Para ser director de un periódico en el Tercer Reich, había que ser, en primer lugar, política y racialmente "limpio". La Ley de Prensa del Reich del 4 de octubre de 1933, que hizo del periodismo una "vocación pública" regulada por la ley, estipulaba que todos los directores debían poseer la ciudadanía alemana, ser descendientes de ario y no estar casados con una judía. La sección 14 de la Ley de Prensa ordenaba a los directores "no admitir en los periódicos algo que de cualquier forma pueda engañar al público, que mezcle fines egoistas con fines de la comunidad, que tienda a debilitar la fuerza del Reich alemán exterior o interiormente, la voluntad común del pueblo alemán, la defensa de Alemania..."; un edicto que si hubiera entrado en vigor antes de 1933, habría conducido a la supresión de todo director y publicación nazis en el país (sic). Ello daba ahora lugar a la prohibición de los periódicos y a la expulsión de los periodistas que no eran nazis o que se negaban a serlo.
Uno de los primeros que se vieron obligados a retirarse del negocio fue el Vossische Zeitung. Fundado en 1704 y contando entre sus colaboradores, en el pasado, con nombres tales como Federico el Grande, Lessing y Rathenau, se había convertido en el periódico rector de Alemania, comparable al Times de Londres y al New York Times. Pero era liberal, y su propietario era la Casa Ullstein, una firma judía. Dejó de aparecer el primero de abril de 1934, después de doscientos treinta años de publicación ininterrumpida. El Berliner Tageblatt, otro periódico liberal afamado en el mundo entero, siguió existiendo algún tiempo más, hasta 1937, aunque su propietario, Hans Lackmann-Mosse, judío, fue obligado a ceder su participación el el periódico en la primavera de 1933. El tercer gran periódico liberal de Alemania, el Frankfurter Zeitung, también continuó publicándose, después de desembarazarse de su propietario y redactores judíos. Rudolf Kircher, su corresponsal en Londres, anglófilo y liberal, se convirtió en director y, lo mismo que Karl Silex, director del conservador Deutsche Allgemeine Zeitung, de Berlín, que había sido también corresponsal en Londres, diplomado por la fundación Rhodes, admirador de todo lo inglés, y liberal, sirvió a los nazis bien, llegando a menudo ser, como dijo una vez Otto Dietrich, jefe de Prensa del Reich, hablando de los antiguos "periódicos de la oposición", "más papista que el Papa". El hecho de que sobrevivieran esos tres últimos periódicos fue debido en parte a la influencia de la Oficina Alemana del Exterior, que necesitaba esos diarios conocidos internacionalmente, como una especie de muestra para impresionar al mundo exterior. Daban cierta respetabilidad a la Alemania nazi y, al mismo tiempo, pregonaban su propaganda.
En vista de que a todos los periódicos de Alemania se les decía lo que habían de publicar y cómo redactar las noticias y los editoriales, resultó inevitable que cayera sobre toda la prensa nacional una monotonía de muerte. Incluso un pueblo tan dado a aceptar la autoridad y tan reglamentado llegó a aburrirse con sus diarios. La tirada decayó hasta para los principales periódicos nazis, tales como el Völkischer Beobachter, diario matutino, y el Der Angriff, diario vespertino. Y la tirada total de todos los periódicos descendió en espiral cuando un periódico tras otro fueron desapareciendo o tomando posesión de ellos los propietarios nazis. En los primeros cuatro años del Tercer Reich, el número de periódicos bajó de 3.607 a 2.671.
Pero la pérdida por parte del país de una prensa libre y variada fue ganancia para el partido... al menos económicamente. Max Amann, sargento durante la PGM y jefe de la Eher Verlag, la firma de propietarios de periódicos del partido, se convirtió en el dictador económico de la prensa alemana. Como jefe del Reich para la Prensa y presidente de la Cámara de la Prensa, tenía derecho legal para suprimir cualquier publicación que le conviniera y el poder subsiguiente para comprarla a cambio de un pedazo de pan. En poco tiempo, la Eher Verlag se convirtió en un imperio periodístico gigantesco, probablemente el mayor y más lucrativo del mundo (los ingresos particulares de Amann subieron de 108.000 marcos en 1934 a 3.800.000 marcos en 1942). A pesar de la bajada en las ventas de muchas publicaciones nazis, los diarios propiedad del partido o controlados p or él o por personas nazis representaban dos tercios de la tirada de veinticinco millones que llegaron a alcanzar al iniciarse la SGM. En una declaración hecha en Nuremberg, Amann describió cómo operaba él:
- "Después de que el partido llegó al poder en 1933... muchos de estos negocios, tales como la Casa Ullstein, que eran propiedad de judíos o que estaban controlados por intereses judíos, o por intereses políticos o religiosos hostiles al partido nazi, hallaron conveniente vender sus periódicos o publicaciones al grupo Eher. No había mercado libre para la venta de tales propiedades, y la Eher Verlag era generalmente el único postor. En este asunto, la Eher Verlag, junto con otras empresas editoriales filiales o controladas por ella, se expandió hasta alcanzar el monopolio de todos los negocios de publicación de periódicos en Alemania... Las inversiones del partido en estas empresas de publicaciones llegaron a ser económicamente muy rentables. Es una declaración veraz decir que el propósito básico del programa de la prensa nazi era eliminar a toda la prensa que estuviera en oposición al partido".
FUENTE: HISTORIA DE LA SGM Y DEL III REICH. Océano-Instituto Gallach 1985
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