¡Hola a todos!
¿Cuál es el origen de la teoría de que el incendio del Reichstag no fue obra de un único incendiario (Marinus van der Lubbe), sino de varios incendiarios? La pregunta es crucial porque fue en base a esta idea de donde surgió, en primer lugar, la teoría de la conspiración comunista esbozada por los nazis, y, como reacción, la teoría de la conspiración nazi esbozada inicialmente por los comunistas.
El origen está en Göring en la misma noche del incendio. Cuando fue enterado de que el Reichstag estaba ardiendo, lo primero que pensó fue que la causa debía ser algún descuido o algo similar. Pero cuando llegó al Reichstag, nada más escuchar a alguien hablar de "incendio provocado", quedó convencido inmediatamente de que los comunistas eran los autores del mismo. Cuando le informaron de que se había atrapado con las manos en la masa a un holandés dentro del Reichstag, lo calificó en el acto como uno de los autores comunistas. A partir de ese momento (21.35-21.40 p.m. del 27 de febrero), Göring puso en circulación la teoría de la conspiración comunista. Como para sostener una acusación de conspiración es necesario que estén involucradas en el delito varias personas, el siguiente paso era demostrar que el holandés no podía haber causado el incendio por sí solo y sin ayuda. De ahí que se arrestaran al diputado comunista alemán Torgler y a los tres comunistas búlgaros. La investigación debía probar un vínculo entre el holandés Marinus y estos cuatro comunistas, así como la imposibilidad material de que Marinus pudiera incendiar solo y sin ayuda el Reichstag.
Ahora bien, al hacer esta acusación pública e insistir en que habían sido varios los autores del incendio, Göring puso en marcha toda la maquinaria policial (que comenzó con el arresto de miles de comunistas desde la misma noche del incendio y en los días siguientes), política y judicial que, a su vez, provocó la reacción comunista fuera de Alemania para fabricar otra teoría, la de la conspiración nazi, que fue la opinión que finalmente resultó dominante en los más importantes medios de comunicación internacionales antes, durante y después de la celebración del juicio contra los cinco acusados del incendio del Reichstag ante la Sala Cuarta de lo Penal del Tribunal Supremo Alemán de Leipzig. Pero, además, condicionó en gran medida la investigación policial, la instrucción judicial y el propio desarrollo del juicio porque en estos tres procesos se notó la presión nazi del gobierno (Hitler, Göring y Frick) y del aparato de propaganda del NSDAP (Goebbels) con el fin de que se demostrara que el incendio había sido obra de los comunistas y que no podía haber sido cometido por un único hombre, van der Lubbe, sino por varios.
En otras palabras, para poder mantener la convicción nazi de que el incendio del Reichstag había sido obra de una conspiración comunista era necesario demostrar que en su organización y ejecución estaban involucradas varias personas, pues de lo contrario, si el incendio se debía exclusivamente a la acción de van der Lubbe, entonces ya no había conspiración de ninguna clase que pudiera mantenerse en pie.
Ahora bien, el punto central de intentar demostrar que el holandés no podía haber actuado solo y de su propia cuenta no fue algo que surgiera de forma natural en la investigación inicial llevada a cabo por la policía. Los dos principales oficiales de la policía política prusiana (que más tarde se convertiría en la Gestapo) encargados por Göring de la investigación policial del incendio y de los interrogatorios a van der Lubbe, el detective-inspector Helmut Heisig y el detective-inspector Dr. Walter Zirpins, concluyeron que el holandés había actuado solo.
Por tanto, los intentos realizados durante la investigación policial posterior, la instrucción judicial y el juicio resultante de Leipzig encaminados a encontrar y presentar pruebas que demostrasen -además de la conexión de van der Lubbe con los comunistas- que el incendio no podía haber sido causado por una única persona no fueron el producto de la evidencia obtenida por Heisig y Zirpins, sino en contra de esa evidencia.
Ahora, en todos y cada uno de los 57 días que duró el juicio de Leipzig (iniciado en Lepzig, mediado en Berlín y finalizado en Leizig) la acusación fue incapaz de presentar la más mínima prueba de una conexión entre Marinus y cualquiera de los otros cuatro acusados. Por otra parte, sólo se aceptaron las declaraciones y teorías fantásticas de los "expertos" técnicos (principalmente, Jesse y Schatz) que defendían la imposibilidad material de un único incendiario, mientras que se rechazaron las declaraciones y teorías de los expertos técnicos (incluso las recogidas en los informes policiales) que las contradecían. Fue un juicio político desde su comienzo, donde no interesaba tanto la verdad como el objetivo de probar la conspiración comunista. Al final, sólo se pudo condenar a Marinus, exonerando a los otros cuatro comunistas acusados. Pero el veredicto confirmaba también, sin prueba alguna, la conspiración comunista.
En términos mediáticos, el juicio fue un éxito para los comunistas, pues la mayor parte de la prensa importante de Reino Unido, Francia, Países Bajos y Estados Unidos compró la versión de la conspiración nazi fraguada antes de la celebración del juicio de Leipzig por el equipo de Münzenberg en París con la publicación del Brown Book el 1 de agosto de 1933. La teoría de la conspiración nazi en el Incendio del Reichstag fue la opinión -popular y académica- dominante hasta 1959-1962, cuando fue totalmente desmontada por Fritz Tobias, quien, en base a la evidencia disponible, argumentó que ni los nazis ni los comunistas habían tenido nada que ver con la autoría del incendio, obra exclusiva de Marinus van der Lubbe.
He consultado prácticamente todos los libros y artículos periodísticos más importantes publicados en Alemania y fuera de Alemania por los detractores de Fritz Tobias, incluido el último (Benjamin Carter Hett), y no he encontrado en ninguno de ellos ni una sola prueba que refute las pruebas y argumentos de Tobias. Pese a que en 1991 se hizo disponible todo el material (Fondo 551, si recuerdo bien) de la investigación policial y judicial, y del juicio de Leipzig que había sido incautado por los soviéticos, posteriormente enviado a la República Democrática de Alemania y finalmente, tras la reunificación, a la República Federal de Alemania, todo ese material, si bien ha servido para concretar ciertas cuestiones, no ha proporcionado a los defensores de la conspiración nazi nada que no se conociera ya con anterioridad. En otras palabras, los defensores de la teoría de la conspiración nazi no han hecho otra cosa que seguir bebiendo de las patrañas vertidas en el Brown Book, dándole nuevos giros especulativos que, en última instancia, sólo han alargado un debate político e ideológico, no un debate histórico.
Culpar a los nazis del incendio del Reichshag supone para esta corriente ideológica (fundamentalmente comunista y socialista) una coartada para exonerar al pueblo alemán (que se supone engañado por los nazis) de su culpa en el apoyo dado a los nazis, y casa además con el mantra de demonizar a los nazis por todo. Al mismo tiempo, esta corriente ideológica considera a quienes defienden la tesis del "único perpetrador" como un intento de blanquear a los nazis. Así que yo, según este cuento, también estoy blanqueando aquí a los nazis. Me pregunto en qué lugar dejan el rigor académico de la disciplina histórica.
En lo que tengo conocimiento, la última "prueba" de los partidarios de la conspiración nazi salió a la luz pública 26 de julio de 2019, cuando el Hannoversche Allgemeine Zeitung, un diario de Hannover de la compañía editorial Madsack, publicó un artículo firmado por Conrad Meding, redactor del diario, con el título ‘Wer war der wahre Brandstifter?’* (“¿Quién fue el verdadero incendiario?”), del que pronto se hizo eco buena parte de la prensa internacional.
El artículo hace referencia a un documento notarial fechado el 8 de noviembre de 1955** y escrito por un antiguo miembro de la SA llamado Hans Martin Lennings (1904-1962). En este documento Lennings afirmó haber estado involucrado de alguna forma en el supuesto complot nazi que prendió fuego al Reichstag el 27 de febrero de 1933. Declaró que entre las ocho y las nueve de la noche del 27 de febrero de 1933 había recibido órdenes de Karl Ernst, el líder de la división SA del este de Berlín, para recoger a un joven en la sede de la SA en el área de Tiergarten del centro de Berlín y llevarlo al edificio del Reichstag. Junto con otros dos miembros de la SA y vestidos en ropa civil, llevaron al joven, que permaneció en calma y silencio durante el corto trayecto, a una entrada lateral del Reichstag, entregándolo a otro hombre de la SA, vestido igualmente de civil, quien, tras la entrega, les dijo que desaparecieran. Mientras que se iban, según Lennings, notaron un “peculiar olor a quemado” y vieron tenues pero visibles volutas de humo procedentes del Reichstag.
Cuando la foto de van der Lubbe apareció más tarde en los periódicos alemanes, Lennings lo reconoció como el joven al que habían llevado al Reichstag. Percatándose de que el joven estaba siendo acusado falsamente, ya que el fuego se había iniciado antes de que éste pudiera haber entrado en el edificio, Lennings protestó ante sus superiores, junto con otros miembros de la SA. Como resultado de su protesta fue arrestado y obligado a firmar una declaración falsa en la que reconocía estar equivocado. Pocos días después le levantaron el arresto gracias a la intervención del jefe de la SA, Ersnt Röhm.
En 1955 Lennings -temiendo ser imputado en un nuevo proceso judicial por el incendio del Reichstag, y, a instancias de su sacerdote- decidió hacer una confesión de su parte en el complot. Sin embargo, no fue hasta julio de 2019 que se descubrió este documento en el archivo del tribunal de distrito de Hannover, después de que se hubiera hallado una copia del mismo entre los documentos de Fritz Tobias en Berlín. Su autenticidad fue confirmada por la oficina del fiscal de Hannover y publicada por el diario local en la fecha arriba citada. Por tanto, el documento es del todo genuino; cuestión diferente es la veracidad de su contenido, pues está en contradicción con los movimientos incuestionables de Marinus en el día del incendio. Hett acusó a Tobias de ocultar este documento (pese a que el propio Tobias permitió consultar todo su material de archivo a Hett), en vez de preguntarse las razones de Tobias para no darlo a conocer; es decir, por sus evidentes contradicciones con los movimientos de Marinus. Además, los editores del diario consultaron la historicidad de su contenido con quizás el partidario más obsesionado con la conspiración nazi, infatigable buscador de "pruebas" durante gran parte de su vida: Hersch Fischler (1947), sociólogo y periodista alemán de Düsseldorf, coautor del libro Der Reichstagsbrand und der Prozess vor dem Reichsgericht (2005), cuyas tesis y acusaciones han sido refutadas por Kellerhoff.
El Incendio del Reichstag dejó de ser un debate histórico hace mucho tiempo, justo en el momento (1959-1962) en que los prejuicios ideológicos y políticos ganaron prioridad sobre la evidencia histórica y el rigor académico de su disciplina. A saber cuál será la próxima intentona de los detractores de la "tesis del perpetrador único" (Alleintäter-These) establecida por Tobias y defendida desde entonces por los mayores historiadores de Hitler y el Tercer Reich.
*Conrad Meding, ‘Wer war der wahre Brandstifter?’, Hannoversche Allgemeine Zeitung, 26 de julio de 2019, pp. 2-3.
** Wer war der wahre Brandstifter – HAZ – Hannoversche Allgemeine
Saludos cordiales
JL
¿Cuál es el origen de la teoría de que el incendio del Reichstag no fue obra de un único incendiario (Marinus van der Lubbe), sino de varios incendiarios? La pregunta es crucial porque fue en base a esta idea de donde surgió, en primer lugar, la teoría de la conspiración comunista esbozada por los nazis, y, como reacción, la teoría de la conspiración nazi esbozada inicialmente por los comunistas.
El origen está en Göring en la misma noche del incendio. Cuando fue enterado de que el Reichstag estaba ardiendo, lo primero que pensó fue que la causa debía ser algún descuido o algo similar. Pero cuando llegó al Reichstag, nada más escuchar a alguien hablar de "incendio provocado", quedó convencido inmediatamente de que los comunistas eran los autores del mismo. Cuando le informaron de que se había atrapado con las manos en la masa a un holandés dentro del Reichstag, lo calificó en el acto como uno de los autores comunistas. A partir de ese momento (21.35-21.40 p.m. del 27 de febrero), Göring puso en circulación la teoría de la conspiración comunista. Como para sostener una acusación de conspiración es necesario que estén involucradas en el delito varias personas, el siguiente paso era demostrar que el holandés no podía haber causado el incendio por sí solo y sin ayuda. De ahí que se arrestaran al diputado comunista alemán Torgler y a los tres comunistas búlgaros. La investigación debía probar un vínculo entre el holandés Marinus y estos cuatro comunistas, así como la imposibilidad material de que Marinus pudiera incendiar solo y sin ayuda el Reichstag.
Ahora bien, al hacer esta acusación pública e insistir en que habían sido varios los autores del incendio, Göring puso en marcha toda la maquinaria policial (que comenzó con el arresto de miles de comunistas desde la misma noche del incendio y en los días siguientes), política y judicial que, a su vez, provocó la reacción comunista fuera de Alemania para fabricar otra teoría, la de la conspiración nazi, que fue la opinión que finalmente resultó dominante en los más importantes medios de comunicación internacionales antes, durante y después de la celebración del juicio contra los cinco acusados del incendio del Reichstag ante la Sala Cuarta de lo Penal del Tribunal Supremo Alemán de Leipzig. Pero, además, condicionó en gran medida la investigación policial, la instrucción judicial y el propio desarrollo del juicio porque en estos tres procesos se notó la presión nazi del gobierno (Hitler, Göring y Frick) y del aparato de propaganda del NSDAP (Goebbels) con el fin de que se demostrara que el incendio había sido obra de los comunistas y que no podía haber sido cometido por un único hombre, van der Lubbe, sino por varios.
En otras palabras, para poder mantener la convicción nazi de que el incendio del Reichstag había sido obra de una conspiración comunista era necesario demostrar que en su organización y ejecución estaban involucradas varias personas, pues de lo contrario, si el incendio se debía exclusivamente a la acción de van der Lubbe, entonces ya no había conspiración de ninguna clase que pudiera mantenerse en pie.
Ahora bien, el punto central de intentar demostrar que el holandés no podía haber actuado solo y de su propia cuenta no fue algo que surgiera de forma natural en la investigación inicial llevada a cabo por la policía. Los dos principales oficiales de la policía política prusiana (que más tarde se convertiría en la Gestapo) encargados por Göring de la investigación policial del incendio y de los interrogatorios a van der Lubbe, el detective-inspector Helmut Heisig y el detective-inspector Dr. Walter Zirpins, concluyeron que el holandés había actuado solo.
Por tanto, los intentos realizados durante la investigación policial posterior, la instrucción judicial y el juicio resultante de Leipzig encaminados a encontrar y presentar pruebas que demostrasen -además de la conexión de van der Lubbe con los comunistas- que el incendio no podía haber sido causado por una única persona no fueron el producto de la evidencia obtenida por Heisig y Zirpins, sino en contra de esa evidencia.
Ahora, en todos y cada uno de los 57 días que duró el juicio de Leipzig (iniciado en Lepzig, mediado en Berlín y finalizado en Leizig) la acusación fue incapaz de presentar la más mínima prueba de una conexión entre Marinus y cualquiera de los otros cuatro acusados. Por otra parte, sólo se aceptaron las declaraciones y teorías fantásticas de los "expertos" técnicos (principalmente, Jesse y Schatz) que defendían la imposibilidad material de un único incendiario, mientras que se rechazaron las declaraciones y teorías de los expertos técnicos (incluso las recogidas en los informes policiales) que las contradecían. Fue un juicio político desde su comienzo, donde no interesaba tanto la verdad como el objetivo de probar la conspiración comunista. Al final, sólo se pudo condenar a Marinus, exonerando a los otros cuatro comunistas acusados. Pero el veredicto confirmaba también, sin prueba alguna, la conspiración comunista.
En términos mediáticos, el juicio fue un éxito para los comunistas, pues la mayor parte de la prensa importante de Reino Unido, Francia, Países Bajos y Estados Unidos compró la versión de la conspiración nazi fraguada antes de la celebración del juicio de Leipzig por el equipo de Münzenberg en París con la publicación del Brown Book el 1 de agosto de 1933. La teoría de la conspiración nazi en el Incendio del Reichstag fue la opinión -popular y académica- dominante hasta 1959-1962, cuando fue totalmente desmontada por Fritz Tobias, quien, en base a la evidencia disponible, argumentó que ni los nazis ni los comunistas habían tenido nada que ver con la autoría del incendio, obra exclusiva de Marinus van der Lubbe.
He consultado prácticamente todos los libros y artículos periodísticos más importantes publicados en Alemania y fuera de Alemania por los detractores de Fritz Tobias, incluido el último (Benjamin Carter Hett), y no he encontrado en ninguno de ellos ni una sola prueba que refute las pruebas y argumentos de Tobias. Pese a que en 1991 se hizo disponible todo el material (Fondo 551, si recuerdo bien) de la investigación policial y judicial, y del juicio de Leipzig que había sido incautado por los soviéticos, posteriormente enviado a la República Democrática de Alemania y finalmente, tras la reunificación, a la República Federal de Alemania, todo ese material, si bien ha servido para concretar ciertas cuestiones, no ha proporcionado a los defensores de la conspiración nazi nada que no se conociera ya con anterioridad. En otras palabras, los defensores de la teoría de la conspiración nazi no han hecho otra cosa que seguir bebiendo de las patrañas vertidas en el Brown Book, dándole nuevos giros especulativos que, en última instancia, sólo han alargado un debate político e ideológico, no un debate histórico.
Culpar a los nazis del incendio del Reichshag supone para esta corriente ideológica (fundamentalmente comunista y socialista) una coartada para exonerar al pueblo alemán (que se supone engañado por los nazis) de su culpa en el apoyo dado a los nazis, y casa además con el mantra de demonizar a los nazis por todo. Al mismo tiempo, esta corriente ideológica considera a quienes defienden la tesis del "único perpetrador" como un intento de blanquear a los nazis. Así que yo, según este cuento, también estoy blanqueando aquí a los nazis. Me pregunto en qué lugar dejan el rigor académico de la disciplina histórica.
En lo que tengo conocimiento, la última "prueba" de los partidarios de la conspiración nazi salió a la luz pública 26 de julio de 2019, cuando el Hannoversche Allgemeine Zeitung, un diario de Hannover de la compañía editorial Madsack, publicó un artículo firmado por Conrad Meding, redactor del diario, con el título ‘Wer war der wahre Brandstifter?’* (“¿Quién fue el verdadero incendiario?”), del que pronto se hizo eco buena parte de la prensa internacional.
El artículo hace referencia a un documento notarial fechado el 8 de noviembre de 1955** y escrito por un antiguo miembro de la SA llamado Hans Martin Lennings (1904-1962). En este documento Lennings afirmó haber estado involucrado de alguna forma en el supuesto complot nazi que prendió fuego al Reichstag el 27 de febrero de 1933. Declaró que entre las ocho y las nueve de la noche del 27 de febrero de 1933 había recibido órdenes de Karl Ernst, el líder de la división SA del este de Berlín, para recoger a un joven en la sede de la SA en el área de Tiergarten del centro de Berlín y llevarlo al edificio del Reichstag. Junto con otros dos miembros de la SA y vestidos en ropa civil, llevaron al joven, que permaneció en calma y silencio durante el corto trayecto, a una entrada lateral del Reichstag, entregándolo a otro hombre de la SA, vestido igualmente de civil, quien, tras la entrega, les dijo que desaparecieran. Mientras que se iban, según Lennings, notaron un “peculiar olor a quemado” y vieron tenues pero visibles volutas de humo procedentes del Reichstag.
Cuando la foto de van der Lubbe apareció más tarde en los periódicos alemanes, Lennings lo reconoció como el joven al que habían llevado al Reichstag. Percatándose de que el joven estaba siendo acusado falsamente, ya que el fuego se había iniciado antes de que éste pudiera haber entrado en el edificio, Lennings protestó ante sus superiores, junto con otros miembros de la SA. Como resultado de su protesta fue arrestado y obligado a firmar una declaración falsa en la que reconocía estar equivocado. Pocos días después le levantaron el arresto gracias a la intervención del jefe de la SA, Ersnt Röhm.
En 1955 Lennings -temiendo ser imputado en un nuevo proceso judicial por el incendio del Reichstag, y, a instancias de su sacerdote- decidió hacer una confesión de su parte en el complot. Sin embargo, no fue hasta julio de 2019 que se descubrió este documento en el archivo del tribunal de distrito de Hannover, después de que se hubiera hallado una copia del mismo entre los documentos de Fritz Tobias en Berlín. Su autenticidad fue confirmada por la oficina del fiscal de Hannover y publicada por el diario local en la fecha arriba citada. Por tanto, el documento es del todo genuino; cuestión diferente es la veracidad de su contenido, pues está en contradicción con los movimientos incuestionables de Marinus en el día del incendio. Hett acusó a Tobias de ocultar este documento (pese a que el propio Tobias permitió consultar todo su material de archivo a Hett), en vez de preguntarse las razones de Tobias para no darlo a conocer; es decir, por sus evidentes contradicciones con los movimientos de Marinus. Además, los editores del diario consultaron la historicidad de su contenido con quizás el partidario más obsesionado con la conspiración nazi, infatigable buscador de "pruebas" durante gran parte de su vida: Hersch Fischler (1947), sociólogo y periodista alemán de Düsseldorf, coautor del libro Der Reichstagsbrand und der Prozess vor dem Reichsgericht (2005), cuyas tesis y acusaciones han sido refutadas por Kellerhoff.
El Incendio del Reichstag dejó de ser un debate histórico hace mucho tiempo, justo en el momento (1959-1962) en que los prejuicios ideológicos y políticos ganaron prioridad sobre la evidencia histórica y el rigor académico de su disciplina. A saber cuál será la próxima intentona de los detractores de la "tesis del perpetrador único" (Alleintäter-These) establecida por Tobias y defendida desde entonces por los mayores historiadores de Hitler y el Tercer Reich.
*Conrad Meding, ‘Wer war der wahre Brandstifter?’, Hannoversche Allgemeine Zeitung, 26 de julio de 2019, pp. 2-3.
** Wer war der wahre Brandstifter – HAZ – Hannoversche Allgemeine
Saludos cordiales
JL