Mensaje
por José Luis » Vie Feb 01, 2019 8:00 pm
¡Hola a todos!
En términos logísticos, el ejército alemán sólo podía combatir con éxito guerras cortas en espacio y tiempo. Cualquier concepto operacional, por genial que sea, está supeditado a los requerimientos logísticos. En 1941 Alemania carecía de la economía necesaria para producir armamento, munición, repuestos y piezas de recambio, combustible y demás material de guerra, y el sistema de transporte necesario para distribuirlo entre un ejército de campaña masivo que operase a cientos de kilómetros de su base de suministros y en un teatro de guerra de enormes dimensiones en amplitud y profundidad. Y esto fue justamente lo que sucedió con la Operación Barbarroja en la Unión Soviética.
Los militares alemanes no usaron generalmente el término Logistik sino hasta después de 1945. Con anterioridad, para referirse a la logística emplearon los términos Nachschub o Versorgung, ambos significando “suministro”*. Pero la logística no sólo tiene que ver con los suministros y su transporte, sino también con las reservas humanas y materiales, y la movilización de la industria nacional, factores que determinan, en última instancia, la capacidad de un ejército para planificar y llevar a cabo el movimiento y el mantenimiento de sus formaciones de combate.
Jerome G. Peppers, Jr., escribió que (traduzco): “La logística es un sistema establecido para crear y sostener la capacidad militar”. Partiendo de esta definición, Alan Gropman matizó: “Crear es un término amplio que implica materias primas, gente, y finanzas (o mano de obra y capital), investigación y desarrollo, maquinaria, fábricas y transporte (que llamamos infraestructura), y adquisición. Sostener es igualmente amplio, implicando pertrechos y munición, comida y cocineros, repuestos y piezas de repuestos, mantenimiento y mantenedores, alojamiento y alojadores, hospitales y médicos y enfermeras, y transporte (carreteras, ferrocarriles, aeródromos, puertos, canales, puentes, esclusas -más infraestructura- pilotos, marinos mercantes, conductores)".**
Antes de la invasión de la Unión Soviética, Alemania no tenía a pleno funcionamiento su producción de guerra, sus fábricas trabajaban en un único turno, y la producción estaba muy por detrás de las necesidades de consumo. Esta situación no empezó a cambiar hasta 1942, cuando cualquier oportunidad que pudiera haber habido de ganar la guerra contra la Unión Soviética en 1941 se había esfumado con el fracaso final de Barbarroja.
Los planificadores alemanes sabían que su capacidad logística era insuficiente para satisfacer los requerimientos logísticos que exigía una campaña militar de la envergadura de Barbarroja. Aun así, no modificaron el concepto operacional de Barbarroja ni sus objetivos de acuerdo con los requerimientos logísticos, sino que simplemente los fueron subestimando o minimizando bajo la asunción de que podrían concluir victoriosamente Barbarroja en cuestión de unas pocas semanas. Cuando Hitler se reunió con sus jefes militares el 31 de julio de 1940 para ordenar la planificación del ataque contra la Unión Soviética, estimó en unos cinco meses lo que necesitarían para conseguir la victoria. Luego, en el estudio de agosto del general Erich Marcks se previó un tiempo que oscilaba entre un mínimo de nueve y un máximo de 18 semanas; es decir, un mínimo de dos meses y un máximo de cuatro incluyendo la pausa operacional. A principios de diciembre, el tiempo se redujo a entre ocho y diez semanas; esto es, poco más de un mes incluyendo la pausa operacional. Finalmente, en abril de 1941, el comandante en jefe del OKH, mariscal Brauchitsch, consideró que las batallas fronterizas se terminarían en cuatro semanas, tras lo cual la resistencia soviética sería insignificante. La pausa operacional planificada por Paulus en sus juegos de guerra de diciembre se calculó para el día D+40; es decir, para el día 31 de julio de 1940. Como escribió Megargee: “The army's leaders' attitude toward logistics was merging with their faith in a quick Russian collapse. Only with difficulty can one escape the conclusion that they were engaged in a gigantic effort at self-delusion”. [“La actitud de los líderes del Ejército hacia la logística se estaba fusionando con su fe en un rápido colapso ruso. Sólo con dificultad se puede escapar a la conclusión de que estaban participando en un gigantesco esfuerzo de autoengaño”.]***
Los jefes militares alemanes sólo podían mantener este gigantesco autoengaño tomando como dogma de fe que se cumplirían los escenarios más optimistas posibles en el curso de las operaciones. Es decir, que el grueso del Ejército Rojo presentaría resistencia en las batallas fronterizas iniciales para que, de esta forma, pudiera ser destruido en operaciones de envolvimiento, cerco y aniquilación. De otra forma, si los alemanes no eran capaces de destruirlo en el marco espacio-temporal previsto y los soviéticos lograban retirarse al este de la divisoria de la línea Dvina-Smolensk-Dnieper, entonces la capacidad logística del Ostheer ya no podría en modo alguno satisfacer los requerimientos logísticos que exigiría el sostener un avance más allá de los 500 kilómetros de los puntos de partida. Todas las carencias y escaseces en el transporte de suministros, en el material de guerra, en las piezas de recambio, en los servicios de mantenimiento, en el combustible, en los reemplazos de armamento y personal, etc., todo ese riesgo era asumible con tal de que se cumpliese el escenario anticipado por los jefes militares. Pero si el desarrollo de las operaciones mostraba finalmente un escenario contrario al previsto, entonces se venía abajo todo el concepto operacional de Barbarroja.
El optimismo desorbitado reinante en el OKH lo encontramos ya en la entrada de 3 de julio de 1941 al Diario de Guerra de Halder, el jefe del EMG del OKH, que merece la pena citarla en toda su literalidad (traduzco, negrita mía):
“En conjunto, pues, puede decirse incluso ahora que el objetivo de destruir el grueso del Ejército Ruso a este lado del Dvina y del Dnieper se ha cumplido. No dudo de la declaración del CG del Cuerpo Ruso capturado de que, al este del Dvina y Dnieper, no encontraremos nada más que fuerzas parciales, no suficientemente fuertes para entorpecer la realización de los planes operacionales alemanes. Así pues, probablemente no es ninguna exageración decir que la Campaña Rusa se ha ganado en el espacio de dos semanas...”.
A esas alturas, 3 de julio de 1941, el Grupo de Ejércitos Centro apenas había recorrido 400 kilómetros, un avance espectacular pero que sólo representaba un tercio de las distancia que había entre la frontera polaca y Moscú. Tenía que cruzar todavía los ríos Dvina y Dnieper y capturar el vital eje estratégico Vitebsk-Orsha-Smolensk. Como ha escrito Glantz, “Irónicamente, pese a su rápido avance y sus arrolladores éxitos, en esta coyuntura [6 de julio de 1941] el GEC se encontraba en una difícil situación, en parte debido a esos mismos éxitos. La vastedad de su zona de operaciones, que era de unos 420 kilómetros de ancho y 400 kilómetros de profundidad, medida desde las frontera al río Berezina, era comparable ...a la Alemania Occidental de después de la IIGM. Este desafío estaba agravado por la ausencia casi total de carreteras aptas para el tráfico rodado, una escasez de comunicaciones ferroviarias, y signos alarmantes de un comienzo de escasez de tropas...”.****
Pero para Halder la campaña rusa parecía que ya se había ganado en tan sólo dos semanas. Más de un mes le costó abandonar esta quimera. El 11 de agosto anotó en su diario: “Toda la situación hace cada vez más claro que hemos subestimado al coloso ruso”. ¡Y tanto! Pero los delirios de Halder, y no de Hitler, continuaron cegando al Jefe del EMG alemán. El 13 de noviembre de 1941, al acabar la reunión que mantuvo en Orsha con los jefes de los tres grupos de ejércitos y los jefes de EM de siete ejércitos, y después de que estos sus subordinados se opusieran a los desmedidos objetivos que quería marcar para la reanudación de Tifón, Halder expresó sin ruborizarse que Rusia ya no era una amenaza seria y podía descartarse como “factor de potencia”. No tuvo que esperar mucho tiempo, menos de un mes, para que se tragara sus propias palabras cuando los soviéticos lanzaron un contraataque demoledor el 6 de diciembre que se convirtió en una contraofensiva en toda regla el día siguiente.
A mediados de diciembre de 1941 las dimensiones de las pérdidas de vehículos a motor del Ostheer eran catastróficas. De los aproximadamente 500.000 vehículos a motor con que se había comenzado la invasión, la situación era: totalmente destruidos el 20% (100.000); sin posibilidad de reparación el 10% (50.000); con necesidad de una revisión completa en Alemania el 40% (200.000); pendientes de pequeñas y medianas reparaciones el 15% (75.000); operacionales el 15% (75.000)*****.
La negligencia logística de los jefes y altos oficiales, en general, y de los “culos dorados” del EMG, en particular, había acabado por destruir la ya de por sí escasa motorización del Ostheer.
*Geoffrey P. Megargee, Inside Hitler's High Command (University Press of Kansas, 2000), p. 123.
**Alan Gropman (Ed.), The BIG 'L'. American Logistics in World War II (Washington, DC: National Defense University Press, 1997), p. xiii.
***Megargee, 124.
****David Glantz, Barbarossa Derailed. The Battle for Smolensk 10 July-10 September 1941. Volume 1: The German Advance to Smolensk, the Encirclement Battle, and the First and Second Soviet Counteroffensives, 10 July–24 August 1941 (Helion & Company Limited, 2010), p. 41.
*****General der Artillerie Rudolf Hofmann und Generalmajor Alfred Toppe, Verbrauchs- und Verschleisssaetze während der Operationen der deutschen H.Gr.Mitte vom 22.6.-31.12.41 (Historical Division, US Army Europe, 1954), p. 104.
Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)