El infierno y sus conclusiones
En la inmensa tela de araña en que se convirtió Iwo Jima la lucha transcurrió siempre en los mismos términos, pequeñas unidades conseguían pequeños avances a costa de grandes perdidas, y en ocasiones posiciones ganadas volvían a perderse en cuestión de horas, en otras ocasiones los marines sobrepasaban posiciones cuidadosamente camufladas que no descubrirían hasta no recibir fuego a sus espadas. La táctica más habitual usada por los marines fue extremadamente lenta y laboriosa pero también implacable. Tras una intensa preparación artillera, los marines avanzaban provocando fuerte respuesta por parte del enemigo, los bulldozers blindados avanzaban a su vez, con cobertura de tanques y armas ligeras, abriendo un camino hasta colocar las posiciones enemigas dentro del alcance de los lanzallamas o tanques lanzallamas que se encargaban de neutralizar las posiciones, detrás venía la infanteria y los equipos de demolición que se encargaban de destruir completamente las cuevas, fortines o bunkers, para asegurarse de que no pudiesen ser utilizados de nuevo. Cualquier intento de saltarse uno de los pasos acababa por lo general en desastre, los japoneses se infiltraban y reocupaban por la noche las defensas que no habían sido debidamente neutralizadas.
Fortín tras fortín, y cueva tras cueva, los japoneses tuvieron que ser expulsados de cada palmo de terreno. Un arma probó ser la más eficaz en estas condiciones: los 8 shermans modificados para llevar lanzallamas tipo Ronson, también conocidos como "Tanques Zippo". Podían lanzar un chorro de fuego con un alcance efectivo de 100 yardas con una duración de hasta 150 segundos; con el objetivo de engañar a los japoneses el lanzallamas montado era una replica exacta del cañon de 75 mm. A pesar del empeño que pusieron los japoneses en neutralizarlos todos ellos se mantuvieron operativos hasta el final de la campaña. En los últimos momentos de lucha, cuando la 5ª División acorraló a los últimos defensores japoneses en el desfiladero, al que pronto llamaron "Death Valley", (el valle de la muerte), el 5º Batallón de tanques que tenía 4 de ellos hizo un consumo de napalm a razón de 10.000 galones por día. El informe de acción final de la división decía que este fue "el arma que causó que los japoneses dejaran sus cuevas y hendiduras y corrieran."
Tanque lanzallamas en acción.
Bulldozer trabajando entre los vapores sulfurosos.
Hasta el día 24 no se consiguió llegar a la linea O-1 y aunque en algunos partes se había rebasado, en el centro había problemas (ver mapa), los norteamericanos habían perdido para entonces 32 tanques y 7.758 soldados y oficiales en el empeño; lo peor es que los japoneses pese a los avances conseguidos no mostraban señales de agotamiento; debido a que el enemigo era invisible la mayor parte del tiempo, los norteamericanos estaban imposibilitados de saber cuanto daño real le habían infligido, o cuan cerca se hallaban de conseguir un objetivo, la carga sicológica que ello implicaba era tremenda, acentuada por la clase de enemigo que tenían delante y por una ofensiva tan prolongada en un terreno tan desfavorable. Más de 2.600 soldados y oficiales sufrirían fatiga de combate durante la campaña, pero en realidad se puede decir que la práctica totalidad de combatientes la sufría en algún grado.
Linea de avance hasta D+5.
Debido a que las 4ª y 5ª divisiones se encontraban ya seriamente desgastadas, (la eficiencia de combate en ambas divisiones rondaba el 60%), para el 25 de febrero el general Schmidt decidió comprometer a la totalidad de la 3ª división para acometer las principales defensas del centro de la isla, su 21º Rgto ya estaba apoyando a la 4º división desde el 21 de febrero, sin embargo su artilleria no acabó de desembarcar hasta el 1 de marzo porque las previsiones habían sido usarla escalonadamente. Tendría ocasión de vivir su via crucis particular en el camino entre el aeródromo número 2 y el número 3; hasta el 10 de marzo las bajas de la división ascenderían a 3.563.
En su lenta progresión por la derecha, la 4ª división se enfrentó con un complejo de temibles puestos defensivos, fuertemente fortificados situados al este del aeródromo número dos, que pronto fueron conocidos por los norteamericanos con el apropiado nombre de "Meat grinder" (la trituradora). Estaban defendidos por la 2ª brigada mixta del general Senda y elementos del 26º Rgto de tanques del Barón Nishi. La componían la cota 382, que era el punto más alto de la isla después del Suribachi, el Turkey Knob y The Amphitheater, no serían completamente superadas hasta el 15 de marzo y serían el escenario de algunas de las acciones más sangrientas de los 36 días de lucha, las bajas de la división durante lo más duro de estos combates entre el 25 de febrero y el 10 de marzo fueron de 4.075 soldados y oficiales, su eficiencia de combate llegó a caer en algunos momentos por debajo del 40%.
La 5ª división por su parte tendría su particular sangría en su avance por la izquierda y perdería la mayor parte de sus veteranos líderes atacando el cerro Nishi y las colinas 362-A y 362-B, sus bajas entre el 25 de febrero y el 10 de marzo contabilizaban 4.292 y aún tendrían que combatir en "Death Valley".
Avanzando hacía la colina 362 A.
Ocasionalmente Kuribayashi autorizó contraataques con objeto de recuperar terreno o para afectar los preparativos norteamericanos. Éstos no eran suicidas o de sacrificio. La mayoría fueron precedidos de preparación artillera y apuntó hacia objetivos limitados. La determinación y voluntad de hierro de Kuribayashi retuvo a sus soldados de los ataques suicidas a gran escala hasta el último día. Una excepción notable ocurrió la noche del 8 marzo cuando el capitán Inouye dirigió una carga banzai que implicó a 800 japoneses contra la zona de unión entre los 23º y 24º Rgtos, en la larga melee que prosiguió todos los japoneses fueron exterminados y 347 bajas aumentaron la cuenta de los marines.
El 16 de marzo, el almirante Nimitz declaró Iwo Jima segura; la realidad la definió uno de los marines con las siguientes palabras: "Que venga aquí y verá como nos están jodiendo vivos". El mismo día Kuribayashi transmitió un mensaje a Tokio: "La batalla se aproxima a su fin. Desde que el enemigo desembarcó, incluso los dioses lloran ante la bravura de los soldados y oficiales que sirven a mis ordenes". Al día siguiente el primer ministro japones anunció a su pueblo que Kuribayashi había sido derrotado. Pero lo cierto es que en Iwo Jima todavía se luchaba, moría y mataba para mayor gloria del emperador.
Encerrado en "Death Valley", cerca de punta Kitano, en una pequeña bolsa cada vez más reducida, Kuribayashi transmitió a Japón su último mensaje el 23 de marzo: "Aún resistimos. Quedan 400 hombres a mi mando. Nos atacan con tanques. El enemigo quiere convencernos para que nos rindamos. Lo repiten continuamente con sus altavoces, pero mis soldados y oficiales se burlan y no les prestan atención". Su cuerpo nunca sería encontrado y circulan diferentes versiones sobre su muerte, tampoco los cuerpos del general Senda y el Barón Nishi se encontrarían nunca.
Cuando los norteamericanos pensaban que el enemigo había sido definitivamente neutralizado, recibieron un último e inesperado ataque japonés el 26 marzo de 1945, cuando entre 200 y 300 soldados y oficiales japoneses, en la oscuridad y armados en gran parte con armamento norteamericano sembraron la confusión, el caos y la muerte entre el 5º bn de ingenieros, personal de la fuerza aérea y personal de construcción naval; se dice que el ataque fue comandado personalmente por el general Kuribayashi, la eficiencia con la que fue llevado a cabo dio alguna verosimilitud a este rumor y las 40 espadas reunidas en el campo de batalla después de la acción muestran que un alto porcentaje de oficiales y suboficiales participaron en él, los norteamericanos sufrieron 172 bajas. Ese día acabó oficialmente la campaña en Iwo Jima, las bajas norteamericanas en el V cuerpo de marines (3ª, 4ª y 5ª divisiones) ascendían a 25.851, si se suman las bajas correspondientes a todas las armas que actuaron sobre la isla, el total asciende a 28.686, de ellas 6.821 mortales o desaparecidos en combate; en cuanto a las bajas japonesas no se conoce el número exacto, si se sabe que el número de prisioneros hecho hasta la fecha eran 256, la mayor parte trabajadores coreanos.
La estadística global de bajas quizá no sea capaz de mostrar en su justa medida lo cerca que estuvieron las unidades de asalto de una completa aniquilación, esto queda mejor reflejado en las bajas de la unidades más pequeñas, por ejemplo: La compañía G del 2/24 bn llegó a Iwo Jima con 347 soldados y oficiales incluidos reemplazos, cuando abandonaron la isla solo quedaban 35; la compañía E del 2/28 bn que había desplegado la bandera en el Suribachi llegó con 310 soldados y oficiales incluidos reemplazos, cuando reembarcaron solo lo hicieron 50; no eran las peor paradas, cada regimiento, cada batallón, cada compañía ofrecían cifras similares.
Otra muestra de la dureza de los combates la da el hecho de que de los 24 comandantes de batallón que desembarcaron con las 3 divisiones, 17 habían resultado muertos o heridos para el 26 de marzo y que la condecoración más alta de los norteamericanos la Medalla de Honor del Congreso fue concedida a 27 infantes de marina y miembros de la armada durante los 36 días de lucha, un record aun no igualado desde entonces, 13 de ellas lo fueron a titulo póstumo. Nimitz no se equivocaba al afirmar que: "Entre los americanos que sirvieron sobre la isla de Iwo el valor poco común era una virtud común". En justicia la misma frase puede ser aplicada para los japoneses.
La marina norteamericana había gastado un 30 por ciento más de munición en Iwo Jima que en Saipan, pese a que esta última era casi 10 veces superior en tamaño. En total, y contando únicamente los proyectiles superiores a 40 mm, había descargado sobre la isla 14.250 toneladas de explosivos, ¡casi 2.000 toneladas por cada milla cuadrada!. También la aviación también estuvo presente de manera muy activa, en los 25 primeros días de operaciones había arrojado 1.315 toneladas de bombas, 12.148 cohetes y 456 bombas de napalm contra los defensores o más bien contra sus fortificaciones.
Realmente la lucha de manera esporádica aun continuaría durante varios meses, a primeros de abril un grupo de unos 200 japoneses intentaron el ataque a un puesto de mando cerca de East Boat Basin, antes de ser neutralizados lograron volar 6.000 cajas de dinamita que estremecieron la isla y causaron más bajas norteamericanas; hasta el 11 Junio de 1945 un total de 867 japoneses fueron capturados y 1.602 murieron a manos de la guarnición americana en Iwo Jima. En 1949 aún se entregarían los dos últimos defensores.
El uso de morteros por parte de Kuribayashi fue excepcionalmente diestro y eficaz. Fueron los responsables del mayor numero de bajas entre los marines; al igual que con los lanzacohetes, los japoneses escondieron sus morteros hábilmente, emplazándolos sobre las inclinaciones contrarias de las laderas o moviendolos fuera de las grutas para disparar, y volviendo rápidamente a colocarlos bajo refugio. Afortunadamente para los norteamericanos, en la parte final de la campaña, los japoneses sufrieron gran escasez de munición de mortero, esto restringió su elección de blancos a armas, vehículos, y grandes grupos de personal. Otra grave carencia que tuvieron que soportar y que probablemente influyó de forma notable en la parte final de la contienda, fue la escasez de agua.
Los norteamericanos consideraron a Kuribayashi como el enemigo más astuto a quien tuvieron que hacer frente, el general Holland Smith diría: "De todos nuestros adversarios en el Pacífico, Kuribayashi fue el más temible"; más expresivo se mostró un marine al decir: "Esperemos que los Japos no tengan más como él". El único error táctico de Kuribayashi y que probablemente le privó de exterminar a los marines en las playas se cometió el día 17 de febrero cuando los japoneses abrieron fuego contra los buques que se acercaron a la costa, sin embargo no esta claro que esta acción fuese autorizada por él desde un principio, en realidad tal acción iba contra sus propias ordenes; lo que si es seguro es que la defensa del general Kuribayashi era simple, y esta misma sencillez fue la que la hizo tan eficaz.
No cabe duda de que Kuribayashi consiguió su objetivo; Tarawa ya había conmocionado a los norteamericanos y despertado críticas entre la prensa, la diferencia es que en Iwo Jima aún se combatía cuando esto sucedió, los primeros 4 días equivalían a los 5 meses en Guadalcanal, incluso algunos marines recibieron recortes de prensa de lo que sucedía en su país mientras aún se luchaba. Roosevelt consiguió capear parte del temporal gracias al uso de la imagen de la bandera sobre el Suribachi, y la declaración de Nimitz el 16 de marzo declarando Iwo Jima zona segura respondía a la necesidad de aplacar en parte a la opinión pública. Una pregunta martilleaba ahora a los líderes norteamericanos, si para tomar un pequeño islote de menos de 21 km² se habían necesitado 72 días de bombardeos aéreos ininterrumpidos, 3 días de bombardeo naval y 36 días del combate más duro en que los marines se vieran envueltos nunca, ¿Que se necesitaría para asaltar las islas más grandes?, y sobre todo, ¿Estaba el pueblo norteamericano dispuesto a pagar el precio?
Como compensación al desmesurado esfuerzo, el 4 de marzo, mucho antes de que la lucha en Iwo Jima terminase, el primer B 29 averiado aterrizó en la isla, hasta el final de la guerra otros 2.251 seguirían su camino, muchos de sus casi 25.000 tripulantes salvaron así sus vidas.
En conjunto para el ejército norteamericano la campaña más complicada en el Pacífico estaba por venir y sería la de Okinawa, sin embargo sería únicamente en Iwo Jima donde sufrirían más bajas que los japoneses, para la infanteria naval norteamericana esta constituyó su lucha más amarga, y en su pensamiento Iwo Jima sigue siendo considerada hasta hoy día como su "Test Supremo".
Bibliografía usada:
"Iwo Jima seis hombre y una bandera" James Bradley con Ron Powers Ed. Planeta agostini 2006
"La guerra que había que ganar" Williamson Murray y Allan R. Millet Ed. Crítica 2005
"Iwo Jima: Amphibious Epic" by Lt. Col. Whitman S. Bartley Historical Section, Division of Public Information Headquarters, U.S. Marine Corps 1954
"History of U.S. Marine Corps Operations in World War II, Volume IV: Western Pacific Operations, Part VI: Iwo Jima" by George W. Garand and Truman R. Strobridge, Historical Branch, G-3 Division, Headquarters, U.S. Marine Corps 1971
"Marines in the Seizure of Iwo Jima" by Colonel Joseph H. Alexander, U.S. Marine Corps (Ret.)
"Coral and Brass", Gen. Holland M. Smith and Percy Finch
"The Chemical Warfare Service: Chemicals in Combat" by Brooks E. Kleber and Dale Birdsell
Los titulos en inglés están disponibles aquí:
http://www.ibiblio.org/hyperwar/USMC/