El efecto Munroe y los lanzacohetes

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Akeno
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El efecto Munroe y los lanzacohetes

Mensaje por Akeno » Dom Jun 01, 2008 4:14 am

Los cañones antitanque eran muy costosos (Alemania se encontró en grandes dificultades por la falta de tungsteno) y requerían de 3 a 12 artilleros cada uno, según el tamaño de los cañones, los cuales, ante un ataque imprevisto de carros, no siempre tenían tiempo para poder apuntar.

La solución definitiva nació a finales de 1887, cuando el ingeniero norteamericano Charles E. Munroe advirtió que al hacer explosión una carga de trilita adosada a un carril, dejaba estampadas en éste, e invertidas, las letras TNT (iniciales de trinitrotolueno), que llevaba impresas en la cara en contacto con el carril. Munroe observó que prácticando un hueco cónico en una cara de una carga explosiva, la detonación producía un dardo de fuego de 9.000 ºC de calor, que se concentraba en un solo punto y, por consiguiente, perforaba planchas de acero de mucho espesor siempre que se encontrasen a pocos centímetros.

En 1938, después de la crisis de Munich y del nacimiento de la Panzerwaffe, el agregado militar británico en Berna (Suiza) se hizo con un misterioso explosivo contracarro procedente de dos supuestos inventores suizos. Estos hombres -como pronto descubrieron los ingleses- habían desempolvado el "efecto Munroe", por lo cual no recibieron un centavo; entretanto, los técnicos del arsenal londinense de Woolwich aplicaron la carga hueca a la granada del tipo N. 68 para lanzar con fusil; pero para lograr impacto con esta arma era preciso dejar que el carro se acercara por lo menos a 30 m.

El ideal era un proyectil de poca velocidad (para dar tiempo al dardo de fuego a concentrarse a la distancia exacta antes de perforar la coraza), pero constante para conseguir el alcance y con un movimiento de rotación lento o casi nulo, para evitar dispersiones causadas por la fuerza centrífuga: en resumidas cuentas, un cohete.

Mientras tanto, en los Estados Unidos, Leslie Skinner, un oficial en servicio desde 1931 en el Ordnance Corps, continuaba inventando cohetes que nadie encargaba. Investigaba sobre una cabeza explosiva para aplicar a un cohete estabilizado por aletas y disparado mediante un simple tubo abierto por los dos extremos. Cuando uno de los dos suizos mencionados vendió la patente de la carga hueca a los Estados Unidos, país donde dicha carga hueca había nacido medio siglo antes, Skinner lo supo. En 1942 colocó una ojiva de carga hueca en uno de sus cohetes, utilizando un calibre de 60 mm. para el tubo lanzador. Nacía así un arma que sólo pesaba 6 kg. de 137 cm. de longitud y que disparaba un cohete de encencido eléctrico de 1.540 gramos, de los cuales 56 correspondían a propulsante y 227 a explosivo, con velocidad de 80 m./seg. y capaz de perforar 120 mm. de coraza a 150 m. con un ángulo de incidencia de 90º. El tirador lo apoyaba sobre el hombro empuñando el tubo con una mano y accionando el gatillo con la otra, después de que el tirador hubiese cerrado el contacto por detrás del cohete conectando los cables a una batería.

Las primeras cincuenta mil unidades, encargadas el 19 de mayo de 1942, fueron fabricadas por la General Electric en un mes. En noviembre, el lanzacohetes contracarro 119, como fue denominada la versión desmontable en dos partes de longitud casi igual, se estrenó en Túnez, donde contribuyó a salvar a los norteamericanos de los ataques del Afrika Korps por la retaguerdia. La nueva arma fue bautizada por los soldados con el nombre de bazooka, como el instrumento musical inventado por el cómico radiofónico Bob Burns, entonces de moda.

Seguiremos en otro momento con el Panzerfaust.

Saludos!

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