"Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Recensiones personales de libros leídos

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Antonio Machado
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"Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por Antonio Machado » Sab May 11, 2013 11:56 pm

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Título: "Hitler and Stalin: vidas paralelas".
(“Hitler y Stalin: parallel lives”)
Autor: Alan Bullock, historiador británico
Editorial: Alfred A. Knopf, Nueva York, 1992
Originalmente publicada en la Gran Bretaña por HarperCollins Publishers, Ltd., London, 1991.
Páginas: 1082.
Idioma: inglés.
ISBN: 0-394-58601-8


Esta obra ha sido traducida al Castellano y publicada por Plaza & Janés, Círculo de lectores, Barcelona (1994), traducción de Pedro Gálvez, 1709 páginas distribuídas en dos volúmenes, con el título “Hitler y Stalin: vidas paralelas”, encuadernación en tapa dura de editorial, con sobrecubierta ilustrada con cofre.
ISBN 8401375363 9788401375361 y 8422651882 9788422651888.


Esta es una obra extensa que incluye -además de sus más de mil páginas de texto- 46 fotografías en blanco y negro, mapas, extensas notas explicativas, un glosario y una bibliografía de varios centenares de obras.

Alan Bullock analiza extensamente la vida de los dos dictadores que asolaron el continente europeo, comparando sus orígenes y desarrollo, su ascenso al poder, sus opuestas visiones del mundo, estilos personales, estrategias y tácticas de guerra. Sin embargo, esta obra es mucho más que una doble biografía: es un análisis comparativo de esos dos tenebrosos personajes, sus similitudes y diferencias, fortalezas y debilidades, sus triunfos, esperanzas, temores y obsesiones.

El autor presenta alternativamente capítulos detallando sus individualidades y capítulos analizando las vidas de ambos personajes conjuntadamente, comparándolas y contrastándolas en un mismo período. A lo largo de la obra, Bullock va entrelazando ambas vidas con el trasfondo histórico del Siglo XX. En otras palabras: para conocer “in extenso” la vida de cada uno de los dictadores, existen innumerables biografías individuales; lo que esta obra trata es el paralelismo de ambas vidas y las intersecciones entre ellas, es una cronología histórica de los momentos cumbres de ambos personajes.

Ambos dictadores nacieron en las orillas de las naciones que estaban destinados a dirigir: al igual que Alejandro Magno (nacido en Macedonia) y Napoleón Bonaparte (nacido en Córcega), Hitler y Stalin nacieron casi afuera de sus propios países.

Aquí un mapa que muestra –entre otras naciones- a Georgia, en donde nació Stalin, al Sur de la inmensa Rusia, frente al Mar Negro:

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Fuente: mapsof.net


Ambos dictadores, en el camino hacia descubrir su vocación, intentaron otros senderos: Hitler pintaba acuarelas para ir resolviendo la cotidianeidad de su vida en Viena. Sin embargo, la vida temprana de Hitler nunca fue tan ardua ni pobre como la de Stalin, pues el futuro líder alemán siempre contó con un padre proveedor (Oficial Imperial) e inclusive cuando éste murió les dejó una pensión asegurada.


Una de las pocas fotos conocidas de Hitler en su juventud:

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Fuente: http://www.huffingtonpost.com




Por su parte, Stalin en su infancia cantaba en el Coro de la Iglesia, en su juventud estudió en un Seminario, años de educación que en la Rusia de cambio de siglo significaba un privilegio pues el analfabetismo masculino rondaba el 35 % -el femenino llegaba al 90 %.

Stalin a los 23 años de edad:

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Fuente: Wikipedia.com




Ambos conocieron la cárcel desde adentro: Stalin supo lo que era el encarcelamiento en Siberia, durante cuatro años (regresó después del colapso del régimen zarista); Hitler fue encarcelado nueve meses (de una sentencia de cinco años) después del “Pustch” en 1923.


En Junio del 1913, mientras Stalin viajaba largos días en tren hacia su encarcelamiento en la Siberia, Hitler se mudaba de Viena a Munich (“Esa Babilonia de razas!”) y solicitaba ingreso a la Academia de Arte, el cual le fue negado.

Ambos escribieron libros: Hitler “Mi lucha” y “El segundo libro”; Stalin fue mucho más productivo en este sentido: decenas de obras a cual más interesante: “Los fundamentos del Leninismo”, “Materialismo histórico y dialéctico”, “Marxismo y la cuestión colonial”, “Problemas del Leninismo”, “Marxismo y los problemas lingüísticos”, “Anarquismo o socialismo?”, “Stalin sobre la Revolución China”, “Lenin”, “Trotskismo o Leninismo?” entre tantos otros títulos; él mismo decía “Yo soy solamente un intérprete de Lenin”.

Ambos llegaron al poder supremo asegurándolo desde adentro: Stalin explotando su posición como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética y Hitler explotando su posición de Canciller en el gobierno de coalición de las fuerzas de derecha.



Portada de la revista “Times” de Febrero de 1933 con el rostro de Stalin:

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Una vez en el poder, lo ejercieron con estilos muy distintos: Stalin siempre otorgó prioridad a la organización y administración, estuvo siempre al tanto de los más pequeños detalles, controlaba los procedimientos internos y dedicaba tiempo y paciencia a revisarlo y supervisarlo todo. Hitler -en cambio- siempre vio esas áreas como delegables y secundarias, centrándose exclusivamente en la arena internacional. Alguna vez dijo que le gustaría delegar todo lo doméstico a uno de sus colaboradores y al final terminó haciéndolo: Hitler siempre mantuvo a distancia casi todo lo administrativo.

Composición fotográfica de ambos dictadores, cada uno con el símbolo de su ideología:
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Las relaciones entre cada uno de estos dos dictadores con la Iglesia fueron también muy distintas: mientras Stalin perseguía y expropiaba la inmensa fortuna de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cerraba sus templos y monasterios, fundía sus campanas, quemaba sus íconos y deportaba a miles de curas a la Siberia, Hitler firmaba el infame “Concordato” con el Vaticano, según el cual se permitía la continuación de las escuelas parroquiales católicas a cambio de la prohibición de las actividades políticas de los miembros de la Iglesia Católica.


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Saludos muy cordiales entre líderes Nazis y líderes católicos…
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Stalin luchaba denodadamente por la industrialización soviética: la enorme estación eléctrica del Río Dnieper (la más grande del mundo), complejos metalúrgicos, fábricas de maquinaria, industria química, la planta de maquinaria agrícola de Rostov, la fábrica de tractores en Cheliabinsk y Stalingrado, fábricas de automóviles en Moscú, etc.; tenía buenos motivos para ello “Estamos entre cincuenta y cien años atrasados en relación a las naciones más avanzadas: o nos ponemos al día en diez años o nos aplastan…”. Ciertamente que Rusia estaba atrasada en muchos aspectos: la educación básica, por ejemplo, la cual se convirtió en una prioridad para el Partido Comunista, la disciplina laboral y la industrialización, todo eso con lo cual los soviéticos soñaban, había sido una realidad en Alemania desde hacía mucho tiempo.


En cuanto al Plan de industrialización y colectivización, Stalin no lo hizo nada mal pues para 1934 Rusia había duplicado su producción industrial y colectivizado el 85 % de su agricultura.


Hitler, en cambio, siempre priorizó el rearmamento alemán y no dejó nada que desear: en el ataque a Polonia participaron más de un millón de tropas alemanas, dejando en el olvido el límite máximo impuesto por el Tratado de Versalles a Alemania -cien mil soldados.



Hubo también una gran diferencia de estilos entre los dos dictadores, parcialmente debida a sus distintos a caracteres y temperamentos: Stalin fue siempre más reservado, Hitler siempre más exhibicionista y voluble; Stalin operaba en las sombras, Hitler actuaba bajo las luces. Stalin fue más calculador y prudente, Hitler más arriesgado. Stalin fue un “Hombre de gobierno”, un administrador experimentado con una disciplinada rutina de trabajo; Hitler odiaba la rutina y la evitaba excepto en algunas contadas ocasiones.


La diferencia también se debió a las circunstancias: Hitler ciertamente desconfiaba de casi todos alrededor suyo pero en mucho menor grado que Stalin, especialmente después de que éste hubiera liquidado a más de 40.000 soviéticos -algunos muy cercanos- cuya sentencia de muerte él había firmado y decenas de miles a quienes había enviado a la Siberia.


Finalmente, ambos tenían a su disposición instrumentos especialmente creados para llevar a cabo sus más arbitrarias decisiones (NKVD y SS-Gestapo), cuerpos subordinados directamente a ellos y con licencia para usar la fuerza, la tortura y la muerte sin importarles las leyes ni las cortes.


Ambos estimularon, además, el culto a la personalidad como medio para reforzar su autoridad.


Ambos llegaron a ejercer un poder prácticamente ilimitado, con una diferencia: en Alemania la ley era lo que HItler decía, en la Unión Soviética la ley era lo que Stalin decía que Lenin decía...


Ni uno de ellos le rendía cuentas a nadie, al grado de que –por ejemplo- después de la derrota de Polonia, los generales alemanes se sorprendieron al saber que Rusia estaba invadiendo la parte Este de ese país, lo cual formaba parte de los “Protocolos secretos” del "Pacto Ribbentrop-Molotov", de los cuales no tenían conocimiento.


Cada uno permanecía cuidadosamente atento a las acciones del otro, veamos:


El ataque alemán a Polonia fue rápido, furioso y aplastante: el resultado estuvo definido después de la primera semana y el resultado final después de apenas tres semanas. El mundo quedó atónito por el triunfo de un nuevo estilo de guerra que le había costado a los alemanes menos de 11.000 muertos y unos 30.000 heridos para apoderarse de más de la mitad de Polonia, en contraste con las inmensas bajas sufridas en las trincheras de la Primera Guerra Mundial; pero en ninguna parte hizo una mayor impresión que en Moscú, en donde nada parecido había sido anticipado, al grado de que el 8 de Septiembre Ribbentrop envió un mensaje urgente a los rusos para que ocuparan la parte Este del territorio polaco acordado en los protocolos secretos del tratado Nazi-Soviético. Stalin observaba los acontecimientos desde Moscú con creciente preocupación y llegaba a conclusiones…


Esa era la otra cara de la moneda: en Moscú, Stalin observaba –cauteloso, aprensivo-, cómo las Fuerzas Armadas alemanas, conducidas hábilmente por Hitler, habían derrotado al Ejército Polaco e inmediatamente después al Ejército Francés, uno de los más fuertes en Europa y el mundo, en apenas 35 días, para asombro de todos: durante la Primera Guerra Mundial ambos ejércitos habían luchado entre sí durante años sin que uno de ellos lograra una victoria clara e incontestable como el que Hitler había logrado ahora. Stalin tomaba notas y llegaba a sus propias conclusiones, mientras se acrecentaban su temor y desconfianza.


La otra cara de la moneda fue la Guerra fino-soviética: el ataque soviético a Finlandia comenzó el 30 de Noviembre del ’39 pero se encontró con un ejército finlandés muy bien equipado y mucho mejor preparado que el ruso para enfrentar las inclemencias del Invierno, infligieron fuertes pérdidas al Séptimo Ejército Soviético, una buena parte del cual fue rodeado y derrotado dentro de Finlandia. Un general soviético lo resumía amargamente: “Con tantas pérdidas y solamente hemos conquistado una mínima parte del territorio finlandés, lo suficiente para enterrar a nuestros muertos”.



Las Fuerzas Armadas Soviéticas aventajaban en una proporción de 50 a 1 - de acuerdo al historiador Thomas Childers; y sin embargo la URSS aparecía ante el mundo como un tigre de papel, hondamente debilitado internamente por las extensas, prolongadas y profundas purgas; además, sus tropas se mostraban carentes del dinamismo y la pasión que las tropas alemanas recién habían demostrado en la arrolladora campaña que sometió a Polonia.


La situación había llegado a ser tan humillante para los soviéticos que tuvieron que recurrir a un bombardeo masivo que duró dieciséis días, más de mil tanques y más de 140.000 tropas fueron enviados y aún con todo eso los finlandeses se mantuvieron firmes por más de dos semanas. El Ejército finlandés reportó 25.000 muertos; el Ejército soviético nunca publicó sus bajas pero Alan Bullock las estima en alrededor de 200.000 muertos. Hitler, por supuesto, observaba desde Berlín el triste papel del Ejército Soviético y también llegaba a conclusiones…


No es de extrañar, entonces, que mientras Hitler se enredaba más y más en hostilidades en contra de la Gran Bretaña y Francia, las cuales lo mantenían lo suficientemente ocupado como para que no volviera sus ojos al Este, Stalin se sintiera más aliviado y complacido y deseoso de proporcionarle a Alemania todas las materias primas que necesitara para continuar su lucha en contra de esos enemigos en el Oeste…


Luego de la indiscutible y aplastante victoria alemana sobre Francia, las preocupaciones de Stalin se agigantaron, pues él contaba con que se llegaría a un empate largo y desgastante como en 1914 o, al menos, que esa guerra en el frente occidental alemán duraría uno o dos años, debilitando las fuerzas alemanas aún en caso de que éstas terminaran siendo victoriosas; todo ello daría tiempo suficiente a Rusia para reforzar sus defensas y prepararse mejor para un eventual ataque alemán. La respuesta de Stalin fue, en palabras de Bullock, “movilizarse lo más rápidamente posible para asegurarse las ganancias estipuladas en el Pacto nazi-soviético”.


Mientras en Stalin se acrecentaba la alarma y el desasosiego, Hitler gozaba del más alto grado de seguridad y apoyo de su pueblo; el Verano del ’40 la imagen del Führer llegaba hasta la estratósfera, marcando el punto más alto de toda su vida y también del prestigio de la Wehrmacht. Dos elementos se combinaban para ese apoyo incondicional de las masas alemanas a su líder: el entusiasmo por las incontestables victorias militares y el alivio del temor a una guerra prolongada.


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Hitler frente a la Torre Eiffel: a su derecha el Arquitecto Albert Speer y a su izquierda el escultor Arno Breker conocido como “El Miguel Angel alemán”.
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En cuanto a comunicarse con sus pueblos, Stalin la tenía más difícil: carecía de la excelente oratoria de Hitler, debía transmitir sus pensamientos e ideología a una población mucho mayor (150,000.000, Alemania 90,000.000) y diseminada en una territorio infinitamente más extenso que el alemán (la Unión Soviética ocupaba aproximadamente una sexta parte del territorio total del planeta); además, esa población estaba constituida mayoritariamente por campesinos (75 %) con un pobre nivel de vida y una mínima educación.


En cuanto a confianza en sus colaboradores inmediatos, Bullock observa que mientras Stalin aplicaba una desconfianza paranoica en quienes lo rodeaban, repitiéndose a sí mismo su máxima predilecta “En política no hay lugar para la confianza”, Hitler sí confiaba en sus asistentes cercanos, por ejemplo en Goering y en Himmler, a quienes delegó grandes áreas de poder y esa confianza nunca fue traicionada (bueno, excepto en el acto final de la tragedia).


En cuanto a la manera en que manejaban a sus funcionarios, sin embargo, ambos dictadores aplicaban un sistema similar: ambos acostumbraban atizar intrigas y discusiones entre ellos, para su propio provecho en el sentido de poder manipularlos a su conveniencia. Otro aspecto en el cual ambos sátrapas coincidieron siempre es en su desconfianza hacia los expertos, la cual en tiempos de guerra se extendió a sus Generales.


Dice Alan Bullock:

“Hitler se veía a sí mismo como el llamado por la Providencia para rescatar el pueblo alemán de la humillación por la derrota en la Primera Guerra Mundial y de la decadencia de la República de Weimar; para restaurar al pueblo alemán en su derecho histórico como una raza maestra y garantizar su integridad en el futuro mediante la creación de un nuevo Imperio Alemán en la Europa del Este.
Stalin se veía a sí mismo como el destinado a cumplir la misión de terminar el atraso que por siglos había sufrido Rusia, convirtiéndola en una moderna economía industrializada y al mismo tiempo creando la primera nación socialista del mundo.”

Ni una de ambas “misiones” podría haberse llevado a cabo sin incontables sacrificios materiales y humanos (…) La historia los justificaría y los perdonaría, así como lo había hecho con sus predecesores -siempre que fueran exitosos.


En el caso de Alemania, ideología era lo que Hitler decía; en el caso de Rusia, ideología era lo que Stalin decía que Marx y Lenin habían dicho.


Una forma de comparar la política exterior de Hitler y la de Stalin es estudiando su rol en la Guerra Civil Española, de 1936 a 1938: ni uno de ellos había mostrado un particular interés en España antes de 1936. Aunque Hitler respaldó al ganador de la Guerra Civil Española y Stalin respaldó al perdedor, existen similitudes en las actitudes de ambos hacia esa Guerra: En una reunión sobre política internacional, en Noviembre de 1937, Hitler expresó que un triunfo de Franco en un 100 % no era conveniente para Alemania pues “Nuestro interés radica en la continuación de la guerra y en mantener la tensión en el Mediterráneo”.


Tanto Hitler como Stalin valoraban mucho el efecto distractor de la Guerra Civil Española: Hitler porque le permitía a Alemania continuar con su programa de rearme masivo y Stalin porque al mantener a los países y fuerzas europeas divididas él podía continuar con sus purgas internas sin preocuparse por intervenciones y amenazas extranjeras.


Además, ambos usaron su participación limitada en el conflicto español con propósitos propagandísticos: Hitler por su cruzada anti bolchevique y Stalin por su identificación con la causa antifascista.


Ambos regímenes, además, aprovecharon la oportunidad para probar sus nuevas armas y entrenar a sus oficiales y pilotos en combates reales. Ambos se beneficiaron de las materias primas españolas.


En resumen: al mismo tiempo que ambos dictadores apoyaban y ayudaban a los bandos en conflicto, también se beneficiaban de la continuación del mismo, para su propio beneficio.


Las naciones que dirigían nuestros dos siniestros personajes vivieron varios momentos opuestos, durante la misma época, por ejemplo: en menos de cinco años la Alemania de Hitler era crecientemente percibida como una renovada potencia con una economía líder en Europa; la extensión de su rearmamento podría haber sido exagerada, pero ello era un tributo a la impresión de fuerza y confianza Alemania y su líder exudaban; cuando aviones alemanes bombardearon Guernica y buques de guerra alemanes cañonearon Almería (1937), el mundo se conmovió y se indignó, pero también se mostró muy impresionado por la nueva y potente fuerza mostrada por Alemania. En claro contraste, Rusia en esa época aparecía aislada internacionalmente y desangrada internamente por las purgas estalinistas; nadie confiaba en la URSS y la URSS no confiaba en nadie.


El punto de máximo acercamiento entre Hitler y Stalin fue, por supuesto, la firma del “Tratado Ribbentrop – Molotov”, sobre lo cual me abstendré de comentar debido a que existe ingente información en muchas fuentes, incluyendo varios Hilos en este excelente Foro.


Me referiré sin embargo a lo expresado por Hitler el 22 de Agosto del ‘39, justo un día antes de la firma de ese histórico Tratado, ante los comandantes de la Armada, la Marina, la Fuerza Aérea y las SS, convocados en Berghof:

“El enemigo (Inglaterra) tenía otra esperanza: que Rusia se convirtiera en nuestro enemigo después de la conquista de Polonia, pero no contaba con mi visión y mi enorme fuerza de voluntad: el inminente anuncio del Pacto de no agresión entre Alemania y Rusia caerá como un bombazo, sus consecuencias no pueden ser suficientemente anticipadas: nosotros no estaremos sujetos a un bloqueo británico pues la Unión Soviética nos proveerá de todos los granos, productos cárnicos, carbón, plomo y zinc que podamos necesitar.”

Alan Bullock, a lo largo de esta interesante obra, sostiene que una de las diferencias cruciales entre Hitler y Stalin era que Hitler no sabía en qué momento detenerse, no sabía poner límites a su ambición y objetivos; en cambio Stalin siempre supo hacerlo, se trazaba metas más razonables y una vez garantizadas éstas tomaba nuevas decisiones.


El párrafo citado arriba lo demuestra, pues las ganancias del Tratado con Rusia reportaba inmensas ventajas para Alemania en todo sentido: desvanecía anticipadamente el aislamiento de Alemania, se garantizaba un mercado enorme para sus productos industriales y manufacturados, se aseguraba el suministro de ilimitadas cantidades de materias primas y productos mineros, etc.; sin embargo poco tiempo después decidía atacar a la Unión Soviética, con los resultados desastrosos que todos conocemos.

Ribbentrop, Stalin y Molotov durante las conversaciones conducentes al Pacto:


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Fuente: http://www.ushmm.org





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Portada de la revista norteamericana “Newsweek” el 9 de Octubre de 1939, anunciando el Pacto Ribbentrop-Molotov. La leyenda al pie de la fotografía dice “Stalin y Ribbentrop sellan un hecho consumado”

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Fuente: http://www.ww2incolor.com




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Caricatura de ambos dictadores después de la firma del Pacto Nazi-Soviético. La leyenda dice “Me pregunto cuánto durará la luna de miel…?”

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Fuente: geopedrados.blogspot.com





Mapa que muestra la nueva frontera entre Alemania y la Unión Soviética, luego de haber ocupado cada una de ellas una parte del territorio polaco: entre ambas potencias terminaron la vida de Polonia como nación.

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Fuente: en.academic.ru




Tanto para Hitler como para Stalin, la guerra germano-soviética fue el pináculo de sus carreras; cada uno de ellos se aproximó a ella, sin embargo, por caminos muy distintos.

“Y cuando hablamos de nuevos territorios para Alemania -escribió Hitler en “Mi lucha- debemos pensar principalmente en Rusia y en los estados fronterizos sometidos a ella. El Destino mismo parece señalarnos que ése es el camino”.

En 1936 repitió públicamente:
“Si nosotros tuviéramos a nuestra disposición los Urales, con su incalculable riqueza de materias primas, si dispusiéramos de los enormes recursos forestales de la Siberia, si fueran alemanes los inmensos campos de trigo de Ucrania, nuestra nación nadaría en la abundancia”.

La rica e inmensa Rusia proveería a Alemania no solamente cuanta materia prima necesitase sino también fuerza humana:
“Los eslavos son una masa humana necesitando alguien que las maneje; ese rol ha sido asumido por los Judíos pero ellos no pueden continuar controlándolo. Ese colosal imperio del Este está a punto de la disolución. El final de la dominación Judía de Rusia será también el final de Rusia como Estado”.

Los planes de dominación forzosa de todos estos territorios para ponerlos al servicio de Alemania llegaron a tal extremo en la mente de Hitler, que encomendó a Rosenberg el trabajo de organizar tres“Protectorados”: uno para los Estados Bálticos, otro para Bielorusia y otro para Ucrania.


En otras ocasiones Hitler decía que “Rusia será la India de Alemania”, haciendo alusión a los vastísimos territorios que Inglaterra había sometido por la fuerza en todas las latitudes del mundo, por lo cual era calificado de “Imperio micro cefálico” pues la extensión territorial de Inglaterra es mínima en comparación a territorios tan inmensos como India, Libia, Egipto, Australia, etc.


Algo similar a la relación entre la extensión territorial de Francia continental y sus extensísimas colonias en el continente africano, el Medio Este, etc.


Hitler declaró repetidamente que la destrucción del Imperio Británico (a diferencia del Estado Soviético) nunca había estado ni estaba en sus planes, que admiraba mucho el aporte civilizatorio que la Gran Bretaña había ofrecido al mundo y que, en caso de fragmentarse, serían otros poderes, no Alemania, quienes saldrían beneficiados por ello.


Qué pensaba Hitler del Tratado Ribbentrop-Molotov ante su inminente ataque a la Unión Soviética ? él mismo lo revela en la carta que envió a Mussolini justo un día antes de iniciar la “Operación Barbarrosa”:


“Permítame decirle algo más, Duce: a medida que me acercaba a esta decisión, me sentía espiritualmente liberado. La colaboración con la Unión Soviética siempre me pareció un rompimiento con mi origen, con mis conceptos y mis obligaciones. Ahora me siento feliz porque estoy terminando con esas agonías mentales”



Si Alemania no atacaba primero, argumentaba, si no lo hacía antes de que el rearme soviético estuviera completo, entonces tanto Alemania como el resto de Europa Occidental estarían a merced de un ataque masivo de parte de Rusia y sus satélites, los cuales dispondrían de fuerzas infinitamente superiores; ese argumento luego se transformó en justificación al constatar (en los primeros días de Barbarrosa) que la Unión Soviética ya estaba amasando grandes cantidades de tropas, equipo y munición en preparación para un eventual ataque preventivo. Sobre este tema existen muchas teorías distintas, algunos autores sostienen este punto de vista, otros lo niegan. En todo caso, el Ejército Rojo había sido más que duplicada en el período comprendido entre 1939 y 1941.


“La existencia misma de Rusia -repetía Hitler- es una amenaza fatal para Alemania, Rusia debe de ser borrada del tablero europeo; nuestra única oportunidad real de derrotar a Rusia es anticiparnos a un ataque de su parte, el tiempo está en contra nuestra; en el curso de las semanas finales yo llegué a obsesionarme con el temor de que Stalin pudiera adelantársenos…Con Rusia fuera de juego, Japón podrá concentrarse en enfrentar a los Estados Unidos y prevenir la entrada de los norteamericanos en la guerra".



Cuando Barbarrosa comenzó, el 22 de Junio del ’41, Hitler tenía 52 años de edad, Stalin 63.




Algunos pronósticos eran estremecedores: la Oficina de Guerra Británica (British War Office) advertía que no se albergaran expectativas muy altas pues la resistencia soviética podría colapsar en cuestión de semanas, algunos estimaban apenas seis semanas; Frank Knox, el Secretario de la Marina Norteamericana, escribió a Roosevelt: “La mejor opinión que puedo formarme es que a Hitler le llevará entre seis semanas y dos meses para barrer a Rusia”.


Las fuerzas alemanas preparándose para el ataque eran enormes: 8 millones de hombres, 17 Divisiones Panzer, 13 Divisiones motorizadas, 3.350 tanques, además del apoyo de las Fuerzas Armadas de Finlandia, Rumania… se necesitaron 17.000 trenes para mover tropas, armamento y equipo hacia la frontera con Rusia;


A diferencia de Hitler, quien -como vimos un par de párrafos arriba- se sintió aliviado y revigorizado al liberarse de los compromisos firmados en el Pacto Germano-Soviético, Stalin hizo todo lo que pudo para preservarlo y cumplir con todas sus cláusulas, reusando repetidamente reconocer y aceptar las evidencias de que Alemania estaba preparando un ataque en contra de Rusia.


Mientras que la confianza en sí mismo llegaba a su máximo nivel en la psique de Hitler, Stalin se mostró más inseguro que nunca antes en su vida, con el peligro de perder el control del poder que le había sido asignado, evitando por todos los medios a su alcance desarrollar acciones que pudieran ser interpretadas por Hitler como una provocación. Incluso cuando Hitler atacó Yugoeslavia Stalin no hizo una contra-jugada y ni siquiera protestó.


Cuando las fuerzas alemanas, incontenibles, comenzaron el ataque y rebasaron la frontera soviética, Stalin sufrió un colapso nervioso: permaneció varios días en estado de shock e inclusive se retiró a su casa de campo.


La hija de Stalin, Svetlana, escribió sus impresiones sobre la crisis que padeció su padre:

“Mi padre no había previsto que el Pacto firmado en 1939 -el cual consideraba resultado de su propia visión y sagacidad política- pudiera haber sido quebrado por un enemigo más taimado y astuto que él. Esa fue la razón real de su depresión al inicio de la guerra. Fue su inmensa imprevisión política. Inclusive después de la guerra solía decir “Los rusos y los alemanes juntos hubiéramos sido invencibles”."



Cuando Molotov y otros miembros del Politburó llegaron hasta la Dacha a la cual se había retirado, Stalin pareció pensar que venían a arrestarlo; ellos sin embargo, llegaban a urgirlo a que organizara un Comité de Defensa y ponerse al frente del mismo. Desde ese momento Stalin pareció recuperar su confianza en sí mismo y reapareció en en Kremlin.


Con el desarrollo de la guerra esa confianza en sí mismo fue acrecentándose paulatinamente; más adelante, con el triunfo sobre el Sexto Ejército Alemán en Stalingrado, llegaba a niveles insospechados, pues representaba la más grande victoria soviética desde el inicio del conflicto, hacía pedazos el mito de la invencibilidad de la Wehrmacht, elevaba la moral de las tropas hasta la estratósfera y significaba el cambio en la dirección de la marea de la guerra.


La habilidad con la cual esa operación había sido planificada y ejecutada, además de sus dimensiones en cuanto al elemento humano y armamentístico era motivo de justo orgullo: más de un millón de hombres fueron utilizados para encerrar al Sexto Ejército Alemán en Stalingrado (“Operación Urano”), la coordinación entre la Fuerza Aérea y las Fuerzas terrestres, el uso masivo de la artillería y la evidente mejoría en las comunicaciones, todo ello ilustraba lo mucho que la Armada Roja había mejorado en poco tiempo. Nadie estaba más exultante que Stalin…!


Ahora el estado emocional de ambos dictadores era opuesto a lo que comentábamos antes pues a partir de la rendición de von Paulus y su Sexto Ejército en Stalingrado el 31 de Enero del ’43, las angustias de Stalin fueron disminuyendo progresivamente mientras las de Hitler fueron aumentando hasta su suicidio en el bunker de la Cancillería, dos años y tres meses después.


Después de la Guerra, la Unión Soviética impuso su influencia -y sus tropas- en muchos países de Europa del Este, según lo ilustra la siguiente caricatura en la cual vemos a Stalin adueñándose de todos esos ricos e inmensos territorios y colocando la bandera de la hoz y el martillo sobre ellos:

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Stalin -nacido diez años después que Hitler- murió el 5 de Marzo de 1953, es decir que lo sobrevivió ocho años, suficiente tiempo para ver los horrores de Hiroshima y Nagasaki, para construir la “Cortina de hierro” desde Lübeck hasta Trieste, para presenciar la creación del Estado de Israel en 1948 (la Unión Soviética fue uno de los primeros en reconocer oficialmente su existencia), para desarrollar la capacidad nuclear soviética (la primera prueba nuclear soviética se realizó en 1949), para presenciar el triunfo de la Revolución Comunista en China en 1952 y para enviar MIG15 a la Guerra de Corea (del ’50 al ’53).



Austera tumba de Stalin, en el Kremlin:


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En los capítulos finales (“Perspectivas”) Alan Bullock expresa varias reflexiones interesantes, entre ellas la siguiente:

“Existe la controversia de si la cuestión del Holocausto Judío debe de ser considerado como un evento único en la historia humana o si debe de ser comparado con otros casos de genocidio o de inhumanidad comparables con él.

El nudo del argumento es la pregunta si Stalin y la Unión Soviética debe de ser condenado por atrocidades comparables con las del Holocausto. Dejando de lado a quienes murieron como consecuencia directa de la guerra, la represión Stalinista fue responsable por un mayor número de muertes, según algunos cálculos hasta el doble de los asesinados por los Nazis. Por tanto la comparación es válida.”



Recordemos que así como Hitler persiguió y asesinó a Judíos, Gitanos, homosexuales, etc., Stalin persiguió y asesinó ucranianos y millones de potenciales enemigos políticos mediante las purgas generalizadas.


Alan Bullock estima que alrededor de 50 millones de muertes pueden ser atribuidas a Hitler y Stalin, conjuntamente.



In sum: ésta es una excelente obra, un análisis comparativo extenso y profundo de los dos dictadores; un estudio altamente provechoso para quienes deseen conocer más sobre el paralelismo de las vidas y carreras de ambos déspotas y -por extensión- su proyección sobre sus respectivos Estados.


Para quienes han leído separadamente biografías de Hitler y biografías de Stalin, esta interesante y extensa obra significará el corolario perfecto.


Al tratarse de una obra de grandes dimensiones, en algunas áreas y capítulos el estilo pierde dinámica y su impulso languidece: mi percepción es que -por ejemplo- Bullock a ratos cita demasiados textos y detalles que se centran en los árboles y hasta en las ramas de los árboles; sin embargo lo anterior es la excepción, pues el carácter general de la obra es panorámico, centrado en el bosque no en las ramas y su lectura es -en casi todo momento- una experiencia estimulante, absorbente, lo cual es un logro admirable para cualquier escritor en una obra de más de 1000 páginas.


Antonio Arenas (Aceprensa) comenta sobre esta obra:
“(Alan Bullock)… de una parte señala las similitudes entre Hitler y Stalin: las frustraciones sufridas al comienzo de su carrera, el creerse investidos de una misión histórica, su insensibilidad frente a los sentimientos humanos... Pero, de otra, muestra sus diferencias. Sus ascensos personales se explican por sus talentos respectivos. En Hitler destacan su habilidad oratoria, su sentido táctico, su capacidad de tomar decisiones audaces con rapidez y cinismo. En Stalin, predomina su talento de conspirador y organizador, que le llevó a hacerse con todos los poderes burocráticos del partido único.”
(Texto tomado de http://www.aceprensa.com)


Admito que el redactar recensiones de obras tan extensas y hondas es siempre un desafío, pues aún haciendo acopio de toda nuestra capacidad de síntesis, es inevitable el dejar aspectos interesantes por comentar; al intentar incluirlos todos se excedería la dimensión razonable de una reseña, por lo cual termino aquí con los aspectos de fondo y pasaré a otros aspectos formales y periféricos relacionados con la obra:





Sobre Alan Bullock y su obra:


Alan Bullock, el autor de esta obra:

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Nació en Inglaterra en 1914, se graduó de la Universidad de Oxford, trabajó como Asistente de investigación para Winston Churchill; durante la SGM trabajó para la BBC de Londres. Vicerrector de la Universidad de Oxford. En 1972 la Reina de Inglaterra lo nombró “Caballero”, siendo desde entonces “Sir Alan Bullock”, posteriormente fue investido también como “Baron”.


Otras obras de este destacado historiador británico:

“Hitler: un estudio sobre tiranía”

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La vida y los tiempos de Ernest Bevin:
Volumen I Líder de la Unión de Comercio
Volumen II Ministro de Trabajo
Volumen III Secretario de Estado

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El Diccionario Fontana del Pensamiento Moderno (Editor)

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El Diccionario Fontana de los Pensadores Modernos (Editor)

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La tradición humanista en Occidente.

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La tradición liberal desde Fox hasta Keynes (con Maurice Shock)

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Genios del Siglo XX: 250 biografías de personajes que dieron forma al más grande período de la historia humana.




Los rostros de Europa (Editor)

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El Siglo XX: tiempos de Prometeo.

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Construyendo Jerusalén: un retrato de mi padre

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Lecturas adicionales sugeridas:


- “Tierras sangrientas: Europa entre Hitler y Stalin” de Timothy Snyder.
-
- “Dictadores: la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin” de Richard J. Overy.
-
- “Lenin, Stalin and Hitler: la edad de la catástrofe social”
de Robert Gellately: leí esta obra y encuentro similitudes y diferencias con la obra que nos ocupa. Obra de lectura muy recomendable.


Estimados amigos, distinguidos foristas: espero que la presente recensión haya sido de vuestro interés y agrado.


Saludos cordiales desde Nueva York,


Antonio Machado.
Última edición por Antonio Machado el Dom Jun 09, 2013 3:48 pm, editado 11 veces en total.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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José Luis
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por José Luis » Dom May 12, 2013 10:22 am

¡Hola a todos!

Me hubiera gustado intervenir en este hilo para felicitar a su autor por la reseña, pero sólo puedo reconocerle el tiempo y el trabajo que ha dedicado para exponerla en el foro. Como no juzgo intenciones, que desconozco, doy por sentada la buena fe del autor, pero debo llamar su atención sobre un punto central que debe regir toda reseña: cuando se expone una conclusión que el autor de la obra reseñada matiza de forma importante al realizarla, el autor de la reseña no puede omitir los matices; de lo contrario, falsea la conclusión del autor de la obra reseñada. Y cuando se reproduce una cita del autor de la obra reseñada, relacionada con lo anterior, debe reproducirse literalmente. La cita debe recoger el contexto en que fue hecha, y si se omiten algunas frases de la misma, debe reflejarse con los signos pertinentes.

Veamos:
Antonio Machado escribió: En los capítulos finales (“Perspectivas”) Alan Bullock expresa varias reflexiones interesantes, entre ellas la siguiente:

“Existe la controversia de si la cuestión del Holocausto Judío debe de ser considerado como un evento único en la historia humana o si debe de ser comparado con otros casos de genocidio o de inhumanidad comparables con él.

El nudo del argumento es la pregunta si Stalin y la Unión Soviética debe de ser condenado por atrocidades comparables con las del Holocausto. Dejando de lado a quienes murieron como consecuencia directa de la guerra, la represión Stalinista fue responsable por un mayor número de muertes, según algunos cálculos hasta el doble de los asesinados por los Nazis. Por tanto la comparación es válida.”


Recordemos que así como Hitler persiguió y asesinó a Judíos, Gitanos, homosexuales, etc., Stalin persiguió y asesinó ucranianos y millones de potenciales enemigos políticos mediante las purgas generalizadas.

Alan Bullock estima que alrededor de 50 millones de muertes pueden ser atribuidas a Hitler y Stalin, conjuntamente.
Mi estimado compañero de foro, Antonio Machado, recuadra, entrecomillada, una cita de Bullock compuesta por dos párrafos. He de señalar que el primer párrafo de la cita reproducida contiene sólo una parte del párrafo de Bullock, que reza (pongo en negrita lo omitido):

The controversy [se refiere al debate histórico que tuvo lugar en la década de 1980 en Alemania, más conocido como Historikerstreit] brought out a conflict of views on several issues, political as much as historical. The central one however remained the question of whether the Jewish Holocaust was to be regarded as a unique event, or whether it could be shown that there were other examples of genocide, of of other inhuman acts comparable with it. Those who raised the question and claimed that other examples could be found were moved by a desire to free Germany from what they saw as an unnecessary and damaging stigma as the only nation to have committed genocide; their critics not only rejected the claim but accused them of seeking to 'normalize' the Nazi period and 'trivialize' the crimes of the Holocaust”.

Traduzco la parte omitida (negrita): “La controversia produjo un conflicto de opiniones sobre varios asuntos, tanto políticos como históricos. (…) Los que plantearon la cuestión y afirmaron que podían encontrarse otros ejemplos estaban movidos por un deseo de liberar a Alemania de lo que veían como un estigma innecesario y perjudicial como la única nación en haber cometido genocidio; sus críticos no sólo rechazaron la afirmación, sino que los acusaron de buscar 'normalizar' el periodo nazi y 'trivializar' los crímenes del Holocausto”.

Bien, los matices importantes que Antonio Machado ha omitido de la conclusión de Bullock vienen en el tercer párrafo (que sigue al segundo citado por Antonio), de la página 974, que reza:

There were, however, important differences. The Stalinist system used terror, including mass murder, as an instrument to secure political and social, not biological objectives. These ranged from forcing through collectivization and breaking the resistance of the Ukrainian peasants, to destroying potential opposition in the party, the armed forces, and the bureaucracy, the threat of which was grossly exaggerated by Stalin's paranoid suspicions. But nowhere was there a counterpart to the Holocaust, the planned extermination of all European Jews, the centerpiece of the Nazi repression which accounted for three-quarters of the total figure, in which mass murder became not an instrument but an end in itself”.

No obstante, hubo diferencias importantes. El sistema stalinista usó el terror, incluyendo el asesinato masivo, como un instrumento para asegurar objetivos políticos y sociales, no biológicos. Estos fueron desde la colectivización forzosa y la ruptura de la resistencia de los campesinos ucranianos, hasta la destrucción de la oposición potencial en el partido, las fuerzas armadas y la burocracia, cuya amenaza fue exagerada extremadamente por las sospechas paranoicas de Stalin. Pero en ninguna parte hubo un equivalente del Holocausto, el exterminio planificado de todos los judíos europeos, el eje de la represión nazi que dio cuenta de tres cuartos de la cifra total, en la que el asesinato masivo se convirtió no en un instrumento sino en un fin en sí mismo”.

A continuación, en el siguiente párrafo (cuarto de la página citada), Bullock completa sus matices como reza:

The inhumanity and excesses of the Stalinist repression were as 'unique,' in different ways, as those of the Nazis but they do not cancel out the uniqueness of the Holocaust. Nothing that happened in Russia affects the fact that, as the German historian Eberhard Jäckel wrote:

Never before had a state ... decided that a specific human group, including its aged, its women, its children, and its infants, would be killed as quickly as possible and then carried through this regulation using every possible means of state power."

La inhumanidad y excesos de la represión stalinista fueron tan “unicos”, en diferentes formas, como los de los nazis, pero no anulan la singularidad del Holocausto. Nada de lo que sucedió en Rusia afecta al hecho de que, como escribió el historiador alemán Eberhard Jáckel:

Nunca antes un estado...había decidido que un grupo humano específico, incluyendo a sus ancianos, sus mujeres, sus niños y sus bebés, debía morir lo más pronto posible y luego llevar a cabo esta norma usando todos los medios posibles del poder del estado."

Finalmente, Bullock acaba añadiendo (en el párrafo siguiente) la conclusión, compartida por otros historiadores en dicha controversia, de que la “singularidad” fue un foco insatisfactorio, pues, aun concerniendo naturalmente a los alemanes, contempla excesivamente la experiencia del terror y el exterminio de ese periodo desde el punto de vista de sus perpetradores, y muy poco desde el de la víctimas: “This is why I have designed the map to bring out the monstruous total of the victims of repression in these years, whichever regime they suffered under, rather than to lose sight of this in arguments about which had the worse record” (974-975).

¿Qué se desprende de lo que he señalado? Que tal como lo presentó Antonio Machado, el lector puede sacar la errada impresión de que Bullock da por válida, sin más, la comparación entre los crímenes del régimen stalinista y el Holocausto. Hemos visto que no es así y que, en cambio, establece unas diferencias importantes.

Pero, además, Antonio Machado remata su cita parcial con un comentario suyo propio que, contrariamente a lo matizado por Bullock, puede reforzar esa potencial errada impresión que puede sacar el lector. Cuando Antonio Machado dice que:
Antonio Machado escribió: Recordemos que así como Hitler persiguió y asesinó a Judíos, Gitanos, homosexuales, etc., Stalin persiguió y asesinó ucranianos y millones de potenciales enemigos políticos mediante las purgas generalizadas.
Lo que está ignorando con esta frase son precisamente las diferencias señaladas por Bullock y omitidas en su cita.

Cuando se hace una reseña de un libro, cual es el caso, uno debe esforzarse por precisar cuál es la conclusión del autor de la obra reseñada sobre un tema determinado, más aún cuando se trata sobre un tema tan delicado como el que precede. Y para hacerlo es necesario dar cuenta de todas las cuestiones importantes que conforman la conclusión del autor sobre el tema en cuestión. Omitirlas es un error grave, y más todavía cuando el autor de la reseña remata el tema con un comentario propio que traslada al lector una comparación que no ha hecho el autor de la obra reseñada, sino todo lo contrario: la ha diferenciado claramente en sus omitidos matices.

Al margen de mi crítica (de pura intención constructiva) a una parte de la reseña de Antonio Machado, debo añadir que una gran parte de los comentarios y conclusiones de Bullock sobre la represión y los crímenes del régimen stalinista antes de la guerra, y durante ella, han quedado desfasados e invalidados por las evidencias halladas en la documentación histórica que ha visto la luz tras el colapso de la URSS, especialmente durante la década de 1990. En su descargo, hay que tener presente que Bullock no tuvo ocasión de conocer y examinar el grueso de toda la documentación de archivo puesta a disposición de los historiadores. Obviamente, tampoco pudo leer, antes de la publicación de su libro en 1991, los muchos trabajos publicados por los historiadores, orientales y occidentales, que han examinado una parte de ese ingente material de los archivos rusos y que se han visto obligados, y en ello continúan, a revisar sustancialmente la historiografía pasada sobre una gran variedad de aspectos del sistema comunista bajo Stalin.

Saludos cordiales
JL
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por David L » Dom May 12, 2013 11:07 pm

Una obra tan extensa es a veces difícil de reseñar en pocas líneas, creo que las aportaciones de José Luis matizan ciertos aspectos de ésta y sitúan en su justa medida el ensayo de Alan Bullock sobre los dictadores nazi y soviético que tan generosamente nos ha narrado Antonio.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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José Luis
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por José Luis » Lun May 13, 2013 7:31 am

¡Hola a todos!
David L escribió: Una obra tan extensa es a veces difícil de reseñar en pocas líneas...que tan generosamente nos ha narrado Antonio.
Esto lo doy por hecho. Quien se toma el trabajo y el tiempo necesarios para realizar una reseña de estas características merece el debido reconocimiento. En este sentido, la crítica que he hecho sobre el enfoque con que ha tratado Antonio Machado una opinión de Bullock no debe ser entendida como una crítica a la reseña en sí.

Concuerdo con David en que es una tarea complicada realizar una reseña de un libro tan extenso como el que aquí ha traido nuestro compañero Antonio Machado. Es materialmente imposible resumir brevemente en una o dos páginas lo que Bullock ha escrito en más de 900. Por ello me atrevo a dar el siguiente consejo. En una reseña de un libro muy extenso, como el de Bullock aquí tratado, es preferible citar simplemente los temas más importantes abordados por el autor, en primer lugar, para luego escoger uno o dos de esos temas (los que nos parezcan más oportunos o interesantes) y realizar un resumen que recoja las tesis y conclusiones del autor.

Por lo demás, reitero mi reconocimiento a Antonio Machado por su aportación sobre este libro de Bullock.

Saludos cordiales
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por Antonio Machado » Mar May 14, 2013 2:58 am

Hola estimado David L., hola estimado José Luis, hola estimados amigos:

Ciertamente que se trata de una obra de grandes dimensiones y abarca una gran cantidad de temas, subtemas y facetas, cada uno de los cuales “da para rato”, pues ambos siniestros personajes -complejos y de primera magnitud en la SGM- presentan mil matices, sin mencionar la comparación entre ambos que magistralmente nos presenta Alan Bullock en esta interesante obra.

He leído con genuino interés la observación que hace nuestro distinguido forista José Luis, cuyas opiniones y criterios merecen mi más alta estima, ni hablar de su admirable conocimiento de la SGM, que alcanza dimensiones enciclopédicas: cuánto hemos aprendido leyendo sus escritos…!

Luego he regresado al texto escrito por Alan Bullock, específicamente al Capítulo de marras “Perspectivas”, el cual está dividido en cuatro partes; lo he leído con renovada acuciosidad procurando encontrar en dónde se origina nuestra diferencia de opiniones, y he llegado a varias conclusiones, a ver…

Lo primero será reconocer que, ciertamente, en los párrafos completos -mencionados de manera fragmentaria en mi recensión- queda clara y justificada la conclusión a la cual llega José Luis; es decir, que si yo hubiese incluido textualmente ambos párrafos completos -además del tercer párrafo al cual alude José Luis- se hubiese transmitido fielmente el sentido de lo expresado por Bullock.

La intención fue hacer referencia a otra de las tantas intersecciones entre las vidas de los dos sátrapas que dominaron Europa esa época, otra más de las inumerables comparaciones que aparecen en la obra.

Al continuar leyendo el mencionado capítulo, encuentro otros comentarios de Bullock que parecen apuntar en otra dirección, permítanme explicarme:

Si vemos un par de páginas adelante, al final de la página 975 del original en Inglés, Alan Bullock dice textualmente:
“(…) yo creo que la responsabilidad que pesa sobre Hitler y Stalin por concebir la deportación, encarcelamiento, tortura y asesinatos en tal escala, por ordenarlos y sobre todo por legitimarlos es cualitativamente distinta de la que pesa sobre cualquier otra persona.


En “Notas desde la Casa de los Muertos”, Dostoyevsky escribió: “Quien haya experimentado el poder, la completa habilidad para humillar a otro ser humano… con la más extrema humillación, inadvertidamente pierde el poder sobre sus propios sentimientos. La tiranía es un hábito, tiene la capacidad para desarrollarse y finalmente decanta en enfermedad… El ser humano y el ciudadano mueren dentro del tirano para siempre; el retorno a la humanidad, al arrepentimiento, a la regeneración se vuelve casi imposible”.

Las palabras de Dostoyevsky pueden ser aplicadas a todos quienes estuvieron envueltos en el elaborado sistema de terror en ambas naciones pero a nadie tan adecuadamente como los dos hombres que cargaron la principal responsabilidad por ello."

Como puede verse, aquí Alan Bullock se refiere a ambos terrores por igual y a ambos sátrapas por igual, a ambos aberrantes sistemas de control humano por igual, a "asesinatos en tal escala" sin diferenciaciones de ninguna clase, lo cual aparentemente contradice lo expresado en los párrafos anteriores en los cuales habla de la "unicidad" o "singularidad" del infame Holocausto, esa iniquidad sin límites con la cual la villanía humana conoció un fondo aún más hondo y pestilente que todo lo conocido hasta entonces.


Sin embargo, dentro de esta línea interpretativa, y en aras de la más honesta meticulosidad, vemos que esta “indiferenciación” habla de “sistemas de terror” en general, no del Holocausto en particular, ni del genocidio ucraniano en particular, ni de las masivas purgas estalinistas en particular, además de que en este segmento de la obra Bullock se está refiriendo a la responsabilidad y la culpa compartida por todos aquellos quienes participaron en esos horrores, no a la filosofía subyacente a cada uno de esos horrendos episodios de la historia humana. Son matices importantes de tener en cuenta, pues el contexto es -en cierto sentido- distinto, a pesar de que todo ello forma parte del mismo capítulo “Perspectivas”.


In sum: el pensamiento de grandes autores como éste es generalmente vasto y abarcador, de ahí que incluyan muchos comentarios y análisis aparentemente contradictorios, los cuales pueden ser interpretados de distintas maneras; éso es, precisamente, lo que vuelve su lectura sea tan estimulante.


Estimados amigos, distinguidos foristas: los invito nuevamente a leer esta obra, les aseguro que sus mil y tantas páginas no tienen desperdicio, están cuajadas de información, de análisis históricos atrayentes y de anécdotas sabrosas y comentarios jugosos; vale la pena dedicar tiempo a su lectura, a pesar de su considerable extensión.


Estas obras monumentales son muy buenas para leerse y para releerse; acuden a mi mente otras obras de similar amplitud, cada una de aproximadamente mil páginas, como la que estamos comentando:
- “Adolfo Hitler” de John Toland
- “F.D.R.” de Kenneth S. Davis
- “Freud, una vida para nuestros tiempos” de Peter Gay
- “Un mundo en armas” y “La política exterior de Hitler de 1933 a 1939” ambas de Gerhard L. Weinberg
- La sabrosa “Trilogía” de Richard Evans (unas 2.600 páginas en total en el original en inglés) y muchas obras más; son obras muy extensas de lectura extremadamente provechosa.


Saludos cordiales desde Nueva York,

Antonio Machado :sgm65:
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por José Luis » Mar May 14, 2013 8:07 am

¡Hola a todos!

Estimado Antonio,

Me parece correcto lo que has explicado en tu última intervención, pero no se trata de justificar, a posteriori (de mis puntualizaciones), si Bullock considera en su libro por igual, o diferentemente, unos y otros crímenes. Al escoger una cita de un autor, cuya obra se reseña, es fundamental presentarla en su contexto. Si el autor ofrece una conclusión, pero la matiza, la cita debe recoger ambos detalles. Cada cita debe recoger el contexto en el que el autor la expresa, de lo contrario puede conducir a equívocos a quien la lea.

El libro de Bullock es, ciertamente, una lectura recomendable, aunque, como ya he dicho, una parte del mismo ha quedado, a mi juicio, obsoleta. Ya no se hacen ediciones como la de Knopf (calidad de papel y cosido), que tanto gusto produce tener entre las manos.

Bullock publicó años antes su Hitler: A Study in Tyranny (1962), otra obra recomendable que también se ha visto superada por otras biografías posteriores. En mi opinión, nadie ha superado la biografía de Hitler hecha por Kershaw.

En cuanto a Stalin, conviene leer las biografías realizadas a partir del final de la Guerra Fría (al igual que muchas otras obras sobre la Unión Soviética), pues con anterioridad es difícil encontrar alguna que no esté teñida o salpicada fatalmente por el anticomunismo reinante (en Occidente) o su contrario en la URSS (anticapitalismo). Y lo mismo sucede para el estudio de la Revolución y Guerra Civil rusas y los años de entreguerras en la URSS.

Yo lamento sinceramente la censura y manipulación a la que estuvieron sometidos historiadores y lectores de la Unión Soviética durante el tiempo de su existencia. Pero lamento muchísimo más, porque me tocó sufrirla, la manipulación (alguna de forma desvergonzada y dentro del ámbito académico) política e ideológica que se ha hecho en "occidente" de la historia de la URSS (y dentro de ella, la del propio Stalin) durante tantas décadas, comenzando ya en los albores de la revolución rusa. Afortunadamente, esa historia, en muchos de sus aspectos, se ha empezado a reescribir de forma razonablemente objetiva desde el final de ese mundo horrible y radicalmente bipolar que se impuso durante la llamada Guerra Fría. Veremos cómo discurre el actual.

Saludos cordiales
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por Antonio Machado » Mar May 14, 2013 11:06 pm

Hola estimado José Luis, hola estimados amigos !
José Luis escribió:(...) Al escoger una cita de un autor, cuya obra se reseña, es fundamental presentarla en su contexto. Si el autor ofrece una conclusión, pero la matiza, la cita debe recoger ambos detalles. Cada cita debe recoger el contexto en el que el autor la expresa, de lo contrario puede conducir a equívocos a quien la lea.
Efectivamente, mi estimado, las citas completas y el uso de los puntos suspensivos entre paréntesis (...) es algo que acostumbro practicar en mis escritos; creo que en la inexactitud en la cita de marras influyeron varios factores, principalmente que todas estas reseñas las escribo casi de corrido en los momentos libres que me quedan en medio de los afanes de la Galería de Arte, además de permanecer consultando varias obras simultáneamente, navegando por la Internet y contestando constantemente la copiosa correspondencia personal.

En todo caso, estoy seguro de que a estas alturas esa situación ha quedado ampliamente clara para quienes amablemente siguen este Hilo, pues con la explicación-ampliación que subí "a posteriori" se ha enriquecido el tema y desvanecido cualquier posible equívoco.


José Luis escribió:(...) Ya no se hacen ediciones como la de Knopf (calidad de papel y cosido), que tanto gusto produce tener entre las manos.
Estimados amigos: Alfred Knopf y su esposa Blanche fueron dos extraordinarios Editores aquí en Nueva York, publicaron centenares de excelentes obras tanto en contenido como en su impecable presentación; creo que luego su empresa se fusionó con otras Editoriales y ahora se llama “Double Day”; continúan siendo una de las principales de Norteamérica, yo poseo muchos de sus títulos.

Estimado José Luis: ciertamente que ese tipo de libros tan sabrosos y sensuales no se publican más, pero la modernidad también tiene lo suyo pues los libros actuales ofrecen portadas, fotografías, calidad de mapas y calidad visual con las cuales los lectores de antaño ni siquiera soñaban…


José Luis escribió:(...) En mi opinión, nadie ha superado la biografía de Hitler hecha por Kershaw.
José Luis: esa bilogía de Ian Kershaw es extraordinaria; esos dos volúmenes (Hitler 1889-1936 Hubris” y “Hitler 1936-1945, Nemesis” -casi dos mil páginas en total- constituyen lo más completo y detallado que he leído sobre Hitler.


De Ian Kershaw me falta que leer “Weimar: por qué falló la democracia?” (“Weimar: why did democracy fail?”) la cual -dada la alta calidad de su pensamiento y estilo- anticipo que se trata de otra excelente obra.


Algún distinguido forista que haya leído esta obra pudiera compartir sus comentarios e impresiones…?



José Luis escribió:En cuanto a Stalin, conviene leer las biografías realizadas a partir del final de la Guerra Fría (al igual que muchas otras obras sobre la Unión Soviética), pues con anterioridad es difícil encontrar alguna que no esté teñida o salpicada fatalmente por el anticomunismo reinante (en Occidente) o su contrario en la URSS (anticapitalismo). Y lo mismo sucede para el estudio de la Revolución y Guerra Civil rusas y los años de entreguerras en la URSS.

Yo lamento sinceramente la censura y manipulación a la que estuvieron sometidos historiadores y lectores de la Unión Soviética durante el tiempo de su existencia. Pero lamento muchísimo más, porque me tocó sufrirla, la manipulación (alguna de forma desvergonzada y dentro del ámbito académico) política e ideológica que se ha hecho en "occidente" de la historia de la URSS (y dentro de ella, la del propio Stalin) durante tantas décadas, comenzando ya en los albores de la revolución rusa. Afortunadamente, esa historia, en muchos de sus aspectos, se ha empezado a reescribir de forma razonablemente objetiva desde el final de ese mundo horrible y radicalmente bipolar que se impuso durante la llamada Guerra Fría. Veremos cómo discurre el actual.
Estimado José Luis: tu comentario ha traído a mi memoria el “Perspectivismo nietzscheniano", pues el gran filósofo alemán postulaba que "No existe una verdad, solamente existen perspectivas". Por si lo que ello implica fuera poco, vemos que en el vertiginoso mundo actual todas y cada una de esas perspectivas evolucionan con acelerado dinamismo, todas cambian constantemente, "ad infinitum"...


Por ejemplo: sobre el tema central de este excelente Foro -la SGM- constantemente son publicadas numerosas nuevas obras cuyos autores exponen perspectivas distintas sobre temas que durante décadas se consideraron verdades inamovibles; además, con frecuencia desclasifican documentos clave que arrojan nuevas luces sobre viejos acontecimientos. Todo ello induce al constante cambio de paradigmas (“paradigm shift”) y constituye una cotidiana estimulación intelectual, una retroalimentación permanente de nuestras lecturas.


La parcialidad y el maniqueísmo imperantes durante la “Guerra Fría” a los cuales aludes era algo que indignaba, José Luis, y se manifestaba en todos los campos del quehacer humano por igual: en los libros, en los medios de comunicación, en las cátedras universitarias, etc.; lo plagaba todo.


Finalmente, José Luis, una pregunta para ti, lo mismo que para los amables foristas que siguen este Hilo: mientras leía la obra de Alan Bullock que nos ocupa “Hitler y Stalin: vidas paralelas” pensaba si existe alguna obra estudiando el paralelismo entre las vidas de Stalin y Trotsky ¿conocen Ustedes alguna, en Castellano o en Inglés? sería un estudio mega-interesante el comparar "in profundis" las vidas y psiques de esos dos grandes líderes antagónicos de la Unión Soviética…

Saludos cordiales desde Nueva York,

Antonio Machado :sgm65:
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Re: "Hitler y Stalin" de Alan Bullock.

Mensaje por Antonio Machado » Dom Jun 09, 2013 3:51 pm

Ampliación a esta recensión.


Estimados amigos foristas:


Luego de yo publicar esta recensión, nuestro distinguido compañero José Luis ha hecho una crítica muy constructiva a la misma, en la cual señala que al fusionar dos párrafos (tomando fragmentos de ambos), al prescindir de otros párrafos y al agregar algún comentario de mi propia cosecha, cometí un error metodológico e interpretativo y transmití una idea inexacta del pensamiento de Bullock en una parte de la reseña. Reconozco que tiene toda la razón y le agradezco el haberlo señalado.


Al mismo tiempo, J.L. aporta una sugerencia metodológica muy interesante, consistente en que “es preferible citar simplemente los temas más importantes abordados por el autor, en primer lugar, para luego escoger uno o dos de esos temas (los que nos parezcan más oportunos o interesantes) y realizar un resumen que recoja las tesis y conclusiones del autor.”


Me parece una recomendación muy acertada, la cual es aplicable especialmente al reseñar mega-volúmenes como éste (de más de mil páginas en su versión en Inglés, 1750 páginas en su versión en Castellano), pues debido a su ingente contenido histórico, a su abundancia expositiva y a su extensión literaria, las recensiones son particularmente susceptibles de fusiones inexactas de párrafos e interpretaciones equívocas de subtemas por parte del reseñador. El desarrollar un resumen como el que sugiere J.L., facilita un más alto grado de especificidad y precisión.


Tomo esta misma reseña para incorporar esa modalidad, es decir, patentizar esa sugerencia para mejorar la calidad de las recensiones que subo al Foro, las cuales en mi caso les anticipo serán constantes y numerosas.


Selecciono el capítulo final de esta interesante obra, titulado “Perspectiva: 1930-1990” para comentarlo “in extenso”, incluyendo varios párrafos traducidos textualmente.


Alan Bullock divide este capítulo final en cuatro secciones:


La primera sección comienza con la siguiente reflexión que sirve como puerta de entrada a las cuatro partes vistas conjuntadamente:
Alan Bullock escribió:“Ni Hitler ni Stalin dejaron un sucesor. Pero cada uno de ellos dejó un legado, uno el legado de la derrota, el otro el legado de la victoria, los cuales se combinaron para pesar fuertemente en las décadas sucesivas. Ahora que el legado ha comenzado a desintegrarse como resultado de los eventos de 1989-1990 es posible mirar al período Hitler-Stalin en la historia europea en una diferente perspectiva histórica”

Y continúa, entrando en un análisis más detallado, con los siguientes dos párrafos de riqueza superlativa:

Alan Bullock escribió:“Una manera de hacerlo es colocarlo dentro de una serie de intentos para redibujar el mapa de Europa durante el Siglo XX. El primero fue hecho por los alemanes en la guerra entre 1914-1918, la más concreta evidencia de lo cual es el “Tratado de Brest-Litovsk” de Marzo de 1918. El segundo fue el acuerdo de paz después de la Primera Guerra Mundial y el colapso de cuatro imperios dinásticos: los Habsburgo, los Hohenzollern, los Romanov y los Otomanos. El tercero fue los cambios impuestos por Hitler entre la anexión de Austria en 1938 y la cima del poder alemán en 1942, cuando se extendió sobre toda la Europa del Este y la mayor parte del Oeste de Rusia. El cuarto fue el resultado de la insistencia de Hitler en la prolongación de la guerra y la falla para concluir (llegar a) un acuerdo de paz después de ello, dejando a Stalin y a la Unión Soviética en control de Europa del Este y gran parte de Alemania.


En cada estadio ha sido la parte de Europa ubicada al Este de la línea entre Lübeck a Venecia la que ha sido más afectada por los cambios y más frecuentemente en disputa. Esto confirma la importancia del eje germano-ruso al cual me referí en la introducción como un tema primario de esto tal como, en distintas formas, lo ha sido a lo largo de muchos períodos anteriores en la historia europea. Lo será igualmente, con seguridad, en el quinto intento el cual aún está en desarrollo, después del colapso de los regímenes comunistas y de la esfera de influencia soviética en la Europa del Este. La estabilidad de la Europa Oriental y sobre todo la habilidad de la Unión Soviética para evitar una recaída en una guerra civil o un retorno a la dictadura son una vez más las cuestiones enraizadas en el período Hitler-Stalin y su legado, de lo cual depende el futuro de Europa.

Luego de una breve separación indicativa de un cambio de faceta dentro del mismo tema, continúa:

Alan Bullock escribió:“Una segunda manera de mirar ese período y su legado es enfocarnos en sus dimensiones ideológicas. No ha habido desde la Revolución Francesa dos ideologías tan agresivas como el Comunismo y el Nazismo. Ha habido mucha argumentación sobre la relación entre el Nazismo y el Fascismo. ¿Debe ser el Nazismo considerado como la forma alemana del Fascismo o es, por virtud de su énfasis en factores biológicos, en racismo y en anti-semitismo un fenómeno separado ? Es una vez lanzado el programa racista lanzado por Hitler y Himmler en la ocupada Polonia que la diferencia entre Nazismo y Fascismo se vuelve más obvia. Pero durante los ’30s fue su afinidad: pocos de aquellos que tomaron parte en el Frente Popular en contra del Fascismo o que apoyaban la causa Republicana en España hicieron distinción alguna entre ambos, no más que lo que cuestionaban la buena voluntad de ambos, no más que lo que cuestionaban la buena voluntad de sus aliados Comunistas. Par muchos de la generación más joven entre las guerras, la única opción era entre una izquierda indiferenciada y una derecha indiferenciada, versiones alternativas de “la ola del futuro”.


Estimados amigos foristas: a quienes deseen profundizar un poco más en los aspectos psíquicos y psicosociales de esa interesante disyuntiva entre Fascismo y Comunismo -frente la opción democrática- les recomendaría la lectura de una obra del Doctor Erich Fromm titulada “El miedo a la libertad” en la cual analiza desde el punto de vista psicoanalítico y psicosocial el fenómeno al cual Alan Bullock alude en el párrafo anterior.


Aquí dos de las tantas frases hondas y emblemáticas del preclaro Psicólogo y Filósofo alemán en esa obra:

[i][b][color=#FF0000]Erich Fromm[/color][/b][/i] escribió:“Estas ataduras primarias bloquean su desarrollo humano pleno, se interponen en el desarrollo de su razón y de sus capacidades críticas; le permiten reconocerse a sí mismo y a los otros solamente a través de su participación en un clan, en una comunidad social o religiosa, y no como seres humanos; en otras palabras, bloquean su desarrollo como un individuo libre, auto determinado y productivo. Este es un aspecto, pero existe otro: esta identificación con un clan o religión proporciona al individuo una sensación de seguridad; él pertenece a algo, él está enraizado en algo, él forma parte de un todo estructurado en el cual él tiene un incuestionable lugar. El podrá sufrir de hambre o represión pero no sufre del peor de todos los dolores: la soledad, el aislamiento y el abandono”
Y otra joya:
[i][b][color=#FF0000]Erich Fromm[/color][/b][/i] escribió:“Aquel que renuncia a su individualidad y se convierte en autómata, idéntico a millones de otros autómatas alrededor suyo, ya no necesitará gastar energía psíquica para evitar la sensación de soledad. Pero el precio que paga, sin embargo, es alto: es la pérdida de sí mismo”



Sigamos con Bullock y regresemos a “Perspectiva: 1930-1990" ; el autor comienza su segunda parte diciéndonos:

Alan Bullock escribió:Una tercera manera de mirar el período Hitler-Stalin es en términos de sufrimiento humano. Sin contar los millones que fueron heridos o permanentemente discapacitados, el número estimado de las muertes prematuras entre 1930 y 1950 alcanzaron la figura en el orden de los cuarenta a cincuenta millones de hombres, mujeres y niños. Un sufrimiento en tal escala está más allá del poder de la imaginación para comprenderla o responder por ella. Además, a diferencia de la “Muerte negra” (“Peste negra”) del Siglo XIV, la cual se cree haber destruido alrededor de la tercera parte de la población europea, éste fue ocasionado por el hombre, causado por el hombre, no por un desastre natural.


(…) El asunto central continuaba sobe si el Holocausto Judío debería de ser considerado como un evento único, o si podría ser mostrado que hubo otros ejemplos de genocidio o de otros actos inhumanos comparables con él. Quienes plantearon la cuestión y defendieron que otros ejemplos pudieran ser encontrados los cuales fueron motivados por el deseo de liberar a Alemania de lo que ellos veían como un estigma innecesario y dañino como la única nación que ha cometido genocidio; sus críticos no solamente rechazaron esos reclamos sino que también los acusaron de buscar “normalizar” el período Nazi y de “trivializar” los crímenes del Holocausto.


La cruz del argumento era que si la Unión Soviética pudiera ser considerada como culpable de atrocidades comparables con las del Holocausto. Dejando a un lado a quienes murieron como resultado de la guerra, la represión Stalinista fue responsable por un mayor número de muertes, según algunos cálculos hasta el doble del número de asesinados por los Nazis. Por tanto la comparación entre ambos es válida.


Existen, sin embargo, importantes diferencias. El sistema Stalinista usaba el terror, incluyendo asesinatos en masa, como un instrumento para asegurar objetivos políticos y sociales, no objetivos biológicos. Estos iban desde la fuerza hasta la colectivización y el quiebre de la resistencia de los campesinos Ucranianos, hasta destruir el potencial opositor dentro del Partido, las Fuerzas Armadas y la burocracia, el tratamiento de lo cual fue groseramente exagerado por la suspicacia paranoide de Stalin. Pero en ninguna parte hubo una contraparte al Holocausto, el exterminio planificado de todos los Judíos Europeos, la pieza central de la represión Nazi responsable por tres cuartos de la figura total, en el cual los asesinatos masivos eran no un instrumento sino un fin en sí mismo.


La inhumanidad y los excesos de la represión Stalinista fueron tan “únicas”, en distintos sentidos, como los de los Nazis, pero ello no elimina la unicidad (singularidad) del Holocausto. Nada de lo que ocurrió en Rusia afecta el hecho de que, como el historiador alemán Eberhard Jackel escribió: “Nunca antes un Estado había (…) decidido que un grupo humano específico, incluyendo sus ancianos, sus mujeres, sus niños y sus recién nacidos, serían asesinados tan rápidamente como fuera posible y luego implementar esa decisión usando cada posible medio del poder del Estado"


Habiendo establecido lo anterior, yo debo agregar la conclusión, compartida por muchos quienes tomaron parte en la controversia, de que el asunto de la “unicidad” (“singularidad”) fue un enfoque insatisfactorio. Es un asunto que naturalmente concierne a los alemanes, pero mira (analiza) la experiencia del terror y del exterminio en este período demasiado desde el punto de vista de quienes podrían ser responsabilizados por infligirlos y muy poco desde el punto de vista de las víctimas. Es por ello que he diseñado un mapa para resaltar el monstruoso total de las víctimas de la represión en esos años, cualquiera sea el régimen bajo el cual lo sufrieron, más que perdernos (perder la visión) en la discusión sobre cuál tuvo el peor record.”


Estimados amigos foristas: el “mapa” al cual se refiere Bullock es uno de doble página que aparece (en la versión en Inglés) en las páginas 698 y 699, titulado “La visión Nazi de la Europa de post-guerra”; lo he buscado en la Internet para incluirla en esta recensión pero la búsqueda ha sido infructuosa.


Luego de una breve separación indicativa de un cambio de faceta dentro del mismo tema, al igual que lo hace en la primera parte de “Perspectiva: 1930-1990”, continúa:


Alan Bullock escribió: Por supuesto la cuestión de la responsabilidad no puede ser ignorada. Dejando a un lado el asunto de la culpa colectiva, cuya discusión corresponde más bien a filósofos y teólogos que a historiadores, hubo una gran cantidad de gente envuelta en esas operaciones, todos los cuales comparten la responsabilidad. Ellos no incluyen solamente a las tropas de la SS o a las tropas de la NKVD, los guardias de las prisiones y campamentos, los torturadores, los escuadrones de la muerte, sino también al personal administrativo, la policía que hacía los arrestos, los oficiales del sistema ferroviario, los conductores, los técnicos, los “ayudantes” que removían los cadáveres y colectaban sus posesiones, y más allá los interrogadores, los tribunales y la sombría armada de informantes.


Desde las operaciones en el campo, la responsabilidad asciende a través de la jerarquía administrativa hasta los planificadores y organizadores, de los cuales Eichmann es el arquetipo, finalmente a Yagoda, Yezhov y Beria, a Himmler y Heydrich. Ni Hitler ni Stalin, sin embargo, hasta donde se conoce, presenciaron nunca, menos tomaron parte en, el terror y la represión que no fueron periféricas sin absolutamente central al ejercicio y la preservación de su poder.


(…) yo creo que la responsabilidad que pesa sobre Hitler y Stalin por concebir la deportación, encarcelamiento, tortura y asesinatos en tal escala, por ordenarlos y sobre todo por legitimarlos es cualitativamente distinta de la que pesa sobre cualquier otra persona.


En “Notas desde la Casa de los Muertos”, Dostoyevsky escribió: “Quien haya experimentado el poder, la completa habilidad para humillar a otro ser humano… con la más extrema humillación, inadvertidamente pierde el poder sobre sus propios sentimientos. La tiranía es un hábito, tiene la capacidad para desarrollarse y finalmente decanta en enfermedad… El ser humano y el ciudadano mueren dentro del tirano para siempre; el retorno a la humanidad, al arrepentimiento, a la regeneración se vuelve casi imposible”.


Las palabras de Dostoyevsky pueden ser aplicadas a todos quienes estuvieron envueltos en el elaborado sistema de terror en ambas naciones pero a nadie tan adecuadamente como los dos hombres que cargaron la principal responsabilidad por ello."

Estimados amigos: como puede verse, aquí Alan Bullock se refiere a ambos terrores por igual y a ambos sátrapas por igual, a ambos aberrantes sistemas de control humano por igual, a "asesinatos en tal escala" sin diferenciaciones de ninguna clase, lo cual aparentemente contradice lo expresado en los párrafos anteriores en los cuales habla de la "unicidad" o "singularidad" del infame Holocausto, esa iniquidad sin límites con la cual la villanía humana conoció un fondo aún más hondo y pestilente que todo lo conocido hasta entonces.


Sin embargo, dentro de esta línea interpretativa, y en aras de la máxima honestidad intelectual, debemos notar que esta “indiferenciación” habla de “sistemas de terror” en general, no del Holocausto en particular, ni del genocidio ucraniano en particular, ni de las masivas purgas estalinistas en particular, además de que en esta parte de “Perspectiva: 1930-1990” Bullock se está refiriendo a la responsabilidad y la culpa compartida por todos aquellos quienes participaron en esos horrores, no a la filosofía subyacente a cada uno de esos horrendos episodios de la historia humana. Son matices importantes de tener en cuenta, pues el contexto es -en cierto sentido- distinto, aunque todo ello forme parte del mismo capítulo“Perspectiva: 1930-1990” y dentro de la misma segunda parte de ese capítulo.



Vamos a la Tercera parte de “Perspectiva: 1930-1990”:


Bullock abre esta tercera parte con una pregunta directa:


Alan Bullock escribió:“Han sido los papeles de Hitler y Stalin exagerados?


En los ’60s y ’70s una nueva generación de historiadores reaccionaron en contra del modelo del Estado totalitario y monolítico (los cuales sus críticos veían como un producto de la “Mentalidad de Guerra Fría”) y en contra el estereotipo popular de Hitler como un dictador todopoderoso dominando los eventos."


Luego el autor trata otros interesantes sub-temas, incluyendo varias reflexiones ucrónicas, por ejemplo en el sugerente y atractivo párrafo siguiente:


Alan Bullock escribió: En otras circunstancias que aquellas en Alemania a principios de los ’30s o en Rusia en los ’20s, ni Hitler ni Stalin se hubieran escuchado (notado). Aún en esas circunstancias es perfectamente posible construir escenarios alternativos para Alemania la Unión Soviética sin ellos. Ninguno de ellos era indispensable. En Alemania pudo haber tomado la forma de una coalición de derecha (quizás con la participación de un Partido Nacional Socialista bajo la dirección de Gregor Strasser) el cual pudo haber reemplazado permanentemente el parlamentarismo por un gobierno presidencial y al menos haberse deshecho de las cláusulas de reparaciones y desarme de (el Tratado de) Versalles. En Rusia, si Lenin hubiera vivido más allá de los cincuenta y cuatro años, pudo haber tomado la forma de una modificación de la Nueva Economía Política siguiendo los lineamientos que él anticipó en sus últimos escritos por los cuales Bukharin hacía campaña.


Al final de esta Tercera parte de "Perspectivas: 1930-1990" -luego de otras consideraciones relacionadas- cierra con estos dos magníficos párrafos:


Alan Bullock escribió: La derrota le costó al pueblo alemán un terrible precio, pero al menos les evitó a ellos -y al mundo- la perpetuación del régimen Nazi. La victoria le costó a los rusos un precio aún mayor pero no los liberó. No fue suficiente para Stalin que él pudiera proclamar (reclamar que, atribuirse el hecho de) haber vencido a los alemanes y haberse ganado la gratitud del pueblo ruso durante la Gran Guerra Patriótica. No fue suficiente que Rusia hubiera emergido de la guerra como la única superpotencia además de los Estados Unidos y que él mismo, ahora que Roosevelt había fallecido y Churchill estaba fuera del poder, disfrutara un prestigio único como un líder mundial. En vez de relajarse él renovó sus demandas del pueblo ruso; la vieja suspicacia y desconfianza regresaron, aumentadas por la perspectiva de que su poder podría estar restringido por su edad y la muerte. Los números en los campos (de concentración) en 1952 eran tan altos como nunca antes; y en los años finales aún aquellos que habían servido al tirano con toda buena fe, tales como Molotov y Poskrebyshev, perdieron su favor y fueron amenazados.


La muerte de Stalin despejó el temor de otras purgas como las de 1930, pero no liberó a los pueblos soviéticos más que lo que la victoria lo había hecho. Aunque modificado por el liderazgo colectivo que reemplazó a Stalin, el sistema Stalinista continuó encadenando sus energías y negándoles la libertad por otros treinta y cinco años, setenta en total desde la Revolución de 1917. Como resultado, la situación de los pueblos Ruso y Alemán al final de la guerra había sido invertido. Cuarenta y cinco años después de su derrota, la República Federal de Alemania ha logrado un admirable record de prosperidad y estabilidad, mostrándose capaz por sí misma de reunificarse como nación en 1990. Más de cuarenta y cinco años después de su victoria, los pueblos de la Unión Soviética han logrado finalmente liberarse ellos mismos, solamente para encontrarse con que deben reconstruir una nación que el Comunismo dejó en la quiebra económica y en la desintegración política.


Díganme, estimados amigos: ¿no es excelsitud lo que califica mejor estos análisis de la brillante mente de Bullock ? ¿no es una admirable capacidad de análisis y capacidad de síntesis lo que rezuman párrafos tan bien pensados y redactados como ésos? no constituye tal magnificencia proyectada en esta obra una motivación suficiente para leer otras obras de su autoría, especialmente su otra obra cumbre “Hitler: estudio de una tiranía” ? La alta calidad de pensamiento de insignes escritores como éste provoca una espontánea admiración, éso es lo que siempre ocurre al leer (estudiar) estas grandes obras.



Y concluímos esta ampliación a mi recensión con la cuarta y última parte de “Perspectiva: 1930-1990”:


Alan Bullock comienza casi con una disculpa:

Alan Bullock escribió: La perspectiva de un historiador no se extiende al futuro. Nadie puede vaticinar el futuro político y económico de varios millones de personas quienes viven en la extensa área desde el Europa Central hasta Asia Central y los territorios del Este de Rusia. Nosotros aún no hemos digerido la escala de los cambios puestos en movimiento por los acontecimientos acaecidos entre 1989 y 1991.


Pero la incertidumbre acerca del futuro no debería extenderse a la incertidumbre acerca del pasado. La edad de Hitler y Stalin ha pasado. Representa el período más negro de la historia de Europa y muchos en ese tiempo creyeron que significaría el fin de la Civilización Europea.


Yo termino mi recuento de este período trágico con tres razones por las cuales creo que estaban equivocados:


La primera es porque, al final, Hitler y el Nazismo -probados por su propia norma evaluativa de la guerra- terminaron vencidos y desprestigiados. Al final la verdad acerca del Stalinismo, como también acerca del Nazismo, ha sido dicha: los regímenes Stalinistas en la Europa del Este han sido barridos y los cincuenta y cinco años de la división europea terminaron pacíficamente. La profecía escrita en el Muro de Berlín justo antes de ser demolido “Stalin está muerto y Europa vive” ha sido validada. (…)”


Mi segunda razón es la fuerza recuperativa y la vitalidad que Europa ha mostrado después de la destrucción y la pérdida de vida que los años de Hitler y Stalin y la posterior Guerra Fría. (…) Después de cincuenta años primero bajo los Nazis y luego bajo el yugo Stalinista, los pueblos de Checoeslovaquia y Polonia, lo mismo que los de Hungría y Alemania del Este, han emergido, a pesar del lavado de cerebro, como hombres y mujeres individuales, no masas colectivas, parte conocible de la misma Civilización Europea Occidental. Así, también, lo ha hecho el pueblo español después de sacudirse el legado de la Guerra Civil (española) y el régimen de Franco. Así, finalmente, lo han hecho los pueblos de la Rusia Europea.


Igualmente asombrosa ha sido la reunificación pacífica de Alemania y su aceptación por parte del resto de Europa. (…)


Mi tercera razón es de un orden distinto. Los años que he descrito mostraron las bajezas demoníacas con las cuales los seres humanos son capaces de tratarse unos a otros. Pero la historia nos muestra que aún en las peores circunstancias, no solamente en batalla sino en congestionados campos de prisioneros, bajo tortura, en la resistencia enfrentando la muerte, siempre existe un puñado que muestra las alturas a las cuales hombres y mujeres pueden elevarse.


En Jerusalén, el pueblo Judío ha creado un Museo-Memorial, “Yad Vashem”para recordarse a sí mismo y al mundo los horrores del Holocausto. (…) Cuando Usted sale de él, Usted entra en una Avenida de árboles conocida como “La Avenida de los Justos”, cada árbol de los cuales conmemora una persona no-Judía que no se hizo el desentendido (se apartó) sino que arriesgó su vida para ayudar a los Judíos en sus penalidades y sufrimientos. Yo nunca he olvidado la unión del Museo del Holocausto y de la Avenida de los Justos. Eso me recuerda la doble imagen de esos años, la crueldad increíble y el valor, la insensibilidad y la compasión, la capacidad humana para lo diabólico y también la reafirmación de la nobleza humana.


Esas son las razones de la Europa del pasado que me dan esperanza para la Europa del futuro: lo que los pueblos de Europa han soportado y han sobrevivido, invencibles.



Estimados amigos, distinguidos foristas: ofrezco mis disculpas al Foro por la ligereza de la cita de marras, constituyó una fusión inapropiada de dos párrafos y -al agregarle otras frases y estadísticas- quedó como fuera de contexto y ciertamente susceptible de interpretaciones ambiguas o equívocas; sin embargo ahora -estoy seguro- todo ha quedado meridianamente claro y explícito.


El objetivo que me ha motivado a escribir esta ampliación a la reseña ha sido triple: atender la crítica constructiva de J.L. a una parte del texto original, desarrollar su interesante sugerencia metodológica y aprovechar ambas para enriquecer mi exposición inicial; me queda la impresión de que los tres aspectos de ese objetivo han sido ampliamente logrados, pues con la incorporación de los diversos párrafos traducidos literalmente y con las reflexiones y comentarios adicionales de quien les escribe, la recensión ha quedado –en mi modesta opinión- enriquecida.


Estimados amigos: estos pensadores preclaros -como Alan Bullock, Ian Kershaw, Richard J. Evans, Margaret MacMillan, B. H. Liddell y muchos otros- cuyas obras nos ilustran sobre muchos aspectos históricos, ideológicos y sociales sucedidos a lo largo del Siglo XX, nos ofrecen perspectivas superiores sobre los acontecimientos acaecidos y un marco conceptual riquísimo; sus análisis son vastos, ecuánimes e incluyentes, por ello sus obras nos llegan cuajadas de consideraciones mega-interesantes y colmados de reflexiones muy estimulantes; de nuevo los insto a leer esta interesante obra, les anticipo muchas horas de placer intelectual.


Estimados amigos, distinguidos foristas: amablemente consideren esta ampliación como parte integral de la reseña original; intenté incorporarla a la misma pero la dimensión final del texto excedía sobradamente los sesenta mil caracteres lo cual es la máxima extensión aceptada por el sistema, por tanto la subo como respuesta a la misma.


Espero que esta recensión -completa y actualizada- haya sido de vuestro interés y agrado.


Saludos cordiales desde Nueva York,


Antonio Machado :sgm65:
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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