Fue trazado con odio, pero pavimentado con indiferencia. Así se refiere Ian Kershaw al camino, a la serie de decisiones del gobierno de Hitler que condujeron al intento de exterminio de los judíos europeos a partir de 1941 y a la falta de denuncia pública cuando esta todavía era posible. Uno de los campos construidos a propósito para la Solución Final fue el de Treblinka, pequeña y silenciosa aldea polaca situada hoy cerca de la frontera con Bielorrusia. Allí se exterminó al menos a 780.863 ciudadanos judíos en algo más de un año (1). El arma mortal empleada era monóxido de carbono emitido por motores de combustión y canalizado hacia el interior de las cámaras. El campo estuvo en funcionamiento como industria de muerte entre julio de 1943 y octubre de 1944; a continuación fue desmantelado y la zona cubierta con vegetación. En agosto de 2013 visité el lugar donde estuvo emplazado el campo. Conduje hasta él desde Varsovia, ciudad de la que la mayoría de sus ciudadanos judíos murieron en Treblinka. Quise reproducir, en cierto modo y con las lógicas limitaciones, pues las carreteras hoy no siguen el trazado de la vía férrea de entonces, el camino que aquellas personas siguieron hasta la cámara de gas.
Tras la puerta en marcha de la Solución Final, en la capital polaca grupos de personas eran reunidas periódicamente en un punto de transferencia (Umschlagplatz) desde el que serían transportados en vagones de mercancías hacia la muerte sin parada previa. Frente al propio Umschlagplatz antepuse en esta fotografía un interesante párrafo de Timothy Snyder:
En ese lugar comenzó para decenas de miles de personas el camino a Treblinka.
Desde Varsovia, a Treblinka se llega atravesando bosques por carreteras casi solitarias. Por la carretera a Ostrów Maziowiecka y, tras un desvío, atravesando Brok, Malkinia Górna y a continuación cruzando hacia el sur el río Bug.
Casas de la aldea de Treblinka:
Tras cruzar la aldea de Treblinka y pasar por Poniatow, en la misma carretera -que sigue hacia Wólka Okrąglik-, aparece la primera señal de que se está cerca del campo de exterminio, junto a un pequeño camino que se adentra en el bosque:
Dentro del área que ocupaba Treblinka, diferentes motivos e indicaciones conducen hacia el corazón del campo:
El primer contacto directo con el lugar del exterminio es la reproducción del lugar que ocupaban las vías y el andén de descarga de seres humanos. Se encuentra en el mismo lugar que estuviera el auténtico:
Desde el andén se observa el espacio que ocupaba entre el bosque el área de exterminio: cámaras de gas, lugar de cremación de cuerpo y fosas:
Un monumento ocupa el espacio donde estuviera la cámara de gas principal, mientras que las fosas se identifican por monolitos que cubren su superficie. Estos llevan inscritos nombres de ciudades de procedencia de las víctimas:
El lugar de cremación de cuerpos está reproducido. Las víctimas eran carbonizadas en grande piras construidas con raíles de vía ferroviaria:
Esta senda discurre por el camino que las víctimas recorrieron desde los barracones de llegada hasta las cámaras de gas. Casi 800.000 personas hicieron este camino de ida. Caminé por él con una sensación difícil de describir. Me envolvió el espacio. El mismo espacio por el que ellos caminaron:
Esta senda talada entre los árboles del bosque es por la que circulaban los trenes hacia el campo. El tramo final de un viaje a un lugar desconocido y nunca desvelado. Muchos pensaban que se les llevaba a trabajar adonde días o meses antes habían llevado a sus familiares. Los nazis desmantelaron también las vías:
En cierto momento me salió el sol. Hoy lo veo como un símbolo que no vi entonces: el rayo de esperanza que tal vez muchos se negaron a perder pero que pronto fue sofocado:
En la entrada del campo hay un grupo de piedras, pequeñas lápidas y placas que recuerdan a algunos de los asesinados. Para mí fue realmente estremecedor verlas y leerlas:
Treblinka dispone de un pequeño museo en el que se exhiben utensilios y diferentes bienes de las víctimas, extraidos durante unas excavaciones arqueológicas realizadas a principios de 2012:
Una de las lápidas traídas de cementerios judíos que los nazis usaron para pavimentar los caminos del campo:
El lugar es solitario, no es turístico dada su localización en el bosque, alejado de las grandes ciudades. Eso es algo que tranquiliza y asegura una adecuada reflexión al visitante. Pues caminar sobre la tierra en que descansan -sus restos siguen allí- cientos de miles de seres humanos da que pensar. Para mí fue una experiencia única, purificadora. Niños, ancianos, hombres, mujeres. Sanos, enfermos, ciegos o sordos; arquitectos, carpinteros, maestros, estudiantes, abogados o panaderos. Sus vidas -que fueron únicas, individuales, como todas y cada una de las vidas- interrumpidas y reducidas a cenizas. Allí siguen. 780.863.
Un saludo.
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(1) SNYDER, Timothy. Tierras de Sangre. Europa entre Hitler y Stalin. Galaxia Gutenberg. Barcelona: 2011.
Todas las fotografía son propias del autor.
Tras la puerta en marcha de la Solución Final, en la capital polaca grupos de personas eran reunidas periódicamente en un punto de transferencia (Umschlagplatz) desde el que serían transportados en vagones de mercancías hacia la muerte sin parada previa. Frente al propio Umschlagplatz antepuse en esta fotografía un interesante párrafo de Timothy Snyder:
En ese lugar comenzó para decenas de miles de personas el camino a Treblinka.
Desde Varsovia, a Treblinka se llega atravesando bosques por carreteras casi solitarias. Por la carretera a Ostrów Maziowiecka y, tras un desvío, atravesando Brok, Malkinia Górna y a continuación cruzando hacia el sur el río Bug.
Casas de la aldea de Treblinka:
Tras cruzar la aldea de Treblinka y pasar por Poniatow, en la misma carretera -que sigue hacia Wólka Okrąglik-, aparece la primera señal de que se está cerca del campo de exterminio, junto a un pequeño camino que se adentra en el bosque:
Dentro del área que ocupaba Treblinka, diferentes motivos e indicaciones conducen hacia el corazón del campo:
El primer contacto directo con el lugar del exterminio es la reproducción del lugar que ocupaban las vías y el andén de descarga de seres humanos. Se encuentra en el mismo lugar que estuviera el auténtico:
Desde el andén se observa el espacio que ocupaba entre el bosque el área de exterminio: cámaras de gas, lugar de cremación de cuerpo y fosas:
Un monumento ocupa el espacio donde estuviera la cámara de gas principal, mientras que las fosas se identifican por monolitos que cubren su superficie. Estos llevan inscritos nombres de ciudades de procedencia de las víctimas:
El lugar de cremación de cuerpos está reproducido. Las víctimas eran carbonizadas en grande piras construidas con raíles de vía ferroviaria:
Esta senda discurre por el camino que las víctimas recorrieron desde los barracones de llegada hasta las cámaras de gas. Casi 800.000 personas hicieron este camino de ida. Caminé por él con una sensación difícil de describir. Me envolvió el espacio. El mismo espacio por el que ellos caminaron:
Esta senda talada entre los árboles del bosque es por la que circulaban los trenes hacia el campo. El tramo final de un viaje a un lugar desconocido y nunca desvelado. Muchos pensaban que se les llevaba a trabajar adonde días o meses antes habían llevado a sus familiares. Los nazis desmantelaron también las vías:
En cierto momento me salió el sol. Hoy lo veo como un símbolo que no vi entonces: el rayo de esperanza que tal vez muchos se negaron a perder pero que pronto fue sofocado:
En la entrada del campo hay un grupo de piedras, pequeñas lápidas y placas que recuerdan a algunos de los asesinados. Para mí fue realmente estremecedor verlas y leerlas:
Treblinka dispone de un pequeño museo en el que se exhiben utensilios y diferentes bienes de las víctimas, extraidos durante unas excavaciones arqueológicas realizadas a principios de 2012:
Una de las lápidas traídas de cementerios judíos que los nazis usaron para pavimentar los caminos del campo:
El lugar es solitario, no es turístico dada su localización en el bosque, alejado de las grandes ciudades. Eso es algo que tranquiliza y asegura una adecuada reflexión al visitante. Pues caminar sobre la tierra en que descansan -sus restos siguen allí- cientos de miles de seres humanos da que pensar. Para mí fue una experiencia única, purificadora. Niños, ancianos, hombres, mujeres. Sanos, enfermos, ciegos o sordos; arquitectos, carpinteros, maestros, estudiantes, abogados o panaderos. Sus vidas -que fueron únicas, individuales, como todas y cada una de las vidas- interrumpidas y reducidas a cenizas. Allí siguen. 780.863.
Un saludo.
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(1) SNYDER, Timothy. Tierras de Sangre. Europa entre Hitler y Stalin. Galaxia Gutenberg. Barcelona: 2011.
Todas las fotografía son propias del autor.