¡Hola a todos!
V.Manstein escribió:De haber progresado la propuesta de Räder, ¿ A quién creen que hubiera correspondido el mando de las fuerzas terrestres alemanas en el Norte de Africa?.
Bueno será dejar constancia de lo que escribió Raeder al respecto:
[Cuándo comenzó a albergar seriamente la idea de una campaña contra la Unión Soviética, no lo puedo decir, pues, sabiendo él cuánto me oponía yo a cualquier cosa que abriera un segundo frente en el Este, siempre se abstuvo de comentar cualquier cosa parecida conmigo. Es cierto que en una conferencia con los Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas el 21 de julio de 1940, comentó que Inglaterra podría estar poniendo sus esperanzas bien en un cambio en la política de Estados Unidos o bien en la entrada de Rusia en la guerra, pero mencionó la última posibilidad como altamente improbable y no en nuestro interés, incluso si entraba en la guerra de nuestro lado.
Unas pocas semanas más tarde, el 6 de septiembre, mientras revisaba la situación de la guerra en un informe para Hitler, intenté que tornara sus ideas hacia el Mediterráneo como un prometedor teatro de guerra. Le subrayé la importancia vital de Gibraltar y el Canal de Suez en la estrategia de guerra británica, y también los correspondientes beneficios que el puerto de Dakar, en el África Occidental francesa, tendría para nosotros caso que pudiéramos asegurarlo.
Hitler no hizo la más ligera referencia a Rusia en esa conversación. Pero a mitad de septiembre me admitió que tenía ciertas intenciones contra Rusia.
Aproveché inmediatamente la oportunidad para sacar mis propias opiniones sobre tales planes antes de que fueran concretados, y repetí mis declaraciones en un informe similar que hice en una larga conversación privada con él el 26 de septiembre. Había sido un hábito mío solicitar esas discusiones privadas con él cuando tenía un punto de vista especialmente importante que deseaba tratar con él. En tales ocasiones estaba mucho más disponible y escuchaba los argumentos y objeciones con más atención que cuando estaba presente otra gente.
Había llevado un memorando especial preparado por el Estado Mayor de Guerra Naval y usé sus detalles para apoyar mis propias observaciones personales, como sigue:
(1) Los británicos todavía consideraban el Mediterráneo como el pivote estratégico de su posición mundial, y estaban reuniendo allí fuertes fuerzas navales, así como numerosas tropas de todo su Imperio.
(2) Como resultado de esta impresionante concentración británica, Italia se vería rápidamente superada y en serias dificultades en el Mediterráneo.
(3) Para contrapesar esto, deberíamos lanzar nuestra máxima fuerza contra Inglaterra, antes de que Estados Unidos entrara activamente en la guerra de su parte. Gibraltar, Suez, Oriente Próximo, y las islas Canarias, todas eran vitales para el control del Mediterráneo, y cualquier debilitamiento de la posición de Inglaterra en esos lugares podía ser decisivo.
Pasé entonces a reiterarle mi tema constante; que deberíamos concentrar todos nuestros esfuerzos en batir a Inglaterra, el alma de la resistencia. Como mejor podíamos hacer esto era haciendo toda nuestra guerra naval desde nuestras bases atlánticas, pero al mismo tiempo deberíamos extender nuestras bases a la costa oeste de África si podíamos ganar la aquiescencia de Francia. Si podíamos obtener la cooperación activa de Francia, esto, con la ayuda de Italia, nos permitiría dominar el Mediterráneo así como el área costera africana hasta el Canal de Suez. Inglaterra sería privada de la ruta del Mediterráneo a la India. Al mismo tiempo nosotros incorporaríamos África del Norte en el sistema económico europeo, que necesitaba vitalmente los suministros africanos para el sustento de Europa.
Este avance en el Mediterráneo, subrayé, también ejercería presión sobre Rusia para que se volviera cautelosa de realizar cualquier hostilidad hacia nosotros, y de esta forma eliminar cualquier necesidad de operaciones en el norte contra los soviéticos.
Me mostré incrédulo de cualquier intento por su parte de desatar una guerra en dos frentes después de su propia y constante denuncia de la estupidez del Gobierno Imperial de hacer esta misma cosa en 1914. El Tratado Ruso-Alemán no debería ser violado y bajo ninguna circunstancia, ya que el tratado mismo nos guardaba contra una guerra en dos frentes.
Finalmente, subrayé que aunque una guerra con Rusia sería principalmente asunto del Ejército y de la Fuerza Aérea, la Marina no podía evitar verse afectada por ella. La extensión de la guerra al Báltico exigiría que se enviaran cantidades de nuestras unidades ligeras –dragaminas, minadores, torpederas, patrulleras, etc.- a ese teatro para proteger nuestros puertos y nuestros transportes y escoltas contra ataques rusos. Y ya estábamos cortos de esas naves, tan necesitadas para proteger nuestras nuevas bases atlánticas que eran esenciales para nuestra guerra decisiva contra el comercio británico. Cualquier desvío de tales naves al Báltico debilitaría gravemente nuestros mayores esfuerzos en el Atlántico. Bajo ninguna circunstancia deberíamos ir a la guerra con Rusia.
Impresionado aparentemente por mi detallado análisis, Hitler dijo a su estado mayor que a tenor de mis hechos directos no podía calcular si estaba en el camino correcto o no. Parecía que lo había apartado del peligroso juego ruso, pues no escuché nada más sobre ello durante algún tiempo. Y a pesar de algunos conflictos de interés reales en las áreas del Báltico y los Balcanes, nuestra relación con la Rusia soviética parecía claramente cómoda. Ese noviembre, Molotov, el ministro de Exteriores soviético, vino a Berlín para varios días de discusión. El día que marchó, yo estaba en la oficina de Hitler por asuntos regulares. Aproveché la oportunidad para urgirle de nuevo a posponer cualquier disputa que pudiera tener con Rusia, apuntando que los rusos no parecían dispuestos a comenzar a causar ningún problema de momento.
Fueron vanas mis admoniciones y advertencias. El 18 de diciembre de 1940 Hitler informó a los Comandantes en Jefe de todas las fuerzas armadas que había determinado irrevocablemente atacar a Rusia en 1941, para evitar que se convirtiera más tarde en un posible peligro en el continente]
Erich Raeder,
Grand Admiral (Da Capo Press, 2001), pp. 335-37
Saludos cordiales
José Luis