Una escalera dorada hacia el liderazgo de Gran Bretaña
En el duro verano de 1940 Gran Bretaña había sido bendecida como pocas naciones lo habían sido en tiempos difíciles. El nuevo primer Ministro Winston Leonard Spencer Churchill, el país tenia un líder como estilo, temperamento y experiencia le convirtieron en el líder ideal para tiempos de Guerra, el hombre mas indicado para hacerse cargo de un país muy golpeado, el momento que la Luftwaffe del mariscal del reich Hermann Goring se disponía a atacar a gran Bretaña hasta obligarlo a las rendición.
A Churchill le encantaba el poder y el mando y también una buena batalla. Era tremendamente enérgico y competitivo y siempre había buscado destacar, no solo en su carrera si no en una gran variedad de actividades como la pintura, el polo, la escritura y la caza. De niño se abrió paso un poco ortodoxa en Harrow, negándose tercamente latín y matemáticas, luego fue a la academia de militar de Sandhurst, sirvió entusiasta como oficial en la india y ocupo un escaño en el parlamento a la edad de 26 años. En 1911 con apenas 37 años se convirtió en el máximo jefe de la Royal Navy inaugurando su revolucionaria arma del aire y aprendiendo a volar en el proceso.
Churchill también fue un oportunista perspicaz a quien durante su carrera política, no le importo cambiar de partido cunado lo creyó conveniente. Finalmente fue egoísta devoto y extravagante, amante de la ropa elegante y de los sombreros llamativos, para quien la megalomanía era la única forma de cordura.
En parte como le gustaba llamar la atención, como primer ministro Churchill corrió frecuentemente y deliberadamente terribles riesgos personales. Pero la gente lo admiraba por ello y admiraba su desden hacia el peligro. Una vez cuando una bomba alemana cayo cerca de su coche y estuvo apunto de volcarlo se permitió incluso bromear;”Debieron ser mis kilos lo que mantuvieron el coche recto”.
Normalmente, la reacción de Churchill a lod bombardeos alemanes era mucho mas belicosa y vengativa. Una vez después de la inspección de los daños ocasionados por un bombardeo en Londres “Cuando volvimos al coche la gente estaba encolerizada, de le su merecido gritaban que reciban lo mismo me comprometí a que se cumpliesen sus deseos” conto Churchill mas tarde y ciertamente cumplí con mi promesa.
Continua
![Arrow :arrow:](./images/smilies/icon_arrow.gif)