Las dudas que plantea Leytekursk son fáciles de resolver. Aviso, el mensaje es largo y bastante denso.
Empezaremos por las posibilidades de Oldendorf en un combate frente a Kurita (se trata no sólo de la munición).
Se suelen despreciar sus posibilidades, pare como si bastase con que Kurita hiciese acto de presencia en el Golfo de Leyte para que la flota americana se autohundiese o huyese. Para legos, la fuerza de Kurita, aun tras las pérdidas sufridas en Palawan y en Sibuyan, era impresionante: cuatro acorazados rápidos, uno el más potente del mundo, otro con cañones de 406 mm, otros dos veloces cruceros de batalla ampliamente modernizados. Acompañados por siete cruceros y una docena de destructores.
Claro que se suele olvidar que frente a Samar se libró una de las batallas más impresionantes de la guerra, y donde Kurita sufrió importantes pérdidas (tres cruceros pesados, otro más gravemente dañado) a cambio de un portaaviones de escolta y tres destructores. Menos se suele recordar que frente a Samar se invirtió el patrón habitual de las batallas de las Salomón: los norteamericanos reaccionaron rápida y acertadamente (la actuación de Sprague fue excepcional) y fueron los japoneses los que mostraron una alarmante descoordinación. Y hubo un gran consumo de municiones, de cañón y sobre todo de torpedos.
La flota de Oldendorf no era chatarra. Eran barcos con años, y lentos, pero no se recuerda la filosofía norteamericana en el diseño de acorazados que primó en los veinte: lo prioritario era la protección. Los buques norteamericanos podían estar algo menos armados que sus enemigos, eran lentos (menos de 23 nudos, más realistas eran 20 nudos), pero su protección, que era superior a la de cualquier otro buque coetáneo. Fueron los primeros en adoptar el sistema “todo o nada”, del que no gozaban los japoneses (salvo el Yamato). También se les recrimina ser los recuperados de Pearl (sólo dos de ellos) pero eso implicaba que habían sido reformados. En algunos casos las reformas se limitaban a la sustitución de artillería antiaérea y equipos electrónicos (como el Mississippi), pero en otros barcos (especialmente el West Virginia y el California) habían sido completamente reconstruidos, y salvo por su velocidad eran equivalentes a buques nuevos. Estos barcos permanecieron en la flota el mismo tiempo que los “modernos” Washington, South Dakota o Alaska. Incluso el más viejo de los barcos presentes, el Pennsylvania, era más moderno los dos cruceros de batalla, y estaba mejor protegido que cualquier japonés salvo el Yamato.
Un factor multiplicaba la protección de los norteamericanos: la seguridad de sus pólvoras. Estas han sido siempre el talón de Aquiles de los acorazados, por lo que USA hizo durante los primeros años del siglo un gran esfuerzo en desarrollar pólvoras estables. Normalmente al desarrollar una pólvora hay que elegir entre potencia, estabilidad y precio. Los ingleses (siguiendo la línea de Fisher) fabricaron pólvoras potentes pero que se incendiaban con facilidad, lo que pagaron no sólo los cruceros de Jutlandia, sino barcos como el Royal Oak, el Hood y el Barham. Japón tenía pólvoras desarrolladas a partir de las inglesas, y tuvieron los mismos resultados: explosiones accidentales (Mikasa, Kawachi, Mutsu en 1943) y explosiones en pañoles en grandes unidades: al menos las sufrieron el Fuso, el Kongo y el Yamato. El Kirishima estalló tras hundirse, y lo mismo pasó con varios cruceros pesados, entre ellos el Chokai en la batalla de Samar al ser alcanzado por el cañón de un portaaviones (caso único en la guerra).
Los norteamericanos desarrollaron pólvoras caras pero más estables que las inglesas (o japonesas, o francesas, o italianas, o alemanas, o rusas). Por ello pocos barcos se perdieron por explosiones de pañoles de pólvoras: por lo que sé, el Arizona (atacado en tiempo de paz y con las puertas estancas abiertas) y el Juneau. El Helena se partió tras recibir un torpedo en el pañol de proa, pero no voló y tardó horas en hundirse. Varios cruceros en las Salomón fueron alcanzados en los pañoles y sufrieron incendios de pólvoras, pero no sólo no volaron, sino que pudieron ser salvados y rescatados: al menos, los St Louis, St Lake City y Portland.
Esto quería decir que era probable que los norteamericanos aguantasen el chaparrón (si les caía) en plan Bismarck, mientras que los japoneses podían estallar ante cualquier proyectil penetrante. Con el agravante que sólo el Yamato estaba protegido contra los proyectiles de 406 mm y 356 mm norteamericanos.
Un inciso sobre el Yamato: pruebas tras la guerra mostraron que la metalurgia japonesa era peor que la norteamericana, y sus aceros menos resistentes, por lo que sus proyectiles tenían menor capacidad de penetración que los norteamericanos equivalentes: los del Yamato eran más o menos como los de 406/50 de los Iowa. Los de calibres inferiores eran aún menos capaces: en Pearl Harbor las bombas de los B5N eran proyectiles perforantes de 406 mm con aletas, y al parecer ninguna consiguió perforar las corazas (es posible que la explosión del Arizona se debiese a un pañol de pólvora negra para la catapulta situado por encima de la coraza, cuyo incendio se comunicó al pañol proel). En Guadalcanal los proyectiles del Hiei se aplastaron contra la coraza del crucero San Francisco (eran de alto explosivo) y los del Kirishima no consiguieron perforar la coraza del South Dakota desde corta distancia.
Respecto al alcance máximo de la artillería, es anecdótico. De poco sirve poner un proyectil a 40 Km, si no ves donde cae, y el día no era claro. Curiosamente, el récord de distancia está compartido por el Warspita (contra el Giulio Cesare en Punta Stilo), cañones de 381 mm… y por el Scharnhorst en Noruega contra el Glorious, con cañones de 280 mm. En ambos casos el alcance fue de 25.000 m. La flota de Oldendorf fue capaz de destruir el Yamashiro desde unos 20.000 m, por la noche. Aparte que a Kurita le convenía combatir de cerca, tanto por las limitaciones de sus sistemas de tiro (que no veían a través del humo) sino por el diseño anticuado de las corazas de tres de sus acorazados.
Las corazas, lo mismo, de hecho la coraza del Yamato fue perforada por bombas que hubiera debido resistir (en Okinawa). Aun así el Yamato era un barco de gran capacidad de aguante, especialmente contra impactos submarinos. Los otros tres, bastante menos. El Nagato era un equivalente a los Maryland en artillería, pero sacrificaba protección a cambio de velocidad, y su sistema de corazas estaba anticuado. Los dos Kongo eran copias del Tiger inglés de la Gran Guerra, y aunque habían sido modificados (protección submarina y maquinaria), su coraza era vulnerable hasta a los proyectiles de 203 mm.
Recordad que en 1944 las armas norteamericanas ya funcionaban bien. Los proyectiles estallaban cuando debían, y los torpedos eran casi tan efectivos como los japoneses: en la batalla de Leyte los norteamericanos no perdieron ningún barco por torpedos japoneses, y los japoneses, varios. Las tripulaciones que manejaban los barcos eran veteranas, desde las direcciones de tiro hasta los equipos de control de daños.
Si atendemos simplemente al número de cañones pesados y al peso de sus andanadas, la ventaja norteamericana aumenta aún más: 64 cañones pesados frente a 33, con un peso de la andanada un 40% superior. Además el potencial japonés se concentraba en el Yamato. El desequilibrio era mayor si se contaban los cruceros: ocho pesados norteamericanos (los “ligeros” clases Brooklyn y Cleveland eran realmente pesados) contra uno pesado y dos ligeros japoneses. En destructores la ventaja era de tres a uno.
Y estaba la ventaja tecnológica: los barcos japoneses tenían buenas ópticas, pero sus radares eran sólo de exploración y poco efectivos, mientras que los norteamericanos disponían de radares de exploración y de tiro muy efectivos, que en la batalla de Surigao permitieron dirigir el tiro a más de 20.000 m de distancia (fuera del alcance de los torpedos). Así en Samar los japoneses tuvieron que suspender su fuego cuando sus blancos quedaron ocultos por el humo, mientras que los norteamericanos en Surigao pudieron centrar su fuego (no todos los barcos, el Pennsylvania y el Mississippi no dispararon apenas). La flota norteamericana, cuando sufrió los ataques kamikaze los días siguientes, cubrió Leyte de humo, y es lo que hubiese hecho. Tras esas nubes de humo los barcos norteamericanos podían disparar casi a placer. Y su fuego podría ser dirigido, si era preciso, por los hidros embarcados, mientras que la caza norteamericana impediría a los japoneses hacer lo mismo.
Hay que considerar que Oldendorf se mostró un táctico excelente. Su dispositivo de la noche había sido modélico. Su línea de cruceros y acorazados apenas había conseguido ser divisada por el contrario, y esquivó posibles torpedos sin interrumpir el fuego. Pocos barcos quedaron “cegados” por otros buques (aunque la línea era de 14 buques) y no hubo confusiones, salvo la del Grant. Sus flotillas de destructores actuaron agresiva y efectivamente. Luego su “persecución” consiguió hundir el Asagumo y forzar el abandono del Mogami, sin sufrir pérdidas.
Al contrario, Kurita actuó mal. Probablemente por la fatiga: llevaba dos días y pico sin dormir y sufriendo ataques continuos, y su barco había sido hundido. Sus subordinados estaban igual. El caso es que cometió errores: ordenó un ataque general costoso y poco efectivo, y perdió el control de sus unidades: en todo el combate de Samar llegó a saber que sus enemigos eran barcos de escolta. Dentro del Golfo no creo que actuase mejor.
Y quedaba la última baza: los portaaviones. Kinkaid tenía quince buques (el Gambier Bay había sido hundido ya) aunque a esas alturas varios barcos estarían fuera de servicio: el Taffy 3 había sido cañoneado y escapaba, el Taffy 1 había recibido los primeros kamikazes (el Swanee hasta fue torpedeado). Pero el Taffy 2 quedaba libre, y los aviones de los otros dos grupos habían sido enviados a Tacloban. Ya en las fases finales de la batalla de Samar los barcos de Kurita habían sufrido ataques coordinados por cientos de aviones, que se hubiesen reproducido. Durante la batalla de Samar, además, los aviones norteamericanos demostraron un enorme valor: atacaron con todo, hasta cargas de profundidad, ametrallaron continuamente las cubiertas, y hasta realizaban ataques falsos cuando acababan sus bombas para distraer a los artilleros y obligar a virar a los buques.
Oldendorf también tenía ventaja táctica. Como luego veremos, Oldendorf podía elegirl posición a placer, mientras que Kurita estaba obligado a “desfilar” por el paso sur del Golfo. Además los ataques aéreos y los posibles ataques con torpedos le forzarían a modificar continuamente su rumbo. Mientras los barcos de Oldendorf podrían dedicarse al tiro al blanco, contra un enemigo que, además, tenía que intentar eludirlos, porque no eran su objetivo.
Claro que eso sólo sería posible si quedaban municiones. Los acorazados habían usado muchos proyectiles para apoyo táctico, y luego contra Nishimura ¿quedaba algo?
Realmente el gasto de municiones no había sido muy grande. Sabemos la disponibilidad de municiones de los barcos de Oldendorf (tomado de
www.navweaps.com)
http://www.navweaps.com/index_tech/tech-079.htm
West Virginia: disparó 93 proyectiles. Quedaban 282 (107 AP, 175 HC). Maryland: 48 disparados, quedaban 637 (192 AP, 445 HC); California: 63 disparados, quedaban 255 (177, 78); Tennessee: 69 disparados, quedaban 595 (327 AP, 268 HC); Mississippi: 12 disparados, quedaban 732 (189 AP, 543 HC); Pennsylvania: no disparó, quedaban 453 proyectiles (360 AP, 93 HC).
Casi todos conservaban en sus pañoles más del doble de los proyectiles perforantes gastados durante el combate nocturno, y bastantes más de alto explosivo (la mayoría tenían más proyectiles perforantes que de alto explosivo). Téngase en cuenta que lo normal es gastar pocos disparos en un combate: por ejemplo, en la batalla de Savo el Washington disparó 75 proyectiles de 406 mm y 107 de 127 mm. La excepción fue el combate final del Bismarck, cuando los ingleses dispararon más de 600 proyectiles pesados. Lo mismo puede decirse de los cruceros y de los torpedos de los destructores, no dispongo de datos pero es de suponer que dispondrían de cerca de la mitad de la dotación original. Y estaba la potencia de fuego que pondrían los aviones navales (del Taffy 2, del grupo de McCain y los procedentes de Tacloban).
Aparte de eso, los proyectiles de alto explosivo no servirían para hundir barcos, pero causaban tremendos daños en cubiertas y superestructuras: radares, control de tiro, artillería secundaria… El Yamato tenía protección para estas áreas (ligera), pero en los demás era mínima.
La última cuestión es la primera que planteaba Leytekusk ¿llegarían a tiempo los barcos? No sé con certeza el dispositivo que Oldendorf adoptó por la mañana, pero podemos conocer la posición en la que estarían sus buques. Lo mejor es acudir a un mapa de la batalla, modificado de una foto de Google Earth.
En esta imagen podemos apreciar:
A: La boca norte del Golfo de Leyte. Tiene bajos fondos (por lo que puede ser minada) y obliga a seguir una ruta sinuosa. Me parece muy improbable que se accediese por esta ruta.
B: La boca sur del golfo, más amplia. Tiene 27 Km de ancho y era la probable entrada de los barcos de Kurita. Notad como la agrupación de Oldendorf se había situado durante la noche casi en esta boca. El motivo no es obvio: se trata del lugar que permite maniobrar y evitar ataques con torpedos.
c: La cabeza de puente, y donde estaba anclada la agrupación anfibia.
d, e y f: La posición de los cruceros del ala derecha, los acorazados y lso cruceros del ala izquierda, respectivamente.
g: La posición en la que se hundieron el Fuso y el Asagumo.
h: El lugar por donde se aproximaba la flota de Kurita a las 9:30. La posición es sólo orientativa, porque los buques se habían dispersado. En el punto marcado por la flecha estaba situado el grupo más débil, destructores y dos cruceros ligeros, que habían gastado parte de sus torpedos. Los cruceros de batalla estaban situados hacia el Este, y los acorazados, muy hacia el nordeste.
i: Ruta de los cruceros Denver y Columbia.
j: El aeródromo de Taclobán. Está en una península en el fondo del golfo (se ve mal porque la tapan las nubes) y estaba alejado de la posible entrada de Kurita, fuera del alcance eficaz de su artillería.
La posición de los buques puede deducirse de otra forma. Por una parte, sabemos que los acorazados se movieron por la línea que marco en el mapa. Respecto a los cruceros, sabemos que una vez hundido el Yamashiro, Oldendorf envió a parte de sus cruceros en persecución del Mogami y del Shigure. Estos detectaron mediante el radar la sección de proa del Fuso, aún a flote, y a las 5:31 abrieron fuego, que se suspendió a las 5:37 al desaparecer el eco del radar (la proa se hundió). Este “combate” se libró desde 18.000 yardas (unas 10 millas). Inmediatamente, Oldendorf ordenó retirarse a los cruceros, probablemente para evitar un ataque con torpedos. Eso indica que los cruceros apenas llegarían a la altura del islote situada al principio del estrecho.
Una hora después Oldendorf envió otra agrupación, compuesta por el Denver, el Columbia y tres destructores. Los buques avanzaron apenas a 12 nudos (muestra lo precavido de la táctica norteamericana) y a las 7:07 detectaron al Asagumo. Abrieron fuego y lo hundieron a las 7:21. A las 7:23 recibieron la orden de retirarse. A las 7:32 se recibió la noticia del combate de Samar. No sé la distancia de ese combate, pero como ya era de día se libraría por lo menos al alcance efectivo del radar (18.000 m).
Los cruceros eran buques veloces, capaces de mantener los 33 nudos. En las casi dos horas entre la llegada de la noticia y el momento en que Kurita decidió virar al norte, tuvieron tiempo no sólo de llegar al estrecho, sino de alcanzar el escenario de los combates de Samar.
Los acorazados eran más lentos, pero podían situarse, de nuevo sin problemas, en cualquier lugar del golfo, y el alcance de su artillería bastaba para cubrir las entradas desde cualquier posición. Si se mantenían a distancias entre 15.000 y 20.000 m seguirían pudiendo cubrir las entradas con facilidad, manteniéndose fuera del alcance de los torpedos (si se disparaban en el modo de alta velocidad), y los radares de tiro podrían distinguir los piques de los proyectiles y corregir el tiro.
La situación de Oldendorf no era ideal, pero tampoco mala. Podía desplegarse en una línea perpendicular a la adoptada por la noche, lo que le dejaba espacio para maniobrar. Podía desplegar sus destructores a ambos lados de la boca sur. Una vez empezasen a entrar los barcos de Kurita, podía disparar a los barcos uno por uno, mientras a la vez lanzaba un ataque aéreo para romper la formación japonesa. La ventaja de concentrar el fuego contra un buque es múltiple. Es más probable que quede fuera de combate, aunque sea el Yamato. Y el barco contrario se encuentra envuelto entre piques de proyectiles, y apenas ve una línea de fogonazos, resultando muy difícil corregir el tiro.
Combatir contra los japoneses seguía siendo una aventura, sobre todo por el riesgo que suponían los torpedos “Long Lance”. Aunque de día los japoneses no solían ser tan afortunados como de noche, siempre estaba el riesgo de recibir un torpedo o proyectiles del Yamato. Pero la tarea de Kurita era imposible. Tenía que superar a los restos de Sprague, reunir sus fuerzas, y dirigirse hacia el Golfo (calcularon que no llegarían antes de las 12 o las 13:00). Entonces, esquivar o derrotar a los acorazados del Oldendorf, y arreglárselas para aniquilar a los barcos anfibios, que mientras se defenderían con todo.
La única posibilidad de Kurita estaba en coordinar su ataque con Nishimura y Shima. Nishimura ya estropeó la planificación al negarse a esperar a Shima (celos con el mando, Shima era más antiguo), pero Kurita lo estropeó cuando invirtió el rumbo en el Mar de Sibuyan ante los ataques aéreos, y los otros grupos no modificaron sus horarios. Claro que fue esta maniobra la que engañó a Halsey, sin ella parece probable que se hubiese quedado más cerca de Samar y de los anfibios. Y la batalla hubiese sido diferente.
Saludos