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por hawat » Dom Jun 18, 2006 5:44 pm
Creo que merece la pena el texto (un extracto) que acompaña a éstos mapas. Es de "Tierra calcinada" (Verbannte Erde)
Tanques ante el puesto de mando de Manstein
El general Malinovski escuchó con expresión sombría los partes acerca de la fracasada penetración soviética sobre Novotcherkask.
Su jefe de Estado Mayor trato de disculparse con estas palabras:
-Ni siquiera nuestras mejores unidades pueden lograr lo imposible.
El general asintió con un movimiento de cabeza. El comentario manifestado por el coronel no le resultaba ninguna novedad. Como experto jefe del 2 Ejercito de la Guardia sabia de sobra que una unidad tan aguerrida como su 3 Cuerpo blindado comenzaba a dar señales de agotamiento. Dependía de una sutil línea de abastecimiento y, además, su capacidad combativa había menguado desde que, junto con las fuerzas del general Rotminstrov, paralizara los intentos alemanes de aliviar la presión rusa sobre las unidades cercadas en Stalingrado.
Malinovski lo sabia y, como el, Yeremenko, comandante supremo del Frente del Sur. Incluso Nikita Sergueievitch Kruschev, el consejero militar numero uno del susodicho Grupo de Ejércitos ruso, comprendía perfectamente las dificultades surgidas. Pero el cuartel general en Moscú no queria reconocerlo.
Kruschev y Yeremenko debían velar para que se cumplieran las órdenes del cuartel general, y estas reposaban en la mesa cartográfica de Malinovski: El 2 Ejercito de la Guardia debe alcanzar el Donetz en la noche del 7 de enero. El 3 Cuerpo blindado de la Guardia debe cruzar la orilla derecha del Don y establecer una sólida cabeza de puente. La 98 División de fusileros debe ampliar la citada cabeza de puente. El 2 Cuerpo mecanizado debe..., el 5 Cuerpo mecanizado debe....
-¡Debe, debe, debe! -exclamó iracundo Malinovski, golpeando la mesa repetidas veces-. Los alemanes siguen ahi, y ellos no son los rumanos o los italianos. Parece que en el cuartel general lo hayan olvidado de repente.
De nada servia enojarse. «Bataisk debe caer en nuestras manos... Rostov ha de ser conquistado.» Esto lo repetían a diario Kruschev y Yeremenko, por escrito, telefónicamente, de palabra, y siempre en forma de apremio.
Y los ejercitos transmitian la orden a las brigadas, y estos a los regimientos, y luego a los batallones. Las órdenes no son batallas ganadas. Las cosas suelen andar despacio, muy despacio.
Hasta el 20 de enero, las avanzadas de Yeremenko cruzaron el Manitch por Manitchkaia, prosiguiendo el avance hacia el oeste camino de Bataisk. El coronel Yegorov marchaba a la cabeza de las fuerzas con ocho T-34, tres T-70, nueve vehículos blindados, cinco tanques ligeros de reconocimiento y doscientos infantes con la misi6n de apoderarse del objetivo mediante un audaz golpe de mano. El grueso del 3 Cuerpo blindado de la Guardia permanecía alerta, esperando la señal para salir en pos del grupo avanzado.
El plan había sido bien estudiado. El 5 Ejército, desplegado algo mas al sur, envió asimismo en descubierta a su 3Cuerpo mecanizado, con el mismo objetivo: Bataisk. Había que cerrar la puerta de escape a los ejércitos alemanes del Caucaso. La. línea férrea a Rostov quedaba ya cortada, y las avanzadillas habían llegado al koljós Lenin.
Malinovski se hallaba dispuesto a proseguir el avance desde la cabeza de puente de Manitchkaia con dos Cuerpos de ejercito. El flanco meridional del frente oriental alemán corría grave peligro. Tres ejércitos alemanes estaban en trance de ser cercardos; solo les quedaba un portón de treinta kilómetros para escapar.
Treinta kilómetros separaban a casi un millón de soldados alemanes de correr la misma suerte que sus camaradas de Stalingrado. Treinta kilómetros... Un simple salto. Otra situación como tantas veces se ha dado en el curso de la Historia, donde todo depende de lo que sucede en unos cuantos kil6metros cuadrados de terreno, aguardando el hecho que imprima un sesgo en el estado de cosas.
-iCómo podriamos eliminar esa cabeza de puente? -pregunt6 el mariscal Von Manstein al coronel Theodor Busse, su jefe de Estado Mayor.
-Hoth no podria lograrlo con sus propias fuerzas, señor mariscal --contestó Busse.
-Por supuesto que no. Veamos las fuerzas de que disponemos. Manstein estudió la carta, donde aparecía claramente indicado la sucedido en las ultimas semanas. El mariscal había logrado disuadir a Hitler de que retirase del Donetz a los Cuerpos de ejercito de Hollidt y de Fretter-Fico; con ello le quedaba la posibilidad de enviar refuerzos a Hoth y destinar nuevas unidades para la defensa de Rostov.
-A Hollidt le pediremos la 11 División blindada de Balck para mandarla a Rostov sobre la margen izquierda del Don, a fin de que Hoth puede atacar la cabeza de puente de Malinovski -penso Manstein en voz alta.
Busse comentó:
-La 11 división blindada no podrá. enfrentarse sola con los dos potentes Cuerpos blindados rusos que operan en Manitchkaia.
Manstein asintió.
-A Hoth le queda intacta la 16 División de infantería motorizada, que al fin podrá alejar de Elista. El conde Schwerin la ha conducido felizmente a través del 28 Ejército soviético. Con su 116Brigada acorazada y la 503 ompañía de carros Tigre podrá abrirse camino hasta Manitchkaia.
Manstein se refirió a los grandes logros de la 16 División de granaderos acorazados del conde Schwerin en las ultimas semanas. Esta unidad todavía era conocida como la 16 División de infanteria motorizada, con cuya denominación alcanzo justa celebridad. La División galgo había cumplido una de las misiones mas aventuradas y fantasticas de la campana en Rusia: había establecido el puesto mas avanzado de la Wehrmacht en la estepa calmuca, en la zona de Elista hasta el mar Caspio. Las patrullas dereconocimiento motorizadas del 165 Batallón ivisaron el Caspio, volaron los oleoductos de Baku y, gracias a un ardid, hablaron por telefono con el jefe de la estacion de Astrajan.
En el transcurso de varios meses, esta divisiónhabia cubierto 300 kms.re los 1 y 4 Ejercitos biindados, con quienes se enfrentaba e1 28.o Ejercito sovietico. Solos en la inmensa estepa, los hombres del territorio del Rhin, Westfalia y Turingia llevaron a feliz termino su dificil misión.Cuando la situaciónasi lo aconsejó el conde Schwerin retiróa sus unidadesen el momenta adecuado para establecer posiciones defensivas a lo largo del Manitch. Por ultimo, a mediados de enero de 1943, la 16 Divisibn de infanteria motorizada hizo fracasar una peligrosa maniobra de los rusos entre los rios Manitch y Don.
La situación aparecfa como sigue : el 57Cuerpo del general Kirchnex retrocedió hasta el sur del Manitch tras duros com bates. El Ejercito biindado de Hoth defendia briosamente la iinea del Manitch, de importancia decisiva si queria mantenerse abiert0 el paso del Don por Rostov-Bataisk.
Kirchner logró sostener una cabeza de puente en el Manitch, concretamente en Proletarskaia, con las unidades siguientes: 23 Divisicin blindada, 5 división de granaderos acorazados SS Wiking y la 503 Brigada acorazada formada por carros Tigre.
La 16 División de infanteria motorizada viose flanqueada por unidades enemigas mas veloces. Poderosas formaciones de ques e infanteria del 28.o Ejercito sovietico presionaban en direa cibn a Proletarskaia, con el propbsito de dominar el paso delt Manitch; al propio tiempa, un cuerpo mecanizado del 51P EjB1cito atacaba entre Proletarskaia y Salsk. Otro Cuerpo del V Ejército cito de la Guardia caía sobre Sporni desde el norte, apuntando Tichorezk para establecer contacto con las unidades del «Frenb Transcaucasico».
El objetivo de esta audaz operación soviética consistía en. aislar al Grupo de Ejercitos A, bloquear el camino del primer Ejercito blindado hacia Rostov y atacar al 17 Ejercito.
Una maniobra en extremo peligrosa y justo en el momento más poco favorable. Cerca de Bataisk se acumulaban las colinas de transporte del le' Ejercito blindado. Al este de la localidad se habían concentrado gran numero de ambulancias y camiones. Las escasas y malas carreteras de sur a norte se hallaban cortadas en varios kilómetros. Si los rusos hubiesen centrado ataques en dicho sector, habrían provocado un autentico
Federieo el Grande manifestó en una ocasión: Un general, además de valiente, debe ser afortunado. El general de brigada conde Gerhard von Schwerin, además de audacia tenia suerte. Tres días antes del ataque ruso desde el norte contra la línea Manitch, ordeno un contraataque a la Sección blindada 116, dada por el capitán Tebbes. Lo mas destacado de la operación fue la captura de un oficial de Estado Mayor ruso, en cuya cartera había mapas y ordenes, relacionados con el plan de operaciones en Sporni.
El conde Schwerin no vacilo un solo instante y envió a dicha zona todas las fuerzas de que disponía.
Los rusos atravesaron el rio por medio de pontones y prosiguieron su camino hacia el oeste en busca de los caminos de retirada del le' Ejercito. Su meta era Bataisk.
¡Muy bien pensado! Sin embargo, el general Gerasimenko, jefe del 28 Ejercito soviético, había efectuado sus cálculos sin contar con Schwerin.
La mañana del 15 de enero nació fría y oscura. Las compañías del capitán Gerhard Tebbes avanzaban precediendo a los hombres de la 60.a División de infantería motorizada en busca de las vanguardias soviéticas.
No paraban mientes en lo que sucedía a derecha o izquierda. Avanzaban, emitían mensajes por radio, disparaban. Ocupaban alturas a retaguardia de las unidades rusas que habían salvado el rio. Tres grupos de asalto se adueñaron de una localidad enemiga.
Un «T-34» y cuatro cañones anticarro del 7,62 quedaron destruidos. Dos T-34 acudieron en su ayuda; uno de los tanques no tardo en ser pasto de las llamas, y el otro emprendió veloz huida.
En el ala izquierda del grupo blindado marchaba una secci6n de la 3.a Compañía al mando del primer teniente Kuhne. Iba a cargo de dicha sección el osado primer sargento Hans Bunzel. Donde aparecían los de Turingia es que había refriega segura. Su especialidad eran los puentes y las lomas bien defendidas. Era uno de aquellos individuos imperturbables que constituyen la medula de un regimiento blindado.
Esta condición la demostró el 15 de enero de 1943. Sus tanques llegaron hasta la presa del Manitch, en Sporni. Bunzel, con su carro ((III)), rebasó con ímpetu el puente; su cañón de 5 centímetros martilleo las baterías antitanque soviéticas.
El primer sargento recordaba un día de julio de 1942, cuando con cuatro carros de su secci6n se disponia a tomar el dique, frontera entre Europa y Asia, avanzando en dirección contraria a la actual. Pero entonces el dique voló en pedazos ante sus propios ojos.
¿Lo conseguiría en esta ocasión? Si; ahora le acompaii6 la suerte. En la falda meridional se hallaban los mismos cañones tomados a los rusos, aunque un tanto estropeados.
Una vez que Hans Bunzel arrebató a los soviets el puente de Sporni, el primer teniente Klappich avanzó a lo largo de la margen izquierda del Manitch, al mando del 3er Batallón del 60 Regimiento de infanterfa motorizada, con la misión de apoderase de Samodurovka.
En este lugar, los rusos habían logrado establecer una cabeza de puente con secciones de la 2.a Brigada de fusileros mecanizada. Otro punto desde donde los rusos podían montar un peligroso ataque a Bataisk.
Klappich atac6, y tras duros combates 11egG a la zona occi• dental de la citada localidad. Fue capturado el jefe de Estado Mayor de la brigada sovi6tica. Sus declaraciones revelaron la magnitud del peligro que se cernía sobre Manitchkaia por el número de unidades enemigas que avanzaban sobre dicho punto. El general Rotmistrov tenía órdenes estrictas de iniciar el asalto final a Bataisk para el 23 de enero. A las 6 h 30 m debía iniciar la maniobra contra la ciudad con su gran unidad, considerablemente reforzada. Sus avanzadillas, consistentes en grupos del 55° Regimiento blindado y varios batallones provistos de trineos mecánicos, recibieron la misión de apoderarse de los puentes de Bataisk en un golpe de mano. El jefe de las tropas blindadas del ejército se hizo cargo de la operación.
El primer teniente Klappich comprendió que, en vista de la situación, nada tenia que preguntar, y decidió tomar la típica decisión correcta: mantenerse en Samodurovka y a cualquier precio. Con ello amenazaba el flanco de la cabeza de puente soviética sobre Manitchkaia.
El batallón de Klappich se clavó materialmente a retaguardia de las fuerzas soviéticas que operaban en el glacis defensiva de Bataisk. Samodurovka, en manos alemanas, era una punta de lanza dirigida a la cabeza de puente de Rotmistrov en Manitchskaia. Rotmistrov no podía rebasar la localidad y acudir en apoyo de sus vanguardias, que llamaban a las puertas de Bataisk. Antes tenia que habérselas con Klappich.
Pero este no cedió ni un palmo de terreno. Sujet6 a las unidades de Rotmistrov e, impidió que este se lanzara al ataque sobre el «cuello de botella». Un primer teniente se interponía entre la victoria y la derrota. Un batallón de granaderos obstaculizaba la realización del plan staliniano.
Por su decisiva acción, Klappich fue condecorado con las hojas de roble de la Cruz de Caballero. Gracias a su tenaz defensa, la fecha del 22 de enero no resultó demasiado tardía pan que Manstein pudiese ordenar el contraataque combinado de la 11 División blindada y la 16.a División de infantería motorizada sobre las fuerzas rusas en la zona de la cabeza de puente de Manitchkaia.
El 22 de enero de 1943, la 1l División blindada del general Balek cruzó el Don por Rostov.
Las fuerzas avanzadas de Rotmistrov, mandadas por el coronel Yegorov, se agruparon en el koljós Lenin.
Las vanguardias de Baick pasaron al ataque. Yegorov perdió cinco de sus ocho «T-34» y dos de sus tres «T-70». No tuvo mas remedio que ceder. La punta de lanza sovietica sobre Batai quedaba embotada.
El 23 de enero, la 11 Divisibn blindada y varias unidades de _ la 16.a División de infantería motorizada irrumpieron en las posiciones rusas ante Manitchkaia. La localidad poseía gran importancia estratégica. En ella vertía el Manitch sus aguas en el Don.
De ahí arrancaba la carretera de primer orden que cruzaba el anchuroso río. Si la población y el puente se mantenían en poder de los soviets, éstos podrían montar el ataque sobre Rostov en el momento que desearan.
!Ataque!
La Brigada acorazada 116 del conde Schwerin y el 156.0 Regimiento de infantería motorizada avanzaban desde el sudeste. La 11 División blindada se lanzó al ataque frontal en la plaza, fuertemente defendida. Entre las viviendas había numerosos tanques enterrados hasta la torreta, a modo de muralla de acero. Apenas podían distinguirse, y resultaban muy difíciles de combatir.
Y para colmo, en la zona sur de la localidad se alzaba un peligroso obstáculo, que había pasado por alto a las patrullas de reconocimiento.
-iAtención! ; Zanjas antitanque a la vista!
Tal fue la advertencia que la sección blindada del capitán Tebbe dirigió al resto de sus camaradas.
El capitán Tebbe y su ayudante, el teniente Gittermann, avanzaron a lo largo de las zanjas. Ambos carros siguieron adelante hasta llegar a la localidad.
Pero dos carros ((IV)) contra docenas de T-34 metidos en tierra significaba un combate desigual. Primero resultó tocado Tebbe y luego Gittermann. Las dotaciones lograron abandonar sus respectivos carros, consiguiendo alcanzar las líneas avanzadas propias completamente agotados.
Así planteada, la operación no podía tener éxito. De un modo u otro había que eliminar la tenaz defensa que los «T-34» presentaban en el sector sur de la localidad. Pero, ¿cbmo?
Balck recurrió a un ardid. En la mañana del 25 de enero ordenó que todas las piezas disponibles concentraran el fuego sobre el norte de la población. Se dispararon granadas fumígenas. Los vehículos blindados de reconocimiento avanzaron tanteando el terreno.
Balck hizo creer a los rusos que se preparaba para lanzar un ataque en gran escala sobre la zona norte de la villa. El jefe de la brigada soviética se dejó engañar por dicha maniobra; el abortado ataque alemán del día anterior le afirmó en la creencia de que los germanos volverían a la carga, esta vez por el lado norte. Y, con la intención de defenderlo ante la supuesta embestida, ordenó desenterrar sus T-34 para apostarlos en la zona amenazada.
Todo sucedía como Balck había calculado. Junto con su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel Kinitz, presenciaba la maniobra desde un excelente puesto de observaci6n situado en una colina al sur de Manitchkaia. A1 tener noticia de la nueva disposición de las fuerzas rusas, ordenó concentrar el fuego sobre la parte sur de la plaza. Sólo una batería disparando granadas de humo seguía apoyando el ataque diversivo por el norte. Y seguidamente:
-¡Tanques, adelante!
El ataque alemán se desarrollaba a corta distancia de la barrera formada por las granadas lanzadas por la artillería propia. El 3 Batallón del 15 ° Regimiento blindado del capitán Schmidt cruzo la villa de sur a norte. El conde Schimmelmann aniquiló con su regimiento a los blindados rusos que luchaban en la zona norte. La infantería enemiga, en su huida, atravesó las columnas acorazadas germanas y sufrió un grave quebranto.
El capitán Von Hauser envió al 61 Batallón de infantería motorizada en seguimiento de los rusos. La persecución continuó por la zona en la que aun luchaban encarnizadamente los carros, y termino en desastre para los rusos.
Fue una batalla memorable y singular. Las bajas propias resultaron exiguas, gracias a la artimaña de Balck: un muerto y catorce heridos. Los rusos, por el contrario, y solo en el sector de Manitchkaia, perdieron veinte tanques y dejaron mas de seiscientos muertos sobre el terreno.
Rotmistrov, el general en jefe del vapuleado cuerpo -mas tarde se batiría como un león en Projorovka y seria el verdadero artífice de la gigantesca batalla de tanques en el saliente de Kursk-, escribió al día siguiente un informe al general ( Malinovski, comandante del 2° Ejercito de la Guardia: ((En vista de la situación y de las perdidas experimentadas por las tropas, no son de esperar, por el momento, importantes acciones ofensivas)).
Estas palabras indican que, en enero de 1943, veinte carros de combate, las dos terceras partes de un batallón blindado, resultaban una perdida importante para los rusos. No solo habia sido Hitler quien avanzara desde Brest-Litowsk a Stalingrado; los rusos también recorrieron este largo trecho de mas de 2.000 kilómetros, siempre defendiéndose, en muchas ocasiones huyendo materialmente. También habían llegado al limite de sus fuerzas.
"Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que le dimos a este mundo una guerra con la que jamás había soñado..."