Recordando Pearl Harbor: Yvonne Boucher L.
Publicado: Sab Nov 17, 2007 1:46 am
Recordad Pearl Harbor: Yvonne Boucher L.
Testimonio del ataque a Pearl Habor de Yvonne Boucher L. que en aquellos años contaba con once años
En la mañana del 7 de diciembre de 1941 yo estaba viviendo con mi madre, mi hermana y mi padrastro en una vivienda militar situada a las afueras de Pearl Harbor. Yo tenía once años y estos son mis recuerdos de los bombardeos y los días siguientes.
Esa mañana un ruido muy fuerte nos despertó a mi hermana y a mí. Cuando miramos por las ventanas para ver lo que estaba pasando, vimos cientos de escuadrillas aéreas. Aquí y allá se alzaban columnas de humo negro. Al igual que todos los demás, pensamos que se trataba de un ejercicio que los soldados norteamericanos llevan a cabo sobre el terreno de Hickam justo al otro lado de la carretera. Escuchamos el teléfono y la voz de nuestra madre, aunque no prestamos atención, a la conversación, nada mas colgar ella corrió al piso de arriba, donde nos encontrábamos para decirnos que nuestro padrastro había llamado desde la base para avisarlas de que los japoneses estaban bombardeando Pearl Harbor. La mayor parte de nuestros vecinos se encontraban fuera de sus casas observando el espectáculo aéreo. Cuando mi madre salió corriendo y les dijo que estaban siendo bombardeos, algunas de las mujeres comenzaron a gritar y todo el mundo envió a sus hijos dentro de sus hogares. Todos los hombres que en aquel momento se encontraban en casa corrieron en dirección a la base y sus lugares de destino.
No sabíamos aún que nuestros aviones ya habían sido destruidos sin tan siquiera despegar, pensamos que llegaría pronto una flota de aviones de los nuestros para hacerle frente a la japonesa. Mi madre y nuestros vecinos, la señora Anderson y la Sra Pipes, tenían miedo de que con el fin de escapar, los japoneses lanzarían el resto de sus bombas en cualquier lugar, las viviendas serían el objetivo más cercano. Todo el mundo tenía prisa por vestirse y ponerse a salvo. Mi madre tenía sus pertenencias personales en el bolso negro que utilizó la noche anterior, al no coincidir con los zapatos que llevaba aquel día, tuvimos que esperar a que cambiara todas sus cosas a un bolso que si hiciera juego mientras todos esperaban con impaciencia a mi madre. Nos montamos en el coche de un amigo rumbo a su casa más que se encontraba un poco más alejada., sobrevoló en el trayecto un avión japonés afortunadamente el piloto pudo ver que se trataba de mujeres y niños, el piloto sonrió y nos dejó en paz. El ruido, el humo, las mujeres llorando, los hombres corriendo de acá para allá fueron momentos muy emocionantes para una niña de once años. Al fin llegamos a la casa en el monte de nuestro amigo. En el camino vimos los tejados cubiertos con personas viendo el ataque incapaces de asumir lo que estaban presenciando sus ojos.
Cuando llegamos a la casa de nuestro amigo su mujer se sentó y guardo silencio. El estado de ánimo era sombrío. La radio se mantuvo encendida en todo momento a pesar de que no recibimos ninguna noticia incluso nosotros los niños guardamos silencio a la espera de que la radio nos diera noticias de la situación.
Solo el almuerzo y la cena nos distrajeron de la eterna escucha de una radio que no nos daba noticia alguna. Por la noche el locutor de radio lanzó el mensaje de que todo el mundo debía llenar su bañera de agua para disponer de agua limpia ante el temor de que el suministro de agua pudiera ser envenenado. Una de las señoras que se encontraba en la casa llenó la bañera de acuerdo con las instrucciones. La gravedad de nuestra situación llego a su culmén cuando por fin empezaron a llegar noticias. La censura, aún no había sido impuesta, y uno de las noticias de Winchell informaba de algo que más tarde sería la información clasificada. Comenzó a leer los nombres de todos los buques hundidos en el ataque. Cuando llegó al West Virginia se escuchó el grito de la Señora Pipes. Su marido estaba en el West Virginia. Ella empezó a llorar mientras las otras mujeres trataban de consolarla. Antes de irse a dormir, mi madre puso un cuchillo de carnicero debajo de su almohada. Yo pensé que ella planeaba atacar y matar a cualquier japonés que se nos acercara. No fue hasta años más tarde cuando me contó que estaba dispuesta a acabar con la vida de mi hermana y mía si los japoneses desembarcaban, ella se encontraba muy asustada debido a las historias que había leído acerca de la conducta de los japoneses en Nanking.
Dos días después llegó mi padrastro ataviado con su uniforme y su arma, cargada al hombro y un cinturón de municiones, parecía un extraño. Él fue el primero de los maridos en reaparecer, y fue rodeado por las madres y esposas que entre lloros le pedían noticias de sus seres queridos.
Fuente: http://www.ww2pacific.com/yvonne.html