Transcribo a continuación, para aportar a la pequeña biografía de este post, la situación que vivieron los voluntarios franceses en el momento que se disponían a partir en la defensa de Berlin. Extractada del libro Los Malditos de Saint Paulien en su pag. 44 de la Editorial Fermín Uriarte Ed. 1965. .
Muy bien su Compañia Gauvin ¿Efectivos?
Ciento sesenta y ocho hombres, mi comandante.
Digales unas palabras antes de marchar...Saldremos dentrro de veinte minutos. Prefiero salir pronto, pues el bombardeo sobre el bosque va a ser de cuidado.....
A sus ordenes mi comandante.
Los dos oficiales se saludaron. ¿Debo mandar romper filas?, Sería ridiculo darles una lección de Historia. Prefiero agruparlos a mi alrededor y hablarles como camarada....
Además, luego habrñia que volverlos a formar por secciones y perderíamos más tiempo.
Se colocó frente a la sección de Fallerange y ordenó descanso. Le invadia un intensa emoción. Durante un instante temió que la agustia le impediera hablar.
Camaradas; seré breve....Nadie mejor que vosotros ha comprendido con toda claridad las razones del actual combate. Es la tundra y la estepa contra más de mil años de civilización; es la horda asiática contra el mundo blanco. Esta es la razón. Ha llegado el momento de hacer honor a la memoria del viejo Emperador de Occidente, cuyo nombre está inscrito en nuestra gloriosa bandera tricolor....
Calló. Su voz, que casi ni él mismo reconocía, vibraba demasiado. Pensó que posiblemente los que le escuchaban habrian oido auténticos oradores. Y aunque asi no fuese ¿serviría para algo hablarles....? Se dio cuenta que los soldados le devoraban con los ojos. Reanudó su arenga y, desde la primeras palabras, comprendió que había encontrado por dónde llegarles al corazón.
Las SS no marchan ya por país rojo (estrofa de uno de los versos del que se compone el himno de la Div.Charlomagne. nota mía) sino por país manchado por los rojos...Este país es nuestra patria: es Europa. El bolchevique ha llegado al corazón del continente. Si nadie se hubiera opuesto a su avance, campearia ya desde hace mucho tiempo sobre el Rhin y más allá aún. Hemos jurado luchar contra los rojos hasta el limite de nuestras fuerzas y debemos cumplir lo jurado....Ahora en esta batalla, se nos presenta la gran ocasión-La Historia retendrá el nombre- de demostra como soldados franceses saben hacer honor a su palabra; luego estaremos en paz con nuestra conciencia, pero no antes. Quizá perdamos la vida, pero siempre seremos vencedores, pues a quienes han defendido el honor nunca se les considera vencidos. Tenemos que vengar la muerte de todos nuestros camaradas caidos: los de Moscú, los de Orcha, los de Mohilew, los de Gomel, los de Borisow y los de Bobr, los de Mokre y los de Pomerania.... Es nuestro deber de soldados. No ambicionamos gloria ni revoluciones de salón. Somos combatientes. Por nuestra propia voluntad solamente hemos pedido combatir a nuestro adversario; lealmente, cara a cara, a fin de que nuestro esfuerzo y nuestra sangre pudiera ahorrar a la Patria grandes sacrificios. Esta guerra quizá haga de nosotros unos muertos, pero unos vencidos ¡jamás!. Jamás mientras uno de nosotros quede con vida.....
Reconozco entre vosotros a viejos combatientes que han estado cerca de la victoria, cuando estábamos delante de Moscú. Habéis visto las torres del Kremlin perfilarse bajo el cielo gris y negro.... Ahora esáis aquí, en Belin. No son los rusos quienes os han vencido; ha sido el frio. El día de la ofensiva que debería abatir para siempre la Meca Roja, el termómetro descendió de menos de veninte a menos cuarenta grados. ¿Os acordáis, amigos?. Es a vostros q quien quiero ahora dirigirme. Poco nos importa defender la capital alemana, pero nos son Berlin ni sus ruinas lo que vamos a defender; es el corazoón de esta Europa, sin la que el mundo no sería nada. La batalla de Berlin no es el último combate de esta guerra. Es el primer combate de la lucha decisiva, que un día terminará-tengo la firme convicción-con la destrucción del bolchevismo. Entonces se recordará a quienes combatieron ante Moscú y a los que defendieron berlin, sean alemanes, suecos, noruegos, daneses o franceses; se recoradrá a los que interpusieron su pecho entre la barbarie de los asiáticos y el corazón de Europa. Si; entonces se recordará alos que lucharon contra los rojos hasta el fin y estoy seguro de que se dirá de ellos: "Aquellos si que eran hombres."
Extendió el brazo y gritó la extraña fórmula:
"Heil Hitler"! ¡Viva Francia!
Grito repetido por sus hombres que , según la tradición, añadieron en sordina ¡Y viva Jules!.
Para los voluntarios "Jules" era el hombre que, en el Bunker de la Cancillería, comenzaba sus paseos de autómata, repitiendo: "Ya se oyen los cañones de Wenck, ya se oyen los cañones de Wenck!
Para los franceses "Jules" era Hitler.