¡Hola a todos!
27Pulqui escribió:
Según Ronald Newton en The "Nazi Menace" in Argentina 1931-1947 (*), la versión de la huida de los principales jerarcas del nazismo incluido Hitler comenzó con una operación de inteligencia del Reino Unido para desmoralizar la resistencia alemana, si en el final de la guerra sus líderes escapaban no tenía sentido el combate.
Para Ignacio Klich la oposición al gobierno militar argentino lanzó la información falsa para reforzar la imagen de un gobierno pro-Eje. Me resulta sugestiva la nota de Crítica de principios del 17 de julio, pues el diario para entonces militaba en la oposición, en ambiente donde el avance de los aliados auguraba la caída del gobierno militar y Perón, su principal figura aunque no presidente. Por otra parte Crítica tenía cierto tono sensacionalista, no ha de extrañar la Antártida.
Encantado de leerte por aquí, 27Pulqui!
Verás, la creencia relativamente popular de la inmediata posguerra sobre el escape de Hitler tenía cierta lógica, al igual que las noticias y rumores que especulaban sobre los paraderos de Hitler. ¿Por qué? Porque los detalles de la muerte de Hitler no se conocieron hasta 1947, 1968 con ciertas discrepancias, y 1992 definitivamente. Luego volverá a esto.
El primero en mentir sobre la muerte de Hitler fue el propio Dönitz, quien el 1 de mayo anunció por radio al pueblo alemán que el
Führer había muerto en acción ese mismo día “al frente de sus tropas en Berlín”. Entonces, el 1 de mayo de 1945 sólo unas contadas personas del entorno cercano a Hitler sabían que éste había muerto el día anterior, pero no combatiendo al frente de sus tropas, sino suicidándose junto a su esposa Eva Braun. Evidentemente, Dönitz manipuló la muerte de Hitler para no hundir aún más la dañada moral de las tropas alemanas.
El 9 de junio, prácticamente un mes después de la capitulación alemana, el mariscal Zhukov contribuyó, de forma consciente o inconsciente, a sembrar las sospechas sobre el final de Hitler. En una rueda de prensa declaró que no habían podido identificar el cadáver de Hitler entre los restos humanos hallados en el búnker y en sus inmediaciones, que las circunstancias eran “muy misteriosas” y que Hitler podía haber escapado de Berlín “en el último momento”. Las declaraciones de Zhukov dieron pie a las posteriores declaraciones del general Eisenhower, quien expresó sus dudas sobre la muerte de Hitler en una conferencia en París el 16 de junio de 1945. Y un mes después, el 16 de julio en la Conferencia de Potsdam, Stalin mintió a Truman al decirle que pensaba que Hitler estaba vivo en España o Argentina. En ese mismo mes, el diario ruso
Izvestia publicó un malicioso informe según el cual Hitler y Eva Braun estaban ocultos en un castillo de Westfalia en la zona de ocupación británica.
Ante estas declaraciones de máximos dirigentes militares y políticos (y es sobre ellas donde hay que buscar los orígenes que dieron pie a las noticias sensacionalistas reportadas por los periódicos citados en mi artículo, como
Crítica, sobre el supuesto escape de Hitler) y las especulaciones que se montaron al respecto, el servicio de inteligencia británico (a través de su División de Inteligencia en Alemania, abreviada
ID CCG Berlin) encargó al mayor Hugh Trevor-Roper en septiembre de 1945 que llevara a cabo una investigación oficial, conocida como
Operation Nursery, sobre el destino final de Hitler. La investigación concluyó en 1947 con la publicación del libro titulado
The Last Days of Hitler. Pero esto ocurrió dos años después de que se publicaran todas las declaraciones que hemos visto. Y aun más. En septiembre de 1945 se realizó una declaración oficial soviética en la que se decía que no se había encontrado rastro alguno de Hitler y Eva Braun, que existían “pruebas irrefutables” de que un pequeño avión había despegado de Tiergarten en la madrugada del 30 de abril en dirección a Hamburgo, y que se sabía que llevaba a bordo a tres hombres y una mujer. Y también se sabía, continuaba la declaración, que un submarino había partido de Hamburgo antes de la llegada de las fuerzas británicas, y que a bordo también iban una mujer y otros misteriosos personajes.
Se desataron las especulaciones, rumores y demás noticias sensacionalistas sobre el escape de Hitler, circulando por todo el mundo. En Alemania, una encuesta llevada a cabo en Berlín en abril de 1946 mostraba que sólo apenas el 10 por ciento de la población creía que Hitler había muerto.
En
The Last Days of Hitler (1947), Trevor-Roper apuntaba las causas de esta pandemia sensacionalista:
Throughout the summer and autumn of 1945 many resourceful journalists had been pursuing phantoms of Hitler with energy and enthusiasm, and the pleasant lakes of the Swiss frontier and the romantic Tyrolean Alps and the comfortable resorts of Upper Austria were frequently visited by devoted investigators whose scrupulous consciences forbade them to ignore even the most inconsiderable clue. In the course of these researches many engaging theories were propounded; but as winter drew near, and personal excursions became less attractive the consensus of opinion began to allow that Hitler had really remained in Berlin, and the mystery of his fate was one that could best be solved not by strenuous travel in an inclement season, but by ingenious meditation in well-heated saloon bars.
En 1968 el periodista ruso Lev Bezymenski publicó un libro titulado
The Death of Adolf Hitler: Unknown Documents from the Soviet Archives, en el que se admitía por primera vez que las tropas soviéticas habían hallado los restos del cadáver de Hitler el 3 de mayo de 1945 en un cráter producido por una bomba en el jardín de la Cancillería. Que se había realizado una autopsia el 8 de mayo en Berlín, cuyos resultados mostraban que Hitler se había suicidado ingiriendo veneno, y que su cuerpo, junto con los de Eva Braun, Goebbels y su familia, fueron incinerados y sus cenizas arrojadas al viento. Pero la cuenta de Bezymenski contenía unos cuantos errores que corrigieron otros autores. Por ejemplo, el suicidio mediante veneno y un disparo en la cabeza fue ofrecido por James O'Donnell en su libro
The Berlin Bunker (1979). Sin embargo, no fue hasta 1995 que se ofreció la cuenta definitiva (hasta el momento) sobre la muerte de Hitler cuando los periodistas Ada Petrova y Peter Watson publicaron su libro
The Death of Hitler: The Final Words from Russia's Secret Archives.
Bueno, me he extendido un poco para introducir algunos de los elementos que contribuyeron al montaje de las distintas teorías sobre un supuesto escape de Hitler, creencias que partieron originalmente de cierta lógica de las circunstancias de la época sobre el destino final de Hitler, y las contrapartidas que desmontaron esas teorías mediante la publicación de los libros de Trevor-Roper y autores posteriores.
Ahora bien, una cosa es entender las razones de origen para el montaje de esas creencias y teorías -que fueron alimentadas por el desconocimiento o la malicia de las declaraciones de militares y políticos en 1945 sobre el final de Hitler, y sostenidas después por puras razones comerciales-, y otra muy diferente es el montaje de las fantásticas teorías, fábulas o simplemente invenciones interesadas que ligan, de una u otra forma, un supuesto escape de Hitler con el “convoy fantasma” de submarinos nazis, los “platillos volantes nazis” y la Antártida, el Ártico, la Patagonia, el Tibet, etcétera. Temas ligados a su vez con el supuesto ocultismo nazi del Tercer Reich y demás cuentos. En estos últimos montajes, además de haber intereses comerciales como en los otros, hay también motivos fundamentalmente políticos e ideológicos (de extrema derecha y neonazis) de quienes se han mostrado a sí mismos, con sus publicaciones, admiradores y seguidores de Hitler y el Tercer Reich, de la supuesta superioridad racial aria y del odio a los judíos.
Para la información recogida arriba me he servido del libro de James Hayward,
Myths & Legends of the Second World War (The History Press, 2003), del capítulo 7, titulado “Hitler Myths”, que ofrece una cuenta bastante razonable y fiable sobre el mito del escape de Hitler. Sobre esta cuenta he resumido lo que me ha parecido más interesante.
Saludos cordiales
JL