Un experto metereologico nipón, el doctor Fujiwara, buscaba en el verano de 1942 una forma efectiva de devolver a EEUU la afrenta de los aviones de Doolitle, que había significado algo más que una fortuita acción bélica contra el corazón de Japón. Fujiwara encontró la solución en el descubrimiento hecho por un colega suyo, el profesor Nakayama, dos lustros antes. En efecto, en 1932 y desde el observatorio de Takao (en la ocupada isla Formosa, hoy Taiwán) se había descubierto una corriente de aire que a gran altura iba desde el mismo Japón a las costas de Oeste de Canadá y EEUU., y que fue bautizada como “jet-stream”
El doctor Fujiwara propuso entonces utilizar ese fenómeno de la naturaleza para el bombardeo del continente americano por medio de globos transoceánicos. Este experto había observado varios veces la fuerza real de la “jet-stream”, dedicando parte de su tiempo también al estudio detallado de las condiciones climatologiítas del suelo metropolitano norteamericano en las cuatro estaciones del año. De esta forma elaboro un informe oficial, de lo que se podía leer como mas significativo “Durante el verano, en el periodo en que la “jet-stream” es mas débil, un globo necesitaría entre 7 y 10 días para atravesar el Pacifico. El porcentaje de los que alcanzaría su objetivo no seria superior al 20% de los globos lanzados. Durante el invierno, la travesía no duraría más de 2 o 3 días, y podría calcularse que un 60 o 70% de los globos alcanzaría el objetivo. La dificultad esta en que durante el invierno impediría la propagación de los incendios. Tanto en primavera como en otoño el lanzamiento es prácticamente imposible.
Ensayos previos
Entre los 10.00 y 11.500ms de altitud, los vientos dominantes atravesaban el Pacifico de Oeste a este, en una velocidad que siempre varia en la época de mayores turbulencias entre los 150 y 300Km/h. La cuestión que se planteaba a los técnicos nipones era aprovechar al máximo ese autentico “regalo” de la naturaleza, ya que, lógicamente, de ser puesta en marcha la operación suponía no perder ni una sola vida propia al tratarse de globos libres. Entre Tokio y San Francisco, la corriente pasaba al Norte de las Hawai y a unos 1.500Km de la costa de California ascendía hasta Canadá, penetrando de forma irregular poco a poco en tierra metropolitana de EEUU. La idea en si, por lo insólita que era, cayó casi como una bomba en el sorprendido Estado Mayor Imperial. No obstante, y aunque pudiera parecer hasta infantil, era la única que permitía un ataque masivo sin riesgos a las mayores reservas forestales del enemigo.
Sobre cálculos teóricos, se pensó que bastaría con situar un globo libre a la altura media precisa para que el mismo viento los trasladara por si solo desde el territorio nipón a la costa occidental estadounidense. Era preciso entonces que cada globo llevara cargas explosivas capaces de provocar daños apreciables en su caída, sobre todo en los inmensos bosques que el Hidroavión I-25 había atacado en un par de ocasiones. Aunque desde el punto de vista militar no se esperaban grandes resultados, era preciso mantener una campaña intensa y continua de bombardeo aerostatito para dar al pueblo norteamericano la sensación de estar siempre bajo el peligro de las bombas japonesas. Había que esperar que, dado la ley de posibilidades, algún artefacto provocara incluso incendios de mucha importancia o daños en una fábrica vital.
Tanto el ejercito de Tierra como la Armada se mostraron de acuerdo en lanzar globos a la inmensidad del océano Pacifico y ver que resultados prácticos se lograban. En noviembre de 1943 era efectuado el primero de los ensayos desde la base de Osawara, aunque nunca se logro descubrir el resultado de este intento previo. Cundía el desaliento entre los promotores de la idea, y hasta abril de 1944 no de realizo la segunda prueba. Para verificar la eficacia real del vuelo, un avión de gran autonomía siguió al nuevo globo en parte del recorrido, y, hasta ese limite, si fueron satisfactorias las pruebas del arma aerostática. El proyecto logro de esta forma el visto bueno del alto estado Mayor Imperial, dando al general Sueyoshi Kusaba plenos poderes. Este prestigioso militar se rodeo de un escogido equipo de científicos, técnicos industriales y expertos en explosivos.
Dos tipos de globos
Para hacer frente a los primeros gastos del proyecto, Kusaba recibió un presupuesto de 9 millones de yens (equivalentes a 2 millones de dólares de la época) además de ciertas prioridades en la industria de su país. Esa cantidad se quedaría pronto pequeña a medida que se elevaban los costos y que la investigación fue avanzando, hasta transformarse en la fabricación en serie y comenzar la acción operativa en masa. El general Kusaba se enfrento al problema técnico mas serio de la cuestión, cual era impedir que los globos pudieran sufrir perdidas de hidrogeno apreciables. El siguiente suponía que de una forma automática debían permanecer en vuelo entre 10.000 y 11.500 ms de altura. Para solucionar el primer obstáculo, la industria nipona comenzó a fabricar globos libres de 10m de diámetro (con un volumen de 18.000pies cúbicos en total) capaces de llevar 90Kg de lastre, un ingenioso mecanismo automático para mantener la altitud media deseada y un total de 50Kg de material agresivo. Suponía hasta cierto punto una revolución en el campo aerostatito, ya que en esos globos no se producía la más mínima fuga de gas.
La envoltura especial que los cubría se componía de una serie de capas de un papel de pergamino tratado con cola vegetal (Sucedió entonces que todo el hielo y las existencias de “Konnyaku” –un condimento gelatinoso utilizado para cocinar- desaparecieron del área metropolitana de Tokio. El segundo servia de cola para la envoltura de los globos, y el hielo era preciso para proceder a la fabricación de aquellos a -55º C, la temperatura mas extrema a soportar en el largo vuelo. Como, por otra parte, los globos debían ser muy sólidos, el general Kusaba dio orden de requisar todo el papel de buena calidad que fuera posible) elástico e impermeable, suficiente para no dejar pasar la menor cantidad de hidrogeno con que se debían inflar los globos. De este modo, eran capaces de aprovechar al máximo las excelencias del mecanismo automático. La solución al segundo problema técnico, antes apuntado, llego mediante este sistema, basado en soltar 3Kg cada vez que se descendía por debajo de la cota de 10.000ms, al dar la correspondiente alarma un aparato que diferenciaba las capas barométricas. Nada mas perder peso, el globo podía ascender a la apropiada capa atmosférica. En el caso inverso, esto es, si subía más allá de los 11.500ms, el mecanismo automático abría una válvula que dejaba escapar una pequeña cantidad de gas.
La distribución de material agresivo era la siguiente: tres bombas explosivas de 15Kg cada una y otra de 5Kg, de tipo incendiario. Según lo calculado por los técnicos japoneses, el sistema de bombardeo a utilizar se basaba en la necesidad de que cuando el lastre se acabara los globos debían estar ya sobre territorio continental de EEUU. De esta forma, la regulación estaba pensada calculando la velocidad media de desplazamiento del inmenso Pacifico. El Ejército inicio la fabricación de globos con el modelo A y la Armada con el B. Básicamente eran dos tipos iguales, ya que se diferenciaban solo en la forma de ser manufacturados. Un total de 9.000 globos fueron preparados por el Ejercito, y la otra arma tradicional desde siempre se quedo en la modestia cifra de 300 unidades, concediendo de hecho mucha menos importancia al proyecto que, dicho sea de paso, fue llevado con absoluto secreto por ambas parte.
Continuara...