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-¡Nos estamos helando! ¡Vamos a atacar!
-Señor, atacar... ¿adónde?
-¡Donde sea, necesitamos alojamiento!
Noche del 16-17 de Octubre de 1941, en algún lugar del frente.
El 2 de Octubre de 1941 comenzó la operación Tifón, la supuesta acometida final nazi para hacerse con Moscú. El 22 de Junio de 1941 los alemanes habían invadido la Unión Soviética consiguiendo espectaculares victorias, que sin embargo no les habían llevado a quebrar al régimen comunista. En Agosto el ejército alemán estaba exhausto y necesitaba un descanso. Después de dos meses con el Grupo de Ejércitos Centro parado y tratando de recomponerse mientras el énfasis de las operaciones se desplazaban hacia el sur, Kiev, en Octubre Bock cuenta con la más formidable concentración de tropas alemanas que se habían visto hasta el momento: Es el momento decisivo para tomar Moscú, antes de que llegue el frío, y con ella, doblegar de una vez por todas al régimen Stalinista.
Tifón, entendido como concepto operativo alemán, se desencadenó el 2 de octubre, y terminó el 5 de diciembre del mismo año cuando comenzó la contraofensiva soviética. David Stahel describe en este libro el primer mes de batallas, Octubre, continuando así de forma secuencial con la descripción que viene haciendo de la operación Barbarroja en sus dos libros anteriores, Operation Barbarossa and Germany's defeat in the East y Kiev 1941, centrándose en las divisiones Panzers principalmente.
Los primeros días de la nueva ofensiva traen consigo avances espectaculares, con la creación de las dos bolsas de Vyaz’ma y Briansk, que atrapan a entre 750.000 y un millón de soldados soviéticos, haciendo pensar al alto mando alemán que el final comunista estaba cerca. Pero apenas llegado el ecuador del mes los problemas se van acentuando y acentuando, y la gasolina tarda más en llegar al frente, y cada vez hace más frío, y encima y todo cada vez hay más barro, y cada vez menos tanques… Es la historia que ya he contado en la reseña del maravilloso libro de Reinhardt, “Moscow, the tourning point”. Así, en la página 246 dice Stahel: “ Una planificación pobre, dificultades operativas y una baja capacidad de transporte significaron que la crisis de suministro de Octubre fue un hecho ya predestinado, exacerbado por el mal tiempo, pero no causado por él.” No en vano, según el autor, de los 600.000 vehículos con que los alemanes cuentan al comienzo de Barbarroja, a mediados de Noviembre sólo quedan 75.000. ¡Qué barbaridad! -“Mover suministros requería camiones, los camiones necesitaban caminos, los caminos requerían vehículos de oruga, y los vehículos de oruga requerían gasolina…”
¿Qué hay en el libro de Stahel? Hay, como en los anteriores libros, bastante interpretación, sustentada por una vasta documentación, fundamentalmente desde el punto de vista alemán, y con un tono académico que se agradece, sin perder, ojo, la legibilidad. Es una de sus principales virtudes.
Por ejemplo: “Si las batallas de Vyaz’ma y Briansk supusieron el pilar del éxito de Typhoon, es posible que también, paradójicamente, hubieran sido las que alimentaran ese orgullo desmedido o arrogancia (hubris) por parte del alto mando que al final llevasen la operación al fracaso”. Es en el contexto de este orgullo desmedido, o llámese optimismo, cuando se producen las decisiones más surrealistas por parte alemana. Cuando aún las dos grandes bolsas están por aniquilar, Hitler de nuevo planifica deshacer el Schwerpunkt, segregar la potencia de su formidable grupo de Ejército: lanzar un grupo panzer (el 3) hacia Kalinin, muy al norte de Moscú, y al segundo Ejército Panzer ( sí, todos eran grupos Panzer excepto el de Guderian, que era un Ejército- porque él lo valía) lo desmembra , dividiendo recursos entre el esfuerzo que debiera ser el principal , Tula, y mandando un Panzer Korps ahora a ¡Voronezh!, totalmente fuera del eje de avance hacia Moscú. Stahel dedica unas decenas de páginas a llamar la atención sobre el problemón con que los alemanes se encuentran en Kalinin, sometidos a un constante desgaste, con falta de todo tipo de suministros y con un alto riesgo de ser aislados desde el sur. Qué curioso, combates callejeros a la vera del Volga. Me suena eso.
Después de tener estas condiciones, se les exige a las exiguas tropas realizar un movimiento de unos 100 km hacia el noroeste en dirección a Torzok, para proteger el flanco sur del Grupo de Ejércitos Norte, todo esto mientras apenas pueden mantener abierto un corredor hacia la propia ciudad desde la retaguardia. Sinceramente, me han dado muchas ganas de leer el libro de Jack Radey, “The defense of Moscow 1941; The northern flank”, donde se explican con más detalle estas batallas alrededor de Kalinin.
Creo que Fedor von Bock es un general muy inteligente y sensato, el hombre idóneo para llevar adelante la operación. Lo digo por la clarividencia, en general, de las aseveraciones que vierte en su diario, de las cuales Stahel es un asiduo. Pero Bock es un general, y la presión tuvo que ser grande, y había gente que mandaba más que él. Pero ahí quedan sus diarios, y no escritos bajo el abrigo de la República Federal Alemana.
Disfruto mucho leyendo las disputas intestinas entre los generales alemanes. Si alguien quiere saber sobre esto en el periodo de Barbarroja, que lea los libros de Stahel. Ya lo he dicho en las otras reseñas, pero no puedo dejar de reivindicarlo como un regalo para el lector, además de ser información relevante para el historiador.
En este libro Stahel se sale un poco de la línea de los dos anteriores en tanto en cuanto dedica mucho espacio a la microhistoria, testimonios de soldados, de sus experiencias en el frente, de sus sufrimientos, sus fatigas, quedando el relato operacional relegado al, aproximadamente, 50% del texto. También ha querido el autor hacer un “retrato” del mes de octubre a través del diario de Goebbels. Básicamente, expone dos conclusiones sobre los escritos del ministro de propaganda: El exceso de pompa y optimismo en la publicidad de la batalla pasa factura después a el país, que llega a pensar que el final de la guerra está cerca, para luego ver que la cosa no hace más que complicarse y, en segundo lugar, muestra a un ministro muy consciente e informado sobre las complicaciones que hay en el frente, mostrando a un Joseph un poco pesimista. Otra vez, aunque en esta ocasión con más detenimiento, Stahel imbrica la Vernichtungskrieg o guerra de exterminio con la cuenta de la batalla.
Me resulta inevitable e interesante para el lector establecer una comparación con el libro de Klaus Reinhardt, “Moscow the turning point”. Los separan 40 años. El libro de Reinhardt llega hasta, creo recordar enero del 42, partiendo desde octubre, mientras que el de Stahel se dedica aproximadamente en el mismo número de páginas tan solo al mes de octubre. En absoluto veo el libro de Reinhardt desfasado. Es un libro excepcional, certero, que va a resistir bien el paso de los años. Stahel introduce aspectos nuevos que lo ponen al día, como la microhistoria personal, la insoslayable integración de barbarie y guerra convencional característica del frente del Este, o el trabajo de matrícula de honor que hace para explicarnos por qué la logística es tan importante y cómo influye en el desarrollo último de las operaciones en el Este.
No sé si envidio más al Stahel escritor o al Stahel lector. Aunque se dedique exclusivamente a la historia, me rindo ante la capacidad lectora de este señor, que presenta una bibliografía, y la usa en sus notas (por supuesto) apabullante, que a veces me produce cierta desazón al ver que nunca leeré ni el 40% de lo que este historiador ha leído. Sí que me hago una pregunta: en cierto momento cita el libro de Xavier Moreno Juliá, "La división Azul. Sangre española en Rusia. " ¿Lo habrá leído él? Y si es así, ¿Sabe español o se lo han traducido?
Conclusiones
"La [excelsa] perspectiva operacional alemana vino a costa de una falta de una valoración lúcida de las posibilidades de la guerra: De hecho la Operación Tifón con todos sus grandes éxitos operacionales en Vyaz’ma y Briansk , vino a ejemplificar la falta de habilidad del alto mando alemán de pensar la guerra más allá del nivel operacional, llegando de esta forma a cometer los mismos errores que cometieron desde el principio de Barbarroja."(p 303).
Y en la página 299, encontré esta reflexión, que me encantó: “Los generales alemanes nunca controlaron el curso de la guerra ni de cerca a como ellos pensaban que la controlaban, ni en su momento durante el curso de la batalla, ni en la postguerra.”
Creo que David Stahel ya es un clásico en la historiografía de la Segunda Guerra Mundial. Prepara un cuarto libro sobre la segunda parte de la operación Tifón. Cambridge University Press tiene un filón con este señor y yo me alegro de que así sea, porque Cambridge University Press edita de lujo y porque quiero leer más libros del Dr David Stahel. Dios le de salud para escribirlos.
Saludos.