Declaración del Consejo Municipal en ocasión de la reunión especial convocada en Marzabotto después del referéndum pedido por Walter Reder.
- Creemos que hemos cumplido con nuestro deber imitando a los supervivientes de la matanza de Marzabotto, a los familiares de los caídos, a los que tienen cruces en casa y dolores inextinguibles, a responder a Reder, cuyo nombre permanecerá ligado para siempre a una de las más horribles matanzas de la humanidad, una matanza que ni siquiera nosotros, los de Marzabotto, conocemos todavía en todos sus detalles.
Nuestro juicio era claro y unánime desde el principio. En la representación política y administrativa, el juicio ha sido siempre único: el perdón no se podía proponer. Reder debe expiar su pena donde está, hasta el fin de sus días. El perdón puede, más bien debe, pedirlo a sí mismo, no a Marzabotto, no a Italia, no a quien ha sufrido en los interminables años de la lucha y del martirio.
Ante los familiares de los caídos, ante los supervivientes, los jóvenes que quieren y deben saber, tenemos la obligación, el deber de dar una prueba de dignidad y de la fuerza moral de nuestra gente. ¿Cómo podemos considerarnos dignos representantes de este pueblo si no respetáramos, si no hubiéramos respetado hasta el fondo toda su voluntad? Lo que queremos que no se olvide nunca es que aquí, en Marzabotto, no se realizó una acción bélica, como dijo Kesselring, sino una horrible matanza, una represalia inhumana contra poblaciones indefensas, un acto de vileza y de odio, y nada más. Por eso, decíamos, el perdón no se podía proponer.
Esas eran nuestras ideas, pero debíamos escuchar, necesariamente debíamos pedir su parecer a los familiares de los mártires. Este parecer ha llegado ahora. El veredicto es definitivo. Y no se refiere sólo a Reder. Abarca al nazismo, al fascismo, a la guerra, a la violencia, la intolerancia, el racismo, el odio contra el pueblo, todo lo que obstaculiza el camino de la paz, de la convivencia pacífica entre los pueblos. Se refiere a Reder y a todos los Reder que existen y que pueden surgir en el mundo, a todos los que odian su pueblo y a sus sentimientos más simples y nobles. Abarca a Reder, al nazismo, al fascismo, y no al pueblo alemán ni al austríaco. En Auschwitz, en Mauthausen, se han erigido monumentos para recuerdo de los alemanes martirizados por el nazismo; son centenares de millares. Aquí se ha recordado a un soldado alemán muerto en Creda por Reder por no disparar contra el pueblo. El padre Tommasini, capellán de la brigada partisana "Stella Rossa", ha recordado en la televisión a un soldado alemán muerto por habérsele sorprendido en un gesto de piedad para con una de las victimas.
Nosotros los honramos.
¡Nada de odio en Marzabotto! Manos extendidas -y brazos abiertos a todos los hombres que sean tales, que hayan sabido y sepan realizar, aun en los momentos más dramáticos, un gesto humano.
Reder no tiene nacionalidad. El nazismo le ha creado, le ha quitado los sentimientos humanos, ha hecho de él una perfecta síntesis del nazismo, del fascismo y de la guerra.
Pueden dejar de esperarle en el Alto Adigio; Reder no irá a perpetrar nuevas matanzas. No le esperéis en las cervecerías nazis de Munich donde todavía se izan las cruces gamadas. Reder no irá. Se quedará donde está. Ahora llevaremos al Presidente de la República el voto de Marzabotto, que es el voto de la ciudad-mártir del antifascismo, de la Resistencia. El voto no sólo de los italianos, sino de todos los pueblos que quieren la paz y que luchan por ella.
Saludos cordiales