'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Recensiones personales de libros leídos

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Ferran
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por Ferran » Vie Nov 27, 2009 11:01 pm

Hola José Luis y todos, todas,

He leído todos vuestros comentarios con sumo interés y lamento que, quizás, mi intervención esté desviando un poco el tema original: la biografía de Himmler de Longerich. Tus apreciaciones, José Luis, son ponderadas y, incontestablemente, contienen verdad en su interior, especialmente tu valoración acerca de Longerich de elevar a generalización una anécdota, la de los Freikorps, especialmente por su relatividad numérica en el seno social.

Pero sin pretender hacer "-ismos", ni idealizar los actos de los personajes para su entendimiento.., creo que nunca llegaré a afirmar, por lo menos con tu rotundidad, que Himmler o Hitler NO eran revolucionarios. Y, de verdad, he intentado siempre alejarme al máximo de interpretaciones de este tipo.., porque si algo hubo en el NSDAP fueron arribistas y corruptos. Pero siempre que intento distanciarme del, por llamarlo de alguna manera, "romanticismo" o "idealismo" nazi, siempre hay algo que falla, una parte de la ecuación que no cuadra.., y es la del genocidio racial industrializado. Y es que creo que éste es del todo inexplicable si no aceptamos que el nazismo fue, en mayor o menor grado, una auténtica revolución cultural, política y social.

Saludos,
Ferran

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Vie Nov 27, 2009 11:43 pm

¡Hola a todos!
Ferran escribió: creo que nunca llegaré a afirmar, por lo menos con tu rotundidad, que Himmler o Hitler NO eran revolucionarios. Y, de verdad, he intentado siempre alejarme al máximo de interpretaciones de este tipo.., porque si algo hubo en el NSDAP fueron arribistas y corruptos. Pero siempre que intento distanciarme del, por llamarlo de alguna manera, "romanticismo" o "idealismo" nazi, siempre hay algo que falla, una parte de la ecuación que no cuadra.., y es la del genocidio racial industrializado. Y es que creo que éste es del todo inexplicable si no aceptamos que el nazismo fue, en mayor o menor grado, una auténtica revolución cultural, política y social.
Bueno, esto nos sigue alejando del tema del hilo, ciertamente. Así que seré breve. ¿Qué revolución llevó a cabo Hitler durante la República de Weimar? Ninguna. ¿Qué revolución llevó a cabo Hitler desde su llegada a la Cancillería del Reich? Ninguna. A no ser que entendamos como revolución la destrucción nazi, desde el poder, del estado de derecho de Weimar, la supresión de las libertades de prensa y asociación, la abolición de los partidos políticos, etc., etc., y el intento de adoctrinamiento del pueblo a través del control absoluto de la propaganda. La eliminación o encarcelamiento de los “enemigos del estado” (comunistas, socialdemócratas, judíos, “asociales”, homosexuales.....) y un largo etcétera de delitos.

Esa no es la revolución de la que yo hablo o a la que me refería, sino por ejemplo la revolución de noviembre de 1918, que fue espontánea, popular y general, pero que se murió por el camino (salvo el cambio de régimen político, no hubo un cambio radical en los resortes del poder) de los golpes mortales de la contrarrevolución. Pero los nazis, ¿qué revolución llevaron a cabo los nazis? Quizás Röhm y la SA pretendían una revolución tras la “toma del poder” de Hitler (aquella que llevara a la SA a la cúspide del poder militar, suplantando al Reichswehr), pero no hubo ninguna revolución. Los Júnkers siguieron siendo influyentes en el gremio agrícola, la industria pesada continuó en las mismas manos, las finanzas del estado y el Reichsbank en manos de financieros de Weimar (Schatch y compañía), el ejército continuó siendo liderado por los aristócratas y la nobleza........Mucho ruido y pocas nueces. El cambio indiscutible de Hitler fue el de convertir a una democracia parlamentaria (virtualmente sin parlamento desde 1930) desde dentro en un estado dictatorial, primero, y totalitario, después.

En cuanto a lo segundo, lo de que los genocidios nazis son inexplicables si no se acepta que el nazismo fue un revolución cultural, política y social, discrepo respetuosa pero totalmente. Si fuese realmente como tú crees, entonces no habría razón alguna (de cara a Alemania y los alemanes) para no poner en marcha la maquinaria criminal del genocidio ya antes de la guerra. Pero no se hizo nada de esto sino tras el comienzo de la guerra, comenzando con el asesinato masivo y secreto de los “bocas inútiles”. Pero éste es un tema que no se puede despachar en un mensaje y que desvirtuaría completamente este hilo. Te invito a que lo expongas, cuando lo creas oportuno, en otra parte del foro, abriendo un tema específico sobre el asunto.

Saludos cordiales
JL
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Ferran
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Mensaje por Ferran » Sab Nov 28, 2009 12:48 am

Pero es que creo que la maquinaria genocida se puso en marcha mucho antes de la guerra. Por mucho que, en el eterno debate entre intencionalismo y funcionalismo, nos pongamos de parte del último.., los funcionalistas no pueden negar que las mismas operaciones de deportación ya contienen, en su diseño, un elevado componente criminal (al respecto, concuerdo con los funcionalistas que la intención inicial era la deportación). Lo de las "bocas inútiles", así como las múltiples exigencias de seguridad militar y sanitaria, no dejan de surgir tras convertirse el Gobierno General en una auténtica olla a presión.
Yo creo, volviendo a Himmler, que esta gente creía verdaderamente en una revolución "racial" capaz de compactar una Volksgemeinschaft de Volksgenossen. Una revolución que debía traer la eugenesia y la mejora biológica al debate intelectual, debate que debía substituir las líneas divisorias de la clases sociales por las de un orden orgánicamente jerarquizado. Al Volk se le ofrecía un estatus de élite, a través de este ultranacionalismo igualitarista. Es decir, la igualdad racial prometía la liberación de las barreras de clase porque el racismo nazi en sí, al fundamentarse también en la perfección biológica, se definía como puramente meritocrático. La revolución nacionalsocialista era la de un organicismo romántico.
Realmente, es muy, muy duro llegar a estas conclusiones.., pero creo que son, para mí al menos, los términos "revolucionarios" que me permiten acceder a un entendimiento de cómo se pudo llegar a la monstruosidad del Holocausto.

Con la mayor cordialidad,
Ferran

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David L
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por David L » Sab Nov 28, 2009 2:00 am

Hola José Luis!

Perdón por desviar con este comentario del tema inicial, aunque realmente está muy relacionado con el personaje biografíado y el posible planteamiento de Longerich al analizar la vida de Himmler.

Creo, José Luis, que tu planteamiento, en líneas generales, no está tan alejado del que yo he expuesto en un mensaje anterior. Comentas que estos individuos encontraron en la política una manera de escapar a su marginalidad y alegas que muchos de ellos carecían de ideales políticos. Bien, yo aquí no estoy tan de acuerdo contigo. Los diversos grupúsculos que se formaron a lo largo y ancho del país y que podríamos llegar a calificarlos de génesis del NSDAP no se crearon para pasar el rato; aunque al principio contaran con pocos miembros y sus lugares de reunión fueran las cervecerías, ya existía en ellos una corriente de disconformidad con la situación socio-política que les estaba tocando vivir. Puede ser que tal vez ellos no fueran en esos momentos conscientes de que empezaban a fraguar un concepto ideológico, ya que no poseían ni los medios ni una masa detrás considerable, pero ya empezaba a vislumbrase una rebeldía intrínseca que ya no les abandonaría hasta que ya agrupados en el NSDAP alcanzaron el poder. A mí me cuesta pensar que en el fondo de estos personajes “anormales” no existiera una conciencia política, desgraciadamente con unos componentes violentos, racistas y ultranacionalistas, que fueron adaptando y desarrollando cuanto mayor fue su fuerza.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

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Mensaje por Eckart » Sab Nov 28, 2009 8:17 pm

Amigos, todo dependerá de la connotación que a la palabra revolución queramos darle, o cómo queramos entenderla. Es el problema de siempre. Un dato que a primera vista parece ínfimo pero que para mí es muy significativo y considero interesante indicar a la hora de evaluar la posible revolución, es que como ministro de Finanzas se contó durante todo el Tercer Reich con el último ministro de Finanzas de la era Weimar: el independiente Schwerin von Krosigk, un hombre de familia noble sin ningún aire revolucionario y que nunca sería miembro del NSDAP. Mantuvo su posición entre 1932 y 1945.

Desde luego, como bien ha apuntado José Luis, las clases y estamentos influyentes siguieron en su sitio, algo que es fundamental para entender que no hubo ninguna revolución verdadera. Sí que es cierto que la movilidad social mejoró durante el nazismo, pero cabe preguntarse: ¿es eso algo revolucionario? ¿No podría haberse dado también sin el nazismo? ¿Es producto de la dinámica de cambio de las sociedades industriales del periodo? Más: cuando evaluamos los cambios sociales dados durante el nazismo, ¿en contraste con qué los evaluamos? ¿En contraste con lo que nosotros interpretamos que el nazismo se había propuesto lograr? ¿En contraste con lo que hubiera podido pasar sin un gobierno Hitler? ¿Nos paramos a pensar que de 12 años 6 fueron de paz y los otros 6 estuvieron totalmente sometidos a las circunstancias que trae la guerra consigo en todos los terrenos de la vida diaria, la política, el mundo laboral o la movilidad social? ¿Qué cambios fueron producto directo de las intenciones nazis y cuales fueron producto indirecto de su política y las circunstancias de la guerra?
Ferran escribió:Yo creo, volviendo a Himmler, que esta gente creía verdaderamente en una revolución "racial" capaz de compactar una Volksgemeinschaft de Volksgenossen. Una revolución que debía traer la eugenesia y la mejora biológica al debate intelectual, debate que debía substituir las líneas divisorias de la clases sociales por las de un orden orgánicamente jerarquizado. Al Volk se le ofrecía un estatus de élite, a través de este ultranacionalismo igualitarista. Es decir, la igualdad racial prometía la liberación de las barreras de clase porque el racismo nazi en sí, al fundamentarse también en la perfección biológica, se definía como puramente meritocrático.
Ferrán, todo eso existía en libros, propaganda, manuales y en la cabeza de algunos hombres de gobierno, quizás en Himmler, pero desde luego no era un objetivo definitivo para la mayoría de los hombres al frente de los ministerios clave. Ni siquiera creo que Hitler se lo tomara en serio. Pero aquí volvemos a lo fugaz de la existencia de la dictadura: ¿hubiera sido así si Hitler hubiera tenido más tiempo y una guerra victoriosa o no?

Un saludo.
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Mensaje por José Luis » Dom Nov 29, 2009 12:46 am

¡Hola a todos!

La dinámica del debate nos lleva a menudo a perder de vista la razón que lo originó. En lo tocante al supuesto componente revolucionario que, según algunos compañeros, impulsó a la élite dirigente del partido nazi, quiero subrayar que yo hablé del motivo originario que hizo que hombres como Hitler o Himmler se decidieran finalmente por una andadura política. Por tanto, no cuenta tanto lo que hicieron los principales líderes del partido nazi cuando éste inició su andadura o, después, cuando empezó a ser una partido político de ámbito estatal, sino que lo importante es ¿qué llevó a estos futuros líderes a unirse a un partido político?. Y es en esta tesitura donde yo dije que Hitler y Himmler no fueron, en absoluto, revolucionarios al uso, sino que aprovecharon la revolución (que, no lo olvidemos, dio carta de naturaleza a su partido y a muchísimos otros) que otros habían iniciado. En otras palabras, el origen del debate, en lo que a mí concierne, se centra sobre la pregunta: ¿eran Hitler y Himmler (y otros futuros dirigentes nazis) revolucionarios que arribaron a un partido político determinado en aras de sus ideales, o eran individuos marginados (por diferentes circunstancias) que encontraron en un partido político determinado una tabla de salvación a su incapacidad (igualmente por diferentes circunstancias) de integrarse, a la manera común, en la sociedad? O si se quiere, ¿eran oportunistas o idealistas convencidos? Bien, yo ya me he expresado a favor del primer supuesto.

Así que lo primero que deberíamos consensuar es qué entendemos por revolución (política, social, económica, cultural, o todo en conjunto). Es dable suponer que una revolución pretende conseguir, con el apoyo más o menos sustancial de la sociedad, una ruptura con los cánones establecidos. Ya que estamos hablando de Alemania (una entidad política inexistente hasta 1866), yo sólo conozco dos revoluciones en su historia. La primera, de índole liberal, cuando todavía Alemania era una confederación de estados, ocurrida en 1848-49. Lo que pretendieron los revolucionarios, entonces, era acabar con la grieta existente entre el estado (privilegio de la aristocracia y la nobleza terrateniente) y la sociedad (con sus incipientes clases burguesas y proletarias, producto de la revolución industrial). En síntesis, los revolucionarios querían que las nuevas clases sociales fuesen parte integrante del poder político y del cuerpo superior de funcionarios de la administración pública. La revolución, como es sabido, fracasó, pero el problema subsistió. La segunda revolución, ocurrida en noviembre de 1918, fue la culminación de los problemas no resueltos que originaron la revolución de 1848. La guerra y la derrota alemana sólo los intensificaron, pero no los causaron, ya existían de antiguo.

Durante esos setenta años (1848-1918), la característica fundamental, al tema que nos interesa, del entramado político-social de Alemania fue el intento (a cargo de liberales, primero, y socialistas, después) de acabar, con revoluciones o reformas, con el monopolio que las clases conservadoras tradicionales (monarquía-aristocracia-nobleza terrateniente) ostentaban en la vida política. Y en la otra cara de la moneda, la reacción de esas clases privilegiadas contra los intentos de participación de las nuevas clases sociales (fundamentalmente, burguesía y proletariado) en la cosa pública.

La única revolución que triunfó, inicialmente, fue la revolución “socialista” de noviembre de 1918. Digo inicialmente porque a los auténticos revolucionarios (la izquierda radical, en sus dos vertientes de la triple división del Partido Social Demócrata) no les llegaba con la caída forzada de la monarquía constitucional guillermina (un eufemismo por una especie de “autocracia consentida”, en palabras de un historiador cuyo nombre no recuerdo), y la proclamación de una república democrática, sino que pretendían una auténtica revolución en las estructuras del poder, objetivo que no fue posible por la contrarrevolución (es decir, la connivencia entre el partido de Ebert -la mayoría socialista- en el poder, para conservarlo, y el liderazgo del ejército -representado por Groener- para su subsistencia, connivencia a la que dio su apoyo la derecha conservadora y nacionalista para neutralizar la amenaza verdaderamente socialista, que entonces se tildaba de bolchevique -sin serlo-).

Bajo este panorama nos encontramos con individuos como Hitler y Himmler (por abreviar). Hitler era un soldado sin futuro alguno en la vida civil; el ejército y la guerra lo habían salvado de una existencia absolutamente marginal. Antes de la guerra era un auténtico fracasado y, tras la guerra, no sabía qué hacer fuera del ejército (y en el ejército tenía los días contados). Por familia, no pertenecía a la burguesía (propietaria -industriales- o educada -profesiones liberales-), como el caso de Himmler, sino a la clase media baja. Pero cuando “rompió” con la familia, al poco tiempo, dejó de ser un individuo de clase media baja para hundirse en la hez de la sociedad, un auténtico paria. Hitler jamás tuvo un trabajo en su vida (algo que lo invalidaba realmente para ingresar en el Partido Alemán de los Trabajadores -DAP-, cuyas directrices de enero de 1919, si no recuerdo mal, sólo admitían a camaradas trabajadores). Era un soldado (por azar -la guerra-) que no compartía, al parecer, las inquietudes y afanes revolucionarias de la inmensa mayoría de la clase trabajadora, sino que se dejó llevar, al parecer, por las circunstancias de su inquietante situación militar de 1919. Así, en función de una especie de “espía”, conoció al DAP, y ahí, al parecer, encontró una salida al brete vital (subsistir) en el que estaba metido. Y el DAP no tenía absolutamente nada de revolucionario.

Por su parte, Himmler, en otras circunstancias económicas coyunturales, por condición social, hubiera ejercido en Alemania, o en cualquier otro país europeo, su carrera de agrónomo, sin que ningún afán revolucionario (ni siquiera era ideológicamente maduro en la inmediata posguerra) lo impeliera a unirse a los distintos grupos revolucionarios y contrarrevolucionarios que desgobernaron Alemania durante 1918-1923. Himmler, como muchos otros, fue a dar al NSDAP porque se le había agotado cualquier otra alternativa profesional.

Así que, en origen, estos dos futuros asesinos en masa no tenían absolutamente ninguna conciencia revolucionaria. Utilizaron la revolución, la contrarrevolución y la propaganda para, después, clamar unas metas revolucionarias (véase el programa del NSDAP de 1920) que jamás se hicieron realidad, salvo en su aspecto criminal.

Saludos cordiales
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Mensaje por Hundi » Dom Nov 29, 2009 12:54 am

Hola Jose Luis.

Me impresiona el intelecto que tiene, muy ricos argumentos y centrados, sin olvidar que son muy ilustrativos y de facil lectura, al igual que Eckart, los felicito por tan excelente trabajo, debatiendo en el foro, y dando excelentes puntos de vista.

Saludos
[size=85]Hago de mi futuro una utopía, pues pretendo comprender, esta voluble vida...[/size]
[size=85][color=#FF0000]Una vida sin vicios es una vida sin virtudes.[/color][/size]

Ferran
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Mensaje por Ferran » Dom Nov 29, 2009 6:55 am

Comparto los comentarios de José Luis y es que, en orígen, estamos hablando de gente desorientada, desclasados sin ningún tipo de proyecto ni carrera vital mínimamente orientado. Tanto Hitler como Himmler sostienen carreras muy erráticas en su juventud y, en el caso de Hitler (por lo menos, parece que Himmler "se mueve") podríamos decir que ésta es casi inexistente, por no decir del todo. Si le damos crédito a su Mein Kampf, aborrece el tipo de vida funcionarial, como fue la de su padre y defiende su total oposición a trabajar de "oficinista" o lo que sea, es decir, a establecer una relación laboral normalizada y con un horario.

En la toma del poder, no hubo revolución, porque incluso los cuerpos policiales se nutrieron de los antiguos funcionarios de Weimar, como muy bien ha descrito Robert Gellately. Incluso en el transcurso del propio Tercer Reich, da la sensación de que no tienen un proyecto político bien articulado, más allá de todo lo que odian, por supuesto: es decir, tienen bien claro que están en contra, aún en el 45, de la "traición por la espalda" del 18 por la que Alemania "casi muere" y que están en contra del "sistema" (lo llamaban así) de Weimar. Eso lleva a lo que Peter Fritzsche definió muy bien: que el Tercer Reich fue un estado-víctima perpetuo, en el que se reivindicaba continuamente una sensación de vulnerabilidad espantosa.

Igualmente, tontos no son y saben que para llegar al poder tienen que hacerlo desde un mensaje aglutinador, atractivo y que, tal y como sostenía el tristemente fallecido Mühlberger, ofreciera algo a todo el mundo. Por ejemplo, más allá del anticristianismo y anticatolicismo Nazi al que muchos historiadores aluden, según Steigmann-Gall, lo que defendían realmente era un cristianismo no dogmático, un überkonfessionalismus capaz de unir a católicos y protestantes desde la óptica de la raza y que eso lo apoyaban católicos nominales como Eckart o Goebbels.

Pero, de igual modo y al margen de todo lo descrito hasta el momento, tenemos una guerra (que muchos historiadores defienden que no es un accidente, sino que la guerra formaba parte del ser del nacionalsocialismo) y, sobretodo, un Holocausto que debe ser explicado e integrado en la historia del nazismo. ¿Por qué Hitler encargó la colonización del Este a Himmler y no a Darré o a Rosenberg?, ¿por qué la SS se hizo con el poder a mediados de la guerra?, ¿por qué, según Mazower, la SS se convirtió en un nido de recelosos del Partido donde imperaba, incluso, un fuerte sentimiento antipartido?, ¿por qué Himmler fue capaz de imponerse sobre los ya mencionados Darré, Rosenberg y, también, Werner Best, Ribbentrop o Hans Frank?, ¿por qué todos estos últimos tenían la sensación de que, lejos de hacer la guerra, se estaba llevando a cabo otro "tipo" de proyecto?

No dudo de que no toda la jerarquía Nazi estaba por el nuevo orden social orgánico, pero que había una parte importante, que se hace con el poder desde la Conferencia de Wannsee (Hans Frank dice que la SS lo que hace es construir un estado dentro del estado) y que, realmente creía en lo del "estado racial" y el nuevo orden racial y eugenésico, pues..., creo que eso tiene bastantes visos de veracidad.

Saludos,
Ferran

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Mensaje por José Luis » Dom Nov 29, 2009 11:06 am

¡Hola a todos!
Ferran escribió: En la toma del poder, no hubo revolución, porque incluso los cuerpos policiales se nutrieron de los antiguos funcionarios de Weimar, como muy bien ha descrito Robert Gellately. Incluso en el transcurso del propio Tercer Reich, da la sensación de que no tienen un proyecto político bien articulado, más allá de todo lo que odian, por supuesto: es decir, tienen bien claro que están en contra, aún en el 45, de la "traición por la espalda" del 18 por la que Alemania "casi muere" y que están en contra del "sistema" (lo llamaban así) de Weimar. Eso lleva a lo que Peter Fritzsche definió muy bien: que el Tercer Reich fue un estado-víctima perpetuo, en el que se reivindicaba continuamente una sensación de vulnerabilidad espantosa.
Hola, Ferran. Así es, Hitler y el Partido Nazi no podían imponer su régimen totalitario sin la colaboración o el consentimiento de algunas de las instituciones de Weimar, fundamentalmente la del Reichswehr. Pero antes, en lo que fue verdaderamente la toma del poder, es decir, después de que Hindenburg nombrara a Hitler canciller del Reich, ésta no podía llevarse a cabo sin la colaboración de la policía de Weimar y la SA de Röhm, con el beneplácito tácito del liderazgo del Reichswehr. De tal forma que, haciendo un uso completamente ilegal de una herramienta constitucional, Hitler acabó gradualmente con los supuestos “enemigos del estado”, los partidos políticos, primero mediante la eliminación física o el encarcelamiento de su liderazgo, y después mediante la abolición de los partidos políticos. Al mismo tiempo o a continuación suspendió todas las libertades políticas y civiles recogidas en o amparadas por la constitución, para acabar por neutralizar esta última de forma definitiva. Eso no lo podría haber hecho jamás sin el apoyo o consentimiento del Presidente de la República y el beneplácito del Reichswehr. No hay ahí nada revolucionario, sino más bien un auténtico golpe de estado desde el poder. El objetivo era enterrar a la República de Weimar, a su “gran valedor” la socialdemocracia, y al partido comunista. Es decir, los nazis eliminaron la democracia parlamentaria y los partidos políticos de Weimar, una meta que pretendieron siempre, desde los tiempos de Bismarck, las clases tradicionales que ostentaron el poder en Prusia-Alemania. Sólo con este apoyo pudo Hitler acabar con Weimar y sus partidos políticos y sindicatos de trabajadores. Y poco después se acabó con el liderazgo del que se convirtió en enemigo interno, la SA, y nuevamente gracias al apoyo del Reichswehr, que también fue instrumental en la usurpación de Hitler de la jefatura del estado a la muerte (en realidad antes) del presidente. Vemos así que esta consolidación de Hitler del poder al que había sido aupado aquel 30 de enero de 1933 fue posible gracias a las instituciones de Weimar, especialmente el ejército y el presidente, sin las cuales la SA y la SS no podían llevarla a cabo por sí mismas. Recordemos que en las primeras elecciones generales bajo Hitler, la primera y última elección semidemocrática, en marzo de 1933, el NSDAP sólo obtuvo el 43,9% de los votos. Por eso digo que lo que siguió fue un golpe de estado desde el poder, no reforma ni revolución.
Ferran escribió: Pero, de igual modo y al margen de todo lo descrito hasta el momento, tenemos una guerra (que muchos historiadores defienden que no es un accidente, sino que la guerra formaba parte del ser del nacionalsocialismo) y, sobretodo, un Holocausto que debe ser explicado e integrado en la historia del nazismo.
Esto es lo que intelectualmente te inquieta, estimado Ferran, integrar el Holocausto en la historia nazi. Pero ello quizás necesitaría previamente integrar el nazismo en la historia alemana, y aquí como allí (Holocausto) hay corrientes historiográficas para todos los gustos y un montón de literatura que las representan. Yo no voy a profundizar en este asunto, por cuestiones obvias de espacio y tiempo, pero voy a exponer de forma bastante simplista lo que pienso al respecto.

El nacionalsocialismo fue un hijo bastardo del conservadurismo alemán más radical, sin cuyo apoyo final (y las extraordinarias circunstancias históricas en que se dio) no podría haber subsistido mucho tiempo, fuera y dentro del poder. Ese apoyo decisivo se engendró mediante la corrupción moral del liderazgo conservador que acabó, finalmente, corrompiendo a su vez la moral cívica. Sólo así, a mi juicio, es posible explicar el rosario sin fin de crímenes estatales ocurridos durante los dos primeros años del Tercer Reich y la cantidad de disposiciones ilegales que los ampararon. Luego, consumada la corrupción moral, la propaganda y el terror estatales la consolidaron y desarrollaron, impregnando todas las capas sociales. La legislación racial del Tercer Reich, con su materialización práctica (expulsión de los afectados de la vida pública, detención, arresto e internamiento -o ejecución- en cárceles y campos de concentración, confiscación y/o destrucción de propiedad privada, etc.) se fue radicalizando a medida que el Tercer Reich iba naufragando progresivamente en la bancarrota financiera producto de su política económica y de la expansión insólita de sus fuerzas armadas y su equipamiento. Si la guerra era el objetivo final de la política hitleriana (yo no tengo duda de ello), no es tan importante dilucidarlo como comprender que por vuelta de 1938-39 el Tercer Reich estaba económicamente abocado a dos únicas opciones: reconducir su política económica (si realmente estaba a tiempo) y, con ello, renegar de sus aspiraciones políticas fundamentales, o rematar su catástrofe financiera con la guerra, es decir, mediante el uso de la fuerza y el terror, que eran los instrumentos tradicionales que venía empleando desde 1933 para conseguir sus objetivos políticos e ideológicos.

Yo no sé si algún día se podrá explicar “racionalmente” el Holocausto en términos históricos. Fue un crimen tan espantoso que escapa realmente a toda “comprensión”. Lo que está claro, al menos para mí, es que los genocidios nazis jamás podrían haber tenido lugar sin la guerra. Su explicación más sencilla es la culminación de un proceso de radicalización ideológica (racial) espoleado por las circunstancias (y necesidades) económicas cambiantes durante la guerra. Aunque yo añado otras consideraciones personales. Para mí, Hitler es el elemento central en el Holocausto. Es más, tengo la convicción Haffneriana de que Hitler, cuando comprendió que ya no podía ganar la guerra, en algún momento del otoño de 1941, decidió continuarla y alargarla lo máximo posible con el propósito fundamental de eliminar a los judíos europeos. Dada su mentalidad, es difícil (aunque lo pensó) imaginar un compromiso de Hitler con los soviéticos para poner fin a la guerra a finales de 1941. En la Unión Soviética, Hitler y sus compinches (Himmler y compañía) ya se habían enfangado de sangre criminal hasta el cuello, y firmar un armisticio sería poco menos que reconocer (ante los alemanes) el fracaso absoluto del nacionalsocialismo (derrotado o incapaz de derrotar a los “subhumanos” eslavos), y dar rienda suelta a la algarabía “judía” y la posibilidad de otro “noviembre de 1918”. Como no se cansó de repetir antes y durante la guerra, los judíos no iban a ser los que salieran de rositas del conflicto. Así que Hitler, incapaz de conseguir su objetivo político (ganar la guerra), decidió conseguir su objetivo ideológico (ganar la “guerra” contra los judíos). Y en ese proceso criminal in crescendo, tanto él como sus colaboradores más importantes en el Holocausto fueron quemando todos los puentes existentes para que no pudiera haber una marcha atrás. El judío tenía que pagar, con su explotación y erradicación total, el fracaso de la guerra y del nacionalsocialismo. No sólo eso. Para Hitler también tenían que pagar los alemanes. Que no volvería a haber un “noviembre de 1918”, una “puñalada por la espalda”, se encargó de conseguirlo Hitler mediante la destrucción total de Alemania, alargando la guerra hasta lo imposible, y entonces, ganados ya sus objetivos, se suicidó. Fue el más coherente, y cruel, de los nazis, a diferencia de Himmler, cuyo embobamiento mental le llevó a pensar por un tiempo que podía escapar a la responsabilidad de sus crímenes negociando de alguna forma con los aliados. ¡Menudo revolucionario!

PD: Ferran, me satisfacen sinceramente tu participación y aportaciones en el foro.

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Mensaje por raulvz » Dom Nov 29, 2009 1:11 pm

Ferran y Jose Luis, muy interesantes exposiciones, las he leido con mucho interes y detenimiento.
En cuanto a el argumento de Jose Luis refiriendose a que en algun momento del otoño de 1941 Hitler decidio alargar la guerra con el proposito de eliminar a los Judios, no lo tendria tan claro. Bien es cierto que pusieron en marcha la maquinaria de la muerte poco despues de ver que la guerra ya no estaba a su favor, y lo hicieron para llevarse por delante a todos los judios que pudieran en caso de que la guerra no pudiera ganarse, pero de ahi a que en aquella epoca pensase que no podria ganar la guerra... Hitler era un tipo inteligente pero no creo ni que pensara eso ni que estuviera tan claro que no podrian ganarla (quiza si como hipotesis posible aunque no creo que tuviera la certeza), si estaba quedando bastante claro que no la iban a ganar en el plazo esperado, pero creo firmemente que si pensaban poder ganarla en un futuro, mas aun cuando en aquella epoca los EE.UU. aun no habian entrado en la guerra. Pienso por todo ello que Hitler aun creia poder ganar la guerra (en gran medida debido mente fantasiosa), pero que por lo que pudiera pasar mando organizar toda la "maquinaria" para acabar con los judios Europeos, no creo que alargara la guerra deliberadamaente con ese proposito, al menos no por aquella epoca.

Un saludo.
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por Eckart » Dom Nov 29, 2009 4:09 pm

Puesto que aquí se han tocado diferentes temas que despiertan mucho interés y que son de una gran complejidad: la supuesta naturaleza revolucionaria del NSDAP, el problema de la “historización” (Historisierung, aquel término acuñado por el ínclito Martin Broszat) del nazismo, Hitler y el Holocausto, revolución social frente a reacción social, etc. Me permito recomendar a los foristas interesados un libro que ayuda a conocer la evolución de la historiografía para estos y otros puntos de la historia del nazismo. Muchos ya lo habréis leído, pero para quien no lo conozca será de gran ayuda y muy enriquecedor:

La Aemania Nazi. Problemas y perspectivas de interpretación, de Ian Kershaw. La última edición en español que me consta es la de Siglo veintiuno editores, Argentina, año 2004.

Un saludo.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
Ian Kershaw

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raulvz
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por raulvz » Dom Nov 29, 2009 4:29 pm

Gracias, me lo apunto.
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José Luis
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por José Luis » Lun Nov 30, 2009 9:10 pm

¡Hola a todos!

Rematadas ya las tres primeras partes del libro de Longerich y dejando sus bondades al margen, debo decir que, a mi juicio, el autor falla al no dotar su biografía del contexto (como mínimo político) nacional en el que se movió Himmler. Al lector profano en la materia le queda vedado el contexto histórico (político, social, cultural y económico) en el que se desarrolla la vida de Himmler, incluso el contexto histórico del NSDAP. Casi todo el trabajo de Longerich se centra en las actividades puramente profesionales de Himmler en la SS, cómo se crearon o desarrollaron sus organizaciones internas, las tramas de Hitler para controlar y ampliar el poder de su SS, su "cosmovisión" personal, etc., etc., pero falta el marco histórico-político general en el que suceden estas actividades, incluso el marco general del NSDAP. En otras palabras, Longerich crea con Himmler un micromundo dentro del mundo general de la República de Weimar, del que el lector se queda sin saber prácticamente nada.

No sé, quien haya leído, por ejemplo, el Hitler de Kershaw (o el de Bullock) sabrá a lo que me refiero. En mil páginas sobre Himmler, sobra, en mi opinión, el exceso de páginas dedicadas a las ideas extravagantes de Himmler, o la exagerada cantidad de leyes, cartas, dispocisiones, nombres de organizaciones, etc., y falta en cambio la tarea esencial de enmarcar a Himmler, su vida privada y pública, dentro del paisaje general alemán de la época. Longerich escribió una biografía demasiado burocrática y se olvidó de la historia.

Pocos lectores, salvo los aficionados y especialistas empedernidos, serán capaces de salvar sin un notable cansancio el escollo "burocrático" y "cita de diarios" que ha urdido Longerich en no poca parte de sus primeras 350 páginas. El personaje que nos transmite Longerich a lo largo de la mayor parte de estas páginas acaba pareciendo un personaje irreal, como sus ideas estrafalarias o su peculiar "cosmovisión". Uno siente que hay otro Himmler que se nos escapa. Al menos esa es mi impresión.

Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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David L
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por David L » Lun Nov 30, 2009 10:03 pm

Yo creo que el listón de Kershaw con su biografía sobre Hitler ha hecho que afrontemos las lecturas sobre las figuras de los otros grandes protagonistas del Tercer Reich, caso de Himmler, con más espíritu crítico. Ya no nos basta con saber los detalles de la vida privada y pública del biografiado, necesitamos también conocer ampliamente el contexto socio-político del momento, sin éste nos queda una biografía demasiado intimista, algo que puede estar bien para conocer muchos detalles de la vida del personaje, pero que nos aleja a su vez del conocimiento general del mismo.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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fermat
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'Heinrich Himmler. Biographie'. Peter Longerich

Mensaje por fermat » Mié Dic 16, 2009 8:28 am

En primer lugar diré que aún no he empezado a leer la nueva biografía de Himmler. Lo tengo en casa pero de momento tendrá que esperar. Por lo que decís el libro me parece bastante interesante, a pesar de que como habeis apuntado proporciona poca información del entorno político y social en el que se movió Himmler, haciendo más hincapié en el personaje en si mismo. A este respecto quisiera hacer un poco de abogado del Diablo y decir que a mi eso no me parece tan mal. Por supuesto entiendo que para alguien que se acerque al personaje "partiendo desde cero", el hecho de no situar a Himmler en su entorno hace que no se comprendan bien muchas cosas. Sin embargo, cuando ya se conoce, por anteriores lecturas, el ambiente político-social de la República de Weimar; es mejor ahorrarse la lectura de una serie de cuestiones que, por harto conocidas, podrían hacer la lectura del libro un tanto aburrida.
José Luis escribió:Pero los nazis, ¿qué revolución llevaron a cabo los nazis? Quizás Röhm y la SA pretendían una revolución tras la “toma del poder” de Hitler (aquella que llevara a la SA a la cúspide del poder militar, suplantando al Reichswehr), pero no hubo ninguna revolución. Los Júnkers siguieron siendo influyentes en el gremio agrícola, la industria pesada continuó en las mismas manos, las finanzas del estado y el Reichsbank en manos de financieros de Weimar (Schatch y compañía), el ejército continuó siendo liderado por los aristócratas y la nobleza........Mucho ruido y pocas nueces.
Estoy de acuerdo en que los nazis no hicieron una revolución a la manera en que generalmente se entiende (como la Revolución Francesa o la Revolución Rusa, por ejemplo). Cierto que la agricultura, la industria pesada y el Ejército siguieron en las mismas manos. Pero eso no significa, ni mucho menos, que Hitler fuera un simple títere en sus manos. Antes al contrario. A cambio de conservar sus posiciones de privilegio, todos esos sectores hubieron de plegarse a los deseos de Hitler; fabricaron las armas que éste necesitaba para su guerra, y llevaron a cabo las guerras de agresión que Hitler ordenó, sin rechistar. Mientras las cosas fueron bien, esto les supuso enormes beneficios; pero cuando se torcieron se dejaron arrastrar al abismo, incapaces de oponer la menor resistencia, y convirtiéndose en cómplices de los crímenes nazis. Para entonces, de su pasado poder e influencia quedaba más bien poco.
José Luis escribió:Por tanto, no cuenta tanto lo que hicieron los principales líderes del partido nazi cuando éste inició su andadura o, después, cuando empezó a ser una partido político de ámbito estatal, sino que lo importante es ¿qué llevó a estos futuros líderes a unirse a un partido político?. Y es en esta tesitura donde yo dije que Hitler y Himmler no fueron, en absoluto, revolucionarios al uso, sino que aprovecharon la revolución (que, no lo olvidemos, dio carta de naturaleza a su partido y a muchísimos otros) que otros habían iniciado. En otras palabras, el origen del debate, en lo que a mí concierne, se centra sobre la pregunta: ¿eran Hitler y Himmler (y otros futuros dirigentes nazis) revolucionarios que arribaron a un partido político determinado en aras de sus ideales, o eran individuos marginados (por diferentes circunstancias) que encontraron en un partido político determinado una tabla de salvación a su incapacidad (igualmente por diferentes circunstancias) de integrarse, a la manera común, en la sociedad? O si se quiere, ¿eran oportunistas o idealistas convencidos? Bien, yo ya me he expresado a favor del primer supuesto.
Creo que aqui se olvi una circunstancia primordial que determinó en buena medida lo que iba a pasar (al menos en el caso de Hitler), y esta es la derrota en la Primera Guerra Mundial. Uno de los principales objetivos de Hitler al entrar en política era precisamente vengar esa derrota. No fue solo una cuestión de oportunismo, o de ansias de medraje en lo personal. En su época en Viena era tan paria y margina como en Munich al acabar la guerra; sin embargo eso no le hizo entrar en política, a pesar se la admiración que sentía por los pangermanistas. Sin la derrota, lo más seguro es que tampoco hubiera entrado en política en Munich, y hubiera seguido siendo uno de tantos individuos desarraigados que se afanaban por sobrevivir.
José Luis escribió: Cuando acabó la guerra, sólo unos pocos idealistas seguían conservando sinceramente su espíritu de lucha. Había millares que también extrañaban el frente, pero la enorme mayoría lo sentían así porque, fuera de la guerra, no tenían futuro alguno o, en menor medida, porque no hallaban sentido alguno a su existencia. Unos y otros de estos millares, sin embargo, eran marginados ya antes del comienzo de la guerra, como Hitler.

Así que Longerich (y muchos otros historiadores) lleva a categoría (los que hicieron la guerra o los que la vivieron intensamente) lo que sólo es anécdota (los Freikorps de posguerra -donde se alistó la gran mayoría de esos “idealistas”- representaban cuantitativamente una parte minúscula de la población alemana).
No me parece tan anecdótica la militarización de la vida política y social de Alemania, durante la República de Weimar.
Tratar de cuantificarlo solo por el número de individuos que se alistaron en los Freikorps, es demasiado simplificador y
deja de lado una parte muy importante del asunto. Los Freikorps fueron una de las manifestaciones de dicho militarismo,
pero desde luego que no la única. Ahí están las grandes organizaciones paramilitares de los partidos de la derecha (Stahlhelm) y de la izquierda (Reichbanner); por no hablar de las más extremistas como las SA o los Rotfrontkämpfer (todas ellas con decenas de miles de miembros en sus filas).
Pero no es solo en la pertenencia a este tipo de organizaciones donde se manifiesta el militarismo. Se manifiesta también
en la posición de privilegio,asumida y aceptada por la sociedad, que el Ejército tuvo durante toda la República de Weimar
al igual que la había tenido en épocas anteriores. Así por ejemplo desde finales del siglo XIX los oficiales y suboficiales
que se licenciaban del Ejército tenían asegurado un puesto como funcionarios en la Administración del Estado.De manera que muchos carteros, ferroviarios, etc procedían de la Reichswehr; pero también, y esto es más importante, muchos maestros de escuela eran antiguos militares, con lo que la educación en las escuelas estaba fuertemente impregnada de militarismo y nacionalismo. Esto, que a veces se pasa por alto, creo que contribuyó a implantar un fuerte sentimiento militarista en la época.
José Luis escribió:Para Hitler también tenían que pagar los alemanes. Que no volvería a haber un “noviembre de 1918”, una “puñalada por la espalda”, se encargó de conseguirlo Hitler mediante la destrucción total de Alemania, alargando la guerra hasta lo imposible, y entonces, ganados ya sus objetivos, se suicidó. Fue el más coherente, y cruel, de los nazis, a diferencia de Himmler, cuyo embobamiento mental le llevó a pensar por un tiempo que podía escapar a la responsabilidad de sus crímenes negociando de alguna forma con los aliados. ¡Menudo revolucionario!
Estoy de acuerdo en que Hitler fue, a diferencia de otros líderes nazis, bastante coherente consigo mismo a la hora de
enfrentarse al fin del Tercer Reich. Tenía muy claro que no había futuro para él ni para el Partido, en la Alemania que
surgiría tras la derrota. Así que mientras que Himmler "alucinaba", imaginándose a si mismo negociando de igual a igual con Eisenhower, y se estrujaba el cerebro con cuestiones tan vitales como si debería saludar al general aliado estrechando su mano o con una leve inclinación de cabeza; Hitler trataba de asegurarse de no ser capturado con vida y de que su cadáver no cayese intacto en manos de los rusos; negándose a abandonar Berlín y a tratar de salvar su vida. Creo que en esto último también fue coherente. Porque en mi opinión Hitler fue; antes que nacionalista, antes que antisemita y antes que racista, un darwinista social. Creía firmemente que la vida consistía en la lucha de unos pueblos y de unos individuos contra otros, en permanente competencia por unos recursos escasos. Y el mejor de ellos, el más tenaz, el que poseía una voluntad más firme era el vencedor y a los demás no les quedaba más que someterse o desaparecer. Y además pensaba que esto era lo justo porque así estaba escrito en la naturaleza. Y yo creo, y esto es solo una opinión para la que no tengo la más mínima prueba, que en lo más recóndito de su cerebro, Hitler pensaba que lo mismo que esa despiadada concepción darwinista se aplicaba a individuos o razas, por lógica se debería aplicar también a líderes. Y por tanto él, que había demostrado ser el más débil en la lucha contra el otro gran líder rival (Stalin), y que había sido derrotado en dicha lucha debía desaparecer y dejar vía libre al vencedor en nombre de las sagradas leyes de la naturaleza.
Nunca se hace el mal tan plena y alegremente como cuando se hace por motivos de conciencia (B. Pascal)

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