"
Se encomienda al Reichsleiter Bouhler y al doctor en medicina Brandt la responsabilidad de ampliar la autoridad de ciertos médicos especificados de manera que, tras valoración crítica del estado de los considerados enfermos incurables, pueda otorgárseles una muerte misericordiosa"
(1).
Con este escrito daba Hitler luz verde de manera "oficial" –pero secreta- al programa que eliminaría de manera forzosa a decenas de miles de personas con deficiencias psíquicas y físicas y trastornos mentales. El balance final sería horrible.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la aparición de los estudios de Charles Darwin acerca del origen de las especies y su evolución, condujo a muchos estudiosos a proyectar algunos puntos de la teoría darvinista sobre los seres humanos de un modo muy peculiar. Aparecieron todo tipo de trabajos que pretendían demostrar leyes superiores, de la naturaleza, que determinaban una serie de diferencias cualitativas entre, por un lado, las razas humanas y, por otro, los individuos entre sí, así como justificar la división, el aislamiento y la exclusión racial en aras de conservar puros a los pueblos. En medio de toda esta vorágine racista y pseudo científica, apareció una teoría práctica conocida como eugenesia o higiene racial. Esta idea pretendía preservar la salud global de las sociedades esterilizando o eliminando a las personas enfermas incurables, cuya negación de una descendencia potencialmente enferma o desaparición directa haría aumentar la fortaleza y salud media del total de la población. Al evitar la posible descendencia enferma, con los años, como en un proceso de selección -no precisamente natural en este caso- la calidad del conjunto se vería mejorada sustancialmente. Otro más de los variados argumentos que exponían estos teóricos para afirmar sus ideas era el ahorro económico que suponía liberarse de las "personas inútiles" que tenían que ser alimentadas y que consumían recursos de todo tipo. Si bien a lo largo de la historia podemos encontrar ejemplos de una primitiva idea eugenésica en sociedades antiguas, esta nueva y verdadera eugenesia basada en estudios supuestamente científicos, con el valor añadido que le daba el asociarse a la ya citada teoría de Darwin y con la inestimable ayuda que le prestarían los nacionalismos que comenzaban a aflorar en Europa, tendría una repercusión mayor que la que tuviera nunca. Durante todo este proceso, Hitler no sería ajeno a este tipo de estudios.
"
Piense…en un campo de batalla cubierto con miles de jóvenes muertos…compare esto con un hospital, con su preocupación por sus internos. Uno se estremecerá profundamente por el estridente choque entre el sacrificio de la flor más excelente de la humanidad, en toda su medida, por un lado, y entre la meticuloso cuidado mostrado con las existencias que no son, en absoluto, valiosas, sino de valor negativo, por otro. Es imposible dudar que hay gente con vida para los cuales la muerte sería una liberación, y cuya muerte liberaría simultáneamente a la sociedad y el estado de llevar una carga que no sirve a propósito alguno"
(2).
Este párrafo, que perfectamente podría confundirse con algún otro del
Mein Kampf de Hitler, forma parte de un influyente texto publicado en 1920 por los alemanes Karl Binding (abogado) y Alfred Hoche (psiquiatra) que llevaba por título Permitiendo la destrucción de la vida sin valor. La similitud casi absoluta de estos argumentos con los que Hitler daría después en su libro y que con posterioridad repitió decenas de veces, prueban la importante influencia que la doctrina eugenésica tuvo en él.
La Alemania de la República de Weimar prohibía la esterilización en cualesquiera de sus formas, a pesar de que no faltaron los intentos de cambiar la legislación por parte de higienistas raciales y profesionales de la salud. Sólamente cuando las consecuencias de la crisis económica mundial de finales de los años 20 fueron más graves, en 1932, se entendió que la reducción del número de enfermos por transmisión genética aligeraría las cargas económicas del país y se aprobó una ley que regulaba la esterilización voluntaria. Esta fue la primera e importante losa del camino que meses más tarde acabaría de construir Hitler hacia la esterilización forzosa y, más adelante, al asesinato "legal". Durante el séptimo año de gobierno nacionalsocialista, en el verano de 1939, a medida que se acercaba la guerra planeada por Hitler, se aceleró la activación del que sería el programa de eutanasia, el cual venía gestándose desde meses atrás y se había cobrado ya sus primeras víctimas. Su nacimiento no es un hecho definido en el tiempo con total precisión ni responde a una directriz clara del gobierno en un momento determinado, pues parte de una serie de pasos previos y órdenes verbales secretas.
A Principios del año 1939, tuvo lugar el sorprendente caso de un padre de familia que escribió al propio Hitler pidiéndole que se acabara con la vida de uno de sus hijos, quien había nacido con graves deficiencias físicas, entre ellas, ceguera. El jefe de la cancillería del Führer, Philipp Bouhler, encargado entre otras cosas de seleccionar el correo de Hitler, le entregó la carta y este ordenó a su médico particular, el Dr. Karl Brandt, que estudiara el caso personalmente y que diera orden a los médicos que trataban al niño para acabar con su vida si el caso era realmente como relataba el padre en la carta. Así se hizo. Como consecuencia, Brandt recibió la orden de actuar del mismo modo si se producían casos similares. Durante este periodo de tiempo, el doctor Brandt propició reuniones entre médicos que estaban a favor de la eutanasia y acabó formándose una organización encubierta que trataría de lleno la cuestión, bajo el nombre de "Registro científico del Reich de dolencias congénitas y hereditarias graves" entre la primavera y el verano de 1939. Con la orden de Hitler y la organización oculta en funcionamiento, quedaba libre al camino para la ejecución de los crímenes, aunque muy difusamente, sin directrices ni planificación definidas y sin ninguna regulación legal que la respaldara. Una vez puesta en marcha la maquinaria, los casos de los niños que eran susceptibles de ser seleccionados para la muerte, eran examinados por tres médicos, que anotaban en un documento junto al nombre del enfermo un signo + de color rojo si no lo consideraban apto para la vida, o un signo – de color azul si consideraban lo contrario. Para la ejecución, era necesaria la unanimidad: la presencia de tres signos + condenaban al enfermo a muerte. Se estima que entre 5.000 y 8.000 niños fueron asesinados en esta etapa del proceso
(3).
En julio, Hitler dijo a algunos de sus hombres de confianza que estaba a favor de la eutanasia y encargó a Leonardo Conti, el jefe de la Federación Nacionalsocialista Alemana de Médicos (
Nationalsozialistische Deutsche Ärztebund - NSDÄB), que estudiara las posibilidades de desarrollar un plan de eutanasia. A Brandt no le gustó la posibilidad de que Conti fuera encargado tarde o temprano con dirigir el programa y se apresuró a presentar a Hitler un informe estadístico sobre los manicomios. Su rápido movimiento sirvió para que Hitler le ampliara verbalmente la orden que anteriormente le había dado respecto a la eutanasia infantil. A pesar de todo, como una orden verbal no era suficiente si se pretendía que los ejecutores del programa no encontraran problemas legales para matar, en algún momento del mes de octubre, Hitler dicta el escrito con el que iniciábamos este texto y ordena que sea fechado en 1 de septiembre, haciéndolo coincidir con la fecha del comienzo de la guerra. Aunque no sabemos cual fue el motivo exacto por el que decidió fechar su orden de ese modo, tal vez lo hiciera –no es más que una conjetura- para que si algún día tuviera que dar cuentas de ella, pudiera argumentarse que el objetivo del programa era dejar sitio en hospitales y clínicas para los heridos de guerra que inevitablemente habría. El secreto y misterio con el que se llevó todo el plan (ningún ministerio, ni siquiera el de Justicia, fue mínimamente informado del caso) muestran hasta que punto Hitler era consciente de lo ilegal de su idea y del rechazo que hubiera provocado en la población. Su orden nunca se transformó en ninguna ley o decreto.
El centro neurálgico de la organización, la oficina central desde donde se dirigía el programa, se encontraba en Berlín, en el número 4 de la calle Tiergarten, número y calle que propiciaron que el programa recibiera el nombre en clave de
Aktion T4 (Acción T4). Estuvo coordinado por Philip Bouhler, el Dr. Karl Brandt y el Dr. Herbert Linden, jefe de la Oficina de Raza y Herencia, del Departamento de Salud Nacional, en el Ministerio de Interior, y tendría como primer director médico al Dr. Werner Heyde. Para desarrollarlo se creó una serie de organismos especiales:
-"
Reichsarbeitsgemeinschaft Heil- und Pflegeanstalten" (RAG)
Enviaba formularios de registro a todos los sanatorios mentales, que los devolvían cumplimentados. La RAG los remitía a expertos médicos que decidían sobre la vida o la muerte de los pacientes. Su jefe fue el Dr. Gerhard Bohne.
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Gemeinnützige Krankentransport GmbH" (GEKRAT)
Organización para el transporte de los enfermos a su destino final. Su jefe fue Reinhard Vorberg.
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Gemeinnützige Stiftung für Anstaltspflege" (Stiftung)
Alquiló edificios o partes de ellos, convirtió habitaciones en lugares de exterminio, instaló equipamiento, seleccionó personal capacitado y administró asuntos económicos. Su jefe: Carl Schneider.
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Zentralverrechnungsstelle Heil- und Pflegeanstalten" (ZVST)
Oficina gestora central para cuestiones financieras importantes como la autofinanciación. Fue su jefe Gustav Adolf Kaufmann.
Los formularios individuales facilitados por la RAG a los sanatorios, debían de rellenarse con los datos de identidad de los pacientes y con las enfermedades que padecían. Se preguntaba por la esquizofrenia, la epilepsia, el retraso mental (que se graduaba en "débil, imbécil o idiota"), la sifilis, etc.
(4) Los informes eran devueltos con todos los datos a la RAG y se decidía quienes debían de ser ejecutados. Los enfermos que eran considerados adecuados para no seguir viviendo, eran transportados por la GEKRAT desde sus sanatorios hasta los centros de ejecución, en autobuses del servicio postal debidamente acondicionados con cristales ahumados para ocultar lo que transportaban.
Fueron varios los centros que se acondicionaron para practicar las ejecuciones, las cuales al principio se realizaban mediante inyecciones letales y, más tarde, en un adelanto de lo que sería su uso durante la Solución Final del "problema judío", mediante el gas, en cámaras, con monóxido de carbono. Seis son los centros más representativos:
Bernburg. Se instaló una cámara de gas en agosto de 1940 y el primer traslado tuvo lugar el 21 de noviembre. Unas 1.400 personas morían mensualmente en Bernburg. En total, fueron unos 9.000 mil los allí asesinados durante la
Aktion T4.
Brandeburgo. Funcionó entre febrero y octubre de 1940. Más de 9000 personas perdieron la vida.
Hartheim. En el castillo de Harteim, cerca de Linz (Austria), entre mayo de 1940 y septiembre de 1941 fueron asesinados cerca de 18.000 pacientes.
Grafeneck. Allí, entre enero y diciembre de 1940, murieron más de 10.000 pacientes provinentes de más de 40 sanatorios de Baden, Würtemberg, y Baviera.
Sonnenstein. Se trata de un castillo situado en la ciudad de Pirna. Desde junio hasta agosto de 1940 murieron en él más de 13.000 personas.
Hadamar. Entre enero y diciembre de 1941 funcionó allí el sexto centro de "eutanasia". Fueron asesinadas más de 11.000 personas, incluidos niños judíos de matrimonios mixtos que habían sido ubicados en centros de menores y 476 trabajadores forzados polacos y soviéticos enfermos de tuberculosis.
Los enfermos, tras su llegada a los centros, eran desvestidos, fotografiados y revisados por un médico, quien sobre la base de una lista de diagnósticos posibles, asignaba una causa de defunción acorde a la edad y al estado de salud de cada una de las personas. Una vez eran eliminados, se remitía una carta de condolencia a sus familiares en la que se les mentía acerca de la muerte de su familiar; esta se justificaba con enfermedades y dolencias de distinto tipo para cubrir la realidad. En una carta tipo que se enviaba desde Bernburg en agosto de 1941 a las familias, se explicaba que las fuertes medidas sanitarias que se aplicaban allí –supuesto centro de transición entre dos clínicas diferentes- obligaban a cremar el cadáver y a desinfectar sus efectos personales para evitar contagios de posibles bacilos. A continuación, se exponía que esos efectos personales quedaban a disposición del centro como compensación de los gastos de internamiento, ya que el gasto en tiempo y dinero que implicaba el envío de esos objetos –dañados inevitablemente durante el proceso de desinfección- era mayor que su valor. Finalmente, se daba a los familiares la posibilidad de enterrar las cenizas de su ser querido en un cementerio de su elección. El transporte de la urna era gratuito, no así su depósito. Si en el plazo de 15 días no se había recibido respuesta, se daba por entendido que se renunciaba a disponer de ello
(5).
Cuando Hitler canceló la
Aktion T4 en agosto de 1941 para proteger la imagen del régimen, después de que algunos sectores de la Iglesia denunciaran públicamente lo que estaba sucediendo y diversos rumores se propagaran entre la opinión pública, el número de vidas que se había cobrado la acción de eutanasia se situaba entre 70.000 y 90.000
(6). El programa tuvo una suerte de continuidad en algunos campos de concentración con la eliminación de personas no aptas para el trabajo, bajo el nombre de
Sonderbehandlung 14 f 13 (Tratamiento Especial 14 f 13), que no cesaría su actividad entre febrero de 1941 y 1945.
Notas:
(1) Ian Kershaw, Hitler 1936-1945, pag. 259. Ediciones Península, 2000.
(2) Citado en Mary V. Seeman, Psychiatry in the Nazi Era, Can J Psychiatry, Vol. 50, Nº 4, marzo de 2005.
(3) Ian Kershaw, Hitler 1936-1945, pag 265. Ediciones Península, 2000.
(4)
http://www.chgs.umn.edu/Histories__Narr" onclick="window.open(this.href);return false; ... age_2.html
(5)
http://www.holocaust-education.de/?site" onclick="window.open(this.href);return false; ... B018&lp=es
(6) Ian Kershaw, Hitler 1936-1945, pag. 267. Ediciones Península, 2000. Diversas fuentes dan cifras concretas del número de asesinados: Grafeneck, 9.839 ; Brandenburg, 9.772; Bernburg, 8.601; Hadamar, 10.072; Hartheim, 18.269; Sonnenstein, 13.720.
Fuentes:
Ian Kershaw, Hitler 1936-1945. Ediciones Península, 2000.
Mary V. Seeman, Psychiatry in the Nazi Era, Can J Psychiatry, Vol. 50, Nº 4, marzo de 2005.
http://www.chgs.umn.edu/Histories__Narr" onclick="window.open(this.href);return false; ... age_2.html
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