La conferencia de Orsha de 13 de noviembre de 1941 es, a mi juicio, uno de los episodios de la guerra que mejor ilustra la falta de contacto con la realidad de la guerra entonces en curso por parte del Jefe del Estado Mayor General del Alto Mando del Ejército (en adelante OKH), Generaloberst Franz Halder. Esta reunión de jefes de estado mayor también arroja luz sobre varias cuestiones importantes, de las cuales subrayo dos: en primer lugar, pone de manifiesto el atolladero estratégico y operacional en que se encontraba el Ostheer tras el estancamiento de la operación Tifón a finales de octubre y la disparidad de criterios existente entre los diferentes comandantes y jefes de estado mayor de los ejércitos y grupos de ejércitos, por una parte, y el jefe de todos ellos, Franz Halder, por la otra, sobre cómo continuar la campaña; en segundo lugar, revela que la mayor responsabilidad para el desastre que produjo finalmente la reanudación de la operación Tifón a mediados de noviembre pertenece fundamentalmente a Franz Halder. Este artículo tiene como propósito exponer con cierto detalle los antecedentes de Orsha, los principales asuntos que se discutieron allí y la decisión final que Halder tomó al final de la conferencia.
Para reconstruir esta historia me voy a servir de los cuatro autores que, a mi juicio, más exhaustivamente han tratado este asunto de la conferencia de Orsha. El primer historiador en hacerlo fue Klaus Reinhardt en su Die Wonde vor Moskau: Das Scheitern der Strategie Hitlers im Winter 1941/42 (Stuttgart, 1972), obra que fue publicada en inglés como Moscow – The Turning Point. The Failure of Hitler's Strategy in the Winter of 1941-42 (Oxford, 1992). En la edición inglesa, Reinhardt dedica, en la Parte III del libro, el capítulo 14 [General Staff Meeting in Orsha (13 November 1941)] a este asunto. Tres años más tarde, Earl F. Ziemke publicó un breve artículo titulado “Franz Halder at Orsha: The German General Staff Seeks a Consensus” en Military Affairs, 39 (1975), 173-176. Yo no he tenido ocasión de leer este artículo, pero lo sustancial del mismo se encuentra resumido en otros libros de Ziemke, como por ejemplo en su (con Magna Bauer) Moscow to Stalingrad: Decision in the East (Washington, 1987), p. 43 y ss. La conferencia de Orsha fue tratada nuevamente en el cuarto volumen de la serie Das Deutsche Reich und der Zweite Weltkrieg, que lleva por título Der Angriff auf die Sowjetunion (Stuttgart, 1983). Este volumen fue publicado 15 años después en inglés con el título The Attack on the Soviet Union (Oxford, 1998). Bien, Ernst Klink es el historiador que trata el tema de Orsha en la II parte del volumen, titulada The War against the Soviet Union until the Turn of 1941/1942, sección I (The Conduct of Operations), capítulo 1 (The Army and Navy), subcapítulo (f) (The Attack on Moscow), apartado (ii) (Plans for the resumption of the offesive), pp. 684-693. Finalmente, David Stahel, en su recientemente publicado The Battle of Moscow (Cambridge, 2015), dedica a este asunto el capítulo 4, precisamente titulado The Orsha Conference. Teniendo en cuenta que los libros que obran en mi poder son las ediciones inglesas citadas, sólo me referiré a sus autores y al Diario de Guerra de Halder cuando haga las anotaciones pertinentes. Dividiré el artículo en dos partes: la primera, que entrego a continuación, versará sobre los antecedentes de la conferencia hasta la llegada de sus protagonistas a Orsha; la segunda, que entregaré la próxima semana, resumirá lo que se discutió allí y la decisión final.
La situación a principios de noviembre de 1941
A finales de agosto de 1941, el Alto Mando de la Wehrmacht (en adelante OKW), es decir Hitler, llegó a la conclusión de que la guerra contra la URSS debía continuar en 1942 (1). En consecuencia, durante octubre el OKH se dispuso a prepararse para esta situación. El Grupo de Ejércitos Centro (GEC) había comenzado Tifón el 1 de octubre con unas pérdidas totales acumuladas hasta entonces de 229.000 hombres, y sólo 15 días después esta cifra se elevaba a 277.000. Por otra parte, había recibido un total de 151.000 reemplazos (2), pero estos refuerzos no podían ocultar a los comandantes de campo la enorme pérdida de calidad y experiencia de combate que ya no se podía recuperar con reemplazos; además, la ofensiva, iniciada con sonoro éxito, empezaba a empantanarse por una serie de causas relacionadas con el cansancio, los problemas de suministros, la meteorología y, final pero no menos importante, la tenaz resistencia y los recursos de las fuerzas soviéticas. Siguiendo la perspectiva de Hitler de continuar la guerra en 1942, el 24 de octubre se discutió en una conferencia en la oficina del Oberquartiermeister (OKH) la operación a través del Cáucaso como un objetivo para 1942. Hitler estaba dispuesto a posponer las operaciones ofensivas con objetivos estratégicos hasta 1942 (3).
El 5 de noviembre de 1941, Halder se reunió con el coronel Heusinger, su jefe de operaciones, para hacerse una idea de la situación final y ver las posibilidades abiertas para la continuación de la campaña. Halder explicó a Heusinger que había que esbozar algún concepto sobre cómo liquidar la campaña actual. Consideró dos posibilidades abiertas: la primera, a la que se refirió como Erhaltungsgedanken, venía a significar aceptar el final de la campaña sin más ofensivas para la conservación de fuerzas y la prepararse para el invierno; la segunda, que llamó Wirkungsgedanken, consideraba la explotación de todos los recursos disponibles para preparar una ofensiva con la máxima eficiencia de combate en el tiempo que restaba hasta el invierno (4).
A juicio de Halder, los soviéticos, a finales de octubre y principios de noviembre, apenas tenían posibilidades de mantener un frente defensivo coherente. Dio por hecho que el Ejército Rojo seguiría retirándose y sólo podría defender el área en torno a Moscú (“Vologda, Moscú, Tambov”) y la región del Cáucaso. En el norte pensaba que el Ejército Rojo se retiraría hasta Rybinsk para concentrar sus fuerzas en la “cabeza de puente de Moscú” y mantener así los enlaces ferroviarios que convergían allí, mientras intentaría construir, con la ayuda de la industria de los Urales, un nuevo ejército con el que atacar en 1942. El frente del Cáucaso lo podrían defender gracias a sus defensas naturales y con la ayuda de americanos y británicos. Esta imagen de la situación, que ya había aparecido en una directiva para los grupos de ejércitos Norte y Centro de 30 de octubre, formó la base del memorando de 7 de noviembre que Halder envió a los jefes de estado mayor de los grupos de ejércitos y ejércitos (5).
En los ejércitos y formaciones menores del GEC, así como en el OKW y OKH, había un consenso generalizado en cuanto a que se debía reanudar la ofensiva, pero había grandes diferencias en cómo hacerlo y con qué objetivos. Halder buscó dirimir esas discrepancias en la conferencia que convocó para el 13 de noviembre en Orsha. Los objetivos contenidos en el memorando de 11 páginas y un mapa que Halder envió a sus jefes de estado mayor el 7 de noviembre estaban basados principalmente en un borrador del 1 de octubre de 1941 que había preparado la oficina de economía de guerra y armamentos (Wehrwirtschafts- und Rüstungsamt o WiRüAmt) (OKW), y que el Ejércitos Extranjeros Este (Fremde Heere Ost o FHO) (OKH) pasó a los grupos de ejércitos y ejércitos el 4 de noviembre. El FHO declaró, en la carta de acompañamiento, que no estaba de acuerdo con las conclusiones de la WiRüAmt, aunque esto no fue óbice para que Halder defendiera con más determinación un ataque en invierno, es decir para que se decantara po la opción Wirkungsgedanken (6).
El mapa del memorando que Halder envió a sus jefes de estado mayor mostraba la Rusia europea y tenía trazadas dos líneas norte-sur: una denominada “límite más lejano todavía a intentarse”, y la otra “el límite mínimo”. Es decir, la primera venía a señalar la demarcación de territorio que debía alcanzar una ofensiva muy ambiciosa; la segunda el territorio de una ofensiva mucho más limitada. La línea de la ofensiva ambiciosa discurría desde Vologda en el norte vía Gorki y Stalingrado hasta Maikop. Con ella se cortaría el contacto ferroviario de la Rusia central con los puertos septentrionales de Murmansk y Arkhangelsk, y con el Cáucaso, y pondría a mano todo el complejo industrial de Moscú, el alto y medio Volga, y los campos petrolíferos de Maikop. Halder no tenía claro si con la consecución de estos objetivos se pondría fin a la guerra, pero brindarían al Ostheer una línea de despliegue que se podría mantener indefinidamente “en caso de que el alto liderazgo no decidiera reanudar más tarde el ataque en el Este”. La línea de la ofensiva limitada terminaba en el norte en el medio Svir, casi 50 km al este del Lago Ladoga, y en el sur en Rostov en la desembocadura del Don; en el centro pasaba a unos 260 km al este de Moscú. Proporcionaría una conexión segura con el ejército finlandés en el Svir, pondría bajo control Moscú y el grupo de ciudades industriales al nordeste entre Rybinsk y Yaroslavl, cortaría todos los ferrocarriles procedentes del este con dirección a Moscú, y posicionaría al GES para posteriores avances hacia Stalingrado y el Cáucaso. Pero esta ofensiva limitada sería una solución provisional, pues precisaría después de otra ofensiva para hacerse con el control de Vologda, Gorki, Stalingrado y el petróleo de Maikop y Baku (7).
Las propuestas de Halder le parecieron completamente inaceptables a Bock, quien, en vista de la situación y condición de sus formaciones de combate, ya no quería saber nada de un cerco estrecho de Moscú ni, menos, un ataque directo a la capital soviética. Como máximo, Bock estaba dispuesto a llegar a la línea Dimitrov-Zagorsk-Orekhovo-Kolomna, si bien consideraba más realista una línea a lo largo del Moskva y el canal Moskva-Volga. Quería atacar sólo objetivos cerrados, pues en su opinión su grupo de ejércitos ya no tenía la fuerza necesaria para llevar a cabo ningún envolvimiento estratégico. En esto coincidía con lo declarado previamente por Hitler, en cuanto a que un ataque sobre Moscú debía realizarse paso a paso para concluirse sólo después de haber destruido a las formaciones del Ejército Rojo opuestas en otros sectores del frente. La situación de los suministros requería un avance escalonado de ejércitos individuales para garantizar cualquier avance antes de la caída de las primeras nevadas, lo que significaba que las formaciones del GEC que en ese momento no estuvieran en disposición de participar en la ofensiva debido a la escasez de suministros debían permanecer justo donde estaban; en el mejor de los casos, avanzarían más tarde. Por otra parte, Bock no creía que pudiera defender el frente tal cual estaba, pero no era partidario de un posterior avance sólo para establecer unas posiciones de invierno más favorables. Y no tenía ninguna esperanza de que los flancos de su GEC pudieran ser protegidos por los ejércitos más próximos del GEN y GES (8).
Halder intentó buscar la aprobación de sus planes por parte de Hitler, pero no es del todo cierto lo que escribió en su diario de que el Führer estaba de acuerdo con su ofensiva de invierno. Klink lo deja completamente claro al escribir:
Los intentos de coordinación con el OKW, más precisamente con Hitler, con respecto a la ofensiva de invierno de ninguna manera produjeron el acuerdo sugerido en el diario de Halder y aceptado en mucha de la literatura sobre este periodo como un hecho histórico. Aunque el informe escrito del departamento de operaciones de 3 de noviembre fue aceptado en sus objetivos, fue con la reserva de que las líneas de comunicación fuesen mantenidas entre las tropas y sus bases de suministros; además, no se tomó ninguna decisión sobre la cadena de mando en invierno. Por tanto, está claro que Hitler no ejerció presión alguna sobre Halder. Al contrario, los objetivos que, según Halder, debían alcanzarse incluso después de la llegada del invierno aparecían como objetivos operacionales para 1942 en las notas de Jodl sobre los comentarios de Hitler. (9)
De hecho, el 11 de noviembre de 1941 Hitler dio su consentimiento a una ofensiva de invierno, pero volvió a repetir que sólo bajo la condición de que las tropas no perdieran contacto con sus bases de suministros (10).
El 12 de noviembre de 1941 Halder abandonó su CG de Angerburg, Prusia del Este, para coger un tren especial que lo llevaría -acompañado de sus jefes de los departamentos de organización, inteligencia y suministros- a Orsha, en la Bielorrusia oriental, cerca de Smolensk. El tren llegó a Orsha al anochecer, y al día siguiente, 13 de noviembre, a las 10:00 horas AM comenzó dentro del tren la conferencia con los jefes de estado mayor de los siete ejércitos que habían sido convocados (11). Los principales protagonistas allí reunidos fueron:
-Generaloberst Franz Halder, Jefe del EMG del OKH
-Generalmajor Eduard Wagner, Intendente General del OKH (Generalquartiermeister im Oberkommando des Heeres)
-Generalmajor Walter Buhle, jefe del departamento de organización del OKH
-Oberst Eberhard Kinzel, jefe del Fremde Heere Ost
-General der Infanterie Georg von Sodenstern, jefe del EM del GES
-Generalmajor Hans von Greiffenberg, jefe del EM del GEC
-Generalleutnant Kurt Brennecke, jefe del EM del GEN
-Oberstleutnant i.G. Kurt von Liebenstein, jefe del EM del 2. Panzerarmee (GEC)
-Generalmajor Günther Blumentritt, jefe del EM del 4. Armee (GEC)
-Generalmajor Ferdinand Heim, jefe del EM del 6. Armee (GES)
-Oberst i.G. Rudolf Hofmann, jefe del EM del 9. Armee (GEC)
-Oberst i.G. Rudolf Wuthmann, jefe del EM del 16. Armee (GEN)
-Generalmajor Vincenz Müller, jefe del EM del 17. Armee (GES)
-Generalmajor Dr. Kurt Waeger, jefe del EM del 18. Armee (GEN) (12)
No acudieron los jefes de EM del 2. Armee (GEC) que no formaba parte de la planeada ofensiva, y del 1. Panzerarmee, porque estaba todavía luchando en Rostov. En total, pues, acudieron los jefes de EM de siete de los diez ejércitos que entonces combatían en la URSS.
(1) Klink, 684.
(2) Ibid., 685.
(3) Ibid., 684.
(4) Stahel, 96; Klink, 685, nota 516; Ziemke, 43.
(5) Klink, 687.
(6) Klink, 687-688.
(7) Ziemke, 44.
(8) Klink, 688-689.
(9) Ibid., 688.
(10) Ibid., 686, nota 24.
(11) Reinhard, 194, nota 1; Stahel, 112; Diario de Halder, entrada 13-11-1941
(12) Por comodidad, los nombres de los jefes de EM de los siete ejércitos los he sacado de la página de Lexikon der Wehrmacht, pero no los he verificado en otras fuentes.
La próxima semana entregaré la segunda y última parte.
Saludos cordiales
JL