La demolición de la República de Weimar

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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Barbarossa
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La demolición de la República de Weimar

Mensaje por Barbarossa » Dom Jun 04, 2006 7:51 pm

A las 21:24 horas del día 27 de febrero de 1933, el edificio del Reichstag comenzó a arder. Este hecho resultó providencial para Hitler pues le permitió obtener del Reichspräsident von Hindenburg dos medidas legales de un alcance incalculable: declarar el Estado de Emergencia a través del “Decreto para la Protección del Pueblo y el Estado” (Verordnung des Reichspräsidenten zum Schutz von Volk und Staat) -también conocido como Decreto del incendio del Reichstag (Reichstagsbrandverordnung)-, y reclamar la disolución de las Cámaras Legislativas.

El “Decreto del incendio del Reichstag” supuso, en la práctica, la abolición de los Derechos Fundamentales consagrados por la República de Weimar, así como el pleno respaldo legal a las detenciones generalizadas de los adversarios del NSDAP por parte de la Policía y las unidades de las SA.

De este modo, una vez disueltas las Cámaras, se convocaron elecciones legislativas para el 5 de marzo de 1933. El objetivo no era otro que el de asegurarse una holgada mayoría en el Reichstag, toda vez que, hasta ese momento, los nazis solamente ocupaban el 32% de los escaños. Pese a todo, estas elecciones no otorgaron más escaños al NSDAP, aunque sí a los partidos que con él formaban la Coalición de Gobierno.

El nuevo Reichstag se reunió el 23 de marzo de 1933, excluyéndose de él a los comunistas, que acababan de ser ilegalizados. Ello permitió al Gobierno de Hitler asegurarse la mayoría absoluta.

El nuevo Parlamento se convirtió en una pieza fundamental para la constitución del Nuevo Orden, al aprobar tres Leyes que sirvieron para desmantelar, en tan solo un mes, todo el Ordenamiento Jurídico en que se sustentaba la República de Weimar.

La “Ermächtigungsgesetz” o Ley de Habilitación de Poderes Especiales, que transfirió al Gobierno todo el Poder Legislativo.

La “Primera Ley de Coordinación” (Erstes Gleichschaltungsgesetz) que confería a los Gobiernos de cada uno de los Länder los mismos poderes de excepción de que disfrutaba el Gobierno del Reich en los casos en que se declaraba el Estado de Emergencia.

La "Segunda Ley de Coordinación" (Zweites Gleichschaltungsgesetz), aprobada el 7 de abril de 1933 y que creó la figura de un Gobernador (Reichsstatthalter) en cada uno de los Länder, excepto Prusia que ya estaba bajo control nazi desde 1932. Estos Gobernadores se convertían, de facto, en Presidentes de cada Land, con la facultad de designar Gobiernos. El caso de Prusia era especial, pues, dado que comprendía la mayor parte de Alemania, Hitler se reservó esta función para sí.

De estas tres Leyes fue sin duda la primera -la Ley de Poderes Especiales- la más importante, pues, a partir de su promulgación, Hitler, como Canciller del Reich y Jefe del Gobierno, pasó a concentrar en su persona todo el poder legislativo y ejecutivo.

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Ley para la resolución de la crisis del Pueblo y del Reich
Ley de Poderes Especiales

24 de marzo de 1933

Se procede a promulgar la Ley que sigue, después de haber sido sancionada por el Reichstag y aprobada por el Reichsrat, y una vez que se han cumplido los requisitos constitucionales para la reforma legislativa:

Artículo 1

Las Leyes del Reich podrán ser aprobadas no sólo mediante el procedimiento previsto en la Constitución, sino también por el Gobierno del Reich. Esta disposición se aplicará igualmente a lo previsto en los artículos 85.2 y 87 de la Constitución.

Artículo 2

Las Leyes aprobadas por el Gobierno del Reich podrán contravenir lo dispuesto en la Constitución siempre y cuando dichas leyes no tengan por objeto la organización del Reichstag y del Reichsrat en cuanto tales. Todo ello sin perjuicio de los poderes del Presidente del Reich.

Artículo 3

Las Leyes aprobadas por el Gobierno del Reich deberán ser promulgadas por el Canciller del Reich y publicadas en el Boletín Oficial del Reich.

Salvo que en ellas se disponga otra cosa, las Leyes aprobadas por el Gobierno del Reich entrarán en vigor al día siguiente de su publicación.

Los artículos 68 a 77 de la Constitución no serán de aplicación a las Leyes aprobadas por el Gobierno del Reich.

Artículo 4

Los Tratados internacionales suscritos entre el Reich y los Estados extranjeros, cuando se refieran a materias reguladas por las Leyes aprobadas por el Gobierno del Reich, no precisarán de la aprobación de las Cámaras Legislativas.

El Gobierno del Reich aprobará los Reglamentos necesarios para la ejecución de tales Tratados.

Artículo 5

Esta Ley entrará en vigor el mismo día de su publicación y quedará derogada el 1 de abril de 1937. Igualmente, dejará de estar en vigor si el actual Gobierno del Reich fuera sustituido por otro.

Berlín, 24 de marzo de 1933.

El Presidente del Reich (Reichspräsident), von Hindenburg

El Canciller del Reich (Reichskanzler), Adolf Hitler

El Ministro del Interior (Reichsminister des Innern), Frick

El Ministro de Asuntos Exteriores (Reichsminister des Auswärtigen), Barón von Neurath

El Ministro de Hacienda (Reichsminister der Finanzen), Conde Schwerin von Krosigk
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El Decreto del incendio del "Reichstag"

Mensaje por Barbarossa » Dom Jun 11, 2006 3:25 pm

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BOLETÍN OFICIAL DEL REICH

Decreto del Presidente del Reich para la protección del Pueblo y del Estado - (Decreto del incendio del Reichstag)

De conformidad con lo establecido en el artículo 48.2 de la Constitución del Reich y en respuesta a los actos de violencia comunista llevados a cabo por los enemigos del Estado, se ordena lo siguiente:

§ 1

En tanto no se disponga otra cosa, queda suspendida la vigencia de los artículos 114, 115, 117, 118, 123, 124 y 153 de la Constitución del Reich Alemán. En consecuencia, se establecen limitaciones a la libertad personal, a la libertad de expresión -incluidas las libertades de prensa e imprenta-, a los derechos de reunión, manifestación y asociación, al secreto de las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, así como a la inviolabilidad del domicilio. Se autorizan las confiscaciones y embargos de propiedades, sin más excepciones que las previstas en cada caso por la Ley.

§ 2

En los casos en que las medidas aplicadas en un Land para el restablecimiento del Orden Público y la Seguridad se mostraran insuficientes, el Gobierno del Reich asumirá transitoriamente la autoridad suprema en el Land.

§ 3

Las Autoridades de los Länder, de los Municipios y de las agrupaciones de Municipios quedan obligadas al cumplimiento de las disposiciones dictadas por el Gobierno del Reich en el ámbito de su competencia conforme a lo dispuesto en el § 2.

§ 4

(1) Quienes infringieren las disposiciones promulgadas por las Autoridades supremas de un Land, o las dictadas en ejecución de aquéllas, o las aprobadas por el Gobierno del Reich conforme a lo dispuesto en el § 2, así como quienes exhortaren o indujeren a otros a cometer tales infracciones serán condenados a una pena de prisión no inferior a un mes o a una multa de entre 150 y 15.000 Reichsmark, salvo que con arreglo a otra norma pueda imponerse una sanción más grave.

(2) Quienes a través de alguna de las infracciones previstas en el apartado (1) pusieren en peligro la vida de las personas serán condenados a pena de reclusión; si concurrieren circunstancias atenuantes, se impondrá una pena de prisión no inferior a seis meses. En los casos en que, como consecuencia de esa infracción, se causare la muerte de una persona, se impondrá la pena de muerte; si concurrieren circunstancias atenuantes, se impondrá una pena de reclusión no inferior a dos años. Además, podrá imponerse la pena de confiscación de bienes.

(3) Quienes exhortaren o indujeren a otros a cometer infracciones [apartado (2)] que provoquen un peligro colectivo, serán condenados a pena de reclusión; si concurrieren circunstancias atenuantes, se impondrá una pena de prisión no inferior a tres meses.

§ 5

(1) Serán condenados a la pena de muerte quienes cometieren alguno de los delitos sancionados con cadena perpetua en los siguientes §§ del Código Penal: § 81 (alta traición), § 229 (elaboración de productos venenosos), § 307 (incendio), § 311 (estragos), § 312 (inundación), § 315.2 (destrucción o deterioro de instalaciones ferroviarias) y § 324 (envenenamiento con peligro para la colectividad).

(2) Serán condenados a la pena de muerte, a cadena perpetua o a reclusión de hasta quince años salvo que, en este último caso, se prevea una pena más grave:

1.- Quienes intentaren matar al Presidente del Reich, a un miembro o Delegado del Gobierno del Reich o del Gobierno de un Land, quienes indujeren o se ofrecieren para cometer ese homicidio, quien aceptare tal ofrecimiento o quien conspirare con otro para cometer ese homicidio.

2.- Quienes en los casos previstos en el § 115.2 del Código Penal (graves tumultos) o § 125.2 del Código Penal (graves desórdenes públicos) actuaren con armas o cooperaren, de manera consciente y deliberada, con quienes portaren armas en esos mismos casos.

3.- Quienes realizaren una detención ilegal (§ 239 del Código Penal) o quienes se sirvieren de un secuestro con toma de rehenes para fines políticos.

§ 6

Este Decreto entrará en vigor el día de su publicación.

Berlín, 28 de febrero de 1933.

El Presidente del Reich (Reichspräsident), von Hindenburg
El Canciller del Reich (Reichskanzler), Adolf Hitler
El Ministro del Interior (Reichsminister des Innern) Frick
El Ministro de Justicia (Reichsminister der Justiz), Dr. Gürtner

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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Abr 03, 2007 1:01 pm

La muerte de la República
Por el profesor Juan Luis Pan-Montojo González.


Las elecciones de 1928 trajeron consigo una importante ganancia en votos del SPD, que accedió a la cancillería, al frente de un amplio gobierno de coalición. La subida del paro no cesó con el nuevo gobierno, circunstancia de la que se aprovecharon los comunistas para lanzar una fuerte campaña huelguística en 1929. contra los que bajo los dictados de Moscú pasaron a ser calificados de "social-fascistas". La prohibición de las fuerzas paramilitares del KPD, el Frontkampferbund, reafirmó a los comunistas en su idea de que el SPD era un aliado de la reacción. En el otro extremo del espectro político, los seguidores de Adolf Hitler, el conocido autor de Mi lucha, publicada a su salida de la cárcel en diciembre de 1924, lograron en 1929 un acuerdo con el magnate Alfred Hugenburg, dueño de un grupo periodístico y uno de los líderes del principal partido de derechas (el Deutsche Nationale Volkspartei). El acuerdo permitió a los nazis multiplicar la presencia pública de la ya por entonces consolidada organización del Nationalsozialistische Deutsche Arbeitspartei (NSDAP) [Partido nacionalsocialista alemán del trabajo]. El acuerdo consistió en el lanzamiento de una campaña a favor de un referéndum para anular unilateralmente el Tratado de Versalles. La unión de Hitler con la derecha reaccionaria y con los nostálgicos del Reich fue rechazada por muchos nazis de izquierda pero fue una táctica excelente. Hitler recibió una amplia plataforma de prensa en la que expresar sus puntos de vista y ganó respetabilidad a los ojos de la clase media, a cuyos miembros pasó a dirigirse la propaganda nacionalsocialista. Su propuesta de un socialismo nacional, opuesto al internacional o cosmopolita, resultaba especialmente atractivo para amplios sectores de una clase media amenazada por el empobrecimiento, además de para el campesinado y para algunos sectores no sindicados de la clase obrera. Ese atractivo se fundaba en el mito de una comunidad del pueblo {Volksgememschaft) que superara en beneficio de los trabajadores el conflicto social y acabara con la inestabilidad de una economía liberal, y se combinaba con una teoría racista de pretensiones cientifistas y con el proyecto de una expansión territorial para dar forma final a un Reich panalemán y conseguir espacio vital para Alemania8.

Comunistas y nazis, y sobre todo los segundos, mejoraron sus expectativas a partir del otoño de 1929. El 25 de octubre se produjo el "jueves negro" en la Bolsa de Nueva York, abriéndose así la peor crisis del capitalismo. La deblace bolsística neoyorquina tuvo un rápido efecto en Alemania, a causa de la mala situación previa de la economía. Lo que parecía una caída coyuntural se convirtió en pocos meses en un cataclismo socioeconómico que facilitó la radicalización política. Frente a la crisis se multiplicaron las barreras aduaneras, lo que condujo a la caída del comercio y de las transferencias internacionales de capital: las exportaciones alemanas y los créditos que recibía del exterior experimentaron una sensible baja, con lo que las dos principales fuentes de crecimiento del Reich se hundieron. En menos de un año la tasa de paro pasó del 9 al 16 %. Ésta no fue sin embargo más que la primera fase de la Gran Depresión: a mediados de 1931 se iniciaron las quiebras bancarias a causa de la progresiva retirada de depósitos de los bancos y con la crisis bancaria se multiplicaron las dimensiones de la industrial por cuanto que en Alemania banca e industria se hallaban muy vinculadas. En 1932 la producción industrial se situó en un 50 % de su nivel de 1928, el índice de bolsa perdió dos tercios de su valor en 1929 y el paro llegó al 30,2 %.

La gran depresión produjo, como todas las crisis, fuertes tensiones distributivas. Los mecanismos de redistribución social creados por la República funcionaron inicialmente pero rápidamente el Estado se enfrentó a un gigantesco déficit, que en la ortodoxia económica de la época resultaba inaceptable. La autonomía del Reichsbank, fortalecida tras la experiencia inflacionista de 1923, limitaba por su parte las posibilidades de luchar con medidas monetarias contra la deflación. El 27 de marzo de 1930 el Reichstag hizo caer el gobierno de coalición dirigido por el socialdemócrata Müller, al rechazar una propuesta de elevación del subsidio de desempleo. El sucesor de Müller, el diputado del Zentrum Heinrich Brüning, incapaz de lograr apoyos parlamentarios y en especial los del SPD para sus políticas económicas y sociales, logró la convocatoria de elecciones en septiembre, que fragmentaron y radicalizaron el escenario político.

Hindenburg mantuvo al canciller saliente en el puesto y Brüning, tras recibir el apoyo de todas las fuerzas democráticas y de la derecha pero con la oposición de los nazis y comunistas, decidió gobernar mediante decretos apoyado en el artículo 48 de la Constitución (del que hizo una interpretación muy especial pues había sido establecido para hacer frente a amenazas antidemocráticas no para superar crisis políticas), con el respaldo de Hindenburg. La política económica de Brüning hizo crecer el paro, al disminuir el gasto público, y redujo su cobertura, con lo que se extendió el rechazo a la República. El canciller tuvo más éxito en su política exterior pues consiguió sucesivamente que los aliados renunciaran a las reparaciones y que permitieran el rearme alemán, aunque tuvo que aceptar la resolución del Tribunal de La Haya que impidió la unión aduanera de Austria y Alemania. Los éxitos no pudo hacerlos valer como propios para avalar su política de medio plazo porque el 30 de mayo de 1932 fue destituido por Hindenburg. Dos fueron las razones para su cese: en contra del canciller jugaban el descontento de los Junker, que se hallaban atrapados en los créditos hipotecarios contraídos para mantener sus fincas y el rechazo del ejército que deseaba mayor mano dura con la izquierda movilizada y un rearme más rápido. Hindeburg, un Junker y un viejo militar prusiano y padre de militares, acabó aceptando las presiones de su medio.



8 . Sobre la ideología nazi y sus diferentes aspectos, véanse las amplias referencias ofrecidas en Tim Kirk, The Longman Companion to Nazi Germany, Londres, Longman, 1995, aunque desde su publicación han salido un número elevadísimo de obras. En castellano, puede consultarse lan Kershaw, La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación. Buenos Aires, Siglo XXI de Argentina, 2004. Especial interés para comprender la ideología nazi reviste el ensayo de Claudia Koonz, La conciencia nazi. La formación del fundamentalismo étnico del Tercer Reich, Barcelona, Paidós, 2003. Una perspectiva comparada de la ideología nazi en el contexto de la génesis de los fascismos en Enzo Traverso, "Interpretar el fascismo. Notas sobre George L. Mosse, Zeev Sternhall y Emilio Gentile", Ayer, 60, 2005, ?p. 227-258. Respecto al racismo, Christopher M. Hutton, Race and the Third Reich. Linguistics, Racial Anthropology and Genetics in the Dialectic ofVolk, Londres, Polity Press, 2005.

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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Abr 03, 2007 1:09 pm

El 30 de mayo de 1932, Hindenburg -que había sido elegido presidente el 10 de abril, en un intento desesperado de todas las fuerzas de izquierda salvo los comunistas de frenar la candidatura rival de Adolf Hitler- se sintió con fuerza para acceder a las reclamaciones de las viejas élites del Reich, prescindir de Brüning y nombrar en su lugar al derechista Von Papen, En julio se levantó la suspensión de actividades sobre los paramilitares de NSDAP, la SA y la SS. prohibidas por Brüning: una demostración de estas fuerzas en el suburbio hamburgués y feudo comunista de Altona condujo al "domingo sangriento", que fue empleado como excusa por Von Papen para suspender el funcionamiento del gobierno socialdemócrata prusiano, en uso de sus poderes especiales. Ese mismo mes unas nuevas elecciones llevaron a la cima el poder de los nazis que obtuvieron 37,3 % de los votos, convirtiéndose en el primer partido, a considerable distancia del 21,6 % de los socialdemócratas. La izquierda, escindida entre un KPD (14,3 %) que seguía sosteniendo que el SPD eran una forma de fascismo disfrazado y el SPD (21,6), no pudo poner en marcha un frente antifascista con los partidos de centro. El riesgo de que el Gobierno de Von Papen fuera destituido por un voto de censura parlamentario y la inexistencia de mayorías, llevó a Hindenburg a disolver el Reichstag al día siguiente de su primera sesión. Las nuevas elecciones el 6 de noviembre de 1932 redujeron los votos del NSDAP (que pasó del 37,3 al 33,1) pero no variaron radicalmente la composición parlamentaria, aunque sí pusieron de manifiesto una tendencia al crecimiento del KPD a costa del SPD (aunque las ganancias del primero fuera todavía cortas), que permitió a los nazis presentarse como la opción nacional frente a la amenaza comunista.

Hindenburg nombró canciller al conservador Kurt von Schieicher, quien trató de establecer un gobierno suprapartidario con el apoyo de los sindicatos y de romper al NSDAP, integrando a su ala obrera en el nuevo gabinete. Pero la operación se frustró por el rechazo de la gran empresa a la vía moderada de pacto entre el capital y el trabajo propuesta por el nuevo canciller y por el rechazo de los agrarios, y Hindenburg se negó a conceder poderes dictatoriales a Schieicher, que tampoco recibió el apoyo del SPD ni del Zentrum para su proyecto. El 28 de enero cayó Schieicher y Von Papen retomó al gobierno aunque como segundo de abordo en un gabinete presidido por Hitler, al que las fuerzas de derechas esperaban controlar y moderar, y que consiguió la suspensión del Reichstag y la convocatoria de nuevas elecciones.

La dictadura nazi no fue establecida mediante la conquista revolucionaria del poder. Hitler fue nombrado canciller el 30 de enero de 1933 por el presidente de la República, Hindenburg, y en principio el propio presidente habría podido destituirlo. El gobierno presidido por Adolf Hitler era un gobierno de coalición, del que formaban parte tres miembros del NSDAP frente a nueve conservadores (DNVP) e independientes de derecha. El incendio del Reichstag el 27 de febrero permitió a Hitler aprobar el decreto de Protección del Pueblo y del Estado el 28 de febrero, que de acuerdo con las previsiones constitucionales permitía la suspensión de los derechos civiles y la prisión preventiva sin juicio, un decreto que a su vez otorgó plenos poderes al canciller para impedir las actividades y detener a los líderes del KPD (Partido Comunista Alemán) e intimidar a la oposición, en la campaña electoral previa a las elecciones celebradas el 5 de marzo. Los resultados de estas últimas elecciones del régimen de Weimar fueron:

NSDAP: 43,9 %
DNVP: 8,0 %
DVP: 1,1 %
Z/BVP: 14,1 %
DSP: 0,9 %
SPS: 18,2%
KPD: 12,2 %


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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Abr 03, 2007 1:16 pm

A pesar de la violencia callejera, apoyada en el control del Ministerio del Interior por los nazis, el NSDAP no logró la mayoría absoluta en el Reichstag. Incluso con el apoyo del DNVP, su mayoría parlamentaria era muy limitada. Para superar el control parlamentarios, Hitler necesitaba una ley de poderes de emergencia, que le permitiera gobernar por decreto durante un largo período. Esa ley exigía el respaldo de 2/3 de la cámara. E incluso tras su aprobación, Hitler se enfrentaba a un régimen federal que, salvo en Prusia donde en 1932 el gobierno federal de Von Papen había suspendido el autogobierno, y los estados controlados por el NSDAP (Oldenburgo, Mecklenburgo, Mecklenburgo-Strelitz, Brunswick, Anhalt y Turingia), suponían un amplio obstáculo a su proyecto dictatorial. Además había un conjunto de instituciones (la función pública, el ejército, la judicatura o el sistema educativo) en los que los nazis estaban en minoría.

La consolidación del nuevo régimen tuvo su punto de arranque en la aprobación de la Ley de autorización de poderes de emergencia. Los nazis convencieron el Centro católico para que apoyaran la Ley el 23 de marzo de 1933, en una sesión en la que estaban ausentes los diputados comunistas y 26 diputados del SPD. Con esa Ley en la mano, Hitler pudo empezar a aprobar decretos-ley y eventualmente leyes, que transformaron la faz política del país. Desde antes de la Ley del 23 de marzo, los nazis habían empezado ya a destruir los poderes de los estados federales dominados por la izquierda: la llamada "coordinación" {Gleichschaltung), iniciada el 6 de marzo en Hesse, Lubeck y Brema, se extendió progresivamente a los restantes estados, con la justificación del mantenimiento del orden público, pese a que eran los propios nazis los que de manera organizada provocaban los desórdenes que acababan conduciendo a la suspensión de gobiernos regionales y al nombramiento de delegados del gobierno federal al frente de los estados. Esta línea de acción culminó en la Ley para la coordinación de los estados del Reich, de 31 de marzo de 1933. La Administración del Reich fue por su parte depurada con la Ley para la restauración de la función pública profesional de 7 de abril, que excluyó a izquierdistas y judíos (salvo algunas excepciones conseguidas por Hindenburg). El 2 de mayo se prohibieron los sindicatos independientes y el 6-V se creó el Frente Alemán del Trabajo (DAF) como sindicato único, dirigido por los nazis. El 8 de julio el Reich suscribió un concordato con el Vaticano, que sirvió para desactivar la oposición católica, cuyos partidos habían sido ya disueltos. Por último, el 14 de julio el NSDAP se convirtió en el único partido legal en Alemania. Desde ese momento se abrió el camino hacia las elecciones al Reichstag y el referéndum que, con la oposición amordazada y todos los medios de comunicación en manos del Estado, permitió el 12 de noviembre legalizar todas las actuaciones anteriores. El 30 de noviembre del 33 se creó la Gestapo y el 1 de diciembre se convirtió al Partido en institución pública, mediante la Ley de Unidad del Partido y el Estado. En los primeros meses de 1934, el poder hitleriano se completó con la purga de la vieja guardia nazi, y en especial de los dirigentes de la SA (noche de los cuchillos largos del 30-VI-1934, en la que fueron asesinados 170 militantes del Partido que podían oponerse a Hitler). Por último, la Ley de unidad de la cancillería y la presidencia del Reich, aprobada un día antes del fallecimiento de Hindenburg, el 1-VIII, permitió que Hitler se convirtiera en jefe del Estado y del Gobierno del Reich. Se consolidaba así definitivamente el nuevo régimen, que duraría hasta el suicidio de Hitler en mayo de 1945.


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Abr 08, 2007 1:48 pm

Hitler: asalto al poder

El 30 de enero de 7 1933, hace 70 años, el presidente Hindenburg entregó al líder nacionalsocialista la Cancillería. DAVID SOLAR narra el vertiginoso ascenso electoral nazi y las triquiñuelas políticas que les ofrecieron Alemania en bandeja

“Ningún poder del mundo me sacará de aquí con vida”, dijo Adolf Hitler pensando en voz alta. Era de noche desde hacía horas, pero se negaba a retirarse de la ventana del segundo piso de la Cancillería, desde la que contemplaba embelesado el desfile de antorchas que Joseph Goebbels y Ernst Röhm le habían organizado, con la participación de más de veinticinco mil hombres de las milicias nazis de las SA y las SS.

La procesión de luminarias que cantaba himnos patrióticos partía del Tiergarten, atravesaba la plaza de Potsdam para dirigirse a la la Wilhelmstrase y pasar ante la Presidencia y la Cancillería, antes de concluir su recorrido en la Puerta de Brandeburgo. Hitler se complacía con el desfile, que constituía una manifestación de su poder. Durante horas presenció el paso incesante de las antorchas, sumido en sus pensamientos y apenas sin hablar con Franz von Papen, Rudolf Hess, Hermann Goering y Wilhelm Frick, que, tras él, también seguían
el espectáculo.

Aquel interminable y ruidoso desfile y un pequeño tiroteo en los arrabales de Berlín fueron las únicas perturbaciones que sacudieron la capital alemana hace 70 años, en la tarde del 30 de enero de 1933, tras el encumbramiento de Hitler a la Cancillería del Reich.

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Entre las causas inmediatas que propiciaron el ascenso del nazismo se hallaban dos, coincidentes en el tiempo: la tragedia económica alemana desencadenada por la Gran Depresión y las reparaciones de guerra. Los vencedores de 1918 estaban empeñadas en cobrar a Alemania las indemnizaciones decididas por la Conferencia de Paz de Versalles. La última comisión que habla estudiado el caso propuso en La Haya, 1929, que Berlín pagara 57 anualidades de 1.988 millones de marcos, ¡con lo que terminaría de saldar su penalización en 1986! Aquella arbitrariedad irritó a la mayoría de los alemanes, ya muy atribulados por su situación económica.

Una de las formaciones que actuaron como portaestandartes de la protesta fue el Partido Nacional Socialista (NSDAP), liderado por Hitler, que acusó al Gobierno de convertir Alemania en una colonia francobntánica. Otro partido contrario a las reparaciones de guerra era el Nacional Alemán, conocido como Stahlhelm (Casco de Acero). La empresa común de oponerse a la aceptación de las reparaciones de guerra los alió por algún tiempo. Pero era una amistad ideológicamente contra natura y cuantitativamente desigual: el Stahlhelm tenía un millón de afiliados: antigua nobleza, grandes terratenientes, militares, magistrados e industriales de ideología conservadora y monárquica. Por el contrario, el NSDAP tenía poco más de cien mil carnets de fanáticos, iluminados, burgueses arruinados y obreros resentidos; predicaba la revolución, la destrucción del viejo orden y un sistema dictatorial para salvar la patria. Fue un matrimonio de intereses: la derecha buscaba el mensaje iluminado de los nazis y la violencia de sus milicias, las SA; Hitler trataba de acercarse al mundo del dinero y de la respetabilidad.

El NSDAP comenzó a recoger los frutos de esa alianza en las elecciones regionales de 1929 y en el desprestigio gubernamental. Alemania no podía hacer frente al compromiso de La Haya, pero el Gobierno decidió cumplir lo firmado, detrayendo un 3,5 % del salario de los trabajadores, que resultó insuficiente y hubo de aumentarse hasta un 3,75 %. El canciller Hermann Müller pretendió sacar adelante la medida por medio de un decreto presidencial. Pero Hindenburg se negó a emplear ese poder y Müller presentó la dimisión. Le sucedió el centrista Heinrich Brüning.

El viejo mariscal había abierto la Caja de Pandora, destruyendo de un plumazo el sistema parlamentario de la República de Weimar. En adelante, los jefes de Gobierno ya no saldrían de las mayorías parlamentarias, sino de los poderes constitucionales del presidente.

En el verano de 1930, la crisis económica arrasó el escenario político. Brüning intentó subir los impuestos y fue derrotado en el Parlamento, por lo que tuvo que disolverlo, convocando elecciones el 14 de septiembre.


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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Jun 09, 2007 8:23 am

A favor de la corriente

La situación en Alemania era desastrosa: el paro ascendía a tres millones de trabajadores; los horarios laborales habían sido reducidos y, proporcionalmente, también los salarios; la inflación se había disparado, se retraía la producción industrial y agrícola. Las desdichas nacionales empujaban viento en popa al NSDAP; su jefe de campaña, Goebbels, organizó más de seis mil mítines, precedidos por grandes desfiles militares de las SA con sus bandas militares y cerrados por desfiles nocturnos con antorchas. Según el guión de Goebbels, los oradores nazis debían recordar la puñalada por la espalda responsable de la derrota en la Gran Guerra, las humillantes indemnizaciones, la ocupación extranjera, la corrupción republicana, el peligro antisemita.

La del 14 de septiembre fue una jornada apoteósica para los nazis: esperaban tres millones de votos y 45 escaños y lograron 6.406.000 y 197 escaños. Hitler se convertía, a sus 41 años, en el líder más importante de la oposición. Propios y extraños se admiraron de la brillantez de su campaña. Sus detractores dentro del NSDAP no volverían a levantar cabeza; sus rivales políticos sintieron la amenaza de la dictadura nazi.

Tras las elecciones, Hindenburg confirmó a Brüning en la Cancillería, pero el Gobierno no pudo embridar la situación: a finales de 1930, el paro ascendía a 4.900.000 trabajadores. Los conflictos absorbían las energías del país y sólo el NSDAP parecía tener coraje para ofrecer alternativas. Al tiempo, los grandes del dinero comenzaban a fiarse de Hitler y interesarse por sus ideas: denuncia de las indemnizaciones y acuerdos de limitación armamentística del Ejército; intensificación de las obras públicas, para terminar con el paro; aumento del parque móvil, con la creación de modelo popular; remilitarización de Renania… Cierto que sus ideas sobre la democracia eran deleznables, pero cerraban los ojos, “pues no estaban los tiempos para delicadezas”.

En el verano de 1931 estaba en paro un tercio de los obreros alemanes y la situación bancaria era desesperada (357 quiebras tras el crack de 1929). Brüning tuvo que remodelar su Gobierno, lo que hizo que Hindenburg convocara a Hitler en la Presidencia el 10 de octubre de 1931. El antiguo cabo se presentó ante el mariscal vestido de chaqué; educado y deferente, procuró disipar sus recelos. Le reiteró que sólo alcanzaría el poder por medios constitucionales... Hasta el despacho vítores los vítores de de millares de nazis congregados en la Wilhelmstrasse, que arreciaron cuando Hitler salió del palacio. Hindenburg reiteró a sus colaboradores su recelo: "No le haría ni ministro de Correos".

Era sólo un exabrupto. El Gobierno tenía que negociar con Hitler: el 6 de enero de 1932, Brüning le pidió apoyo parlamentario para prorrogar el mandato presidencial de Hindenburg, que concluía en abril. Como no llegaran a un acuerdo, la única salida era la convocatoria de elecciones presidenciales. Hindenburg, con 85 años a cuestas, volvió a presentar su candidatura y Hitler decidió competir para lo que hubo, previamente, de hacerse alemán; había perdido la nacionalidad austriaca en 1925.



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Mensaje por Erich Hartmann » Sab Jun 09, 2007 8:50 am

La conspiración

El final de 1932 no podía ser más inquietante para los tres personajes que rondaban la Cancillería. El canciller Schleicher había perdido la confianza del presidente y la amistad de su hijo, Oskar Hindenburg. El 31 de enero se abriría el Parlamento y tendría que hacer frente a una moción de censura, que le derribaría; habría que disolver el Reichstag e ir a nuevas elecciones. En ese proceso, pasara lo que pasara, perdería el poder. Su solución era disolver las cámaras y gobernar por decreto, sin convocar elecciones hasta que fuese el momento propicio. Como Hindenhurg se mantuviera absolutamente en contra, Schleicher comenzó a pensar en un gabinete en el que él pudiera tener la cartera de Defensa, pero, en ese caso, el canciller no podría ser nunca Von Papen, convertido en mortal enemigo.

Por su lado, Von Papen deseaba vengarse y regresar al poder. Conservaba el aprecio de Hindenburg, pero su respaldo político era mínimo. Por tanto, decidió acercarse a Hitler y lo hizo por medio del banquero Kart von Schröeder, que los reunió a ambos secretamente en su casa de Colonia el 4 de enero de 1933. En la reunión quedó claro que el acuerdo era posible, pero Hitler sólo aceptaba si se le entregaba la Cancillería. Von Papen comenzó a calcular su papel con Hitler como canciller y entró en el juego: sólo necesitaba que lo aceptara Hindenburg.

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El 18 de enero volvieron a reunirse, esta vez en casa de Joachim von Ribbentrop, comerciante en champagnes, que por entonces se estaba acercando al partido nazi. Von Papen cede la Cancillería a Hitler, pero sólo dos ministerios -uno de ellos, simbólico- única estrategia que podría convencer a Hindenhurg ... En ese reunión se planifica otra a la que deberían concurrir Oskar Hindenburg y Otto Meissner, secretario de Estado, es decir, las dos personas más próximas al presidente y ambos ya enemigos de Schleicher. El encuentro tuvo lugar en la noche del 22 de enero, también en casa de Ribbentrop, con buen acompañamiento de vino espumoso. Oskar y Otto ven difícil que Hindenburg se convenza, pero quedan en intentarlo.

El 24 de enero hubo una nueva reunión entre Von Papen, Hemann Göring y Wilhelm
Frick, que serían los titulares de las dos carteras nazis. Von Papen les informa de que Hindenburg se lo está pensando y que ha rechazado las propuestas que le ha presentado Schleicher. El presidente está preocupado por la cartera de Defensa. El 29, domingo, por la mañana hubo otra reunión, esta vez con asistencia de Hitler. Papen les informa que Alfred Hugenberg, dirigente del Partido Nacional del Pueblo Alemán (Casco de Acero) entra en la combinación del gabinete, con lo que se lograría la mayoría parlamentaria. Cuenta, también, que Schleicher está desesperado, al punto de que recomendaría a Hitler como canciller siempre que se le diera la cartera de Defensa, pero Hindenburg no quiere otorgársela, por lo que ha llamado a Berlín a un hombre de su confianza, el mariscal Otto von Blomberg.

En la tarde del domingo, 29, Schleicher se reúne con diversos generales con mando sobre la guarnición de Berlín para plantear el asunto de la Carrera de Defensa y comenta con ellos que en la apertura del Reichstag del martes 31, tendrá que afrontar una moción de censura… sólo le quedaría irse a casa o una salida autoritaria. Se entera entonces de que el presidente ha llamado a von Blomberg a Berlín... esas reuniones y conversaciones provocan el rumor de que esta preparando un golpe militar... Y Goebbels lo aprovechó a fondo.

A la mañana siguiente, llega von Blomberg a la estación de ferrocarril y halla a dos militares esperándole; un mayor, enviado por el canciller, para que se presente en el Ministerio de Defensa y un coronel, Oskar Hindenburg, con la orden de que se presente en la Presidencia. Se impone la graduación y se traslada a la Presidencia. La escena de la estación convence a Hindenburg del complot de Schleicher. Allí mismo, en maniobra de dudosa legalidad, designa a Von Blomberg ministro de Defensa, firma la destitución de Schleicher y disuelve su gabinete... Hitler ya podía pasar.



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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Jun 10, 2007 1:28 pm

Hacia el poder

La campaña tuvo una violencia inusitada. Hitler arremetió contra ese presidente "inepto", "senil", "juguete en manos de sus consejeros". Las descalificaciones fueron complementadas por un eslogan que atrajo a muchos cristianos: Kinder, Kirche, Küche ("niños, iglesia, cocina"); por las habituales diatribas contra judíos, comunistas y socialdemócratas; y por el mensaje positivo: "libertad, grandeza, orgullo nacional".

El 13 de marzo de 1932, los votantes otorgaron a Hindenburg 18.651.497 votos (49,6 %) y a Hitler, 11.339.446 (30,1%). La victoria del mariscal no alcanzó la mayoría absoluta, lo que obligó a una segunda vuelta, el 10 de abril. En la nueva campaña, los nazis hicieron todo tipo de promesas quiméricas, llegando a prometer marido a las solteras alemanas si ganaban las elecciones. Esta vez, el presidente venció con un 53% de los sufragios; pero Hitler consiguió el 36,8 % (13.418.547 votos), un resultado impensable dos meses antes. Los nazis se convenían en alternativa de poder.

El triunfo de Hindenburg en las elecciones de abril no supuso una tregua para Brüning, que ni disponía de apoyo parlamentario ni gozaba ya de la confianza del presidente. A finales de mayo, el canciller solicitó la firma de dos decretos y Hindenburg, rompiendo su hábito de los dos últimos años, le respondió que los sacara adelante en el Reichstag. Brüning presentó su dimisión el 29 de mayo. Su relevo ya estaba preparado. Al día siguiente, el mariscal llamaba a Franz von Papen, ex oficial prusiano, rico, miembro del partido centrista, ducho en cuestiones regionales y proclive a componendas. Von Papen advirtió a Hindenburg que no contaba con el apoyo de su partido, incluso se temía su oposición. El presidente le respondió que deseaba tener un gabinete sin color político, independiente de los partidos, luego, le puso firme: "¡Ante la llamada de la Patria, un oficial prusiano sólo tiene una salida: obedecer!".

Von Papen tendría un poder efímero. Conocido como el Gobierno de los monóculos, porque estaba compuesto por ex-militares y aristócratas era lo menos apropiado para sacar del atolladero a un país que tenía seis millones de parados. Tuvo que convocar elecciones legislativas, a cambio de que Hitler no le torpedeara el gabinete. La campaña fue la más dura que había conocido Alemania. Los choques entre nazis y comunistas arrojaron centenares de muertos en julio, ocasionando cambios en la policía que siempre eliminaban a gentes contrarias a los nazis y ascendían a sus simpatizantes. El NSDAP iba calando.

La campaña organizada por Goebbels saturó todos los centros de población. Hitler desplegó una actividad frenética: en dos semanas habló más de 120 horas en 50 mítines, a dos millones de personas esparcidas por toda Alemania. Los votantes del 31 de julio de 1932, otorgaron al NSDAP 13.745.800 sufragios, el 37,4 por ciento de los emitidos, que valían 230 escaños. Los nazis se habían convertido en la primera formación política de Alemania.



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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Jun 10, 2007 5:22 pm

Hindenburg no se rinde

Pero su victoria fue insuficiente. Hindenburg mantuvo a Von Papen en la Cancillería y ofreció a Hitler el puesto de vicecanciller. Hitler replicó que, como jefe del partido mayoritario, le correspondía formar gabinete. Hindenburg -"ante Dios, ante mi conciencia y ante mi Patria"- se negó a conceder el poder a un solo partido, sobre todo cuando éste prometía la destrucción del parlamentarismo. Hitler se mantuvo firme en su postura, ante lo que Hindenburg le rogó que adoptara una oposición leal hacia el Gobierno. La tensa entrevista duró unos veinte minutos y ya en la antecámara, al despedirse del canciller Von Papen, Hitler le dijo lo que no se había atrevido a responder al presidente: "Tendrá usted la oposición más dura y más despiadada que pueda imaginar".

Cumplió su amenaza. Al tiempo que tenía que calmar las disensiones internas de quienes no entendían su tozuda oposición a vertebrarse en el poder, planteaba al Gobierno todo tipo de problemas desde la fuerza de sus 230 escaños y la presidencia del Reichstag, desempeñada por Goering. Así, en la primera ocasión, el 12 de septiembre, votaron a favor de una moción de censura que puso al gabinete en la calle, al tiempo que éste disolvía el Parlamento. Los alemanes, por cuarta vez en 1932, tenían que regresar a las urnas.

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Ya antes de las elecciones legislativas del 6 de noviembre, los nazis sabían que su retroceso era seguro. Sus arcas estaban vacías y, por tanto, su campaña sería más modesta que las anteriores; muchos votantes coyunturales les abandonaron, al contemplar su persistente marginación del poder; la situación económica estaba mejorando en Alemania y Von Papen había elevado un tanto el orgullo nacional prometiendo el rearme. Por eso, en su cierre de campaña, Adolf arengaba a sus seguidores en el Sportpalast de Berlín: "Mi voluntad es inflexible, mi espíritu es más poderoso que el de mis enemigos... Podremos perder votos, muchos votos incluso, pero ganaremos las elecciones, porque serán un gran éxito psicológico".

Todos los partidos fueron afectados por el descenso del voto (1.390.000) del 6 de noviembre de 1932, pero el NSDAP lo sintió especialmente: su apoyo se redujo a 11.705.265 sufragios, 33,1 %, un 4,2 % menos que en las elecciones anteriores. Con todo, volvía a ser el partido más votado y el más numeroso en el Reichstag, con 196 escaños. Goebbels respiró aliviado: "Hemos sufrido un fracaso, pero los resultados son mejores de lo que habíamos calculado". Y, como predijera Hitler, suyo fue el éxito psicológico, pues el Gobierno sólo consiguió 14 actas. El Reichstag del otoño era igual de ingobernable que el del verano.

Hindenburg convocó nuevamente a Hitler; esta vez a solas y con mayor cordialidad. El presidente apeló al patriotismo de Hitler y éste le respondió que, en nombre de la unidad de dirección, no podía renunciar a la Cancillería. ¡Él era el único baluarte contra los casi 18 millones de votantes marxistas que había en Alemania! Con todo, quedó en pensárselo y dos días más tarde regresó para rechazar un Gobierno de coalición. Hindenburg eludió su respuesta hasta el día siguiente y volvió a decir nein.

A esas alturas, Hitler era un político curtido. Sabía que no lograría la mayoría absoluta jamás; que nunca obtendría la cancillería mediante compromisos en el Reichstag; que Hindenburg no le otorgaría su confianza y que le sería imposible dominar al partido, si continuaba en la oposición. Por eso, retomó la idea del putsch, sólo que esta vez debería ser político.


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Jun 10, 2007 5:41 pm

Un compañero Útil

Tras el fracaso electoral de Von Papen, Hindenburg le sustituyó por el general Schleicher, un intrigante cuyo mayor mérito político parecía su amistad con Oskar, hijo y principal asesor del mariscal. Llevaba influyendo en la política presidencial cuatro años: había contribuido al encumbramiento y a la caída de Bnining y fue determinante en la designación y en la defenestración de Von Papen. Ya en la Cancillería, Kurt von Schleicher trató de atraerse a Hitler pero, como éste reclamara el poder, intentó diviir a los nazis, ofreciendo la vicecancillería a Gregor Strasser, jefe del aparato administrativo del NSDAP.

Su maniobra tuvo un efecto contradictorio. Hitler, creyendo que Suasser había entrado en el juego, forzó su dimisión. Desde entonces viviría con la idea de destrozar a Schleicher. El destino le iba a brindar el medio para hacerlo: Franz von Papen, que odiaba al canciller, pues sabía que tras su caída estaba la mano de Schleicher.

Notables del mundo del dinero y de la industria reunieron a Hitler y a Von Papen, buscando una salida en el laberinto. Hindenburg, cada vez más débil, más ciego y más impresionable, se adhería a la opinión del último que pasaba por su despacho, pero su cabeza aún funcionaba y tenía buena memoria, de modo que tardó menos de un mes en advertir que la designación de Schleicher había sido un error; percibía que había retornado a la misma situación que con Brüning y con Von Papen. Si a dos les había retirado su confianza, ¿por qué ofrecérsela a Schleicher, que sólo le estaba demostrando su capacidad para la intriga? Le hubiera gustado expulsarle de la Cancillería, conteniéndole solamente su condición de general. Pero la situación del canciller era tan débil que bastó un simple rumor para derribarle.


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Jun 10, 2007 6:07 pm

El "golpe" de Schleicher

Durante la tarde del domingo 29 de enero de 1933, Goebbels difundió por Berlín el rumor de que Schleicher, temiendo ser destituido, estaba a punto de convocar una huelga general, sublevar a la guarnición y arrestar al presidente para proclamarse dictador. Sólo los interesados en creerlo adoptaron sus medidas; el primero, Hindenburg, que desde hacia una semana rechazaba los intentos de Schleicher de disolver el Parlamento sin convocar elecciones y crear un Gobierno autoritario. Luego, los nazis, que se hallaban en la antesala del poder y creyeron que Schleicher, para conservar el Ministerio de Defensa en un futuro gabinete, estaba dispuesto a promover una sedición militar. A Von Papen le venia como anillo al dedo para eliminar los últimos recelos de Hindenburg, y regresar al poder vengándose, de paso, de Schleicher.

Goebbels amplificó con todos sus medios el rumor y lanzó a sus gentes por Berlín, para que creasen un clima artificial de ansiedad. Hitler convenció a la policía de que el presidente estaba en peligro y consiguió que se trasladase un fuerte retén hasta el palacio presidencial, confirmando a Hindenburg en la idea de que se hallaba en peligro. A ampliar su intranquilidad contribuyó la visita de Von Papen, que desde el día 23 de enero ablandaba la resistencia del presidente para que adoptase la solución que había pactado con Hitler. Para terminar con el peligroso Schleicher, Von Papen proponía a Hindenburg que entregara a los nazis la Cancillería y tres carteras ministeriales; el se encargaría de controlarles desde la Vicecancillería con la ayuda de los restantes ministros, designados de acuerdo con el presidente, el Ministerio de la Reichswehr, máxima preocupación presidencial, le sería ofrecido al mariscal Von Blomberg. Hindenburg aceptó en principio y citó a Hitler y a Von Papen para el día siguiente, 30 de enero, a las 11 de la mañana Hitler pasó una noche angustiosa cargada de pesadillas, recordando aquella otra de la cervecería Bürgerbräukeller de Munich, en noviembre de 1923, cuando creía tener el poder en sus manos mientras todo se estaba derrumbando...

Entre tanto, los representantes de los partidos manifestaban al presidente su rotunda oposición a la formación de un Gobierno dictatorial por parte del general Schleicher y, con reticencias, aceptaban a Hitler cormo canciller. Llevaban años soportándole en la oposición y ya era hora de que el jefe nazi, tan seguro de sí mismo, se enfrentase a las dificultades del Gobierno. Todos esperaban que fracasara y que la fuerza del NSDAP se diluyera en la lucha por salvar a Alemania del atolladero.

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Mensaje por Erich Hartmann » Lun Jun 11, 2007 11:26 am

El show de Hitler

Hitler se despertó antes de las 7 y trató de enterarse de las últimas novedades. Von Papen le tranquilizó por teléfono: Schleicher había intentado una treta de última hora, para neutralizar a Von Blomberg, pero fracasó. Se verían a las 10:30, camino de la Presidencia, para cambiar las últimas impresiones antes de jurar sus cargos ante Hindenburg. A la hora convenida, Hitler, vestido con levita negra de buen corte y elegante sombrero de copa, llegó a casa de Von Papen acompañado por Frick, que debería hacerse cargo del Ministerio del Interior, y de Göring, ministro sin cartera, mientras no se creara un Ministerio del Aire. La emoción era inmensa entre los jerifaltes nazis: "Es como un sueño… La esperanza y el miedo luchan en nuestros corazones; hemos sido burlados tan a menudo que nos es imposible creer en el milagro que estamos presenciando", escribió Goebbels. Hitler no caminaba tranquilo: ¿Qué se le iba a dar? Por encima, tendría a Hindenburg; frente a él, un Parlamento en el que se hallaba en minoría; en su gabinete, ministros indiferentes u hostiles a sus ideas, que controlarían todos los poderes; a su lado, dos amigos, el ministro del Interior, casi sin facultades dadas las atribuciones de cada Land en materia de seguridad y orden público, y el de la futura Luftwaffe, cuyos aviones tardarían años en llegar.

Estas cavilaciones le fueron cargando de furor, de modo que estalló en la secretaría del presidente, exigiendo que se le diera también la Comisaría del Reich en Prusia. En vano intentaba calmarle Von Papen, aterrado ante aquel ataque de cólera. Evidentemente, Hitler estaba fingiendo al amenazar con marcharse y derribar su propia conspiración. Las agujas del reloj rebasaban ya la hora de la cita. Hindenburg y todos los participantes en la ceremonia de la jura aguardaban impacientes. El secretario de Hindenburg se reunió con Hitler, Von Papen y los futuros ministros nazis y arregló la disputa con pocas palabras: "el mariscal odia la impuntualidad y amenaza con irse unos días de vacaciones a Prusia, dejándoles a ustedes con su discusión".

Hitler se calmó y entró en el salón donde le esperaba Hindenburg que, pese a su avanzada edad, aún conservaba su formidable prestancia, realzada por el uniforme de gala de mariscal, cubierto por una impresionante cosecha de condecoraciones. Hitler le hizo una reverencia entrechocando los tacones de sus zapatos, en un recuerdo automático de los cinco años pasados en el Ejército; luego estrechó, emocionado y nervioso, su mano. El gesto militar de Hitler y su calidez complacieron al viejo soldado, que ya nunca más volvería hablar del "cabo bohemio" o del cabo austriaco, como hasta entonces; pese a todo, no le hacía muy feliz su designación como canciller, pero al punto donde se había llegado no tenía alternativa. Hitler juró el cargo: "Emplearé mi energía para conseguir el bienestar del pueblo alemán, para proteger la Constitución y las leyes del pueblo alemán, desempeñar con rectitud los deberes de mi cargo y cumplir mi misión con imparcialidad y justicia para todos".


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Mensaje por Erich Hartmann » Lun Jun 11, 2007 11:31 am

La profecía de Ludendorff

Después amplió sus promesas con un pequeño discurso con el que reiteraba su respeto por el presidente y por el conjunto del nuevo Gobierno, sus deseos de convertir Alemania en una comunidad fraternal, y de resituarla, por medios pacíficos, entre las grandes potencias. El gran mentiroso hablaba con enorme convicción, haciendo gala de sus grandes cualidades de actor, conmoviendo a los presentes, haciéndoles olvidar sus amenazas de dinamitar la Constitución y el sistema parlamentario, sus burlas hacia el presidente, su vesania antisemita y anticomunista y su irredentismo revanchista contra los vencedores en la Primera Guerra Mundial.

Terminada la ceremonia, Hindenburg deseó suerte al nuevo gabinete y, conmovido, les despidió: "¡Caballeros, que Dios les ayude!" Hider salió de la Presidencia emocionado y con los ojos húmedos. Fuera le esperaba la explosión de júbilo de miles de nazis. Luego, se trasladó en automóvil a su cuartel general en el Kaiserhof, donde aguardaban Goebbels, Röhm, Hess y Sepp Dietrich, dispuestos a celebrar la victoria. Por la tarde, mientras se organizaban un formidable desfile nocturno de antorchas, se trasladó a la Cancillería.

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Al caer la noche, una marcial procesión de luminarias comenzó a desfilar ante los edificios de la Presidencia y de la Cancillería antes de disolverse en la Puerta de Brandeburgo. Desde su despacho, Hindenburg contemplaba emocionado el desfile y de vez en cuando tarareaba alguna de las canciones; después de tragarse aquel sapo, se hallaba contento como nunca antes tras la designación de un canciller. Ni Müller, ni Brüning, ni Von Papen, ni Schleicher le habían ofrecido una compensación patriótica como aquella.

Sin embargo, su hijo Oskar no podía ocultar su inquietud. Sobre la mesa de trabajo presidencial, había visto un telegrama del mariscal Ludendorff, el viejo compañero de armas y victorias de su padre: "Le prevengo solemnemente que ese fanático llevará a nuestra Patria a la perdición y sumirá al país en la más espantosa de las miserias. Las futuras generaciones le maldecirán en su tumba por lo que ha hecho". ¤


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom May 11, 2008 6:48 pm

Bueno, hace unos 11 meses nos habíamos quedado en la toma de poder de Hitler. Pues bien, he aquí lo que pasó después según el mismo autor del artículo anterior:

ARDE EL REICHSTAG

Hace 75 años, el Parlamento Alemán fue destruido por un incendio del que se acusó a los comunistas. DAVID SOLAR cuenta el suceso y cómo los nazis aprovecharon la ocasión para terminar con sus enemigos políticos y con la democracia y alcanzar el poder absoluto.

En la noche del 27 de febrero de 1933, se reunían para cenar en el distinguido restaurante del Herrenklub el vicecanciller alemán Franz von Papen y el presidente Paul von Hindenburg. Era un lugar concurrido por la aristocracia, la burguesía adinerada y los políticos conservadores, que tenían el Reichstag a la vista; un lugar exclusivo, caro, apropiado para los negocios y las conspiraciones. Pocos minutos después de las 21 horas, se produjo un revuelo en el local. Papen narra en sus Memorias el comienzo del suceso: “Había preparado una cena en honor del presidente de nuestro club en la Vostrasse. De pronto notamos un resplandor rojo a través de las ventanas y escuchamos un griterío creciente en la calle. Uno de los empleados del club subió corriendo hasta mí y me murmuró al oído: ¡El Reichstag está ardiendo! Se lo dije al presidente, éste se levantó y desde la ventana pudimos ver la cúpula del Reichstag, como si estuviese iluminada por proyectores. De vez en cuando una llamarada y una columna de humo borraba su silueta. Sugerí al presidente que regresara a su casa y le llevé en mi coche. Después me fui derecho al edificio en llamas, que había sido acordonado por la policía. Cuando, por fin, logré abrirme paso hasta el interior, encontré a Göring que, en calidad de ministro prusiano del interior, estaba dando órdenes a los bomberos, y me gritó: ¡Este es un crimen comunista contra el nuevo gobierno!”

A POR TODO EL PODER

Al gabinete que presidió Hitler cuando estrenó la cancillería, el 30 de enero de 1933, le llamaron segundo gabinete de los monóculos, Pues, al igual que el anterior de von Papen, estaba formado por conspicuos miembros de la aristocracia económica alemana, junto con una exigua representación nazi: el propio Hitler, Wilhelm Frick, ministro del interior, y Hermann Göring, ministro sin cartera (ya era ministro del interior de Prusia). Aquellos encopetados personajes pensaban atenazar a los nazis con su mayoría, pero fueron arrollados en menos de un mes. El incendio del Reichstag sería el momento clave.

Desde que ocupó la Cancillería, Hitler multiplicó su actividad en cinco direcciones: destruir a sus enemigos; llenar de contenido las carteras ministeriales en poder del NSDAP (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes); granjearse las simpatías del Ejército; desmontar el sistema parlamentario, y obtener una gran victoria electoral que legitimase la dictadura que estaba erigiendo. Para garantizarse su victoria electoral necesitaba dinero y, para conseguirlo, reunió a los empresarios y les exigió una contribución de ¡tres millones de marcos! Aquellos personajes, que tanto habían colaborado en su ascenso al poder, palidecieron ante la enormidad de la cifra, pero el canciller les tranquilizó socarronamente:

-“No se preocupen, nunca más volveré a pedirles dinero para organizar unas elecciones”.

Pero su mayor obsesión en febrero de 1933 era borrar el marxismo de Alemania, a los comunistas fundamentalmente. Esto respondía a varios motivos, algunos poco conocidos, por ejemplo, la formación recibida en la posguerra como monitor en los cursos que el Ejército impartió a los soldados alemanes prisioneros que habían vivido la revolución soviética de 1917, tratando de erradicar en ellos todo contacto bolchevique. Su fobia anticomunista había sido fundamental en su aprendizaje político como orador tabernario y quedaba claramente expuesto en u catecismo ideológico, Mein Kampf, en los editoriales de su diario, el Völkischer Beobachter (El Observador del Pueblo) y en toda su trayectoria de lucha electoral… Desde 1918 había marcado a los comunistas como blanco prioritario de su odio, presentándolos como enemigos de la civilización, del progreso, de la nación y de la humanidad. No se trataba sólo de un discurso de naturaleza propagandística, sino de un asunto visceral: había conocido el terror revolucionario a través de sus lecturas, pero, obre todo, de las narraciones de los soldados que lo vivieron en directo y de la propia experiencia en la insurrección comunista en la posguerra alemana.


Continuará...


Fuente: Artículo de David solar aparecido en el número 112 de la revista La aventura de la historia


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