Hitler en el diván

Cuestiones generales relativas a la Segunda Guerra Mundial

Moderador: Francis Currey

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Eckart
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Mensaje por Eckart » Mié Ene 23, 2008 2:33 pm

leytekursk escribió:Estaba siguiendo con mucho interés la exposición de Schindler, lamento que no le hayan dejado permitido continuar.
Nadie ha prohibido o impedido a Shindler seguir con su exposición. Lo que sí sería lamentable sería, por ejemplo, impedir a los usuarios de un foro opinar y argumentar pros y contras de una exposición.

Saludos.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
Ian Kershaw

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Shindler
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Mensaje por Shindler » Mié Ene 23, 2008 2:44 pm

leytekursk escribió:Hola a todos.

Estaba siguiendo con mucho interés la exposición de Schindler, lamento que no le hayan dejado permitido continuar.

Creo que Schindler debería terminar su interesante trabajo y despues...que lloren las viudas.


Saludos...
No amigo no es que no me hayan permitido seguir, es que a veces las pasiones de guerra nos cierran (y yo soy un cerrao).

Gracias a todos los que me han brindado su apoyo mediante MP y pùblicamente y que me han impulsado a seguir con este asunto, pero primero permìtanme aclarar algunas cuestiones.

En primer lugar la finalidad principal que quise transmitir en este topic era la de que entre todos aportàramos segùn nuestras lecturas y conocimientos distintas visiones o informes que nos den una pista sobre que patologìas o enfermedades podrìa sufrir Adolf Hitler (si es que las tubo) como para actuar como lo hizo marcando a la Historia como lo ha demostrado.
Yo comencè el hilo con el libro ya mencionado y algunos apuntes que conservo en mi memoria del Mein Kampf ya que NO lo leì por completo. Por èste motivo aclarè que esperaba la colaboraciòn y o participaciòn de todo aquel que haya leìdo otros libros.

En segundo lugar JAMAS dije que el odio es una enfermedad, simplemente opinè que una persona que cometiò las aberraciones por todos ya conocidas ademàs de causar una guerra(para mi innecesaria) era (para mi) por que deberìa estar enfermo de alguna forma y por eso el planteamiento de este topic. Como alclarè seguidamente el odio es un detonante en un sinfin de patologìas y o enfermedades como la bulimia y anorexia o como algun tipo de fobia (odio a los homosexuales, odio a los extranjeros u otros tipos de temores asociados a las fobias).


En tercer lugar por màs que haya cursado casi tres años en la facultad de psicologìa de Uruguay (estoy dispuesto a dar mis datos personales via MP para que quien quiera investigue al respecto) me considero un total ignorante en estas cuestiones y siempre que opino lo hago abiertamente claro esta se fundamenten las posturas pues se perfectamente que determinadas cuestiones avanzan con el tiempo y la memoria de uno con los avatares de la vida se desgastan o trastornan :mrgreen: .

En cuarto lugar y como aclarè anteriormente en NINGUN momento dije que AH fuera un loco pues justamente Josè Luis me enseñò en un topic que escribì hace un tiempo atràs que yo estaba equivocado y que como MUCHOS generalice con la palabra LOCO a un individuo que a pesar de su inteligencia aparente (inteligencia para el engaño pues considero que existen muchos tipos de inteligencia o mejor dicho habilidad para...) se las arreglò para destruir un mundo y exterminar casi por completo a màs de una etnia. De la misma manera que algunos piensan y creen que AH es o fuè un excelente polìtico, otros no y cada uno fundamenta con sus lecturas y conocimientos sus posturas y eso es lo que busco en esta cuestiòn ¿Se puede hacer?

En quinto lugar continuarè con mi exposisiòn pero antes darè un breve curriculum en este caso transcripto y comentado del libro de ROBERTO MERLE y RAYMOND DE SAUSSURE cuyo tìtulo original es PSYCHOANALYSE DE HITLER que podràn ver y leer en làs pàginas 4 a la 22 de dicho libro, para luego continuar con el hilo del asunto si me lo permiten.

En sexto lugar los quiero a todos. :mrgreen: (A ver quien me pagara el psiquiatra??? )



El libro es un estudio sobre unos estudios realizados por G.M. Gilbert quien es un psicòlogo que fue elegido por la comandancia de la prisiòn de Nuremberg para servir como intèrprete principal y observador de los prisioneros dirigentes Alemanes. Dialogò con ellos, sacò y tomò sus testimonios en varios cientos de apuntes asi como tambièn pudo diagnosticarlos y estudiar sus personalidades. Diariamente realizaba sus apuntes y charlas con los ex ministros del Nacionalsocialismo Alemàn dàndole la autoridad de y la suerte de tener fuentes de primera mano sobre ciertas realidades y cuestiones de la guerra y de AH.
"Tomó nota, se entiende, no en su presencia, porque ello hubiera disminuido la espontaneidad de sus respuestas, sino inmediatamente después de salir de sus celdas. Hizo más: comprometió a algunos de ellos a escribir informes sobre su propia vida, sobre el movimiento nazi o sobre Adolfo Hitler."
Una parte de esos estudios e investigaciones las publicò en el Nuremberg Dairy y otra parte en el libro The Psychology of Dictatorship de The Ronald Press Company pero cabe destacar que tambièn consta de un manuscrito de mas de 1000 pàginas sobre testimonios, charlas, hechos, anècdotas de Adol Hitler escrito por Hans Frank en Nuremberg. Para quien no conoce a Hans Frank recordarles que fuè el abogado personal de AH y quien lo defendiò en muchas de las acusaciones a las que fuè sometido antes de subir al poder total de Alemania (ademàs de ser el oscuro gobernador de Polonia). Es decir que tenìa este contacto directo con AH quien muchas veces le confiaba ciertas cuestiones.
El caso de Hitler es apoyado por esta gran cantidad de testimonios y datos recogidos de las personas mas cercanas a el Fuhrer aquellas que durante un año fueron visitadas a diario por casi un año en Nuremberg. Tambièn se apoya en los informes e investigaciones de Greiner (compañero del Hitler mìsero de los años en Viena) y Otto Strasser (hermano de Gregor Strasser quien era rival de Hitler en el partido Nazi) èste escapò a la purga Roehm y transmitir todo lo que su hermano le habìa hablado sobre AH. No descuida Gilbert detalle alguno, estudia, investiga y compara desde las cuestiones pùblicas a las màs privadas del Fuhrer, comparaciòn con otros estudios.
Una de las primeras impresiones que se deducen de ese estudio coincide con la que nos había dejado el libro de François-Poncet sobre su embajada en Berlín. Puede resumirse así:

El destino de Adolfo Hitler fue la ùnica cosa notable de un hombre que, por lo demás, ha sido absolutamente mediocre. Debemos desprendernos, pues, del mito romùntico de los ùngeles negros, de los azotes de Dios y de los monstruos històricos más o menos sagrados: un hombre puede hundir al mundo en el fuego y la sangre, sin tener en si nada de ecxepcional. Porque no se le puede atribuir un valor extraordinario a lo que fue fenòmeno baladi en psiquiatrìa el secreto del hombre que se llamò Hitler: la trasmutación de sentimientos de inferioridad y frustración en superioridad y en odios frenéticos extendidos a grupos enteros. La influencia recìproca del hombre y el medio es aqui evidente. Hitler no inventò nada. Alemania habia vivido largo tiempo obsesionada por la glorificaciòn de la raza, el odio a los grupos no germanos, la manìa de la persecuciòn y el sueño grandioso de la ''misiòn historica". Despuès de la derrota de 1918, la humillaciòn la precipito mas quen unca en esa megalomanìa falaz. Lo que cabe destacar aqui, lo que es capital para la comprensiòmn del movimiento nazi, es que Hitler se sintiò forzado a identificarse, para resolver sus conflictos personales, con la conciencia historica alemana.

En realidad, pudo encontrar otras justificaciones a su sentimiento personal de fracaso, distintas a las justificaciones històricas; pero, sin vinculos burgueses y de casta, sin filiaciòn obrera ni campesina, Hitler, en sus años vieneses, era un desclasado, un fracaso, un hombre al margen. No podia identificarse con ningùn grupo social o cultural definido, cuyas tradiciones y cuya lucha pudiera hacer suyas. No era sino un hombre alemàn abstracto, y lo sabìa. No podia, pues, hallar un canal para su furiosa necesidad de agresiòn, sino integràndose en el grupo màs amplio y abstracto al que, como alemàn, podìa por lo menos unirse: la patria. Y pudo hacerlo tanto mejor cuanto que la conciencia histórica de esa patria, herida por la derrota de 1918, hallabase, como la suya después de los fracasos reiterados de su vida privada, en plena evoluciòn patològica. La derrota de Alemania era asi la suya, y el desquite de Alemania seria tambièn el suyo. Hitler pudo, sin dificultades, encarar esa conciencia historica humillada, y muy pronto encarnarla a sus propios ojos, considerarse como su mesìas. Habìa en el, realmente, un elemento mesianico. En su espìritu se confundìa totalmente con la idea que el representaba. Los temas de la conciencia historica alemana se relacionaban ìntima, profundamente, con los temas de su conciencia.

Para el eran intensamente vivaces. Mas aùn, eran su vida, Hitler podìa derramar verdaderas lagrimas sobre la persecuciòn de la pobre Alemania por la Sociedad de las Naciones, porque lloraba, de hecho, sobre el pintor que la Academia de Bellas Artes de Viena (otra sociedad oficial) habìa desdeñado con tanta crueldad. Podia vibrar de odio y de repugnancia ante la idea de que los judìos pudieran pisotear la raza alemana, porque en Viena la muchacha que él amaba había preferido un judío. Esos temas de la persecución del noble héroe germano y de la contaminación racial eran corrientes en Alemania, y Hitler, repetimos, no los inventò. Pero los expresò con una intensidad de emocion personal,un frenesì de còlera y de làgrimas que multiplicaban supoder de choque y de contagio, y que explica asi su èxito entre las masas, Esos temas que le habìa ofrecido Alemania, el se los devolviò, y al fin se los impuso, imprimièndoles una virulencia que no habìan alcanzado hasta entonces. Porque esas ideas de poder y de odio que tantas generaciones de pedagogos alemanes habìan desarrollado como sueños brumosos, complaciendose en ellos pero sin creer absolutamente en su realidad, eran para Hitler de una verdad literal. Creía en ellos con todo su ser, con todo su pasado; eran su carne y su sangre. Y los exponía con el romanticismo frenètico y ciego de un hombre sin cultura, sin criterio, y además petrificado en feroces prejuicios provinciales, animado de una estùpida xenofobia, hinchado de nociones librescas de autodidacto. Pero, en realidad, esos defectos, y su propia mediocridad, le servìan.

Era necesario ser singularmente estrecho y limitado para elevar los eternos temas vengativos de las clases medias alemanas a la dignidad (y a la eficacia) de una religión revelada. Aquí se impone una comprobación que obliga a reflexionar; los temas paranoicos de odio y poderío en la conciencia històrica alemana eran temas enfermizos que ciertos hombres normales en general, pero sometidos a la angustia de la època, habìan adoptado. Tales temas agresivos no alcanzaban, por cierto, la adhesiòn plena de esas conciencias normales. Por ejemplo, el odio al judìo, en el alemàn medio, era sobre todo una compensaciòn imaginativa. Permitía al antiguo soldado de los cuerpos francos, al lansquenette sin trabajo, al zapatero sin clientela, a toda esa pobre gente arruinada, vencida, inferiorizada, creerse vìctimas de una conjura mundial, y considerarse, a pesar de todo, inefablemente superiores al profesor judìo bien pagado, y cuyas obras de ciencia se traducìan a todas las lenguas. Pero ello no significaba, sin embargo, que ,esas conciencias pensaran seriamente en la destrucciòn fisica del judìo. En la mayorìa de los casos, el odio al judìo permanecía en el estado casi lucido de satisfacciòn ìntima, de grata suficiencia, de satisfacciòn abstracta. Y allì, precisamente, puede afirmarse que la conciencia enferma del individuo Hitler actuò realmente sobre la historia. Captò un odio abstracto, latente en un pueblo, y con su lògica de paranoico lo impulsò a consecuencias que ese pueblo no querìa realmente, y que, en consecuencia, se esforzo largamente para no ver, y que luego rechazò con horror al conocerlas. Y sin embargo ese pueblo, o, mejor, una fracciòn de sus èlites, no era tampoco inocente. Los juegos rencorosos en que su imaginaciòn se había deleitado durante siglos eran confusos y peligrosos. Esas èlites debìan pensar que la historia es obra de los locos tanto como de los sabios, que en las epocas de trastornos se escucha preferentemente a los locos, y que es, por consiguiente, una imprudencia fatal dejarlos jugar, en su infancia, con el odio.


¿Psicòlogo e historiador pueden llegar a una conclusiòn en comùn?
Si Alemania ha modelado a Hitler, Hitler, por su parte, ha modelado a Alemania, y de los incidentes mas decisivos de su infancia y su juventud, se desprendiò una actitud frente a la vida que tuvo para su país y para el mundo consecuencias incalculables.
Algunos datos que el manuscrito de Frank saca a la luz ;
El padre de Hitler, Alois, era hijo ilegìtimo de padre desconocido y, segùn la ley austrìaca, recibiò el apellido de su madre, Marìa Schickelgruber. Esta se casò màs tarde con un tal Hitler, y Alois tenia ya 39 años cuando su padrastro lo legitimò y le dio su nombre. El tardìo reconocimiento parece excluir la hipòtesis de que ese Hitler fuera realmente el padre de Alois, porque en ese caso no se comprenderìa por què esperò tanto tiempo para legitimar a su hijo. En cambio, los diarios de la oposiciòn antinazi revelaron, poco antes de la conquista del poder, que Marìa Schickelgruber habìa estado, en el momento de nacer Alois, al servicio de una rica familia judia, y que esta habìale pagado por su hijo, durante años, una pensiòn por alimentos. La conclusiòn era que Marìa Schickelgruber, la abuela de Adolfo Hitler, habìa sido seducida por un miembro de esa familia judìa, y que Adolfo Hitler, por consiguiente, tenìa en sus venas sangre judìa.

En este punto ofrece Frank pormenores de importancia capital. (presten atenciòn puès aqui se dan unos datos que pueden explicar el porque la difamaciòn y convencimiento de AH en su Mein Kampf de que el "judìo" es una raza estafadora, que engaña, que es paràsito de la sociedad etc,etc,)

En 1930 Hitler recibio una carta extorsiva de su medio hermano Alois Hitler (hijo de un primer matrimonio de Alois Schickelgruber-Hitler), quien ofrecìa mantener en secreto la historia del abuelo judío, mediante compensaciones. Hitler confesò entonces a Frank que sabìa lo de la pensiòn por alimentos pagada a su abuela por un judìo; pero, segùn èl, su abuela habia obtenido esa pensiòn por medio de un engaño. Rogò entonces a Frank que verificara el hecho material del pago de la pensiòn, y Frank, despuès de investigar, lo confirmò todo. En resumen, los hechos que actualmente pueden considerarse seguros son los siguientes: 1º) Una familia judìa que habìa tenido a su servicio a la abuela de Adolfo Hitler le pagò durante catorce años una pensiom por alimentos, despues que dio a luz un hijo ilegìtimo; 2°) Hitler, aunque negando decididamente que ese hijo ilegìtimo fuera el fruto de los amores de su abuela y un judìo, admitìa sin embargo que su abuela se hallaba en una posiciòn tal, frente a ese judìo, que podìa obtener de èl una pensiòn por alimentos gracias a una afirmaciòn engañosa.

Como el nacimiento ilegìtimo de Alois Schickelgruber-Hitler se sitùa, aproximadamente, medio siglo antes del nacimiento de Adolfo Hitler, podemos preguntarnos como hacìa este para estar, o parecer, tan seguro de que el judìo en cuestiòn no fuera su abuelo. Obsèrvese, de paso, que el Führer, para salvarse de la "horrible sospecha" de tener sangre judìa en las venas, suponìa que su abuela habìa tenido dos amantes a la vez, y que habìa practicado una forma realmente odiosa de estafa, al hacer creer a uno que el hijo del otro era suyo. La cuestiòn importante no consiste, sin embargo, en saber si el abuelo de Adolfo Hitler era o no judìo. Dejemos aparte la ironia picante de ese hecho: en el fondo, tràtase de una cuestiòn frìvola. Lo que importa, si tenemos en cuenta el medio en que viviò el joven Adolfo, y sobre todo el caràcter de sus relaciones con su padre, que luego describiremos, es que èl supo, y segùn todas las probabilidades, desde su infancia, que la "pureza aria" de su padre era dudosa. La vida de este último, a pesar de su resolución de "llegar a ser alguien", no había sido sino un largo fracaso.

Despuès de haber tenido una cantidad de pequeños oficios, llegò a ser finalmente un modesto empleado de aduana, se retirò a los 56 años y se entregò al alcohol. Su vida sentimental no habìa sido más feliz: su primera esposa obtuvo una separaciòn por adulterio. Su segunda esposa lo abandonò al cabo de un año. Finalmente se casò, a los 49 años, con Klara Polzl, que tenía entonces 23 años: el habìa sido su tutor. Cinco niños, entre ellos Adolfo Hitler, nacieron de esa boda. Las condiciones materiales y morales en que vivìa esa familia de siete personas eran desastrosas. La promiscuidad màs completa: dos adultos y cinco niños apiñados en dos piezas. Los niños no sòlo eran testigos de las disputas diarias, en los tèrminos mas crudos, entre el padre y la madre, sino tambièn de las violencias sexuales que sobre la joven ejercìa el viejo borracho; Adolfo, a los diez años, debía traer cada noche de una taberna "que hedìa a tabaco" a un padre embrutecido por el alcohol, y que, por otra parte, lo castigaba frenèticamente con una brutalidad sàdica. Tal es, en resumen, el paisaje de esa infancia miserable.
¿Se explicarìa aqui tambièn poque el rechazo a su "padre" y a todo lo relacionado con el alcohol y el tabaco? Veremos;

La madre de Adolfo Hitler era joven, indulgente. Era su hijo preferido y ella tomaba siempre partido a favor de el. Adolfo, por su parte, le era profundamente adicto, y se comprenden perfectamente los sentimientos de odio y repulsiòn que experimentaba por un padre brutal, alcohòlico, que se conducía para con la madre del modo que hemos descripto. Hitler confeso mas tarde a Frank que cuando iba a buscar a su padre a la taberna, vivìa cada vez "la verguenza màs horrible de su vida", y que "el alcohol, por culpa de su padre, llegò a ser el mas grande enemigo de su juventud". Pudo añadir tambièn el tabaco; y, si hubiera sido màs lucido, explicar que la repulsiòn que le inspiraba su padre se extendìa a todas las costumbres paternales. Es notable que Hitler, mas tarde, no solo no fumò jamàs, lo que podia explicarse normalmente por el hecho de que no le gustara, sino que ademàs prohibìa que se fumara en su presencia: conducta social intolerante que revela el origen emotivo profundo de su repugnancia por el tabaco. Pero el joven Hitler tenìa otros medios de satisfacer simbòlicamente el odio que reservaba a su padre. Despuès de leer en un libro que los indios soportaban las peores torturas sin hablar, decidiò no proferir una sola exclamaciòn cuando su padre lo castigaba, y lo hizo. Su padre querìa hacer de el lo que el mismo habìa sido: un empleado pùblico. (Esto es para ti amigo Eckart) Adolfo resolviò no ser nunca un empleado pùblico, y en consecuencia escogiò el estado que le parecía mas alejado de esa funciòn; el de artista plàstico. Valioso ejemplo, señalemos de paso, de vocaciòn voluntaria, inautèntica, escogida no por necesidad interna sino contra alguien, y que debìa, por lo tanto, conducir a un fracaso total. El padre de Hitler, por fin, deseaba que su hijo adquiriese una instrucción sòlida, y en su presencia insistìa a menudo sobre ese punto. Adolfo, que gracias a una memoria feliz habìa empezado bien en la escuela, dejò inmediatamente de estudiar. Salvo en historia. Pero sòlo porque la historia le enseñaba que la casa reinante de Austria habìa perseguido a los nobles hèroes germanos. El profesor era elocuente, y Adolfo vertìa lagrimas: como habìa sido el indio estoico que soporta sin pronunciar palabra los tormentos de un jefe malvado, convirtiòse en el noble hèroe Alemàn perseguido por una potencia soberana y odiosa, y que tal vez ni siquiera tenìa sangre germana...

Para estar seguros de que Hitler habìa coinocido desde su mas corta edad las circunstancias del nacimiento de su padre, basta con recordar las reyertas y las "batallas" entre su padre y su madre, de las que dice en un pasaje autobiogràfico velado de Mein Kampf que "eran de tal crudeza que no dejaban nada a la imaginaciòn". No es improbable que su madre haya respondido a los golpes con injurias, que haya tratado al hombre de "bastardo" o de "bastardo judìo"; y que, cuando èl practicaba en presencia de los niños sus agresiones sexuales, lo llamara "puerco judìo" (Saujude), palabra que, en circunstancias caracterìsticas, hallaremos mas adelante en labios de su hijo. Esto explicarìa, sin duda, la obsesion manìaca, angustiada, de Hitler, que durante toda su vida imaginò el espectàculo de la pura mujer nòrdica "profanada" por un judìo repulsivo. No es seguro que el joven Adolfo supiera con claridad que odiaba a su padre, y por que lo odiaba. Hasta es probable que hiciera como todos los niños que tienen la desgracia de profesar ese sentimiento: ocultàrlo a sì mismo. Cuando muriò ese padre cuya muerte, segùn todas las probabilidades, habìa deseado a menudo, hubo de experimentar una sensaciòn de alegría y de alivio, pero tambièn (porque el niño cree en el poder màgico del deseo) un vivaz sentimiento de culpabilidad. Ello explica el hecho de que Hitler, al referir màs tarde a Frank la escena de la taberna, no dijera que detestaba a su padre, si no apenas que detestaba el alcohol. El alcohol era aquì el simbolo pùdico que le permitìa satisfacer su odio, aun conservàndose en paz con el imperativo categòrico del respeto por los padres. Mas sintomàtico aun es ese pasaje de Mein Kampf en que Hitler no teme escribir que "honraba a su padre": piadosa declaraciòn* manifiestamente contradicha por los hechos. Todos èstos
son indicios que prueban que reprimiò su odio contra su padre, y que por lo tanto viose obligado a escogerse un padre simbòlico (repulsivo, perseguidor, libidinoso) al que pudiera odiar sin transgredir ninguna norma. Ese padre, "como por azar", fue el judìo. Lo que explica que Hitler haya creìdo tan fuertemente, tan ingenuamente toda su vida, en el mito de la omnipotencia de los judìos en los asuntos mundiales. Ese mito era una simple proyecciòn sobre la "raza maldita" de la omnipotencia que la imaginacion infantil atribuye habitualmente al padre. Se comprende lo que sucediò entonces: por una parte, Hitler reprimìa su rencor contra el padre y escogìa al judìo como "padre simbòlico para odiar" porque el nacimiento dudoso de su padre permitia suponer que era judìoo. Por otra parte, y por razones muy evidentes de defensa personal, negaba desesperadamente, aunque sin aportar ninguna prueba, que su padre fuera medio judìo. Por el contrario, el "honraba"*2 a su padre, proclamaba su inocencia, echaba en Mein Kampf un velo pùdico sobre sus brutalidades y errores, silenciaba su alcoholismo y trasmutaba milagrosamente en triunfo el fracaso lamentable de toda una vida: llegaba a decir que su padre habìa "dominado su destino". La transferencia estaba consumada. El verdadero padre de Adolfo Hitler era ahora digno de su hijo, mientras que el padre simbòlico heredaba todos sus vicios y el odio inexplicable que su hijo le profesaba. Literalmente, era un "padrepara matar", y que, como no era su verdadro padre, èl podìa matar, en paz con su conciencia.

* No niego que para mostrar una imagen de verdadero respeto a la figura paterna con fines propagandìsticos haya sido asì.
*2 Se dice que el mitòmano en cuestiones personales (su cìrculo de relaciones màs ìntimo) suele decir o confesar todo lo contrario a lo que expresa (Honrro a mi padre = Lo odio profundamente; amo a mi fiel amigo = Creo que es un traidor )



Continuarè... (falta poco para terminar esta exposiciòn y continuar con el hilo)


Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
Ernst Jünger

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Shindler
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Mensaje por Shindler » Jue Ene 24, 2008 8:34 pm

Hola a todos, sigo aqui con la introducción del libro y su vista general sobre el tema;

>>>>Estas relaciones con su padre iluminan con viva luz un episodio muy interesante de la juventud de Hitler en Viena. (para mi interesante y es una muestra màs de lo que la influencia de los padres y el comportamiento moral para con sus hijos puede determinar efectivamente el comportamiento y personalidad ademàs del caràcter del hijo durante la niñez)

Encontrò en el estudio de su amigo el pintor Greiner una muchacha de 17 años que posaba para el. SE trataba de un afiche para una marca de ropa interior. La modelo tenìa un hermoso tipo Nòrdico y Hitler se enamorò de ella. Procurò hacerle la corte en todas las formas posibles, pero siempre fue rechazado. Se obstinò, y un dia, hallàndose solo con ella en el estudio de Greiner mientras se desvestìa, se lanzò sobre ella. Ese empleo de violencia recordaba en forma impresionante el estilo paternal, pero Hitler no tenìa probablemente el vigor de su padre, y la muchacha consiguiò escapar. En ese momento llegò Greiner. La muchacha saliò de la escaramuza con algunos moretones y mordiscos, y Greiner la disuadiò de presentar una denuncia. Era el primer amor de Hitler. El fracaso fue quemante, la herida profunda. Desgraciadamente, lo que siguiò a ese episodio agravò aun mas el mal. Al poco tiempo la muchacha tenìa un novio, y Hitler supo que el novio, aunque bautizado, era medio judìo. De dolor y de rabia se puso fuera de si. Declarò a Greiner que estrangularìa a ese "puerco judio" (Saujude) que osaba profanar su belleza aria, y escribiò al joven una carta llena de amenazas y de insultos en la que decia que la muchacha era "de el", y que no aceptarìa nunca que un jud{io se la quitara. Mas tarde, al encontrarse con la pareja en la calle le hizo una escena violenta, y excitò a la multitud para que hiciera un escarmiento con los judìos que seducìan "a nuestras mujeres alemanas". Hizo una nueva tentativa de escàndalo en la ceremonia de la boda, pero dos policìas sin uniforme, llevados alla con ese fin, lo expulsaron. Si tratamos de comprender lo que habìa tras esas manifestaciones de demencia, veremos que Hitler habìa tratado de sustituir simbòlicamente al padre en la conquista, por la violencia, de la "pura muchacha Nòrdica"; que esa conquista habìa fracasado; y que de pronto su padre habìa reaparecido para quitarle "su mujer alemana", con los rasgos de un Saujude repulsivo y victorioso. He aquì, pues, que el padre simbòlico le robaba y le profanaba a "su novia", como el padre real le habìa robado y profanado a su madre. No puede asombrar, despuès de esto, que el episodio haya desencadenado en el una sensaciòn de fracaso angustioso e insostenible, al que no podìa escapar sino hundièndose màs en el odio frenètico al judìo y los sueños paranoicos de destrucciòn en masa. Vèase también la incidencia de la profesiòn del novio judìo en el antisemitismo de Hitler: es caracterìstico que Hitler, en sus discursos ulteriores, haya empleado constantemente la palabra "judìo" como sinònimo de la palabra "riqueza"*1, cuando en Viena, sobre todo, donde se apiñaban todos los refugiados de los ghettos de Polonia, el porcentaje de los judìos pròsperos era ìnfimo en relaciòn con la poblaciòn judìa de la ciudad. El complejo de Edipo es, sin duda, menos universal de lo que pensaron ciertos freudianos, pero es difícil no admitir su existencia en este caso individual. De hecho, abundan las pruebas para demostrar què determinò en Hitler, en su infancia y juventud, conflictos psicosexuales de excepcional violencia. En ese sentido, y a la luz de lo que sabemos de las consecuencias, sobre las inclinaciones sexuales, de un complejo de Edipo mal resuelto, se plantea evidentemente la cuestiòn de la homnosexualidad de Hitler. No parece, segùn Gilbert, quien pudo interrogar sobre ese punto a sus ìntimos, que las historias sensacionales puestas en circulaciòn por los antinazis alemanes se hayan fundado en algo serio.

*1-¿Podra tener relacion comparativa ademas el hecho que su posible "tesoro" y el unico que podia haber conservado (el amor) tambien le fue "quitado" por un judio?.

Sin embargo, ciertos indicios provocan una impresiòn ambigua. A Greiner, que en Viena se alarmaba de verle frecuentar a homosexuales, Hitler le respondió: "No te hagas mala sangre. Soy demasiado tuberculoso para gustar a las mujeres o a los hombres". La respuesta es interesante y "rica". Visiblemente, elude la pregunta. La respuesta normal era: "No me atraen los hombres". Es significativo que Hitler no la dijera, y que en vez de responder sobre sus gustos sexuales hablara de su poder de seducciòn. Su respuesta, en limpio, puede resumirse así: "He renunciado a toda actividad sexual porque soy incapaz, en mi estado de salud, de gustar a los hombres o a las mujeres". Pero el estado de salud era una excusa falaz, porque Hitler no estaba tuberculoso, y la experiencia prueba que los tuberculosos pueden gustar. Nos queda, pues, una declaración de impotencia mal motivada, que excluye pràcticamente toda actividad eròtica, pero sin excluir a priori, y en un plano mental, los amores anormales. Podemos deducir, a falta de toda referencia segura que nos muestre en Hitler a un homosexual comprobado, que habìa en el por lo menos una homosexualidad latente, y que se revelaba, por ejemplo, en el hecho de que se apegaba poco a las mujeres (incluida Eva Braun) y mucho a los hombres *2. Ello es particularmente cierto de sus relaciones con los viejos compañeros de lucha, a los que perdonaba los peores desvìos con tal de que fueran fieles. Su actitud para con Rohm es, en este sentido, interesante, y por mas de una razòn. Antes de la conquista del poder, Frank tuvo que defender a Rohm, en un proceso por difamaciòn, contra la acusación de homosexualidad. Investigò, descubriò que la acusaciòn era fundada, y se lo dijo al Führer. Hitler respondiò que mientras Rohm no pervirtiera a muchachos de corta edad, ello no tenìa importancia. Rohm, por lo tanto, podìa tener todas las relaciones que quisiera con los jefe de las tropas de asalto: Hitler cerraba los ojos, mientras Rohm y sus jefes fueran fieles a el. En otros tèrminos, podian amarse como prefirieran, con tal de que se amaran "en Hitler". Y esa fidelidad no era solamente la ùnica virtud que el Führer exigìa de ellos, sino que definìa su honor, y en una escala màs amplia el honor SS (Meine Ehre heisst Treue).


*2-Tener en cuenta que en la politica y ejercito de epoca era muy normal que los hombres se rodearan de hombres, pero...


Es sabido còmo Rohm y sus acòlitos se "deshonraron", y se recuerda la orgìa de sangre que pagò esa defecciòn. Lo que interesa en grado sumo es que Hitler denunciò a Rohm, ante la faz de Alemania y del mundo, como un "repugnante homosexual". Puesto que no ignoraba las costumbres de Rohm antes de la purga, atribuyòse esa denuncia a la duplicidad que habìa demostrado tantas veces. Pero esa es, a mi juicio, una explicaciòn superficial. Hitler se habìa sentido traicionado por la camarilla homosexual de Rohm, y en su lògica de perseguido paranoico había deducido de ello, en el acto, que Rohm lo habìa traicionado porque era homosexual, y que todos los homosexuales, por consiguiente, eran traidores natos, y perfectamente incapaces de fidelidad y de honor. Lo que explica el hecho de que, mas tarde, ubicò a los homosexuales entre los enemigos del Estado nazi, y los enviara, marcados de un triàngulo rosado, a los campos de exterminio. Vemos asi como funcionaba su espìritu, y segun què logica demente: dado que odiaba a su padre y que un medio judìo le habìa "quitado" la mujer que amaba, todos los judìos debìan perecer; y como Rohm, que lo habìa traicionado, era homosexual, todos los homosexuales debìan ir a pudrirse en los campos de concentraciòn. Los amores de Hitler y de Eva Braun no contradicen este anàlisis. Su doble y dramàtico suicidio en el Bunker de Berlìn, ha impresionado, por su caràcter sensacional, la imaginaciòn de las masas e inclinado los espìritus a atribuir mas importancia a esos amores de la que realmente tuvieron.

Ese caràcter sensacional ha sido sin duda voluntario en el Führer, hàbil director de escena, y es evidente que se sirviò, en este ùltimo acto, de Eva Braun, para introducir en su suicidio una nota idìlica, en poderoso contraste con la sangre y los horrores del "crepùsculo de los dioses". En realidad, segùn los testimonios de los ìntimos de Hitler, y sobre todo por Baldur von Schirach, cuya esposa estaba vinculada estrechamente a Eva Braun, èsta no tenùia en la vida del Führer el ascendiente que parece concederle ese desenlace teatral. La impresiòn de von Schirach y su esposa, en ese sentido, es que era mas bien una muñeca decorativa, a la que Hitler usaba para imprimir un aspecto normal a su vida privada, y que, por otra parte, las relaciones de la pareja no eran precisamente "normales". Màs interesante es aun, en mi criterio, la profesiòn que ejercìa Eva Braun cuando Hitler dio con ella: era modelo, como la muchacha de Viena. Podenmos pensar que no fue una simple coincidencia, sino que esa circunstancia ha sido, por el contrario, decisiva en la elecciòn que Hitler hizo de ella; gracias a la identidad de profesiones, el se anotaba un desquite simbòlico sobre su fracaso vienès. Las relaciones de Hitler con su joven sobrina son menos conocidas que sus amores con Eva, pero tienen un interés mayor, y concluyen notablemente el retrato del hombre privado que aqui se procura trazar. Poco antes de asumir el poder, Hitler vivìa en casa de una media hermana y la hija de èsta, Gelii Raubal. Segùn el testimonio de Otto Strasser, Hitler habría asediado a su sobrina, o más exactamente, le habría hecho proposiciones de un carácter especial. Geli confesó a Otto Strasser que su tío se irritó locamente un dia, y la encerrò con llave en su cuarto porque ella rehusaba someterse a "pràcticas increibles". Poco despuès, un tal Padre Semple vendiò al tesorero del partido nazi una carta que no dejaba dudas sobre este episodio. Ademàs, un periodista llamado Gehrlich habìa "olido" el asunto, metio la nariz y consiguiò reunir ciertas informaciones. El 18 de setiembre de 1931 la hermosa Geli fue hallada muerta de un balazo, y segùn Otto Strasser, Hitler habìa confesado a su hermano, Gregor Strasser, que habìa matado a la muchacha. Estaba fuera de sì de pena y de desesperaciòn, y a Gregor le costò trabajo impedirle que se matara. Sin embargo, el juez encontrò que se trataba de un "suicidio por accidente", y Geli fue sepultada en la iglesia. Es difìcil llegar a la certeza sobre este punto, pero una circunstancia invita a reflexionar. El Padre Semple, Gehrlich y Gregor Strasser, fueron los tres liquidados poco después, con motivo del asunto Rohm, en el que, evidentemente, no tenían nada que ver. Es probable que Otto Strasser habrìa sido tambièn asesinado si Hitler hubiera sabido que el habìa recibido las confidencias de Gregor. Otto, en todo caso, se sintiò en peligro y se refugio en el extranjero. Los diarios de la oposiciòn antinazi se apoderaron del asunto Geli, y sin acusar a Hitler de haberla matado, publicaron que Geli se había suicidado ante las "proposiciones infames'' de su tìo. Gilbert interrogo a Goering, en la prisiòn de Nuremberg, sobre esa muerte misteriosa, y la respuesta de Goering es interesante: asegurò que el suicidio habìa sido puramente accidental. Geli, que debìa salir esa noche, habìa tomado el revòlver de Hitler y la bala saliò por casualidad. Goering repitiò varias veces que el suicidio fue accidental y que podìa jurarlo, porque llegò al lugar a los pocos minutos.


Gilbert indica con razòn que esa version hace las cosas aun màs sospechosas, porque confirma que el tiro habìa sido disparado con el revòlver de Hitler, y que Goering llego inmediatamente. Es posible que Hitler, en su confusiòn, haya llamado a Goering, en quien podìa tener una confianza plena, y que fuera Goering quien imprimiera al asesinato la apariencia de un suicidio. Era difìcil, para Goering, confesar su complicidad en ese crimen pasional; y, por lo demàs, en el proceso de Nuremberg sostenìa una actitud de lealtad perfecta para con el Führer, y esa lealtad excluìa una confesiòn semejante. En todo caso, Frank y Goering, interrogados por Gilbert, confirmaron la versión de Otto y Gregor Strasser en cuanto a la desesperaciòn y a las ideas de suicidio que se apoderaron del Führer a la muerte de Geli. Paso dos días lloràndola sin tomar alimento alguno, y Goering hubo de arrancarle de allì casi a la fuerza para llevarlo a Hamburgo, donde habìa de pronunciar un gran discurso polìtico. Ambos hombres se detuvieron por el camino en un hospedaje para pasar la noche. A la mañana siguiente, segùn el relato que Goering hiciera a Gilbert, sirviòse jamòn en el desayuno, y Hitler de pronto alejò el plato diciendo: "Es como si comiera de un cadàver". Y a partir de ese instante, a pesar de cuanto se hizo por debilitar su decisiòn, nunca màs tocò carne. Esa autoprohibiciòn sùbita y definitiva se asocia, evidentemente. al recuerdo obsesivo de la joven muerta. Como se recordarà, Hitler habìa mordido a la muchacha de Viena, y puede pensarse que el mordisco formaba parte de esas inclinaciones sexuales que habìan asustado a Geli como las demàs practicas sadicas. Pero el sentido simbòlico es aqui, probablemente, mas importante que el sentido literal. La extraña declaración de Hitler significaba, evidentemente, que "Renunciara a la carne" para castigarse por la muerte de Geli; pero que renunciaba simbòlicamente, sustituyendo por el sacrificio de un alimento el de sus preferencias sexuales. Del mismo modo, el sacerdote antiguo sustituìa por un animal la vìctima humana. Vemos en este punto el caràcter de sacrificio del vegetarianismo de Hitler y el aspecto primitivo de su sentimiento religioso: apaciguaba a los dioses, pero econòmicamente. Una vez que "sacrifico" la carne, quedò de nuevo en paz con su conciencia; y podìa recomenzar su vida y su lucha, aun despuès de la muerte de Geli. Es interesante recordar, a propòsito de la actitud de Hitler para con su sobrina, a la que llevaba 20 años, que su padre habìase casado con una ahijada que era, tambièn, 20 años menor que el. En ambos casos vemos a un hombre de mas de 40 años abusar de la familiaridad que le conceden, ante una muchacha, los vìnculos de parentesco. Y podemos pensar que aquì , como en la violaciòn frustrada de la modelo vienesa, la imitaciòn del padre, el deseo de rivalizar con el, actuaron en Hitler más o menos conscientemente.

Pero la imitaciòn no se referìa solamente, como en Viena, a la forma de acercamiento sexual (violenta, lo hemos visto, tanto con Geli como con la modelo) sino, en forma mas interesante, sobre la elecciòn del objeto. Evidentemente es esencial el caràcter incestuoso de ese objeto. Puede parecer paradòjico, a primera vista, dada la juventud de Geli, que Hitler haya transferido a su sobrina la fijaciòn amorosa con su madre. Pero, en realidad, el volvìa a colocarse en la situaciòn del padre cuadragenario que se casaba con su ahijada veinte años menor. Geli, en otros tèrminos, era su madre en la època en que su padre habia abusado de la juventud de su ahijada. Esa es una razòn para pensar que fue el, efectivamente, quien asesinò a Geli. La matò, probablemente, en un acceso de rabia frenètica, cuando vio que ella lo rechazaba, y que el fracasaba donde su padre habìa triunfado. Matarla, entraba en la logica de su pensamiento paranoico, porque esa era para el una derrota capital, probablemente la mas grave de su vida privada, y Hitler, lo hemos visto, no podìa sufrir un fracaso sin proyectarlo inmediatamente en rencor por los otros y deseo de destruir a los otros. Pero, muerta Geli, tuvo un momento de desesperaciòn. Comprendiò que habìa "matado" a su madre, y que esa muerte le quitaba para siempre toda posibilidad de remplazar simbòlicamente a su padre. No es asombroso, en esas condiciones, que haya pensado en el suicidio. Si, desdichadamente para el mundo, no cumplió ese proyecto, es porque desde muchos años atràs se habìa desviado cada vez mas de su vida privada para identificar su fracaso con el de Alemania. En ese plano se jugarìa en adelante su partida contra el padre, y el suicidio, en caso de ser vencido, se impondrìa, como se impuso de hecho en el Bunker de Berlìn. Es caracterìstico que la identificaciòn de su "Yo" con Alemania llegara, en esa època, a ser tan total, tan mìstica, que no imagino un solo instante la posibilidad de que Alemania pudiera sobrevivirle, e impartiò òrdenes para la destrucción completa del pueblo alemàn, "porque no habia conseguido probar su superioridad sobre los otros pueblos". La muerte de Geli, que precediò en pocos años a la purga Rohm, es importante, porque cortò el ùltimo lazo que unìa a Hitler con su propia vida privada, y las posibilidades de apaciguamiento y de satisfacciòn que le quedaban en ese orden de cosas. Es posible que si Geli hubiera aceptado las pretensiones de su tìo, la faz del mundo habrìa cambiado.<<<<

Y esa es la introducción general que el libro hace con respecto al estudio psicoanalítico de Hitler, tratando las cuestiones mas intimas de AH con investigaciones que aportan luz (que por otro lado puede ser refutada de varias maneras eso lo vera cada uno) a la intrincada forma de ser del personaje mas intrigante de la historia. ¿Se podra llegar a alguna conclusion final? Lo veremos mas adelante.



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Mensaje por José Luis » Jue Ene 24, 2008 9:29 pm

¡Hola a todos!

Mi estimado Shindler,

Esa introducción es una clara invitación para rechazar de plano la lectura de ese libro desde un punto de vista histórico. Tanto el supuesto de la seducción de la abuela de Hitler por un judío (la cuenta de Frank) como la cuenta del pintor Greiner son mitos ya desmontados hace tiempo. En este sentido, los autores ya parten de unos presupuestos históricos falsos.

Pero veamos que dicen en su psicoanálisis. La cosa promete :wink:

Si lo tienes a bien, intenta ser más sintético, casi mejor dando las conclusiones finales de esos autores. Gracias.

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Mensaje por Eckart » Jue Ene 24, 2008 10:25 pm

José Luis escribió:Esa introducción es una clara invitación para rechazar de plano la lectura de ese libro desde un punto de vista histórico. Tanto el supuesto de la seducción de la abuela de Hitler por un judío (la cuenta de Frank) como la cuenta del pintor Greiner son mitos ya desmontados hace tiempo. En este sentido, los autores ya parten de unos presupuestos históricos falsos.
Y, además, la mayoría de las premisas en las que se apoyan los argumentos del estudio -hasta ahora- son supuestos y probabilidades, como puede verse fácilmente.

Pero, igual que dice José Luis, será interesante ver cual es el sicoanálisis que ofrecen los autores.

Un saludo.
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Mensaje por Shindler » Jue Ene 24, 2008 10:44 pm

José Luis escribió:
Esa introducción es una clara invitación para rechazar de plano la lectura de ese libro desde un punto de vista histórico. Tanto el supuesto de la seducción de la abuela de Hitler por un judío (la cuenta de Frank) como la cuenta del pintor Greiner son mitos ya desmontados hace tiempo. En este sentido, los autores ya parten de unos presupuestos históricos falsos.
Amigo Jose luis humildemente puedo pedirte que me indiques en dónde puedo yo enontrar acotaciones a estos mitos? Es que no tengo nada sobre AH que hable sobre eso es mas este es mi primer libro que leo sobre el (me atrajo el título) y no quiero meter la pata en el próximo item que es "El complejo de Edipo". :roll:

Pero no me rindo eh :twisted:



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Mensaje por 22 kilometros » Jue Ene 24, 2008 10:48 pm

Estoy de acuerdo con vosotros sobre la conveniencia de sintetizar los conceptos y alcanzar unas conclusiones exegéticas finales,pero a mí,la verdad,a lo mejor porque soy un poco amarillista y me gustan las leyendas sobre la vida de Hitler----aunque están infundadas la inmensa mayoria como bien dice Jose Luis y dije yo unos post más atrás ,después de referir precisamente una de ellas,la de la presunta sífilis----,me está resultando muy amena la exposición de Shinder y me gustaría que siguiese a su ritmo....Lo dicho,es que soy un poco dado a los cotilleos apartados de la Historia oficial.Concretamente,me atrae todo lo concerniente al "affaire Geli Rauval",un tema sobre el que he indagado mucho y he encontrado poco.Seguramente,todo se basa en habladurias sin fundamento,pero propongo que dejemos a nuestro compañero Shinder proseguir a su estilo.A mi me está gustando.Y tampoco hay prisas.Al final de la exposición ya habra tiempo de deslindar lo que sin duda son habladurias de la verdad documentada.animo a Shinder a continuar,por favor.
Salu2.

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Mensaje por José Luis » Jue Ene 24, 2008 11:10 pm

Shindler escribió:
José Luis escribió:
Esa introducción es una clara invitación para rechazar de plano la lectura de ese libro desde un punto de vista histórico. Tanto el supuesto de la seducción de la abuela de Hitler por un judío (la cuenta de Frank) como la cuenta del pintor Greiner son mitos ya desmontados hace tiempo. En este sentido, los autores ya parten de unos presupuestos históricos falsos.
Amigo Jose luis humildemente puedo pedirte que me indiques en dónde puedo yo enontrar acotaciones a estos mitos? Es que no tengo nada sobre AH que hable sobre eso es mas este es mi primer libro que leo sobre el (me atrajo el título) y no quiero meter la pata en el próximo item que es "El complejo de Edipo". :roll:

Pero no me rindo eh :twisted:



Gracias por estar
¿Por qué habrías de meter la pata? Tú no has escrito ese libro. Además, tampoco la han metido los autores, que, según creo, no son historiadores, y su libro, igualmente creo, es de 1973. No se trata de meter la pata, sino de que ciertos testimonios y teorías se han demostrado carecer de fundamentos.

Para la cuenta de Frank puedes ver el siguiente topic que abrí ya hace bastante tiempo:

viewtopic.php?t=2279

En cuanto a Greiner, Ian Kershaw, por ejemplo, escribe en la página 54 de su primer tomo sobre Hitler (Península):

[Un quinto testimonio de un supuesto testigo directo, el de Josef Greiner, recogido como los demás muchos años después de los hechos a los que se refería, lo ha utilizado la mayoría de los historiadores al tratar de esa parte de la vida de Hitler, pero es, en realidad, aunque no del todo sí mayoritariamente, una invención, tan absolutamente viciada y desacreditada que hay que prescindir de él].

Si quieres leer una biografía sobre Hitler tienes un montón de obras. Que yo sepa tienes en español las de Kershaw, Fest y Bullock. Cualquiera de ellas te servirá, son tres clásicos.

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Mensaje por Shindler » Jue Ene 24, 2008 11:32 pm

Muchas gracias Jose Luis, lo he leído y por lo que veo es cierta la telas de entramadas dudas que existe al respecto. Ahora bien ¿La supuesta sangre judía que pudiera correr por las venas de AH lo haría odiar más a los "Judios" ? o mejor aún ¿El hecho de que esos rumores corrieran por toda Alemania no lo harían odiar aún más a los "judíos" ( "¿Como pueden dudar de mi origen ario y compararme con...? ) ? ¿Pudo eso detonar aún más su afan por el exterminio? Realmente Jose Luis IMPRESIONANTE ya me ha picado el bichito, prometo continuar y... Te vi Eckart :!:
Eckart escribió:Conociendo la mentalidad maniática e hipocondríaca de Hitler, no es nada aventurado dar por hecho que durante toda su vida, y dado sus poco comunes antecedentes familiares, le obsesionara de algún modo la posibilidad de tener algún antepasado judío.
:mrgreen:


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Mensaje por Eckart » Jue Ene 24, 2008 11:37 pm

Bien, Shindler, lo que tú quieras.
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Mensaje por Shindler » Jue Ene 24, 2008 11:46 pm

Eckart escribió:Bien, Shindler, lo que tú quieras.
No me des la razon como a los locos :sgm40: ¡Es broma! Por otro lado creo que Frank jugaba entonces su papel de defensor del Diablo, quien sabe los favores que pudo o no haber obtenido de AH (no sigo pues creo que estaría mejor en el topic abierto por JL solo hago esta aclaración y opinión para reconocer los errores).



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Mensaje por José Luis » Vie Ene 25, 2008 12:12 am

Joseph Greiner escribió su libro en 1947 (Das Ende des Hitler-Mythos-El Fin del Mito Hitler). Según Brigitte Hamann, Hitler’s Viena: A Dictator’s Apprenticeship (Oxford University Press, 1999), pp. 194-5, el libro fue escrito justamente para “causar sensación”, proporcionando una imagen horrible del joven Hitler, “con todo tipo de detalles de mal gusto, justo lo que la gente deseaba oír después de 1945”. Así por ejemplo, la historia del intento de violación y golpeo de una modelo de Greiner por parte de Hitler, o la prostituta de Leopoldstadt que le había contagiado de sífilis (eso a pesar del hecho de que los resultados del text Wassermann en 1940 a Hitler demostraron más allá de toda duda que Hitler jamás había padecido esa infección). Pero quizás lo más sugestivo del libro de Greiner fue la historia de que Hitler no se suicidó, tal como se había afirmado, sino que había escapado de Berlín el 30 de abril de 1945 en un helicóptero.

En 1956 Franz Jetzinger demostró que el libro de Greiner era una sarta de mentiras. De hecho, igualmente según Hamann, Greiner publicó en marzo de 1938 un panfleto de 39 páginas titulado Su Batalla y Victoria: Un Recuerdo de Adolf Hitler, donde Greiner afirmaba haber conocido a Hitler en el año 1912. No había una sola palabra sobre 1907, ni sobre la muerte de Klara Hitler, ni nada de lo que Greiner había de publicar en 1947.

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Mensaje por vikingo-0001 » Vie Ene 25, 2008 12:16 am

Hitler fue diagnosticado como maniaco depresivo, como dijo un compañero anteriormente, por lo tanto si tenia una enfermedad mental. Se juntaron muchas cosas para que el " Hacer Historia".

- Su empuje casi enfermiso por lograr sus metas.
- Su poder de Oratoria.
- La situación politica y economica de Alemania.
- Muchos colaboradores que al principio fueron muy eficientes para alcanzar el poder politico-militar:
*- Rohm
*- Himmler
*- Goering
*- Hess
*-Goebbels (Creador del Mito)

Fueron muchos los factores que hicieron de este hombre el personaje más importante del SIGLO 20. Hitler no estaba loco, pero tampoco estaba 100% sano mentalmente.

Si los gobernantes y lideres que han dejado, o pueden dejar una estela de atrocidades sociales, actúan bajo la condición mental denominada psicosis o locura, o por el contrario son totalmente responsables de sus actos, ha sido para la ciencia de la conducta un tema de investigación y controversia. Si es el primer caso, lo imperativo seria que la sociedad promueva la hospitalización psiquiátrica, y más hoy en día que se cuenta con excelentes esquemas farmacoterapeuticos. En la segunda situación, lo determinante es que la sociedad evite que gobiernen, o le imponga severas sanciones por sus actos. Pero en los dos casos, es de sentido común prevenir el futuro nefasto, y por un derecho social elemental, el ciudadano debe averiguar, exigir y conocer el estado mental y la conducta psicosocial de los aspirantes a regir los destinos de miles de humanos.

Esta semana acaba de publicar Oxford University Press un libro titulado Hitler: Diagnosis of a Destructive Prophet, cuyo autor es el Dr. Firtz Redlich, neurólogo y psiquiatra, profesor de la universidad de California y Yale. Esta publicación, ya esta creando una interesante confrontación y reviviendo la polémica y desacuerdo entre historiadores si dada la maldad que Hitler perpetró es imposible no atribuirse a la enfermedad mental, o por el contrario no estaba loco y es totalmente responsable de sus actos. El New York Time lo señala como la obra más amplia sobre los aspectos psicológicos y médicos del Führer, Kershaw, profesor de historia en la Universidad de Sheffield en Inglaterra, quien publicara en enero-99, "Hitler 1889-1936: La arrogancia", dice de la obra: "La investigación más completa de la condición médica de Hitler."

Redlich durante diez años revisa y consulta material, analiza las notas del Dr. Theodor Morell, medico personal de Hitler, del Dr. Cunther, nazista y autor de la biografía medica de Hitler, de sobrevivientes del Holocausto, la poca historiografía existente de su niñez y los análisis psicoanalíticos hechos sobre el personaje Es así como construye una patobiografía y concluye que si bien Hitler no era ajeno a reacciones paranoicas, idea delirantes y síntomas psiquiátricos, no termina de encontrarse el conjunto de indicadores que permitan concluir en una categoría de enfermedad mental, y que sus múltiples problemas físicos que iban desde espina bífida, hipospadia, arteritis de células gigantes, hasta la enfermedad de Parkinson que sufrió en sus últimos días, tampoco se asocian con enfermedad mental. Como tal Redlich puntualiza que "Hitler conoció lo qué él hacía y lo eligió para hacerlo con orgullo y entusiasmo." "Y que los crímenes y errores no eran ocasionados por enfermedad mental."

Diferenciar que lleva a un ser a producir daño siempre a sido un tópico de gran controversia. La conducta humana es tan versátil que a pesar que se utilicen criterios técnicos para calificar y diferenciar la conducta enferma de la no enferma pero transgresora, la línea es tan indeleble, que las fronteras fácilmente se confunden. Unos de los méritos de este trabajo biográfico de Redlich es que deja un planteamiento para pensar en las conductas de los gobernantes como actos que no siempre están en esa línea indeleble, invitándonos a salirnos de esa limitación de seguir considerando que dado la complejidad de la conducta humana hay que aceptar que se empañe la objetividad y por más aberrantes que sean los actos, no todos tienen que ser asociadas a enfermedad mental. La conducta humana y los actos del gobernante deben ser vistos como ejercicios de su voluntad y libertad, a los cuales corresponde el reconocimiento o las severas sanciones por parte de la sociedad, pero sobre todo, el mensaje del libro puede ser usado como un antídoto para no seguir mitigando y empañando los efectos nocivos de usar con sentido jocoso o actitud de resignación el "bondadoso" y acomodaticio calificativo de loco o locura, desvirtuado las consecuencias dantescas que puedan tener en el ejercicio del poder un individuo que sin ser loco, si puede llevar a la sociedad a una especie de "psicosis social", a una profunda "melancolía comunitaria, o aumentar, además de los índices de mortalidad, la muerte social, eso que el sociólogo francés Durkheim, a inicios de siglo, llamó la anomia. Además, esas referencias ligeras y permisivas de describir a los aspirantes a regir los destino del país como "locos", "viejos"... solo pueden servir para dejar pasar y no ver el futuro promisorio que trae, el exigir de una forma implacable la total responsabilidad que todo aspirante a gobernar debe tener por sus promesas, actos y fortalezas culturales y educativas, más cuando con esto compromete el presente y futuro de niños, madres, ancianos y adultos, seres libres, con derechos y deberes sociales. Seres además plenamente responsables para elegir, no entre aspirantes "locos" o cuerdos, pero si escoger entre individuos con diferentes ideas, emociones y actos, que finalmente es de lo que va a depender que el gobernante entienda, liderice y gerencie un país donde se trace la gran meta indispensable y prioritaria para lograr cualquier futuro social desarrollado, rico, prospero y estable: La Salud Mental.

Luis José Uzcátegui
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Mensaje por José Luis » Vie Ene 25, 2008 12:34 am

vikingo-0001 escribió: Esta semana acaba de publicar Oxford University Press un libro titulado Hitler: Diagnosis of a Destructive Prophet, cuyo autor es el Dr. Firtz Redlich, neurólogo y psiquiatra, profesor de la universidad de California y Yale.
Estimado vikingo,

Hay que acostumbrarse a citar con cierta propiedad las fuentes. Tal como expones el resumen que ha hecho el autor que citas al final de tu post (Luis José Uzcátegui), sin dar más detalles, cualquiera que lea esta reseña puede pensar que el libro de Redlich ha sido publicado "esta semana" de 2008, cuando se publicó en el año 2000.

Para evitar estas posibles confusiones, debe citarse además del nombre del autor, la fecha y el medio donde ha realizado su reseña.

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Mensaje por Eckart » Vie Ene 25, 2008 12:48 am

vikingo-0001 escribió:Hitler fue diagnosticado como maniaco depresivo, como dijo un compañero anteriormente, por lo tanto si tenia una enfermedad mental.
Ojo, dije que algunos le han diagnosticado postmortem manía depresiva, pero los dianósticos pueden ser correctos o equivocados, y más en un analisis posicológico postmortem. Por eso andamos por aquí discutiendo sobre ello. No es conveniente decir que si se le ha diagnosticado un problema mental 60 años depués, ha de tenerlo indudablemente. Hermann Rauschning dijo de Hitler que sufría de delirios y echaba espumarajos por la boca mientras convulsionaba sobre su cama de vez en cuando. Si tenemos que creer todo lo que se dice...

Recuerdo haber visto uno de estos diagnósticos de trastorno bipolar en un reportaje de televisión, pero no recuerdo el nombre (ni conozco el currículum) del psicólogo que lo hizo. Como es habitual en un reportaje divulgativo, la explicación era escasa y simple: giraba en torno a la afinidad que tenía Hitler con el suicidio (pensamiento habitual, pero no exclusivo, en tal tipo de pacientes), entre algunas otras cosas. Pero no recuerdo bien.

Un saludo.
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