Efectivamente, tal como indica nuestro estimado fangio, la señorita Mitford se disparó en la cabeza, quedando alojada la bala en su cerebro. No se atrevieron en Alemania a operarle. Pasó unos meses ingresada en un hospital, hasta que en abril de 1940, concretamente el día 16, tras manifestarse una leve mejoría de su estado casi comatoso, fue enviada a Inglaterra de nuevo. Allí, más tarde, fue operada, pero las secuelas fueron insuperables y le causaron un muerte temprana años depués.
Esta señorita británica llegó a Munich cuando aun no tenía 20 años, en 1935. Conoció a Hitler en la Osteria Bavaria, tan frecuentada por el dictador. Se cuenta que la rubia señorita dejó embelesado a Hitler, y es un hecho que pasó a ser parte del séquito de Hitler con mucha frecuencia allí donde este iba: Bayreuth, Núremberg, Berchtesgaden, etc. Hasta existe una fotografía -posiblemente nuestro compañero fangio la tenga y sea tan amable de mostrárnosla- en la que se ve a Mitford sentada muy cerca de Eva Braun en un acto oficial, en la tribuna reservada a los invitados de Hitler. En las célebres hojas del diario de Eva B. que se conservan, en la entrada del 10 de mayo, esta hace una referencia cargada de celos a Unity Mitford. En este enlace lo tenemos:
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Un saludo.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
Ian Kershaw