La guerra de Zhukov

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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Erich Hartmann
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La guerra de Zhukov

Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 06, 2006 6:50 pm

Artículo aparecido en el número 84 de la revista Historia y Vida:

1939: La URSS contra Japón

Texto: Otto Preston Chaney Jr.

Zhukov siempre quiere más soldados, más piezas de artillería, más armas de fuego. También más aviones. Jamás tiene suficiente. Pero nunca ha perdido una batalla.

Josip Stalin

El mariscal Zhukov ha sido el hombre más condecorado de la historia militar soviética. Y con lógico motivo: su actuación en la Segunda guerra mundial, desde la defensa de Moscú hasta la ocupación de Berlín en 1945, le dio justa fama. Pero de su vida anterior sabemos muy poco. Este capítulo del libro del historiador militar inglés O. P. Cheney Jr., “Zhukov” –de inminente publicación por Editorial Euros-, basado en las Memorias escritas por el propio mariscal, explica los orígenes del prestigioso defensor de Moscú entre sus compañeros del Ejército Rojo, cimentado en su fulgurante victoria sobre los japoneses en 1939, en una guerra cruenta pero jamás declarada: la campaña del Khalkhin-Gol, en los confines de Mongolia, frontera siempre conflictiva entre China y la URSS.

Como la guerra, lenta y cautelosamente, se acercaba cada vez más a Europa y los japoneses se volvían por momentos más audaces en el Lejano Oriente, los rusos llegaron a preocuparse aún más profundamente por la seguridad de sus fronteras. En una serie de medidas proyectadas para desanimar la agresión, fortificaron las regiones a lo largo de las fronteras terrestres, construyeron posiciones de fuego para la artillería de costa y armas automáticas a lo largo de las rutas marítimas y fluviales, establecieron depósitos de abastecimiento, aeródromos y carreteras en las zonas fronterizas. Preocupadas especialmente por sus fronteras del Lejano Oriente, la Unión Soviética había creado con anticipación el «Frente del Lejano Oriente» y la «Flota del Océano Pacífico». En marzo de 1936, Moscú había firmado un pacto de mutua asistencia con la República Popular de Mongolia.

Los japoneses habían estado probando la potencia del Ejército Rojo durante algún tiempo, con frecuencia sacando ventaja de las crisis en otros lugares del escenario mundial. Treinta y tres choques fronterizos se produjeron en 1936, y varios más ocurrieron durante las purgas de 1938. Mientras la URSS estaba indudablemente preocupada con los sucesos europeos —la crisis de Munich y los preparativos alemanes para la guerra— Japón decidió realizar una prueba de gran envergadura para tantear el poderío militar de Rusia en las fronteras de Manchuria y Mongolia. Sin embargo, la agresión japonesa fue más bien una acción de sondeo. La lucha en dos frentes estaba calculada para realzar el prestigio del Ejército Japonés a los ojos de las demás naciones. Además, los mandos japoneses esperaban aislar a la Unión Soviética de China y con ello detener la corriente de ayuda de aquélla a ésta.

Incidentes fronterizos en Manchuria

Ambas partes parecen compartir alguna culpa por los sucesos de 1936-1939. En el verano de 1938, el Ejército Rojo ocupó dos pequeñas islas en el río Amur, provocando las protestas de los japoneses y la exigencia de que debían ser evacuadas. El Kremlin replicó que las islas pertenecían a Rusia, justificando la reclamación con referencias a los antiguos tratados ruso-chinos. El incidente parecía saldado al convenir ambas partes no enviar fuerzas militares al territorio en disputa, pero dos días más tarde los japoneses desembarcaron destacamentos militares en las Islas. A mediados de julio, en un movimiento incluso más peligroso, los soviéticos enviaron pequeños destacamentos militares a las estratégicamente importantes colinas de Zaozernaya y Bezymyannaya, situadas aproximadamente a diez kilómetros de la costa del Pacífico y a ciento sesenta kilómetros de Vladivostok. El mando del Ejército Rojo había decidido impedir que los japoneses ocupasen las colinas, lo cual plantearía una seria amenaza al puerto de Posyet. Los Gobiernos del Japón y Manchukuo exigieron la inmediata evacuación, e insinuaron posibles y peligrosas complicaciones, pero Moscú se negó a ello, alegando que las colinas eran rusas. El 20 de julio, el embajador japonés en Moscú, Mamoru Shigemitsu, declaró que si las demandas japonesas no eran satisfechas, su nación emplearía la fuerza para mostrar que existían. Los rusos no hicieron nada. El 29 de julio, las fuerzas niponas y manchurianas atacaron, progresando rápidamente en la zona del lago Khasan (Massan). Se aprovecharon bien del terreno conquistado, que era extremadamente desfavorable para los defensores. Las líneas de comunicación eran vulnerables, y las colinas que ocupaban los defensores estaban aisladas por el lago Khasan del resto del territorio ocupado por los soviéticos.

Tan pronto como los japoneses efectuaron su avance, el comandante del frente del Lejano Oriente, mariscal de la Unión Soviética Blyukher, ordenó a las unidades de la 40ª División de Infantería, situada en el área de Posyet, que se desplegaran en disposición de combate y al mismo tiempo envió dos batallones reforzados de esta división a Bezymyannaya y Zaozernaya. Pronto se entablaron feroces luchas y los soviéticos acumularon unas fuerzas impresionantes, a principios de agosto. Blyukher asignó el mando directo de la operación del lago Khasan al comandante de Cuerpo de Ejército Georgi Shtern, jefe de Estado Mayor del Distrito Militar del Lejano Oriente; Inmediatamente Shtern comenzó a planear su ataque. El 6 de agosto, la infantería se lanzó al asalto a continuación de un bombardeo y corta barrera de artillería en las alturas. El 9 de agosto, después de grandes bajas por ambos bandos, la lucha había cesado virtualmente, y los japoneses abandonaron el territorio en disputa.

Al día siguiente, el embajador Shigemitsu llegó al Comisariado del Pueblo de Negocios Extranjeros en Moscú proponiendo celebrar conversaciones.


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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Sep 07, 2006 8:17 pm

La batalla del lago Khasan

Las batallas alrededor del lago Khasan descubrieron serios defectos en el estado de movilización de las tropas del I Ejército del Lejano Oriente (Primorsk) y en los trabajos de los Cuarteles Generales y Estados Mayores. En noviembre de 1938, después de que Voroshilov señalase ciertas deficiencias, el principal Consejo Militar del Comisariado de Defensa del Pueblo adoptó importantes medidas encaminadas a mejorar el dispositivo de combate de las fuerzas del Lejano Oriente y el aumento de la seguridad de la frontera.

Los japoneses no se desanimaron ante este revés. En mayo de 1939, las hostilidades estallaron de nuevo. Los japoneses denunciaron una violación de la frontera llevada a cabo por setecientos jinetes de la Mongolia Exterior a lo largo del río Khalkhin-Gol (o Halhin-Gol), conocido por los japoneses como el Halha. Los historiadores rusos juzgan la campaña como una renovada prueba de la potencia de Rusia, y como una demostración de las pretensiones niponas sobre el Transbaikal soviético y el Lejano Oriente.

De acuerdo con los relatos soviéticos de la lucha, el Ejército de Kwantung planeaba avanzar desde la zona de Bargi, localizada en Manchuria entre las fronteras de la URSS, de la República del Pueblo de Mongolia y la alineación montañosa del Gran Khingan. Preparándose para una concentración de fuerzas, los japoneses empezaron por aumentar la capacidad de la línea de ferrocarril de Harbin-Tsitslhar-Khailar y también iniciaron la construcción de una nueva línea férrea de Solun a Ganchzhur, de uno y medio a tres kilómetros de distancia y paralela a la frontera de Mongolia. Decidieron conquistar el territorio de Mongolia situado entre la orilla derecha del Khalkhin-Gol. La región al este del río, esteparia y despoblada, estaba débilmente defendida. Los puestos fronterizos de la República del Pueblo de Mongolia se encontraban a unos veinte o treinta kilómetros de la frontera, y no había fuerzas regulares mongolas próximas. Las unidades del LVII Cuerpo de Ejército Independiente del Ejército Rojo, situado en Mongolia de acuerdo con el pacto de asistencia mutua, se hallaban aproximadamente a quinientos kilómetros del área amenazada. Las tropas Japonesas dieron comienzo inmediatamente a una instrucción intensiva. A mediados de abril enviaron un destacamento especial para preparar mapas del terreno. A principios de mayo, los pilotos japoneses comenzaron los vuelos de reconocimiento sobre el territorio de Mongolia.

El 11 de mayo de 1939 Japón atacó. Las fuerzas terrestres entraron en contacto con los puestos de la frontera, mientras la fuerza aérea bombardeaba una avanzadilla en la frontera montañosa. El 14 de mayo, aproximadamente trescientos soldados de caballería japoneses hablan avanzado hasta el río Khalkhin-Gol. Las tropas de la frontera de Mongolia enviadas para restaurar la línea fueron dispersadas por los aviones enemigos. El Gobierno soviético, dando cumplimiento a su pacto de asistencia mutua con la República del Pueblo de Mongolia, ordenó a sus tropas situadas allí que defendieran las fronteras de los dos países.

Caballería japonesa frente a tanques rusos

A finales de mayo, el mando japonés había concentrado al este del Khalkhin-Gol una fuerza de más de mil seiscientos infantes y novecientos soldados de caballería, un pequeño número de blindados y cuarenta aviones. Los de Mongolia adelantaron su 6.ª División de Caballería, mientras que los soviéticos enviaron un batallón de ametralladoras, de infantería, de la XI Brigada Acorazada con una compañía de blindados, una compañía de ingenieros y una batería de artillería. Otras uni- dades soviéticas y de Mongolia estaban en marcha hacia la zona de combate.

El 28 de mayo, los japoneses atacaron en un intento de envolver a las tropas sovieto-mongólicas desde los flancos, batirlas por la retaguardia y separarlas de los puntos de cruce sobre Khalkhin-Gol. Los japoneses, numéricamente superiores, al principio hicieron retroceder a las fuerzas enemigas, pero pronto fueron detenidos por la artillería y una de las compañías de infantería. Esa misma tarde, tropas del 149 Regimiento de Infantería soviético empezaron a llegar en camiones y entraron inmediatamente en combate. La lucha continuó durante toda la noche. El 29 de mayo por la mañana, las unidades sovieto-mongolas contraatacaron y, en un combate que duró todo el día, rechazaron a los japoneses hasta la frontera. Cuatrocientos oficiales y soldados japoneses murieron en los dos días de acción.

A principios de junio, Zhukov había llegado al teatro de operaciones para hacerse cargo del mando de parte de las fuerzas. En los primeros días de julio, los japoneses empezaron a concentrar tropas para realizar una nueva ofensiva. Su número alcanzaba ahora aproximadamente los 38.000 hombres, apoyados por 135 carros de combate, 10 vehículos blindados y 225 aviones. Tan sólo disponía de 12.541 hombre sovieto mongoles para defender un frente de unos 750 kilómetros, en la orilla este del Khalkhin-Gol. Los soviéticos disponían de más fuerzas blindadas, 186 carros de combate y 226 blindados, que proporcionaban a Zhukov una excelente oportunidad para experimentar la efectividad de los carros soviéticos y las modernas tácticas.

La triple superioridad numérica de sus tropas indujo a los japoneses a tratar de cercar y destruir las fuerzas enemigas, situadas en la orilla derecha del Khalkhin-Gol. El plan consistía en hacer avanzar una potente fuerza alrededor del flanco izquierdo de los defensores, cruzar el Khalkhin-Gol sin ser descubiertos, capturar el monte Bain-Tsagan y atacar desde la retaguardia. La ofensiva dio comienzo el 2 de julio. La infantería y los carros se las ingeniaron para introducir una cuña en las posiciones sovieto-mongolas, y su avance tan sólo fue detenido por el río. Sin ser observadas, las tropas japonesas empezaron a cruzar a la orilla izquierda el 3 de julio por la noche, completando su movimiento por la mañana. El objetivo siguiente, el monte Bain-Tsagan, pronto quedó ocupado, continuando el avance hacia el Sur, amenazando con aislar las fuerzas soviéticas y mongolas de la orilla derecha.



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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Sep 12, 2006 1:01 am

Más allá del río Khalkhin-Gol

Zhukov adivinó el plan enemigo y decidió lanzar un contraataque en tres direcciones, en el que la XI Brigada de Carros atacaría desde el Norte, el 24º Regimiento de Infantería Motorizado desde el Noroeste y la VII Brigada blindada desde el Sur. El ataque soviético fue tan repentino que provocó el desorden en las filas japonesas. La eficacia del contraataque fue confirmada por un oficial nipón, quien anotó en su diario: «Se produjo una terrible confusión; los caballos comenzaron a huir, arrastrando tras ellos las cureñas de los cañones: los coches blindados se han dispersado en todas direcciones».

Rodeados por tres lados, los japoneses se pusieron a la defensiva en un esfuerzo desesperado para conservar el monte Bain-Tsagan. Su contraataque del 4 de julio quedó frustrado por la acción de las unidades artilleras y aéreas del Ejército Rojo. La misma tarde, las unidades sovieto-mongolas desencadenaron un ataque general sobre la montaña; a la tarde del siguiente la resistencia nipona se había derrumbado. Zhukov lanzó sus fuerzas acorazadas contra el enemigo, que intentó retirarse a través del Khalkhin-Gol. El único puente de pontones tendido por los japoneses había sido destruido por los soviéticos, y muchos soldados japoneses murieron ahogados al tratar de buscar su salvación a nado.

Los nipones, tras su temporal fracaso, iniciaron nuevos planes de ataque. Después de dos meses y medio de operaciones, el mando soviético no vio ninguna solución, a excepción de una posible y prolongada acción defensiva con tropas insuficientes y la muy real posibilidad de una victoria japonesa final. Se las habían arreglado para mantener la frontera e infligir pérdidas al enemigo, pero el mando no era demasiado competente y existían algunos fallos de coordinación, según observa John Erickson (1).

«La única respuesta plausible era relevar las tropas del interior y cambiar el mando. Pareció que la respuesta consistía en asignar al comandante de Cuerpo de Ejército G. Zhukov el mando del Primer Grupo de Ejércitos, con la misión de derrotar a los japoneses. Zhukov no se había hecho demasiadas ilusiones con este nombramiento puesto que el fracaso era imposible. Para vencer, y vencer decisivamente, podría bastarse cualquier hombre solo... Pero con Zhukov llegó un refuerzo masivo. Con aquel estilo que más tarde iba a caracterizarle, esperó a lanzar su contraofensiva hasta que tuvo una superioridad de 1,5 a 1 en hombres, de 1,7 a 1 en ametralladoras pesadas, casi de 2 a 1 en artillería, la misma proporción en cobertura aérea y una ventaja de 4 a 1 en carros de combate. Durante el mes de agosto los preparativos para el contragolpe contra los japoneses progresaron con frenética energía, y para el 18 de aquel mes Zhukov se hallaba preparado. Estos preparativos coincidían con aquel período crítico al que habían llegado en el verano de 1939 las conversaciones entre la URSS y las democracias occidentales y el progresivo engallamiento de los germanos.»

El cambio de mando, por el cual todas las tropas sovieto-mongólicas se ponían a las órdenes del Komkor (Comandante de Cuerpo de Ejército) Zhukov, y el refuerzo de las fuerzas soviéticas del teatro de operaciones del Lejano Oriente fueron sucesos altamente significativos. Escribe el antiguo oficial del Ejército Rojo, Fuslanov:

«El nombramiento de Zhukov no pudo hacerse sin el conocimiento de Stalin y no fue accidental. El significado de las batallas del río Khalkhin-Gol no debe ser subestimado. El mundo entero siguió sus resultados; el asunto envolvía el prestigio internacional de la URSS, y, además, era una rara oportunidad para experimentar nuevas tácticas y material en las actuales condiciones de combate. Para Stalin, las pérdidas no tenían importancia, cualesquiera que fueran. El propio Zhukov sabía que el nombramiento se hacía para probar su competencia y que era una prueba que tenía que superar.»

El plan de Zhukov

Para el primero de agosto, los japoneses habían introducido las Divisiones de Infantería 23 y 7 (con plena capacidad de combate), una brigada de Infantería del Estado títere de Manchukuo, 3 regimientos de Artillería pesada y, 3 regimientos de caballería. Su XIV Brigada de Infantería llegó procedente de Manchuria y transfirieron todas las compañías contracarros de la 1ª División de Infantería a la zona de Khalkhin-Gol. También reforzaron su potencial aéreo y enviaron una unidad de artillería pesada de la plaza fuerte de Port Arthur. Las fuerzas japonesas totalizaban (incluyendo las de sus aliados de Manchuria) 75.000 soldados, 304 ametralladoras, más de 500 máquinas de acompañamiento diversas, 182 carros y de 300 a 500 aviones. El 10 de agosto, las unidades concentradas se unieron para formar el XI Ejército japonés bajo el mando del general Ogisu Rippo. Y ocuparon posiciones de asalto para una ofensiva general planeada para el 24 de agosto a lo largo del frente completo de 70 kilómetros de la cabeza de puente capturada.

Zhukov empezó a preparar un plan de operaciones que se componía de ataques a los flancos enemigos, envolvimiento de los extremos norte y sur de sus defensas, aniquilación rápida antes de que pudieran traer refuerzos. Sin embargo, la situación se complicaba por el problema de los abastecimientos, porque la cabeza de etapa del ferrocarril se encontraba a setecientos cincuenta kilómetros del frente. Bajo el mando de Zhukov, el Estado Mayor del Primer Grupo de Ejércitos preparó un plan coordinado para emplear carros de combate, artillería, aviación e infantería que se apoyarían mutuamente. La misión encomendada a las tropas sovieto-mongolas era simple: preparar y llevar a cabo una decisiva ofensiva con la finalidad de aniquilar a los japoneses que habían violado la frontera. Pero las tropas empeñadas en la acción eran insuficientes para ejecutar tal operación. Por consiguiente, se transportaron nuevas fuerzas a Khalkhin-Gol desde la zona del interior: las Divisiones de Infantería 57 y 82, un regimiento de la 152 División de Infantería, la VI Brigada Acorazada y la CCXII Brigada Aerotransportada, regimientos de artillería, unidades de transmisiones y otras. El número da aviones se aumentó hasta 515. Tales refuerzos pusieron al mando soviético en situación de superioridad numérica sobre los japoneses.

Interesantes —y típicas de Zhukov— son las minuciosas medidas de engaño que empleó:

«Para burlar al enemigo sobre sus verdaderos planes, las fuerzas soviético-mongólicas hicieron amplio uso de información falsa. Fueron transmitidos informes simulados relativos a la construcción de obras defensivas y cuestionarlos respecto al equipo de ingenieros. Un potente aparato productor de sonido que se trajo al frente imitaba el ruido del martinete, creando la impresión perfecta de grandes obras defensivas en construcción. Todos los movimientos de tropas se llevaban a cabo de noche. El ruido de los carros de combate concentrándose en posiciones de partida era ahogado por raids de bombardeo nocturno y el fuego de las armas portátiles. Durante diez o doce días antes del ataque varios carros con silenciadores se movían de un lado a otro a lo largo del frente. «Se hacía de forma que los japoneses, habiéndose acostumbrado al ruido de nuestros vehículos como un hecho cotidiano, estuvieron completamente desorientados en el momento del ataque. Con esta finalidad, nuestra aviación realizaba salidas sistemáticas diurnas y nocturnas.»

Los esfuerzos de Zhukov incluso incluían la desusada e ingeniosa idea de distribuir a sus tropas el manual: Lo que el soldado soviético deba saber en la defensa. Mantuvo equipos de trabajo afanándose en las posiciones defensivas. A los camiones se les quitaban los silenciadores para enmascarar los movimientos de los carros. Los pilotos realizaban misiones especiales de reconocimiento para estudiar el terreno, mientras se enviaba patrullas nocturnas para localizar las posiciones enemigas. A fin de ayudar a supervisar las operaciones y mantener el enlace, Zhukov agregó 12 oficiales a su Estado Mayor. En el momento en que estaba preparado para lanzar su ataque, había trasladado a la zona en forma silenciosa 35 batallones de infantería y 20 escuadrones de caballería; sus 498 carros de combate incluían algunos del último modelo que fueron precursores del T-34.

Para llevar a cabo su plan de envolvimiento, Zhukov formó tres agrupaciones: Meridional, Septentrional y Central. La Agrupación Meridional Incluía la 57 división de infantería, la VI Brigada de Carros de Combate, la 8ª División de Caballería de Mongolia, la VIII Brigada Motomecanizada, dos batallones de carros de la Brigada XI de Carros de Combate, un batallón de armas autopropulsadas, el 32 Batallón Contracarros y una compañía de carros lanzallamas. La Agrupación Septentrional constaba de la VIl Brigada Motomecanizada y la XI de Carros de Combate, el Regimiento de Infantería 601 de la 36ª División de Infantería, la 6ª División de Caballería de Mongolia y el 87 Batallón de Contracarros. La Agrupación Central la formaban las Divisiones 36 y 82 de Infantería; la V Brigada de Ametralladoras de Infantería y dos regimientos de Artillería. La reserva consistía en la IX Brigada Motomecanizada y 212 Aerotransportada.


1. John Erikson: The Soviet High Command, 1918-1941; Londres, 1962


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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Sep 12, 2006 7:11 pm

«¿Será capaz de iniciar el ataque?»

Zhukov se anticipó en cuatro días a la ofensiva Japonesa planeada para el 24 de agosto, desencadenando la suya el día 20. A las 5,45 horas de la madrugada, 150 bombarderos realizaron un ataque masivo sobre el borde anterior de las defensas japonesas, sobre sus reservas próximas y sus posiciones de artillería. Después ordenó a sus soldados que se lanzaran al asalto a lo largo de todo el frente. El diario de un soldado japonés atestiguó sobre la terrible arremetida: «Un tremendo enjambre de proyectiles cayeron delante y detrás de nosotros. Fue terrible. Un equipo de observación utilizó todos sus medios para descubrir la artillería enemiga, pero no pudo, puesto que los bombarderos dejaban caer sus bombas y los cazas ametrallaban a nuestras fuerzas. El adversario triunfaba en la totalidad del frente».

Quizá fue en esta ofensiva cuando alguien observó la capacidad para el mando de Zhukov, un espectador entendido que posteriormente describió a Ruslanov lo que había visto:

«Zhukov ordenó a una de sus divisiones que atacase las fortificaciones de los japoneses. El resultado de toda la operación dependía completamente del éxito de este ataque. La división fue rechazada con fuertes pérdidas y ella misma se encontró fijada al terreno. El comandante informó telefónicamente y solicitó nuevas órdenes. Zhukov le ordenó que volviese nuevamente al ataque. Poco tiempo después, Zhukov en persona requirió la presencia del comandante de la división al teléfono. Al encontrar que todavía no había conseguido iniciar el movimiento de la división, Zhukov preguntó: "¿Será capaz de iniciar el ataque?". El comandante de la división manifestó cautamente sus dudas. Entonces Zhukov contestó: "Por este acto queda relevado del mando de la división. Entregue el receptor a su Jefe de Estado Mayor". Zhukov le hizo la misma pregunta. El jefe de Estado Mayor contestó afirmativamente. Zhukov declaró: "Por la presente le nombro comandante de la división". Pero el jefe de Estado Mayor no fue capaz tampoco de lanzar un nuevo ataque. Cuando informó del hecho a Zhukov, recibió la misma orden: "Le relevo del mando de la división. Espere la llegada de un nuevo comandante de división". Zhukov envió un nuevo comandante de su propio Estado Mayor, reforzó la unidad con artillería y le prestó apoyo aéreo. Al precio de pérdidas tremendas, el ataque logró triunfar. Otras fases del plan ofensivo que había desarrollado también tuvieron éxito.»

Esta anécdota iba a contarse una y otra vez a través de toda la Segunda Guerra Mundial. Como hombre de confianza de Stalin, Zhukov fue enviado de una crisis a otra y pronto adquirió gran reputación como un perentorio comandante que tenía poca paciencia con los movimientos lentos, las dudas o los subordinados poco enérgicos. En aquellos peligrosos tiempos no podía permitirse el lujo de ser condescendiente. Ni vengativo. Muchos camaradas de armas indicarían más tarde que Zhukov era rígido en su trato con ellos.

Otro de los rasgos de Zhukov empezó a manifestarse a su vez. Demostró serenidad en los momentos decisivos, haciendo gala al mismo tiempo de un completo dominio de la situación. La descripción del corresponsal de guerra Richard E. Lauterbach sobre el comportamiento de Zhukov durante una fase de la campaña de Khalkhin-Gol es típica:

«En la colina gris azulada conocida por Khamardaba, asentada entre las estepas de Mongolia, se encontraba un fortín de espesos muros profundamente establecido en el terreno. En el interior, un grupo de corresponsales de guerra soviéticos descansaba alrededor de una vieja estufa de hierro. Hacia esta reunión informal se acercó a grandes pasos un hombre rechoncho y de pecho abombado, con una grande y redonda cabeza. Los corresponsales le saludaron respetuosamente como «Tovarishch General». El Tovarishch General acababa de llegar de su mañanero banya (baño) y sus gruesas mejillas aparecían rosadas y brillantes. Su aspecto era extraordinariamente bueno. A medida que acababa de vestirse charlaba con los corresponsales. De pronto, dos exploradores se precipitaron sin aliento en la habitación. Con fuerte aprensión informaron que los japoneses estaban concentrando grandes unidades, evidentemente preparándose para desencadenar un potente contraataque. Los corresponsales de guerra se animaron, contando con un galvanizado Tovarishch General, con secas y claras órdenes. Pero el general recibió la noticia con una tranquilidad férrea. Alisándose su guerrera con frialdad, contestó a los exploradores que tal contraataque era totalmente imposible, que los japoneses no estaban en situación de asestar un efectivo golpe ofensivo. Inmediatamente sus palabras cambiaron la atmósfera del fortín. Los exploradores se maravillaron de cómo ellos habían sido engañados por sus propios ojos y los corresponsales de guerra se preguntaban cómo podían haber sido engañados por sus propios oídos. Todo el mundo se sintió completamente seguro. El Tovarishch General había hablado y él nunca se equivocaba.»

600 soldados japoneses, muertos en combate cuerpo a cuerpo

El primer día del ataque, la Agrupación Meridional alcanzó el mayor éxito. Hacia el 20 de agosto la Agrupación Septentrional había ocupado las posiciones enemigas avanzadas, alcanzando la fuertemente fortificada cima de las colinas Palets (Fui), pero las fuerzas soviéticas fueron rechazadas después de un feroz combate.

Explotando el éxito del primer día, las tropas soviético-mongólicas continuaron una tenaz lucha dentro de las líneas defensivas japonesas. En el sector de la Agrupación Meridional, la VIII Brigada Motomecanizada y VI de Carros de Combate envolvieron el flanco enemigo, y el 21 de agosto había ocupado la zona a retaguardia de las activas fuerzas japonesas al sur del río Khallastyin-Gol (un afluente del Khalkhin-Gol). Las unidades de infantería de la Agrupación Meridional introdujeron una profunda cuña en la principal zona defensiva enemiga el 21 de agosto, destruyeron sus reservas tácticas próximas y tomaron varias posiciones de artillería. Cada posición de fuego tenía que ser conquistada al asalto, y en algunos casos se requería el uso de los carros lanzallamas. Los aviones soviéticos eran particularmente activos en su apoyo a las fuerzas terrestres; sólo en un día, el 21 de agosto, los bombarderos realizaron 256 salidas y arrojaron más de 90 toneladas de bombas.

El 23 de agosto, la Agrupación Septentrional, reforzada por la 212 Brigada Aerotransportada, pudo romper la resistencia enemiga y capturar las colinas Palets. En feroz combate cuerpo a cuerpo murieron seiscientos soldados japoneses, y sus cuerpos quedaron diseminados en trincheras y refugios.

Solamente tres días se necesitaron para llevar a cabo el plan de cerco de Zhukov. El 23 de agosto dio comienzo la reducción de las fuerzas japonesas cogidas en la trampa. Un intento de ayuda el 26 de agosto fue rechazado, principalmente por la VI Brigada de Carros. Un intento de ruptura realizado el 27 quedó frustrado igualmente. Las unidades de aviación lograron impedir el movimiento de nuevas reservas al área de combate. Se realizaron 218 salidas en dos días solamente (24 y 25 de agosto), dando como resultado diez combates aéreos y la destrucción de 74 aviones japoneses.

La simple contención de los japoneses cercados seguramente habría conducido a su rendición final. Sin embargo, tan impetuosa era la naturaleza de Zhukov que ninguna de tales medidas pasivas le estaban permitidas; una serie de ataques reducirían sistemáticamente al enemigo. La principal acción ofensiva fue confiada a la Agrupación Meridional. Sus ataques del 27 de agosto le permitieron capturar las colinas Peschanaya y el cerro Zelenaya, despejando así la orilla izquierda del Khailastyn-Gol. Se lanzaron ataques simultáneos sobre la colina Remizov desde la retaguardia y ambos costados, pero hasta el 31 de agosto no fue esa zona ocupada finalmente.

En la etapa final de la ofensiva salieron a la luz otros aspectos de las ingeniosas capacidades tácticas de Zhukov. El poco profundo, pero pantanoso Khailastyn-Gol se esperaba que protegiese el flanco meridional de las colinas Remizdv. Sin embargo, para consternación de los japoneses, Zhukov había ordenado a sus ingenieros que consolidasen el lecho del río durante la noche, lo que permitió a los carros de combate soviéticos atacar también desde esta dirección. De repente, una noche las fuerzas soviéticas, cruzaron el río, aplastaron las defensas japonesas y empezaron a limpiar las bolsas de resistencia. El 31 de agosto por la mañana, el territorio de la República del Pueblo de Mongolia había sido liberado totalmente de los invasores japoneses.

Cualquier evaluación de las operaciones totales en esta área de mayo o septiembre deben reconocer a Zhukov como el impulsor de la rápida y decisiva victoria soviética. Se había mostrado como un comandante rígido respecto a la ejecución de sus órdenes por parte de los subordinados, pero capaz de atemperar su rigidez con flexibilidad táctica cuando estaba convencido de que con ella lograría sus objetivos. Esta habilidad queda reflejada en su tácticamente superior concentración de fuerzas, en su audaz y fructífero plan de cerco, en la coordinación de fuerzas de armas combinadas,-en la correcta combinación de armas modernas y en las medidas ofensivas ad hoc —el resultado de lo cual fue una total victoria soviética—. La evidencia completa de la efectividad de Zhukov como comandante —si se confía en las fuentes soviéticas a este respecto— puede obtenerse comparando las bajas. Las pérdidas soviéticas fueron de 10.000 muertos y heridos en toda la campaña, mientras los japoneses perdieron de 52.000 a 55.000 hombres.

El 15 de septiembre de 1939 en Moscú, la Unión Soviética, la República del Pueblo de Mongolia y Japón firmaron un acuerdo que exigía que todas las acciones bélicas en Khalkhin-Gol cesaran el 16 de septiembre. Las dos partes convinieron el canje de prisioneros, y se formó una comisión para determinar las fronteras de la República del Pueblo de Mongolia y Manchuria en la zona de Khalkhin-Gol. Las autoridades japonesas parecían haber aprendido una dolorosa lección, y ambos bandos realizaron gestiones para preservar la paz. En abril de 1941 se firmó u pacto de no agresión soviético-japonés (que Joachim von Ribbentrop trató de entorpecer) y las dos naciones se abstuvieron de atacarse mutuamente hasta que la Unión Soviética rompió el acuerdo en 1945.


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 13, 2006 1:56 am

Sorpresa de los nipones

Con la derrota de los japoneses, las fuerzas soviéticas empezaron a alardear de la aparición de un nuevo tipo de ejército que con buen resultado empleaba las acciones combinadas de la infantería, la artillería, los blindados y la aviación. Los japoneses se vieron forzados a admitir que «hasta ahora no sabíamos en qué grado la Unión Soviética había equipado a sus unidades motorizadas» y que este sorprendente desarrollo les había afectado sobremanera. En particular, la campaña había demostrado a los japoneses que la mayoría de las fuerzas terrestres soviéticas, especialmente la artillería y los blindados, eran muy superiores a los del Ejército japonés, en términos de potencia de fuego y mecanización. El aspecto logístico era igualmente sorprendente. Los japoneses estaban grandemente sorprendidos por la capacidad soviética de transportar y almacenar material de guerra en un frente de batalla aproximadamente a seiscientos cincuenta kilómetros de una estación terminal de ferrocarril. «Habiéndose desembarazado de la rigidez característica de las antiguas fuerzas del Zar, el Ejército soviético demostraba ser capaz de cambiar las tácticas de batalla en batalla.» Otra sorpresa fue la facilidad de improvisación soviética. Por ejemplo, en los combates iniciales los carros rusos habían sido incendiados fácilmente con botellas de gasolina lanzadas a modo de granadas de mano por las tropas japonesas. Poco tiempo después, los soviéticos empezaron a usar gas-oil y a cubrir sus carros con redes de alambre, dos medidas que les hicieron menos vulnerables a los incendiarios. NI el Ejército ruso había perdido ninguna de las cualidades por las cuales había gozado tradicionalmente de gran renombre, sobre todo con respecto a su tenacidad. «El Ejército soviético era más tenaz de lo que se había esperado."

No obstante los éxitos de Zhukov con los blindados, los soviéticos descubrieron que los carros T-26 BT y los T-28 adolecían de ciertos fallos y defectos. El resultado de la subsiguiente investigación y desarrollo fue una nueva familia de vehículos blindados, incluyendo el excelente carro de combate de la Segunda Guerra Mundial, el T-34.

Zhukov había aprobado el severo examen de Khalkhin-Gol, sus tropas habían demostrado que eran más fuertes y vigorosas de lo que se pensaba y las teorías y el equipo había sido puestos a prueba en el duro y practico uso del combate actual. Zhukov regresó a Moscú para ser colmado de elogios. Fue felicitado personalmente por un agradecido Stalin y se le adjudicó el título de Héroe de la Unión Soviética. Dice N. Svet-
lishin:

«En esta primera gran operación de combate, llevada a cabo por Zhukov, se desplegaron sus capacidades de mando: su habilidad de organizador y el hecho de que en un corto plazo de tiempo derrotar a un peligroso enemigo. El Gobierno soviético alabó con orgullo el trabajo de

La triste actuación de los tanques soviéticos en España

Zhukov recibió un gran desengaño a su regreso del Lejano Oriente. Hacía tiempo que estaba convencido de que los carros de combate podían desempeñar un papel independiente en el campo de batalla. Había de demostrado que los blindados eran capaces de acciones de acciones de ataque profundo que podían desequilibrar al enemigo y penetrar en sus defensas. En la región de Khalkhin-Gol, Zhukov no había permitido a sus blindados tomar parte en batallas independientes contra puntos de apoyo aislados, pero sus carros, apoyados por ataques aéreos, realizaron comparativamente penetraciones profundas en las posiciones defensivas soviéticas. Cuando regresó a Moscú, se encontró con que el Mando del Ejército Rojo estaba dispersando los siete cuerpos mecanizados y que los carros de combate eran asignados a los batallones de infantería como armas de apoyo.

El paso se dio, pese a las protestas de Zhukov y Shaposhnikov, porque el experto en carros Pavlov, sobre la base de la deslucida actuación de los carros de combate soviéticos en España, había persuadido a Stalin y al Comisarlo de Defensa Voroshilov de que el carro de combate no podía desempeñar un papel independiente en el campo de batalla. Tan sólo después de que las unidades Panzer germanas hubiesen hecho una impresionante exhibición en Occidente, demostrando que las fuerzas acorazadas eran capaces de operar independientemente, Zhukov y Shaposhnikov fueron reivindicados. Pero entonces los organizadores militares soviéticos estaban sometidos a intensa presión, requiriéndose un casi frenético esfuerzo para reestablecer las grandes agrupaciones de carros, con escaso tiempo para resolver los problemas de entrenar y equipar las nuevas formaciones.



Saludos cordiales

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cortxero
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Mensaje por cortxero » Mié Sep 13, 2006 2:50 am

***,,, menudo articulo, aparte de bueno, largo

Pero esta muy bien para aquellos que no compramos la revista Historia
"Luchar por la libertad de Europa es lo mas bonito que a echo el ser humano en toda la historia"

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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 27, 2006 10:26 pm

A continuación, en dos partes por su longitud, el capítulo de las Memorias de Zhukov en el que cuenta lo sucedido en Jaljin-Gol:



Capítulo VII: La guerra no declarada en Jaljin-Gol

En 1939, el Gobierno soviético, cumpliendo el compromiso asumido el 12 de marzo de 1936, prestó ayuda militar a la República Popular Mongola en la derrota de las tropas japonesas que habían penetrado en el territorio de nuestra amiga, la RPM, en el sector del río Jaljin-Gol.

Desde el mes de mayo hasta el 15 de setiembre en el territorio de la RPM se libraron encarnizadas batallas entre las tropas soviético-mongolas y las nipo-manchúes. Por el lado del Japón participó en la agresión militar el 6 Ejército nipón, formado con tropas selectas de ocupación del Ejército de Kwangtung, dislocado en China. Por el lado de las tropas soviéticas y mongolas al comienzo de las operaciones militares participaron algunas unidades del Ejército Popular mongol, apoyadas por las unidades del 57 Cuerpo Especial del Ejército Rojo, dislocado en el territorio de la República Popular Mongola.

La operación general ofensiva para el cerco y derrota total del 6 Ejército japonés la efectuó el 1 Grupo de Ejército, desplegado sobre la base del 57 Cuerpo Especial, con el concurso de un grupo de tropas de la RPM.

El Gobierno japonés encomendó al Ejército de Kwang-tung la realización de sus designios agresivos: penetrar en el territorio de la República Popular Mongola. Para disimular los verdaderos objetivos de la invasión el Gobierno japonés decidió presentar a la opinión pública mundial el acto de agresión como un conflicto fronterizo. Para dar mayor convicción a su versión, el Gobierno japonés decidió no lanzar grandes fuerzas al comienzo de las operaciones militares, comenzando la invasión con destacamentos especiales e incrementando su fuerza a medida que se desarrollaran las operaciones militares. Además, se tenía en cuenta: en caso de circunstancias desfavorables que podían crearse por la entrada en acción del Ejército Rojo, suspender la agresión iniciada y retirarse a su territorio.

El motivo para desencadenar las operaciones militares y el llamado "conflicto fronterizo" fue la pretensión del Gobierno japonés de apoderarse del territorio mongol que se encuentra al este del río Jaljin-Gol. Para "fundamentar" su artificial pretensión, en 1935 editaron en Japón una carta topo gráfica falsificada en la que trasladaron arbitrariamente la frontera estatal de la RPM más de 20 kilómetros, fijándola a 10 largo del río Jaljin-Gol. Esta falsificación fue totalmente desenmascarada en el proceso judicial seguido en Tokio a los principales criminales de guerra japoneses. La acusación soviética demostró en este proceso que el Gobierno japonés conocía perfectamente la verdadera frontera de la RPM en la zona del río Jaljin-Gol y conocía también la edición de cartas falsificadas en 1935. En mayo de 1939, al comienzo de los sucesos del Jaljin-Gol, cuando en la zona de operaciones sólo había unidades insignificantes del Ejército Popular Mongol, los japoneses, atacándolas por sorpresa, se apoderaron de un considerable territorio al otro lado del río Jaljin-Gol.

Se creó una situación alarmante que amenazaba con la ampliación de las operaciones militares. Los gobiernos soviético y mongol, aspirando a mantener la paz y no dar motivo al Japón para ensanchar las proporciones de las operaciones militares, decidieron derrotar en el plazo más corto posible las tropas japonesas que habían penetrado en la RPM, sin trasponer con sus operaciones los límites de la República Popular Mongola.

A fines de mayo de 1939, siendo subcomandante jefe de las tropas de la Región Militar de Bielorrusia, dirigí con mis ayudantes un juego de equipos de Estado Mayor en campaña en la región de Minsk. Participaron los comandantes de las unidades de caballería y varias unidades acorazadas de la región, jefes y oficiales de operaciones de los Estados Mayores.

El juego de Estado Mayor ya había terminado y el 1 de junio efectuamos su análisis en el Estado Mayor del 3 Cuerpo de Caballería en Minsk. Inesperadamente el comisario de División I. Susáikov, miembro del Consejo Militar de la región, me comunicó que acababan de telefonear de Moscú con la orden de salir inmediatamente y presentarme al día siguiente al comisario del pueblo de Defensa.

Partí en el primer tren que salió para Moscú y el 2 de junio por la mañana estaba ya en la antesala de Voroshílov.

Me recibió R. Jmelnitski, que cumplía misiones especiales del comisario del pueblo de Defensa, y dijo que Voroshílov ya esperaba.

- Pase usted, yo ordenaré que le preparen una maleta para un largo viaje.

- ¿Para qué largo viaje?

-Entre a ver al comisario del pueblo, él le dirá todo lo necesario.

Entré en el despacho e informé al comisario del pueblo de mi llegada. Voroshílov me preguntó por la salud y dijo:

- Las tropas japonesas han irrumpido inesperadamente en el territorio de nuestra amiga Mongolia, a la que el Gobierno soviético se comprometió por el tratado del 12 de marzo de 1936 a defender de cualquier agresión exterior. Aquí tiene un mapa de la zona de la invasión con la situación del 30 de mayo.

Me acerqué al mapa.

- Aquí - señaló el comisario del pueblo - se venían efectuando largo tiempo pequeñas incursiones provocadoras contra los guardafronteras mongoles y aquí un grupo de tropas japonesas de la guarnición de Hailar penetró en el territorio de la RPM y atacó a las unidades de guardafronteras mongoles que cubrían este sector al este del río Jaljin-Gol.

- Creo -prosiguió el comisario del pueblo- que se ha fraguado una seria aventura militar. En todo caso, la cosa no terminará ahí... ¿Puede salir en avión inmediatamente para allá y si hace falta asumir el mando de las tropas?

- Estoy dispuesto a volar inmediatamente.

- Muy bien -dijo el comisario del pueblo-. El avión para usted estará listo en el aeródromo central a las 16 horas. Acérquese a Smoródinov, le entregará los documentos necesarios y póngase de acuerdo con el Estado Mayor General. Al avión llegará y se pondrá a su disposición un pequeño grupo de oficiales especialistas. Hasta la vista, le deseo éxito.

Me despedí del comisario del pueblo dirigiéndome al Estado Mayor General para hablar con Iván Smoródinov, que desempeñaba interinamente las funciones de subjefe del Estado Mayor General, a quien conocía ya. Encima de su mesa estaba extendido un mapa igual que el del comisario del pueblo. Smoródinov dijo que no podía añadir nada a la situación que me había expuesto el comisario del pueblo y por eso debíamos ponemos de acuerdo solamente en lo que se refiere a las comunicaciones.

- Le ruego - dijo Smoródinov - que en cuanto llegue al lugar Y se oriente en lo que allí ocurre nos informe francamente de su opinión.

En eso quedamos. Nuestro avión no tardó en despegar y poner rumbo a Mongolia. La última escala antes de abandonar el territorio del país la hicimos en Chitá. Nos invitó el Consejo Militar de la región para informamos. En el Estado Mayor nos recibieron V. Yákovlev, comandante jefe de la región, y D. Gapanóvich, miembro del Consejo Militar. Nos comunicaron los últimos acontecimientos. Lo nuevo era que la aviación japonesa penetraba profundamente en el territorio de la RPM y perseguía a nuestros automóviles ametrallándolos desde el aire.

El 5 de junio por la mañana llegamos a Tamtsak-Bulak, al Estado Mayor del 57 Cuerpo Especial, donde nos entrevistamos con N. Feklenko, comandante del Cuerpo, con M. Nikíshev, comisario del Cuerpo, comandante de brigada, A. Kúschev, jefe de Estado Mayor, y otros oficiales.

Kúschev informó de la situación haciendo la salvedad de que todavía no estaba lo suficientemente estudiada. Por el informe quedó claro que el mando del Cuerpo no conocía la verdadera situación. Pregunté a Feklenko si creía que se podía dirigir a las tropas a 120 kilómetros del campo de combate.

- Claro, estamos un poco lejos -respondió-, pero nuestra zona no está preparada en el aspecto operativo. Delante no hay ni un kilómetro de líneas telefónicas ni telegráficas, no hay preparado un puesto de mando ni campos de aterrizaje.

- ¿Y qué se hace para que haya todo eso?

- Pensamos mandar por madera y empezar a instalar el puesto de mando.
Resultó que nadie del mando del Cuerpo, salvo el comisario del regimiento Nikíshev, había estado en la zona de los acontecimientos. Propuse al comandante del Cuerpo marchar inmediatamente a la avanzada y orientarse allí cuidadosamente en la situación. El propuso que fuera conmigo Nikíshev, pretextando que en cualquier momento podía llamado de Moscú al aparato.

En el trayecto el comisario habló detalladamente del estado del Cuerpo, de su capacidad combativa, del Estado Mayor y de algunos comandantes e instructores políticos. Nikíshev me causó muy buena impresión. Conocía su oficio, conocía a la gente, sus defectos y méritos.

El detallado conocimiento del terreno en la zona de los acontecimientos, las conversaciones con los jefes y comisarios de las unidades de nuestras tropas y del ejército mongol y también con los oficiales del Estado Mayor permitieron comprender más claramente el carácter y la magnitud de los acontecimientos desplegados y determinar la capacidad combativa del adversario. Se señalaron los defectos en las operaciones de nuestras tropas y de las mongolas. Uno de los principales era la ausencia de un minucioso reconocimiento del enemigo.

Todo denotaba que no se trataba de un conflicto fronterizo, que los japoneses no habían renunciado a sus objetivos agresivos contra el Lejano Oriente soviético y la RPM y que había que esperar en fecha próxima acciones de mayor magnitud.

Evaluando la situación en conjunto, llegamos a la deducción de que con las fuerzas con que contaba nuestro 57 Cuerpo Especial en la RPM sería imposible atajar la aventura militar japonesa, sobre todo si comenzaban aconsejarme con el mando del Cuerpo enviamos un informe al comisario del pueblo de Defensa en el que se exponía brevemente el plan de operaciones de las tropas soviético-mongolas: mantener firmemente la cabeza del puente en la orilla derecha del Jaljin-Gol y preparar al mismo tiempo un contraataque desde la profundidad. Al día siguiente se recibió la respuesta. El comisario del pueblo estaba completamente de acuerdo con nuestra apreciación de la situación y las operaciones proyectadas. Aquel mismo día se recibió la orden del comisario del pueblo de relevar al comandante Feklenko del mando del 57 Cuerpo Especial y designarme a mí jefe de este Cuerpo.

Comprendiendo toda la dificultad de la situación, solicité del comisario del pueblo de Defensa reforzar nuestras unidades de aviación y enviar a la zona de operaciones no menos de 3 divisiones de infantería y una brigada acorazada y fortalecer sensiblemente la artillería, sin lo cual, a nuestro juicio, no se podía alcanzar la victoria.
A los dos días se recibió un comunicado del Estado Mayor General dando cuenta de que habían sido aceptadas nuestras proposiciones. Se nos enviaba aviación complementaria y además un grupo de pilotos integrado por 21 Héroes de la Unión Soviética y encabezado por el glorioso Y. Smushkévich, a quien conocía bien por la Región Militar de Bielorrusia. Al propio tiempo recibimos aviones mejorados: I-16 y "Chaika" modernizados.

Los aviadores Héroes de la Unión Soviética realizaron entre el personal una gran labor de instrucción y formación y transmitieron su experiencia de combate a los jóvenes pilotos que habían llegado de refuerzo. Los resultados se hicieron sentir muy pronto.
El 22 de junio 95 cazas nuestros entablaron sobre el territorio de la RPM un encarnizado combate aéreo con 120 aviones japoneses. En este combate participaron muchos Héroes de la Unión Soviética, que dieron una lección ejemplar a los pilotos japoneses. El 24 de junio la aviación nipona volvió a repetir su ataque concentrado y fue de nuevo castigada duramente. Al sufrir la derrota el mando japonés retiró bastante desorganizadamente sus aparatos de combate.

El 26 de junio aparecieron unos 60 aviones sobre el lago Buir Nor, en el sector "Mongolriba". Entablaron un furioso y encarnizado combate con nuestros cazas. Según todos los síntomas, participaban ya pilotos japoneses más expertos, pero de todos modos no pudieron conquistar la victoria. Como se estableció después, el mando japonés lanzó allí sus mejores fuerzas de aviación de todas las unidades que operaban en China.

En total, del 22 al 26 de junio incluido, el adversario perdió en combate aéreo 64 aviones.

Hasta el 1 de julio continuaron casi cada día los combates aéreos, aunque con menor intensidad. En estos combates nuestros pilotos perfeccionaban su pericia y forjaban su voluntad de victoria.

Recuerdo a menudo con gratitud de soldado a los magníficos pilotos S. Gritsevets, G. Krávchenko, V. Zabalúev, S. Denísov, V. Rájov, V. Skobarijin, L. Orlov, V. Kustov, N. Guerásimov y muchísimos más. El jefe de este grupo, Smushkévich, era un magnífico organizador que conocía a la perfección la técnica de combate y poseía una pericia de vuelo perfecta. Era un hombre excepcionalmente modesto, un jefe estupendo y comunista por principio. Lo querían sinceramente todos los pilotos.
La creciente actividad de la aviación enemiga no era casual. Nosotros creíamos que perseguía claramente el objetivo de infligir una seria derrota a nuestra aviación y conquistar el dominio en el aire con vistas a una próxima gran operación ofensiva de las tropas japonesas.

En realidad, como se aclaró más tarde, los japoneses habían estado concentrando durante el mes de junio sus tropas en la zona de Jaljin-Gol, preparándolas para ejecutar la operación codificada como "Segundo período del incidente de Namonhan", que se derivaba del plan de su agresión militar. El objetivo inmediato de la operación de las tropas japonesas era:

- cercar y derrotar toda la agrupación de las tropas soviéticas y mongolas situada al este del río Jaljin- Gol;

- cruzar el río Jaljin-Gol y llegar a la orilla occidental del río con el fin de derrotar nuestras reservas; - apoderarse y ensanchar una cabeza de puente al oeste del Jaljin-Gol para asegurar las operaciones siguientes.

Para efectuar esta operación el adversario trasladó de la región de Hailar tropas destinadas a operar en las filas del 6 Ejército que se desplegaba.
La próxima operación ofensiva, según cálculos del mando japonés, debía concluir en la primera quincena de julio para poder terminar todas las operaciones militares en el territorio de la RPM antes del otoño. El mando japonés estaba tan seguro de su victoria que incluso invitó a la zona de operaciones a varios corresponsales extranjeros y agregados militares para que presenciaran las próximas acciones victoriosas.
Entre los invitados estaban los corresponsales y agregados militares de la Alemania hitleriana y de la Italia fascista.

Antes del amanecer del 3 de julio, el coronel I. Afonin, consejero principal del Ejército mongol, salió para el monte Bain-Tsagan con el fin de verificar la defensa de la 6 División de Caballería mongola e inesperadamente descubrió allí tropas japonesas que al amparo de la noche habían cruzado el río Jaljin-Gol, atacando a las unidades de la 6 División de Caballería de la RPM. Aprovechando su superioridad en fuerzas estas tropas antes del amanecer del 3 de julio se apoderaron del monte Bain- Tsagan y de los terrenos adyacentes. La 6 División de Caballería de la RPM se replegó a los sectores noroeste del monte Bain- Tsagan. Evaluando el peligro de la nueva situación, Afonin se personó inmediatamente en el puesto de mando del comandante jefe de las tropas soviéticas (poco después, el 15 de julio el 57 Cuerpo fue desplegado como 1 Grupo de Ejército) e informó de la situación creada en el monte Bain-Tsagan. Estaba claro que en este sector nadie podía cerrar el paso a la agrupación japonesa para que no atacara el flanco y la retaguardia de la agrupación principal de nuestras tropas.

En vista de la complicada situación, todas nuestras reservas fueron movilizadas inmediatamente a la señal de alarma de combate y recibieron la tarea de avanzar sin pérdida de tiempo en dirección general al monte Bain-Tsagan y atacar al enemigo. La 11 Brigada Acorazada al mando del comandante de brigada M. Yákovlev recibió la orden de atacar al enemigo sobre la marcha. Al 24 Regimiento Motorizado, reforzado con un grupo de artillería, al mando del coronel I. Fediúninski, se le ordenó atacar al enemigo en cooperación con la 11 Brigada Acorazada. La 7 Brigada Motoblindada al mando del coronel A. Lesovói debía atacar por el sur. A este sector se trasladaba también el grupo blindado de la 8 División de Caballería mongola.

El 13 de julio por la mañana temprano el Mando soviético llegó al sector del monte Bain-Tsagan. Al grupo de artillería pesada del 185 Regimiento de Artillería se le ordenó adelantar un destacamento de exploración hacia el monte Bain-Tsagan y abrir fuego contra la agrupación japonesa. Al propio tiempo se dio orden a la artillería emplazada al otro lado del río Jaljin-Gol (que apoyaba a la 9 Brigada Motoblindada) de trasladar su fuego al enemigo en el monte Bain-Tsagan. Toda nuestra aviación fue lanzada al aire a la señal de alarma.

A las 7 de la mañana llegaron los primeros grupos de nuestra aviación de bombardeo y caza que empezaron a bombardear y asaltar el monte Bain-Tsagan. Para nosotros era muy importante fijar y detener al enemigo con el ataque de la aviación y el fuego artillero sobre Bain-Tsagan hasta la llegada de reservas para contraatacar.

Con el fin de frenar el sucesivo cruce y concentración de fuerzas enemigas en el sector del monte, se ordenó bombardear intensamente y batir incesantemente con fuego de artillería el paso del río Jaljin-Gol. A eso de las 9 de la mañana empezaron a llegar las unidades avanzadas del batallón de vanguardia de la 11 Brigada Acorazada.

La correlación de fuerzas directamente en el sector de Bain-Tsagan era la siguiente. El adversario había conseguido concentrar en el monte Bain-Tsagan más de 10.000 bayonetas; las tropas soviéticas tenían la posibilidad de concentrar más de 1.000 bayonetas; las tropas japonesas contaban con cerca de 100 cañones y unos 60 cañones antitanque. Nosotros teníamos poco más de 50 cañones, incluidos los que apoyaban desde la orilla oriental del río Jaljin-Gol.

Sin embargo, en nuestras filas se batía la heroica 11 Brigada Acorazada que tenía unos 150 tanques, la 7 Brigada Motoblindada que disponía de 154 autos blindados y el 8 Grupo Blindado mongol, armado con cañones de 45 milímetros.

Así pues, nuestra baza principal eran las unidades blindadas y resolvimos aprovechar inmediatamente esta circunstancia para derrotar sobre la marcha a las tropas japonesas que acababan de cruzar el río, no dejarles fortificarse ni organizar la defensa antitanque. No se podía demorar el contraataque, pues el enemigo, al descubrir la llegada de nuestras unidades acorazadas, empezó a tomar medidas rápidamente para la defensa y a bombardear nuestras columnas de tanques. Y no había donde resguardarse, en centenares de kilómetros a la redonda el terreno era absolutamente despejado y sin el menor matorral.

A las 9 horas 15 minutos nos entrevistamos con el comandante de la 11 Brigada Acorazada M.Yákovlev que iba en el grueso de las fuerzas del batallón de vanguardia y dirigía sus acciones. Examinamos la situación y resolvimos llamar toda la aviación, acelerar el movimiento de los tanques y la artillería y atacar al enemigo no más tarde de las 10 horas 45 minutos. A esa hora el grueso de las fuerzas de la 11 Brigada Acorazada desplegó y atacó sobre la marcha a las tropas japonesas.

He aquí lo que escribió sobre estos acontecimientos el soldado japonés Nakamura en su diario el 3 de julio:

"Varias decenas de tanques cayeron por sorpresa sobre nuestras unidades. Se produjo una espantosa confusión, los caballos relinchaban y echaban a correr arrastrando los armones de las piezas de artillería; los camiones corrían en todas direcciones. En el aire fueron abatidos dos aviones nuestros. Todo el personal se desmoralizó. Los soldados japoneses usan cada vez con más frecuencia las palabras: 'horrible', 'lamentable', 'estamos desmoralizados', 'espantoso"'.

El combate duró todo el día y la noche del 4 de julio. Sólo a las 3 de la madrugada del 5 de julio quedó definitivamente rota la resistencia enemiga y las tropas japonesas empezaron a retirarse precipitadamente hacia el paso del río. Pero el paso había sido volado por sus mismos zapadores por miedo a que lo cruzaran nuestros tanques. Los oficiales japoneses se lanzaban con toda la indumentaria puesta al agua y se ahogaban a la vista de nuestros tanquistas.

Los restos de las tropas japonesas que se habían apoderado del monte Bain-Tsagan fueron aniquilados totalmente en las vertientes orientales del monte, en la zona de descenso del río Jaljin-Gol. Miles de cadáveres, multitud de caballos muertos, infinidad de cañones, morteros, ametralladoras y camiones aplastados y destrozados cubrían el monte Bain-Tsagan. En aquellos días fueron abatidos en combates aéreos 45 aviones japoneses, entre ellos 20 de vuelo en picado.

El general Kamatsubara, comandante jefe del 6 Ejército japonés (en su tiempo fue agregado militar en la Unión Soviética), al ver cómo se desarrollaban los acontecimientos en la noche del 3 al 4 de julio, se retiró con su grupo de operaciones a la orilla contraria. La retirada del campo de batalla del comandante jefe japonés y su séquito la describió en su diario el suboficial de su Estado Mayor Otani:

"Avanza despacio y cautelosamente el automóvil del general Kamatsubara. La luna ilumina la llanura, está claro como de día. La noche es silenciosa y tensa como todos nosotros. La luna alumbra el Jalja y en sus aguas se reflejan las bombas de iluminación arrojadas por el enemigo. El cuadro es horroroso. Por fin encontramos el puente y repasamos sin novedad el río. Dicen que nuestras unidades están cercadas por gran número de tanques enemigos y corren el riesgo de ser aniquiladas por completo. Hay que estar alerta".

El 5 de julio por la mañana en el monte Bain-Tsagan y en la orilla oeste del río Jaljin-Gol se hizo la calma. La batalla terminó con la derrota de la principal agrupación de tropas japonesas. Fue una operación clásica de defensa activa de las tropas del Ejército Rojo, después de la cual las tropas japonesas ya no se atrevieron más a cruzar el río Jaljin-Gol.

Mientras tanto, en la orilla este del río la batalla continuaba con igual violencia. El adversario, derrotado en el monte Bain- Tsagan, retiró parte de sus tropas a la orilla este, intentando socorrer al grupo de Yasuoka que, sufriendo grandes pérdidas, tampoco tenía éxito.

La derrota de una gran agrupación japonesa en el monte Bain- Tsagan y el mantenimiento de la defensa en la orilla este del río Jaljin-Gol fueron un gran motivo para elevar el espíritu moral y político de nuestras tropas y de las unidades mongolas. Los soldados y jefes de las unidades felicitaban sincera y calurosamente a sus vecinos y amigos por la victoria.

El papel fundamental en la escabechina de Bain-Tsagan lo desempeñaron la 11 Brigada Acorazada, la 7 Brigada Motoblindada, el 8 Grupo Blindado mongol y la artillería y las fuerzas aéreas que colaboraron con ellos: La experiencia en la batalla en el sector de Bain-Tsagan mostró que en las tropas acorazadas y motomecanizadas, que colaboran hábilmente con la aviación y la artillería móvil, teníamos un medio decisivo para realizar impetuosas operaciones con resuelto objetivo.

Ahora el adversario se limitaba a acciones de descubierta. Pero el 12 de agosto un regimiento de infantería, reforzado con artillería, blindados y en parte con tanques, apoyado por 22 bombarderos, atacó al 22 Regimiento de Caballería mongol, ocupando la cota Bolshíe Peskí en el sector sur del frente. El enemigo creaba activamente la defensa en todo el frente. Acarreaba madera aserrada, cavaba trincheras, construía blindajes y fortificaciones. Su aviación, sufriendo serias pérdidas (del 23 de julio al 4 de agosto fueron abatidos 116 aviones), se limitaba a vuelos de reconocimiento y pequeños bombardeos de la pasarela central, las posiciones de artillería y las reservas.

El Mando de las tropas soviético-mongolas se preparaba cuidadosamente para efectuar no más tarde del 20 de agosto una operación ofensiva general con objeto de derrotar definitivamente las tropas que habían irrumpido en el territorio de la República Popular Mongola.

Para efectuar esta operación, a petición del Consejo Militar, se trasladaban urgentemente de la Unión Soviética el 1 Grupo de Ejército, nuevas fuerzas y medios, así como reservas de material y técnica. Fueron trasladadas adicionalmente dos divisiones de infantería, una brigada acorazada, dos regimientos de artillería y otras unidades. Se reforzó la aviación de bombardeo y caza.

Para realizar tan complicada operación tuvimos que transportar por caminos vecinales desde la estación de abastecimiento hasta el río Jaljin-Gol a 650 kilómetros de distancia lo siguiente:

- municiones de artillería, 18.000 toneladas,
- municiones para aviación, 6.500 toneladas,
- diverso carburante y lubricante, 15.000 toneladas,
- víveres de todas clases, 4.000 toneladas,
- combustible, 7.500 toneladas,
- otros cargamentos, 4.000 toneladas.

Para acarrear todos estos cargamentos al comienzo de la operación se necesitaron 4.900 camiones cuando el Grupo de Ejército contaba solamente con 2.636. Después del 14 de agosto pudimos disponer de otros 1.250 camiones y 375 autocisternas, llegados de la Unión Soviética. Faltaban varios centenares de camiones y cisternas.

El peso fundamental de los transportes cayó sobre el cuerpo tren del ejército y los camiones militares, incluyendo los remolcadores de artillería. Nos decidimos a esta medida extrema porque, en primer lugar, no teníamos otra salida y, en segundo lugar, porque considerábamos la defensa de nuestras tropas bastante sólida. Los chóferes, auténticos colosos, hicieron prácticamente lo imposible. En medio del calor sofocante y de vientos tórridos la circulación del transporte en un diámetro de 1.300.-1.400 kilómetros duraba cinco días.

En el acondicionamiento logístico y en la organización del transporte nos ayudó mucho la Región Militar de Transbaikalia. Sin ella, seguramente, no habríamos podido crear en corto tiempo las reservas materiales y técnicas necesarias para la operación.

Nosotros considerábamos como el factor decisivo del éxito de la operación prevista la sorpresa operativa y táctica, la cual debía colocar al adversario en tal situación que no pudiera hacer frente a nuestro asalto fulminante y emprender una contramaniobra. Se tenía en cuenta que el bando japonés, careciendo de buenas unidades acorazadas y motomecanizadas, no podría trasladar rápidamente sus unidades de los sectores secundarios y de la profundidad contra nuestras agrupaciones de choque, que actuaban en los flancos de la defensa enemiga con objeto de cercar el 6 Ejército japonés.

Con el fin de enmascarar y mantener en el más riguroso secreto nuestras medidas, el Consejo Militar del Grupo de Ejército, simultáneamente con el plan de la próxima operación, trazó un plan de engaño operativo y táctico del adversario que incluía:

- movimientos ocultos y concentraciones de las tropas que llegaban de la Unión Soviética para reforzar el Grupo de Ejército;
- reagrupamientos ocultos de fuerzas y medios que se encontraban en la defensa al otro lado del río
Jaljin-Gol;
- cruces ocultos de tropas y materiales de reserva a través del río Jaljin-Gol;
- reconocimiento de las zonas de partida: de los sectores y direcciones para las operaciones de las tropas;
- mantener en riguroso secreto las tareas de todas las armas que participaban en la operación;
- efectuar disimuladamente un reconocimiento final mediante todas las armas;
- desinformar y desorientar al adversario con el fin de inducido a error respecto a nuestras intenciones.

Con estas medidas tratábamos de dar al adversario la impresión de que no preparábamos ninguna ofensiva, que nuestros amplios trabajos eran para acondicionar la defensa y sólo la defensa. Con este fin se decidió efectuar todos los movimientos, concentraciones y reagrupamientos solamente de noche cuando las operaciones de reconocimiento aéreo enemigo y la observación visual eran muy limitadas.

Se prohibió categóricamente hasta el 17-18 de agosto llevar tropas a los sectores de donde se presuponía atacar con objeto de que nuestras tropas salieran a los flancos y la retaguardia de toda la agrupación enemiga.

El personal de mando que efectuaba el reconocimiento del terreno debía ir con uniforme de soldado y solamente en camiones.

Sabíamos que el adversario practicaba la exploración de radio y escuchaba las conversaciones telefónicas; para desinformarlo trazamos todo un programa de comunicados por radio y teléfono. Las conversaciones trataban exclusivamente de trabajos de fortificación y de los preparativos de la defensa para la campaña de otoño e invierno. La desorientación por radio se transmitía en lo fundamental codificada en clave fácilmente descifrable.

Se imprimieron muchos miles de octavillas y varios recordatorios para los soldados en la defensa. Estas octavillas y recordatorios fueron lanzados al enemigo para que se viera en qué dirección iba la preparación política de las tropas soviético-mongolas.

La concentración de las tropas de las agrupaciones de choque flanqueantes y su situación de partida para la ofensiva fueron fijadas para la noche del 19 al 20 de agosto. Hasta el amanecer todo debía permanecer oculto en los matorrales a lo largo del río, en refugios preparados de antemano. El material de artillería, los morteros, los medios de tracción y diversa técnica eran ocultados cuidadosamente con redes de enmascaramiento hechas de materiales locales improvisados. Las unidades de tanques fueron llevadas a las posiciones de partida en pequeños grupos desde distintas direcciones poco antes del comienzo de la preparación artillera y aérea. Sus velocidades lo permitían.

Todos los movimientos nocturnos eran enmascarados con ruidos creados por vuelos de aviones, fuego de artillería, morteros, ametralladoras y fusiles, que las unidades abrían rigurosamente según el horario coordinado con los movimientos.

Para enmascarar los movimientos utilizamos altavoces que imitaban perfectamente distintos ruidos: clavado de estacas, vuelo de aviones, motores de tanques, etc. Empezamos a habituar al enemigo a los ruidos de imitación doce o quince días antes de comenzar el desplazamiento de las agrupaciones de choque. Al principio los japoneses tomaban esta imitación por verdaderas acciones de las tropas y cañoneaban los lugares donde oían unos u otros ruidos. Luego, no se sabe si porque se habían acostumbrado o porque no comprendieron de lo que se trataba, no solían prestar atención ya a ningún ruido, lo que para nosotros era muy importante en el período de verdaderos reagrupamientos y concentraciones.

Para que no se filtraran al enemigo datos de la operación, el plan de la ofensiva general lo trazábamos en el Estado Mayor del Grupo de Ejército personalmente el comandante jefe, el miembro del Consejo Militar, el jefe de la sección política, el jefe de E. M. y el jefe de la sección de operaciones. Los comandan tes y jefes de las distintas armas y el jefe de logística trabajaban solamente en cuestiones especiales según el plan aprobado por el comandante jefe. Para pasar a máquina el plan de la operación, las órdenes, disposiciones de combate y otra documentación operativa se utilizó a una sola mecanógrafa.

A medida que se acercaba la fecha del comienzo de la operación distintas categorías del personal de mando fueron informadas consecutivamente del plan de la operación, empezando cuatro días y terminando un día antes del comienzo de las operaciones militares. Los soldados y jefes recibieron las misiones de combate tres horas antes de la ofensiva.

Los acontecimientos ulteriores y todo el curso de nuestra operación ofensiva mostraron que las precauciones especiales para desinformación y enmascaramiento y otras medidas para preparar la operación por sorpresa desempeñaron un papel importantísimo y el enemigo, efectivamente, fue pillado desapercibido.

En la preparación de la operación de agosto se dedicó una atención especial a organizar una minuciosa exploración del enemigo. Numerosos comandantes, Estados Mayores y órganos de información manifestaron al comienzo de las operaciones bélicas insuficiente experiencia. Ante la exploración se planteaban numerosas tareas, con frecuencia irrealizables y que no tenían una importancia capital. Como consecuencia, los esfuerzos de los órganos de información se dispersaban en detrimento de los principales objetivos de la exploración. A menudo los propios batidores inducían a error al Mando con sus deducciones supuestas, basadas solamente en unos u otros rasgos y conclusiones especulativas.

Naturalmente, en la historia de los combates, batallas y operaciones hubo casos en que tales suposiciones se justificaron, pero nosotros no podíamos basar una operación seria en datos dudosos. En la proyectada operación de cerco y aniquilamiento del enemigo nos interesaban su emplazamiento exacto y sus efectivos. 'La dificultad para obtener datos del enemigo aumentaba por la ausencia en la zona de operaciones de población civil de la que se pudiera saber algo. No había tránsfugas japoneses. Y los bargutos (pastores mongoles que viven en la parte noroeste de Manchuria), que se pasaban a nuestro lado, por regla general, no sabían nada del emplazamiento ni los efectivos de las unidades japonesas. Los mejores datos los obteníamos con el combate de reconocimiento. Pero estos datos eran solamente del borde delantero y de las posiciones más cercanas de la artillería y los morteros.

Nuestra aviación de reconocimiento proporcionaba buenas fotografías de la profundidad de la defensa, pero, teniendo en cuenta que el adversario solía utilizar ampliamente maquetas y otras simulaciones, debíamos ser muy cautelosos en nuestras deducciones y establecer con repetidas comprobaciones lo que era verdadero y lo que era falso. Rara vez los pequeños grupos de batidores conseguían infiltrarse en la profundidad de la defensa enemiga, pues los japoneses vigilaban muy bien el terreno en el emplazamiento de sus tropas. No obstante todas estas circunstancias desfavorables, logramos organizar la exploración y obtener valiosos datos. Actuaba bien la exploración en el 149 Regimiento Motorizado de Infantería. Allí se encargó directamente de organizarla el comandante I. Rémizov, jefe del regimiento, que conocía al dedillo la especificidad de la exploración. Yo vi al comandante Rémizov durante un ejercicio de instrucción, mostraba a los batidores cómo capturar mejor a un prisionero en emboscada y cómo infiltrarse por la noche a través de los puestos de vigilancia del enemigo. El comandante era un maestro consumado en las ingeniosidades de la exploración y a los soldados batidores les gustaba mucho que les diera clases el jefe del regimiento, al que querían y respetaban. Rémizov fue distinguido con el título de Héroe de la Unión Soviética por el heroísmo demostrado en los combates del Jaljin-Gol.

Nosotros considerábamos que el lugar más débil en la agrupación japonesa eran los flancos de la defensa y la carencia de reservas móviles del enemigo. En cuanto al terreno, era difícil en todas partes para las tropas atacantes.

El plan de cobertura partidista y política de la operación también fue trazado partiendo de tareas concretas. Incluía dos etapas: preparatoria y ejecutiva.

En la etapa preparatoria se preveía principalmente asegurar las medidas que tomaba el Consejo Militar del Grupo de Ejército para concentrar fuerzas y medios con vistas a la próxima operación, la labor entre las tropas que llegaban de la profundidad del país y la transmisión a éstas de la experiencia de combate. Para cumplir esta importantísima tarea se requería de los comunistas, instructores políticos y jefes intensificar la actividad directamente en los pelotones, secciones y compañías. Había que dedicar gran importancia a los órganos de logística, de los cuales dependía mucho el oportuno aseguramiento material y técnico de la operación.

Las tropas soviéticas sabían que nuestro deber proletario, internacionalista, consistía en ayudar al pueblo mongol hermano a la hora de las duras pruebas.



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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 27, 2006 10:28 pm

Realizaba una gran labor política el periódico Gueroícheskaya Krasnoarméiskaya (El Heroico Ejército Rojo). En cada número popularizaba las acciones de guerra de los soldados y jefes del Grupo de Ejército y las tradiciones de combate del Ejército Rojo. Al comenzar la operación la redacción del periódico debía ocuparse principalmente de editar y difundir rápidamente volantes para informar a los soldados y jefes.

Colaboraban activamente en este periódico los escritores V. Stavski, K. Símonov, L. Slavin, B. Lapin, Z. Jazrevin y los omnipresentes corresponsales gráficos M. Bernstein y V. Tiomino Quisiera decir unas palabras sobre Vladímir Stavski. Magnífico literato y propagandista, hacía la misma vida que los soldados.

Creo que era un excelente corresponsal de guerra. Tuve tratos personales con él hasta fines de 1941. A primeros de agosto llegó al 24 Ejército del Frente de Reserva, donde yo preparaba la operación para derrotar la agrupación enemiga de Elnia y liquidar su base de operaciones en esta zona.

Al encontrarnos nos abrazamos y recordamos las heroicas jornadas del Jaljin-Gol. Stavski no se detuvo en el Estado Mayor, salió inmediatamente para la primera línea, donde nuestras unidades sostenían un tensocombate. Al día siguiente por la mañana envió sus crónicas para el periódico del ejército y a mí, una esquela en la que comunicaba las dificultades que habían tenido que vencer nuestras tropas. Es una gran pena que estetalentoso escritor batallista sucumbiera, cayó como un soldado en 1943 en los combates en las inmediaciones de Nevel.

El redactor jefe del periódico Gueroícheskaya krasnoar-méiskaya era David Ortenberg, periodista capaz y diligente. Supo cohesionar el colectivo de colaboradores del periódico y atraer a la activa participación a muchos soldados, jefes, instructores políticos y dirigentes del Partido. Durante la Gran Guerra Patria Ortenberg fue redactor jefe del periódico Krásnaya Zvezdá (Estrella Roja) y tuve también ocasión de encontrarme con él repetidas veces en el ejército de operaciones... Mas volvamos a los acontecimientos del Jaljin- Gol.

El 20 de agosto de 1939 las tropas soviético-mongolas empezaron la ofensiva general para el cerco y aniquilamiento de las tropas japonesas. Era domingo. Hacía un tiempo cálido y sereno. El mando japonés, seguro de que las tropas soviéticomongolas no pensaban en la ofensiva ni se preparaban para ella, había dado permiso a los generales y altos oficiales para ausentarse. Muchos de ellos estaban aquel día lejos de sus tropas: unos en Hailar, otros en Hanchur o Dzandzin Sumeh. Nosotros tuvimos en cuenta esta importante circunstancia al decidir que la operación comenzara precisamente el domingo.

A las 6 horas 15 minutos nuestra artillería abrió repentino y potente fuego contra la artillería antiaérea y las ametralladoras antiaéreas del enemigo. Algunos cañones batieron con proyectiles de humo los objetivos que debía bombardear nuestra aviación. En la zona del río Jaljin-Gol iba en aumento el zumbido de motores de aviación. Se elevaron al aire 153 bombarderos y cerca de 100 cazas. Sus ataques fueron muy potentes y despertaron entusiasmo en los jefes y oficiales.

A las 8 horas 45 minutos la artillería y los morteros de todos los calibres atacaron los objetivos enemigos hasta el límite de sus posibilidades técnicas. Al mismo tiempo nuestra aviación bombardeó la retaguardia enemiga. Por todos los cables telefónicos y emisoras de radio se transmitió la orden enclave: empezar el ataque general dentro de 15 minutos.

A las 9 en punto, cuando nuestra aviación asaltaba al enemigo y bombardeaba su artillería, serpearon en el aire unas bengalas rojas anunciando el comienzo del ataque de las tropas. Las unidades atacante s, cubiertas por fuego de artillería, se lanzaron adelante impetuosamente.

El golpe de nuestra aviación y artillería fue tan potente y afortunado que el enemigo quedó moral y físicamente aturdido y no pudo durante la primera hora y media abrir fuego artillero de respuesta. Los puestos de observación, las comunicaciones y posiciones de fuego de la artillería japonesa fueron destrozados.

El ataque transcurrió en exacta correspondencia con el plan de la operación y los planes de combate y únicamente la 6 Brigada Acorazada, que no consiguió cruzar entera el río Jaljin-Gol, participó en los combates del 20 de agosto sólo con parte de sus fuerzas. El paso del río y la concentración de la Brigada quedaron terminados al final de la jornada.

E1 21 y el 22 se libraron tenaces combates, sobre todo en el sector de Bolshíe Peskí, donde el enemigo opuso una resistencia más seria de 10 que suponíamos. Para corregir el error cometido hubo que poner en juego adicionalmente de la reserva la 9 Brigada Motoblindada y reforzar la artillería.

Después de derrotar las agrupaciones de los flancos del enemigo nuestras unidades blindadas y mecanizadas al final de la jornada del 26 de agosto culminaron el cerco de todo el 6 Ejército japonés y a partir de este día empezó su fraccionamiento y el aniquilamiento de la agrupación enemiga cercada.

La lucha se complicaba por transcurrir en arenas movedizas, profundas hondonadas y dunas. Las unidades japonesas pelaban hasta el último hombre. Sin embargo, poco a poco los soldados iban viendo con claridad lo infundado de la propaganda oficial acerca de la invencibilidad del ejército imperial, puesto que sufría pérdidas excepcionalmente grandes y en los 4 meses de guerra no ganó ni una batalla. Son interesantes las anotaciones de algunos soldados y oficiales japoneses que caracterizan su estado de ánimo en aquellos días.

Veamos lo que dice el diario del soldado muerto Fakuta:

"20 de agosto de 1939. "Por la mañana se estableció buen tiempo. Los cazas y bombarderos del enemigo, unos 50, aparecieron en grupos. A las 6.30 la artillería enemiga empezó el cañoneo a toda potencia. Los proyectiles gimen sobre la cabeza.
"Nubes de proyectiles de artillería caen cerca de nosotros. Es espantoso. El destacamento de observación 10 utiliza todo para descubrir la artillería enemiga, pero no 10 consigue porque los aviones bombardean y los cazas ametrallan a nuestras tropas. El enemigo vence en todo el frente. "7 horas 45 minutos. "Es espantoso. Los gemidos y las explosiones recuerdan el infierno. Se ha creado una situación muy dura. Lo malo es que estamos cercados. Si la noche es oscura todos tendremos que estar en las trincheras de comunicación, en fila... El alma del soldado se siente triste... Nuestra situación es mala, complicada, confusa... "8 horas 30 minutos."La artillería enemiga no deja de cañonear a nuestras unidades. No hay salvación en ninguna parte. Llueven proyectiles por doquier. Nuestra salvación está sólo en Bdisatva. "14.40. "Se libra un combate implacable, no sabemos cuántos muertos y heridos hay... No cesa el cañoneo.

"21 de agosto. "Infinidad de aviones soviético-mongoles bombardean nuestras posiciones, la artillería también nos castiga continuamente. Después del bombardeo y la preparación artillera se lanza al ataque la infantería enemiga. El número de muertos aumenta más y más. Por la noche la aviación enemiga ha bombardeado nuestra retaguardia.

"22 de agosto - 9.30. "La infantería enemiga ha empezado a atacar, sus ametralladoras han abierto intenso fuego. Nosotros corremos gran peligro y estamos muy asustados. Ha empeorado sensiblemente el ánimo. Cuando mataron a todos los oficiales a mí me nombraron jefe de la compañía. Eso me conmovió terriblemente y pasé toda la noche sin dormir..."

Aquí se interrumpen las anotaciones de Fakuta.

En el ejército japonés de entonces se dedicaba gran atención al moldeo ideológico de soldados dirigido contra el Ejército Rojo. A nuestro ejército lo presentaban como técnicamente atrasado y en el aspecto combativo lo equiparaban al viejo ejército zarista de los tiempos de la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Por eso lo que los soldados japoneses vieron en los combates del río Jaljin-Gol al sufrir los potentes golpes de los tanques, la aviación, la artillería y las tropas de infantería bien organizados fue para ellos la mayor de las sorpresas.

Al soldado japonés le inculcaban que si caía prisionero de todos modos sería .fusilado, pero antes lo torturarían hasta dejado medio muerto. Y hay que decir que en aquel período esta influencia surtía efecto.

Pero la realidad desmintió estas sugestiones. Recuerdo que un día de agosto al amanecer me trajeron al puesto de observación a un soldado japonés prisionero, desfigurado por las picaduras de los mosquitos. Había sido capturado por los batidores del regimiento de Fediúninski en un juncar.

A mi pregunta de dónde y quién lo había puesto de aquella manera respondió que lo habían colocado con otro soldado la noche anterior de escucha en un juncar para vigilar las acciones de los rusos, pero no les dieron mosquiteros. El jefe de la compañía les ordenó no moverse para que no los descubrieran. Por la noche los mosquitos atacaron a los soldados, pero soportaron sin rechistar las terribles picaduras y estuvieron hasta la mañana sin moverse para no delatar su presencia.

- Y cuando los rusos gritaron y se echaron los fusiles a la cara - contó el prisionero - yo alcé los brazos, porque no podía aguantar más los sufrimientos. Nosotros necesitábamos datos sobre las tropas japonesas en el sector donde había sido capturado este prisionero. Para soltarle la lengua ordené que le dieran medio vaso de vodka. Cual sería mi asombro cuando el prisionero miró el vaso y dijo:

- Se lo ruego, tome un trago, temo que sea veneno. Soy hijo único y mi padre tiene una mercería, por lo tanto soy su único heredero.

Nuestro intérprete dijo que según el recordatorio que habían dado a los soldados japoneses sus jefes, éstos debían morir valientemente con la palabra "banzai" en los labios. El prisionero se sonrió y respondió: - Mi padre me mandó que volviera a casa vivo y no muerto.

El 31 de agosto de 1939 fueron liquidados los últimos focos de resistencia del 6 Ejército japonés que había penetrado en el territorio de la República Popular Mongola. Al visitar nuestras unidades, el camarada J. Choibalsan agradeció cordialmente a los combatientes por haber refrendado con su sangre la fidelidad a los compromisos contraídos. La réplica demoledora de las tropas soviéticas y mongol as y la derrota inaudita de las fuerzas selectas de todo un ejército japonés obligaron a los círculos gobernantes nipones de entonces a revisar sus opiniones acerca del poderío y la capacidad combativa de las Fuerzas Armadas Soviéticas, sobre todo acerca de la firmeza moral de los combatientes soviéticos.

En su orden del 7 de noviembre de 1939, el comisario del pueblo de Defensa K. Voroshílov escribió: "Los soldados y jefes que tomaron parte en los combates del río Jaljin-Gol se cubrieron de verdadera gloria. Por su intrepidez y heroísmo, por el brillante cumplimiento de las órdenes las tropas que participaron en los combates en el río Jaljin-Gol se han hecho acreedoras a una gran gratitud".

El alma de las heroicas acciones de nuestros combatientes fue el Partido Comunista y su destacamento del frente: la organización del Partido en el Ejército. Con su valiente ejemplo los comunistas alentaban a los combatientes a las hazañas.

Quisiera destacar a los jefes e instructores políticos que con su actividad organizadora, sus medidas partidistas y políticas y su hábil mando aceleraron la derrota de las tropas japonesas y cubrieron de gloria las armas soviéticas.

Recuerdo con gran afecto al comisario de división M. Nikíshev. Dirigente capaz, comunista por principio y en grado sumo, supo organizar la labor del Consejo Militar de tal manera que a pesar de toda la complejidad y tensión de la situación no surgió ni una vez el menor malentendido o discrepancia. Ya todos los participantes en los combates del Jaljin-Gol nos entristeció profundamente la noticia de su muerte al comienzo de la Guerra Patria. Sucumbió en Ucrania donde desempeñaba el cargo de miembro del Consejo Militar del 5 Ejército del Frente del Suroeste.

No se puede olvidar las heroicidad es de los pilotos Y. Smushkévich, S. Gritsevets, V. Zabalúev, G. Krávchenko, V. Skobarigin, V. Rájov y otros que fueron modelo de valentía y audacia. Cierta vez, persiguiendo a un grupo de aviones japoneses, el piloto de caza S. Gritsevets, Héroe de la Unión Soviética, descubrió que faltaba en la escuadrilla el avión de su comandante V. Zabalúev. Gritsevets disparó varias ráfagas contra el enemigo que se retiraba y, suspendiendo la persecución, empezó a buscar el avión desaparecido. Describió un círculo sobre la zona del último ataque y lo descubrió en la estepa, en el territorio de las tropas japonesas.

Gritsevets descendió a vuelo rasante y vio a Zabalúev cerca del avión. Por lo visto, había tenido una avería. ¿Qué hacer? A pesar del grave riesgo que suponía aterrizar en la retaguardia enemiga, Gritsevets sin vacilar decidió salvar a toda costa a su jefe. Como se acostumbra entre nosotros desde los tiempos de Suvórov: "¡Muere tú, pero auxilia al compañero!"

Audaz y siempre muy sereno, el piloto hizo aterrizar su avión en una explanada acribillada por los embudos y lo condujo rodando adonde estaba Zabalúev, metió de un empellón a su comandante a la carlinga del avión monoplaza. Luego, a la vista de los soldados enemigos pasmados, Gritsevets lo elevó al aire con doble carga y volvió sin novedad a su aeródromo.

En un combate de reconocimiento con los japoneses, en el destacamento del comandante I. Kasperóvich fue alcanzado un automóvil GAZ. Su conductor, el soldado Timojin, no abandonó el auto y se quedó en el campo de combate, en terreno de nadie, intentando reparar el desperfecto. Los japoneses, al ver el audaz proceder de nuestro soldado, decidieron capturarlo vivo. Timojin se defendió como auténtico combatiente soviético. Continuó resistiéndose, a pesar de estar gravemente herido.

En este momento el comandante Kasperóvich, jefe del destacamento, sin reparar en la grave situación, tomó una decisión arriesgada: socorrer a su combatiente. Ordenó concentrar el fuego de los cañones a tiro directo contra los nidos de fuego de los japoneses, desplegó la compañía y la condujo al ataque. Kasperóvich montó en un blindado, llegó a toda marcha a donde estaba Timojin y enganchó su automóvil para remolcarlo.

Cuando trajeron a Timojin a nuestro emplazamiento, dio las gracias con lágrimas en los ojos al comandante y a los compañeros que, arriesgando la vida, lo habían salvado de una muerte cierta.

- Yo no dudaba de que no me olvidaríais, no me dejaríais abandonado en la desgracia -dijo antes de ser enviado al hospital-, en cuanto me cure un poco volveré a vuestro lado, queridos amigos.

El primer teniente V. Skobarijin, piloto, Héroe de la Unión Soviética, en desigual combate socorrió a su compañero, el primer teniente V. Vuss, embistiendo con espolón a un caza japonés y, después de derribarlo, entabló combate con otros dos aviones. Los pilotos japoneses, al ver quién se enfrentaba a ellos, viraron en dirección a sus aeródromos. A pesar de la avería, Skobarijin logró llegar sano y salvo a su aeródromo. Cuando aterrizó, en el ala de su avión hallaron jirones del revestimiento del caza japonés.

En los combates aéreos se distinguió el primer teniente V. Rájóv, Héroe de la Unión Soviética. El 29 de julio se encontró frente a frente con el as japonés Takeo, un piloto muy experto. Maniobrando, Rájov impuso el combate al adversario. En el curso de este combate Takeo hizo gala de toda su pericia, pero, no obstante, Rájov logró incendiar el avión japonés. El piloto se lanzó en paracaídas y, al ver que aterrizaba en territorio mongol, intentó suicidarse, pero fue hecho prisionero.

Repuesto de la emoción y al encontrarse con el buen trato de los comandantes del Ejército Rojo, Takeopidió que le mostraran al piloto que con tanta maestría había combatido y derribado su avión. Cuando se le acercó Rájov, el japonés le hizo una profunda reverencia saludando al vencedor.

Recuerdo con gratitud a muchos jefes con quienes trabajé en aquel tiempo. Al comienzo de las operaciones militares en el río Jaljin-Gol I. Fediúninski ocupaba el cargo de subjefe del regimiento para la intendencia. Cuando se necesitó un jefe para el 24 Regimiento Motorizado se mencionó su apellido como primera candidatura. Y no nos equivocamos. En todos los casos complicados Iván Fediúninski sabía encontrar una solución acertada y cuando comenzó la ofensiva general de nuestras tropas el regimiento a su mando combatió victoriosamente.

Al terminar las operaciones militares en el río Jaljin-Gol, Fediúninski fue designado comandante de la 82 División. En el primer período de la Guerra Patria esta División peleó con excepcional denuedo en la dirección de Mozhaisk. Fediúninski mandó acertadamente un cuerpo de ejército en el Frente del Suroeste y luego el 42 Ejército en el Frente de Leningrado.

El comandante de brigada Mijaíl Potápov fue mi suplente. Sobre él recaía un gran trabajo para organizar la cooperación de las grandes unidades y armas y, cuando iniciamos la ofensiva general, se le encomendó la dirección de la principal agrupación en el flanco del Grupo de Ejército. Potápov se distinguía por su carácter imperturbable. Nada podía sacarlo de sus casillas. Incluso en la situación más complicada y alarmante permanecía absolutamente tranquilo, yeso era bien visto en las tropas. Así fue también en la Guerra Patria, mandando el 5 Ejército del Frente del Suroeste.

Las transmisiones desempeñan un papel decisivo en el combate y en las operaciones. Por eso quiero decir unas buenas palabras sobre el coronel Alexéi Leónov, que en cuales quiera condiciones aseguraba la dirección de las tropas manteniendo comunicación permanente.

Las organizaciones del Partido hicieron un aporte inmenso al cumplimiento de las tareas de combate. En las primeras filas estaban el comisario de división Piotr Gorójov, jefe de la sección política del Grupo de ejército, el comisario del regimiento Román Babichuk, el comisario del 24 Regimiento Motorizado Schechkov, el secretario de la comisión del Partido del cuerpo especial Alexéi Pomogailo y el comisario Iván Zakovorotni.

Entre los instructores políticos de las unidades se destacaba el comisario de regimiento Vasili Sichov, comisario de la 9 Brigada Motoblindada, en otros tiempos obrero metalúrgico de los Urales. Sichov ayudaba mucho al comandante de su brigada; con frecuencia cuando la situación se complicaba se ponía al frente de sus unidades y con su valor personal las inspiraba al heroísmo en el combate. Durante los años de la Guerra Patria, siendo miembro del Consejo Militar del ejército, con la misma intrepidez cumplía las misiones que se le encomendaban.

De los oficiales quisiera recordar al coronel I. Afonin, consejero militar principal en el Ejército mongol, M. Yákovlev, comandante de la 11 Brigada Acorazada, Héroe de la Unión Soviética, I. Rémizov, comandante del 149 Regimiento Motorizado, Héroe de la Unión Soviética, los comandantes de batallón Zaiyúliev, Ermakov, Mijáilov, Abrámov y Anojin. Varios de los mencionados compañeros de armas sucumbieron heroicamente en la lucha contra el enemigo.

Trabajaban día y noche en las complicadas condiciones de campaña los combatientes de sanidad salvando la vida y la salud de nuestros soldados y jefes, y no sólo de los nuestros. También manifestaron una actitud humanitaria en grado sumo con los japoneses prisioneros heridos.

Recuerdo bien los encuentros con el profesor M. Ajutin. Un día me dijeron que el profesor Ajutin, extenuado por las numerosas operaciones que llevaba hechas, sosteniéndose apenas en pie, había ordenado tomarle sangre para un comandante herido. Yo le telefoneé y le aconsejé tomar sangre de un médico más joven. El profesor Ajutin me atajó brevemente:

- No tengo tiempo para buscar el grupo de sangre requerido -y, rogándome que no lo entretuviera, dio inmediatamente su sangre para el herido.

El profesor Ajutin pensó y organizó bien un sistema único de tratamiento de los heridos por etapas.

Prestaba una gran ayuda a los combatientes de sanidad del fraterno ejército mongol. Trabajaba de 15 a 18 horas diarias y consagraba la mayor atención a la capacitación y el perfeccionamiento de los médicos cirujanos, creo no equivocarme si digo que quienes trabajaron y aprendieron del profesor Ajutin lograron mucho en el arte de la cirugía. Bajo su dirección empezó a ejercer y con buen éxito el académico A. Vishnevski, hoy célebre cirujano.

Las tropas mongolas que operaban en la zona del no Jaljin-Gol cooperaban bien con las soviéticas. Con gran entusiasmo leímos en el frente la emocionante carta de los combatientes mongoles a los soviéticos:

"Queridos hermanos, combatientes del Ejército Rojo:

"Nosotros, combatientes, jefes e instructores políticos de las unidades del Ejército Revolucionario Popular de Mongolia, que opera en la zona del río Jaljin-Gol, en nuestro nombre y de todo el pueblo trabajador de Mongolia os saludamos, defensores de nuestra Patria frente a los invasores japoneses, y os felicitamos por el afortunado cerco y completa derrota de los samurais que penetraron en nuestra tierra. "Nuestro pueblo escribirá con letras de oro en la historia de la lucha por su libertad e independencia vuestra heroica lucha contra la jauría japonesa en la zona del río Jaljin-Gol. Si no hubiera sido por vuestra fraternal y desinteresada ayuda no tendríamos el Estado revolucionario mongol independiente. Si no hubiera sido por la ayuda del Estado soviético habríamos corrido la misma suerte que sufre el pueblo de Manchuria. Los invasores japoneses habrían derrotado y saqueado nuestra tierra y a los arates29 trabajadores. Esto no sucedió y no sucederá jamás porque nos ayuda y nos salva de la invasión japonesa la Unión Soviética.

"¡Gracias a vosotros y gracias al pueblo soviético!" Los combatientes del Ejército mongol admiraban los hechos de armas de las tropas soviéticas, pero también nosotros, los combatientes soviéticos, admirábamos no menos las heroicidades de los soldados y jefes mongoles.

Tuve ocasión de presenciar personalmente la intrepidez en masa de los soldados y comandantes mongoles. Quisiera recordar los nombres de los que más se distinguieron. El soldado raso Olzvoi, el conductor de un carro blindado Jayan Jarveh, los apuntadores de piezas de artillería antiaérea Chultem, Gombosuren y el soldado de caballería Jorloo. Realizaba una gran y fecunda labor el Estado Mayor del Ejército Revolucionario Popular de Mongolia, encabezado por el subcomandante en jefe, comisario de cuerpo Zh. Ljagvasuren.

A los héroes caídos en el Jaljin-Gol se les erigió un monumento que tiene esculpidas palabras muy justas: "Gloria eterna a los heroicos combatientes del Ejército Soviético y a los intrépidos combatientes del Ejército Revolucionario Popular de Mongolia caídos en los combates contra los invasores japoneses en la zona del río Jaljin-Gol por la libertad y la independencia del pacífico pueblo mongol, por la paz y la seguridad de los pueblos, contra la agresión imperialista".

El Gobierno soviético, destacando los excepcionales méritos de los combatientes soviéticos contra los agresores japoneses, impuso a 70 de ellos el título de Héroe de la Unión Soviética. Fueron recompensados con la segunda Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética los pilotos S. Gritsevets, Y. Smushkévich y G. Krávchenko. También a mí se me concedió el título de Héroe de la Unión Soviética y en 1972, por Decreto del Gran Jural Popular de la RPM, por la participación en la derrota de las tropas japonesas en el Jaljin-Gol fui distinguido con el título de Héroe de la República Popular Mongola.

Terminadas las operaciones militares en el río Jaljin-Gol el Mando y el Estado Mayor del Grupo de Ejército (a fines de octubre de 1939) regresaron a Ulan-Bator, capital de la RPM. Antes yo conocía Mongolia solamente por los libros y periódicos. Ahora se me ofrecía la posibilidad de conocer de cerca este país.

Es particularmente agradable recordar la llaneza del pueblo mongol, su bondad y su sincera fe en la Unión Soviética. Por doquier -en las yurtas30 o casas, en las instituciones o unidades militares- en todas partes veía en el lugar más honroso el retrato de Lenin, de quien cada mongol hablaba con sincero afecto y cariño.

Nuestros combatientes eran frecuentes huéspedes de los amigos mongoles y los camaradas mongoles solían asistir a nuestros ejercicios tácticos y maniobras, donde nosotros nos esforzábamos por transmitirles la experiencia obtenida en los últimos combates.

El pueblo mongol profesaba gran respeto y cariño a Jorlogiin Choibalsan. Intimé con él cuando en agosto venía a nuestro puesto de mando en el monte Jamar-Daba. Era un hombre poco común, de inmensa generosidad y amigo fiel de la Unión Soviética. Jorlogiin Choibalsan era un auténtico internacionalista que había consagrado la vida a la lucha contra el imperialismo y el fascismo. La última vez lo vi durante la Gran Guerra Patria cuando traía al frente regalos del pueblo mongol para los combatientes del Ejército Rojo.

No menor prestigio en el pueblo gozaba Yumzhaguiin Tsedenbal. Era un hombre instruido y agradable, trabajó muchos años con J. Choibalsan y otros miembros del CC del Partido. A la muerte de Choibalsan en 1952, Tsedenbal se puso al frente del Partido y del Estado.

Adelantándome quisiera destacar la ayuda que a su vez prestó el pueblo mongol a la Unión Soviética durante la Guerra Patria contra la Alemania fascista.

Tan sólo en el año 1941 se recibieron de la República Popular Mongola 140 vagones de distintos regalos para los combatientes soviéticos por una suma total de 65 millones de túgrikos. En el Banco de Comercio Exterior se recibieron 2.500.000 túgrikos y 100.000 dólares norteamericanos, así como 300 kilogramos de oro. Con estos medios se construyeron, entre otras cosas, 53 tanques, de ellos 32 tanques T-34 que llevaban en sus costados los gloriosos nombres de Suke Bator y otros héroes de la República Popular Mongola. Muchos de estos tanques se batieron intrépidamente contra las tropas alemanas y llegaron hasta Berlín formando parte de la 112 Brigada Acorazada del 1 Ejército Acorazado de la Guardia. Además de los tanques se entregó a las Fuerzas Aéreas soviéticas la escuadrilla de aviación "Arate Mongol". Fue incluida en el 2 Regimiento Aéreo de la Guardia de Orsha. La escuadrilla "Arate Mongol" recorrió una victoriosa ruta de combate en el transcurso de la guerra. En 1941-1942 el Ejército Rojo recibió como regalo 35.000 caballos que completaron las unidades de caballería soviéticas. En el transcurso de toda la Guerra Patria delegaciones de la República Popular Mongola encabezadas por Choibalsan, Tsedenbal y otros hombres de Estado visitaron con frecuencia a nuestros gloriosos combatientes. Cada visita reforzaba aún más la fraternal amistad de los pueblos mongol y soviético.

Nuestras tropas regresaron a los cuarteles de invierno e hicieron balance de los combates. Era agradable ver cómo habían aumentado los conocimientos de los soldados y jefes. A las unidades que no habían participado directamente en los combates se enviaba a los mejores soldados y jefes para transmitir la experiencia obtenida en las batallas contra las tropas japonesas. Se renovaba resueltamente la cobertura política de la instrucción de combate de las tropas.

Todo esto en conjunto dio resultados muy positivos en la preparación e instrucción de las tropas. No es casual que las unidades que estuvieron en los años 1939-1940 en Mongolia, al ser trasladadas en 1941 a la región de Moscú, pelearan contra las tropas alemanas con capacidad digna de todo encomio.

Y cuando en 1945 el Gobierno, en virtud de lo convenido con los aliados de la coalición antihitleriana y también para eliminar el peligro de guerra por parte del Japón imperialmilitarista que mantenía contra la RPM y nuestras regiones de Lejano Oriente el Ejército de K wangtung, formado por un millón de hombres, declaró la guerra al Japón, la fraterna República Popular Mongola también le declaró la guerra.

El Ejército mongol, dirigido por el Partido Revolucionario Popular Mongol y personalmente por J. Choibalsan y Y. Tsedenbal, actuaron en el ala derecha de las tropas soviéticas, formando parte del grupo de caballería mecanizada soviéticomongola al mando del general I. Plíev. Como atestiguan nuestros soldados y el personal de mando y político, las unidades mongolas se batieron valiente y hábilmente, colaborando bien con las tropas soviéticas.

Por la hábil dirección de las operaciones militares el mariscal de la RPM J. Choibalsan fue condecorado por el Gobierno soviético con la Orden de Suvórov de I grado. Por la hábil dirección de las operaciones militares de las tropas del Ejército Revolucionario Popular de Mongolia y el heroísmo y el valor manifestados

Y. Tsedenbal, jefe de la Dirección Política del Ejército Revolucionario Popular de Mongolia, fue distinguido con la Orden de Kutúzov de I grado. 26 combatientes fueron condecorados con la Orden de la Bandera Roja, 13, con la Orden de la Gloria de III grado y 82, con la medalla "Por el valor". En total en 1945 el Soviet Supremo de la URSS condecoró a 302 mongoles.

Hoy la República Popular Mongola es un país socialista floreciente. Se desarrollan rápidamente la industria de todas las ramas, la agricultura, la ciencia y la técnica avanzada. Le prestan gran ayuda en ello la Unión Soviética y los países socialistas hermanos. Y en tiempos de paz como en los tiempos de la guerra contra los invasores extranjeros desempeñan el papel rector fundamental el Partido Revolucionario Popular Mongol y su Comité Central.

A primeros de mayo de 1940 recibí orden de Moscú de presentarme en el Comisariado del Pueblo para pasar a otro cargo. Por aquel entonces se había publicado una disposición del Gobierno sobre la imposición del grado de general a altos mandos del Ejército Rojo. A mí también se me confirió, entre otros, el grado de general de ejército.

A los pocos días fui recibido personalmente por Stalin y designado comandante jefe de la Región Militar Especial de Kíev.

Antes no había tenido ocasión de entrevistarme con Stalin y fui a la audiencia muy emocionado. En el despacho se encontraban, además de Stalin, M. Kalinin, V. Mólotov y otros miembros del Buró Político. Stalin me saludó y, encendiendo la pipa, me preguntó sin dilaciones:

- ¿Qué piensa usted del ejército japonés?

- El soldado japonés que peleó con nosotros en el Jaljin-Gol estaba bien preparado, especialmente para el combate a corta distancia - respondí -. Es disciplinado, cumplidor y tenaz en el combate, sobre todo en la defensa. El personal de mando inferior está muy bien preparado y pelea con tenacidad fanática. Por regla general, los mandos inferiores no se entregan prisioneros y no reparan en hacerse el "harakiri". La preparación de la oficialidad, sobre todo de la alta, es débil, manifiesta poca iniciativa y se inclina a actuar de modo rutinario.

Por lo que se refiere al estado técnico del ejército japonés lo considero atrasado. Los tanques japoneses del tipo de nuestro MS-l son anticuados a todas luces, están mal armados y tienen poco alcance. Debo decir también que al comienzo de la campaña la aviación japonesa batía a la nuestra. Sus aviones eran superiores a los nuestros hasta que recibimos el "Chaika" mejorado y el I-16. Pero cuando llegó un grupo de pilotos Héroes de la Unión Soviética con Smushkévich a la cabeza nuestro dominio en el aire se hizo patente. Hay que subrayar que nos enfrentábamos con unidades selectas del ejército japonés, las llamadas unidades imperiales.

Stalin lo escuchó todo atentamente y luego preguntó: - ¿Cómo se portaron nuestras tropas?

- Nuestras tropas profesionales se batieron bien, sobre todo la 36 División Motorizada al mando de Petrov y la 57 División de Infantería al mando de Galanin, llegada de Transbaikalia. La 82 División de Infantería, llegada de los Urales, al principio se batió mal. En sus filas había soldados y jefes poco entrenados. Esta División se formó y completó con reclutas poco antes de ser enviada a Mongolia. Pelearon muy bien las brigadas acorazadas, sobre todo la 11, mandada por el comandante de brigada, Héroe de la Unión Soviética Yákovlev, pero los tanques BT-5 y BT-7 son demasiado inflamables. Si no hubiera tenido a mi disposición 2 brigadas acorazadas y 3 motoblindadas es indudable que no habríamos podido cercar y derrotar tan rápidamente al 6 Ejército japonés. Creo que debemos aumentar poderosamente en las fuerzas armadas las tropas blindadas y mecanizadas.

Nuestra artillería superó en todos los aspectos a la japonesa, especialmente en tiro. En conjunto nuestras tropas están bastante por encima de las japonesas. Las tropas mongolas, que recibieron experiencia, temple y apoyo de las unidades del Ejército Rojo, pelearon bien, sobre todo su grupo blindado en el Bain- Tsagan. Hay que decir que la caballería mongola fue sensible a las incursiones de la aviación y al fuego de la artillería, y sufrió grandes bajas.

- ¿Cómo les ayudaron Kulik, Pávlov y Vóronov? preguntó Stalin.

- Vóronov ayudó mucho en el planeamiento del fuego artillero y en la organización del acarreo de municiones. En cuanto a Kulik no puedo destacar ningún trabajo útil por su parte. Pávlov ayudó a nuestros tanquistas comunicándoles la experiencia obtenida en España.

Yo observaba fijamente a Stalin y me pareció que me escuchaba con interés. Continué:

- Para todas nuestras tropas, para los jefes de las unidades y para mí personalmente los combates del Jaljin-Gol han sido una gran escuela de experiencia militar. Creo que también los japoneses harán ahora deducciones más justas de la fuerza y la capacidad del Ejército Rojo.

- Lamentablemente, en la guerra con Finlandia muchas unidades y ejércitos nuestros se portaron mal en el primer período. Una gran culpa del estado insatisfactorio del Ejército la tiene el ex comisario del pueblo de Defensa Voroshílov, que durante mucho tiempo encabezó las Fuerzas Armadas. No aseguró la debida preparación del Ejército y hubo que relevarlo. Timoshenko conoce mejor el arte militar. Nosotros hemos discutido detalladamente en el Pleno del CC los resultados de la guerra con los finlandeses y hemos trazado varias medidas. - dijo Stalin. - Dígame, ¿qué dificultades encontraron nuestras tropas en el Jaljin-Gol? -terció en la conversación M.Kalinin.

- Las principales dificultades eran las del aprovisionamiento material y técnico de las tropas. Teníamos que acarrear todo lo necesario para el combate y la vida de las tropas a 650 700 kilómetros. Las bases de abastecimiento más próximas se encontraban en el territorio de la Región Militar de Transbaikalia. Hasta la leña para cocinar había que transportarla a 600 kilómetros. Los camiones tenían que cubrir en el viaje de ida y vuelta de 1.300 a 1.400 kilómetros, lo que ocasionaba un gasto colosal de gasolina que también había que transportarla de la Unión Soviética.

Nos ayudó mucho a superar estas dificultades el Consejo Militar de la Región Militar de Transbaikalia y el coronel general Shtern con su aparato. Causaban gran desazón los mosquitos, que en el Jaljin-Gol abundan muchísimo. Por las noches nos comían literalmente. Los japoneses se salvaban con mosquiteros especiales. Nosotros no los teníamos y los preparamos con gran retraso.

- ¿Cuál es, a su juicio, el objetivo principal que perseguía el Gobierno japonés al organizar la invasión? -preguntó Kalinin.

- El objetivo inmediato era apoderarse del territorio de la RPM que se encuentra al otro lado del río Jaljin-Gol y luego construir en este río una línea fortificada para cubrir el proyectado segundo ferrocarril de misión estratégica, que debe llegar a la frontera de nuestra Transbaikalia al oeste del FchO32.

- Ahora usted tiene experiencia de combate -dijo Stalin -. Asuma el mando de la Región de Kíev y utilice su experiencia en la instrucción de las tropas.

Mientras me encontraba en la RPM no tuve posibilidad de estudiar en detalle la marcha de las operaciones militares entre Alemania y el bloque anglo-francés. Aprovechando la ocasión, pregunté:

- ¿Cómo se entiende el carácter pasivo de la guerra en Occidente y cómo se desarrollarán los acontecimientos militares en lo sucesivo?

Stalin se sonrió y dijo:

- El Gobierno francés encabezado por Daladier y el inglés encabezado por Chamberlain no quieren enzarzarse seriamente en una guerra con Hitler. Confían todavía incitar a Hitler a una guerra contra la Unión Soviética. Cuando en 1939 rehusaron crear con nosotros un bloque antihitleriano no querían atar las manos a Hitler en su agresión contra la Unión Soviética. Pero de eso no saldrá nada. Tendrán que pagar ellos mismos por su política miope.

Aquella noche, al volver al Hotel Moscú, durante largo rato no pude conciliar el sueño bajo la impresión de esta conversación.

El aspecto de Stalin, su voz baja, la concreción y profundidad de sus razonamientos, sus conocimientos de las cuestiones militares y la atención con que había escuchado mi informe, me causaron gran impresión. Si era siempre y con todos así no se comprendía por qué corrían persistentes rumores de que era un hombre terrible. Entonces no se quería creer en lo malo.



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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 27, 2006 11:25 pm

He aquí tres imágenes de tanques soviéticos que participaron en la batalla*:

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Además, un par de carros blindados:

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Fuente: V. Kondratiev, "Khalkhin-Gol. Voina v vozdukhe", Moscú, Tekhnika-Molodezhi, 2002.


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 27, 2006 11:32 pm

A continuación, blindados japoneses de la batalla, de la misma fuente que las imágenes anteriores:

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Mensaje por Werto » Mié Sep 27, 2006 11:35 pm

Ahora mismo me acaba de surgir una duda; una pregunta, ¿sabes si este V. Kondratiev tiene algo que ver con el V. Kondratiev de los "ciclos Kondratiev"?.

Saludos.
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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 27, 2006 11:38 pm

No creo que se trate de la misma persona, Werto, puesto que el de los ciclos se llama Nikolai D. (no he encontrado el 2º nombre completo, sólo la inicial) y el de este libro creo que se llama Vladimir.


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Mensaje por Werto » Jue Sep 28, 2006 12:13 am

Ni si el Kondratiev de los ciclos debe estar muerto o tener 100 años, y se dedicaba casi esclusivamente a la historia de la economía. La cosa es si era su hijo, un sobreno o algo. Yo sabia que tenia un familiar historiador pero no se quien es.

En todo caso gracias.

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Mensaje por antfreire » Jue Mar 25, 2010 12:36 am

Erich Hartmann escribió:Realizaba......Editado por el moderador......
Propaganda Stalinista. Cuando se lee algo publicado en la Rusia de Stalin no se sabe donde esta la realidad y donde la propaganda.

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José Luis
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La guerra de Zhukov

Mensaje por José Luis » Dom Mar 28, 2010 8:15 am

¡Hola a todos!

Antfreire, haz el favor de no sobrecargar el espacio del foro citando mensajes enteros de varias páginas de extensión.

Saludos cordiales
JL
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