Los políticos del Reichswehr

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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Los políticos del Reichswehr

Mensaje por José Luis » Mié Sep 27, 2006 5:43 pm

¡Hola a todos!

A pesar del mito de la neutralidad política del Reichswehr, sus altos mandos jugaron un papel siempre decisivo en la política de la República de Weimar y, por supuesto, en el acceso de Hitler al poder.

Cuando Guillermo II, el emperador de Alemania y rey de Prusia, abdicó el 9 de noviembre de 1918 se ponía fin a casi 48 años de monarquía constitucional, y con ella parecía lógico que desapareciera su gran sostenedor, el ejército prusiano, junto con sus grandes instituciones como el Estado Mayor General (EMG) y el Gabinete Militar. Sin embargo, el EMG prevaleció, y tengo para mí que gracias a él, la Alemania revolucionaria de noviembre de 1918 no desembocó en una república socialista de corte bolchevique, tal como había proclamado Carl Liebknecht –el principal líder de la Spartakusbund- el mismo 9 de noviembre de 1918 desde el Palacio Berlinés del Kaiser - Berliner Stadtschloss- después de la abdicación de Guillermo II.

El Reichswehr se creó mediante ley promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente en Weimar el 6 de marzo de 1919, y fue su primer Chef der Heeresleitung (Jefe del Alto Mando del Ejército) el general Reinhardt.

Pero la verdadera historia del Reichswehr comenzó meses antes, cuando el último jefe del Gran Estado Mayor General Prusiano, Hindenburg, se retiró de la escena política (sin retirarse del cargo militar) y su Generalquartiermeister, Ludendorff, dimitió de su puesto (y después huyó a Suecia) tras su esperpéntica actuación en el proceso que concluyó con la firma del armisticio del 11 de noviembre de 1918. En realidad, Hindenburg y Ludendorff habían pasado, indignamente, la patata caliente de solicitar el armisticio al presidente estadounidense Wilson al secretario de Estado de Asuntos Exteriores, von Hintze, quien a su vez la pasó al canciller Hertling, arrojándola éste a la mayoría del Reichstag. Nadie quería cargar sobre sus espaldas la tremenda responsabilidad de comunicar al pueblo alemán la noticia de que el invicto ejército imperial del Kaiser había perdido la guerra que con tanto ahínco había sostenido, y fue al final un gobierno parlamentario quien tuvo que solicitar y firmar el armisticio. Es cierto que una de las condiciones del presidente estadounidense exigía que las negociaciones para el armisticio fuesen gestionadas por un gobierno de representación popular (en otras palabras, exigía la supresión de la monarquía), pero la forma indecente con que desaparecieron de la escena política y militar aquellas personas que la habían dirigido (de forma casi dictatorial) en los últimos años sólo fue superada con la mezquina invención paralela de la “puñalada por la espalda”*.

Había que suplir la vacante que tan súbitamente había dejado Ludendorff, y cuenta Walter Goerlitz (1) que entre los militares propuestos por el Departamento Central del EMG se encontraban los generales von Kuhl, von Seeckt, von Lossberg y Groener. El coronel Heye, que durante la guerra había sido utilizado por Ludendorff para reemplazar a Wetzell como Jefe de Operaciones, creía que von Seeckt era el más capacitado para el puesto, pero dada la tesitura política reinante se eligió finalmente al general Groener, un militar que por ser del sur de Alemania era mucho más aceptable para los líderes políticos de los partidos democráticos. Además, el 8 de noviembre, la víspera de la abdicación del Kaiser, se había producido un hecho sin precedentes en la historia del Ejército Prusiano. Ante la situación completamente revolucionaria, el coronel Heye había señalado a Groener que debía tantear a los comandantes de grupos de ejércitos y de ejércitos del Frente Occidental si las tropas lucharían por el emperador contra la revuelta popular y si se prestarían a eliminar la amenaza bolchevique.

A la primera pregunta, veintitrés respuestas fueron negativas y quince inciertas; sólo el general von der Schulenburg, el Jefe del Estado Mayor del Príncipe Real, respondió positivamente y presionó para defender al emperador. A la segunda pregunta, doce respuestas fueron afirmativas, diecinueve inciertas y ocho decididamente negativas. El coronel Heye comunicó los resultados al emperador. En el histórico Consejo Real del 9 de noviembre de 1918, al día siguiente de conocerse las respuestas de los comandantes militares, el general von der Schulenburg presionó nuevamente para la acción, pero Hindenburg no dio su apoyo (algo que posteriormente siempre lo atormentaría), y cuando salió a colación la dudosa fiabilidad de las tropas, el emperador señaló el deber impuesto por el juramento del soldado, el juramento de lealtad. Entonces el general Groener le respondió que en semejantes circunstancias ese juramento no era más que una ficción. Lástima que ese episodio, realmente agridulce, no gobernase la mente de aquellos jefes militares que varias décadas más tarde tuvieron que vérselas no con un emperador Hohenzollern, sino con un agitador de cervecería austriaco.

El Generalquartiermeister Groener se convertía de esta forma en el segundo hombre más importante del ejército alemán, sólo por debajo de Hindenburg. Era al mismo tiempo, nuevamente según Goerlitz, el primer demócrata convencido que jamás había ocupado una posición dirigente en el EMG.

*Cuenta Goerlitz (1) que poco antes de que Ludendorff dejara Berlín, fue visitado por Sir Neill Malcolm, un general inglés, al que Ludendorff comenzó a decir que el gobierno y el pueblo alemán lo habían dejado en la estacada, y otras lindezas. Entonces el general Malcolm le preguntó: “¿Está tratando de decirme, general, que fue usted apuñalado por la espalda?” A Ludendorff se le iluminó el rostro con esa frase. “¡Eso es!”, gritó. “¡Ellos me dieron una puñalada por la espalda, una puñalada por la espalda!”. El gran Sebastián Haffner (2) dice que Ludendorff estaba, a partir de agosto de 1918, mentalmente trastornado. Y por el camino que siguió Ludendorff no le falta razón al lúcido analista alemán.

(1) Walter Goerlitz, History of the German General Staff (Westview Press, 1985)

(2) Sebastian Haffner, Los Siete Pecados Capitales (Destino, 2006)

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Mensaje por José Luis » Mié Sep 27, 2006 8:23 pm

Cuenta Carlos Caballero Jurado (1) que el general Maercker fue el creador del modelo que seguirían más tarde los Freikorps alemanes cuando en la segunda semana de diciembre de 1918 decidió crear un cuerpo de fusileros voluntarios de entre los componentes de la 214ª División de Infantería, de la que era su comandante en jefe. Fue así como nació el Freiwillige Landesjägerkorps. Lo que no explica Caballero Jurado, pero sí Robert G. L. Waite (2), entre otras fuentes, es que el general Maercker pidió previamente y obtuvo el permiso para la creación de esa unidad del EMG alemán, y que éste, a través de Groener-Ebert, financió el proyecto de Maercker. De esta forma, Groener y Friedrich Ebert (3) acordaron utilizar estas unidades de voluntarios (4) para neutralizar y/o eliminar la amenaza revolucionaria que representaban la Volksmarine Division (5), las Republikanische Soldatenwehren (6) y los seguidores de la Spartakusbund (7) y el USPD (8). La alianza de la Mayoría Socialdemócrata (9), el EMG y los conservadores liberales reunidos en torno al DVP (10) para contrarrestar el grave peligro de una deriva de Alemania hacia una dictadura del proletariado, tuvo, pues, su factor decisivo en el consentimiento del EMG (representado a la práctica por Groener y su segundo, el general Schleicher) para utilizar a los Freikorps contra las milicias armadas comunistas y sus seguidores, ya que las Republikanische Schutztruppen que habían creado el SPD para neutralizar a las Republikanische Soldatenwehren no eran suficientes, y las unidades regulares que todavía estaban activas del antiguo ejército imperial no estaban dispuestas a disparar sobre sus conciudadanos.

Ésta fue la segunda gran decisión (la primera fue su negativa a defender los derechos del emperador) de auténtico calado político que tomó el EMG del entonces incipiente Reichswehr.

(1)Carlos Caballero Jurado, The German Freikorps 1918-1923 (Osprey, 2001)

(2)Robert G. L. Waite, Vanguard of Nazism: The Free Corps Movement in Post-War Germany, 1918-1923 (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1952)

(3)Friedrich Ebert fue el primer jefe, de facto, del Gobierno Provisional de la República. La abdicación de Guillermo II había provocado la dimisión del último canciller del Reich, el príncipe Max von Baden, el mismo 9 de noviembre de 1918. Ebert estableció al día siguiente un Gobierno Provisional (GP) con la urgente misión de firmar el armisticio con los aliados y convocar elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente. Este GP o Consejo de los Comisarios del Pueblo [Provisorische Regierung o Rats der Volksbeauftragten, ambas denominaciones se utilizaron oficialmente, aunque después del 29 de diciembre de 1918 la denominación más común fue Reichsregierung, Gobierno del Reich. El nombre Rats der Volksbeauftragten era una derivación del ruso Sovet Narodnykh Komissarov, Consejo de los Comisarios del Pueblo] fue posible gracias a la participación en el GP del USPD.

(4)Realmente, el primer Freikorps que se creó fue la Eiserne Brigade (Brigada de Acero) en Kiel, unidad que estaba controlada por el gobernador Gustav Noske. Pero la unidad de Maercker fue el modelo de los Freikorps que le siguieron: el Freikorps Potsdam del mayor von Stephani; el Freikorps Reinhard del coronel Reinhard; la Garde Kavallerie Schützen Division del general von Hoffmann, el Freikorps Held del general von Held; el Freikorps Hülsen del general von Hülsen; y la Deutsche Schutz Division del general von Wissel. Todos estos cuerpos de voluntarios, junto con el cuerpo de Maercker y la Eiserne Brigade del coronel von Roden, constituyeron la fuerza con que Gustav Noske, nombrado Ministro de Defensa por el gobierno del SPD el 27 de diciembre de 1918, debía contrarrestar los tumultos revolucionarios comunistas. (Caballero Jurado, obra citada).

(5)El 28 de octubre de 1918 se amotinan los marineros de la armada en Kiel, extendiéndose el motín a otros puertos como Lübeck, Hamburgo y Bremen, creándose los “Consejos de Marineros y Trabajadores” (Räten en alemán), copiando el modelo soviético. Los marineros amotinados formaron la Volksmarine Division, enviando destacamentos por toda Alemania, especialmente Berlín, para extender la revolución

(6)Las Republikanische Soldatenwehren eran las milicias armadas creadas tras la revolución, compuestas de ex soldados –que habían cambiado su insignia imperial por escarapelas rojas- y civiles portando brazaletes rojos. Aunque sus miembros procedían inicialmente del SPD y USPD, los Espartaquistas se hicieron finalmente con el control de estas milicias. Como respuesta, el SPD creó una nueva milicia, Republikanische Schutztruppen (Tropas de Defensa Republicana), leales al Gobierno Provisional. Pero la milicia revolucionaria más poderosa era la Volksmarine Division, cuyos marineros estaban en Berlín. (Caballero Jurado, obra citada).

(7)Spartakusbund era el nombre en alemán de la Liga Espartaquista. Sus miembros (con sus principales líderes Liebknecht y Rosa Luxemburg) habían pertenecido anteriormente al ala extrema izquierda del SPD (de hecho Liebknecht era hijo del cofundador del SPD, Wilhelm Liebknecht; el otro fue Bebel) que se habían opuesto a la política del SPD de apoyar al gobierno alemán en su decisión de declarar la guerra a Rusia en 1914. Esta confrontación formal (en realidad había una clara escisión ideológica) llevó a los radicales a crear la Liga Espartaquista, que a finales de diciembre de 1918 se re-denominó Kommunistiche Partei Deutschlands, o KPD.

(8)Al igual que sucedió con la Spartakusbund, los componentes del USPD o Partido Socialdemócrata Independiente Alemán (Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands), fundado en abril de 1917, pertenecían al ala izquierda del SPD, y ya desde finales de 1915 se oponían en el Reichstag a la continuación de la guerra. Su líder, Hugo Haase, ayudó inicialmente a Friedrich Ebert a encauzar la revolución de noviembre de 1918.

(9)Término con que también se denominó al SPD para diferenciarlo del USPD

(10)El Partido Popular Alemán (Deutsche Volkspartei, o DVP) estaba formado por los antiguos nacionales liberales dirigidos por Gustav Stresemann.

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Mensaje por Werto » Mié Sep 27, 2006 11:26 pm

Hola a todos.

Quería hacer unas matizaciones sobre el excelente trabajo que ha presentado José Luis. Ni el KPD ni el USPD, ni mucho menos lo que quedaba del SPD, hubiesen conducido a Alemania a una revolución del tipo bolchevique por el hecho de que ninguno de dichos partidos, y muchísimo menos sus dirigentes, eran marxista-leninistas (1).

Berstein y especialmente Kautsky (2) mantendrían serias polémicas con Lenin por señalar los derroteros a los que podía llevar el sistema que se estaba poniendo en marcha por la URSS, de hecho las tesis de Kautsky, quien se conocía ni más ni menos que como el “albacea del testamento de Marx”, acabarían siendo condenadas de manera oficial por la III Internacional –Internacional Comunista, que de hecho eran casi opuestos a los de la I y II Internacionales (Socialistas)-.

De igual manera el pensamiento de Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, Franz Mehrering y Clara Zetkin entraba seriamente en contraposición con la organización del PCUS. Los espartaquistas (3) están totalmente alejados de la organización de tipo soviético, y además de reducir en papel de los intelectuales a meros generadores de ideología que debía ser aceptada, o no, por el proletariado, postulan la organización de consejos obreros –sin intelectuales- como órganos depositarios de la conciencia de clase (4).

Por otra parte unas 2 horas antes de que Karl Liebknecht proclamará la “República Socialista Alemana” –que en la mente de Liebknecht no era en absoluto un estado bolchevique- el dirigente del SPD Scheideman (5) había anunciado en el Reichstag la proclamación de la “República Alemana”. El tiempo demostraría que la realidad estaba mucho más próxima a la proclamación de Scheideman que a la de Liebknecht.

El SPD, después de las escisiones del USPD y del KPD, habia evolucionado hacia posturas socialdemócratas, por no decir puramente liberales, y desde luego ya no era un partido ni socialista, ni muchísimo menos bolchevique.

Así por ejemplo, instancias de Scheideman, el Worwäts –órgano central del SPD- declaraba:

“La revolución rusa ha anulado la democracia y establecido en su lugar la dictadura de consejos obreros y soldados. El partido socialdemócrata rechaza, sin equívocos, la teoría y el método bolcheviques para Alemania y se pronuncia por la democracia” (6)

Cabe la pena preguntarse si la democracia por la que se pronunciaba el SPD incluía el asesinato al más puro estilo nazi de sus rivales políticos, la experiencia de Rosa Luxemburgo y Kart Liebknecht, asesinados por sus guardianes cuando se encontraban detenidos, parece que así lo corrobora.

Por otra parte la declaración de SPD era totalmente equivoca, en la URSS el poder no estaba siendo tomado por consejos obreros, ni siquiera por el proletariado, que en Rusia era minoritario y casi no existía como clase, en la URSS el poder estaba siendo tomado por el PCUS, y en particular por su comité central.

Colocado ante el hecho revolucionario el SPD opta por ponerse a su cabeza y reconducirlo, si hubiese que achacar a alguien el fracaso de la revolución alemana en 1918, esta responsabilidad habría que recaer sobre el SPD, para bien o para mal, más que sobre ningún otro estamento o organización. Si la revolución de 1918 llevaba hacía un sistema bolchevique, cosa que en mi opinión, y de acuerdo a los propios espartaquistas, es totalmente incorrecta, quien evito que tomará dicho camino fue el PSD, si la revolución conducía hacia una democracia socialista de base, también fue el SPD quien acabó con ella.

(1) Si este término tiene sentido, cosa que yo siempre negaré. La reinterpretación que hace Lenin de Marx, y sus tesis sobre las vanguardias revolucionarias, como ya señalaba Troski de manera soslayada en una fecha tan temprana como 1904, sólo podían conducir a lo que en efecto condujeron. Y poco tenían que ver con las tesis de Marx. En 1904 Troski ya señalaba como de acuerdo a las tesis de Lenin sobre la organización revolucionaria y del partido –exclusivamente de arriba abajo, para simplificar- lo más probable era que, en primera instancia, el partido acabase suplantando al proletariado, después el comité central al partido, y después, en última instancia, el secretario general al comité central.

(2) Los dos principales fundadores del USPD. Después de la experiencia espartaquista y de su condena por la III Internacional el USPD volvería a reintegrarse junto con el SPD en la “Unión Socialista”, con la esperanza de hacer “girar” un poco hacía la izquierda al nuevo partido, con resultados desastroso como era de prever.


(3) Rosa Luxemburgo, Kart Liebknecht, Franz Mehrering, Leo Jovihes, y Calara Zetkin son los cuatro principales dirigentes, o pensadores, que mantuvieron firmes los postulados internacionalistas –de la II Internacional- se niegan a unirse a la “Unión Sagrada”. A partir de 1916 este grupo es conocido con el nombre de Spartakus, porqué inicia la publicación de una revista con el nombre de Cartas de Spartakus.

(4) Lo cual choca frontalmente con las tesis de Lenin, de hecho no puede ser más opuestas, para Lenin el órgano depositario de la conciencia de clase es el partido, y dentro del partido la vanguardia revolucionaria, compuesta por intelectuales, encarga de llevar la "buena nueva" del leninismo a al proletariado, como Moises bajando del monte Sinai, con independencia de lo que quiera el proletariado. Alguno compañeros y yo habíamos tocado el tema del sistema propuesto por los espartaquistas en , FERNADEZ SORDO, Mario Jorge, NAREDO CIFUENTES, Borja, y VILLANUEVA ARANDOJO, Alberto (2001), “Los consejos Obreros”, Oviedo, Universidad de Oviedo.

(5) Scheideman había sido secretario de estado del gobierno del príncipe Max de Baden, y había estado a favor de la “Unión Sagrada”, guardando un especial rencor personal hacía los espartaquistas. De hecho llegado el momento lo que quedaba del SPD –su ala derecha- no dudo en utilizar al ejército contra sus antiguos compañeros. Todos sabemos como terminaron Rosa Luxemburgo y Kart Liebknecht por mantenerse leales al ideario inicial del SPD y a la II Internacional. Salvando las diferencias el trágico resultado final algo parecido a lo que les paso a Carrillo en el PC español y a Pablo Castellanos en el PSOE.

(6) Citado de CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 99, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109.

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Mensaje por José Luis » Jue Sep 28, 2006 1:10 am

Gracias, Werto, por enriquecer con tu aportación este topic, que queda abierto a cualquier otra intervención de los compañeros del foro.

La idea de que los comunistas alemanes (KPD y USPD) nunca podrían llevar a cabo en Alemania a finales de 1918 y principios de 1919 una revolución similar a la que realizaron los bolcheviques en Rusia es, en mi opinión, fundamentalmente retrospectiva. Entonces, este hecho tan sólo lo podían conocer en realidad los dirigentes Espartaquistas, mientras que los líderes conservadores y nacionalistas, y especialmente los líderes militares, tenían el para ellos fundado temor de que Alemania se bolchevizara y se desintegrara en una especie de república de estados comunistas. Retrospectivamente, es indudable que el carácter secular del pueblo alemán (orden y disciplina) difícilmente iba a impulsar una auténtica revolución en las estructuras del poder político y económico; lo que la inmensa mayoría del pueblo alemán deseaba entonces, a finales de 1918, era liquidar la guerra, recuperar sus libertades y volver a los parámetros sociales de antes de la guerra, ya fuera mediante una monarquía parlamentaria (que era lo que en realidad querían los líderes del SPD), ya mediante una república democrática.

En cuanto a la pregunta que te haces [Cabe la pena preguntarse si la democracia por la que se pronunciaba el SPD incluía el asesinato al más puro estilo nazi de sus rivales políticos] y la respuesta que te das [la experiencia de Rosa Luxemburgo y Kart Liebknecht, asesinados por sus guardianes cuando se encontraban detenidos, parece que así lo corrobora], debo comentar que el planteamiento no es el adecuado. Ebert no quería en principio, bajo ningún concepto, contar con el apoyo de los Freikorps. En estas unidades había ex soldados auténticamente nacionalistas (y muchos de nacionalismo radical) y patriotas que lo único que deseaban sinceramente era colaborar con el GP para la restauración del orden y la legalidad; pero dentro de este amplio grupo también los había declaradamente antirrepublicanos. Y había igualmente los típicos aventureros e indeseables que en todas partes y en todo tiempo están al acecho de aprovechar este tipo de conyunturas. Ebert sabía que no podía contar con la lealtad de esos cuerpos de combatientes voluntarios, y por ello era tan reacio a utilizarlos en la lucha contra los revolucionarios comunistas (en la contrarrevolución que realmente llevó a cabo), ni siquiera aun con el control del EMG. Sólo la imposibilidad de materializar otra alternativa viable para contrarrestar la revolución comunista obligó a Ebert a recurrir a esos Freikorps bajo los auspicios del EMG. Veamos los hechos.

Cuando el 23 de diciembre de 1918 los Espartaquistas y la Volksmarine Division asaltaron la Berlin Kommandantur y pusieron cerco a la cancillería del Reich, el Gobierno Provisional apeló al ejército para restaurar el orden. Pero la mayor parte de las unidades del ejército que habían regresado del frente se había disuelto tan pronto llegó a sus barracones. La pequeña fuerza que se logró reunir sirvió para liberar al Gobierno Provisional, pero fue incapaz de desalojar a la Volksmarine Division del Palacio Imperial debido a la oposición de una gran masa de manifestantes dirigidos por los Espartaquistas, ya que los soldados no dispararon contra los civiles. Tras las refriegas del 23-24 de diciembre el USPD se retiró del Gobierno Provisional y se pasó a la oposición, dejando en solitario (y en soledad) al SPD. En esa tesitura, a Ebert no le quedó más remedio que recurrir a lo que tanto temía.

El 5 de enero de 1919, el KPD y el USPD convocaron una manifestación en la que llegaron a congregar a unas 700.000 personas que recorrieron las calles de Berlín portando banderas rojas, tomando los comunistas el control de la capital del Reich. Al día siguiente el Gobierno Provisional dio carta de naturaleza legal a los Freikorps y pidió voluntarios para defender la ley, el orden público y las fronteras del Reich. Tres días más tarde, el 9 de enero, el KPD instruyó a sus seguidores para lanzar una insurrección armada. El 10 de enero los Freikorps se reunieron en los aledaños de Berlín, y al día siguiente asaltaron el centro de la ciudad expulsando a los comunistas de los periódicos y edificios gubernamentales. Los combates fueron terriblemente sangrientos. El 15 de enero Carl Liebknecht y Rosa Luxemburg, los dos principales líderes Espartaquistas que habían convocado la insurrección armada (“guerra de clase social”), fueron asesinados brutalmente después de haber sido arrestados por los Freikorps.

Ahora bien, los asesinatos de Liebknecht y Luxemburg tengo para mí que fueron obra de los descontrolados y venganza por los asesinatos masivos que los comunistas cometieron sobre los prisioneros políticos que tenían en su poder. Yo no he leído ninguna prueba de que el GP tuviera algo que ver en el barbarismo cometido sobre los dos dirigentes comunistas. Ebert, ante la masacre que resultó de esos enfrentamientos, ordenó el 20 de enero a los Freikorps que abandonaran Berlín, aunque muy pronto volverían a ser utilizados para sofocar otros movimientos revolucionarios.

Nuevamente, gracias Werto por tu excelente colaboración.

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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 1:27 am

Hola todos.

Incidiendo sobre lo anterior quiero poner una cita de Liebknecht del 10 de noviembre de 1918 ante la “Asamblea General de los Consejos de Obreros y Soldados de Berlin”, apenas dos meses antes de ser vilmente asesinado, el canciller Eckber del SPD que intervenido ante el mismo organismo inmediatamente antes de Liebknecht -luego si la encuentro pongo la declaración de Eckber porque sabiendo lo que hizo despúes constituye un ejércicio de cinismo gigantesco-:

[“La revolución esta amenazada no sólo por los que antes eran sus enemigos –junkers, capitalistas, imperialistas, príncipes y generales- sino también por los que hoy marchan con la revolución y ayer eran sus enemigos” (es decir el SPD).

La mayoría de la asamblea se levanta indignada gritando: ¡Unidad¡, ¡Unidad¡, y exigiendo a Liebknecht que abandone la tribuna. El líder espartaquista esta a punto de ser agredido por los delegados de los consejos de soldados cuando declara que: “los enemigos de la revolución utilizan pérfidamente para sus propios fines a la organización de los soldados”, aludiendo con ello al predominio que en los consejos de soldados, más aún que en los consejos obreros, tenían los miembros del SPD] (1)

(1) Citado de CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 101, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109.


Saludos.

PD: Lo del asesinato de Liebknecht y Rosa Luxemburgo era un recurso estilistico más que otra cosa. No creo que la responsabilidad recaiga directamente sobre el SPD, pero además de ser una losa muy pesada sobre el mismo partido la verdad es que les vino de perlas.
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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 2:47 am

Hola a Todos.

Por otra parte lo que quería indicar en esencia respecto a KPD y al USPD es que ninguno era un partido de corte soviético, como lo que serían después los partido de la III Internacional, al estilo de los partidos del Komintern.

De hecho el USPD no puede ser calificado en ningún caso como partido comunista, pues era un partido socialista en la línea más pura del socialismo obrero –casi ingenuamente, y en la línea de Marx, providencialista- del S XIX.

De igual manera aunque el KPD si puede ser considerado un partido comunista –más que nada por su doctrina sobre la forma de tomar el control- no era en absoluto un partido de corte soviético, y mucho menos un partido leninista o de vanguardias, de hecho sus lideres mantenían seria dudas sobre la revolución soviética, y en algunos casos, Rosa Luxemburgo por ejemplo, condenaban el modelo de la URSS y de Lenin como una aberrante deformación del modelo “comunista”.

Cualquiera que se hubiese tomado la más mínima molestia en leer algo de Kautsky, Rosa Luxemburgo o el propio Liebknecht, o que hubiese simplemente ojeado las “Cartas de Spartakus” tenia que ser consciente de esto.

Puede que el KPD, no así el aparato del USPD aunque sí parte de sus militantes, buscaran tomar el poder, pero en modo alguno buscaban la construcción de un régimen según el modelo soviético, sino el transito de una democracia liberal hacía un estadio democrático deferente –es decir, socialista y sin doctrinarismos liberales, por ejemplo sobre la propiedad (1)-.

Si algo tenían claro desde el KPD era que el partido, y menos los intelectuales, en ningún caso podían suplantar al proletariado, y esto era precisamente la base del modelo leninista en aplicación el al URSS.

Otra cosa totalmente diferente es la consideración contemporánea que desde fuera se hiciese de la actitud del USPD y del KPD, pero conociendo la estructura de dichos partidos estos jamás, y esto estaba claro incluso en 1918, avanzarían hacia un modelo bolchevique como en la URSS.

Aunque desde fuera y, tanto por puro temor como por desconocimiento, se tratará de ligar ambos modelos.

Por otra parte acabo; de encontrar la cita de Ebert que precedía a la comentada intervención de Liebknecht del 10 de noviembre de 1918 ante la “Asamblea General de los Consejos de Obreros y Soldados de Berlín:

[ “De la lucha fraticida entre socialistas se ha llegado a un acuerdo entre el SPD y el USPD, formándose un Gobierno de tres representantes de cada partido. Ahora se trata de asegurar en común la reconstrucción de la economía según los principios del socialismo. ¡Viva la unidad de la clase obrera alemana y de los soldados alemanes, viva la república social de Alemania¡”] (2)

Sabiendo lo que hizo después el canciller del SPD o estaba mintiendo descaradamente o no sabía que era el socialismo que decía defender ante sus electores (3) . La cuestión en que a finales de diciembre los ministros del USPD abandonaban el gobierno, el 6 de enero de 1919 los periódicos del SPD llaman “a los obreros, soldados y ciudadanos a oponerse a los bandidos de la liga espartaquista” (4), el gobierno del SPD nombra a ministros de su mismo partido en sustitución de los del USPD, da la plenos poderes a Noske para acabar con los disidentes, entre los que ya están los miembros del USPD, y el 15 Rosa Luxemburgo y Liebknecht acaban como acaban.

Saludos.

(1) ¿Es la existencia de la propiedad privada –entendida esta exclusivamente como la propiedad de los medios de producción- un derecho fundamental en una democracia?, o por el contrario ¿el derecho a la propiedad privada vulnera el principio de igualdad entre todos los hombres?

(2) Citado de CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 100, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109. (No consigo encontrar el libro de referencia y estoy citando de segundas fuentes mientras “buceo” en mis archivos)

(3) De hecho el SPD había conseguido 292 de los 480 escaños del Reichstag sobre la base un programa socialista, que quedo en papel mojado al mes escaso de la formación del gobierno. (No se donde saque esto, aunque debió ser de algún sistio, creo que se trata de una cifra de representantes previos a la Adsamblea constituyente del 18-I-1919, en dicha asamblea el SPD obtuvo 165 representantes sobre un total de 421 representantes por 22 del USPD, que serián 83 en las eleciones del 6-VI-1920, en dichas leeciones no se permitó concurrir al KPD, pero en las elecciones del 4-V-1924 ya tenía 62 representantes y un 13% de los votos)

(4) CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 103.
Última edición por Werto el Jue Sep 28, 2006 4:25 am, editado 2 veces en total.
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Mensaje por Barbarossa » Jue Sep 28, 2006 4:18 am

José Luis escribió:Los asesinatos de Liebknecht y Luxemburg tengo para mí que fueron obra de los descontrolados y venganza por los asesinatos masivos que los comunistas cometieron sobre los prisioneros políticos que tenían en su poder. Yo no he leído ninguna prueba de que el GP tuviera algo que ver en el barbarismo cometido sobre los dos dirigentes comunistas.
Estimado José Luis, si no ando muy errado, creo que hoy existe una opinión bastante extendida y consolidada respecto del hecho de que Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg fueron asesinados por orden de Gustav Noske y Friedrich Ebert.

Como sabes, Noske y Ebert, ambos miembros del SPD, eran, a la sazón Reichswehrminister y Reichspräsident, respectivamente.

La cadena de acontecimientos, al parecer, fue la siguiente:

En la tarde del 15 de enero de 1919 Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht se encontraban en el domicilio de un amigo en el distrito berlinés de Wilmersdorf, donde ambos fueron descubiertos y arrestados por miembros de la Bürgerwehr y, posteriormente, entregados a un oficial del Ejército, de nombre Waldemar Pabst. Posteriormente, los dos dirigentes comunistas fueron conducidos hasta el Hotel Eden donde fueron interrogados y torturados, hechos estos que se conocen gracias a lo declarado por otro de los dirigentes del KPD arrestado, Wilhelm Pieck, que fue testigo de los malos tratos y de las llamadas telefónicas que se sucedieron desde el Hotel Eden, una de las cuales fue realizada por el propio Pabst a la Reichskanzlei.

Como Waldemar Pabst declaró más tarde, fue en el curso de esa conversación telefónica cuando él obtuvo de Gustav Noske (y en presencia del propio Ebert) la autorización para asesinar a Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.

Ambos asesinatos tenían que parecer un atentado político, por lo que resultaba primordial evacuar los cuerpos del Hotel Eden. En el caso de Rosa Luxemburg, ésta fue trasladada, todavía con vida, en un camión donde recibió el tiro de gracia, después de lo cual su cadáver fue arrojado al Landwehrkanal (curiosamente, a escasos metros de donde hoy está ubicada la Embajada de España en Berlín), donde no fue descubierto hasta el 1 de junio.

Liebknecht, por su parte, fue evacuado del Hotel después de que lo hubiese sido su compañera de partido, siendo nuevamente golpeado hasta quedar casi inconsciente. Después se le arrojó a la calle donde le dispararon por la espalda simulando una "tentativa de fuga". Su cuerpo fue hallado más tarde y clasificado en un informe policial como unbekannte Leiche (un cadáver desconocido).

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Mensaje por José Luis » Jue Sep 28, 2006 6:43 am

Estimado Barbarossa,

Gracias por sumarte al topic. Salvo matices que expondré a continuación, llevas buena parte de razón, aunque yo desconozco esa declaración del entonces capitán Pabst en la que, según tu información, culpa directamente de la orden de asesinato de Luxemburg y Liebknecht a Ebert y Noske. Te agradecería me dieses la referencia bibliográfica de donde has extraído esa información.

Antes de continuar quiero aclarar que el topic versa sobre el papel político que jugaron los altos mandos del Reichswehr desde los días de la revolución de noviembre hasta la llegada de Hitler al poder. Como podéis comprender, y aquí aprovecho para responder al compañero Werto, resultaría muy laborioso para mí (y para el lector) que me extendiera o precisara con propiedad todas mis expresiones que no estén directamente relacionadas con el tema. Por ello doy la bienvenida y agradezco vuestras matizaciones, que, además, como ya dije, enriquecen el topic.

La información de que dispongo sobre los mezquinos asesinatos de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, y que expongo a continuación, procede de Paul Frolich, Rosa Luxemburg (Pluto Press, 1994), páginas 300-302.

El 15 de enero de 1919, alrededor de las 21:00 horas, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg fueron arrestados junto con Wilhelm Pieck en su lugar de refugio, el 53 Mannheimer Strasse de Wilmersdorf, por un grupo de soldados conducidos por el teniente Lindner y un posadero de nombre Mehring de Wilmersdorf Bügerrat. Fue en vano que los arrestados dieran nombres falsos, pues sus descripciones habían sido aparentemente facilitadas por un espía que se había ganado la confianza de Leibknecht. Éste fue llevado al principio al cuartel general del Bügerrat, y de allí al hotel Eden. Poco después le siguieron Rosa y Wilhelm.

En el hotel ya se había llegado a un acuerdo bajo la dirección del capitán Pabst (de la Garde Kavallerieschützen Division) para asesinar a Karl y Rosa. Cuando Liebknecht llegó al hotel fue golpeado salvajemente en la cabeza, mientras que Rosa y Wilhelm fueron recibidos a gritos y vergonzosamente humillados. Rosa y Karl fueron encerrados en la habitación del capitán Pabst para “interrogarlos”, mientras que Wilhelm quedaba vigilado al final del corredor del pasillo. Poco después Liebknecht fue sacado del edificio y golpeado con un fusil manejado por Otto Runge y colocado en un coche por el Kapitänleutnant Horst von Pflugk-Hartung, el capitán Heinz von Pflugk-Hartung, los tenientes Liepmann, von Ritgen, Stiege, Schultz, y un fusilero, todos del personal de Pabst. Todos entraron en el coche con la fingida orden de transportar a los prisioneros a la prisión de Moabit. A la altura de los jardines zoológicos de Tiergarten pararon el coche con la disculpa de una avería del motor. Sacaron medio inconsciente a Liebknecht y lo llevaron unos cuantos metros bajo la vigilancia de seis hombres, todos armados con pistolas y granadas de mano. Luego obligaron a Liebknecht a dar unos cuantos pasos y lo asesinaron alegando que intentaba escapar.

Poco después de que Liebknecht fuera sacado del hotel, salió Rosa Luxemburg acompañada por el Kapitänlieutnant Vogel. El fusilero Otto Runge le dio dos golpes con su fusil a Luxemburg dejándola casi sin vida, metiendo su cuerpo en un coche con la compañía de varios oficiales. Uno de ellos golpeó la cabeza de Rosa con su pistola, y Vogel acabó con la vida de la desgraciada metiéndole un tiro en la cabeza. El cadáver fue llevado a Tiergarten y, por órdenes de Vogel, arrojado desde el puente de Liechtenstein al canal Landwehr, donde fue encontrado el 31 de mayo de 1919.

Runge había recibido órdenes de matar a Wilhelm Pieck, pero éste se libró solicitando que se le permitiera hacer una declaración posterior. Lo que declaró fueron patrañas, pero fue puesto bajo custodia militar, consiguiendo escapar posteriormente.

Ahora estimado Barbarossa, a las cabezas de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht les habían puesto precio innumerables personas u organizaciones: la Liga Antibolchevique, fundada por aristócratas rusos, que tenía cantidad de agentes por toda Alemania, incluido von Tyszka, que estaba introducido en la oficina del comandante de Berlín. El Bürgerrat de Berlín tenía su red de espías, al igual que la Garde Kavallerieschützen Division, acuartelada en el hotel Eden. El SPD también tenía su red de espías, el llamado Regimiento del Reichstag.

Aquí quiero detenerme. Al parecer, la sección 14 del Regimiento del Reichstag (oficialmente se denominaba “Servicio Auxiliar del SPD, Sección 14”), en nombre de Scheidemann y el valedor financiero del regimiento, Georg Sklarz, había puesto precio a las cabezas de Rosa y Karl (100.000 marcos). Ernst Sonnenfeld, el pagador del regimiento; Hesel, el oficial al cargo de la Sección 14; y Krasnik, un oficial del regimiento, todos declararon bajo juramento que Fritz Henck, el yerno de Scheidemann, les había confirmado expresamente que la oferta de la recompensa era firme y que había el dinero disponible para tal empresa. Muchos otros miembros del regimiento corroboraron los testimonios anteriores, reiterando que la orden de asesinar a Luxemburg y Liebknecht había sido dada, aunque nunca puesta por escrito. Todo esto salió a relucir en un juicio por difamación contra un tal Prinz, que al ser absuelto del cargo, la sala estaba realmente condenando a Scheidemann y Sklarz. Ninguno de los dos intentó jamás apelar contra el veredicto incriminatorio.

Lo anterior, al suceder en un juicio, está perfectamente documentado. Falta saber si esa recompensa ofrecida por Philipp Scheidemann y Georg Sklarz se convirtió el día 15 de enero de 1919 en una orden dada a Pabst. Por eso me interesa la declaración de Pabst, aunque según tu información, éste incrimina directamente a Ebert y Noske. Que Ebert estuviera involucrado directamente en esos asesinatos me resulta totalmente impactante. Por ello te agradeceré la fuente de tu información.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 7:46 am

Hola a todos.

Yo la verdad es que tampoco disponía de ningún testimonio que implicara directamente a Noske y Ebert en el asesinato de Rosa Luxemburgo y Liebknecht, de hecho aunque los responsabilizan de ellos en última instancia ni CLAUDÍN, Fernando (1973), La crisis del movimiento comunista internacional, Barcelona, Ruedo Iberico, ni BROUE, Pierre, (1962), Revolución en Alemania, Barcelona, Redondo, ni SANCHEZ JIMENEZ, José (1987), “La Alemania de Weimar”, en VV.AA. (1986), Adios a la Utopia, Madrid, Historia 16, p. 58-81, ni de nuevo CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918” , en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109., hacen referencia a tal cosa.

De hecho Scheideman se pronunciaba al respecto en sus memorias, de manera totalmente cínica al estilo de Ebert:

“En la noche del martes al miércoles, después de la semana sangrienta, partí para Cassel a fin de comparecer ante mis electores. A petición del general Groener, me dirigí, apenas llegado, a Wilhemshöhe para discutir con él y el mariscal Hindenburg asuntos de servicio. Allí conocí la noticia del último y terrible episodio de la semana espartaquista, en asesinato de Kart Liebknecht y Rosa Luxemburgo.

El viernes 17 de enero por la mañana regresaba a Berlín. La capital estaba presa de una emoción extrema provocada por la muerte de los dos jefes espartaquistas y por los espantoso detalles que se iban conociendo poco sobre las circunstancias del asesinato. Sólo puedo repetir que bajo la primera impresión declare en Cassel. ¡Lamento sinceramente estas dos muertes¡. Cada día las dos víctimas llamaban al pueblo a tomar las armas derribar al gobierno. ¡Ahora su propia táctica terrorista les ha golpeado a ellos mismo¡” (1)

En cualquier caso es perfectamente sabido que los partidos de la III Internacional utilizaron durante mucho tiempo el caso de Luxemburgo y Liebknecht para acusar a la socialdemocracia de complicidad con las sociedades burguesas.

Con la desaparición de Rosa Luxemburgo la izquierda europea perdió uno de los mejores referentes, y a uno de los mejores teóricos del socialismo, y a una de las pocas figuras abiertamente revolucionarias dispuestas a enfrentarse al modelo que se estaba poniendo en práctica en la URSS y que llevaría a lo que finalmente llevo.

De todas formas esto venía de otros derroteros, al EMG lo que del EMG, y al SPD lo que es del SPD, quien tuvo el papel fundamental a la hora de descabezar la revolución alemana, con independencia del juicio que hagamos de ella, fue el SPD.


(1) CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918” , p.105, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109.,.

Saludos.
Jonny coge el Bombardero,
y lo eleva por el cielo,
no hay cañón que alcance a Jonny,
ni rival que lo derribe...

Jonny no mata a la gente.
elimina el objetivo,
Jonny no es un asesino;
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Tal vez no veamaos en el ESTAIR, Supendereis.

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Mensaje por José Luis » Jue Sep 28, 2006 4:59 pm

¡Buenos días a todos!
Werto escribió: De todas formas esto venía de otros derroteros, al EMG lo que del EMG, y al SPD lo que es del SPD, quien tuvo el papel fundamental a la hora de descabezar la revolución alemana, con independencia del juicio que hagamos de ella, fue el SPD.
Saludos.
Estimado Werto,

Antes de pasar a comentar tu frase quiero corregir la fecha que has dado en una de tus notas de un post anterior sobre la fecha de las elecciones para la Asamblea Nacional, que se celebraron el 19 de enero, no el 18 como se indica en tu nota. En cuanto al número de escaños obtenidos por el SPD yo tengo la cifra de 163, el Zentrum (católicos) 91, el DVP 22, el DNVP 44, el DDP 75, y el USPD 26 (1).

En cuanto a tu afirmación, arriba citada, previamente debemos precisar qué entendemos por "papel fundamental a la hora de descabezar la revolución alemana". Cuando yo expliqué en mi primer post que [La alianza de la Mayoría Socialdemócrata (9), el EMG y los conservadores liberales reunidos en torno al DVP (10) para contrarrestar el grave peligro de una deriva de Alemania hacia una dictadura del proletariado, tuvo, pues, su factor decisivo en el consentimiento del EMG (representado a la práctica por Groener y su segundo, el general Schleicher) para utilizar a los Freikorps contra las milicias armadas comunistas y sus seguidores], simplemente estoy constatando un hecho. La pregunta es: ¿Podía el GP del SPD poner fin a la revolución e insurrección armada espartaquista de enero de 1919 sin la intervención decisiva de los Freikorps? La respuesta es claramente negativa. Por ello, si bien es cierto que el GP del SPD dirigió políticamente la contrarrevolución (pues eso fue, sin duda, la lucha contra los espartaquistas), no es menos cierto que la llave de esa lucha la tenía el EMG. Debo recordar que los primeros Freikorps que se crearon (que fueron los que se utilizaron en Berlín contra la revolución de enero) estaban dirigidos por oficiales leales al EMG, a diferencia de otros Freikorps que se formaron posteriormente. Por tanto, sin este factor decisivo, el GP del SPD se encontraría impotente para neutralizar la amenaza revolucionaria que no sólo venía representada por el KPD-USPD, sino también por las tensiones de alto voltaje que entonces se vivieron en las fronteras orientales del Reich. Es en este contexto en el que yo destaco como factor decisivo la cooperación del EMG con el GP del SPD.

Pero es más. Como sabes, la revolución iniciada en noviembre de 1918 no acabó en enero de 1919 con la neutralización de la insurrección armada del KPD-USD.

El Ejército Rojo había avanzado a través de los países bálticos amenazando Prusia del Este. Los comunistas se habían apoderado de Hungría y dirigían revueltas en Austria. Las fronteras entre Polonia y Alemania no estaban todavía oficialmente determinadas y había choques fronterizos. En el Reich, Bavaria quería segregarse, y, en menor grado, Sajonia y Renania. Y la Conferencia de Versalles, que comenzó el 19 de enero (el mismo día en que se celebraron las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente), iba a sentar las bases para el Putsch de Kapp contra la República de Weimar. Exceptuando esta última circunstancia, obviamente, los Freikorps fueron determinantes a la hora de contrarrestar y/o eliminar todos esos peligros que amenazaban a la República de Weimar, aunque la intención de los Freikorps (y del Reichswehr) fuese más la de acabar con el caos y las revoluciones que la defender realmente el régimen republicano. Déjame que desarrolle el papel de los Freikorps en algunos de esos hechos siguiendo el relato de Caballero Jurado (obra ya citada).

Para eliminar el control comunista de los puertos del noroeste alemán (Bremen, Cuxhaven, Wilhelmshaven y Hamburgo), Gustav Noske utilizó el Freiwillige Landesschützenkorps del general von Roeder, reforzado por tres unidades con personal de la marina: la Eiserne Brigade (re-denominada ahora I Brigada Marina), y la II y III brigadas marinas (Korvettenkapitän Ehrhardt y Korvettenkapitän von Löwelfeld, respectivamente). Tras el exitoso ataque de estas fuerzas sobre Bremen el 4 de febrero de 1919, el resto de los puertos fueron cayendo en manos del gobierno en los días siguientes. En la Alemania Central, las “Ciudades Revolucionarias Autónomas” fueron cayendo una tras otra a manos del Freikorps del general Maercker y otras unidades como el Freiwillige Landesjägerkorps, la I y II brigadas de marina y otros Freikorps recientemente creados. Durante la llamada “Campaña de Primavera”, los Freikorps intervinieron en Brunswick (que tomaron el 18 de abril) y Sajonia; tomaron Magdeburgo (10 de abril), Dresden (14 de abril) y Leipzig (11 de mayo). A medida que iba tomando cada ciudad, el general Maercker formó nuevas milicias que denominó Einwohnerwehren (“Fuerzas Ciudadanas”), y que estaban compuestas mayormente, a diferencia de los Freikorps, de ciudadanos voluntarios.

El 3 de marzo de 1919 el KPD y el USPD convocaron una huelga general en Berlín, a lo que el Gobierno respondió declarando la ley marcial. En los días siguientes la Volksmarine Division entabló una lucha con los Freikorps que duró hasta el 13 de marzo, resultando más de 13.000 bajas. La victoria de los Freikorps acabó disolviendo finalmente la Volksmarine Division.

Munich había sido, junto con Kiel, el primer foco de la revolución alemana. El 2 de noviembre de 1918 el líder de la extrema izquierda Kurt Eisner dirigió a una gran turba contra los barracones militares de Munich, provocando la abdicación de la familia real. Eisner fue nombrado jefe del gobierno bávaro y dirigió una política de enfrentamiento contra el gobierno central de Berlín. El 21 de febrero de 1919 la extrema derecha asesinó a Eisner, hecho que provocó una violenta reacción de la extrema izquierda, de la cual resultó la proclamación por parte de la extrema izquierda el 7 de abril de 1919 de la Bayerische Räterrepublik (“Consejo de la República de Bavaria”).

El cuerpo bávaro del SPD rompió sus lazos con los comunistas y formó un “gobierno en el exilio”, en Bamberg, dirigido por el líder bávaro del SPD, Adolf Hoffmann, dejando Munich bajo el control total de los radicales del KPD y USPD. El 12 de abril la milicia armada del SPD, Republikanische Schutztruppe, fracasó en su intento de desalojar a los extremistas de Munich, y como respuesta a este ataque el gobierno del KPD/USPD ordenó la formación de un “Ejército Rojo Bávaro”, que a finales de abril contaba con 25.000 hombres.

Hoffmann rechazó la ayuda de los Freikorps ofrecida por el gobierno de Berlín para retomar Munich, y, en cambio, envió una pequeña fuerza de vanguardia sobre la ciudad, pero fue derrotada por el Ejército Rojo Bávaro cerca de Dachau el 16 de abril. Entonces Hoffmann pidió la ayuda que previamente le había ofrecido el ministro de Defensa en Berlín, Gustav Noske. Noske puso al general Ernst von Oven al cargo de unos 30.000 hombres que se utilizaron para tomar Munich durante los grandes combates que tuvieron lugar entre el 28 de abril y el 1 de mayo, fecha en que se acabó el “Terror Rojo” que había imperado durante seis meses.

Como puede desprenderse de estos sucesos, estimado Werto, resulta evidente que el SPD, sin la colaboración fundamental del EMG vía Freikorps, no estaba en condiciones por sí mismo de controlar y eliminar los movimientos revolucionarios que entonces amenazaban con destruir la República de Weimar y desintegrar Alemania.

En cambio, el fracaso final del Putsch de Kapp de marzo de 1920 no fue obra del EMG (el general Reinhardt, entonces Chef der Heeresleitung, quería que el Reichswehr interviniera contra los Freikorps golpistas para ayudar al Gobierno republicano, pero sus órdenes fueron desafiadas por el jefe del EMG, Hans von Seeckt, que ordenó la neutralidad), sino un triunfo exclusivo de la huelga general convocada por el Gobierno, huelga a la que incluso se sumó el KPD.

En fin, en mi próxima intervención prometo hablar más de los "generales políticos" del Reichswehr.

(1) Jonathan Wright, Stresemann: Weimar's Greatest Statesman (Oxford University Press, 2002), página 128.

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Mensaje por Barbarossa » Jue Sep 28, 2006 8:30 pm

Estimados José Luis y Werto,

la primera vez que tuve referencias de las implicaciones de Noske en el asesinato de Liebknecht y Luxemburg fue tras la lectura del libro Germany: Jekyll & Hyde, del genial Sebastian Haffner.

Haffner es un autor que, tanto por su rectitud moral como por sus circunstancias personales, a mí me ofrecía plenas garantías de lo que afirmaba, pero lo más sobresaliente de esta cuestión es que el libro en el que Haffner desvelaba la participación de Noske fue escrito, imagino que en Londres, ni más ni menos que en el año 1940, lo que indica que, no mucho tiempo después de los asesinatos, ya existían pruebas más o menos tangibles contra Noske y el SPD.

Por lo que se refiere al testimonio de Waldemar Pabst, éste desveló por primera vez los entresijos del asesinato de los dos líderes comunistas en una entrevista publicada por la revista alemana Der Spiegel el 18 de abril de 1962.

A ello hay que añadir que Pabst murió en 1970 y que tras su fallecimiento se publicaron sus Memorias en las que se incluye el siguiente párrafo:
Dass ich die Aktion ohne Zustimmung Noskes gar nicht durchführen konnte – mit Ebert im Hintergrund – und auch meine Offiziere schützen musste, ist klar. Aber nur ganz wenige Menschen haben begriffen, warum ich nie vernommen oder unter Anklage gestellt worden bin. Ich habe als Kavalier das Verhalten der damaligen SPD damit quittiert, dass ich 50 Jahre lang das Maul gehalten habe über unsere Zusammenarbeit.
Que puede traducirse así:
Que la operación no podía llevarse a cabo sin el acuerdo de Noske -y con el apoyo de Ebert- y que, además, yo tenía que velar por la seguridad de mis oficiales es algo evidente. Y sólo un grupo muy reducido de personas estuvieron al tanto de por qué yo nunca llegué a ser acusado; y es que, lo largo de estos 50 años y ante el SPD de aquella época, yo decidí comportarme como un caballero y mantener sellados mis labios respecto de ese trabajo en común.
La cita textual de las Memorias puede leerse en

http://de.wikipedia.org/wiki/Waldemar_Pabst
Última edición por Barbarossa el Mié Jun 18, 2008 10:10 am, editado 2 veces en total.

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Mensaje por José Luis » Jue Sep 28, 2006 9:59 pm

Estimado Barbarossa,

Sebastian Haffner no era un historiador profesional, sino abogado y periodista, como sin duda sabrás. Aunque en cierta medida, sobre todo en la historia alemana que le tocó vivir y que plasmó magistralmente en su "Historia de un alemán", no necesitaba de la licenciatura de esa ciencia ni del rigor académico que la debe presidir para analizar, desde su punto de vista, el periodo en cuestión. Sin embargo, una cosa es un análisis personal y subjetivo, y otra muy diferente el trabajo de investigación histórica.

Los ensayos de Haffner, pues, deben tomarse como lo que son: análisis personales y subjetivos de una serie de hechos históricos. Y no podemos pretender encontrar en Haffner, más aún para el caso que nos ocupa, las pruebas o fuentes de una acusación tan espectacular como la que señala las cabezas de Ebert y Noske como las autoras intelectuales de los asesinatos de Luxemburg y Leibknecht. Yo no digo que ello no haya sido posible (aunque me extraña extraordinariamente en un hombre como Ebert, incluso en la turbulentísima situación que entonces vivía Alemania), pero hay que demostrarlo o, al menos, señalar indicios solventes.

Dicho lo anterior, Haffner es para mí una de las mentes más lúcidas cuyos análisis, unos cuantos, he tenido el placer de leer. Su pluma es ágil, precisa y aguda; su ácido humor (tan alemán, a mi entender) y su fina ironía en el lenguaje me han deparado probablemente las horas más exquisitas como lector en mis incursiones en la historia. Ni que decir tiene que soy un lector incondicional de Raimund Pretzel, su verdadero nombre.

En cuanto a Wikipedia, con todos mis respetos, siempre pongo en reserva (pendiente de contrastar y confirmar) su información. No de otro forma puede ser, dada la propia naturaleza de esta práctica enciclopedia virtual.

Y con respecto a lo declarado por Pabst, bien, es un testimonio que hay que tener en cuenta, pero que de momento me permito poner en cuarentena. ¿Por qué? Porque si lo que declaró fuese cierto, me resulta increíblemente extraño que en todo el tiempo transcurrido desde aquellos trágicos sucesos nadie hubiese arrojado luz sobre el asunto. Es más, los nazis estarían ávidos de echar leña al fuego en que entonces se quemaba la República de Weimar (y con ella el SPD) con informaciones (y pruebas) de esa naturaleza. Cuando Friedrich Ebert murió, si no recuerdo mal en 1925, muy pocos prohombres de la derecha tradicional alemana (incluyendo a los jefes militares) lo sintieron verdaderamente. En aquel patético mundo de nobleza y aristocracia en que vivían o creían vivir muchos trasnochados alemanes, no se perdonó nunca que un hombre de humilde condición, un plebeyo, llegase a presidir el destino del pueblo alemán. Fueron muchas y mezquinas las invenciones y calumnias que se vertieron contra él; si realmente hubiese pruebas o testimonios solventes que lo incriminaran directamente con los asesinatos de Luxemburg y Liebknecht, sin duda habrían salido a la luz entonces o, cuando menos, durante el reino tenebroso del Tercer Reich.

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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 10:39 pm

Hola a todos.

Muchas gracias por la apreciación Barbarrossa, yo la verdad es que desconocía completamente la existencia de un testimonio directo que implicará directamente a Ebert y Noske en los asesinatos de Liebknecht y Rosa Luxemburgo, lo que por cierto no me ayuda a mejorara la opinión que tenia sobre ambos y sobre el SPD en general.

Respecto a la elecciones de la Asamblea Constituyente el totalmente cierto que la fecha de referencia es el 19-I-1919 (1) pero lo datos de que yo dispongo dan al SPD 165 representantes, con el 37,9% de los votos, 22 al USPD con el 7,8%, 91 al centro católico, con el 18,7%, 75 al DDP, con el 18,6%, 19 al DVO, con el 4,4,%, 44 al DNVP con el 10,3% y 5 representantes a otros partidos con el 1,3% de los votos (2).

Por otra parte, y entrando en materia, cuando me refiero al papel fundamental del SPD decir a a la hora de acabar con la revolución espartaquista, y cuando digo al SPD quiero a los miembros de su partido, especialmente Ebert, quiero hacer referencia a la parte trascendente sin la cual no se hubiese podido acabar, para bien o para mal, con dicha revolución.

El SPD era el partido insignia de la II Internacional (3), en su base doctrinaria e ideológica, y en la mente de sus electores, la aspiración de dicho partido era, al menos decía ser, la construcción del socialismo, ya fuera por la vía revolucionaria o por la vía reformista.

En el contexto en que nos movemos, noviembre de 1918-enero de 1919, el SPD había sufrido numerosas escisiones, fundamentalmente las de KPD y el USPD, porqué importantes sectores de dicho partido, no así su electorado, estimaban que los dirigentes del SPD, especialmente cuando suscribieron la Unión Sagrada en contra de todos los principios internacionalistas, no tenían ni la menor intención de avanzar en los objetivos del partido, conformándose con mantener posiciones puramente liberales y burguesas (4).

Cuando llegó el fin del Imperio el SPD se encontró con que de pronto sus representantes, como indicaba el propio Liebknecht, controlaban la mayor parte de los consejos de obreros y soldados surgidos espontáneamente, y tenían influencia directa –mucho mayor que la pudiera tener después el KPD- sobre una parte considerable de las fuerzas armadas. De hecho el mismo Ebert afirmaba el mismo 10 de noviembre de 1918, ante los gritos de sus seguidores:

[ “De la lucha fraticida entre socialistas se ha llegado a un acuerdo entre el SPD y el USPD, formándose un Gobierno de tres representantes de cada partido. Ahora se trata de asegurar en común la reconstrucción de la economía según los principios del socialismo. ¡Viva la unidad de la clase obrera alemana y de los soldados alemanes, viva la república social de Alemania¡”] (5)

Liebknecht, que interviene después de Ebert, casi es linchando por los simpatizantes y seguidores del SPD cuando expone que Ebert, al contrarío de lo que afirma, no tiene la menos intención de avanzar en la construcción del socialismo, y expone a las claras su opinión de los dirigente del SPD no son “amigos” de la revolución:

[“La revolución esta amenazada no sólo por los que antes eran sus enemigos –junkers, capitalistas, imperialistas, príncipes y generales- sino también por los que hoy marchan con la revolución y ayer eran sus enemigos” (es decir el SPD).

La mayoría de la asamblea se levanta indignada gritando: ¡Unidad¡, ¡Unidad¡, y exigiendo a Liebknecht que abandone la tribuna. El líder espartaquista esta a punto de ser agredido por los delegados de los consejos de soldados cuando declara que: “los enemigos de la revolución utilizan pérfidamente para sus propios fines a la organización de los soldados”, aludiendo con ello al predominio que en los consejos de soldados, más aún que en los consejos obreros, tenían los miembros del SPD] (6)

Los miembros del USPD entran el gobierno casi tan rápido como salen, el 23-24 de diciembre de 1918, al comprobar que, como Liebknecht había previsto, los dirigentes del SPD no tiene ni la menor intención de avanzar, como afirmaban, en la construcción de socialismo. Tras su salida del gobierno los simpatizantes del USPD –no así el aparato del partido- forman frente común con los miembros del KPD (7) y plantean a las claras la posibilidad de establecerse como gobierno al comprobar que Ebert no tiene ni la menos intención de cumplir con lo prometido.

Ebert, cuya prioridad es no enemistarse con la alta burguesía, decide utilizar la fuerza contra los socialistas, inexplicablemente no consigue movilizar a ninguna de las bases de su partido, que controlaban la práctica totalidad de los consejos de soldados, contra los “revolucionarios”, que persiguen exactamente los mismo que Ebert afirma en público buscar. Inexplicablemente también Ebert y el gobierno del SPD no sólo no dimiten o convocan elecciones, sino que nombran a los miembros más reaccionarios del SPD para sustituir a los del USPD, y recurre a los Freikorps para enfrentarse a los que persiguen el socialismo.

Inexplicablemente el SPD no consigue movilizar en defensa del gobierno más que a la derecha, mientras sus bases, asisten atónitas, mientras su dirigentes del llaman a la calma, a algo que parece inexplicable, un gobierno que dice perseguir el socialismo disuelve por la fuerza a aquellos que buscan instaurar una revolución socialista.

Ahora hay que plantarse algo, ¿Alguien piensa realmente que un gobierno que no fuera del SPD podía haber acabado con la revolución espartaquista?, ¿realmente alguien piensa que los consejos de obreros y soldados se habrían mantenido inmóviles si quien ordena disolver a los revolucionarios es un gobierno de la derecha?.

¿Si el KPD que no llegaba a 7.000 miembros en toda Alemania fue capaz de reunir a 700.000 personas por la instauración del socialismo a cuantas podría reunir el SPD que contaba con 250.000, incluso después de la escisión del USPD?

El “merito” de evitar el triunfo de la revolución espartaquista corresponde al SPD, y en particular a Ebert, más que nada por el hecho de que fue capaz de evitar que las bases de su partido, que querían y de hecho ceían estar posicionadas por, el socialismo, permanecieran pasivas en un conflicto en que lo que se buscaba era lo que los dirigentes del mismo SPD decían perseguir, privando a los revolucionarios de un potencial que hubiese resultado decisivo.


(1)Supongo que se me correría el dedo a la hora de teclear, porqué de este libro disponía anoche.

(2) SANCHEZ JIMENEZ, José (1987), “La Alemania de Weimar”, p. 67, en VV.AA. (1986), Adios a la Utopia, Madrid, Historia 16, p. 58-81, aunque no pone de donde lo cita pues se trata de un cuadro sinóptico con los resultados de todas las elecciones alemanas hasta el 6-XI-1932.

(3) De hecho los paridos socialistas de todo el mundo de crearan y organizaran a imitación de éste.

(4) Incluso gente meramente reformista como Berstein, tal vez el principal teórico de la social-democracia, se vio en la obligación de abandonar el SPD.

(5) Citado de CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 100, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109. En el primer congreso de consejos obreros y soldados de toda Alemania, celebrado del 16 al 20 de diciembre de 1918, 292 de los 490 representantes pertenecen al SPD, ninguno de ellos moverá un dedo a favor de Ebert contra los “revolucionarios”.

(6) Citado de CLAUDÍN, Fernando, (1995), “La Revolución Alemana de 1918”, p. 101, en Octubre Rojo, Madrid, Historia 16, 97-109.

(7) Cuyos afiliados en todo Alemania no asaban de 7.000 y en Berlín no llegaba a 1.000.

Saludos.
Última edición por Werto el Vie Sep 29, 2006 3:52 am, editado 2 veces en total.
Jonny coge el Bombardero,
y lo eleva por el cielo,
no hay cañón que alcance a Jonny,
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elimina el objetivo,
Jonny no es un asesino;
Jonny es frio..., y profesional.

Tal vez no veamaos en el ESTAIR, Supendereis.

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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 10:48 pm

Por otra parte la llegada al poder de los revolucionarios en Hungria-estos si comunistas y pro-soviéticos- no se da hasta finales de marzo de 1921, cuando la revolución espartaquista ya estaba bien finiquitada.
Jonny coge el Bombardero,
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José Luis
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Mensaje por José Luis » Vie Sep 29, 2006 12:42 am

¡Hola a todos!

Estimado Werto,

En otro momento ya miraré otras fuentes para concluir el asunto de los resultados de las elecciones a la ANC de enero de 1919. Con respecto al tema del "papel fundamental", bien, ya hemos dado nuestros diferentes puntos de vista.

Ahora quiero seguir con el topic.

La primera figura militar importante en los días revolucionarios de noviembre de 1918 fue el general Wilhelm Groener, que como dije más arriba sucedió a Ludendorff en el segundo puesto más importante del entonces declinante ejército imperial. Groener se convirtió en el nuevo Generalquartiermeister el 26 de octubre de 1918. Nacido en 1867, cuando estalló la guerra en 1914 era el Jefe de la Sección del Ferrocarril en el EMG; tres años más tarde, en 1917, fue nombrado comandante en jefe de la 33ª División de Infantería en Francia, y al año siguiente ocupó la jefatura del estado mayor del Grupo de Ejércitos Kiev. Tras su cese en el ejército (y consecuentemente como Generalquartiermeister) en 1919, sirvió como Reichsminister de Comunicaciones desde 1920 a 1923, año en que dimitió de ese gabinete. Escribió luego varios libros, entre los que destacan Feldheer wider Willen (una crítica acerba sobre Helmuth von Moltke, el sobrino de Moltke el Viejo), y Das Testament des Grafen Schlieffen (sobre la relación entre el Mando Supremo y el ejército de campaña), obra que podéis leer traducida al inglés aquí:
http://cgsc.cdmhost.com/cdm4/document.p ... ISOPTR=208

En 1928 volvió de nuevo a la palestra política como Ministro de Defensa, cargo que desempeñó hasta 1932, manteniendo al mismo tiempo, desde octubre de 1931, la jefatura del Ministerio de Interior. Murió en Bornstedt el 3 de mayo de 1939 (1).

Como dijo Goerlitz, Groener fue el primer demócrata convencido que jamás había ocupado una posición dirigente en el EMG, y tengo para mí, a tenor de los hechos posteriores, que fue también el militar que más sinceramente defendió la República de Weimar (RdW), especialmente en su etapa de Ministro de Defensa e Interior. No en vano, junto con Gustav Stresemann, fue llamado “Vernunftrepublikaner”. Ambos personajes abrazaron desapasionadamente la defensa de la RdW, pues comprendieron perfectamente que era el único régimen político que podía lidiar con cierto éxito las severas exigencias del Tratado de Versalles y los graves acontecimientos políticos internos y externos que entonces ensombrecían el destino de Alemania. También el general Walter Reinhardt fue un sincero defensor de la RdW, y probablemente igual Kurt von Schleicher, aunque éste estaba dominado por unas ambiciones personales de las que carecían los dos anteriores. Tal vez el único militar en posiciones semejantes que estuvo a la altura de Groener (en cuanto a defender a la RdW se refiere), fue el general Hammerstein-Equord, el último Chef der Heeresleitung del Reichswehr de la República de Weimar, a quien llamaban “el general rojo”. Pero de estos personajes hablaré en otra ocasión.

El papel de Groener en los sucesos que tuvieron lugar durante la llamada revolución alemana de noviembre de 1918, y posteriores, fue trascendental. Fue él quien forzó a Guillermo II a abdicar de su trono prusiano (pues Guillermo II no creía una condición necesaria dejar de ser rey de Prusia, sino tan sólo emperador de Alemania para no obstruir la negociación del armisticio con los aliados), al manifestarle sin rodeos que no podía contar con la colaboración del ejército en la defensa de su trono. Y fue Groener quien en el verano de 1919 aconsejó a Friedrich Ebert a aceptar la firma del Tratado de Versalles, ganándose de esta forma no pocos enemigos en el Reichswehr.

En su etapa como Generalquartiermeister, Groener persiguió dos objetivos fundamentales: dentro de Alemania utilizó al ejército como instrumento de estabilización; en el exterior, buscó preservar la unidad territorial de Alemania. No eran dos tareas fáciles; ya hemos visto un poco en qué circunstancias extraordinariamente complicadas se desarrolló la primera, y cómo el pacto Groener-Ebert permitió abortar las revoluciones de enero-mayo de 1919. Fuera de Alemania, pero con repercusiones absolutamente directas, había muchos problemas. Cuenta Goerlitz: “Los regímenes títeres de Herman Skoropadski y de la república de Georgia colapsaron mientras que las tropas alemanas en Ucrania comenzaban en muchos casos a ser intoxicadas por la propaganda bolchevique. En Hungría se formó un gobierno rojo, los checos proclamaron su independencia, al igual que los polacos, y movimientos similares hacia la autonomía aparecieron en Lituania, Letonia y Estonia. La población polaca de Posen se levantó contra las autoridades alemanas, mientras sus camaradas nacionales en Prusia Occidental y la Alta Silesia aumentaban sin descanso. Mientras tanto, por supuesto, el Ejército de Salónica Aliado había forzado el abandono de Rumania. Así, toda la posición alemana en el este ya estaba en peligro.” (2). Parte de esos problemas los tuvo que afrontar Groener, pero tras la firma del Tratado de Versalles y la dimisión de Hindenburg como jefe del EMG (que quedaba prohibido por ese tratado), Groener se retiró del ejército y dio paso a Walter Reinhardt y Hans von Seeckt, como primer y segundo jefes militares en la nueva reestructuración del Reichswehrministerium.

Sólo un apunte más sobre la política de Groener durante su etapa de Ministro de Defensa e Interior. Tanto bajo la cancillería de Müller como bajo la de Brüning, Wilhelm Groener fue un decidido anti-nazi que persiguió sin cesar la prohibición de los camisas pardas nazis, cuyas fechorías eran la vergüenza de la nación. Enfermo de diabetes, cansado, traicionado por Schleicher (que urdió su caída) y desamparado por Hindenburg, Groener dimitió de sus cargos en 1932 con la vana intención de salvar el gobierno Brüning. Siempre me extrañó que durante la posterior “Noche de los Cuchillos Largos”, Groener no cayera víctima de las garras nazis. Quizás todavía entonces era demasiado pronto para el descaro nazi unir su asesinato al de Schleicher.

(1) Para los datos de la carrera de Groener he utilizado a B. J. C. McKercher, Roch Legault (eds.), Military Planning and the Origins of the Second World War in Europe (Praeger Publishers, 2001), y Robert S. Wistrich, Who’s Who in Nazi Germany (Routledge, 2002).

(2) Goerlitz, obra citada, pp. 205-206

Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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