¡Hola a todos!
Estimado Darivo,
No hay poco negocio publicitario detrás de la polémica suscitada en torno a las memorias de Speer, al menos en cuanto al tema de si sabía o no sabía de los crímenes y genocidios cometidos por los valedores del régimen nazi. A mi juicio, es algo infantil. Speer era un altísimo mandatario del Tercer Reich, y sólo un tonto de solemnidad en esas esferas del poder nazi podía no estar enterado de esas barbaridades. Por supuesto, Speer no era ese tonto.
Sin embargo, en lo que verdaderamente importa (al menos en mi opinión), como el verdadero papel que jugó Speer en la dirección del esfuerzo de guerra alemán, no hay mucho trabajo hecho, que yo esté enterado. En su día abrí un topic que daba cuenta de uno de esos trabajos:
http://wwwsegundaguerr.superforos.com/v ... c.php?t=38
En cuanto al libro. Yo regalé hace tiempo a un buen amigo las memorias de Speer publicadas en España allá por los setenta, una edición de bolsillo de cubierta verde y blanca (creo recordar), cuando me hice con la edición de Acantilado de 2001, cuya cubierta no es como la de la edición que tú has colgado. La fotografía de la cubierta de la edición de 2001 muestra un sector del modelo del muro exterior del Estadio alemán.
El libro te gustará o no (más allá del hecho estético de leer, como diría Borges) dependiendo del grado de tus conocimientos sobre los acontecimientos que recuerda Speer. Yo no olvido que quien recuerda, invariablemente, está de alguna forma recreando y, en consecuencia, distorsionando la realidad que pretende recuperar. A este yugo estamos sometidos todos, y sólo el grado de recreación de nuestra memoria determina el resultado final del grado de verosimilitud. Y, en mi opinión, el grado de recreación de Speer cuando tiene que narrar su implicación en las tinieblas del Tercer Reich supera con creces los límites de la recreación inherente a la memoria humana.
Fuera de lo anterior, las memorias de Speer (como la de tantos otros alemanes que tuvieron algo que decir sobre el Tercer Reich y la IIGM) constituyen una fuente de lectura recomendable, pero siempre crítica. Lo demás es siempre subjetivo, como tú podrás comprobar.
En cuanto a David Irving. Cuenta éste en la introducción (página XV y siguientes) su
Hitler’s War (Focal Point Publications, Viernes 13 abril 2001) que la firma Propyläen (Berlín oeste) fue quien primero publicó las memorias de Speer en 1969, y que algunos críticos se extrañaron de que la edición americana difiriera sustancialmente del original alemán (
Erinnerungen) y de la edición británica. También dice el historiador ahora encarcelado en Austria que fue uno de los primeros escritores que entrevistó a Speer después de su salida de la prisión de Spandau en 1966, encuentro en el que el antiguo ministro de Hitler le leyó a Irving, según éste, parte de sus memorias. Dice que Speer le explicó que el libro posteriormente publicado era muy diferente, siendo escrito por la editora de la editorial de Ullstein (Annette Engel), por su editor jefe Wolf-Jobst Siedler, y por el historiador Joachim Fest, editor del
Frankfurter Allgemeine Zeitung. Y dice Irving que la señorita Annette Engel (de soltera Etienne) le confirmó esos hechos. Cuando Irving retó a Speer en privado en una cena en Frankfurt en octubre de 1979 para que publicara sus memorias originales, el arquitecto le respondió: “
Eso sería imposible. Ese manuscrito estaba en completa discordancia con los matices modernos. Incluso las leyendas de los capítulos habrían causado dificultades.”
Luego dice Irving que un valiente autor berlinés, Matthias Schmidt, publicó más tarde un libro exponiendo la leyenda de Speer y las “memorias” [Matthias Schmidt,
Albert Speer: The End of a Myth (New York, 1984)].
Saludos cordiales
José Luis