Quisiera ampliar algo de lo que se ha hablado en el hilo sobre el caza Mitsubishi A6 M2 Cero encontrado en las Aleutianas, no muy lejos de la península de Alaska y que ayudó a conocer mejor al terror de los cielos del Pacífico hasta entonces.
Cuando Japón desencadenó la guerra en el Pacífico, las fuerzas aéreas aliadas como la US Navy o el US Army Air Corps no tenían conocimiento de la maniobrabilidad de los cazas japoneses. Constataron rápidamente, para desgracia suya, la superioridad de los aparatos de caza nipones en relación con los suyos, en muchos aspectos. Los pilotos japoneses eran considerados, por los occidentales, como poco entrenados, una pequeña proporción en una fuerza aérea embrionaria. “Los pilotos llevan todos gafas graduadas y presentan una ineptitud cierta en el combate aéreo”, podía leerse en los informes oficiales. Este tipo de opinión durará hasta que Japón bombardea Pearl Harbour.
Los americanos tenían una opinión menor de la fuerza aérea japonesa, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo. Los informes alarmistas de Claire Lee Chennault, responsable del contingente de pilotos y aviones americanos que combatían en China bajo el nombre de los “Tigres volantes”, sobre los aparatos japoneses y su maniobrabilidad, fueron completamente ignorados.
Según el Estado Mayor Japón tenía una industria aeronáutica moribunda, que se basaba principalmente en la construcción bajo licencia de aparatos extranjeros y que no conseguía fabricar aparatos de características ni siquiera equivalentes a los modelos originales. Desde un punto de vista general Japón estaba considerado como muy inferior a los países occidentales. Este modo de penar cambió radicalmente cuando los pilotos americanos se enfrentaros a sus rivales japoneses.
El elegante y pequeño caza embarcado bautizado “Cero” por el año de su fabricación, según el calendario japonés, estaba dotado de una maniobrabilidad totalmente desconocida hasta entonces por los occidentales. Su “compañero”, el “Oscar” en servicio en el seno del ejército del aire estaba también dotado de similares características. A causa de su presencia en gran número en el seno de la marina japonesa (328 estaban en servicio en el momento del ataque a Pearl Harbour) el A6M Cero llevó la confusión a los aliados desde las primeras semanas del conflicto, que creían ver en cada rincón del cielo al caza japonés. Mejor armado que el “Oscar”, más rápido y dotado de mayor autonomía era el “terror” de los pilotos aliados.
Cazas Brewster Buffalo en Singapur
Fuente: http://www.google.es/imgres?imgurl=http ... 143&ty=100" onclick="window.open(this.href);return false;
Los pilotos aliados aprendieron rápidamente a no enfrentarse en un combate evolucionante a baja o media velocidad frente a los A6M. Estos diezmaban literalmente a los aviones americanos sobre las Filipinas, a los británicos y australianos sobre Malasia y Singapur e incluso a los holandeses sobre la isla de Java, en las primeras semanas de la guerra. Para los británicos que debieron comenzar a defender Malasia y Singapur sobre sus Brewster Buffalo, su única esperanza residía en la llegada de los cazas Hawker Hurricane, que habían tenido un buen papel en la Batalla de Inglaterra. Más maniobrable que el Buffalo que había sido rápidamente diezmado, el Hurricane, pensaban, podría restablecer el equilibrio.”El Cero era uno de los cazas, si no es el caza, más maniobrero. Giraban como avispas alrededor de los Hurricane. Si es cierto que nuestros pilotos se defendieron valientemente abatiendo varios cazas japoneses, cuando se hizo balance, fuerza es reconocerlo, muy pocos cazas con las insignias británicas estaban en estado de volar”, declaró el Wing Commander J.R. Kinninmont de la RAAF. Incluso el Spitfire, reputado por su maniobrabilidad, debió inclinarse ante los ágiles Cero.
Caza Hawker Hurricane en Singapur
Fuente: http://www.google.es/imgres?imgurl=http ... 143&ty=100" onclick="window.open(this.href);return false;
Cuando Japón extendió sus conquistas hacia el Pacífico sur, amenazando Australia, el ministro de asuntos exteriores australiano se reunió en Gran Bretaña para pedir el envío de Spitfires. Gracias a la maniobrabilidad demostrada ante los Bf 109 primero y Fw 190 después, se creía que el caza de la Supermarine podría mantener a raya la amenaza que pesaba sobre el dominio británico. Tres “Squadrons” reunidos en una “Win” bautizada “Churchill” bajo el mando del Win Commander Clive “Killer”Cadwell, operaron desde el territorio australiano (dos “squadrons” australianos, los nº 452 y 457, así como uno británico veterano de la Batalla de Inglaterra, el nº 54).
Del mismo modo que los otros pilotos enfrentados en este teatro de operaciones, los británicos a los mandos de sus cazas con alas elípticas perderán rápidamente la costumbre de intentar derribar un Cero en combate cerrado, esto a pesar de la agilidad legendaria del Spitfire. El general Kenney, comandante de la 5th. Air Force a la cual pertenecía la “Win Churchill” había reflejado en sus informes los temores relativos al optimismo desbordante de estos jóvenes pilotos occidentales: ” Eran ciertamente buenos pilotos, pero tengo miedo de que tengan un mal despertar. Comentaban que a bordo de sus Spitfires, nos enseñarían como abatir los cazas japoneses. Estaban obsesionados con la maniobrabilidad del Spitfire en combate evolucionante (…) esto era exacto en Europa porque el Spitfire podía girar más rápido que un caza alemán, pero en el Pacífico los cazas japoneses podían maniobrar mejor que ellos. Yo le hablaba de esto a Bladin, comandante de la base de Darwin, para advertirle de que estaba alarmado por que dejasen hacer a estos jóvenes pilotos lo que quisieran”. El equilibrio se restablecería con la llegada de los Spitfire Mk VIII, pero como sus homólogos americanos, los británicos no se lanzaron nunca a un “dogfight” frente a los cazas japoneses.
En 1942 un acontecimiento de importancia va a permitir comprender los secretos de la maniobrabilidad del caza nipón, con ocasión de un ataque japonés a las islas Aleutianas. Por primera vez desde el comienzo del conflicto los americanos van a poder recuperar un caza japonés casi intacto, sobre su territorio, aproximadamente seis meses después del ataque japonés a Pearl Harbour.
À suivre, continuaré.
Fuente: Traducción y adaptación propias de un artículo "Le zero de Koga" de Antony Angrand en la revista "Histoire de Guerre" nº 50 de septiembre de 2004.
À bientôt