Todo su coraje no fue suficiente. El 24 de agosto, el U-185 fue detectado por aviones norteamericanos y atacado varias veces. Esos aviones procedían de uno de los nuevos portaaviones auxiliares (USS Core):
- Primero lo sorprendió en superficie un Grumman Wildcat, que lo ametralló. Todos los tripulantes y el oficial de guardia de la torre, siete hombres en total, murieron.
- Instantes después, llegó un Avenger que lanzó sobre el sumergible una carga de profundidad que abrió un enorme agujero en el casco.
- Como Maus luchaba denonadamente por mantener su buque y evitar que se fuera a pique, fue nuevamente atacado, ametrallado por el mismo Wildcat y alcanzado por una segunda carga del Avenger.
El interior del U-185 era una pesadilla pues al inundarse la parte baja del buque, el ácido de las baterías entró en contacto con agua marina liberándose gas clorhídrico que mató a muchos hombres de forma agónica e intoxicó a casi todos los demás.
Queda descrito para la historia el valor del capitán Horst Höltring. Yacía inmóvil en un camastro, herido desde el ataque a su buque, el U-604. A su lado, cayó sufriendo como un condenado un marino del U-185, envenenado por el gas cloro. Höltring sacó su P38 reglamentaria, y acabó de un disparo con el sufrimiento de aquel hombre. Luego, volvió la psitola contra sí mismo y acabó con su corta vida.
Estos episodios fueron presenciados por varios tripulantes que a la carrera consiguieron llegar hasta la escotilla de la torre y saltar al exterior, al mar. Un destructor norteamericano rescató treinta y seis hombres, 28 del U-185 y 9 del U-604. Maus sobrevivió.
Un superviviente es izado a un destructor portando aún su respirador
El único de los tres submarinos que consiguió llegar a casa, fue el U-172, que hábilmente dirigido por Emmermman, eludió como pudo ataques de escoltas y aviones durante 8000 km. Aún así, llegó renqueando y al límite de su resistencia.
Carl Emmermman, consiguió hundir a lo largo de su carrera 27 barcos enemigos, con 152.904 toneladas. Recibió la Cruz de Caballero el 27 de noviembre de 1942 y las Hojas de Roble el 4 de julio de 1943. Nacido en Hamburgo, se había alistado en la marina con sólo 19 años. (Cuando sucede la tragedia narrada, tenía sólo 24 años). Sobrevivió a la guerra, estudió una ingeniería en la Alemania de la posguerra y se convirtió en un próspero hombre de negocios. La suerte le sonrió después de todo.
Tres camaradas, tres submarinos y su tripulación. Hicieron todo lo posible los unos por los otros, arriesgando sus propias vidas. Nadie abandonó a nadie mientras hubo oportunidad.
Sólo el U-172 regresó.