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Como recuerda el ayudante de Himmler, el SS-Obergruppenführer Karl Wolff, durante el viaje por carretera a Minsk, el Reichsführer quiso estar presente en alguna de las operaciones de exterminio, por lo que se dispuso todo para que la comitiva, en la que también estaba el SS-Obergruppenführer Erich von dem Bach-Zelewsky, pudiese asistir a un fusilamiento que iba a llevarse a cabo por el Einsatzgruppe B comandado por el SS-Gruppenführer Arthur Nebe y en el que se iba a disparar contra unas 100 personas, 98 hombre y 2 mujeres.
Wolff, también presente en el fusilamiento, recuerda cómo Himmler, justo antes de que diese inicio la matanza, se sorprendió por el aspecto ario de una de las víctimas -un joven de unos 20 años, rubio y con ojos azules-, por lo que se dirigió a él y le preguntó:
¿Es usted judío?
-Sí
¿Sus dos padres son también judíos?
-Sí
¿Tiene usted algún antepasado que no sea judío?
-No
Entonces, no puedo ayudarle
Himmler y Wolff conversan con un joven bielorruso, fuente http://www.zug-der-erinnerung.eu/Bilder ... -minsk.jpg
Wolff prosigue con su relato:
"Se excavó una gran zanja en la que el grupo de hombres y mujeres se iba introduciendo conforme al procedimiento de la lata de sardinas -Dose Ölsardinen- (las víctimas se colocaban en capas sucesivas, de modo que el primer grupo se situaba boca abajo hasta cubrir toda la extensión de la zanja; cuando esta primera fila había sido tiroteada, el segundo grupo de víctimas se colocaba sobre los cadáveres, también boca abajo, pero situando sus cabezas encima de los pies de los individuos de la capa inferior, y así sucesivamente hasta que todo el grupo era aniquilado). En ocasiones, cuando una o dos filas ya habían sido tiroteadas, los soldados tenían que trepar por encima de los cadáveres para rematar a algunos de los supervivientes que trataban de escapar arrastrándose hasta el borde de la zanja.
Hasta ese momento, Himmler nunca antes había visto matar a nadie, de ahí que sintiese mucha curiosidad por lo que estaba sucediendo y se colocase en el borde mismo de la zanja -una especie de agujero con forma triangular- para poder ver lo que ocurría en su interior.
Mientras Himmler contemplaba la operación, tuvo la mala suerte de que su abrigo se manchase con fragmentos de la masa cerebral de algunos de los individuos cuyas cabezas habían sido tiroteadas, e incluso algunos restos llegaron a salpicarle en la cara, lo que provocó que su rostro adquiriese un color verdoso y se pusiese pálido. En ese momento él no parecía enfermo, pero cuando se irguió para darse la vuelta, vi que empezaba a balancearse, por lo que rápidamente tuve que dar un salto para sujetarlo y mantenerlo en pie a la vez que lo alejaba de la zanja.
Después de finalizado el fusilamiento, Himmler hizo formar en semicírculo al escuadrón de soldados que había participado en la matanza y, colocándose encima de su automóvil de manera que todos pudieran oírle y verle con claridad, les lanzó un discurso. Les explicó cómo él acababa de presenciar con sus propios ojos cuán repulsiva (widerliche) era la tarea que tenían que llevar a cabo por el bien de Alemania en los territorios ocupados, y cómo si a él mismo le había resultado doloroso verlo como mero espectador, mucho más duro tenía que serlo para quienes, como los presentes, tenían que llevar a cabo materialmente esta clase de operaciones. Les dijo también que no había alternativa, que ellos tenían que ser inflexibles y mantenerse firmes. Él no podía relevarles ni ahorrarles este ingrato deber. En interés de Alemania, en interés del Reich de los Mil Años, y en el curso de esta brutal y decisiva guerra tras la toma del poder, ellos estaban obligados a cumplir con su deber por muy dura que fuese la misión. Himmler apeló a su patriotismo y a su espíritu de sacrificio, y terminó diciéndoles a los presentes que debían observar la naturaleza y comprobar cómo en todas partes había una lucha sin piedad, no sólo entre los hombres, sino también en el reino animal.
Tras el breve discurso, Himmler, Nebe, von dem Bach y Wolff se marcharon a inspeccionar un sanatorio psiquiátrico en Novinki, tras lo que Himmler le ordenó a Nebe que pusiese fin al sufrimiento de los pacientes tan pronto como fuera posible, al mismo tiempo que le pidió que se esmerase en idear métodos de muerte más humanos que los fusilamientos. Nebe no perdió el tiempo y en ese mismo instante le pidió autorización para matar con dinamita a los enfermos mentales que acababan de visitar.
Von dem Bach y Wolff protestaron contra este método alegando que los enfermos no podían ser tratados como cobayas, pero Himmler autorizó en el acto a Nebe a utilizar los explosivos.
Más adelante, Nebe reconoció ante el propio Von dem Bach que el experimento con los enfermos había dado un resultado desastroso.
Esta descripción de la participación de Himmler en los fusilamientos de Minsk ha pasado, con más o menos variantes, a casi todos los libros de especialistas en la materia.
Menor eco ha tenido, sin embargo, el relato que de estos mismos hechos realizó el SS Obergruppenführer Erich von dem Bach-Zelewsky, a la sazón Jefe Superior de las SS y de la Policía en la Rusia Central (Höherer SS- und Polizeiführer-Russland-Mitte) quien declaró como testigo en el proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén. Es interesante indicar que, como reflejan las propias actas de la Vista oral, Von dem Bach fue autorizado a prestar declaración teniendo a la vista su Diario:
Von dem Bach-Zelewski llegó a afirmar que, después de los fusilamientos realizados en Minsk, él mismo se quejó ante Himmler acerca de esta clase de matanzas, alegando que los hombres que participasen en ellas quedarían arruinados de por vida y que terminarían con los nervios destrozados o, sencillamente, acabarían convirtiéndose en bestias.Yo puedo recordar el fusilamiento de un grupo de unas 20 ó 30 personas. Puedo leer en mi Diario que este suceso debió tener lugar el 17 de agosto de 1941. Un oficial de las SS había sido tiroteado días antes al norte de Minsk. En consecuencia, un Comando del Einsatzgruppe B dirigido por Arthur Nebe arrestó a dos mujeres y a un grupo de varones, algunos de los cuales vestían uniforme, mientras que otros llevaban ropas de civil.
En mi opinión, todos ellos eran partisanos y, hasta donde yo recuerdo, el grupo también incluía judíos, 2 ó 3 de ellos.
Compruebo ahora en mi Diario que el oficial de las SS al que antes me referí fue el SS-Untersturmführer Krause, el cual fue asesinado el día 31 de julio de 1941.
El grupo de ciudadanos capturado por el Comando de Nebe fue llevado previamente ante un Consejo de Guerra que les impuso la pena de muerte. Ignoro quiénes fueron los componentes de ese Consejo de Guerra.
El mismo Himmler estuvo presente en los fusilamientos. El SS-Obergruppenführer Karl Wolff y yo también asistimos a la ejecución. Wolff había acompañado a Himmler desde Baranovichi hasta Minsk.
Himmler se puso muy pálido durante los fusilamientos. Pienso que el solo hecho de contemplarlos le puso enfermo. Las ejecuciones se llevaron a cabo con disparos de fusil.
Yo mismo protesté repetidamente ante Himmler por lo injustificado de estas ejecuciones.
Erich von dem Bach-Zelewsky
Aunque algunos historiadores no dan crédito a estas últimas palabras de Von dem Bach, es probable que algo de cierto haya en ellas, pues está documentado que, después de presenciar varias matanzas, Erich Von dem Bach enfermó hasta el punto de tener que ser hospitalizado. Himmler, preocupado por el estado de salud de uno de sus principales generales, le envió a su médico personal, el SS-Brigadeführer und Reichsarzt der SS Ernst-Robert Grawitz, el cual informó por escrito a Himmler de que Von dem Bach sufría intensamente cuando revivía las ejecuciones que él mismo había estado dirigiendo en el Este.
Erns-Robert Grawitz
Imágenes:
Archivo fotográfico de Walter Frentz y http://www.drk.de
Fuentes:
Raul Hilberg: Täter, Opfer, Zuschauer. Die Vernichtung der Juden 1933-1945.
Raul Hilberg: Die Quellen des Holocaust. Entschlüsseln und Interpretieren