Mensaje
por CRISTINA42 » Sab Mar 14, 2009 3:20 pm
Una vez , en la calle Zelazna, vi aglomerarse a la gene . Se amontonaban alrededor de un barril, un simple barril de madera, sobre el cual había un judío de pie. Era viejo, bajito, y tenía barba larga. A su lado había dos alemanes. Dos hombres hermosos y exuberantes junto a un pequeño judío jorobado. Y esos alemanes, con enormes tijeras de sastre, le cortaban al judío, poco a poco, su larga barba, riendo a carcajadas. La gente de alrededor reía también. Porque objetivamente, era en verdad ridículo: un hombrecito sobre un barril de madera, con una barba cada vez más corta. Como en un gag cinematográfico. Allí comprendí que lo más importante de todo es no permitir que te fuercen a subir al barril. Nunca. Por nadie.
Más tarde, cuando se creó el gueto, yo era recadero en el hospital, y mi trabajo consistía en estar a la entrada de la Umschelagplatz y hacer salir a los enfermos. Nuestro hombres seleccionaban los que había que salvar y yo los sacaba,haciéndolos pasar por enfermos. Acompañé a cuatrocientos mil hombres hacia la muerte. Eso cambia a cualquier hombres.
Cuando quedábamos unos sesenta mil judíos en el gueto, ya nadie creía que iba a salvarse. Hay 220 insurrectos y 2.090 alemanes. Los alemanes tenían aviación, artillería, carros blindados, lanzaminas, ametrallador, carabinas.
Era eso una insurrección?? Tenìa sentido todo aquello? Ninguno, solo sé que gracias a eso, uno no estaba de pie en el barril. Eso es todo.
Del libro "Ganarle a Dios". Hanna Krall. Entrevista al único superviviente de la insurrección del gueto de Varsovia. Sr. Eldeman.
No se puede ganar una guerra como tampoco se puede ganar un terremoto