La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Jue Jun 06, 2024 6:33 pm

X. El desastre
El 28 de octubre se desencadenó la ofensiva, ésta en realidad no era más que un torpe avance en tres ejes donde el comandante Visconti Prasca que esperaba poca resistencia ordenó avanzar sin preocuparse por los flancos. Los italianos no podían haber elegido peor época del año con lluvias y pronto nieve en un terreno montañoso sin prácticamente carreteras. A los pocos días quedó claro que el ataque había fracasado y que el avance mayor logrado por la división alpina Julia tenía que ser abandonado pues la división estaba prácticamente cercada. Las unidades en vanguardia recibían escasos suministros a cuentagotas acarreados a las espaldas de soldados pues faltaban incluso mulas para el transporte.

A continuación entre los meses de noviembre de 1940 y enero de 1941 ocurrieron una serie de derrotas ignominiosas que condenarían a Italia a convertirse en un satélite alemán para el resto de la guerra y acabarían con cualquier veleidad estratégica independiente italiana.

En el Epiro las columnas italianas que habían quedado detenidas se encontraban casi sin suministros. El 8 de noviembre ante la evidencia del fracaso del ataque y la retirada de la división Julia para no ser aniquilada el incompetente Visconti Prasca fue destituido. Lo peor estaba por llegar, el 14 de noviembre los griegos contraatacan y arrojan a los italianos de sus escasas conquistas penetrando en territorio albanés. En Albania se producen los nombramientos y destituciones de varios generales más en cuestión de días en el intento desesperado de contener la derrota. Mussolini ordenó la removilización para conseguir efectivos. Aunque es necesario enviar más efectivos ya que los italianos estaban en inferioridad numérica era todavía más importante enviar suministros y material sin los cuales los hombres serían inútiles. Dada la situación logística se necesitarían varios meses para atender esos requerimientos. Para mediados de noviembre los griegos tenían cien batallones de infantería frente a menos de cincuenta italianos. El puente aéreo italiano -que restaría recursos al norte de Africa- transportaba hombres a cuentagotas pero no podía enviar el material pesado o suministros. Las líneas de suministro eran poco menos que senderos intransitables llenos de barro y nieve que se tardaban días en recorrer y por si fuera poco no había casi comunicaciones. Se tardó varios meses en tener una línea telefónica continua hasta el frente y en las zonas muy montañosas las radios -escasas por lo demás- no funcionaban. Esta era una prueba más de cómo la preparación logística había sido totalmente deficiente.

Ahora en un intento de revertir la situación el mando italiano dirigiría gran parte de sus buques, aviones y vehículos a reforzar el tambaleante frente albanés a expensas de las tropas atrincheradas en Egipto.

Entretanto en la noche del 11 al 12 de noviembre un ataque aéreo británico sobre la base de Taranto dejó a la mitad de los acorazados italianos fuera de acción por la pérdida de tan sólo dos aparatos. Gran parte del desastre fue ocasionado por la falta de barreras antitorpedos, falta de proyectores y en general una incompetencia manifiesta por parte de las defensas de la base naval. El almirante Cavagnari fue depuesto tras el desastre.

El 9 de diciembre el general O´Connor atacó las posiciones italianas en Sidi Barrani, Egipto. Desde septiembre no se había producido ningún avance italiano y éstos se habían limitado a fortificarse en una serie de posiciones con escaso apoyo entre sí. En cuestión de días todo el dispositivo italiano se derrumbó siendo capturados decenas de miles de prisioneros.

En diciembre en medio de todos estos desastres Roatta produjo el que probablemente fue el único documento de estrategia conjunta que Italia produjo en todo el período. El documento es interesante porque por fin alguien era capaz de redactar un análisis estratégico objetivo. Básicamente este análisis establecía los siguientes presupuestos:

• Inglaterra era el enemigo número uno y la única forma de derrotarla no era la conquista de Gran Bretaña, cosa que los alemanes podrían o no conseguir sino derrotar su imperio en el Mediterráneo
• Por tanto no se necesitaba sólo ayuda alemana sino acción conjunta italoalemana a nivel militar, operacional y estratégico
• En los Balcanes se necesitaba ayuda alemana para derrotar a los griegos.
• En el norte de Africa ayuda alemana urgente en forma de tanques y cañones anticarro para impedir la caída de la Cirenaica
• Ocupación conjunta de la Francia de Vichy pues se argumentaba que realizaba un doble juego contra el Eje.

Una semana después de este informe Cavallero a su vez envió su propio análisis. La removilización ordenada por Mussolini unas semanas antes no presentaba problemas para cubrir la falta de personal -aunque todos sabían que se necesitarían varios meses para que surtiera efecto- pero otra cosa era equipar a las unidades con material. El resultado es que no se podrían tener las 71 divisiones teóricas que Mussolini quería poner en pie de guerra. Cavallero sugería olvidarse de la ocupación de Córcega y del valle del Ródano y concentrarse en los Balcanes y norte de Africa. Y la derivada de toda la situación es que había que olvidarse de la “guerra di rápido corso” y prepararse para una guerra de larga duración. Y al igual que Roatta creía que debería de haber un mando unificado con Alemania para lo cual se necesitaba un acuerdo de alto nivel.

Mussolini aunque admitía a regañadientes estas conclusiones se negó a jugar el papel de pariente pobre y aunque pidió ayuda a Hitler hizo todo lo posible por evitar el mando conjunto militar y estratégico. Era evidente que en ese mando los alemanes tendrían la voz cantante. Se pidió material bélico y materias primas a manos llenas aunque como descubrirían pronto los italianos, su aliado estaba poco dispuesto a atender estas peticiones. Los alemanes estaban muy ocupados preparando Barbarroja, el cuerpo blindado alemán que Mussolini había rechazado el 9 de noviembre había sido disuelto y los ofrecimientos fueron sobre todo material francés capturado. Los alemanes no obstante se apercibían que había que enviar fuerzas móviles para impedir el desastre completo italiano aunque en cualquier caso el envío de unidades acorazadas alemanas a Africa no llegaría antes de marzo. Se prometió adicionalmente que Alemania atacaría a Grecia en marzo igualmente para aliviar la presión en Albania.

Y mientras tanto los italianos en Albania reculaban ante la contraofensiva griega. Debido a la inferioridad numérica autoinducida no se podía relevar a las tropas que llevaban varios meses en un combate agotador, con miles de bajas por frío y con suministros insuficientes. Los griegos penetrarían unos 60 km en territorio albanés hasta que el propio agotamiento, falta de suministros y el progresivo refuerzo italiano propició a finales de diciembre el final de la ofensiva.

Entretanto las fuerzas británicas penetraban en la Cirenaica y el 5 de enero de 1941 tomaron Bardia y 43.000 prisioneros italianos. Poco después se dirigieron hacia Tobruk, cercándola y capturándola el 22 de enero con 22.000 prisioneros y abundante material. Pocos días después el 7 de febrero cortaban la retirada del 10 Ejército italiano en Beda Fomm capturando 25.000 hombres. El 10 Ejército italiano con 150.000 hombres con todo su material había dejado de existir.

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Mensaje por Schwerpunkt » Jue Jun 06, 2024 6:48 pm

XI. Estabilización y pérdida de la independencia estratégica
Fue en enero de 1941 cuando por una combinación de circunstancias Italia iba a encontrar un respiro hasta que llegara la ayuda alemana. En Albania se había logrado estabilizar el frente, en Libia la sustracción de gran parte de las fuerzas de la Commonwealth para enviar un cuerpo expedicionario a Grecia paralizó lo que hubiera podido ser el fin de la Libia italiana a mediados de febrero. En enero comenzaron a llegar los primeros elementos de la Luftwaffe a Sicilia y sur de Italia que permitirían mejorar la protección de los convoyes a Libia y el envío de los primeros contingentes del Afrika Korps. En cuanto el A.O.I. aislada y sin suministros, estaba condenada, en enero comenzó la ofensiva aliada que terminaría conquistándola varios meses más tarde.

El 20 de enero se reunieron Hitler y Mussolini. Por vez primera un comandante de alto nivel italiano (Guzzoni) acompañaría a Ciano y Mussolini, señal de que algo había cambiado. Hitler ofreció ayuda y se aceptó la aviación alemana, lo único que podía tener una influencia rápida en el norte de Africa y Mediterráneo.

En febrero y marzo las primeras unidades alemanes se apostaron en Bulgaria preparadas para la invasión de Grecia desde el norte. A pesar de todo los italianos sufrieron todavía algunos duros reveses, sobre todo en el mar. En marzo la Regia Marina sufrió una contundente derrota en cabo Matapán gracias al radar británico y la lectura de los códigos italianos. Y entretanto los convoyes hacia Malta habían sufrido algunas dolorosas pérdidas debido al reforzamiento de la base y la disminución de la presión aeronaval italiana.

El caos de la guerra en Albania y los múltiples planes en los Balcanes y Francia oculta en parte la evolución de la estrategia marítima. Malta que había estado casi indefensa se había convertido en una profunda espina en las comunicaciones y suministros al norte de Africa desde finales de 1940. Al principio de la guerra el único plan de la Regia Marina era utilizar a la Regia Aeronautica para inutilizar Malta y Bizerta como bases navales. En realidad la Royal Navy había descartado Malta como base naval. Por otra parte la estupidez de Mussolini en abrir otro frente de guerra en Grecia había cambiado el panorama estratégico naval. La Royal Navy ahora podía utilizar Creta y la pérdida de Tobruk y Bengazhi creaba nuevas amenazas para la Regia Marina y la flota mercante italiana. Los mercantes británicos podían aunque eso tuviera consecuencias en el flete renunciar al Mediterráneo y navegar alrededor de cabo de Buena Esperanza. En febrero de 1941 hubo una reunión del almirante Riccardi con el almirante alemán Raeder para trazar una estrategia naval conjunta en el Mediterráneo. Los italianos traían una gran lista de peticiones (artillería antiaérea, hidroaviones y sobre todo combustible para las exhaustas reservas) Los alemanes tuvieron una actitud bastante prepotente aconsejando a los italianos la adopción de los métodos alemanes. Poco práctico salió de esas conversaciones, se reafirmó la importancia de mantener Malta bajo asalto aéreo, ahora con la participación de la Luftwaffe, y se logró convencer a los italianos que se olvidaran de invadir Córcega, a la sazón parte de la Francia de Vichy. Ni siquiera en momentos desesperados se cedía a la tentación de dispersar los recursos.

La llegada de efectivos alemanes al Mediterráneo, norte de Africa y Balcanes provocaría la progresiva subordinación de la estrategia y operaciones italianas a los métodos y objetivos alemanes en lo que se denominaría “guerra subalterna”. A finales de marzo Rommel emprendió la reconquista fulgurante de Cirenaica pero los italianos aunque en teoría bajo mando italiano, servirían secundariamente bajo las órdenes operativas alemanas. La invasión de Yugoeslavia y Grecia el 6 de abril fue una operación predominantemente alemana con los italianos reducidos al mero papel de comparsas. El frente albanés no fue roto hasta que los alemanes penetraron por Macedonia en la retaguardia griega amenazando de cerco a las fuerzas griegas allí. Yugoeslavia sería pulverizada por el avance alemán a excepción de un sector costero de Croacia y de Eslovenia donde el 2 Ejército al mando de Ambrosio se distinguió en su avance. Ahora bien, Italia no recibiría más que migajas del reparto de Yugoeslavia.

En abril tras la reconquista de la Cirenaica Rommel quedó atascado frente a Tobruk y la frontera egipcia. En mayo Cavallero comenzó su lucha por conseguir poderes ejecutivos para su Comando Supremo. Aunque conseguiría una cierta centralización de poderes en realidad era más aparente que real. Se comenzaron a pergueñar grandiosos planes de ofensiva hacia Egipto para lo que se necesitaba una gran fuerza móvil y como no abundantes suministros. Ni siquiera en esos momentos se renunció a la insensatez estratégica, tras conquistar el Delta del Nilo y el canal de Suez se propuso reconquistar el A.O.I. que prácticamente había caído ya a excepción de unos reductos y distante miles de kilómetros. Este era una vez más un proyecto sin ningún tipo de racionalidad estratégica y material que al final quedaría archivado ante unos compromisos más acuciantes.

Poco después en junio de 1941 comenzaría la gran invasión de la Unión Soviética. Mussolini ofreció inmediatamente el envío de un cuerpo expedicionario a la URSS, cuerpo que sería aumentado a un gran contingente en 1942 con 220.000 hombres y gran parte de los escasos vehículos que tenía Italia por esas fechas.

Pero en realidad, ¿cuál era el propósito estratégico de la guerra en Rusia desde la perspectiva italiana? Al margen de las consideraciones ideológicas toda la aventura no tenía sentido para Italia. Muchos italianos incluyendo algunos agregados militares en el extranjero y diplomáticos no tenían tan claro que la invasión alemana terminara en éxito fulgurante. Para Mussolini era un cuestión de prestigio pero se negaba a reconocer que Italia no iba a tener ninguna recompensa por su participación material ni ningún poder de decisión en la futura Europa. Hitler quería crear un poder único y no estaba por la labor de compartir las futuras ganancias territoriales y de materias primas. Y además estaba la cuestión largamente soslayada de implicarse en una guerra larga con otra gran potencia que convertía la guerra europea en una guerra mundial. Como de costumbre a esto no se le prestó prácticamente ninguna atención ni análisis.

Como vemos la dispersión de esfuerzos de la estrategia mussoliniana no terminó en 1940 pero para esas fechas en cualquier caso había desaparecido cualquier vestigio de independencia estratégica, política y económica. La Italia de Mussolini tendría que aceptar la política dictada por el III Reich, la dirección operacional de los oficiales alemanes y funcionar lo mejor que se pudiera con las escasas entregas de materias primas y combustible que recibiera.

Los historiadores han señalado la “guerra subalterna” o dependencia de Mussolini de Hitler en febrero de 1941 con la llegada de Rommel a Africa pero esta realidad estaba ya mucho antes en las cartas estratégicas que Mussolini se empeñó en escoger.

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Mensaje por José Luis » Vie Jun 07, 2024 9:55 am

Schwerpunkt escribió: Los historiadores han señalado la “guerra subalterna” o dependencia de Mussolini de Hitler en febrero de 1941 con la llegada de Rommel a Africa pero esta realidad estaba ya mucho antes en las cartas estratégicas que Mussolini se empeñó en escoger.
Cierto. En realidad, Mussolini jamás tuvo una estrategia basada en presupuestos objetivos, racionales y realistas. Era un analfabeto integral en términos económicos y militares, y vino actuando como tal desde aquel aciago día de octubre de 1922 en que el rey y la mayor parte del liderazgo del ejército accedieron a que Mussolini se convirtiera en el presidente del Consejo de Ministros del Reino de Italia. A partir de entonces, especialmente desde que consolidó la dictadura en 1925, Mussolini fue tejiendo una red de objetivos políticos estratégicos a medio y largo plazo que llevaban consigo un absoluto desprecio de las realidades económicas, industriales y militares de la nación italiana y sus potencialidades en dichos ámbitos. La fachada fascista escondía un brutal desequilibrio entre fines y medios.

Además de su ignorancia absoluta en los ámbitos arriba mencionados, Mussolini era un ególatra carente del más mínimo pudor o freno como para concentrar en sus manos todo el poder político y militar. Era Duce, jefe del gobierno, ministro de Guerra (Ejército), Marina y Aeronautica, presidente de todas las comisiones habidas y por haber, mariscal del imperio (y con ello el oficial de más alto grado en las fuerzas armadas), y comandante de las fuerzas armadas activas, cargo que se asignó a sí mismo en vísperas de su declaración de guerra. Y si no fuese porque el título correspondía únicamente al rey, también se habría nombrado comandante supremo de las fuerzas armadas.

Los objetivos imperialistas de Mussolini (antes y después de su decisión de entrar en la guerra) eran tan grandiosos como indeterminados. Quería hacerse con los territorios franceses de Saboya, Niza, Córcega, Túnez y Yibuti; expansión en los Balcanes con la anexión de Albania como primer paso; dominio del Mediterráneo (“L'Italia non sarà veramente una nazione indipendente sino a quando avrà a sbarre della sue prigione mediterranea la Corsica, Biserta, Malta e a muro della stessa prigione Gibilterra e Suez”*, Mussolini el 31 de marzo de 1940), lo que Rochat calificó de “una prospettiva fanta-scientifica su cui neppure occorre soffermarsi”** (“una perspectiva de ciencia-ficción en la que ni siquiera necesitamos insistir”); y la creación de un imperio africano desde Libia a Etiopía con la adquisición de Egipto, el Canal de Suez y Sudán.

Todos esos objetivos imperialistas -que desdeñaban el conflicto de intereses que generaría con terceras potencias- carecían de planificación estratégica y operacional, probablemente por su inviabilidad. El énfasis en unos u otros siguió el curso de una veleta, cambiando según la dirección del viento. Ni siquiera tras la entrada formal de Italia en la guerra en junio de 1940, ni siquiera entonces se concretó uno solo de todos esos grandiosos objetivos imperialistas, ni se desarrolló en una plan de guerra. Las decisiones de Mussolini sobre los mismos fueron improvisadas y precipitadas al albur de los acontecimientos marcados por Alemania en el terreno militar. Schwerpunkt ya las ha detallado. Todas ellas llevan el sello de la improvisación, la precipitación y, para añadir sal a la herida, la descoordinación casi absoluta entre las tres ramas de las fuerzas armadas, cada una de las cuales fue más o menos por libre. Las decisiones intermitentes e incoherentes de intervenir en los Alpes franceses, Egipto, Yugoslavia y Grecia parecen propias de un lunático en fase terminal. Lo increíble de esta locura es que no hubo nadie entre la monarquía, el ejército y las fuerzas vivas de la nación italiana con la voluntad determinada de poner coto inmediato a los delirios criminales del dictador fascista. Tal remedio, fatalmente tardío, no tendría lugar hasta el 25 de julio de 1943. De ahí que la responsabilidad de los desastres provocados por las decisiones de Mussolini no sean exclusivas del dictador fascista, aunque fuese, sin duda alguna, el máximo responsable de los mismos.

La historiografía y sus debates, dentro y fuera de Italia, se ha dedicado, correctamente, a examinar todas estas cuestiones (y muchas más) desde diversas aproximaciones. Es necesario, sin duda. Pero yo tengo una cosa muy clara: la historia de los fascismos nos enseña que han acabado por sumir a sus clases gobernadas en una situación muchísimo peor de la que inicialmente se toparon. Algunas veces en la catástrofe total (como la Alemania nazi) y otras en sociedades divididas y enfrentadas por odios irracionales fomentados y/o incrementados por dichos regímenes (casos de Italia y, singularmente, España). Por ello es tan importante, diría crucial, defender a las democracias -pese a todos sus defectos y a los errores y fracasos de sus gobernantes- de la amenaza de los movimientos fascistas y autoritarios. Italia se encontraba en una situación muy complicada tras el final de la Gran Guerra de 1914-18, y los gobiernos liberales de 1919-1922 intentaron, con mayor o menor fortuna, solventar o paliar los enormes desastres producidos por la guerra. Faltó estabilidad política y, sobre todo, unión de los partidos liberales, socialistas y populares para contener o neutralizar la violencia política y social desatada por las fuerzas fascistas y escuadristas del nacionalismo ultramontano. Faltó finalmente el apoyo del ejército y el rey para sofocar la marcha fascista. Ahí y así comenzó el inicio del desastre que el régimen fascista llevó al pueblo italiano.

*”Italia no será verdaderamente una nación independiente mientras tenga a Córcega, Bizerta y Malta como sus cárceles mediterráneas y a Gibraltar y Suez como sus muros penitenciarios”.
**Giorgio Rochat, Le Guerre Italiane 1935-1943. Dall'impero d'Etiopia alla Disfatta (Torino: Giulio Einaudi editore s.p.a., 2005), p. 242.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Sab Jun 08, 2024 7:40 pm

Comentarios adicionales
Se corrobora pues la responsabilidad principal de Mussolini en toda la desastrosa aventura militar que desde mediados de los años treinta llevaría a la Italia fascista al desastre.
José Luis escribió:
Vie Jun 07, 2024 9:55 am
Era un analfabeto integral en términos económicos y militares, y vino actuando como tal desde aquel aciago día de octubre de 1922 en que el rey y la mayor parte del liderazgo del ejército accedieron a que Mussolini se convirtiera en el presidente del Consejo de Ministros del Reino de Italia.
Efectivamente era un analfabeto funcional en todo lo tocante a temas militares y económicos. Esto per se no le hubiera inhabilitado para cumplir como líder político efectivo. Pero presentaba otras grandes lagunas en su formación intelectual y una personalidad muy disfuncional entre su egolatría, deseo de sobresalir y dominar e incapacidad de comprender la realidad. La primera dimensión le impidió formar una política estratégica clara y sobre todo realista, la segunda faceta de su personalidad le llevó a un continuo vaivén de proyectos sin adaptar medios a los fines y a elegir a unos subordinados que ante todo fueran serviles. Y si, la imagen popular que ha perdurado de un líder agresivo, matón y ególatra tiene una gran parte de razón. Al ser el líder supremo no permitió que nadie dictara o al menos propusiera las líneas estratégicas maestras. En su egolatría quería ser el único capaz de dictarlas y ponerlas en práctica para dar gloria eterna a Italia y evidenciar que él y sólo él era el líder providencial. Al ser incapaz de un análisis frío y objetivo de las realidades materiales y políticas del momento fue incapaz de dictar una política clara y concentrada en unos objetivos concretos y por tanto proyectar la líneas estratégicas fundamentales a sus subordinados. Si se analizan sus métodos de trabajo y reuniones en octubre de 1940 podemos ver que mientras se producían reuniones para invadir Grecia y Yugoeslavia se determinaba la paga de un determinado general, la conveniencia o no de que determinado oficial junior fuera al norte de Africa, la no conveniencia de que se sirviera a la tropa queso pecorino en vez de parmesano, si determinado hotel podía estar en la lista de hoteles para oficiales y encontrar tiempo para leer un informe sobre la distribución de limones a las tropas en Libia. En otras palabra, amateurismo y dispersión llevadas al máximo nivel, la escasa eficiencia del tiempo y la nula asunción de prioridades y gestión de alto nivel.

Ahora bien, hay una responsabilidad subsidiaria innegable entre el resto de los actores del drama comenzando por el rey, un personaje débil, indeciso y que intentaría incluso aprovechar los momentos de gloria para cimentar el poder de la casa reinante y su supuesto imperio. No hubo ni un solo intento de la élite conservadora italiana (e incluyo a los militares también) a intentar deponer a Mussolini una vez quedó claro que se marchaba al desastre. El modo desastroso en como se gestionó el armisticio de 1943 abandonando al ejército y país a su suerte, da muchas pistas sobre el calibre moral de la élite militar y política

La incompetencia mostrada por parte de la mayor parte de altos mandos ya fueran Badoglio, Cavagnari, Graziani u otros es también parte de una responsabilidad compartida. Ahora bien, ninguno de ellos, ni tan siquiera Cavallero o Ambrosio, más dotados que los anteriores pudieron efectuar una discusión estratégica verdadera. De hecho lo que llama la atención es la ausencia de todo debate estratégico de cierto nivel en todo el período. Mussolini decidía y comunicaba y para poder imponer su decisión puenteaba a los militares y técnicos que hubieran podido criticar en un sentido u otro la decisión. La letárgica e incompetente burocracia fascista, fue incapaz de gestionar prácticamente nada desde el primer día del conflicto. Y para ser teóricamente un país totalitario es llamativo la tremenda disfuncionalidad de cómo se gestionó la economía de guerra. Favagrossa o Cavallero eran incapaces de conocer la mano de obra existente, de tener estadísticas fiables de materias primas o bienes semielaborados por no hablar siquiera de contar con un ministerio o departamento que fuera capaz de programar objetivos productivos y asignara recursos. En el otoño de 1942 no se tenía todavía algo así cuando todas las naciones en la contienda -incluyendo el disfuncional III Reich- tenían una maquinaria burocrática bien engrasada que gestionaba esta dimensión fundamental.

Se ha escrito que Mussolini tuvo poco juicio eligiendo a sus colaboradores. Soy de los que cree que no fue ese el caso, su personalidad acomplejada le impelía a seleccionar sólo a los militares o políticos que estuvieran incondicionalmente a sus órdenes. O sea gran parte del triste elenco político-militar dirigiendo la Italia fascista entre 1939 y 1943 no es sólo producto de la baja calidad de las élites italianas, sino del deseo explícito de sólo contar con subordinados serviles y lacayos.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Dom Jun 09, 2024 1:06 am

Schwerpunkt escribió: Y para ser teóricamente un país totalitario es llamativo la tremenda disfuncionalidad de cómo se gestionó la economía de guerra. Favagrossa o Cavallero eran incapaces de conocer la mano de obra existente, de tener estadísticas fiables de materias primas o bienes semielaborados por no hablar siquiera de contar con un ministerio o departamento que fuera capaz de programar objetivos productivos y asignara recursos. En el otoño de 1942 no se tenía todavía algo así cuando todas las naciones en la contienda -incluyendo el disfuncional III Reich- tenían una maquinaria burocrática bien engrasada que gestionaba esta dimensión fundamental.
Estas carencias no eran atribuibles a la nación italiana per se, sino exclusivamente al régimen fascista que la desgobernó.

El Commissariato Generale per le Fabricazioni di Guerra (COGEFAG) se constituyó el 14 de julio de 1935 con la esperanza de replicar los resultados óptimos conseguidos por Italia durante la guerra de 1915-1918 en el sector de la producción bélica a cargo del Sottosegretariato Armi e Munizioni (1915), transformado sucesivamente en Ministero Armi e Munizioni (1917).

COGEFAG se creó para "regular y controlar las actividades inherentes a la fabricación de guerra, así como la utilización de los medios y personal necesarios para este fin, bajo la dependencia directa y exclusiva del Jefe de Gobierno, presidente de la Comisión Suprema de Defensa".

Ahora bien, mientras que el Ministero delle Armi e Munizioni de 1917 "ejerció efectivamente el control sobre la producción y el suministro de materias primas, semiacabadas de interés público, proporcionando en todos los aspectos el suministro de armas, municiones, vehículos, arneses, carruajes, materiales de ingeniería aeronáutica y otros medios necesarios para el Regio Esercito (incluida la aviación) y la Regia Marina, disponiendo en su interior de órganos técnicos y administrativos competentes, así como de fondos necesarios para hacer frente a los gastos, el COGEFAG quedó efectivamente vaciado de sus funciones por el decreto del Jefe del Gobierno, inmediatamente posterior a lo que no sancionó la constitución, de fecha 23 de septiembre de 1935, donde se estableció que en todo caso las Administraciones interesadas (Ministerios Militares y demás Administraciones del Estado), cada una para los contratos de su respectiva competencia, conservaban toda su responsabilidad técnica y administrativa".

En otras palabras, que el COGEFAG carecía de los poderes ejecutivos y el control total que había tenido el Ministerio de las Armas y Municiones de 1917 porque quedaba puenteado por los ministerios militares (Guerra, Marina y Aeronáutica) y demás administraciones del Estado. Típico del régimen fascista y su Duce Mussolini.

Fuente: Stato Maggiore dell'Esercito, Carteggio della Produzione Bellica (1924-1943) (Roma, 2013).

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Mar Jun 11, 2024 8:20 am

¡Hola a todos!

Unos cuantos datos desde la perspectiva de la capacidad de la producción bélica.

Capacidad productiva bélica de Italia en 1939
Comparación entre capacidad de producción y requerimiento.

-Artillería (global): 6%
-Cañones de 37: 25%
-Cañones antitanque de 47: 25%
-Morteros de 45 para la infantería: 40%
-Morteros de 81 para la infantería: 70%
-Munición pequeño calibre para la artillería: 24%
-Calibre medio: 7%
-Calibre pesado: 10%
-Ametralladoras terrestres: 10%
-Cartuchos de 8: 25%
-Cartuchos por encima de 8: 10%
-Camiones y tractores: 50%
-Medios ópticos: 50%
-Aviones: 42%
-Motores aéreos: 42%
-Medios blindados: irrisorio
Fuente: Mario Montanari, L'Esercito Italiano alla vigilia della Seconda Guerra Mondiale (Roma: Stato Maggiore dell'Esercito-Ufficio Storico, 1982), p. 581.

Medios Blindados pedidos y producidos 1939-1943

-Tanques ligeros: pedidos 287 y producidos 287
-Tanques medios: 2.222 y 1.834, respectivamente
-Tanques pesados: 500 y 28, respectivamente
-Vehículos blindados: 600 y 532, respectivamente
-Autopropulsados: 2.439 y 645, respectivamente.
Fuente: Fortunato Minniti, "Il problema degli armamenti nella preparazione militare italiana del 1935 al 1943", en Storia Contemporanea, N.1 (1978), p. 22 y ss.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Mié Jun 12, 2024 1:37 pm

¡Saludos a tod@s!

Creo que ha quedado meridianamente claro la absoluta falta de preparación para la guerra de la Italia fascista. Aunque desde el punto de vista material las carencias fueran universales eran especialmente graves en el apartado de artillería antiaérea, vehículos blindados y vehículos a motor y tracción. No entraré ahora sobre la insuficiente preparación técnica y entrenamiento para no alargar la exposición. Y resumiendo mucho las causas fueron el desperdicio financiero que supusieron las aventuras de Abisinia y España y la falta de capacidad industrial y de materias primas.

Quiero incidir en un aspecto importante: Mussolini en su perpetuo afán de objetivos de prestigio presionó para que se crearan unas 71 divisiones a pesar de que había material y equipo para una veintena como mucho. Evidentemente el haber movilizado muchas menos divisiones hubiera supuesto la cancelación del revoloteo alrededor de múltiples objetivos (Balcanes, Francia, norte de Africa, etc) Pero en su ignorancia y vanidad prefirió el poder presumir de tener setenta divisiones en el papel como gran señor de la guerra antes los alemanes aunque la mayoría de ellas fueran inoperativas. Y fue ayudado por la clase militar italiana a la que le venía muy bien el contar con un gran número de unidades para crear puestos de mando. Esta había sido una de las razones -no la única en absoluto- en la creación de las divisiones binarias.

Y la creación artificial de divisiones tuvo otras consecuencias nefastas sobre la economía y la logística. Incluso manteniéndolas al ralentí gran parte de esas divisiones eran una carga para la insuficiente economía y logística. No se logró entender que era más importante el disponer de unas divisiones motorizadas con vehículos blindados en Africa que una serie de débiles divisiones de infantería colonial que se desharían como un azucarillo al primer choque.

No he querido entrar en las opciones estratégicas italianas de la segunda mitad de 1941 a 1943 para no alargar la exposición en exceso y porque en cualquier caso, Italia se había convertido de facto en un satélite alemán.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Vie Jun 14, 2024 8:34 am

¡Hola a todos!

Hay ciertas similitudes (y notables diferencias) en la estrategia nacional fascista y la nazi en el periodo de entreguerras. Creo que ayudaría a comprender lo sucedido en Italia si lo contrastamos con lo acontecido en Alemania, más allá de la distancia temporal entre unos casos y otros.

En primer lugar, la llegada al poder de Mussolini (en octubre de 1922 mediante un golpe de estado) y la llegada al poder de Hitler (en enero de 1933 después de un acuerdo extraparlamentario aceptado por el Presidente de la República) contaron en ambos casos con el apoyo del liderazgo militar de las fuerzas armadas. En ambas ocasiones, Mussolini y Hitler prometieron a sus líderes militares una gran autonomía de la que carecían previamente (en Italia bajo los gobiernos liberales de 1918-22 y en Alemania bajo la República de Weimar) al estar sometidos al control civil de sus gobiernos. Y además, esos líderes militares vieron una gran oportunidad bajo el fascismo y el nazismo de modernizar y expandir sus fuerzas armadas (que en el caso alemán estaban subyugadas por las cláusulas del Tratado de Versalles).

Ahora bien, en el caso italiano Mussolini no cumplió con lo prometido e hizo todo lo posible por someter a las fuerzas armadas al control del gobierno, y en última instancia a su propio control. Y si bien no lo consiguió del todo, al llegar a 1940 había logrado ya un control sustancial de las fuerzas armadas italianas. Pero esta lucha política por el control militar produjo una grave fisura entre el liderazgo militar, saliendo de dicho proceso un bloque conservador y monárquico y otro innovador y fascista. Y de aquí la oposición política de las fuerzas armadas al crecimiento de la autoridad de Mussolini vino a confundirse con la resistencia a las innovaciones militares propuestas por los militares que apoyaban a Mussolini. Esto fue un tapón a los esfuerzos para abrir las fuerzas armadas a nuevas ideas.

En el caso alemán, Hitler concedió una gran autonomía a su liderazgo militar hasta 1938, momento en que purgó al liderazgo militar que se mostraba reacio al momento temporal en que Hitler planificó sus objetivos de política exterior (Memorando Hossbach-1937). Tras una grave crisis de liderazgo militar en 1938, Hitler acabó por conseguir el sometimiento general del nuevo liderazgo militar a sus objetivos de guerra. Aquí no se produjo una fisura como la italiana, pues el grueso del liderazgo militar alemán se entregó al nazismo.

Seguiré exponiendo otros ejemplos en otro momento.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Vie Jun 14, 2024 6:17 pm

Otra similitud, aunque de diferente alcance, fue la inexistencia en ambos casos de un estado mayor general de las fuerzas armadas. O si se quiere, para ser más ajustado a la realidad, la carencia de un mando central efectivo y eficaz de las fuerzas armadas.

En el caso italiano ya hemos visto como el Capo di Stato Maggiore Generale fue un órgano puramente nominal sin poder ejecutivo de ningún tipo para coordinar las tres ramas de las fuerzas armadas italianas en su preparación y objetivos de guerra.

En el caso alemán, la creación del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (OKW) en 1938 no fue más que una secretaría técnica encargada de dar forma de directrices a las órdenes de Hitler. Hasta cierto punto, el Alto Mando del Ejército (OKH) fue el encargado de la planificación, ejecución y desarrollo de las campañas militares de Polonia-1939, Francia y Países Bajos-1940, Balcanes y la Unión Soviética-1941, dejando al OKW la de la invasión de los países escandinavos (1940) y las de África y el Mediterráneo (1941). Aunque en todas ellas faltó una verdadera coordinación de los tres ejércitos que siguieron disputándose la distribución de recursos y presupuestos, y, por supuesto, una gran estrategia conjunta de la planificación de la guerra. En este aspecto, Hitler fue amo y señor de la “gran estrategia” nazi.


En otro punto, mientras Mussolini concibió la creación de un gran imperio fascista en el Mediterráneo y África, el liderazgo del ejército de tierra vio en semejante estrategia nacional un obstáculo a sus propios intereses. Temiendo la expansión de la Marina y de la fuerza aérea a sus expensas, el liderazgo del ejército se resistió a la preparación de la guerra aeronaval a la que apuntaba claramente la política exterior fascista. Las lecciones militares de las guerras en África y España se ignoraron en gran parte por razones políticas, con resultados calamitosos en 1940.

En el caso alemán, Hitler quería un gran imperio en el Este que dependía en primer lugar de superar las limitaciones fronterizas a tal estrategia y el apoyo que Francia y Gran Bretaña tenían comprometido con los países vecinos de Alemania. En este aspecto, es inconcebible que en el verano de 1939, antes de la invasión de Polonia, la Wehrmacht careciese de un plan de guerra contra Francia y Gran Bretaña para el caso no improbable de que estas dos potencias entrasen en guerra contra Alemania de producirse la invasión militar nazi de Polonia. Hitler prohibió que se trabajase en tales planes, tan convencido estaba de que la invasión militar de Polonia no iba a provocar esa terrible variante. Así que aquí tenemos un caso similar al italiano, sólo que de actores cambiados. En ambas situaciones, italiana y alemana, la raíz de este problema está en la carencia de un mando central unificado de las fuerzas armadas con poderes ejecutivos para desarrollar planes de guerra alternativos dependiendo de la dirección de la política exterior de sus dictadores.

Otro punto, y acabo, que tuvieron en común fue la corrupción de sus regímenes políticos, que en el caso nazi mermó el esfuerzo de guerra, y en el caso fascista fue de consecuencias absolutamente criminales hasta para la propia seguridad de sus fuerzas armadas. En el caso nazi la corrupción se centró principalmente en el NSDAP (a todos los niveles del Estado) y en la SS. En el caso fascista exactamente igual, en el partido fascista y sus organizaciones paramilitares y militares.

Sin embargo, las diferencias entre amos países fueron mucho más marcadas que sus similitudes, comenzando por la distinta base científica-tecnológica, industrial y financiera, el adoctrinamiento de sus ideologías en las instituciones del Estado y la sociedad, o la profesionalidad y solvencia históricas de sus establecimientos militares.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Dom Jun 16, 2024 8:28 pm

José Luis escribió:
Vie Jun 14, 2024 6:17 pm
En el caso italiano ya hemos visto como el Capo di Stato Maggiore Generale fue un órgano puramente nominal sin poder ejecutivo de ningún tipo para coordinar las tres ramas de las fuerzas armadas italianas en su preparación y objetivos de guerra.
José Luis escribió:
Vie Jun 14, 2024 6:17 pm
En el caso alemán, la creación del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (OKW) en 1938 no fue más que una secretaría técnica encargada de dar forma de directrices a las órdenes de Hitler. Hasta cierto punto, el Alto Mando del Ejército (OKH) fue el encargado de la planificación, ejecución y desarrollo de las campañas militares de Polonia-1939, Francia y Países Bajos-1940, Balcanes y la Unión Soviética-1941, dejando al OKW la de la invasión de los países escandinavos (1940) y las de África y el Mediterráneo (1941). Aunque en todas ellas faltó una verdadera coordinación de los tres ejércitos que siguieron disputándose la distribución de recursos y presupuestos, y, por supuesto, una gran estrategia conjunta de la planificación de la guerra. En este aspecto, Hitler fue amo y señor de la “gran estrategia” nazi.
Es evidente el paralelismo entre ambos regímenes ante la falta de coordinación de las tres armas y sobre todo la absoluta falta de poder ejecutivo por parte de los estados mayores para formular lo entendemos líneas estratégicas fundamentales. Y por supuesto los únicos amos y señores de la gran estrategia fueron Hitler y Mussolini.

Sin entrar a analizar la estrategia de Hitler que no es el propósito de este artículo, hay que decir que pese a la intrínseca locura de la misma, esta fue consistente lo que no ocurrió en modo alguno con Mussolini. Realmente es complicado identificar líneas rectoras en el caos y frenesí de cambios de objetivos estratégicos en 1939-1940.

En cuanto a la corrupción, esta fue una de las constantes en ambos regímenes, aunque probablemente en el fascista italiano sus consecuencias fueron más visibles. No conozco ningún estudio que aborde como la corrupción endémica minó las posibilidades de ambos países. Lo que es seguro es que tuvo profundas repercusiones en las economías de guerra e introdujo distorsiones en los procesos de asignación de recursos (mano de obra, materias primas y gestión en general) Posiblemente, y eso es una apreciación personal, fue en la Italia fascista donde sus efectos fueran más nocivos dado el pequeño tamaño de la economía, la escasez de materias primas y sobre todo la ineptitud de gran parte de los cuadros técnicos. La Alemania nazi a pesar de toda esa corrupción contaba con una economía mucho mayor y con gran parte de la sociedad gestionada por cuadros técnicos capaces, por lo que el daño fue menor. A pesar de servir a un régimen criminal y disfuncional los cuadros militares fueron muy profesionales y eficaces cosa que no ocurrió con la oficialidad italiana.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Lun Jun 17, 2024 8:33 am

Schwerpunkt escribió: En cuanto a la corrupción, esta fue una de las constantes en ambos regímenes, aunque probablemente en el fascista italiano sus consecuencias fueron más visibles. No conozco ningún estudio que aborde como la corrupción endémica minó las posibilidades de ambos países. Lo que es seguro es que tuvo profundas repercusiones en las economías de guerra e introdujo distorsiones en los procesos de asignación de recursos (mano de obra, materias primas y gestión en general) Posiblemente, y eso es una apreciación personal, fue en la Italia fascista donde sus efectos fueran más nocivos dado el pequeño tamaño de la economía, la escasez de materias primas y sobre todo la ineptitud de gran parte de los cuadros técnicos. La Alemania nazi a pesar de toda esa corrupción contaba con una economía mucho mayor y con gran parte de la sociedad gestionada por cuadros técnicos capaces, por lo que el daño fue menor. A pesar de servir a un régimen criminal y disfuncional los cuadros militares fueron muy profesionales y eficaces cosa que no ocurrió con la oficialidad italiana.
Hay algunos artículos sobre la corrupción en la Italia fascista, y luego referencias a la corrupción en estudios de otra naturaleza. La corrupción está fuera de toda duda, pero no creo que sea posible cuantificar sus efectos en el esfuerzo de guerra italiano, que sin duda los tuvo. Además, la corrupción política ya existía en Italia antes de la llegada al poder de Mussolini, sólo que el fascismo gobernante la institucionalizó y amplió.

La corrupción estuvo en todas las relaciones entre las instituciones del Estado fascista y las empresas privadas dedicadas a la producción de guerra y bienes de consumo público. Fue especialmente vergonzosa entre los jerarcas políticos y militares en su afán de enriquecimiento personal y/o privilegios de clase a cuenta del erario público.

Un ejemplo repleto de corrupción (moral, económica y político-militar unidas a una incompetencia difícil de igualar) es la concepción (1936), establecimiento (1939) y desarrollo (1940-1942) de la Escuela de Paracaidistas de Tarquinia. Si me animo contaré su historia que, en cierta manera, ilustra cómo la estrategia militar fascista estuvo afectada por la corrupción (en su más amplia acepción), la rivalidad inter-servicios y una buena dosis de incompetencia.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Lun Jun 17, 2024 8:17 pm

La corrupción en la Italia fascista
La corrupción fue una constante durante toda la historia de la Italia fascista. Ansaldo, la principal empresa de ingeniería pesada del país tenía un historial de falsificación de tests de blindaje y sobornos a funcionarios para conseguir contratos (por cierto bajo la dirección de Cavallero) Piaggio falsificaba rutinariamente especificaciones técnicas en sus motores y podríamos seguir con un largo etcétera. El propio Ciano había amasado una fortuna con sus contactos. La lista es interminable y es importante notar que prácticamente ninguno fue castigado por ello. Mussolini defenestró de vez en cuando a ministros y altos cargos pero fue más bien por sospechas de fidelidad política que por cargos de corrupción. Y en cualquier caso, el castigo tampoco era muy terrible, se perdía el cargo y se enviaba al damnificado a un cargo menor o a un ostracismo. No hubo nada remotamente parecido al asesinato en masa producido por el régimen estalinista. La mayoría de altos cargos permanecerían más o menos incólumes durante todo la existencia del fascismo.

El liderazgo fascista y especialmente Mussolini permanecería impermeable al idealismo fascista. Al contrario se reforzarían el clientelismo a nivel local y familiar. O sea la sociedad tradicional italiana siguió camuflada bajo un decorado revolucionario y de sociedad ordenada y disciplinada.(*)

El problema fundamental de la corrupción a todos los niveles no era sólo las diversas extorsiones, sobornos y corruptelas o líos amorosos a los que muchos jerarcas eran aficionados, era sobre todo la constatación de que para medrar en la sociedad italiana era imperativo contar con padrinos políticos que además no dudaban en conseguir cargos técnicos para sus protegidos con total independencia de su curriculum. El III Reich pese a toda la corrupción que giraba alrededor del NSDAP logró que gran parte de áreas técnicas estuvieran gestionadas por personas competentes. Esta era una diferencia sustancial con la Italia fascista.

Mussolini intentó defender a Ciano del odio y oprobio que le rodeaban debido a su corrupción y sobre todo al fracaso de régimen fascista. Aunque el dictador se quejara en privado de la falta de información fidedigna proporcionada por Ciano y su esbirro Jacomoni sobre la verdadera situación en Albania y Grecia antes de la guerra, no hizo el menor esfuerzo por deponerlos, señal de que se premiaba más la devoción que la profesionalidad en el alto nivel de la jerarquía. A mediados de enero de 1941 Mussolini había realizado un ejercicio de movilización enviando al frente albanés a bastantes jerarcas fascistas para galvanizar a la opinión pública. Como de costumbre este gesto no sirvió para nada pues todo el mundo era consciente que los jerarcas no se jugaban la vida en el frente como los pobres soldados rasos y predispuso a gran parte de los jerarcas en contra de Mussolini. Esto tendría consecuencias como se vería en julio de 1943.(**)

La campaña de Rusia
La cuestión de la campaña de Rusia pone una vez más de manifiesto la absoluta superficialidad de Mussolini en lo tocante a la estrategia. Desde marzo el SIM (Servicio de Información Militar) reportaba que considerables efectivos alemanes estaban siendo estacionados junto a la frontera soviética. En mayo se reportó a Mussolini que la invasión alemana comenzaría el 15 de junio. ¿Cuál fue la reacción del dictador al recibir estos informes? Pues decirle a Cavallero dos semanas más tarde -aparentemente no había prisa en tomar decisiones- que en el conflicto germanosoviético Italia no podía permanecer inactiva sino que tenía que “luchar contra el comunismo” ordenandole aprestar una división blindada, una motorizada y una de infantería para la inminente cruzada. Y esto mientras Italia se jugaba lo que quedaba de su imperio africano en Libia y apenas podía enviar suministros para las fuerzas que luchaban con Rommel.

Los primeros días de junio hubo encuentros entre Cavallero y Keitel aunque este último no confesó las intenciones alemanas. El propio Ciano pensaba que el dispositivo alemán estaba pensado para presionar a los soviéticos y arrancar algún tipo de concesión. En realidad por diversos canales Mussolini ya sabía que habría guerra y había enviado el ofrecimiento de un cuerpo de ejército motorizado a Hitler. Pero una cosa era predicar y otra dar trigo, pronto quedó claro que no había vehículos suficientes para las tres divisiones pues Libia estaba absorbiendo todos los stocks y producciones futuras. En la práctica sólo una división estaría motorizada, las otras dos marcharían a pie. Cavallero estaba muy ocupado gestionando los convoyes para Libia de los cuales dependía toda la campaña y también afianzando su poder. Había logrado incorporar bajo su mando al SIM. En mayo exigió tener mando directo sobre los subsecretarios de las tres armas. Aunque Mussolini accedió, este poder era ilusorio, Cavallero no podía darles órdenes sino transmitir las directivas del Duce.

¿Cuáles eran las razones del Duce para apoyar la guerra en Rusia con recursos tan escasos? Además de los motivos ideológicos la razón era una cuestión de vaporoso prestigio y temor de que Alemania se apoderara de todo el continente. Italia había perdido 270.000 hombres, unas veinte divisiones, en los desastres de Albania y Libia y el régimen había sufrido un daño reputacional tremendo. El error de Mussolini era pensar que la participación en Barbarroja en esta especie de “reparación” de prestigio podría alterar en algo las condiciones de la futura Europa. En paralelo con esas elucubraciones Mussolini tenía funestos presagios respecto a la suerte de esta guerra, pronosticaba -por una vez fue una premonición exacta- que los alemanes ganarían muchas batallas pero perderían la guerra. Algunos militares como el antiguo agregado militar en la embajada de Moscú, advertían que las fuerzas rusas eran más duras de lo que se pensaba y que la campaña no sería un paseo.

En cualquier caso la participación italiana en esta gigantesca campaña fue otro tremendo error de Mussolini e incluso mayor si cabe dado que estaba sumido en una guerra en el Mediterráneo y norte de Africa de incierto destino y cuando se había acabado su autonomía política frente a Alemania.

Pero como veremos ni siquiera en estas horas Mussolini era capaz de abandonar su perenne dispersión de objetivos. Mientras las primeras tropas italianas partían por ferrocarril a Rusia se planteaba las nuevas prioridades estratégicas: Por un lado Libia aunque concedía que se necesitaban más efectivos y suministros para poder efectuar una ofensiva ahora que el Eje estaba detenido ante Tobruk. Por otro lado Rusia donde además de enviar un cuerpo de ejército quería enviar un segundo motorizado, aunque ni tan siquiera había podido motorizar al primero. El tercer frente era la Francia de Vichy, cuya ambigüedad se veía peligrosa y además Mussolini deseaba Córcega, una mayor zona alrededor de la frontera así como el puerto de Bizerta para lo cual requería 17 divisiones, dos de ellas motorizadas y una blindada. El cuarto frente estratégico eran los Balcanes, para controlar la zona asignada tras la invasión de Grecia y Yugoeslavia y posiblemente terminar con Croacia se necesitaban otras 10 divisiones. El quinto escenario era Sicilia y Cerdeña que tenían que estar guarnicionadas frente a las amenazas británicas y francesas con 7 divisiones más. Y finalmente una reserva en el valle del Po con 20 divisiones. En total Mussolini exigía contar con 80 divisiones, 5 de ellas blindadas y 6 motorizadas. Los primeros cálculos indicaban que se necesitarían casi dos años de producción bélica para equiparlas.***

Todas estas entelequias muestran a las claras cual alejado estaba de la realidad. Alemania no permitiría jamás una aventura contra la Francia de Vichy o Croacia. El intentar tener en pie de guerra todo ese contingente cuando a duras penas se tenía una fuerza menor y con la mayoría de divisiones privadas de material es otra prueba de su no aceptación de la realidad incluso en momentos donde las lecciones recibidas deberían de haber hecho mella.

Notas:
(*) R. J. B. Bosworth: Per necessità famigliare: Hypocrisy and Corruption in Fascist Italy. European History Quarterly Vol. 30 No. 3.
(**) MacGregor Knox: Mussolini Unleashed 1939-1941: Politics and Strategy in Fascist Italy´s Last War (pág. 267-271) Cambridge University Press 1999.
(***) John Gooch: Mussolini´s War (pág. 214-218) Penguin Books 2021.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por José Luis » Mar Jun 18, 2024 7:37 am

¡Hola a todos!

El caso del paracaidismo militar en Italia es un buen ejemplo de cómo funcionaban las cosas importantes bajo el régimen fascista. Es, además, curioso porque el primer salto en paracaídas desde un avión (un Savoia-Pomilio SP3) en el curso de la IGM fue realizado por un arditi, el teniente Alessandro Tandura, sobre el lado austriaco del río Piave para una operación de sabotaje el 9 de agosto de 1918. Además, la información que recogió durante su misión serviría al general Caviglia y su 8º Cuerpo de Ejército para entrar en acción en la Batalla de Vittorio Veneto en octubre de 1918 “con total conocimiento de la fuerza general y despliegue de tropas del enemigo”, según reconoció el propio Caviglia después de la guerra.

No quiero extenderme mucho sobre la historia de la Escuela de Paracaidismo de Tarquinia, tan sólo lo haré para señalar la ineptitud y corrupción del alto mando italiano. Quien quiera conocer más en detalle puede leer, por ejemplo, el libro de Paolo Morisi, The Italian Folgore Parachute Division. Operations in North Africa, 1940-1943 (Helion & Company, 2016). A partir de la página 24 se extiende sobre esa historia.

Aunque la autorización para la formación del primer batallón de paracaidistas la cursó el Estado Mayor General italiano en junio de 1936, durante años no se produjo ningún progreso conducente al establecimiento de una escuela de paracaidistas debido a las luchas burocráticas internas dentro de las fuerzas armadas. El Regio Esercito quería controlar su desarrollo, mientras que la Regia Aeronautica quería incorporar la escuela dentro de sus centros de entrenamiento. Tras el estallido de la IIGM y las declaraciones de guerra de Gran Bretaña y Francia contra Alemania, se puso fin a las diferencias y rivalidades entre las fuerzas armadas italianas y la escuela de paracaidistas se estableció en octubre de 1939. Aquí, además, ya se comprueba el oportunismo y la improvisación típicos del mando militar italiano, que, concibiendo inicialmente el arma paracaidista como útil sólo para operaciones de sabotaje a pequeña escala, no concedió mayor importancia, amén de la rivalidad entre servicios, a esta nueva disciplina militar.

El plan original de la escuela de paracaidismo (Regia Scuola Paracadutisti dell'Aeronautica) de Tarquinia era que los paracaidistas comenzaran su entrenamiento en enero de 1940, mientras que los primeros seis meses de su existencia la escuela debía centrarse en el desarrollo de sus cuadros de mando. En enero de 1940 la escuela carecía todavía del equipo más básico de entrenamiento, incluidos aviones y paracaídas. Como resultado, la escuela no comenzó formalmente su entrenamiento hasta julio de 1940, un mes después de que Italia entrara en la guerra.

Tras los éxitos de los paracaidistas alemanes en los Países Bajos en mayo de 1940, el EMG italiano comenzó a presionar al líder de la escuela de Tarquinia para acelerar la constitución de batallones aerotransportados. A tal fin se envió a Tarquinia a un inspector de la Oficina de Entrenamiento y Operaciones del EMG, quien el 28 de mayo de 1940 cursó un informe concerniente a las instalaciones de la escuela (barracones principales, una oficina pequeña y una torre para entrenamiento de saltos), a las tropas entrenadas (unas 50 que constituirían el cuadro futuro de entrenamiento de la escuela, y que estaría listo para el 30 de junio de 1940), los batallones de paracaidistas (el primer grupo de voluntarios comenzaría su entrenamiento, de tres meses de duración, el 1 de julio de 1940; cada batallón aerotransportado tendría una fuerza inicial de 270 hombres); calendario (se calculaba que en el primer año de entrenamiento quedarían listos para el combate un total de seis batallones); y equipamiento (la escuela carecía en esa fecha de un número adecuado de paracaídas, el cual no daba siquiera para entrenar a un batallón completo).

Ese informe también revelaba que una serie de graves demoras, la mayoría de naturaleza burocrática, habían desbaratado el calendario original. Pero el comienzo formal del entrenamiento se demoró también por otras deficiencias: la carencia de equipo y armamento adecuados socavó inicialmente y en gran medida el potencial de estas tropas aerotransportadas. En 1940 las únicas armas disponibles para el entrenamiento eran granadas de mano y pistolas y fusiles modelo 91/38. Los primeros reclutas reaccionaron de forma muy negativa ante la carencia de armas adecuadas.

Otro informe de finales de 1940 señalaba que la moral de las tropas se había debilitado por la naturaleza improvisada de la mayor parte del entrenamiento. Y subrayaba que muchos reclutas sentían que los líderes de la escuela no se habían esforzado para procurar armas eficaces para esta nueva disciplina militar. Incluso a finales de 1941 sólo se habían corregido parcialmente estas carencias.

Entre el 24 y el 26 de julio de 1940 murieron 4 paracaidistas durante el entrenamiento de saltos al no abrirse sus paracaídas. A raíz de estos accidentes se detuvo el entrenamiento durante dos meses. Cuando se reanudaron los entrenamientos de saltos se produjo otra muerte por defectos en el paracaídas. Lo que demoró nuevamente los entrenamientos. Antes de estas 5 muertes, la escuela ya había sufrido 2 muertes más, un soldado y un oficial, cuando al saltar desde la torre cayeron en una zona de cemento fuera de la zona de aterrizaje segura.

El problema con los paracaídas se solucionó finalmente cuando una delegación de la escuela de Tarquinia visitó la Escuela de Entrenamiento de Paracaidistas Stendal (Fallschirmschule Stendal)* de Alemania en marzo de 1941. Entonces se introdujo el paracaídas IF.41/SP, que fue fabricado en Italia en base al modelo alemán de alta calidad.

Otra carencia durante el primer año de la escuela fue la falta de aviación de transporte. Durante su primer año, Tarquinia sólo contó con 10 modelos Caproni CA311 para el entrenamiento de paracaidistas. Estos aviones carecían de espacio, eran muy lentos y totalmente desfasados. Por otra parte, en un documento secreto cursado por la Regia Aeronautica en 1941 se reconocía que en esas fechas no había suficiente aviación de transporte para operaciones aerotransportadas. La flota de aviones SM.81, adecuados para dichas operaciones, estaba comprometida al completo con el suministro a las tropas de África del Norte, y desviarlos para la escuela suponía suspender las operaciones de aprovisionamiento en curso. En base a la capacidad de producción de aviación de transporte italiano, el Comando Supremo calculó que hasta mediados de 1943 no se podrían llevar a cabo operaciones aerotransportadas a gran escala.

*La Stendal (unos 96 km oeste de Berlín en el aeródromo Stendal-Borstel) es un buen contraste con la Tarquinia. Mientras que esta última tardó seis años desde la aprobación del arma de paracaidistas en 1936 hasta su funcionamiento relativamente eficiente y eficaz en 1941, la primera ya dio sus frutos al año de su establecimiento.

En la Alemania nazi, en octubre de 1935, Göring decidió formar un batallón de paracaidistas y una compañía de ingenieros paracaidistas pese a no haber disponible todavía ningún estudio preparatorio para su organización, entrenamiento y empleo. Sólo a finales de enero de 1936 se establecieron formalmente las medidas para la preparación del entrenamiento del salto en paracaídas, entre las cuales estaba el establecimiento de una escuela de entrenamiento, algo que tuvo lugar en marzo de 1936 en el aeródromo de Stendal-Borstel con la apertura oficial de la Stendal. Para quien quiera más detalles remito a Karl-Heinz Golla, The German Fallschirmtruppe 1936-41. Its Genesis and Employment in the First Campaigns of the Wehrmacht (Revised and corrected edition published by the Association of the United States Army and
Helion & Company 2013).

Comparar la génesis y evolución del arma de paracaidistas alemana e italiana es distinguir claramente la abismal diferencia entre la corrupción nazi (en este caso de Göring) que no afectó a la competencia y profesionalidad de las autoridades militares y técnicas encargadas del entrenamiento y equipamiento de las tropas del arma de paracaidistas, y la corrupción fascista (en este caso de su estamento militar) que afectó de forma determinante en ese mismo ámbito. Mientras que el primer regimiento de paracaidistas alemán ya estaba formado, entrenado y equipado en 1937 y el primer batallón fue usado en la invasión militar de Austria en 1938, los primeros batallones de paracaidistas italianos no se constituyeron hasta marzo de 1941.

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Re: La estrategia de la Italia Fascista: del Caos al Desastre…

Mensaje por Schwerpunkt » Mar Jun 25, 2024 8:32 pm

Un análisis adicional sobre la estrategia naval italiana
Aunque ya hemos tratado la estrategia naval italiana en esta contribución, tengo la impresión que quizás habría que reforzar al exposición dada su importancia. Si algo había quedado claro durante la I Guerra Mundial era la necesidad de asegurar las comunicaciones marítimas. Los italianos recibirían gran parte de la ayuda aliada por vía marítima y el control del Atlántico y Mediterráneo habían sido fundamentales para el éxito bélico aliado. El arrinconamiento de la flota alemana y la pequeña austrohúngara en el Adriático fueron prerrequisitos para el éxito aliado.

La geografía lo condicionaba todo, la situación de Italia con una gran península y dos grandes islas en el Mediterráneo central, con colonias en el norte de Africa y las islas del Dodecaneso junto a la costa turca forzaban a controlar las comunicaciones marítimas. Tras la conquista de Abisinia, el Africa Oriental Italiana sería una gran posesión en el cuerno de Africa pero completamente aislada excepto por mar. De ahí la importancia capital de una estrategia naval sólida y de los medios para implementarla.

Durante los años veinte el comandante -más tarde almirante- Bernotti había sido un prolífico autor sobre estrategia naval. Gran parte de sus ideas más avanzadas como desarrollar una aviación naval, el uso de portaaviones, etc cayeron en saco roto frente al conservadurismo de los mandos. Sus proposiciones sobre la protección de las comunicaciones marítimas hacían hincapié en la necesidad de contar con otros medios antisubmarinos y antiaéreos además de buques de gran tamaño. Como sabemos los recursos irían en gran medida a la construcción de buques de gran tamaño y numerosos submarinos pero mucho menos a capítulos como la detección antisubmarina, la protección antiaérea, etc. Además toda la aviación estaría bajo el mando de la Regia Aeronáutica quitando cualquier posibilidad de efectivos aéreos navales o una cooperación efectiva con la Regia Marina. Bernotti llegó a quejarse a Mussolini de la obsesión de construir buques capitales en detrimento de otras empresas (portaaviones, aviación naval, unidades ligeras…) Sus esfuerzos fueron saboteados por una combinación del conservadurismo de los mandos navales de la época que utilizaron a Mussolini para promulgar su dictado.

Al margen de cuestiones tecnológicas, ¿cual era la estrategia naval? La Regia Marina contemplaba como misiones estratégicas fundamentales el mantener las importaciones de materias primas así como las comunicaciones con el norte de Africa y el Dodecaneso además de proteger el litoral italiano. Como se iba a producir esto es algo que raramente se articuló desde un punto de vista práctico porque apenas se realizaron ejercicios de protección de convoyes, empresa que se veía con cierto desprecio y desinterés. Además se practicaría una especie de guerra de guerrillas o de pequeñas incursiones con unidades ligeras cuando las circunstancias lo favorecieran.

En realidad como no había estrategia consensuada, durante los años veinte y especialmente los primeros treinta, ésta tuvo una serie de movimientos pendulares motivados por factores internos y externos. Por un lado la alta oficialidad naval aceptaba con agrado las tesis expansionistas de Mussolini y la recepción de presupuestos para construir buques. Estas razones cementarían una cierta alianza política con el régimen. Mientras tanto la flota italiana iría creciendo -en particular en buques pequeños- más rápidamente que otras. Como veremos la cambiante política exterior italiana iría conformando la estrategia de otra manera.

Dada la situación central de Italia en el Mediterráneo se perfilaban dos grandes rivales, Francia y Gran Bretaña. El expansionismo fascista obviamente estaba creando las condiciones para la colisión con estas dos grande potencias. A la Royal Navy se veía como la principal contendiente y Cavagnari advirtió a Mussolini ya en 1935 que contra las flotas francesas y británicas no había posibilidad de victoria dada la inferioridad en buques capitales y medios. Se intentó conseguir algún tipo de acuerdo con Francia pero los cálculos italianos de una posible alianza con Francia contra Gran Bretaña entraban en el terreno de la pura fantasía. Incluso el rey Emmanuele advirtió a Mussolini que con la oposición planteada a la invasión de Abisinia no había que contar con ningún apoyo de Francia frente a una guerra contra Gran Bretaña. Y desde el punto de vista geográfico dado que la Royal Navy controlaba ambos accesos al Mediterráneo podía imponer una especie de bloqueo a la flota italiana atacando con cierta impunidad el territorio y aguas italianas. Cavagnari a pesar de sus limitaciones intelectuales si tenía una comprensión bastante clara de las limitaciones italianas y además la Royal Navy podía reforzar cuando quisiera la flota del Mediterráneo transfiriendo buques de otros mares. Incluso aunque se tomara Malta, sería difícil mantenerla. En realidad no se planificó ningún plan serio para tomarla pero la argumentación de Cavagnari era razonable ante el desequilibrio de fuerzas.

En diciembre de 1935 y principios de 1936 con el deterioro político producto de la invasión de Etiopía Cavagnari y varios oficiales navales produjeron unos estudios que proponían apoderarse de las bases británicas en los extremos del Mediterráneo para lograr salir del mismo y llevar la guerra a otros oceáno junto a otro aliado, obviamente Alemania. El prerrequisito para todo este grandioso plan era la creación de una gran flota y la modernización de algunos buques antiguos. El plan era titánico y preveía la construcción de 9 ó 10 buques capitales, 36 cruceros, 4 portaaviones y entre 46 y 75 submarinos.

Y de fondo una de las cuestiones principales, la inferioridad económica de Italia. Era complicado emprender una carrera de armamentos contra las mayores potencias de la época, Gran Bretaña y en menor medida Francia, con una base industrial insuficiente. Por no hablar de la dependencia de materias primas de todo tipo y en especial petróleo. Al ritmo de producción actual el plan requeriría 24 años a menos que la capacidad industrial italiana se multiplicara lo que era irreal. Y como de costumbre el plan no contemplaba la reacción de sus presuntos enemigos, Francia y Gran Bretaña que obviamente no se quedarían con los brazos cruzados. Al final la realidad económica se impuso lo que forzaba al mucho más modesto objetivo de sustituir acorazados antiguos por los dos nuevos Littorio, 3 cruceros, unos 22 destructores y ningún portaaviones. La derivada estratégica de este programa mínimo de construcción naval es que Italia no podría combatir fuera del Mediterráneo y bastante tendría con asegurar el dominio de sus aguas dado que Francia y Gran Bretaña comenzaban un frente común frente al expansionismo fascista.

La participación en la Guerra civil española alentó la ilusión de poseer bases navales en España pero la oposición de Franco al plan junto a movimientos similares por parte del III Reich desecharon la idea. Y evidentemente Francia y Gran Bretaña hubieran considerado un casus belli la constitución de esas bases en suelo español. La amenaza francesa no se tomaba a la ligera pues por su posición geográfica Francia podía amenazar toda la costa occidental italiana, Cerdeña y Sicilia. La estrategia italiana descansaba en una combinación de desgaste de su enemigo mediante el uso de la aviación y submarinos. A pesar de todo la crisis de 1935-35 mostraba que contra una ofensiva naval británica Italia no tendría muchas opciones y que quedaría aislada del resto del mundo y sin materias primas. En particular se reconocía que no se poseía capacidad ofensiva contra Gibraltar o Alejandría. En caso de guerra la estrategia de la Regia Marina era en gran medida un “sentarse a esperar” y conseguir una ocasión táctica favorable para diezmar a las flotas enemigas. Se empleó mucho tiempo en redactar una estrategia encaminada a buscar la oportunidad de una gran batalla naval en el Estrecho de Sicilia. Como podemos ver se pensaba en términos de desgaste del enemigo seguido por una gran batalla que proporcionara la superioridad. No había nada de coordinación con otras marinas (la alemana y japonesa) ni incluso de cooperación con otras armas (en particular con la aviación) De igual manera la tecnología se dejaba a un lado en una búsqueda de la cantidad de buques.

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Nota: Comparativa entre las flotas italiana, francesa y británica en el Mediterráneo. La Regia Marina era inferior en número de buques capitales aunque disfrutaba de una cierta superioridad en unidades ligeras, en especial torpederos y submarinos. Obviamente no se tiene en cuenta los refuerzos que la Royal Navy podría aportar y frente a los cuales la Regia Marina no disponía de reservas.

Una cuestión que sorprende por su ingenuidad cuando no directamente imprevisión en la planificación naval fue el control del Mar Rojo y dominio del A.O.I.. Aunque Italia contara con bases navales su control iba a ser casi imposible ante lo reducido de los efectivos italianos en la zona y el completo aislamiento de la colonia italiana. En caso de conflicto, con unos efectivos navales ligeros y sin suministros su caída sería sólo cuestión de tiempo. La II Guerra Mundial puso de manifiesto que una pequeña flotilla aislada en un confín del mundo y sin apoyo logístico poco podía hacer salvo crear algunas pequeñas molestias a su enemigo.

Tampoco se planteó siquiera lo que supondría la posible entrada en la guerra de los EE.UU. desde el punto de vista naval. Aunque la Royal Navy fuera en la época la mayor del mundo, la estadounidense era una flota considerable y sin embargo no se hicieron prácticamente estudios encaminados a estudiar el impacto de su participación en una eventual guerra contra el Eje. A lo más que se llegó y ya empezada la guerra fue a una especie de convencimiento que la entrada del Japón en guerra cancelaba la participación norteamericana. De igual manera el potencial económico americano fue alegremente ignorado.

La cuestión de la entrada en guerra del Japón levantó muchas esperanzas entre la oficialidad naval y los líderes del fascismo incluyendo al propio rey. En realidad Italia había bloqueado algunos intentos japoneses de comprar tecnología en los años treinta y en general la actitud italiana no estaba exenta de racismo hacia los japoneses. No es hasta el Pacto Tripartito en septiembre de 1940 que se perfila una alianza naval más de nombre que de hecho. En diciembre comienzan los contactos de inteligencia pero pronto se ve que no hay un afán de verdadera cooperación: los alemanes e italianos no querían compartir sus códigos con los japoneses, los italianos desprecian la información japonesa sobre operaciones con portaaviones y operaciones nocturnas. Por su parte los japoneses tienen una pobre impresión de la Regia Marina tras los desastres de Taranto y Matapán. En la primavera de 1941 se recibe una misión naval japonesa en Italia y se intenta discutir planes operativos para el Oceano Indico sin éxito. Por su parte los japoneses e italianos se oponen a los planes de centralizar el mando naval en Berlín.

No obstante los primeros éxitos japoneses hacen concebir a los italianos grandes esperanzas en la entrada de la marina japonesa en el Mar Indico como ayuda en su avance al canal de Suez al desarticular las comunicaciones marítimas británicas. La caída de Singapur y la incursión de la marina imperial en el océano Indico parecen indicar esto. En la primavera de 1942 se conciben grandiosos planes, así se ofrecen sumergibles italianos para apoyar la guerra submarina en el océano Indico pero los japoneses apenas ofrecen apoyo mientras se piensa que la guerra submarina alemana -con ayuda italiana- pondrá las cosas dificilísimas a Gran Bretaña y EE.UU. La realidad se impone, Alemania está demasiado centrada en su guerra contra la URSS y el Japón en el Pacífico. Italia a duras penas conseguirá un cierto dominio en el Mediterráneo central con ayuda alemana. La Regia Aeronautica proyecta incluso operaciones combinadas con la fuerza aérea japonesa a pesar de que debido a las limitaciones prácticas esto no pasa de un brindis al sol. Aunque en el verano de 1942 el avance alemán por el Cáucaso y de Rommel hacia el canal de Suez reviven estas esperanzas lo cierto es que los japoneses se han retirado en la práctica del Oceáno Indico y están muy comprometidos en serie de operaciones en las islas Salomón. Esta retirada del Índico, en rigor lo único que podía apoyar a Italia y al estancado Rommel en Egipto facilita el aprovisionamiento y refuerzo del 8 Ejército británico allí con las consecuencias que conocemos. En el otoño e invierno de 1942 las fuerzas del Eje se baten en retirada en todos los frentes.

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Imagen: En verde, los grandiosos planes del Eje en el Atlántico, Indico y Cáucaso para lanzar una ofensiva global contra los aliados. Como sabemos esto no pasó de un sueño...

En realidad todas estas propuestas no pasaron de ser unos esquemas grandiosos imposibles de realizar. La principal limitación era la debilidad material del Eje que a duras penas se mantenía en el Mediterráneo Central. Las derrotas de 1940-41 habían hecho perder la ocasión de apoderarse del Mediterráneo. Sin ese control la Regia Marina no podía proyectar su poder debido a sus carencias materiales y tecnológicas. El hablar de llevar la guerra al Oceano Indico era una muestra más de irrealidad. Además los alemanes estaban perdiendo su guerra submarina en el Atlántico a pesar de las tremendas pérdidas sufridas por los aliados y los japoneses en cualquier caso no hicieron apenas esfuerzos de atacar las rutas mercantes. El segundo motivo era político, nunca hubo una voluntad verdadera de forjar una verdadera alianza y todos los miembros del Eje persiguieron su propia agenda política.

Fuentes:
  • Robert Mallett: The Italian Navy and Fascist Expansionism, 1935-1940 (pág. 29-54) Frank Cass Pub. 1998.
  • Fabio de Ninno: Italian Naval Strategy in the Age of Fascism 1919-1940 (Conferencia Navies in a multipolar world, Yale Naval History Conference 20-21 April 2018
    • Fabio de Ninno: The Italian Navy and Japan Strategy and Hopes: Parte del artículo “When East Meets West: The Second World War in Global Perspective” (London 22-23 June 2017), the annual conference of the Second World War Research Group.

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