The Battle for Leningrad, 1941-1944, David M. Glantz
Publicado: Lun Ago 27, 2018 10:53 am
Breve comentario
Este es uno más en la serie de libros de David Glantz que son imprescindibles para conocer la historia militar de la Segunda Guerra Mundial en el este. Lo que se ha visto en el pasado como una serie inacabable de batallas con más o menos coherencia se torna aquí en una lógica de acción, en una estructura piramidal con sentido. Glantz comienza por basarse, como en todos sus libros, en las fuentes primarias que reflejan los planes y pensamientos de los más altos órganos de decisión, y va bajando gradualmente hasta, en algunos casos, la extenuación. En una lectura donde de cada 10 páginas hay unas 5 transcripciones de media de informes oficiales y de órdenes, en donde se baja hasta el detalle de batallón y a veces más, donde se trata de reflejar la complejidad enorme de los combates en territorios tan vastos, es imposible que se trate de una lectura fácil. Leer los libros de Glantz es extremadamente agotador, pero extremadamente clarificador e instructivo. Me resulta muy difícil pensar que este no sea el libro definitivo sobre los combates en torno a Leningrado en toda la guerra del Este.
Una tesis básica en el libro es que Stalin nunca dejó de lado Leningrado. El Ejército Rojo mantuvo el esfuerzo prácticamente durante toda la duración de la guerra. Las seis ofensivas de Siniavino dan fe de ello, o la operación “Estrella Polar”, o las múltiples contraofensivas que lanzó desde prácticamente la invasión. Este es un punto de vista que ya ha defendido en otros libros sobre otros escenarios en el Este (por ejemplo, “Bielorrusia en el invierno de 1943/44, The Battle for Belorussia: The Red Army's Forgotten Campaign of October 1943 - April 1944 “, University Press of Kansas, 2016). El corolario a extraer de aquí es que el combate tuvo que ser salvaje, tanto o más que en el sur.
Pero no es menos cierto que nunca se desplegaron grandes cantidades de carros de combate en la zona. De hecho ninguno de los Ejércitos de Tanques estuvo desplegado allí, excepto el 1º, que tuvo una corta presencia para protagonizar la explotación de la operación Estrella Polar. Glantz habla varias veces de lo complicado del terreno, pero yo creo que pesó mucho más el hecho de que el centro de gravedad de la guerra estuvo casi siempre en el sur.
¿Por qué las ofensivas soviéticas se estrellaron una y otra vez sobre las defensas alemanas? Saber la razón concreta está más allá de mis capacidades, pero hay dos cosas importantes: 1) no hacía tanto que el Ejército Rojo se había enfrentado a los finlandeses, en 1940. La campaña de invierno había sido un desastre total. El Ejército Rojo no estaba preparado (ni oficiales ni soldados, faltaba material… ) Al fin y al cabo no pudo ser posible que hubiera mucha diferencia entre aquél Ejército de 1940 con el de 1941. Y 2) los alemanes tuvieron tiempo para preparar sus defensas al estilo de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y tácticamente es bien sabido que eran muy buenos.
La dimensión humana del bloqueo de Leningrado está cubierta, pero no es leitmotiv del libro. Sobre esto hay múltiples libros, verbigracia, el de Michael Jones ( El sitio de Leningrado, 1941-1944, Crítica, 2016), un libro que habla mucho de esto aunque, por lo demás, es bastante flojo. Tampoco se cubre la faceta o carácter criminal de la empresa alemana. Para eso hay también otros artículos y libros buenos. (Véase el artículo de Johannes Hürter “Die Wehrmacht vor Leningrad Krieg und Besatzungspolitik der 18. Armee im Herbst und Winter 1941/42”, en Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte, Jahgang 49 (2001), Heft 3)
El libro está publicado en español por Desperta Ferro. Es un acierto y un servicio a los aficionados, sin duda. Creo, sin embargo, que debieran aumentar el tamaño de letra por lo menos un punto y hacer algo también con el interlineado. Es un libro muy denso, duro de leer en algunos tramos, que necesita ser un poco agradecido a la hora de leerlo.
Saludos.
Este es uno más en la serie de libros de David Glantz que son imprescindibles para conocer la historia militar de la Segunda Guerra Mundial en el este. Lo que se ha visto en el pasado como una serie inacabable de batallas con más o menos coherencia se torna aquí en una lógica de acción, en una estructura piramidal con sentido. Glantz comienza por basarse, como en todos sus libros, en las fuentes primarias que reflejan los planes y pensamientos de los más altos órganos de decisión, y va bajando gradualmente hasta, en algunos casos, la extenuación. En una lectura donde de cada 10 páginas hay unas 5 transcripciones de media de informes oficiales y de órdenes, en donde se baja hasta el detalle de batallón y a veces más, donde se trata de reflejar la complejidad enorme de los combates en territorios tan vastos, es imposible que se trate de una lectura fácil. Leer los libros de Glantz es extremadamente agotador, pero extremadamente clarificador e instructivo. Me resulta muy difícil pensar que este no sea el libro definitivo sobre los combates en torno a Leningrado en toda la guerra del Este.
Una tesis básica en el libro es que Stalin nunca dejó de lado Leningrado. El Ejército Rojo mantuvo el esfuerzo prácticamente durante toda la duración de la guerra. Las seis ofensivas de Siniavino dan fe de ello, o la operación “Estrella Polar”, o las múltiples contraofensivas que lanzó desde prácticamente la invasión. Este es un punto de vista que ya ha defendido en otros libros sobre otros escenarios en el Este (por ejemplo, “Bielorrusia en el invierno de 1943/44, The Battle for Belorussia: The Red Army's Forgotten Campaign of October 1943 - April 1944 “, University Press of Kansas, 2016). El corolario a extraer de aquí es que el combate tuvo que ser salvaje, tanto o más que en el sur.
Pero no es menos cierto que nunca se desplegaron grandes cantidades de carros de combate en la zona. De hecho ninguno de los Ejércitos de Tanques estuvo desplegado allí, excepto el 1º, que tuvo una corta presencia para protagonizar la explotación de la operación Estrella Polar. Glantz habla varias veces de lo complicado del terreno, pero yo creo que pesó mucho más el hecho de que el centro de gravedad de la guerra estuvo casi siempre en el sur.
¿Por qué las ofensivas soviéticas se estrellaron una y otra vez sobre las defensas alemanas? Saber la razón concreta está más allá de mis capacidades, pero hay dos cosas importantes: 1) no hacía tanto que el Ejército Rojo se había enfrentado a los finlandeses, en 1940. La campaña de invierno había sido un desastre total. El Ejército Rojo no estaba preparado (ni oficiales ni soldados, faltaba material… ) Al fin y al cabo no pudo ser posible que hubiera mucha diferencia entre aquél Ejército de 1940 con el de 1941. Y 2) los alemanes tuvieron tiempo para preparar sus defensas al estilo de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y tácticamente es bien sabido que eran muy buenos.
La dimensión humana del bloqueo de Leningrado está cubierta, pero no es leitmotiv del libro. Sobre esto hay múltiples libros, verbigracia, el de Michael Jones ( El sitio de Leningrado, 1941-1944, Crítica, 2016), un libro que habla mucho de esto aunque, por lo demás, es bastante flojo. Tampoco se cubre la faceta o carácter criminal de la empresa alemana. Para eso hay también otros artículos y libros buenos. (Véase el artículo de Johannes Hürter “Die Wehrmacht vor Leningrad Krieg und Besatzungspolitik der 18. Armee im Herbst und Winter 1941/42”, en Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte, Jahgang 49 (2001), Heft 3)
El libro está publicado en español por Desperta Ferro. Es un acierto y un servicio a los aficionados, sin duda. Creo, sin embargo, que debieran aumentar el tamaño de letra por lo menos un punto y hacer algo también con el interlineado. Es un libro muy denso, duro de leer en algunos tramos, que necesita ser un poco agradecido a la hora de leerlo.
Saludos.