Mensaje
por José Luis » Vie Feb 11, 2011 12:59 am
¡Hola a todos!
Me vais a permitir que discrepe de quienes han expresado que la deriva de Bormann no sea propia de este hilo; todo depende de cómo y para qué se utilice. Dije en mi anterior intervención que los casos de Hitler y Bormann son diferentes y expliqué las razones (fundamentalmente la falta de testimonios presenciales de su supuesta muerte y que no se halló su cadáver hasta muchos años después de terminada la guerra).
Vamos a ver, este hilo sobre el “cráneo de Hitler” y la propia noticia que lo justifica sólo tienen interés en tanto en cuanto dan aire (aunque sea de una forma realmente retorcida) a la fantástica teoría de la supuesta huida de Hitler, cuyos defensores rechazan la muerte por suicidio de Hitler en el búnker de la Cancillería del Reich el 30 de abril de 1945. Lo que quiero subrayar aquí, más allá de que estos “escapistas” han sido incapaces de presentar la más mínima prueba contra el suicidio de Hitler en la fecha y lugar indicados, es la gratuidad de su teoría. En otras palabras, quiero significar que ni hubo ni hay ninguna sospecha realmente fundada de que Hitler no muriera como declararon los testigos presenciales, por lo que la teoría de su supuesta huida está creada de la nada. En mayo de 1945 los aliados no albergaron ninguna duda razonable para concluir que Hitler había muerto el 30 de abril de 1945, si bien los soviéticos tardaran unos pocos meses más en confirmarlo (algo lógico si tenemos en cuenta el carácter paranoico de Stalin). Simplemente, la supuesta huida de Hitler nació de la pura imaginación y del morbo de semejante cuento, alimentado quizás por algún que otro comentario propagandístico de Stalin arrojando dudas sobre la muerte del Führer.
El caso de Bormann, que salió en este hilo, es, porf el contrario, un ejemplo perfecto para presentar una hipótesis que sí tenía una base fundada, algo que está completamente ausente en el caso de Hitler. Por ello la comparación es pertinente, y, en consecuencia y en este sentido, es dable aquí hablar de Bormann y de los motivos que dieron pie a la teoría de su supuesta huida de Alemania.
En mayo de 1945 ni la inteligencia angloamericana ni la soviética tenían una cuenta clara de lo que había sucedido con Bormann. Sabían por los relatos que habían obtenido que el secretario de Hitler había huido del búnker, pero desconocían su destino final, si bien imaginaron que había muerto en el intento. Pero nada más. A diferencia de lo que sucedió con Hitler, no había testigos presenciales de la muerte de Bormann, y, caso de haber muerto, no hallaron su cadáver. Esta situación levantó las sospechas y dio pie a que se realizaran investigaciones cuyos resultados iniciales no hicieron más que aumentarlas. Nada mejor para ilustrarlo que resumir una investigación que originó el fiscal jefe americano para el Juicio del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg (TMI), Robert Jackson, según la cuenta de Goda*. Como es sabido, Bormann figuraba entre los acusados del juicio del TMI, siendo juzgado in absentia, hallado culpable y sentenciado a muerte.
Bien, a principios de mayo de 1948, Jackson recibió información de un individuo llamado John F. Griffiths, que tuvo acceso al Tribunal Supremo a través de sus contactos en el Departamento de Estado. Griffiths era un antiguo empleado de la embajada estadounidense en Buenos Aires que dijo conocer a una especie de artesano argentino -del que más tarde se supo se llamaba Juan Serrino- que había trabajado en una hacienda de propiedad alemana en la costa sur-atlántica cerca de La Caleta, en la región del Río de la Plata en la Argentina meridional. El propietario de la hacienda era un hombre llamado Müller y, según Serrino, tenía a varios alemanes viviendo allí. A mediados de 1946, según Griffiths, Müller le comentó a Serrino que tenía a un alemán recién llegado llamado Martin Bormann, a quien el resto de los alemanes allí reverenciaban. Serrino le dijo a Griffiths que nunca antes había oído hablar de Bormann, pero que lo había visto a diario mientras trabajó en la hacienda. Según Griffiths, Serrino también había oído que Bormann había llegado a Argentina en submarino, que Bormann regresó a Europa en la primavera de 1946 a través de España, y que regresó a Argentina con dos grandes cajones de documentos que habían estado escondidos en Baviera.
Jackson se mostró escéptico, pero no descartó la posibilidad de que Bormann pudiera haber escapado con la ayuda de los soviéticos. De hecho, los soviéticos habían ofrecido a los americanos, cuando éstos estaban interrogando a otros prisioneros en Bad Mondorf, la oportunidad de interrogar a Bormann, pero al día siguiente dijeron que se trataba de un error americano. Sea como fuere, Jackson comunicó la información de Griffiths al presidente Truman, que se mostró interesado. Truman le dijo a Jackson que consultara con el FBI y luego le reportara cómo se debía proceder. El 6 de mayo de 1948 Jackson habló con J. Edgar Hoover, quien le recomendó que pusiera el asunto en manos de la CIA. Jackson prefirió usar los canales del Departamento de Justicia.
El FBI había recibido informes de que Borman estaba en Argentina, México, e incluso en Nevada. Francis Crosby, agente especial del FBI y antiguo agregado legal en Buenos Aires, se entrevistó con Griffiths la noche del 6 de mayo de 1948, poco después del encuentro entre Jackson y Hoover. Crosby dijo que aunque Griffiths estaba plenamente convencido de que Bormann estaba en Argentina, “the story is certainly on the fantastic side”.
Pero la historia contenía un elemento político. Griffiths había sido removido del personal de la embajada estadounidense en Buenos Aires a mediados de 1946 porque era contrario al régimen de Perón y partidario de sus oponentes políticos. Poco después fue expulsado de Argentina y estaba viviendo en Uruguay. Jackson ponderó la posibilidad de que la historia de Bormann fuese parte de una maniobra soviética para desacreditar todavía más a Estados Unidos por el tema de los crímenes de guerra (los soviéticos acusaron a los americanos de reluctancia a juzgar a los criminales de guerra nazis y de haber impuesto en el juicio del TIM penas suaves [es decir, las penas que no fueron de muerte]). Además, inmediatamente después de la guerra los soviéticos habían acusado a los británicos de dar cobijo a Bormann, y en varias ocasiones en 1945, Radio Moscú había afirmado que Bormann estaba en Argentina. Jackson sabía que todo eso era propaganda soviética, pero estaba preocupado, al igual que Truman, con el uso que de la misma pudieran hacer los soviéticos.
“Al preparar el memorando sobre Bormann, el FBI descubrió algo más”, dice Goda. En marzo de 1947 el FBI había recibido secretamente dos interceptaciones británicas de una no revelada fuente llamada “Bureau Source Two” que mencionaban a Bormann. D. M. Ladd, director ayudante del FBI, informó a Hoover que esas intercptaciones, salvo que fueran una absurda operación de engaño, eran una clara indicación de que Bormann estaba vivo.
Esos mensajes interceptados venían de tráfico entre Madrid y Barcelona; el primero, de 14 de febrero de 1947, decía, “Díganos si conoce a Martin Borman [sic] personalmente y si lo reconocería. Su colaboración sería necesaria para salvar a esta persona. Díganos si está preparado para ayudarnos en este asunto”. El segundo era de 21 de febrero y comentaba que “El asunto de Martin ha sido pospuesto. Le hablaré de ello cuando nos encontremos....Afectuosos saludos, Mariano”. El cónsul americano en Barcelona intentó averiguar la fiabilidad de los informes que decían que Bormann había embarcado o pronto embarcaría en el puerto de Barcelona camino de Sudamérica, pero nunca volvió a hablar de Bormann y el interés se desvaneció hasta que Jackson lo volvió a suscitar uno año más tarde.
Todo el asunto se lo comunicó Hoover a Jackson en su reunión de 14 de mayo de 1948. A sugerencia de Ladd, Hoover quiso llegar al fondo del asunto respecto a esos mensajes y ordenó a su agregado legal en Londres, Cimperman, que indagase discretamente con la inteligencia británica. El MI-5 respondió a Cimperman que que allí eran de la opinión de que Bormann no estaba vivo, mientras que el MI-6 le contestó que no tenían información al respecto y sólo podían decirle que todas las agencias de la Inteligencia Aliada lo habían buscado en vano.
Jackson continuó insistiendo en el esclarecimiento del asunto de la información de Griffiths, e igualmente el presidente Truman, por cuyo interés Hoover envió al agente especial Crosby a Argentina para verificar la presencia de Bormann. Crosby montó la investigación desde la embajada de Montevideo para evitar suspicacias con el gobierno argentino. El 10 de julio de 1948 Crosby se entrevistó con Griffiths en un café de Montevideo, concluyendo de la misma que toda su historia no se sostenía por incoherente. Tras dos meses de estancia en Montevideo sin más resultados, Crosby regresó a Washington el 23 de agosto de 1948; el FBI valoró toda la historia de Griffiths-Serrino-Bormann como una fabricación; Hoover dijo a Jackson que no había justificación para seguir con la investigación; Jackson estuvo de acuerdo.
Si me he extendido un poco (seguro que más que un poco) en los detalles de este episodio es con la única intención de demostrar la notable diferencia de base que durante muchos años pudo sustentar las especulaciones en torno al destino de Bormann, a diferencia de toda ausencia de base en el caso de Hitler. Con Bormann, dada la ausencia de testigos de su muerte y de su cadáver y teniendo en cuenta todas las investigaciones oficiales y semioficiales que se llevaron a cabo sobre su destino, las especulaciones sobre su huida tenían base, lo que no equivale a que hubiera pruebas de la misma. Todo esto se acabó en 1972 y, definitivamente, en 1998. Con Hitler nunca hubo motivo alguno racional para crear toda la fantástica mitología que existe sobre su supuesta huida.
*Norman J. Goda, "Manhunts: The Official Search for Notorious Nazis", en Breitman et al, U.S. Intelligence and the Nazis (Cambridge University Press, 2005), pp. 420-426.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)