Los cinco primeros años que siguieron a la conclusión de la IIGM vieron una progresiva escalada de la tensión política y militar entre las potencias aliadas y el bloque oriental de la Unión Soviética. Las diferencias entre ambos bloques comenzaron ya durante los preparativos y la celebración de los juicios de Nuremberg, y se vieron incrementadas por una serie de acontecimientos (entre ellos la detonación de la primera bomba atómica de la Unión Soviética en agosto de 1949) que llevaron a un punto de máxima tensión en el verano de 1950, cuando Corea del Norte, con el apoyo de la Unión Soviética, invadió Corea del Sur, que tuvo el apoyo de Estados Unidos. Bajo ese clima de tensión política creciente tuvieron lugar tres historias fundamentales para la gestación del mito de la Wehrmacht Limpia, Saubere Wehrmacht o Clean Wehrmacht. La primera historia que vamos a tratar sucedió durante los juicios de Nuremberg, cuando un grupo de generales alemanes escribió un documento que iba a sentar las bases fundacionales del mito. La segunda historia comenzó antes que la primera, pero tuvo más desarrollo en el tiempo y por ello la voy a tratar en último lugar. Está directamente relacionada con la División Histórica de Europa del Estado Mayor Especial del Departamente de Guerra de los Estados Unidos y la colaboración de oficiales alemanes para escribir la historia de la guerra desde el punto de vista alemán. La tercera historia tiene que ver con la creación de las fuerzas armadas de la República Federal Alemana y las condiciones que un grupo de expertos oficiales alemanaes impuso a los aliados a tal fin.
El Memorando de los Generales
El mayor general William Joseph ("Wild Bill") Donovan, jefe durante la guerra de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS en sus siglas en inglés), precursora de la CIA, fue el primer adjunto del fiscal jefe americano en Nuremberg, Robert H. Jackson (juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos). Su inclusión en el equipo de Jackson estuvo motivada por la cantidad de información de inteligencia que la oficina de Donovan había obtenido durante la guerra. Donovan era partidario de investigar y castigar a los autores de los crímenes nazis, pero estaba en contra de incluir aquí a la mayoría de los altos oficiales de la Wehrmacht, y mucho menos a que el Estado Mayor General alemán fuese inculpado en Nuremberg como una organización criminal.
Aquí voy a copiar lo que ya escribí en su día sobre el memorando en el hilo del subforo de posguerra “El juicio contra el mariscal Manstein, 1949” (1).
Donovan, contraviniendo sus instrucciones, ofreció “a los antiguos generales de la Wehrmacht la posibilidad de preparar de forma óptima su defensa” (suceso que provocó una violenta disputa entre Jackson y Donovan) (1). A tal fin, Donovan se dirigió a un abogado alemán, Dr. Leverkuehn (que más tarde formaría parte de la defensa de Manstein en 1949), en busca de consejo para elaborar un documento que resumiera el desarrollo del ejército alemán (el Reichsheer-Heer) desde el final de la IGM hasta 1945. Leverkuehn contactó con el antiguo comandante en jefe del OKH, mariscal de campo Walther von Brauchitsch, quien a su vez llamó a Manstein, al coronel general Franz Halder, al general de Artillería Walter Warlimont y al general de Caballería Siegfried Westphal para ayudar en la preparación del documento. Manstein fue el gran inspirador de este documento mecanografiado de 134 páginas; junto con Westphal escribió las secciones de 1920-1938 y del otoño de 1942 a 1945. Brauchitsch y Halder escribieron el periodo intermedio, mientras que Warlimont añadió detalles sobre el OKW (2).
El documento, más conocido como el “memorando de los generales”, se tituló “El Ejército Alemán de 1920 a 1945” (“Das Deutsche Heer von 1920-1945”), fue concluido y fechado el 19 de noviembre de 1945 y dirigido al Tribunal Militar Internacional. Como documento para las partes del juicio fue de escaso valor para la acusación, pero de gran utilidad para la defensa. Manstein no fue sólo su gran diseñador, sino también el gran asesor de la estrategia de la defensa. Westphal escribió: “Sin el exhaustivo apoyo, que proporcionó durante toda la defensa, hubiera sido difícil haber alcanzado nuestro objetivo. La fenomenal memoria de Manstein, su extraordinaria capacidad de trabajo y su ingenioso ímpetu fueron simplemente indispensables para nuestra defensa”.
Como documento histórico fue la base fundamental de la que surgió y se alimentó el mito de la “limpia” y “honorable” Wehrmacht durante varias décadas. Su viciada naturaleza no está en las posibles inexactitudes derivadas de ser un documento escrito de memoria y sin acceso a documentación oficial, sino en la inequívoca decisión de sus autores de tergiversar, omitir o simplemente falsear las decisiones, inacciones y/o acciones inmorales y/o ilegales realizadas por el EMG y el OKW antes de la guerra y durante la misma con el objetivo de presentarlas bajo una perspectiva moral y/o legal, cuando fue posible, o, en caso contrario, atribuirlas directamente a Hitler o al resto de organizaciones nazis.
Como ha escrito Wolfram Wette, “Un erudito [Meyer] ha caracterizado el memorando como un 'documento de autoengaño'. Pero fue mucho más que eso, un paso importante más en el gran encubrimiento que produciría la leyenda de las 'manos limpias' de la Wehrmacht”. Y sigue para citar a Manfred Messerschmidt, que estudió el contenido del memorando en gran parte ignorado hasta la década de 1990. Al contrastar las afirmaciones de inocencia de los generales con la realidad, concluye Messerschmidt en palabras de Wette: “Los escritores vieron como su máxima prioridad 'demostrar que el ejército había estado contra el partido y la SS, había desaprobado casi todas las decisiones importantes de Hitler, y se había opuesto a la comisión de crímenes de guerra'. De esta forma, su autodefensa ya contenía todos los elementos claves de lo que se convertiría en la opinión pública dominante de la Wehrmacht durante décadas, restando importancia a sus verdaderas acciones y minimizando el papel del OKW y del OKH en la Segunda Guerra Mundial. La amarga conclusión de Messerschmidt: 'ninguno de los escritores asumió responsabilidad por sus propias acciones o inacciones'” (3).
En su conjunto, el memorando presentaba a una “honorable” Wehrmacht que se vio sometida a los abusos de Hitler; los fracasos de las operaciones militares habían tenido como causa principal los equivocados juicios de Hitler, quien, obviamente, no estaba en Nuremberg para defenderse. Descartaron la “Orden de los Comisarios” alegando que no había sido distribuida por el OKH y subrayando que el entonces comandante en jefe del ejército, Brauchitsch, había cursado instrucciones suplementarias exigiendo un correcto comportamiento de las tropas. Pintaron igualmente una excelente cooperación entre el OKW y el OKH. Al tratar la cuestión de la administración de los territorios ocupados, absolvieron completamente al ejército de cualquier parte de responsabilidad colectiva. Y aunque no negaron la posibilidad de que hubiera habido “severos castigos” en la guerra contra los “partisanos” y las “bandas”, subrayaron que esos casos “fueron investigados” cuando llegaron a oídos de los superiores. En cuanto a la política de “tierra quemada”, es decir, la destrucción material que acompañó la retirada de territorios ocupados, se justificó en base a la necesidad militar y bajo las “leyes generales concernientes a la conducción de la guerra”. Finalmente, al considerar la oposición militar a Hitler, escribieron: “Los oficiales que se educaron como cristianos -y esto constituyó la vasta mayoría, especialmente en la generación más vieja”- no podían “romper su juramento a su Comandante Supremo, y mucho menos matarlo” (4). La mayoría de estos comentarios fueron obra de Manstein y serían recurrentes, en igual o similar forma, en sus declaraciones como testigo durante el juicio (agosto de 1946) y durante su juicio en Hamburgo (1949). Las memorias que escribió en dos volúmenes tienen la impronta imborrable de esta gran falsificación histórica. De los judíos ni una palabra.
Pero al tiempo que se gestaba este memorando, estaba teniendo lugar otra historia que habría de constituir el tercer bastión de la construcción del mito de la honorabilidad de la Wehrmacht: las misiones de la División Histórica, Europa, del Estado Mayor Especial del Departamento de Guerra de los Estados Unidos. Sin embargo, como esta historia se desarrolló entre 1945 y 1961, la trataremos en tercer lugar. Antes es necesario hablar del segundo factor en la construcción del mito.
El Memorando de Himmerod
En octubre de 1950 un grupo de antiguos altos oficiales de la Wehrmcht se reunió en secreto en la Abadía de Himmerod, un monasterio cisterciense de la comunidad de Großlittgen, a unos 100 kms al sur de Bonn en las Colinas de Eifel para, por encargo de Adenauer, discutir los asuntos concernientes al rearme de la RFA. De esa reunión salió posteriormente un documento titulado “Un Estudio Relativo al Establecimiento de un Contingente Alemán en el Marco de una Fuerza Supranacional para la Defensa Europea Occidental”, más conocido por el Memorando de Himmerod, por el nombre de la abadía donde se gestó. El memorando constaba de más de 50 páginas mecanografiadas del que se prepararon cuatro copias. Años más tarde, en 1977, se publicó una versión anotada y comentada en la Militärgeschichtliche Mitteilungen 21 (1977) 135-206, a cargo de Hans-Jürgen Rautenberg y Norbert Wiggershaus con el título “Die ‘Himmeroder Denkschrift ’ vom Oktober 1950. Politische und militärische Überlegungen für einen Beitrag der Bundesrepublik Deutschland zur westeuropäischen Verteidigung,” (6).
Ante lo que las potencias occidentales llegaron a establecer como la “amenaza soviética” a Europa tras el final de la IIGM, en abril de 1949 la mayoría de las democracias occidentales se unieron para crear la North Atlantic Treaty Organization (NATO) o, como la conocemos en castellano, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero en la Europa Central la fuerza de las potencias occidentales era muy inferior a la que tenía el bloque oriental soviético (1:3 en fuerza terrestre, y 1:5 en aviación), así que se pensó en incluir a Alemania en la NATO, pues la opinión generalizada de los militares aliados era que no se podía defender a Europa contra un ataque soviético sin la contribución militar de los alemanes. Con tal motivo, el EMG del U.S. Army comenzó a planificar en el otoño de 1949 la creación de un ejército alemán, con la oposición de los franceses, que no olvidaban las penalidades sufridas bajo la ocupación alemana de 1940-44, y la del público alemán, donde había calado el pacifismo. Adenauer, primer canciller de la República Federal Alemana en septiembre de 1949, buscó asesorarse en cuestiones militares para la política de seguridad nacional en antiguos generales de la extinta Wehrmacht. El más importante de esos asesores militares fue el general (retirado) Hans Speidel, hasta que en mayo de 1950 el general (retirado) Conde Gerhard von Schwerin se convirtió en el “Asesor del Canciller para Asuntos de Seguridad”. Estadounidenses y británicos había apoyado el nombramiento de estos dos asesores informales, respectivamente.
Schwerin era partidario de crear primeramente una fuerza de policía alemana como paso previo para la creación de un ejército. Pero Adenauer, debido a la tesitura política y militar del momento, acabó defendiendo la creación directa del ejército, tesis que defendía Hans Speidel y su círculo y que habían expuesto a Adenauer en un memorando. Las diferencias se solventaron tras la conferencia de Himmerod con el despido de Schwerin el 28 de octubre de 1950. El 4 de octubre Speidel recibió el encargo de Adenauer de que su memorando debía formar la base de las discusiones que iban a tener lugar dos días después en la abadía de Himmerod.
Además de Speidel, representando al ejército, y Schwerin, que abrió la conferencia, los participantes en la conferencia de Himmerod fueron los siguientes:
-Generaloberst (Ret.) Heinrich von Vietinghoff -Scheel, representando al ejército y actuando como presidente de la conferencia.
-General der Infanterie (Ret.) Hermann Foertsch, representando al ejército.
-General der Panzertruppen (Ret.) Hans Röttiger, representando al ejército.
-General der Panzertruppen (Ret.) Friedo von Senger and Etterlin, representando al ejército.
-General der Luftwaffe (Ret.) Dr. Robert Knauss, representando a la fuerza aérea.
-General der Luftwaffe (Ret.) Rudolf Meister, representando a la fuerza aérea.
-Admiral a.D. Walter Gladisch, representando a la marina.
-Generalleutnant (Ret.) Adolf Heusinger, representando al ejército.
-Vizeadmiral a.D. Friedrich Ruge, representando a la marina.
-Oberst i.G. (Ret.) conde Johann Adolf von Kielmansegg, representando al ejército.
-Oberst i.G. (Ret.) conde Eberhard von Nostitz, representando al ejército.
-Kapitän zur See (Ret.) Alfred Schulze-Hinrichs, representando a la marina.
-Major i.G. (Ret.) conde Wolf von Baudissin, representando al ejército.
-Major i.G. (Ret.) Horst Krüger, representando a la fuerza aérea.
Todos estos oficiales habían sido escogidos por Schwerin con los siguientes criterios. Debían ser aceptables para las Potencias Occidentales así como para el público alemán. No podían haber tenido ninguna participación directa en los crímenes del Tercer Reich. Era conveniente que hubieran sido críticos con el nacionalsocialismo (Speidel, Heusinger, Knauss y Kielmansegg lo fueron o estuvieron de alguna forma involucrados en el atentado del 20 de julio de 1944 contra Hitler; Foertsch todo lo contrario y su elección fue un error) y tuvieran un comportamiento decoroso durante la guerra (casos de Vietinghoff -Scheel, Senger und Etterlin, Röttiger, Speidel, Heusinger, Ruge, y Knauss).
Para el contenido y resultado de la conferencia remito a Vogel. Aquí el punto de nuestro interés está en el punto 6 del memorando salido de la conferencia que reza como sigue:
Si se toma la decisión política de crear las fuerzas armadas alemanas, entonces las siguientes medidas tendrán que llevarse a cabo con la máxima prioridad:
[Copio la tercera medida, la de nuestro interés]. Las naciones occidentales deberán tomar medidas públicas contra la “caracterización perjudicial” de los antiguos soldados alemanes y deberá distanciarse a las antiguas fuerzas armadas regulares del “tema de los crímenes de guerra”. Se necesita esto para construir una actitud de confianza mutua para que el personal de cuadros para las nuevas fuerzas armadas pueda ser reclutado y también pueda ser aceptado por la población más amplia.
Adenauer fue informado de los resultados de la conferencia el 2 de noviembre por Speidel, Heusinger, el Generalmajor (Ret.) Reinhard Gehlen, Theodor Blank (representante especial de Adenauer y jefe de la Amt Blank, precursora del Ministerio de Defensa Federal creado en 1955 con Blank como ministro) y Hans Globke (de la oficina de Adenauer).
Se solicitaba, además, la liberación de todos los militares alemanes condenados como criminales de guerra, pues eran soldados honorables que habían seguido las órdenes recibidas y que no actuaban inspirados por la ideología racial nazi. Speidel y Heusinger consiguieron persuadir a Eisenhower (que con anterioridad había condenado a la Wehrmacht e identificado con el nacionalsocialismo) en enero de 1951, aprovechando un viaje del general a Europa con parada en Alemania, para que firmara un documento para declarar que sus antiguas declaraciones sobre la Wehrmacht habían sido un error. Eisenhower declararía en una entrevista con periodistas su convencimiento de que existía una verdadera diferencia entre los soldados alemanes y gente como Hitler y su banda de criminales (7). Adenauer realizó declaraciones similares a la prensa.
La División Histórica, Europa
En julio de 1945 el Departamento de Guerra de los Estados Unidos envió a Europa una comisión especial con el objetivo de entrevistar a prisioneros de guerra alemanes de alto rango para conseguir una visión más precisa de la guerra y de las circunstancias que la ocasionaron. Para conocer el origen y desarrollo de esta historia remito al trabajo de Krug (8), pero aquí nos basta con un breve resumen.
La División Histórica del Estado Mayor Especial del Departamento de Guerra resultó de la conversión en noviembre de 1945 de la Agencia Histórica del G-2 (Inteligencia), y en la década de 1950 pasaría a convertirse en la Oficina del Jefe de Historia Militar (OCMH en sus siglas en inglés).
Había una División Histórica en Washington y otra en Europa, la segunda subordinada a la primera. Bajo los auspicios de la primera se decidió enviar a Europa una comisión para interrogar a prisioneros de guerra alemanes acerca de la guerra en el Teatro de Operaciones Europeo. Esta misión llevó el nombre de Comisión Shuster debido al nombre de su jefe, el periodista de ascendencia alemana George N. Shuster. Otro de sus seis componentes, Kenneth W. Hechler, un oficial de 31 años de edad, también de ascendencia alemana, que se había doctorado en Ciencias Políticas en 1940 en la Universidad de Columbia, fue nombrado miembro de la comisión cuando ésta ya estaba en Europa. La Comisión Shuster partió para Europa el 6 de julio de 1945. El primer interrogatorio fue llevado a cabo por Hechler, y el elegido fue el antiguo General der Artillerie Walter Warlimont, del que quedaría fascinado y admirado. A mediados de agosto de 1945 Hechler, inspirado por sus conversaciones con Warlimont, propuso a la Comisión Shuster crear un equipo de generales alemanes para preparar una historia de las operaciones alemanas. Esta propuesta, tras varias peripecias, acabó finalmente estableciendo la Sección (Alemana) de Historia Operacional (Operational History (German) Section) el 8 de enero de 1946 como un nuevo departamento dentro de la División Histórica de Europa. Su objetivo era compilar un registro lo más completo posible de las operaciones alemanas contra el U. S. Army mediante interrogatorios de los comandantes y oficiales de estado mayor alemanes. Inicialmente el ámbito del estudio se circunscribió al Teatro de Operaciones Europeo, llegando a participar 549 oficiales alemanes, pero más tarde, debido a las tensiones políticas con el bloque oriental, la División Histórica decidió que los oficiales alemanes escribieran su historia de la guerra en el Frente Oriental con el objetivo principal de extraer las lecciones pertinentes para un posible enfrentamiento armado con la Unión Soviética.
Para coordinar el proyecto alemán se escogió al antiguo jefe del EMG del OKH, Franz Halder, que llevaba trabajando para la División Histórica desde el otoño de 1946. En julio de 1947 Halder fue nombrado director del HDIE (Historical Division Interrogation Enclosure) y sería el encargado de seleccionar a los 150 oficiales alemanes que iban a continuar escribiendo para la División Histórica. En el verano del año siguiente, la División Histórica creó el llamado Grupo de Control, un equipo contratado de ocho antiguos oficiales de Estado Mayor General alemanes. Halder fue nombrado nuevamente jefe del grupo, y él mismo eligió a los siete miembros restantes: Hans von Greiffenberg (1893-1951), Oldwig von Natzmer (1904-1980), Leopold Buerkner (1894-1975), Burkhart Müller-Hillebrandt (1904-1987), Alfred Toppe (1904-1971), Alfred Zerbel (1904-1987), y Hellmuth Reinhardt (1900-1989). Este grupo coordinaría a partir de entonces el trabajo de los antiguos oficiales alemanes contratados por la División Histórica. Aparte del trabajo dentro de este grupo, la División Histórica contrató a varios cientos de antiguos oficiales de la Wehrmacht en diferentes ocasiones y proyectos para escribir desde sus casas. Todos los trabajos de los antiguos oficiales alemanes tenían que ser supervisados y aceptados previamente por el Grupo de Control antes de ser enviados a la División Histórica. El 31 de diciembre de 1958 sería disuelto el Grupo de Control y la cooperación alemana terminaría en junio de 1961, aunque Halder continuó asesor histórico para el U. S. Army.
Bien, luego de este breve resumen de la historia de la cooperación germano-americana a través de la División Histórica de Europa hay que preguntarse cuál fue el auténtico motivo que movió a los oficiales alemanes seleccionados para prestar su cooperación histórica. Sin duda alguna, la respuesta está en su propósito de restaurar la imagen de los oficiales de la Wehrmacht escribiendo una historia de la guerra, especialmente en el Frente Oriental, convenientemente sesgada y manipulada para ofrecer una visión final libre de todos los crímenes y fechorías nazis. Y también con el propósito de culpar de los errores de la guerra a Hitler.
Aquí la base fundacional de esta impostura histórica la sentó probablemente el antiguo mariscal de campo Wilhelm Ritter von Leeb (1876-1956), que fue el comandante en jefe del Heeresgruppe Nord durante la Operación Barbarroja. Leeb fue uno de los muchos altos oficiales que aceptaron sin escrúpulos los sobornos de Hitler tras ser relevado del mando en enero de 1942. Antes de que dieran comienzo los juicios de Nuremberg, en los que Leeb sería acusado y condenado, la Comisión Shuster indagó en julio de 1945 sobre la predisposición de altos oficiales alemanes a cooperar en su proyecto histórico. Se dirigió a los antiguos generales Leo Geyr von Schweppenburg y Heinz Guderian, y éstos se fueron a consultar al respecto al mariscal Leeb, entonces en custodia del Séptimo Ejército americano. El protocolo de las escuchas telefónicas de sus conversaciones muestran que su mayor interés radicaba en ofrecer a los americanos y al mundo una visión del supuesto carácter apolítico del cuerpo de oficiales alemán, de una parte, y la naturaleza de Hitler, de la otra. Leeb dio las siguientes instrucciones a sus colegas:
El oficial alemán no ha hecho nada más que su deber en esta guerra. Por favor subrayen eso siempre que sea posible, tal como yo lo he hecho siempre que alguien me preguntó. El oficial alemán no se preocupó de si su comandante era nacionalsocialista o HINDENBURG, Cuanto más bajo el rango, más estrecho era el punto de vista. El oficial alemán se contentó con confinar sus intereses a su propia estrecha esfera. No hay mal alguno en decir esto.
Además, Leeb, Leo y Guderian quisieron convencer a sus interrogadores americanos de que Hitler estaba “loco”, rodeado de esbirros carentes de criterio propio e influencia. Había que convencer a los americanos
Bajo esta base sentada por Leeb discurrirían las directrices, el control y la coordinación que Halder impuso a sus colegas alemanes en la División Histórica. Como instruyó uno de los mayores colaboradores de Halder en esta misión, el antiguo mariscal de campo von Küchler, “No queremos escribir la historia americana, sino la alemana...Registraremos los logros alemanes bajo el punto de vista alemán, y así crearemos un monumento para nuestras tropas”. También aconsejó prudencia a sus colegas, explicando que bajo ningún concepto debían incriminar a sus superiores, camaradas o subordinados. Sólo había que citar nombres en aquellos casos ya conocidos por los americanos. Personalmente, estas artimañas y manipulaciones no evitarían a Küchler ser sentenciado más tarde a veinte años de prisión por su participación en crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, aunque sería liberado en 1955.
En todos los contactos que llevó a cabo Halder con antiguos camaradas para escribir para la División Histórica, jamás dejó de subrayar la oportunidad que presentaba el proyecto para restaurar una imagen positiva del ejército alemán y del EMG que él dirigió desde 1938 a 1942.
En su conjunto, el trabajo histórico llevado a cabo por los antiguos oficiales alemanes contratados por la División Histórica bajo el control y la supervisión de Halder vino a resultar en el caso de la guerra en el Frente Oriental en una historia manipulada y falseada de la guerra escrita por los perdedores, una historia que modeló la visión futura occidental de la guerra en el Frente Oriental. A ello contribuyeron igualmente las memorias escritas por oficiales alemanes (Manstein y Guderian a la cabeza) y las aceptación acrítica de historiadores. Según esta mistificación de la historia, los grandes errores militares alemanes fueron culpa exclusiva de Hitler, la Wehrmacht era una institución apolítica ajena a la ideología nazi, y los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad fueron obra exclusiva de Hitler y sus secuaces de la SS. Un periodista americano en Alemania al final de la guerra se preguntaba extrañado cómo es que no encontraba a nadie que dijera haber sido nazi o apoyado a los nazis. Al parecer, ironizó, en el verano de 1945 no había ningún nazi en Alemania. Tampoco en la Wehrmacht, añadiría yo.
Aquí concluyo esta exposición y estoy abierto a su discusión si alguien lo propone.
(1)http://www.forosegundaguerra.com/viewto ... 32&t=13791
(2)Wolfram Wette, The Wehrmacht. History, Myth, Reality (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2007), p. 206. Puede consultarse la versión española bajo el título La Wehrmacht. Los crímenes del Ejército Alemán (Crítica, 2007), p. 236. Mis citas en este artículo corresponden a la versión inglesa.
(3)Mungo Melvin, Manstein. Hitler's Greatest General (London: Weidenfeld & Nicolson, 2010), p. 432.
(4)Wette, pp. 207-208 (versión inglesa), p. 237 (versión española).
(5)Melvin, pp. 433-435.
(6)Thomas Vogel (2011), The Himmerod Memorandum and the Beginning of West Germany Security Policy . En James S. Corum (Ed.), Rearming Germany (pp. 3-28). Leiden, Brill. Salvo anotación en contra, la información de Himmerod sigue esta fuente.
(7)Wette, 237.
(8)Esther-Julia Krug (2009), "Holding down the Fort?" The War Historical Cooperation of the U.S. Army and Former German Wehrmacht Officers, 1945-1961. University of Augsburg, Germany 2006. Esta tesis doctoral constituye la base del libro de Krug publicado en alemán en 2015 por la Gruyter Oldenbourg con el título Von den Besiegten lernen? Die kriegsgeschichtliche Kooperation der U.S. Armee und der ehemaligen Wehrmachtselite 1945–1961.
Saludos cordiales