- “Cuando uno examina de cerca las decisiones tomadas en Tokio en 1941, lo que encuentra no es un impulso irreflexivo hacia el suicidio nacional, sino un debate prolongado y agónico entre dos alternativas repugnantes”
Scott D. Sagan *
¡Hola!
He añadido un par de ítems a la cronología (la orden de Roosevelt en junio de 1940 a la Flota del Pacífico de permanecer en Hawai, y el anuncio por parte de Matsuoka en agosto de 1940 del concepto de “Esfera de Co-Prosperidad en el Gran Este Asiático”) y ampliado otro (que la congelación de capital japonés por parte de Estados Unidos fue imitada por Gran Bretaña, Canadá y Holanda).
Estos meses de lectura me han permitido despejar muchas de las dudas que en su día movieron mi interés a este tema pero han generado otras nuevas, y sobre todo ganas de intercambiar puntos de vista y contrastar información y argumentos con los de otros foristas, y es por este motivo que quiero dar a estas conclusiones ahora un carácter provisional, y que sea el debate el que les de o quite robustez, o añada otras distintas.
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Conclusiones provisionales
Causas remotas
Se mencionaron en su mayor parte al final del hilo anterior al tratar de las causas de inestabilidad. Japón persiguió, como solución al problema de su vulnerabilidad y mediante una agresiva política de expansión, la consecución de una autarquía económica. Influyó en la elección de este objetivo:
-la pérdida de confianza en el sistema económico internacional por la crisis de 1929
-el auge del nacionalismo
-la pérdida de influencia de elementos moderados y pro-occidentales por la intimidación violenta e impune a que se vieron sometidos por parte de la derecha política, donde jugó un papel también el malestar por la legislación inmigratoria antijaponesa de Estados Unidos
-la fuerte influencia de los militares en la política japonesa a partir de mediados de los 30.
En este último aspecto resulta interesante la reflexión de Liberman sobre la forma en que el militarismo influye en la administración del estado: en un área que cae fuera de su campo de responsabilidad profesional principal, los militares tenderían a ser más pesimistas sobre las consecuencias económicas de las barreras al comercio en tiempos de paz, sobrevalorarían las probabilidades de ocurrencia de una guerra y la necesidad de asegurar la posición estratégica, y darían un peso desproporcionado a las lecciones de la guerra anterior. Así, los militares japoneses y políticos con un fuerte sesgo militarista, tras establecer la analogía con una Alemania dependiente también y derrotada en la PGM por el bloqueo, pronosticaron que la próxima sería una guerra total y que Japón necesitaba expandirse y disponer de una zona económica que lo hiciera autosuficiente.
El término “aislacionismo” puede llevar a confusión sobre el papel que Estados Unidos jugó en la escena internacional en el período de entreguerras. La opinión pública, el Congreso, el partido republicano y parte del demócrata querían mantener la neutralidad del país, y sobre todo evitar que sus soldados combatieran en los campos de batalla extranjeros, pero el gobierno no dejó de intervenir en los asuntos internacionales por otros medios desde los años 20. Estos eran la presión financiera o el embargo comercial impuesto a estados que se apartaban de la conducta que Washington consideraba correcta, y el apoyo material a los países con los que estos estaban en guerra. El embargo de productos esenciales se llama guerra económica y comprende también la compra preventiva de esos productos para privar de ellos al estado con el que se libra. Así, en respuesta a la política expansionista de Japón, Estados Unidos lo sometió a un estrangulamiento económico progresivo a partir de mediados de 1939 cuando anunció la derogación del Tratado Comercial y de Navegación de 1911, que comenzó incluso antes, de forma encubierta, cuando Hull persuadió a los fabricantes de aviones para reducir sus exportaciones a Japón. Además, había sorteado su legislación de neutralidad y enviaba ayuda material al ejército nacionalista de Chiang Kai-shek que, con los comunistas de Mao, resistía la invasión japonesa.
Causas cercanas
La ocupación japonesa de Indochina sur y la imposición por parte de Estados Unidos de un embargo de petróleo a Japón, a finales de julio de 1941, fueron los detonantes de la guerra del Pacífico. Quizá el envío de cinco divisiones japonesas a Indochina, esos días, truncó la última posibilidad de un acuerdo provisional.
Errores
El error básico japonés fue que su proyecto de conquista de un área autosuficiente no tuvo en cuenta la oposición internacional y china, ni sus propias limitaciones en capacidad económica y militar.
Otro error fundamental fue la creencia generalizada en la inevitabilidad de la guerra con Estados Unidos. Entiendo que en unos juegos de guerra sobre mapa, como los que efectuó en 1940, se operase con esta contingencia, pero no que se considere un resultado de los mismos, pues el pronóstico sobre las intenciones de otro país dependen básicamente del trabajo e interpretación de la inteligencia militar. Como origen de esta creencia errónea me remito al comentario anterior sobre la influencia del sesgo militarista en la estimación de la probabilidad de una guerra.
Japón carecía de una visión estratégica coherente sobre cómo acabar la guerra con Estados Unidos. La ventaja táctica de asestar un golpe a la Flota del Pacífico en Hawai tenía un coste político que imposibilitaba alcanzar un eventual acuerdo posterior en términos aceptables. Japón carecía de medios para levantar un perímetro de seguridad alrededor de sus conquistas, tenía una capacidad insuficiente para transportar y defender las materias primas y petróleo del sur, y la suposición de unos Estados Unidos horrorizados por las bajas estaba fundamentada en apreciaciones superficiales del carácter de ese país. Si Estados Unidos, en cambio, hubiese intervenido sin mediar provocación, habría visto debilitada su posición por un público dividido respecto a una declaración de guerra y que no habría admitido la cifra de bajas que la Guerra del Pacífico al final costó, y ahí Japón hubiese tenido, a cambio de una menor garantía táctica, unas opciones razonables para un acuerdo político que pusiera fin a la guerra.
No me parece disparatado que Japón rechazara las condiciones de Estados Unidos para levantar el embargo: el sacrificio humillante de su imperio. Si abandonaba China después podían caer Manchuria, Taiwán y Corea, y debilitado, tener como rivales a una China reforzada o a la Unión Soviética, y haber de bailar al son que tocara Estados Unidos. Pero mi impresión es, por lo dicho antes, que la ocupación de las Indias Holandesas y quizá Borneo británica y Malasia como respuesta a su estrangulamiento tenía un riesgo menor que el ataque a Estados Unidos.
El Pacto Tripartito resultó una equivocación también porque Japón no se benefició de una acción coordinada con Alemania y el pacto no disuadió a Estados Unidos, sino que por el contrario, aumentó su compromiso para hacerle frente, y al final se convirtió en un obstáculo cuando necesitaba alcanzar un acuerdo que evitara la guerra.
Por parte de Estados Unidos, el someter a Japón a un embargo completo cuando necesitaba ganar tiempo para armarse, constituyó un error decisivo, con el agravante de estar Roosevelt claramente advertido de las consecuencias. Cabría analizar entre las causas, si fue un mal planteamiento del embargo parcial, si fue el boicot de la burocracia de Washington, o si fue una precaución del presidente para disuadir a Japón de atacar la Unión Soviética. Estaría por ver también si un embargo parcial hubiese tenido el mismo significado para Japón, y en ese caso las mismas consecuencias. Después, la administración Roosevelt falló al no agotar las oportunidades para un acuerdo temporal que enmendara ese error.
Fue equivocado también el planteamiento diplomático de Washington de supeditar las negociaciones a unas condiciones que Japón no podía cumplir, como tragar con su decálogo de relaciones internacionales o la evacuación de China. En este aspecto se ha señalado en particular a Cordell Hull por su rigidez y después cansancio en 1941 y a Roosevelt por su inhibición en los asuntos asiáticos, pero merece mención aquí también la cúpula del Departamento de Estado y el grupo de “halcones” de los que se rodeó Roosevelt, por la actitud arrogante y la ignorancia con que abordaron el problema que para Estados Unidos representaba Japón. Faltó audacia para aprovechar los gestos favorables de este, como la cumbre Roosevelt-Konoe, la destitución de Matsuoka o el plan B de Togo.
Estados Unidos negociaba con Japón con el inconveniente de haber de satisfacer a sus aliados ABCD, pero gozaba de una posición de fuerza entre estos, y estaría por ver si estaban justificadas las consideraciones a la moral de combate de China que le privaron de hacer concesiones a Japón. Mi impresión es que Washington quizá pudo haber ejercido un papel más dominante entre los aliados para poder llevar las negociaciones por donde le interesaba, y que el estacionamiento, por ejemplo, de 25.000 soldados japoneses en Indochina norte no hubiera significado la derrota de China. Quizá una secuela del fiasco de los acuerdos de Munich en 1938 fue que después pesara mucho la etiqueta de “apaciguador”.
En cuanto a su planteamiento de fondo, Estados Unidos quiso llevar la política exterior más lejos de lo que le permitía su capacidad de actuación militar, comprendiendo esta tanto la dotación de armamento y tropa, como la voluntad popular y del Congreso para intervenir en el extranjero. Pearl Harbor se convirtió en lección, así, de que no debe ejercerse la guerra económica sobre un adversario al que no puede responderse militarmente.
No voy a descubrir nada al afirmar que la inteligencia militar no es sólo descifrar los códigos enemigos y disponer de una red de espías (de hecho, John Keegan en “Intelligence in War” explica que la mayor parte del trabajo de inteligencia militar es mundano y burocrático) pero quiero resaltar el papel de las delegaciones diplomáticas con la transcripción de este párrafo de la tesis de Miguel Fernández-Longoria:
- "los diplomáticos tienen un papel destacado en la formulación de la política exterior, porque suministran gran parte de la información en la que se basa la toma de decisiones. Su principal contribución en dicho proceso es la obtención de información, así como su capacidad de interpretar y juzgar las condiciones del país donde están acreditados. Además, los responsables de formular la política exterior necesitan disponer de información precisa en las que basar sus decisiones, por lo que debe ser necesario que exista una mínima discrepancia entre la realidad y la imagen de la misma que tienen los que elaboran la política. La información sobre el potencial militar o las capacidades económicas es generalmente suministrada por una serie de unidades especializadas, las cuales tienen dificultad en entender las intenciones, tendencias, actitudes y motivaciones de la clase dirigente. El diplomático no sólo ofrece sus propios datos, sino que además, dada su preparación y su familiaridad con la sociedad del país donde reside, puede interpretar la información y hacer predicciones fiables sobre las respuestas del gobierno receptor de las políticas de su propio gobierno. El éxito en esta labor depende en gran medida de la naturaleza y de la abundancia de las fuentes de información que es capaz de cultivar en el país receptor, entre los partidos políticos, gobierno, prensa o militares. La información se obtiene a través de distintos medios, como la lectura de periódicos, asistiendo a conferencias, apoyándose en su personal especializado y a través de medios informales como fiestas y cenas."
En cambio hemos visto a lo largo del hilo (y también del anterior) que la visión que Grew y su equipo tenían sobre Japón no estaba alineada con la de la cúpula del Departamento de Estado y el gabinete Roosevelt, que desoyó las advertencias del embajador de que el país no se volvería contra los militares y que las sanciones económicas aumentarían la cohesión y determinación de resistir. Visto retrospectivamente, resulta grotesco que los halcones de Washington (que fallaron su pronóstico) redujeran las diferencias entre su punto de vista y el de Grew (que vio sus pronósticos cumplidos) a la explicación de que este simpatizaba con los japoneses y no conocía Magic.
Tampoco Tokio supo captar, y no había que ser un lince, las dificultades de la administración Roosevelt para declarar una guerra. Volviendo a Keegan y las fases de la inteligencia militar, la información, además de adquirida y entregada, debe ser aceptada, interpretada e implementada, y en estas últimas facetas ambos contendientes suspendieron de forma clamorosa.
Desde la perspectiva del peso de la Unión Soviética en la derrota del Eje, pudo ser en parte bueno lo que fue malo para la estabilidad del Pacífico. El embargo tuvo como consecuencia colateral inmediata la decisión japonesa, a principios de agosto de 1941, de demorar indefinidamente el ataque a Siberia, lo que mejoró la posición soviética para resistir la invasión alemana, pero a largo plazo significó que Estados Unidos tuvo que enviar, hasta 1943, la mayor parte de sus recursos al Pacífico, distrayéndolos del Atlántico para la derrota de Alemania, que era el plan básico.
¿Una guerra evitable?
Es lo de siempre: si, pero para eso los protagonistas tenían que haber estado hechos de otra madera y los fallos señalados en el apartado anterior no haberse producido. Por parte de Japón, falto de una estructura jerárquica sólida capaz de establecer prioridades y juzgar medios y fines, era difícil actuar de otra forma, y en cuanto al poder imperial, se había implicado demasiado en las decisiones que habían llevado el país al desespero para poder dar marcha atrás en el último minuto.
Estados Unidos, en cambio, dispuso de una de libertad de elección mayor, y los motivos por los que no acertó no pueden achacarse a aspectos estructurales, sino a las personas: ¿estaban los mejores hombres?, mi impresión es que no, comenzando por el propio Roosevelt y su decisión del embargo, su inhibición de los asuntos asiáticos, su dejar hacer a un Hull que en el último año se había convertido en un obstáculo, sus excesivos miramientos con una opinión pública hostil hacia Japón, y por el grupo de halcones (los Stimson, Knox, Morgenthau, Ickes, Welles) que escogió para formar su equipo.
¿Fué Pearl Harbor una acción no provocada?
Eso afirmó Roosevelt en su discurso de la infamia, y también que Estados Unidos estaba en paz con Japón (
“The United States was at peace with that nation ... ... I ask that the Congress declare that since the unprovoked and dastardly attack by Japan ...”), y constituye todavía una creencia extendida. Sobre que no se está en paz con un país al que uno somete a un embargo no hace falta discutir mucho, y en cuanto a que no fue provocado, el caso de Japón no era que Estados Unidos, simplemente, no quisiera venderle su petróleo, sino que a instancias de este, tampoco Holanda ni Gran Bretaña, es decir, que no podía comprarlo en ningún lado, ni tampoco materias primas, ni herramientas industriales, como hemos visto, porque con una Europa en guerra no podía contar, por lo que en verano de 1941 Japón era un país económicamente ahogado, que sufría desabastecimiento desde hacía un año, y quien apretaba el nudo eran Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda con una política comercial común equivalente a un acto de guerra. Por ser un país comercialmente dependiente y la envergadura del embargo al que se vio sometido, bajo mi criterio en diciembre de 1941 Japón tuvo la justificación de casus belli.
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Fin. Quiero desde aquí dar las gracias al compañero Chuikov por los artículos facilitados sobre el tema, que han sido muy aprovechados.
Un saludo a todos
■ LIBERMAN P “The Offense-Defense Balance, Interdependence, and War” Security Studies, Vol. 9, No. 1/2 (Autumn 1999-Winter 2000), 59-91 en:
http://qc-cuny.academia.edu/PeterLiberm ... ce_and_War
■ FERNÁNDEZ-LONGORIA MUÑOZ SECA M "La diplomacia británica y el primer franquismo. Las relaciones hispano-británicas durante la Segunda Guerra Mundial" Tesis Doctoral, Facultad de Geografía e Historia Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) (2007) p.18 en
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?p ... umento.pdf
■ KEEGAN J “Intelligence and War. Knowledge of the Enemy form Napoleon to Al-Qaeda” Key Porter Books (2003) p.3-4
● Transcripción del “Discurso de la infamia” de Roosevelt:
http://www.law.ou.edu/ushistory/infamy.shtml
* SAGAN SD ibid. p.894