En su obra "Ribbentrop", el historiador Michael Bloch comenta lo sucedido en esa ocasión:
"El 4 de Febrero (1937), dos das después de su regreso a Londres, una ceremonia tuvo lugar en el Palacio de Buckingham a la cual los Jefes de las Misiones Extranjeras, acompañados de sus Oficiales, presentaban sus credenciales al nuevo soberano, el Rey Jorge VI.
Ribbentrop estab irritado al descubrir que, como cuestión de precedencia, él había sido ubicado entre los Embajadores de la Unión Soviética y la República Española. Su turno llegó. Se suscitó el usual intercambio de generalidades (banalidades). El dijo al Rey que "el FΣhrer, desde principios de su carrera política, había perseguido su objetivo de un entendimiento Germano-Británico", a lo cual el Rey contestó que él también consideraba ese entendimiento como algo que sería deseable.
Ribbentrop continuó hablando acerca de los proyectos habitacionales para los trabajadores en la Alemania Nazi. La entrevista había terminado y el Rey se estaba volviendo hacia Woermann para dirigirle la palabra, cuando de repente Ribbentrop estiró su mano en lo que pareció ser un saludo Nazi, terminando con su mano apenas a dos pulgadas de la nariz real. El Consul Putlitz recordaba que el Rey "quedó tan asustado (sorprendido) que temí que él perdería su equilibrio. Sin embargo, él reasumió su control rápidamente y continuó comportándose como si nada hubiera ocurrido" Después, el Marshal de los Cuerpos Diplomáticos comentó secamente a uno de los asistentes de Ribbentrop que sería muy de agradecer si el Embajador avisara con anticipación cuando deseaba repetir este comportamiento en el futuro.
Ribbentrop dijo a por lo menos dos personas (Fritz Hesse y la Duquesa de Burnswick) que que él no había querido hacer un saludo al estilo de Hitler: que él simplemente se había tropezado cuando comenzaba a retroceder (caminando hacia atrás de la presencia real) y que estiró su brazo para equilibrarse. Si eso fuera cierto, él ciertamente hizo lo posible para convertir en una virtud lo que había ocurrido. Solamente cinco días después, el 9 de Febrero, mientras asistía a una recepción en el Palacio Saint James, él ejecutó inequívocamente (claramente) el saludo Nazi al Monarca, esta vez el más informal con la palma de la mano levantad junto al pecho en vez de la versión con el brazo completamente estirado.
El primer incidente había causado poca atención, pero el segundo causó una sensación pública. Una caricatura de Low en el "Evening Standard" mostsraba a un Maestro de escuela gesticulando en alemán "Sí, Ribbentrop, Usted puede retirarse". Henry Wickham Steed, el distinguido comentarista internacional y antiguo editor de "The Times", pronunció un discurso en Oxford, ampliamente difundido, describiendo el saludo como "un insulto al Rey". Tal fue el escándalo causado que Ribbentrop se apresuró a enviar un despacho a Berlín, en el cual él no solamente justificaba su conducta sino que recomendaba que en el futuro debería de convertirse un procedimiento regular para todos los diplomáticos alemanes al presentarse a un Jefe de Estado"
Saludos cordiales desde Nueva York,
Antonio Machado