenta dos consideraciones: primero, que fueron realizadas por hombres que no negaban su propia parte en la masacre, y, por tanto, no pretendían con ellas exculparse a sí mismos o a cualquier otro; segundo, que dichas declaraciones fueron dadas de forma independiente entre sus autores. Descontadas las inexactitudes y exageraciones, sugieren que las tropas que llevaron a cabo la masacre quedaron afectadas por lo que habían hecho. Esta interpretación viene apoyada por una prueba documental contemporánea. El capellán evangélico de la división escribió explícitamente en octubre de 1943, en referencia a las actividades de los tres meses anteriores, que "la matanza masiva de mujeres y niños durante las operaciones contra las bandas está produciendo una difícil carga interior en la conciencia de muchos hombres".
Para finalizar esta breve relación de declaraciones de miembros de la 12ª Compañía, añado la declaración que, a mi juicio, apunta a una parte central de la proliferación y mantenimiento de este tipo de acciones criminales. Tras la masacre parte de las tropas consideró ir más allá de la protesta y desertar, pues como recordó Otto G., "Teníamos suficiente y no queríamos saber nada de toda esta 'mierda'. Pero al final carecimos del coraje para desertar. Ni un solo hombre desertó".
En mi opinión, la masacre de Komeno muestra dos aspectos importantes que ponen de relieve el proceso de degeneración moral de los perpetradores (salvo de quienes ya carecían de toda inhibición moral) de las masacres nazis y su conversión en seres insensibles cerrados a la más mínima muestra de empatía. El primero de ellos es que este asesinato masivo fue llevado a cabo con premeditación, nocturnidad y alevosía, no siendo, como en otras ocasiones, los actos incontrolados surgidos en el medio del fragor de un combate. El segundo es que los resortes de la conciencia de los ejecutores sólo afloraron temporalmente después de llevar a cabo su matanza, imagino que durante la contemplación del escenario de su crimen, pero no antes, cuando recibieron las órdenes y supieron la operación que se les encomendaba. Ni un solo miembro de la compañía se negó a cumplir las órdenes, a pesar de saber que lo que iban a hacer era un crimen en toda regla. Y lo peor, si cabe, es que, tras ese remordimiento de conciencia posterior, continuaron acatando órdenes similares y engrosando su expediente criminal.
Fuente: Mark Mazower, "Military Violence and the National Socialist Consensus. The Wehrmacht in Greece, 1941-44", en Hannes Heer y Klaus Naumann, War of Extermination. The German Military in World War II, 1941-1944 (New York & Oxford: Berghahn Books, 2009 [edición original alemana en 1995]), pp. 146-174.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)