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por flanker33 » Dom Sep 12, 2010 6:07 pm
-BAJAS Y POSIBLES RESULTADO
El tema de las bajas que previsiblemente sufrirían los EEUU si se hubiese llevado a cabo “Olympic” (las bajas japonesas han sido menos tratadas, aunque más tarde volveré sobre ellas), ha sido tema de arduos debates, y para muchos, una de las principales justificaciones del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Previamente repasaremos los datos de algunas batallas y campañas en el Pacifico en cuanto a bajas se refiere:
Leyte (72 días):
EEUU-17.000 / Japón-78.000 – ratio: 4,6 bajas niponas por cada una norteamericana
Luzón (93 días):
EEUU-31.000 / Japón-156.000 – ratio: 5 bajas niponas por cada una norteamericana
Peleliu (71 días):
EEUU-9.700 / Japón-12.500 – ratio: 1,3 bajas niponas por cada una norteamericana
Iwo Jima (39 días):
EEUU-20.000 / Japón-25.000 – ratio: 1,2 bajas niponas por cada una norteamericana
Okinawa (82 días):
EEUU-49.000 / Japón-117.000 – ratio: 2,4 bajas niponas por cada una norteamericana
(si sumamos las bajas no producidas en combate, que fueron de 26.000, el número aumenta hasta las 75.000, y el ratio desciende a 1,6)
Para ayudar a comparar, las bajas desde el 6 de junio al 24 de julio (49 días) en Normandía fueron de 63.000, y el número de bajas totales en la SGM para los EEUU fueron de casi 300.000 muertos y cerca de 600.000 heridos.
Hay que aclarar lo que significaba el termino “bajas” para el Ejército norteamericano. Esta palabra incluía a los muertos en acción (Killed in Action o KIA,s), los desaparecidos en acción (Missing in Action MIA,s), los heridos en acción (Wounded in Action o WIA,s), siendo estos últimos el mayor número en cada campaña en el bando norteamericano, mientras que en el japonés, la mayoría de bajas eran muertos en acción, con muy pocos heridos, desaparecidos o prisioneros de guerra (Prisioners of War o POW). También es importante recordar las bajas no producidas en combate (non-battle casualties), principalmente por enfermedades o fatiga de combate.
Algunos oficiales americanos esperaban que el ratio de bajas fuera más o menos como el sufrido en Luzón, mientras que otros opinaban que sería más cercano al de Okinawa.
Se proyectaron todo un rosario de cifras, unas tendentes a minimizar el número de bajas, para así aprobar la operación “Olympic”, mientras que otros las aumentaban, con objeto de paralizar o cancelar la invasión de Japón, y justificar así la continuación de sus campañas de bloque naval o bombardeos estratégicos, y en última instancia, como ya se ha comentado, el lanzamiento de las bombas atómicas.
Veamos algunos ejemplos de las citadas cifras de bajas de EEUU, por autores de las predicciones:
-Junta de Jefes de Estado Mayor (abril del 45): 109.000 KIA/MIA,s – 347.000 WIA,s para un total de 456.000 bajas.
-Cuartel General de Nimitz (mayo del 45): 49.000 bajas en los primeros 30 días.
-Cuartel General de MacArthur (junio del 45): 50.800 bajas para los primeros 30 días y 105.000 bajas hasta los 120 días (más 12.500 bajas no sufridas en combate)
-Comité Conjunto de Planes de Guerra: 106.000 bajas (deducido de su listado de bajas con varios escenarios posibles)
-Admirante Leahy: 268.000 bajas
-General Willoughby (Jefe de inteligencia de MacArthur) propuso su “ratio siniestro” en el que por cada dos o dos divisiones y media japonesas, producían 40.000 bajas americanas, lo que aplicándolo a las 14 divisiones más 8 brigadas (+- equivalentes a 3 divisiones) da el siguiente resultado: 270.000 – 340.000 bajas
La cifra de medio millón de bajas también sonó mucho, e incluso la prensa norteamericana publicó cifras que llegaban hasta los 4 millones entre “Olympic” y “Coronet”.
En general, las cifras se fueron haciendo más pesimistas a medida que se tenía conocimiento del refuerzo de las tropas niponas en Kyuhsu. De cualquier forma, el baile de cifras es tremendo, y cada cual, incluidos historiadores modernos, hace sus propias conjeturas basándose en algo que justificar, o en intentar imponer sus propias convicciones al respecto. La verdad es que nunca se sabrá el número de bajas que se pudieron haber producido (afortunadamente), pero para no ser menos, también vamos a dar nuestra opinión al respecto.
Vemos de las cifras de bajas anteriormente expuestas, que el ratio de bajas en la campaña de Okinawa fue 2,4:1 y que se sitúa aproximadamente a la mitad entre la proporción de bajas en las Filipinas y las de las pequeñas islas de Iwo Jima y Peleliu, pudiendo ser un buen comienzo para nuestras pesquisas.
Si aceptamos unos 766.000 soldados norteamericanos en tierra y unos 600.000 soldados nipones, nos da una ventaja norteamericana de casi 1,3 soldados americanos por cada uno japonés. Estos últimos defienden un territorio que han podido fortificar durante los meses anteriores y con un espíritu de resistencia y sacrificio que se les suponía bastante elevado.
Los factores favorables a los americanos serían entre otros, el hecho de la falta de munición en el ejército japonés, teniendo los defensores de Kyushu tan solo munición para mes o mes y medio de combate; de la dificultad para trasladar las divisiones y brigadas del norte al sur de la isla, siempre bajo ataque aéreo y naval (las principales vías de comunicación pasaban cerca de la costa) y con puentes y túneles derruidos, causando retrasos y bajas a esas formaciones; el completo dominio de los cielos (tras los primeros días de lucha); la superioridad americana en tanques y artillería (en potencia de fuego en general); un mayor y mejor servicio de recuperación de heridos que pueden volver a combatir; la baja calidad de muchas de las tropas niponas y su pobre y escaso armamento, y finalmente, también las ganas de los americanos de luchar en suelo japonés y de terminar la guerra de una vez.
Pero incluso con estos factores, no parece verosímil, que si se llevaba a cabo la operación “Olympic” tal y como se había planeado, las probabilidades de éxito fueran elevadas, y si muchas la bajas norteamericanas.
En Okinawa, el ratio de fuerzas fue aproximadamente de 1,4 a 1 a favor de los americanos, es decir, muy parecido al que podrían tener en Kyushu, y tuvieron un 29% de bajas, es posible que en Kyushu, con un terreno más escarpado, con las fuerzas japonesas presentando batalla en las playa y un elevado espíritu combativo nipón (al menos en principio) por defender suelo patrio, sus bajas fueran más elevadas, quizás del orden del 35-40%, lo que nos daría un número de bajas entre las 268.000 y 306.000, que redondearemos (para simplificar) a una cantidad intermedia de 287.000 bajas totales. Esta cifra es bastante parecida a la expuesta por el almirante Leahy y el general Willoughby.
La cuestión que se plantea es: ¿se podría permitir EEUU casi 300.000 bajas en una lucha de 4 meses (72.000 bajas por mes)?
Si pensamos que el número total de bajas en el Teatro de Operaciones del Pacífico durante 44 meses fue de unas 157.933 (3.600 bajas por mes), pare inasumible que EEUU se pudiese permitir un número de bajas tan elevado como el anteriormente expuesto, pero si contemplamos que en el otro lado del mundo, los EEUU perdieron durante los últimos 11 meses de campaña 552.117 hombres (50.192 bajas por mes) en Europa (sin incluir la campaña de Italia), con meses como diciembre del 44 y enero del 45 donde las bajas fueron de 77.000 y 69.000 respectivamente, parece algo más factible el tener unas perdidas tan elevadas, pero aún así, el precio seguiría siendo terrible.
En cualquier caso, el que en una campaña de alrededor de 4 meses, los EEUU sufrieran casi un tercio del total de las bajas que habían sufrido hasta entonces en todos los años de guerra y en todos los frentes, se puede considerar un fracaso, y la posibilidad que la sociedad americana pidiese que se frenara una sangría como esa, da la sensación que sería bastante elevada.
Y todo esto contando que la campaña fuera más o menos según lo planeado en el ritmo de avance de las tropas, ya que si los japoneses lograsen detener a sus enemigos en las playas, o incluso devolver al mar a los soldados de una o dos de las zonas de invasión, toda la operación se hubiese ido al traste y los EEUU, hubiesen sufrido una derrota de proporciones incalculables.
La única opción viable para los norteamericanos si seguían adelante con “Olympic”, pasaba por una campaña aérea reforzada antes y durante la invasión de Kyushu, y por un incremento significativo de tropas de tierra, de al menos 5 o 6 divisiones más y sus correspondientes tropas de apoyo, para tener una ventaja en número de soldados más favorables y que las bajas, aunque seguramente también importantes, no fueran catastróficas.
Sobre el número de bajas japonesas, es todavía más difícil de estimar ya que no se hicieron cálculos serios al respecto, y así por ejemplo, la prensa norteamericana citaba entre 5 y 10 millones de bajas niponas entre civiles y militares, para las dos invasiones, Kyushu y Honshu.
Si utilizamos un método directo para el calculo de las bajas militares japonesas, como es el de utilizar el ratio de bajas americanas/japonesas en Okinawa, tendríamos una cantidad de 689.000 (más que el número de tropas inicialmente acantonadas en Kyushu, pero posible si tenemos en cuenta los refuerzos que llegarían de Honshu y Shikoku, más los civiles militarizados) y si utilizamos el “ratio siniestro”, nos da entre 14 y 18 divisiones enemigas. En cualquiera de los dos casos, vemos que la práctica totalidad de las fuerzas defensoras serían aniquiladas, y que tan solo con refuerzos provenientes de las otras islas, podría Japón mantener la linea Sendai-Tsuno. El número de civiles es prácticamente imposible de esclarecer, y dependería por ejemplo, de si se hubiese procedido a una evacuación al norte o a otras islas de cantidades importantes de civiles, o por el contrario, si como parece que las autoridades japonesas querían, militarizar a una gran parte de la población civil para enfrentarse a los americanos, incluso con armas blancas. En este último caso, no hace falta decir que las bajas entre los civiles hubiesen sido escalofriantes. Si a esto añadimos la cantidad de civiles que podrían haber muerto victimas de los bombardeos de ciudades japonesas si hubiese continuado la guerra durante 6 o 7 meses más, tenemos que la cifra total de bajas, mayoritariamente muertes, entre los japoneses (civiles y militares), podrían haber llegado a superar el millón con cierta facilidad.
Otro factor que hay que tener en cuenta a la hora de emitir hipótesis sobre posibles resultados de “Olympic”, es el hecho de que se produjera un auténtico Kamikaze o “Viento Divino”, en forma de potente tifón que el 9 de octubre barrió la isla de Okinawa, con vientos de hasta 140 millas por hora, donde había un importante número de embarcaciones, y que de haber seguido adelante “Olympic” ese número hubiese sido mucho mayor, así como un buen número de aviones de la Fuerza Aérea del Lejano Oriente. Ese tifón ocasionó los mayores daños en la historia de la US Navy causados por elementos de la naturaleza, y según analistas americanos, podría haber causado un retraso mínimo de 45 días para el comienzo de la invasión de Japón.
De todas maneras, es muy posible que “Olympic” se hubiese retrasado de todas formas, ya que el reconocimiento y el esfuerzo sistemático de la inteligencia norteamericana, hubiese terminado por aclarar el cuadro completo de las defensas japonesas en Kyushu, y se hubiese tenido que aceptar un refuerzo de las tropas de invasión para que la misión tuviera posibilidades razonables de éxito.
Como conclusión, y después de todo lo expuesto, mi impresión personal es la siguiente:
La operación “Olympic” se habría llevado a cabo, apartando otras posibilidades (atacar Honshu directamente, invadir Hokkaido, seguir la estrategia “periférica” o continuar con los bombardeos y/o el bloque naval) debido a lo avanzado de los planes, al fuerte apoyo de MacArthur y otros jefes militares para seguir adelante con la invasión, y a que era vista como la opción más rápida y contundente para acabar la guerra lo más rápidamente posible.
Dada la alta concentración de tropas enemigas en Kyushu, más pronto que tarde, habrían de haber reevaluado los altos mandos norteamericanos sus propios planes de invasión, y lo más lógico es que hubiesen decidido incrementar el número de tropas participantes en “Olympic” y el aumento de ataques aéreos y navales sobre la isla japonesa. Esto, unido a la acción del tifón del 9 de octubre, seguramente provocaría un retraso de al menos un mes en la fecha del día X (lo que seguramente tendría consecuencias a la hora de invadir Honshu).
La batalla en el mar, sería dura y dolorosa para ambos bandos, pero no parece que la opción de detener la invasión en el océano contase con demasiados números, aunque sin embargo, las bajas norteamericanas podrían haber tenido cierta importancia en las primeras horas/días de la lucha en tierra. Así mismo se puede afirmar que las bajas en lo que quedaba de la Marina Imperial y en la aviación nipona, serían prácticamente definitivas, y su capacidad de recuperación después de la lucha, para presentar batalla una vez más, prácticamente nula.
Las primeras horas y los primeros días de la invasión serían cruciales, y de su resultado, podría depender el resto de la campaña. Una defensa acérrima de alguna de las zonas de invasión, y un número desproporcionado de bajas entre los americanos, cuando no un reembarque, muy bien podría poner punto y final a las aspiraciones de estos a vencer a Japón en su territorio. Esta posibilidad cobraría fuerza en el caso que la invasión se hubiese producido con las fuerzas originalmente previstas, pero si asumimos un refuerzo de las tropas norteamericanas, la posibilidad de que estas rompieran las defensas niponas en las playas y se adentrasen hacia el interior gana bastantes enteros.
Si esto se lograba, la campaña por el sur de Kyushu, bien podía ser bastante parecida a lo ocurrido en Okinawa, y lo que originalmente se había previsto conquistar en aproximadamente uno o dos meses, bien podría haber tardado tres, cuatro o incluso cinco, aunque seguramente, las últimas semanas, sería dedicadas a la eliminación de reductos más o menos grandes, y que la mayoría de los objetivos se hubiesen cumplido, una vez que las defensas japonesas se hubiesen colapsado debido al altísimo número de bajas que podrían haber sufrido.
Seguramente ninguno de los dos bandos hubiese utilizado armas químicas, pero dependiendo de la situación, tampoco lo excluiría categóricamente.
Sobre un intento de invasión de Hokkaido por parte de la URSS, lo doy prácticamente por hecho, sobre todo si los americanos encontraban serias dificultades en su avance, y si la isla seguía sin estar fuertemente defendida. Esto podría haber producido una diversión, sobre todo de suministros y munición, hacia los defensores de Hokkaido, por parte del ejército japonés, que podría haber repercutido a nivel táctico en la campaña por Kyushu. A nivel estratégico, pienso que el gobierno japonés, incluso sus militares, llegarían a la conclusión que era la hora de aceptar las condiciones de Postdam y rendirse incondicionalmente.
En cualquier caso, me parece que si la ocupación del sur de Kyushu se llegase a producir, y las fuerzas armadas niponas no hubiesen podido detenerla, finalmente, los miembros del “partido de la guerra” dentro del gobierno japonés, se hubiesen quedado sin argumentos a la hora de proseguir la lucha, ya que su premisa para continuarla se basaba en que durante una batalla de grandes proporciones en suelo japonés, su ejército sería capaz de infligir un severo castigo al invasor, derrotándolo u obligándolo a negociar una paz con condiciones. Si esto no se producía, la posibilidad de que la guerra acabase con “Olympic” y no hubiese necesidad de lanzar “Coronet”, sería muy creíble.
La cuestión acerca de la tolerancia de bajas norteamericanas por parte de su sociedad civil, siempre dependería de dicha cantidad, pero si aceptamos la cantidad de cerca de 300.000 bajas para toda la ocupación del sur de Kyushu, creo que habría podido ser tolerada por los norteamericanos.
Aunque como todo esto, en definitiva, no deja de ser un relato de historia-ficción, la victoria o la derrota de los EEUU en suelo japonés dependía de muchos factores, y dependiendo de las decisiones que se hubiesen tomado en los meses que iban de mediados de agosto a octubre, el resultado bien podía ser uno u otro, pero eso es algo que nunca sabremos.
Fuentes usadas:
-Nemesis. La derrota del Japón 1944-1945 – Max Hastings, 2007.
-The MacArthur,s Campaigns – Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU.
-Defense against kamikaze attacks in WWII and its relevance to anti-ship missile defense / Volume I / An analytical history of kamikaze attacks against ships of the United States Navy during WWII – Nicolai Timenes, Jr., Centro de analisis navales / Grupo de evaluación de operaciones, 1970.
-The final months of the war with Japan: Signals intelligence, U.S. invasion planning, and the A-Bomb decision - Douglas J. MacEachin /Centro de estudios de Inteligencia de la CIA / Programa de Estudios de Inteligencia y Política de la Universidad de Harvard.
-Casualty projections for the U.S. invasions of Japan, 1945-1946: planning and policy implication – D. M. Giangreco en Journal of Military History, 1997.
-Operation Downfall: US Plans and Japanese counter-measures (transcripción de una ponencia celebrada en el US Army Command and General Staff College) - D. M. Giangreco, 1998.
-Olympic vs Ketsu-Go – Dr. K. Jack Bauer y Dr. Alan C. Coox, Gazeta del Cuerpo de Marines, 1965.
-The Atomic Bombs and the Soviet Invasion: What Drove Japan’s Decision to Surrender? - Tsuyoshi Hasegawa, profesor de historia moderna rusa y soviética de la Universidad de California, 2007.
-Okinawa: The Last Battle–Centro de Historia Militar del Ejército de los EEUU, 2000
-Army Battle Casualties and Nonbattle Deaths in World War II, Final Report, 7 December 1941-31 December 1946 – Washington: Comptroller of the Army, Office of the Chief of Staff, 1987.
-Diversos artículos, mapas y tablas recopilados de Internet.
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