Mensaje
por David L » Sab Jun 13, 2009 12:21 am
Yo creo que todos nos hemos preguntado alguna vez cómo se pudo mantener y dirigir durante tantos años el Imperio Romano. Pues bien, hace tan sólo 70 años se intentó de nuevo llevar a cabo en la vieja Europa la génesis de un nuevo imperio naciente, éste iba a ser el Imperio de los Mil Años y acabó siendo tan corto que apenas duró 6 Años, pero que causó tanta destrucción y muerte que ha pasado a la Historia como uno de los períodos más negros de la humanidad. Mark Mazower intenta en esta majestuosa obra acercarnos a las entrañas de este nuevo Imperio… el Imperio de Hitler.
Mark Mazower (1958) es licenciado por la Universidad de Oxford en la que se doctoró en 1988. Ha sido profesor en las universidades de Londres, Essex y Princeton, siéndolo después en la Universidad de Columbia en Nueva York.
La obra se divide en tres grandes bloques: la primera parte del mismo está enfocada más desde un punto de vista político, describiendo cómo se fraguó el Imperio, como se comenzó a dirigir el mismo y como empezaron a surgir las luchas internas de poder para situarse en primera línea y acaparar el máximo de responsabilidades con respecto a este nuevo “lebensraun” o espacio vital. Es interesante comprobar como entre los jerarcas nazis existía un gran antagonismo a la hora de configurar las bases esenciales que debían dar forma a ese gran Imperio. La dicotomía existente tenía dos vertientes: por un lado, estaban los que abogaban por la explotación económica de los territorios ocupados sin potenciar colaboración alguna con los habitantes de estos territorios. Hombres tan importantes como Goering, Bormann, o el propio Himmler apostaban por esta medida a la hora de organizar las nuevas posesiones. Por otra parte, estaban los que veían favorablemente la potenciación de una colaboración política que llevara consigo una especie de tutela por parte de Alemania. Esto último, sobre todo, se quería aplicar en los territorios del Este, fomentando el antiblochevismo entre las distintas nacionalidades que formaban aquel conglomerado de naciones que era la Unión Soviética. Hombres como Rosenberg, William Stuckart, secretario de Estado del Ministro de Interior y gran experto en darle una forma “legal” a las nuevas posesiones alemanas, apostaban por esta última opción. Uno puede pensar que estas dos fuerzas podrían estar niveladas, pero existía un peso pesado que apostaba por la primera de las posibilidades, la explotación económica sin colaboración alguna, éste no era otro que Adolf Hitler. La balanza se decantaba por el lado de la explotación inmisericorde. El Imperio y la pureza racial debían imponerse a cualquier consideración de tipo económico o humana.
La segunda parte de este gran libro está enfocado en una dirección más personal, es decir, aquí se habla de los ciudadanos de a pie que sufrieron, padecieron y, disfrutaron de la supremacía nazi en toda Europa. La colaboración, que hubo y mucha, la oposición a este Nuevo Orden, que también existió y que sufrió las terribles consecuencias de sus actos, la Solución Final, etc... son tratados en este segundo bloque con gran detalle. Se analiza cómo y de qué manera actuaron los principales países de Europa ante la ocupación nazi, destacando el caso francés, en Europa Occidental, y el caso polaco y soviético en el Este europeo. En cuanto a la Solución Final, el autor refleja como éstos fueron usados siempre como moneda de presión entre los propios dirigentes nazis, en su máximo apogeo de poder, y por sus aliados del Eje en las horas más bajas del nazismo. Cualquier negación a colaborar en la deportación de judíos era una manera sincera que tuvieron los húngaros, los italianos y otros países de indicar que su salida del Eje era algo que deseaban vistos los acontecimientos que se iban desarrollando.
Por último, la tercera y más corta parte de este libro, está dedicada a analizar en dos capítulos las perspectivas de un futuro no tan lejano que tenían los nazis para la organización de la nueva Europa. El ejemplo de los EEUU, aunque a veces fuera atacado por su variedad de razas existentes en su territorio, era elegido como ejemplo a seguir por Hitler a la hora de darle forma a su imperio racial. Colonos fuertes que acaban con las razas “inferiores”, medidas contra la inmigración, etc. Para el autor, Hitler no creía en una unión de estados-nación, se necesitaba una unión basada en la fuerza y en la pureza racial: quería gobernar Europa, pero no ser contaminado por ella.
Mi opinión personal sobre este libro no puede ser más favorable. Creo que estamos ante una obra de referencia para conocer detalladamente el Tercer Reich y su política exterior. Es un libro realmente interesante, con una magnífica narración, aunque a veces haya algún defecto de traducción que hace difícil el entendimiento de alguna frase, hecho que no desvirtúa al global de la obra. Más de 800 páginas para disfrute de todos aquellos aficionados a la Segunda Guerra Mundial.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.
Winston Churchill a Chamberlain.