Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Acontecimientos políticos, económicos y militares relevantes entre noviembre de 1918 y septiembre de 1939

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Chuikov
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Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Lun Nov 15, 2021 7:39 pm

Estimados compañeros,

Hace un par de meses, charlando con mi amigo JL, le comenté un libro que tenía entre manos. No recordaba ni cuándo lo había comprado. Acaso lo descubriera durante la lectura de Hitlers Heerführer, de Johannes Hürter, un textoque me dejó una honda huella. El libro en cuestión es “Der Sturz der Generäle. Hitler und die Blomberg-Fritsch Krise, 1938”, escrito por Karl-Heinz Janßen y Fritz Tobias. Fue publicado en 1994 por la conocida editorial alemana C.H. Beck. Janßen fue historiador y periodista. Casi todo su trabajo lo desarrolló en el semanario “Die Zeit”. Fritz Tobias fue “consejero ministerial” (Ministerialrat – no sé si el cargo tiene alguna acepción o atribución especial, que yo no conozca. Concretamente en la sobrecubierta del libro pone Ministerialrat a.D., esto es, “fuera de servicio” o en excedencia). Además su principal aporte en el campo de la historia fue referente al incendio del Reichstag.

Es raro que no se haya publicado al inglés, o francés. El libro sostiene una tesis que contradice todo lo que había escrito hasta el momento: que ni Hitler, ni Göring, ni Heydrich, ni Himmler orquestaron complot alguno para quitar del medio a Blomberg y a Fritsch que, a decir del relato canónico, si se me permite, habrían sido vistos por Hitler como obstáculos para sus planes de guerra de agresión. El caso habría comenzado el 5 de noviembre de 1937, en la famosa conferencia en la que Hoßbach estuvo presente y tomó unos apuntes, que se dieron en llamar el “Protocolo Hoßbach”. Siguiendo el relato tradicional, a Blomberg y Fritsch no les habrían convencido partes de los planes que Hitler habría expresado en esa reunión y eso habría ocasionado la reacción de Hitler y/o Göring-Himmler-Heydrich para quitárselos del medio. Por el contrario Janßen y Tobias sostienen que primero Blomberg, y después Fritsch ( y en parte el caso de Blomberg afectó al de Fritsch, como se verá) , se vieron envueltos cada uno en un escándalo que Hitler tampoco esperaba. Además estos escándalos inesperados afectaron negativamente a Hitler, que contaba con ellos para sus planes de guerra.

Basicamente de eso va este artículo. El libro es corto pero muy prolijo. Hay muchos detalles, muchos de ellos detectivescos. Si es bueno o eso es malo, puedo decir que no son menos que los que aporta, por ejemplo Harold Deutsch. Otra cosa será discernir quién lo hace mejor, o los defiende mejor. Pero el caso da para ello. Al ser tan prolijo, realmente resumir sin cercenar me ha sido bastante complicado. Así que decidí centrarme en el caso Fritsch y partir, antes de ponerme en detalle con el mismo, de un par de presupuestos, necesarios para poder “comprar” o, si no se quiere, “entender” la argumentación de los autores con respecto al caso “Fritsch”. Lo que viene a continuación es un resumen y en muchos casos transcripción del libro. No hay opiniones mías. Y en caso de que haya alguna, lo indicaré. Espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo mientras leía el libro y escribía este modesto artículo.

Los dos puntos de partida son: 1) el protocolo Hoßbach se ha malinterpretado. Principalmente llevado al punto de destino que más le interesó a los acusados de Nuremberg. Y 2) el caso Blomberg estalló por vías ajenas por completo a Hitler, y no fue un complot, sino que salió a la palestra el hecho de que su mujer había sido prostituta, y eso complicó las cosas.

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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Lun Nov 15, 2021 7:47 pm

El memorándum de Hoßbach. 5 de noviembre de 1937

El 5 de noviembre de 1937 Hitler reunió en la Cancillería al liderazgo político y militar del país. En la entrada inglesa https://en.wikipedia.org/wiki/Hossbach_Memorandum del “Memorándum Hoßbach” se puede encontrar información muy detallada sobre cuál fue el motivo por el que se convocó la reunión, quién asistió, qué temas se trataron. Lo importante del asunto que aquí nos ocupa es que en esta reunión Hitler desgranó los contenidos de su política de agresión expansionista, y cómo la iba a llevar a cabo. Hitler, según la versión canónica, habría detectado que Blomberg, Fritsch y Neurath no estarían de acuerdo con sus planes. Y por eso se había propuesto sacarlos de sus puestos. Se ayudaría de Göring, Himmler y Heydrich para construir una intriga infame y echarlos.

¿Por qué se ha malinterpretado todo lo que pasó?

Jueces, escritores e historiadores malinterpretaron el protocolo de Hoßbach durante décadas. Para empezar, es curioso que hasta ese día nunca antes se había tomado nota ni redactado protocolo alguno de este tipo de reuniones. Es importante también notar que en ese protocolo no se recogen todos los puntos de la reunión, ni sigue formalismo alguno. Además, una vez terminada la reunión y cerrado el documento, no pasó ningún filtro de validez, ni siquiera fue firmado por Hitler, y en ningún caso se le aplicó ningún nivel de información clasificada.(p12-13)

No les pudo resultar muy extraño a los generales escuchar que Hitler quería comenzar con las agresiones. Ya en Mein Kampf lo dice, y el 3 de febrero de 1933 ya dice a los generales de la Reichswehr “von der unvermeidlich gewaltsamen Eroberung neuen Lebensraumes im Osten und dessen rücksichtloser Germanisierung” (“conquista violenta inevitable de nuevo espacio vital en el este, y una germanización sin contemplaciones”). El 28 de febrero de 1934, en otro discurso frente a los generales, había vuelto a hablar de la necesidad de Lebensraum.

Unas pocas semanas antes de la conferencia de marras, en agosto de 1937, Fritsch entregó al ministro de Guerra un memorándum, sobre “Wehrmachtspitzengliederung und Führung der Wehrmacht im Kriege” (Organización de los mandos superiores de la Wehrmacht y la dirección de la Wehrmacht en guerra”), en el que se decía: “En tanto que potencia continental, nuestras victorias tendrán que ser en tierra. Y mientras que esta empresa esté orientada solo en el este, sólo podrá ser el Heer el que tenga en sus manos la decisión final, sosteniendo el oeste y conquistando en el este”. Eso es justo lo que pasó dos años después. Es más, esto no son pensamientos de Hitler, sino que son proyectos que vienen del OKH, no sin la aquiescencia de Beck.

Después de la aventura de la ocupación de la Renania, Hitler puso en marcha su plan cuatrienal, mediante el cual proyectaba rearmar Alemania. En palabras de Hitler, “si no conseguimos en el mínimo plazo hacer de la Wehrmacht el primer Ejército del mundo, en cuanto a formaciones, armamento y, sobre todo, en adiestramiento espiritual, entonces Alemania estará perdida. En cuatro años Ejército y economía deben estar listos para la guerra”(p15).

No se tardó en ver que la industria armamentística no podía cumplir con las metas tan ambiciosas que se habían propuesto. Había escasez de algunos materiales y, en cualquier caso, no había capacidad para producir en tan poco lapso de tiempo lo que se había proyectado. Se desató una guerra entre Marina, Luftwaffe y Ejército por ver quién acaparaba más recursos. Göring, al ser el director del plan cuatrienal, arrimó el ascua a su rincón, favoreciendo a su Luftwaffe. Sobrepasado por las disputas y con una presión enorme desde la Marina, Blomberg acudió al Jefe del Estado, a ver si se podía mediar y poner un poco de orden en el reparto de recursos entre las distintas armas de la Wehrmacht. Y por eso fue por lo que se convocó la reunión del 5 de noviembre de 1937. En ningún caso se tenía pensado discernir aspectos cruciales sobre paz o guerra. El tema principal de la reunión era “Rüstunglage und Rohstoffbedarf”, estado del rearme y necesidades de materias primas.

Hitler evitaba con gusto este tipo de enfrentamientos, especialmente uno así, en el que tendría que reprender a Göring. Así que recurrió a un remedio que ya tenía probado que le funcionaba, enfrascarse en un Exkurs fantasioso sobre política exterior, con el objetivo de apartarse de la disputa por los recursos, y motivar así, una vez más, a los militares. Incluyó en la reunión a Neurath para que cumpliera con la función de una especie de catalizador.

Ese 5 de noviembre del 37 Hitler comunicó a los hombres allí presentes que el tiempo que había para llevar a cabo los planes era limitado. Hacia 1943/45 debía ser el momento oportuno para comenzar la guerra, librando Blitzkriege no guerras relámpago. Si se esperaba más, las grandes potencias capitalistas no les dejarían hacerlo. Además, la carrera armamentística que se había puesto en marcha, y en la cual los generales participaban gustosamente, les obligaba a ello.

Ahora viene el tema de Austria y Checoslovaquia:

Los generales aguzaron el oído cuando Hitler sopesó resolver el problema de Austria y Checoslovaquia antes de tiempo, si se daban las circunstancias (por ejemplo, distensiones sociales en Francia, o una guerra en el Mediterráneo con Francia, GB e Italia implicadas). Ni Blomberg, ni Fritsch, ni siquiera Beck (que no estaba presente en la reunión) tenían algo en contra de tener una relación estrecha con Austria (engere Bindung mit Österreich), a quién las potencias vencedoras de la 1GM habían prohibido unirse con Alemania. Y a Checoslovaquia lo consideraban una molestia continua, “ese bastión en el flanco alemán”, “esa nave nodriza de aviones” para los rusos.

Por otro lado, los oficiales del Reichswehr seguían rindiendo respeto al legado de von Seeckt; von Seeckt había recalcado que Alemania nunca debiera arriesgarse a una guerra en dos frentes. Hitler tenía ese trauma muy presente.

“Yo también hubiera seguido el camino del Führer hacia Austria”, escribe Blomberg en sus memorias escritas en los años de guerra, entre 1940 y 1943, “pero después me habría tomado un descanso de diez años para formar la nueva Grossdeutschland y erigir un rearme total. Porque está claro que Alemania iba a tener que luchar por su fortaleza, yo creo que sería inevitable”. Al decir esto, ya estaba dando la razón a los historiadores que después no han podido identificar una oposición fundamental a la guerra entre el generalato. En palabras de Eberhard Jäckel, “se trataba de un desacuerdo no sobre las metas y medios de la política exterior, ni siquiera sobre los medios que se deberían usar en una eventual guerra de agresión; el desacuerdo estaba en la medición de los riesgos” . El historiador Klaus-Jürgen Müller se expresa en los mismos términos: “No había un conflicto esencial en torno al “qué”, sino en torno al “cómo” y al “cuándo”.

Como era su obligación, en calidad de responsables militares, Blomberg y Fritsch expresaron su opinión en la reunión del 5 de noviembre del 37: Ni Inglaterra ni Francia debieran posicionarse frente a nosotros, convertirse en enemigos. Tenían motivos sobrados para emitir este juicio: conocimiento profesional, informes de los agregados militares y, sobre todo, sus propias experiencias con franceses e ingleses en las trincheras, algo a lo que tampoco era ajeno Hitler.

Fritsch advirtió contra la especulación de que en caso de guerra con Italia, el Ejército francés quedaría sujeto en el frente meridional. Todavía podría aparecer con una fuerte superioridad en la frontera occidental alemana, porque tendría la ventaja de la movilización. Las cuatro divisiones motorizadas que estaba pensado que se desplegaran en el oeste tenían falta de vehículos. Y Blomberg completó el cuadro apuntando a la escasa fortificación de la Renania. También temía que en caso de ataque alemán contra Checoslovaquia se estrellaran contra las fortificaciones que los checoslovacos habían erigido siguiendo el ejemplo de la línea Maginot.

Ahora bien, las cuatro personas que aún vivían, de entre los que estuvieron en aquella reunión, y que estaban acusados en Nuremberg, Göring, Raeder, Neurath y Blomberg, corrían el peligro de ser condenados por “conspiración contra la paz” ( Verschwörer gegen den Frieden ). Es por eso que se entiende que los defensores, los acusados y también el redactor del “protocolo”, Hoßbach, se esforzaran a base de bien por transformar esas intervenciones de Fritsch y Blomberg en una postura firme en contra de la guerra, en transformarlos en “amantes de la paz”. En sus memorias Hoßbach califica la posición de Fritsch y Blomberg como “un total rechazo a los planes de Hitler” . Sin embargo, en los apuntes que tomó de la reunión, en ningún caso se sostiene esto, no dice nada sobre ello. ¿Qué fue entonces lo que pasó aquel viernes por la noche? Fritsch le dijo a su Obersten Befehlshaber, Hitler, que había ordenado que se realizara un estudio para invierno, en el que se valorase de qué forma se podría superar el sistema de fortificaciones checoslovaco. ¿No es un indicativo de que Fritsch estaba de acuerdo con los planes agresivos de Hitler? Posteriormente Hoßbach, para tratar de defenderse, trató de restar valor al estudio de Fritsch . Con los argumentos que puso encima de la mesa, prácticamente todos los planes de ataque podrían hacerse pasar por defensivos.

Todavía más patente quedó la disponibilidad de Fritsch para ponerse a preparar los planes de guerra de Hitler, cuando decidió abandonar el plan de irse seis semanas a un balneario en Egipto. Salía para allá en cinco días. Hitler tranquilizó a Fritsch: no había tanta prisa; Fritsch se podía ir de vacaciones (con lo cual Hitler admitió indirectamente que había exagerado en su descripción de la situación).

Si Fritsch efectivamente hubiera sido un firme detractor de la guerra, lo hubiera tenido fácil: podría haber pedido abandonar el cargo aduciendo sus problemas de bronquitis crónica, o simplemente, distanciarse de los planes de Hitler, no diciendo nada y marchándose a Egipto. Pero hizo justo lo contrario: puso en segundo plano su enfermedad porque no quería desaprovechar la oportunidad de participar en la planificación de la guerra. Fritsch quería estar allí, sin falta, y allí estuvo, dos años después, como observador y “huésped” de lujo en la campaña polaca.

Con respecto al ministro de Exteriores, Neurath, en el protocolo Hoßbach se puede leer que en la reunión dijo que no aún vislumbraba un conflicto en el Mediterráneo a corto plazo, a lo que Hitler contestó que una posible fecha sería el verano de 1938. Las especulaciones se quedaron ahí. No se siguió con esa conversación. Y llegamos a Nuremberg, y resulta que Neurath, un seguidor convencido de Hitler, se convierte en un político nacionalista revisionista, y en un pacifista. Según diría, habría quedado destrozado al escuchar a Hitler en la reunión; incluso había sufrido varios ataques al corazón y, finalmente y a modo de protesta, había solicitado su marcha. Era el comienzo de todo un “Mito de Neurath”, que nada tenía que ver con la realidad.

Todo lo contrario, después del 5 de noviembre de 1937, y así lo certifican de forma convincente los documentos del ministerio de Exteriores, Neurath siguió trabajando como hasta entonces lo había venido haciendo, exactamente igual que Blomberg y Fritsch. Si se hubiera querido distanciar de Hitler, con 65 años que ya tenía simplemente podía haber solicitado dejar el ministerio. Pero lo que pasó fue todo lo contrario: después de que, sin que él se lo esperase, Hitler lo sustituyera como ministro, asumió un nuevo cargo, creado ex profeso para él, el de presidente del Consejo Secreto de Gobierno de Hitler. Y desde ese nuevo puesto participó y colaboró activamente en la política agresiva de Hitler contra Austria y Checoslovaquia.

En Nuremberg Blomberg y Raeder trataron de restar importancia a la charla de Hitler, con el único objetivo de salir ellos lo mejor parados que pudieran del juicio. Blomberg llegó a fingir que lo había "olvidado por completo porque ya entonces vio el tema como algo irreal…”.

La realidad es que el ministro de Guerra Blomberg plasmó las “fantasías hitlerianas” en una orden, “I. Nachtrag zur Weisung für die einheitliche Kriegsvorbereitung der Wehrmacht vom 24.6.1937, das heißt, den sog.(enannten) Fall Grün”, o traducido y resumido, “Anexo al Caso Verde para una concentración contra Checoslovaquia”.

¿Qué se dice en ese anexo? Haciendo referencia expresa a las líneas generales que había marcado previamente Hitler, se lee: “Si Alemania completa su preparación en todos los territorios para ir a la guerra, entonces se procederán a realizar los preparativos militares para poner en marcha la guerra de agresión contra Checoslovaquia y, con ello, poner remedio al problema de espacio alemán de forma victoriosa, en caso de que una u otra gran potencia nos ataque…”. Y después Blomberg retoma los pensamientos de Hitler, a saber, si se daban las circunstancias favorables, entonces ¡Alemania caería sobre Checoslovaquia!

“Si se llega a una situación en la que Inglaterra se niegue a involucrarse en una guerra europea, en que Inglaterra muestre su desinterés en el problema Centroeuropeo y que en el Mediterráneo estalle un conflicto entre Italia y Francia, y con todo esto Alemania se encuentra con que, aparte de Rusia, no hay otro enemigo que esté de parte de Checoslovaquia, entonces se procederá a poner en marcha el caso Verde, incluso si aún no se han completado todos los preparativos de guerra”.
Para la cúpula de la Wehrmacht ¡Rusia sólo valía dos palabras! Manfred Messerschmidt escribiría sobre esto que “difícilmente se pueda citar un texto más elocuente para explicar lo que los alemanes subestimaban a Moscú y que recoja la índole de los fallos de diagnóstico de los militares alemanes” .

Esta “directiva” confirma de forma inequívoca la aquiescencia de Blomberg con los planes de Hitler. No procede la suposición de que Blomberg ( y lo mismo Fritsch) cayeran en desgracia para Hitler a causa de su pensamiento contrario a la guerra, como ya han argumentado numerosos autores.

Hitler sabía tan bien como sus generales que Alemania aún no estaba lista desde el punto de vista del rearme para lanzarse a una guerra larga. Así que Hitler se centraría en Blitzkriege localizadas (primera alusión a esto la recoge Goebbels en su diario en primavera del 37) en el sureste y este de Europa; las potencias occidentales harían lo mismo que cuando la ocupación de la Renania. Si Hitler hubiera creído que Fritsch y/o Blomberg iban a constituir un freno para sus planes, directamente los hubiera sustituido.

Dicho todo esto, por tanto, se puede descartar que, como sostuviera Hoßbach en su momento, la conferencia del 5 de noviembre de 1937 fuera “el punto de comienzo de la crisis del régimen de Hitler”. Y la elogiada “unidad” de Fritsch y Blomberg aquel día, así lo dice Hoßbach, es una unidad referida a la reserva que los dos hubieran mostrado al no querer subestimar a las fuerzas enemigas. Más tarde Blomberg se lamentaría de no haber participado en la “lucha decisiva”, esto es, en la Segunda Guerra Mundial, desatada por Hitler.

Y si en aquel momento realmente Fritsch hubiera estado preocupado por la situación, entonces le hubiera dicho algo, como siempre hacía en estos casos, a su primer oficial, el Major Siewert. Tampoco le dijo nada a su sucesor, el Generalobersten von Brauchitsch, sobre ningún plan atrevido de guerra por parte de Hitler. Y en el mismo sentido se puede hablar de von Neurath. Su colega más estrecho en exteriores, Ernst von Weizsäcker, nunca escuchó palabra alguna sobre este respecto, y mucho menos vio a Neurath afectado por ello.

Así pues, vamos a examinar los escándalos de Blomberg y Fritsch desligándolos de la disyuntiva guerra/paz. La fuente más fiable que sostiene nuestra tesis es el propio Freiherr von Fritsch. Después de su caída reflexionó largamente sobre los motivos que podía haber detrás. En ningún momento a la cabeza que habría sido separado de su cargo por su oposición a los planes de guerra de Hitler.

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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Lun Nov 15, 2021 7:49 pm

Estimados compañeros,

como habréis podido comprobar, no he puesto las notas. Si alguien está interesado en alguna referencia, gustosamente la buscaré y compartiré.

Saludos.
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por José Luis » Mar Nov 16, 2021 2:54 am

¡Hola a todos!

En primer lugar quiero agradecer al amigo Chuikov el resumen que ha hecho del libro de Janßen y Tobias. Como sospechaba, y a tenor del resumen, la interpretación de estos dos autores ignora los antecedentes y el contexto general que envolvió todo este asunto. Además, Janßen y Tobias usan como fuente principal de su exposición algunas notas de Fritsch que se creían perdidas pero que les fueron entregadas por el periodista ruso Lew Besymenski y el coronel (ret.) Otto-Heinz Großkreutz, último ayudante de Fritsch. Sin embargo, salieron a la luz más tarde nuevas notas de Fritsch que Janßen y Tobias desconocían, y que fueron editadas por Horst Mühleisen, que se muestra crítico con las interpretaciones de estos dos autores. No obstante, quien quiera conocer sobre lo escrito por Mühleisen puede leer su artículo Die Fritsch-Krise im Frühjahr 1938. Neun Dokumente aus dem Nachlaß des Generalobersten. Militärgeschichtliche Mitteilungen 56 (1997), S. 471-508.

Yo me voy a centrar aquí en el contexto ignorado por Janßen y Tobias, los cuales basan toda su argumentación en la negación de dos factores: que Blomberg y Fritsch se opusieron a los planes que esbozó Hitler en la famosa reunión del 5 de noviembre de 1937 en la Cancillería del Reich; y que por ello aprovechó la ocasión, cuando llegó, para desembarazarse de ellos.

El primer factor parte de un supuesto falso. Ni Blomberg ni Fritsch se opusieron a los planes que expuso Hitler en la Cancillería aquel 5-11-1937. Es cierto que parte de la historiografía de posguerra (y en Nuremberg por partes interesadas, como Blomberg), se quiso trasladar esta idea. Pero tampoco es cierto, como pretenden Janßen y Tobias, que apoyaran a Hitler. Simplemente, como había ocurrido otras veces con anterioridad, no mostraron el entusiasmo que pedía y esperaba Hitler, sino que recibieron sus planes con frialdad. Todo el trabajo que se tomaron Janßen y Tobias para demostrar que Blomberg y Fritsch dieron seguimiento a los planes de Hitler carece de relevancia. Como carece de relevancia el que digan que no dimitieron si tal fuera el caso de que se hubieran opuesto a Hitler. Esto no era nuevo. Por ejemplo, cuando Hitler les adelantó a Blomberg y Fritsch que estaba pensando en la ocupación militar de la Renania en marzo de 1936, sus dos jefes militares mostraron recelo e incluso le advirtieron de las posibles reacciones de Francia y Gran Bretaña. Pero eso no significaba que se opusieran a Hitler. De hecho, cuando Hitler dio la orden de la invasión, ambos jefes la ejecutaron. Lo mismo sucedió cuatro meses después con la decisión de Hitler de intervenir en la Guerra Civil Española, lo cual hizo en contra del consejo de sus dos jefes militares y del personal de Exteriores. En la reunión de la Cancillería en noviembre de 1937 pasó algo similar. Hitler estaba cansado de los inconvenientes que siempre le ponían Blomberg y Fritsch cuando tomaba grandes decisiones que implicaban al ejército. Pero esto fue todo lo que sucedió aquel 11 de noviembre de 1937.

Ahora vamos al contexto. Desde hacía mucho tiempo había un enfrentamiento -a veces soterrado, a veces abierto- entre Fritsch y Beck, de una parte, y Blomberg y Reichenau, de la otra. Básicamente venía motivado por la cuestión de la distribución de armamento y la expansión de la Wehrmacht, y por la tentativa de crear una especie de Estado Mayor General de la Wehrmacht. Lo que interesa aquí principalmente es esta última cuestión. Blomberg, Reichenau y Keitel (que entonces era un ayudante de Blomberg) querían crear este estado mayor general precisamente para controlar y coordinar los planes y la distribución del presupuesto militar de las tres ramas de la Wehrmacht (sobre todo porque la Luftwaffe de Göring, que estaba además a cargo del Plan Cuatrienal, se llevaba la mejor parte). Sin embargo, a este proyecto se oponían Fritsch y, especialmente, Beck, el jefe del EMG en el OKH, pues creían que esa función correspondía por historia y tradición al EMG del ejército de tierra. Blomberg recurrió a Hitler, pero éste no se mostró por la labor. Este fue el antecedente inmediato que llevó a la reunión del 5 de noviembre de 1937. Y en ella Hitler cambió de tercio en uno de sus habituales monólogos para hablar de sus planes militares de política exterior.

Entonces surgió algo inesperado con la boda de Blomberg, que para colmo había llevado como testigos a Hitler y Göring. Que se hubiera casado con una mujer que había ejercido anteriormente la prostitución era algo inaceptable para el liderazgo del ejército y las tradiciones prusianas que lo dominaban. Ahora bien, este suceso inesperado sirvió a Göring para intentar ocupar el puesto que iba a dejar forzosamente Blomberg. Y con esa intención tramó durante todo el proceso de Blomberg. Hitler vio una oportunidad para desembarazarse de un jefe ambiguo (mostró una adhesión inquebrantable a Hitler en el adoctrinamiento ideológico de la Wehrmacht, pero no mostró el mismo entusiasmo con ciertas decisiones y planes de Hitler), que además era el ministro de Guerra y el comandante en jefe de la Wehrmacht. Por tanto, decidió que él mismo ocuparía esos cargos que venía ostentando Blomberg, pero no cedió a la trama de Göring que ansiaba el puesto de Blomberg. Concluyendo, la destitución de Blomberg no fue an absoluto como consecuencia de su falta de entusiasmo en la reunión de la Cancillería el 5-11-1937, sino por su enlace matrimonial. Pero Göring intentó aprovecharse de ello, de una parte, y Hitler aprovechó la ocasión para librarse de su antiguo colaborador.

Con Fritsch la cosa fue diferente: fue un auténtico montaje urdido por Himmler, Heydrich (y probablemente Göring) para acabar con el hombre que, junto con Beck, llevaban tiempo oponiéndose al crecimiento de la SS y la amenaza que suponía para el ejército. Y Hitler se aprovechó igualmente de esta oportunidad para hacer con Fristch lo mismo que había hecho con Blomberg. Sólo que esta vez el asunto sirvió para que se formara la vinculación del primer núcleo de resistencia militar con la ya existente resistencia civil.

Janßen y Tobias no se plantearon la pregunta de por qué fue destituido Fritsch, y de por qué no fue restituido en su puesto, como pidieron muchos de sus colegas (entre ellos y el primero, Beck), cuando se demostró en el juicio que todo había sido un montaje de la SS y la Gestapo. Porque la respuesta es evidente si se observan las consecuencias de lo que deben llamarse purgas de febrero de 1938, una respuesta que echa abajo toda su argumentación.

En primer lugar, la eliminación de Blomberg como ministro de Guerra y Comandante en Jefe de la Wehrmacht sirvió a Hitler, que era Comandante Supremo de la Wehrmacht como Jefe del Estado, para convertirse en Comandante en Jefe de la Wehrmacht y eliminar de facto el Ministerio de la Guerra. Además le permitió crear un Alto Mando de la Wehrmacht (OKW) de su propio diseño. No necesitaba tanto personal como el Alto Mando del Ejército (OKH), sino simplemente unas cuantas oficinas, al mando de las cuales puso al sumiso Keitel, para que diesen forma de directivas a sus órdenes.

En segundo lugar, con la eliminación de Fritsch pudo aupar como Comandante en Jefe del Ejército a Brauchitsch, un general débil de carácter que fue un pelele en manos de Hitler.

En tercer lugar, aprovechó para eliminar a un gran número de oficiales generales que tampoco se mostraban entusiasmados con los planes del dictador nazi y sus injerencias en los asuntos militares. Y esta purga siguió con el servicio diplomático, con la destitución de von Neurath como ministro de Exteriores (en beneficio de un hombre del partido, Ribbentrop).

Recapitulando, en febrero de 1938 Hitler asestó un terrible golpe al liderazgo del ejército, desembarazándose de los principales generales que no se habían adherido a sus políticas militares, y poniendo en su lugar a otros servidores mas dóciles y sumisos. Hitler no acabó con ninguna oposición o resistencia (que no había) dentro del liderazgo del ejército; simplemente eliminó su falta de entusiasmo y sus indeseables consejos y problemas que le planteaban.

Pero la cosa no acabó ahí. En plena crisis por la cuestión checa, el General der Artillerie y Chef des Generalstabes des Heeres Ludwig Beck comenzó a resistirse, esta vez sí, a las intenciones de Hitler de invadir Checoslovaquia. Al principio lo hizo en la forma tradicional del EMG, esto es advirtiendo a Hitler de los problemas que ocasionaría para Alemania una invasión de Checoslovaquia. Como esto no surgió efecto en Hitler, Beck, a través de varios memorandos, intentó ganarse el apoyo de sus colegas del ejército para unirse y rechazar los planes de Hitler. Fracasando en ambos casos, Beck, sabiendo que era objeto de crítica de Hitler, le presentó su dimisión el 18 de agosto de 1938. Hitler la aceptó el 21 de agosto, pero le pidió que, debido a la crisis internacional entonces en curso, la mantuviera en secreto. Al finalizar el mes el puesto de Beck fue ocupado por Halder.

Ahora bien, al presentar su dimisión como jefe del EMG, Beck no tenía pensado abandonar el servicio activo en el ejército. Todo lo contrario. Había acordado con Brauchitsch que se haría cargo de uno de los grupos de ejércitos, lo que entrañaría su promoción a Generaloberst. Así se explica el motivo por el cual tras dejar su puesto siguió permaneciendo inicialmente en la lista activa. Sin embargo, el 18 de octubre Brauchtsch le dirigió una carta en la que se lamentaba de que no podía emplearlo como Comandante en Jefe del III Grupo de Ejércitos porque así lo había decidido Hitler, quien quería que Beck extrajese las consecuencias de su anterior postura crítica en la crisis checa. En consecuencia, el 31 de octubre de 1938 Beck dejó el servicio activo con el rango de Generaloberst y el derecho a llevar el uniforme del 5º Regimiento de Artillería.

De esta manera se puede decir que Beck fue la última víctima de la purga militar que Hitler inició en febrero de 1938. Esa purga no estaba directamente relacionada con lo que ocurrió en la reunión del 5 de noviembre de 1937 en Berlín, sino que fue la consecuencia de un suceso inesperado, de una parte, y un montaje nazi, de la otra, que fueron aprovechados por Hitler para limpiar el liderazgo del ejército de elementos incómodos y someter esa crucial institución, otrora independiente, a su absoluto control.

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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por José Luis » Mar Nov 16, 2021 9:20 am

¡Hola a todos!

El caso de Fritsch según Deutsch en https://www.forosegundaguerra.com/viewt ... =59&t=3580

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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Mar Nov 16, 2021 9:48 am

Estimados compañeros,

hay varias cosas que ha apuntado el compañero JL, a las que contestaré cuando termine la exposición, y haya leído el artículo de Mühleisen, que él referencia. También hemos compartido una reseña del libro, escrita por Johannes Hürter. Y ojalá nos hiciéramos con más buenas referencias.

Por lo demás, lo que queda por exponer del libro de Tobias y Janssen es una exposición más detallada del caso Fritsch.

Que paséis un buen día.
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por José Luis » Mar Nov 16, 2021 11:29 am

Creí que ya habías terminado, Chuikov (aunque me extrañaba la brevedad). No era mi intención interrumpir tu exposición.

Saludos cordiales
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Mié Nov 17, 2021 7:47 am

Estimados compañeros, voy, pues, con el caso Fritsch. En este caso sí voy a añadir algunas notas al pie, aunque no son todas las que aparecen en el libro:


Terminada la celebración de su 49º cumpleaños, Hitler mantuvo una larga conversación con su nuevo Heeresadjutant, el Major Gerhard Engel. Era 20 de abril de 1938, por la noche : “Jamás hubiera puesto en marcha el asunto de Fritsch si el ministro de la Guerra (Blomberg) no me hubiera gastado esa jugarreta”.

Hitler se señalaba a sí mismo como la persona que había ordenado que comenzaran las diligencias contra el Oberbefehlshaber des Heeres ($175 Strafgesetzbuch). La razón para ello era que su confianza en el generalato “había sufrido un gran menoscabo”. Así es que Hitler amplió el asunto Blomberg e improvisó una segunda crisis.

Esta cita de Hitler contradice en su totalidad la versión que el propio Fritsch y sus cercanos, enemigos y otros oficiales del Reich propagaron después de la guerra: que Fritsch había sido víctima de una trama bien planificada. Al contrario de lo que había pasado con Blomberg, que en cierta medida él mismo se había buscado su ruina, lo de Fritsch habría sido un derribo orquestado desde fuera.

¿Quién había organizado el complot?

Sobre todo se suele hablar de Göring, también Himmler o Heydrich. Hitler sería el cuarto en discordia. Habría orquestado el complot para asegurarse el poder y llevar a cabo sus planes.La realidad es que el caso Fritsch le pasa igual que al de Blomberg: está enterrado en una montaña de rumores, especulaciones y cuentos fantásticos.

El acta de Fritsch

Después del shock que le supuso ver las fotos pornográficas de la mujer de Blomberg, Hitler ya se esperaba cualquier cosa (1). Imbuido en este contexto, el 24 de enero de 1938 por la noche se acordaba de un suceso de hacía algo más de un año. En el verano de 1936 Himmler (Reichführer SS y Jefe de la Policía alemana) le había enseñado una documentación en la que se presentaba como sospechoso de un comportamiento contrario a la naturaleza y también de haber sido extorsionado a consecuencia de ello, al Oberbefehlshaber des Heeres, Freiherr von Fritsch (recién ascendido a Generalobersten).

En aquel entonces, Hitler se había indignado e incluso prohibido cualquier investigación. No quería volver a oír hablar del tema. Sencillamente no quería creerlo (2). Aunque también en ese no querer saber había interés propio. No quería abrir ese asunto cuando 1) estaba inmerso en una crisis diplomática surgida tras la marcha de las tropas alemanas sobre Renania. Y 2) cuando estaba comenzando la guerra civil española.

En mitad de todo el proceso de ampliación y formación de la Wehrmacht Hitler no podía prescindir de Fritsch. Hitler sabía que desestimando estas acusaciones, simplemente no haciendo nada, estaría contraviniendo el derecho militar ($147a Militärstrafgesetzbuch). Este artículo decía que un superior podía ser condenado si, de forma intencionada, impedía que se hicieran averiguaciones sobre eventuales delitos que hubieran sido cometidas por sus subalternos. Pero para Hitler la razón de Estado era más importante que el Derecho. Sin embargo, generales como von Rundstedt o Fritsch seguramente hubieran visto como algo inaudito el hecho de que su jefe se guardara para sí ese tipo de calumnias, sin siquiera informar al acusado.

Hitler ordenó a Himmler y Heydrich quemar el acta policial (que contenía la acusación del delincuente Otto Schmidt), y que le dieran parte de la destrucción. En la sentencia del Reichskriegsgericht que en marzo de 1938 absolvió a Fritsch, se lee una discreta pista sobre este asunto: “Por directiva especial, en principio se abandonaron las pesquisas puestas en marcha para contrastar las afirmaciones de Schmidt” . Se aprecia aquí que los jueces no tenían intención alguna de señalar a Hitler.

Pero en enero de 1938 las circunstancias habían cambiado. Después de lo de Blomberg, Hitler había perdido confianza en los generales. Así que, antes de promover a Fritsch a ministro de guerra, quería tener claro aquel asunto que en 1936 él mismo había enterrado (3) . Para tener idea clara sobre esto, recordemos los cargos de Blomberg y Fritsch: Blomberg, hasta que lo apartaron de sus funciones era Reichskriegsminister, Generalfeldmarshall y Oberbefehlshaber der Wehrmacht (OdW). Fritsch era en ese momento Generaloberst, y era el Oberbefehlshaber des Heeres. Como Blomberg había caído, el cargo de Ministro de la Guerra había quedado vacante. Fritsch, Jefe del Ejército de Tierra, era un firme candidato para el puesto.

Así que el 24 de enero de 1938 por la noche Hitler ordenó reconstruir, de forma inmediata, el acta de la Gestapo. Se ha especulado mucho sobre lo sorprendentemente rápido que se reconstruyó el acta ( a lo largo de esa misma noche) que, supuestamente y por orden de Hitler, tenía que haber sido destruida. Por ejemplo, Gisevius cuenta que: “Ahora, en 1938, Göring y Himmler recordaron el acta a Hitler. Correspondió a la habilidad de Heydrich presentar a Hitler el acta que supuestamente se había destruido en 1935 (¡sic!)".

Por anticipar: No fue necesaria la actuación ni de Göring ni de Himmler para que Hitler se pusiera en acción, ni tampoco necesitó de la habilidad especial de Heydrich para reconstruir el acta.

Primeramente fue el abogado de Fritsch, Graf Rüdiger von der Goltz el que preguntó, en su momento, al Ministerialdirektor y agente de la Gestapo Werner Best “quién había dado la orden de reconstruir el acta”. Best contestó que “fue una petición especial de una persona especial “ [ o de una personalidad, no sé exactamente cómo traducirlo]. De esta contestación Goltz dedujo que esa personalidad tenía que ser Göring, “el beneficiado de una eventual salida de Fritsch”. Para el sobrino y biógrafo de Fritsch ( Graf von Kielmansegg) estaba claro: “Esa personalidad (diese andere Persönlichkeit) sólo pueden ser Himmler o Göring” .

Ninguno de los dos tenía razón. Fue Hitler el que ordenó rehacer el acta, y Best no lo dijo, por proteger su nombre, igual que pasó con la sentencia del Reichskriegsgericht, que tampoco lo nombró.

Fue el General a.d. Hermann Foertsch el que, a comienzos de los años 50, trabajando para el Institut für Zeitgeschichte (IfZ), clarificó este asunto (4). Casi ningún autor ha tenido en cuenta esta investigación.

Una de las versiones más extendidas es que Göring, en paralelo con el Acta Gruhn (Así se apellidaba la mujer de Blomberg, Luis Margarethe Gruhn) presentara el acta de Fritsch a Hitler, por motivos personales. En contra de esta tesis están los testimonios de Hoßbach y Below, dejados por escrito . Cuentan que, antes de reunirse con Hitler en la Cancillería, Göring se explayó hablando del caso Blomberg, pero no dijo nada sobre Fritsch. Estuvo mucho rato reunido con Hitler; puede ser que estuvieran pensando en quién debía ser el sucesor de Blomberg. ¿Se estaba ofreciendo él? Los autores piensan que eso sería malinterpretar la relación que había entre Göring y Hitler. Más bien lo que seguramente haría Göring sería mandar a otras personas durante los siguientes días para ellas le recomendaran a Hitler que el propio Göring asumiera el cargo de Ministro de la Guerra.

Sobre esto Göring declaró en Nuremberg que supo del acta de Fritsch sólo en 1938. Himmler y Heydrich le habían dicho sólo que, respecto de Fritsch, había algo que no estaba en orden. Esta versión es verosímil: una vez que volvió a tener el acta en sus manos, Hitler dijo a Keitel que, además de al Reichsjustizminister, solo había informado a Göring.

El General Bodenschatz, antiguo adjunto de Göring, conocedor íntimo de los objetivos y aspiraciones de Göring, dice que Göring no veía en Fritsch a un enemigo, y que no estaba interesado en su puesto. Muy al contrario, se había sentido muy halagado cuando este lo había invitado a comer. Göring sí que tenía inquina por el Chef des Heerespersonalamt, el Generalstab y por los generales que él consideraba enemigos del partido, y esta inquina era abierta, pública.

La decepcionada declaración de Fritsch de que Göring no le informó sobre los dichosos archivos policiales ya en 1936 se ajusta a este relato, esto es, que Göring no sabía nada de eso en 1936. En otro lugar se dice que Göring, como tenía en mente ser el sucesor de Blomberg, no movió ni un dedo cuando saltó la liebre de Fritsch, porque él veía en Fritsch a su principal contrincante por el ministerio de guerra. De hecho, Hitler habría manifestado su voluntad de que Fritsch asumiera el Oberbefehl über die Wehrmacht (5). Algunos autores, como Foerstsch y Deutsch, califican esta declaración de Hitler como maniobra de despiste; y sostienen que desde el principio lo que quería Hitler era la salida de Fritsch (6). Pero para hacer eso, despojar a Fritsch de sus puestos ejecutivos, no necesitaba dar un rodeo tan grande, ni pasar por las actas policiales, por lo demás peligrosas, porque en virtud de su autoridad, podía relevar al Oberbefehlshaber des Heeres cuando quisiera. Fritsch tenía ese punto claro: “Si quiere que me vaya, bastará una palabra para que yo solicite mi relevo”(7) .

Gerhard Ritter hace una interpretación bastante cercana a lo que pudo ser: “No parece que desde el primer momento Hitler estuviera decidido a usar esta doble catástrofe moral para cambiar el liderazgo de la Wehrmacht; incluso estuvo pensando en nombrar a Fritsch nuevo Ministro de Guerra (8).

(1) Wiedemann, IfZ, ZS 185/42, ders. , Feldherr, p. 112; ver Detusch, Komplott, p.400, nota 85; Manstein, Soldatenleben, p.310, Foertsch, Schuld, p. 140 y siguientes; Halder, Auf für Beck, 14.6.1938 (en Klaus-Jürgen Müller, Armee und Drittes Reich, Paderborn 1987, Dok, Nr. 115).

(2) Gisevius, IMT, Bd. II, p.220; Manstein, Soldatenleben, p304; Wilhelm Ulex, Erinnerungen.

(3) Raeder, Mein Leben, p 121.

(4) Leserbrief de Foertsch an den “Notweg” (Revista 12/1952) Está accesible gratuitamente.

(5) Jodl, Tagebuch & Hoßbach, Wehrmacht

(6) Deutsch, p 98 y 124

(7) Hoßbach, Below, Manstein. Goltz-Aufz p 17, IfZ, ZS 49 – confirma que Hitler no hubiera necesitado hacer rodeo alguno par sustituir a Fritsch .

(8) Ritter, Goerdeler, p149.

(Continuará)
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Mié Nov 17, 2021 8:18 am

Todavía el 26 de enero por la mañana Hitler le dijo a Hoßbach que no lo separarían de Fritsch si no era por la fuerza, y que, en caso de que las acusaciones contra Fritsch no prosperasen, lo iba a nombrar ministro (1) . Un peligro que podría ponerse en marcha era la posibilidad de que el Oberbefehlshaber des Heeres se viera extorsionado por un delincuente y, en el futuro, este asunto pudiera ser usado por algún servicio secreto extranjero. Esto pesaba más que la “indignación moral” que la presunta homosexualidad de Fritsch pudiera ocasionar. Cuarenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, en la RFA saltó a la palestra el “caso Kießling”: por las mismas razones de las de Fritsch, el ministro de Defensa mandó a la reserva al oficial alemán de más alta graduación en la OTAN (2) .

En 1936 Heydrich veía en la posibilidad de que el Oberbefehlshaber des Heeres fuera extorsionado un gravísimo peligro, “höchste Staatsgefährdung” (3). Ahora era Hitler el que tenía esa misma percepción.

Hasta ahora, nadie había descrito, o nadie se había preguntado de qué manera Hitler ordenó la reconstrucción del acta policial la noche del 24 de enero de 1938. La respuesta está en el Archivo del IfZ desde 1952. El antiguo General der Waffen-SS y ayudante de Himmler, Karl Wolff dejó escrito que “[Hitler] ordenó a Himmler que presentara de nuevo el acta policial. Himmler le contestó que, de acuerdo con las órdenes dadas en su momento, esas actas habían sido destruidas. A lo que Hitler ordenó que se reconstruyeran inmediatamente, y que habría que repetir los interrogatorios” (4). La orden se ejecutó al momento. Wolff habla de “intensivster Nachtarbeit”, “trabajo a toda máquina por la noche”. Cuatro agentes de la Gestapo, entretanto, recibieron la orden de llevar a Otto Schmidt del campo de Börgermoor donde estaba confinado, en Emsland, a Berlín. El 26 de enero a más tardar lo tenían en Berlín. Esto tumba lo que se sostenía, a saber, que el testigo principal contra Fritsch estaba en libertad, y que sólo en 1937 había sido arrestado. La realidad es que estaba encarcelado desde 1935 (5) .

La primera vez que Schmidt nombró a Fritsch como víctima de sus extorsiones, como ha sido comprobado, fue en mayo de 1936, cuando fue llevado “im Polizeipresidium dem Vernehmungsrichter des Amtsgerichts Berlin” (No sé cuál sería la traducción correcta de Vernehmungsrichter que, literalmente sería "Juez de interrogatorio", pero eso no existe en España, que yo sepa. ¿Podría ser "Juez de instancia del Tribunal de distrito de Berlín"?). Le dijo sin más, al Gerichtsassessor Ernst que Fritsch había caído en “widernatürliche Unzucht”, “conducta contraria a la naturaleza”. Con esta evidencia en la mano se elimina la pretendida acusación de que la Gestapo hubiera urdido una intriga contra Fritsch. Cuando después del final de la 2GM y en los años 50 se propagó la idea del complot de la Gestapo la sentencia escrita del Reichskriegsgericht sobre el caso Fritsch aún no era conocida. Sólo se conoció en Alemania desde mediados de los años 60. De acuerdo con este documento, Otto Schmidt no era ni un “gancho” ni un “secuaz” de la Gestapo, ni un testigo contratado. La Policía de Berlín pasó el caso Schmidt a la Gestapo, porque allí estaban los mayores expertos en homosexualidad; en opinión de Himmler, los mejores del mundo.

Tras los sucesos del 30 de junio de 1934 (noche de los cuchillos largos), en el Hauptabteilung II de la Gestapo se creó una Reichszentrale zur Bekämpfung der Homosexualität. Estaba dirigida por el SS-Obersturmbannführer y Kriminalrat Josef Meisinger, un “Alten Kämpfer” del NSDAP. Heydrich se la habría traído de Munich a Berlín.

El caso Fritsch llegó a manos de la Gestapo por primera vez el 8 o el 9 de julio de 1936, a través del Polizeihauptmann a.D. Max Häusserer. En agosto, el Kriminalsekretär Erwin Löffner dirigió los interrogatorios. Ante estas dos personas Schmitt mantuvo su versión. Los hechos que relataba habrían ocurrido hacia finales de 1933.

Fue llamativo el hecho de que en los primeros interrogatorios, y en los que se le realizaron en 1938, Schmidt mantuvo que el general se había presentado como General der Artillerie. Schmidt estaba mintiendo: En ese momento Fritsch era aún Generalleutnant y Befehlshaber des Wehrkreises III (Berlín Brandeburgo, Silesia). Fue el 1 de febrero de 1934 cuando Hindenburg lo nombró Chef der Heeresleitung, cuando también fue ascendido a General der Artillerie. Por otro lado, es posible que el rango del general le hubiera impresionado tanto, que en el primer interrogatorio, en 1935 (6) , al nombrar a Fritsch, no hubiera caído en un anacronismo, el interrogador no hubiera detectado un anacronismo. Este hecho lleva a desmontar la versión que defiende que fue la Gestapo la que llevó a Schmidt a acusar a Fritsch (7) .

¿Por qué Schmidt se atrevió a acusar a Fritsch sin siquiera haber visto escrito su nombre, sino que sólo lo había escuchado?

El Generaloberstabrichter Rudolf Lehman, que fue la persona que escribió la sentencia del Reichskriegsgericht referente al caso Fritsch, especula que la terquedad con la que Schmidt acusaba a Fritsch podía deberse al ansia de respetabilidad de los homosexuales, mostrando así homosexuales en las más altas esferas. El experto de la Gestapo Meisinger (Kriminalrat) mostró un parecer similar. Otros supusieron que mediante esta acusación Schmidt podía esperar tener una condena más suave. Por otro lado, había un asunto que favorecía la credibilidad de Schmidt: su prodigiosa capacidad de recordar nombres y la altísima fiabilidad de las que fueron sus acusaciones. Por medio de los soplos de Schmidt, la Gestapo investigó más de 100 casos, y la mayor parte de los acusados fueron condenados. Sólo hubo unos cuantos casos en los que la acusación de Schmidt no fue suficiente para condenar a los acusados.

El asunto que más quebraderos de cabeza dio a los interrogadores fue la seguridad con que Schmidt se pronunciaba. En los interrogatorios que le realizaron en 1935/36 no se le detectó ninguna contradicción. Ya en 1938 sí se detectaron en sus testimonios algunas desviaciones, pero detalles marginales (8) . En cualquier caso, en el verano de 1936 a Himmler el asunto le pareció lo suficientemente sospechoso como para presentar el acta a Hitler, y pedirle permiso para comenzar con las investigaciones.

El curso de los acontecimientos se puede reconstruir a partir de los testimonios de los testigos (9) . Para empezar, la supervisión general sobre los interrogatorios de Schmidt corrió a cargo del Referatsleiter Kriminalrat Meisinger (Jefe de la sección de Investigación). No era una persona querida en la Gestapo. Gestapochef Müller se quejaba continuamente de él; y Heydrich no podía soportar a ese “desagradable”. Best lo calificó como “un hombre primitivo con maneras toscas”.

Se puede entender que, a la vista de lo que dicen de este hombre, se precipitara con bastante ambición sobre el caso Fritsch. En cualquier caso, Fritsch no era querido en la Gestapo: era visto como un reaccionario y un típico nacionalista alemán.

Además de a Fritsch, Schmidt había acusado al tenista Gottfried von Cramm, al atleta Otto Peltzer, y a un alto cargo del ministerio de Exteriores. El experto asociado a estos casos de personas prominentes era el Kriminalinspektor Friedrich Fehling, por entonces cercano a los 50 años, un típico funcionario de la vieja escuela. Más tarde, cuando Fritsch fue absuelto y se fijó la atención a la actuación de la Gestapo, todas las culpas y errores fueron a parar a él y a Meisinger. A Fehling se le acusó de no haber realizado las comprobaciones necesarias en Lichterfelde, de acuerdo con los datos que había dado Schmidt. A Meisinger se le echó en cara el hecho de que hubiera confiado en Fehling.

En otra ocasión, personal de la Gestapo se habría mofado de Meisinger (10), porque había sido tan incauto como para mostrar a Schmidt fotos de Fritsch en las que no sólo aparecía su cara, sino también su nombre y su rango militar. Fehling había pasado los documentos de los interrogatorios realizados por el Kriminalsekretär Löffner de agosto de 1936 a Meisinger . Al parecer a Heydrich y a Heinrich Müller no les parecía suficiente sólo el acta; quería tener más pruebas (11) . Müller diría más tarde que él nunca hubiera presentado ese acta, en ese estado tan precario, a Hitler. Pero en esos momentos estaba enfermo y no participó en la toma de esas decisiones (12) .

(Continuará...)

(1) Hoßbach, Wehrmacht, p111.

(2) Der Spiegel. 7/1993, p47 “Versiegelte Briefe. Schwule in der Armee?”.

(3) Wolff, IfZ, ZS 317.

(4) Ibíd.

(5) Schmidt fue recogido por los Kriminalobersekretären Erik Art, Wilhelm Klude, Max Schilling y Otto Vatterott- lo aclara Tobias, de una entrevista con los antiguos funcionarios de la Gestapo Erich Saunders, Franz Neuendorf y Otto Vatterott, el 23-4-1979: “Er hatte die Gef-Nr. 717 (Strafgefangenenlager Papenburg), nach AkteStage (GSta Berlin, S. Anm. 34).

(6) La fecha exacta de la detención en 1935 no está especificada en la sentencia.

(7) Deutsch, p123 y siguientes: El Reichsgerichtsrat y más tarde Bundesrichter Kanter, entonces asistente de la acusación en el proceso de Fritsch, el 3/11/1946 habría dicho a Graf Kielmansegg cómo en los protocolos de los interrogatorios llevados a cabo por la Gestapo poco apoco se fueron aplicando “prácticas sugestivas” sobre Schmidt para que pasara de referirse a un “alto oficial” a un “general”. La sentencia, no conocida por Kanter en 1947, lo contradice: Schmidt había acusado a Fritsch ya ante la policía berlinesa.

(8) Urteil, p34

(9) Entrevistas con el Kriminaldirektor Erich Sanders, el sucesor de Meisinger – que era “für den Fall Fritsch zuständigen Referatleiter” – en la Reichszentrale zur Bakämpfung der Homosexualität, el 16/3/58, 4/9/74 y el 12/2/77, entre otros.

(10) Sostenido además por la declaración del Kriminalinspektor a.D. Hugo Hoffmann del 3/3/1967. No tiene sentido colocar a Löffner como el descubridor de la extorsión a Fritsch. Esta afirmación no resiste el texto de la sentencia del caso Fritsch).

(11) Esto es según Huppenkothen: Aufz p.6, habiendo sido informado por Gestapochefs Müller.

(12) Huppenkothen suprime en sus memorias la orden de Hitler de detener la investigación, de modo que los acontecimientos de 1936 y 1938 se mezclan. Aunque el Kriminalrat a.D. Huber – junto a Fehling, el otro Sachbearbeiter-, después de que prácticamente el entrevistador le pusiera la respuesta en la boca (Entrevista de Deutsch con Huber, 3/6/70, p18 IfZ) sostiene que Müller había estado convaleciente en 1938 de una apendicitis (eso, en sí, no tiene por qué descartar que el propio Müller padeciera una enfermedad en 1936), nos parece más lógico situarla en 1936. La noche del 24 al 25 de enero de 1938 se procedió a reconstruir el acta por orden de Hitler; y ya eso no hubiera podido impedirlo ni el propio Müller, aunque hubiera querido.
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Jue Nov 18, 2021 8:04 am

Pero mientras tanto, Meisinger le había entregado la documentación a Himmler que, sin rodeos, se la presentó a Hitler (1) . Después de que Hitler hubiera ordenado la destrucción del acta, no se continuó con las pesquisas; hasta el escándalo de Blomberg (2).

Mientras que el veredicto de la investigación no estuvo disponible, durante los primeros años de posguerra los testimonios de tres altos funcionarios de las SS que habían participado en la vuelta a las pesquisas sobre el caso Fritsch a finales de 1937, causaron mucha confusión. Aunque no es difícil explicar por qué: Ninguno de los tres habían participado en los interrogatorios de 1935/36, y tampoco habían sabido nada de ellos, porque el círculo de agentes que conocieron el asunto había sido muy pequeño. Los tres orientaron su interpretación al ambiente que se respiraba, con la conferencia del 5 de noviembre de 1937 muy presente (el archiconocido protocolo Hoßbach) como presunta generadora de la intriga que había desembocado en crisis (3).

El hecho de reconstruir el acta policial de Fritsch en unas cuantas horas, por la noche, no debió ser tan dificultoso o extraño como algunos autores sostienen. Para comenzar, lo que sí estaba era la documentación sobre Otto Schmidt, de otros procesos, con sus declaraciones y acusaciones. Pero sobre todo, el acta de Fritsch, en contra de la que había sido la orden de Hitler, esto es, destruirla, no fue destruida. Heydrich ordenó a su ayudante que le guardara en su caja fuerte. Naturalmente Hitler no podía tener noticia de ello.

Sólo cuando se le volvió a entregar el acta, se le comunicó a Hitler que el acta había sido destruida “sólo parcialmente” (4) . Así que el 25 de enero de 1938, a las 2:15 de la madrugada, Hitler tenía encima de su mesa el acta policial de Fritsch. Se sabe porque a esa hora despertaron Hoßbach de la cama: el ayudante personal de Hitler, el SS-Brigadeführer Julius Schaub, le transmitió la orden del Führer de presentarse de inmediato en la cancillería. Hoßbach pudo lograr que la reunión se aplazara hasta las 10 de la mañana (5) .

Hitler enseñó el acta de Fritsch a Hoßbach. Había también fotos de estaciones de tren. Hoßbach tuvo la impresión de que la documentación estaba desordenada, de que era un “material de acusación mal recortado”, cosa que no extraña, a tenor de lo que se había tardado en reconstruir.

El Generaloberstsabrichter (Presidente del Tribunal Supremo) Lehmann recordaba que eran ocho páginas fotocopiadas. El abogado de Fritsch, Graf von der Goltz, habla de cinco o seis páginas manuscritas con las declaraciones de Schmidt , sin firma, en una copia al carboncillo.

Hay una escena que da fe de la horrible impresión que causó la acusación contra Fritsch. El 25 de enero de 1938 al mediodía Hoßbach entró en la sala de fumadores de la Cancillería del Reich; se sentó en el sofá de piel rojo, y tan sólo pronunció la palabra “Fritsch” y, con el dedo índice $175 en el aire. Nadie se atrevió siquiera a pronunciar la palabra (6) .

(1) El adjunto de Himmler, Karl Wolff (IfZ-Vermerk , apunte) sostiene que Heydrich entregó el acta a Himmler, pero parece que mezcla en su relato el verano de 1936 con enero de 1938, sin saber que Heydrich había conservado el acta original. Claramente, después de que Meisinger le presionara, Heydrich se habría corresponsabilizado de haber netregado el acta a Hitler; de lo contrario, no debería haberse decepcionado con la actitud negativa del dictador. Schellenberg (Memoiren, p 38 y siguientes), que también se refiere a Müller, pinta las cosas de otra forma: según su versión, Heydrich no habría comprobado como debía haber hecho, el material de Meisinger; y cuando quiso acordar, ya era demasiado tarde. Se puede dar más crédito o preferencia a la versión de Huppenkothen, porque estaba mejor informado que el resto., y tampoco estaba involucrado directamente: Müller le había pasado el archivador para que lo viera (dice que en ese archivador, después de la absolución de Fritsch, quedaron recogidos los resultados de la investigación interna). Lo que sí es completamente absurdo es el relato de Benhard von Loßsberg (Im Wehrmachtführungsstab, Hamburg, 1949, p16), según el cual Himmler y Heydrich se habrían hecho con los expedientes de Herr von Frisch (sin la t), un hombre decrépito y sexualmente perdido, y se los entregaron a Hitler como material contra el Generalobersten von Fritsch.

(2) Urteil, p3.

(3) Se trata de los agentes de la Gestapo Werner Best, Franz Josef Huber y Karl Wolff. Testimonios de Best y Wolff, IfZ, ZS 317, y entrevista de Deutsch con Huber, IfZ).

(4) Testimonio del ayudante de Heydrich, H.H.N. – entrevista el 11/11/1977, AT. En Hoßbach, Wehrmacht, p109 se habla de “teilweise Verbrennung”, “se quemó una parte”.

(5) Hoßbach, p106 y siguientes.

(6) Contado por el Marineadjutant con Puttkamer – David Irving, una entrevista que hizo a Puttkamer el 26/11/1970.

Continuará dentro de unos días.....
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por José Luis » Jue Nov 18, 2021 7:14 pm

¡Hola a todos!

Como Chuikov parece que va a tardar unos días en reanudar su resumen de la cuenta de Janßen y Tobias, aprovecho el intervalo para señalar una inconsistencia fundamental en el relato de estos dos autores.

Dicen, según relata Chuikov, que Hitler, a raíz del escándalo Blomberg, se acordó el 24 de enero de 1938 de que Himmler le había informado en 1936 sobre el asunto de las sospechas de comportamiento inmoral del general Fritsch. Así que esa misma noche del 24 de enero de 1938 Hitler ordenó reconstruir de forma inmediata el acta de la Gestapo sobre Fritsch.

La inconsistencia, que echa por tierra toda esta especulación de Janßen y Tobias, es que el 15 de enero de 1938, es decir, nueve días antes de que Hitler supuestamente ordenara reconstruir el acta de 1936 sobre Fritsch, la Gestapo ya había localizado a la persona que realmente había sido chantajeado en 1933 por Schmidt, esto es al Rittmeister von Frisch (Mühleisen, 476). Por tanto, la Gestapo ya estaba investigando al Generaloberst Fritsch bastantes días antes de que Hitler ordenara esa reconstrucción del acta. Desconozco si en lo que queda del resumen de Chuikov, los dos autores reparan en esta contradicción.

Pero es más, el mismo día 15 de enero de 1938 Fritsch fue advertido de que Himmler buscaba perderlo (Mühleisen, 476). Todo esto es bien significativo si tenemos en cuenta que el enlace matrimonial de Blomberg con la antigua prostituta tuvo lugar el 12 de enero de 1938, y que unos días después, el 21 de enero de 1938, alguien en la policía rescató un expediente del que se confería que la nueva señora Blomberg había sido investigada años atrás por la Sittenpolizei (una especie de brigada contra el vicio, cuestiones morales). (Mühleisen, 473).

Por tanto, sin entrar a cuestionar que Hitler ordenara la noche del 24 de enero de 1938 la reconstrucción del antiguo dossier de Fritsch de 1936, es un hecho que la Gestapo ya estaba investigando sobre Fritsch desde, como mínimo, el 15 de enero de 1938. Y si estaba investigando sobre esto es porque había recibido órdenes directas de Heydrich (lo más probable), de Himmler (a través de Heydrich) o, en última instancia, del propio Hitler.

Hay más asuntos que trataré cuando Chuikov finalice su resumen, pero esta inconsistencia referida me parecía importante darla a conocer ya.

Saludos cordiales
JL
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sino como un hombre
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Vie Nov 19, 2021 11:40 am

Estimados compañeros,

pues tengo bastante material ya manuscrito, y además desde hace ya semanas. Cuando junte el tiempo necesario, lo pasaré a ordenador para seguir con el relato de Janßen y Tobias. ¿He dicho algo importante con este mensaje? No, nada. Lo digo porque es tremendo que tres semanas después de haber leído el libro, de haber pasado horas resumiendo ( con sumo placer, por cierto, porque escribir a mano me encanta), no me acuerde si Janßen y Tobias tocan esos dos puntos que comentas del artículo, y qué dicen de cada uno de ellos. Veremos.

Por otro lado, ya he leído el artículo de Mühleisen, y me he tomado la libertad de hacer un resumen (¡ya está en Word incluso! ). También lo compartiré en este hilo cuando termine el resumen de Tobias y Janßen.

Muchas gracias por ir comentando y realizando apuntes de valor.

Seguimos disfrutando con esta aventura, de curiosidad absolutamente desligada de cualquier instrumentalización.

Saludos cordiales.
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por José Luis » Vie Nov 26, 2021 3:39 am

¡Hola a todos!

No sé cuando conseguirá Chuikov el tiempo necesario para reanudar y finalizar su resumen del libro de marras. Con el fin de no perder mi propio tiempo teniendo que volver a repasar todo este asunto una vez que Chuikov lo concluya, voy a sentar a continuación lo que pienso de todo el asunto, ahora que lo he refrescado, en base a lo que hasta el momento ha escrito Chuikov. Hecha esta salvaguarda, procedo.

Antes de entrar a desmenuzar y refutar las tesis de Janßen y Tobias sobre el caso Fritsch, según nos ha resumido Chuikov, me gustaría comentar los dos puntos de partida de estos dos autores. Es decir, la supuesta malinterpretación del memorando Hossbach, de una parte, y lo de que el caso Blomberg no fue un complot, sino que surgió debido a que los antecedentes policiales de su nueva mujer salieron a la luz en la Gestapo el 21 de enero de 1938.

Sobre el memorando Hossbach ya expliqué algunas cosas en mi primera intervención en este hilo. Es verdad que Blomberg y Fritsch no se opusieron a, ni rechazaron, los proyectos de guerra condicionales que Hitler expuso en la conferencia de la Cancillería del Reich en Berlín el 5 de noviembre de 1937. Pero es igualmente cierto que no los recibieron con entusiasmo, sino con frialdad y escepticismo, exponiendo problemas objetivos a Hitler. El Oberst i.G. Friedrich Hossbach, ayudante de Hitler para la Wehrmacht, fue un testigo presencial en esa reunión, y el memorando es un documento escrito en el momento histórico de dicha reunión, por lo que no cabe poner en duda su contenido aunque no haya otras fuentes documentales que lo corroboren, como hacen Janßen y Tobias. Por otra parte, los hechos dramáticos que tuvieron lugar en 1938 (anexión de Austria, crisis checa y Pacto de Munich) y 1939 (invasión de la desmembrada Checoslovaquia, crisis polaca e invasión alemana de Polonia) ponen de manifiesto la solidez del memorando Hossbach. Además, Hossbach fue también un testigo presencial crucial en los casos de Blomberg y, sobre todo, Fritsch, y años más tarde dijo lo siguiente: “Estoy convencido de que Hitler sintió una ruptura interior con el liderazgo de la Wehrmacht, en cualquier caso definitiva con Fritsch, pero posiblemente también con Blomberg, como un efecto de la reunión de 5 de noviembre de 1937”. Para Hossbach la semilla de los cambios radicales que Hitler realizó a finales de enero de 1938 (Blomberg y Fritsch) “se plantó en los dos últimos meses del año 1937 y el primero del año 1938, y brotó con la autoinfligida renuncia de Blomberg y el pérfido derrocamiento de Fritsch por Hitler, Göring y Himmler el 4 de febrero de 1938” (Benjamin Carter Hett, The Nazi Menace. Hitler, Churchill, Roosevelt, Stalin, and the Road to War. New York: Henry Holt and Company, 2020, p. 93).

Tienen razón Janßen y Tobias en que la crisis desatada a raíz del escándalo Blomberg no está relacionada directamente con la conferencia de 5 de noviembre de 1937, sino por el propio Blomberg al casarse con una mujer con antecedentes policiales. Sin embargo, no cabe duda que este escándalo fue aprovechado y utilizado por Göring con el fin de hacerse con el Ministerio de Guerra y, en consecuencia, del mando de la Wehrmacht. En este sentido, Göring fue un auténtico intrigante en todo el caso Blomberg. Y quiero recordar que Göring, tras el cese de Fritsch, dijo al embajador británico en Berlín, Nevile Henderson, que Fritsch había sido destituido porque se oponía a la política exterior de Hitler, añadiendo que cualquier primer ministro británico habría hecho lo mismo ante un jefe del estado mayor general imperial si se hubiera opuesto a su política exterior. El propio Hitler admitió en privado meses más tarde que siempre había considerado a Fritsch un “obstruccionista” (Hett, Op. Cit., 93).

Hechas estas observaciones, voy al caso Fritsch, del que no tengo duda alguna que fue un auténtico complot para deshacerse del entonces Comandante en Jefe del Ejército de Tierra. Un complot urdido por el liderazgo de la SS (Himmler y Heydrich) y en el que probablemente participó Göring, Una trama de la que no se puede descartar la implicación posterior de Hitler.

La argumentación principal de Janßen y Tobias en contra de este complot, al menos por parte de Hitler, la resume Chuikov así:
Chuikov escribió: Hitler se señalaba a sí mismo como la persona que había ordenado que comenzaran las diligencias contra el Oberbefehlshaber des Heeres ($175 Strafgesetzbuch). La razón para ello era que su confianza en el generalato “había sufrido un gran menoscabo”. Así es que Hitler amplió el asunto Blomberg e improvisó una segunda crisis.

Esta cita de Hitler contradice en su totalidad la versión que el propio Fritsch y sus cercanos, enemigos y otros oficiales del Reich propagaron después de la guerra: que Fritsch había sido víctima de una trama bien planificada. Al contrario de lo que había pasado con Blomberg, que en cierta medida él mismo se había buscado su ruina, lo de Fritsch habría sido un derribo orquestado desde fuera.

[…] Hasta ahora, nadie había descrito, o nadie se había preguntado de qué manera Hitler ordenó la reconstrucción del acta policial la noche del 24 de enero de 1938. La respuesta está en el Archivo del IfZ desde 1952. El antiguo General der Waffen-SS y ayudante de Himmler, Karl Wolff dejó escrito que “[Hitler] ordenó a Himmler que presentara de nuevo el acta policial. Himmler le contestó que, de acuerdo con las órdenes dadas en su momento, esas actas habían sido destruidas. A lo que Hitler ordenó que se reconstruyeran inmediatamente, y que habría que repetir los interrogatorios” (4). La orden se ejecutó al momento. Wolff habla de “intensivster Nachtarbeit”, “trabajo a toda máquina por la noche”. Cuatro agentes de la Gestapo, entretanto, recibieron la orden de llevar a Otto Schmidt del campo de Börgermoor donde estaba confinado, en Emsland, a Berlín. El 26 de enero a más tardar lo tenían en Berlín.
En otras palabras, al establecer como un hecho que Hitler dio orden de reconstruir el dossier de Fritsch la noche del 24 de enero de 1938 y que por tanto la reconstrucción policial comenzó a partir de esa fecha, Janßen y Tobias creen que eliminan de esta forma cualquier posibilidad de un complot montado con anterioridad por Himmler et al. Esto sería indiscutible si con anterioridad al 24 de enero de 1938 no se hubiera llevado a cabo ninguna investigación policial sobre el dossier Fritsch de 1936. Pero esto no fue así. Es un hecho judicialmente probado que con anterioridad al 24 de enero de 1938 se llevó a cabo una investigación policial (por agentes de la Gestapo) sobre el dossier Fritsch de 1936, y como resultado de esa investigación se localizó e interrogó el 15 de enero de 1938 al capitán de caballería retirado Achim von Frisch, el cual reconoció que había sido extorsionado por Otto Schmidt en noviembre de 1933, y que había satisfecho varias sumas de dinero al chantajista, dinero sacado de Dresdner Bank. Los agentes de la Gestapo fueron al susodicho banco y comprobaron en la cuenta de Frisch que efectivamente se habían retirado las sumas de dinero indicadas por Frisch en su interrogatorio, y por Schmidt en sus declaraciones de 1936.

Lo insólito de este detalle crucial es que Janßen y Tobias lo ignoran en su libro cuando tenían por fuerza que conocerlo, no sólo porque así se expone en la motivación del veredicto del Tribunal del Comandante Supremo de la Wehrmacht (Gericht des Obersten Befehlshabers der Wehrmacht)*, sino también porque este hecho lo publicó detalladamente Deutsch en su Hitler and his Generals, libro que fue objeto de crítica por Janßen y Tobias. Esto me lleva a considerar que estos dos autores no hicieron bien su trabajo. Y a una consideración similar llegó el Dr. Horst Mühleisen en su artículo citado.

No se sabe cómo llegó la Gestapo al descubrimiento del 15 de enero de 1938. Según la investigación de Deutsch, todo hace pensar que la nueva investigación de la Gestapo del antiguo dossier Fritsch comenzó en diciembre de 1937. Por recomendación de su médico, Fritsch había partido de viaje para Egipto el mes anterior, día 10, y no regresaría hasta el 2 de enero de 1938. En diciembre de 1937 la Gestapo amplió su investigación a Martin Weingärtner, alias Bayern Seppl, el prostituto que supuestamente había mantenido la relación inmoral con el general Fritsch. Weingärtner negó que el hombre de la fotografía que le mostró la Gestapo (Fritsch) fuese el mismo hombre del incidente homosexual de 1933. Esta declaración llevó a los agentes de la Gestapo a realizar un interrogatorio más intenso a Schmidt, quien acabó por reconocer que toda su historia se basaba en su chantaje al capitán de caballería retirado Achim von Frisch. Así pues, resulta factible que de estas pesquisas se llegase al 15 de enero de 1938, cuando el Kriminalinspektor Friedrich “Fritz” Fehling, miembro del Departamento II-H de la Gestapo, acompañado por otro agente, visitó al capitán von Frisch en su domicilio, quien les reconoció los hechos. Fehling se dirigió a continuación al Dresdner Bank, donde halló y confiscó los apuntes de las retiradas de dinero de la cuenta de Frisch que coincidían con los pagos citados en las alegaciones de Schmidt. A partir de este momento estaba absolutamente claro que todo el antiguo dossier Fritsch de 1936 era pura basura montada sobre un caso de falsa identidad. Subrayo: desde el 15 de enero de 1938 -siete días antes de estallar el inicio del escándalo Blomberg (21 de enero) y diez días antes de la fecha (24 de enero) en la que supuestamente Hitler se acordó del caso Frisch de 1936, ordenando su investigación- el Departamento II-H (Reichszentrale zur Bekämpfung der Homosexualität und der Abtreibung) de la Gestapo a cargo de Josef Meisinger, y cuya división IV C 4 c lideraba “Fritz” Fehking, sabía perfectamente que el expediente Fritsch de 1936 era un caso de falsa identidad, en el cual el personaje extorsionado por Otto Schmidt en 1933 no era el entonces Generaleutnant Werner Freiherr von Fritsch, sino el retirado Rittmmeister Achim von Frisch.

Hagamos un alto en el camino para hacernos varias preguntas interesantes. Es evidente e irrefutable que la investigación del caso Fritsch comenzó mucho antes de la noche del 24 de enero de 1938, el momento en el que Janßen y Tobias, basándose en la cuenta de Karl Wolff, sitúan a Hitler dando la orden de reconstruir el acta de Fritsch. La primera pregunta es obvia: ¿Quién ordenó a la Gestapo iniciar una nueva investigación sobre el antiguo dossier Fritsch antes de que supuestamente lo ordenara Hitler la noche del 24 de enero? ¿Y por qué? Si no fue el propio Hitler, ¿Quién fue? El 15 de enero de 1938 no había estallado todavía el escándalo Blomberg ni por supuesto el escándalo Fritsch. Si la orden y los motivos tras ella no partieron de Hitler, sólo pudieron salir de Himmler, que era el jefe supremo de todas las fuerzas policiales y de seguridad del estado nazi, con lo cual también tenía que estar involucrado Heydrich.

Ahora bien, la pregunta más importante parte de lo siguiente. El descubrimiento de, al menos, el 15 de enero de 1938 sobre la falsa identidad (Fritsch-Frisch), que dejaba sin caso la acusación contra Fritsch, no fue incluido en el acta que supuestamente Hitler ordenó reconstruir la noche del 24 de enero de 1938 y que le entregaron, supuestamente reconstruida, a las pocas horas en la madrugada del 25. Recordemos que esta acta “reconstruida” fue la que Hitler entregó al ministro de Justicia, Franz Gürtner, para que se pronunciara legalmente sobre el caso. Si se hubiera incluido el hallazgo del 15 de enero, no habría caso alguno contra Fritsch. Por tanto, la pregunta es obvia: ¿sabía Hitler de este hallazgo? Caben, a mi parecer, dos respuestas posibles: 1) Que Himmler le informara de ello pero que decidieran no incluirlo en el acta para poder seguir con el caso contra Fritsch, lo que vendría a constituir un complot o conspiración para deshacerse de Fritsch, o 2) Que Himmler se lo ocultara a Hitler, lo que constituiría igualmente un complot contra Fritsch.

¿Qué sucedió con el hallazgo de Fehling? No se sabe con seguridad. Lo normal es que este oficial se lo comunicara a quien le ordenó directamente iniciar esa nueva investigación. Si dicha orden siguió un curso jerárquico de arriba abajo, lo normal es que Fehling reportara a su inmediato superior, esto es el Kriminaldirektor Josef Albert Meisinger, que era el jefe del Departamento II-H de la Gestapo. Y éste debía reportar al causante de la orden (probablemente Heydrich o el mismo Himmler).

Deutsch relata en su libro cómo el SS-Sturmbannführer und Kriminalrat Franz Josef Huber, que dirigió la investigación oficial del caso Fritsch, encontró el 27 de enero de 1938 en el Departamento II-H en la mesa de Fehling su informe del 15 de enero de 1938. Comunicó este hallazgo al Ministerialdirigent und SS-Brigadeführer Dr. Werner Best, jefe del Departamento I (Administración y Ley) de la Oficina Principal de la Policía de Seguridad del Ministerio del Interior del Reich (Hauptamt Sicherheitspolizei im Reichsministerium des Innern) -que era el principal especialista legal de la Gestapo y con quien había realizado el primer interrogatorio a Fritsch en el cuartel general de la Gestapo el mismo día 27 de enero de 1938**- con el fin de que éste lo reportara a Himmler. Pero con anterioridad Best ya había expresado sus dudas sobre el caso Fritsch a Heydrich y Himmler, sin éxito, y no quería volver a lo mismo. Así que envió al propio Huber a comunicar el hallazgo que había descubierto en la mesa de Fehling. Huber se dirigió a Heydrich con la noticia, y éste lo llevó ante Himmler, quien, una vez escuchado, despachó a Huber sin más. (Deutsch, 182-183). Toda esta historia se puede seguir con más detalle en el enlace que he dado en mi segunda intervención en este hilo.

La importancia de todo esto (el descubrimiento de Fehling de 15 de enero y el de Huber de 27 de enero de 1938) es fundamental para comprender la conspiración contra Fritsch. Esta información crucial, que vaciaba por completo el caso Fritsch, no llegó al Tribunal Militar que lo juzgó por la vía de la Gestapo ni de la acusación, sino por la vía de la defensa de Fritsch. En otras palabras, si el equipo de la defensa de Fritsch no hubiese dado con el Rittmeister von Frisch y descubierto la verdad, esto no habría llegado jamás al tribunal. ¿Cómo llegó a conocer la defensa de Fritsch esta verdad? Lo he relatado en el hilo del enlace arriba citado, en concreto en el post del martes, 9 de enero de 2007, que viene encabezado por el título El capitán (ret) Achim von Frisch. La defensa de Fritsch descubrió la verdad sobre el caso Frisch el 1 de marzo de 1938, tomando declaración jurada al testigo y a su asistenta, quien les informó de que la Gestapo ya había interrogado a Frisch el 15 de enero de 1938. Este descubrimiento fue la clave de la absolución de Fritsch en el juicio del Tribunal Militar del Reich.

Ahora quiero comentar ciertos pasajes del resumen de Chuikov:
Chuikov escribió: En aquel entonces, Hitler se había indignado e incluso prohibido cualquier investigación. No quería volver a oír hablar del tema. Sencillamente no quería creerlo (2). Aunque también en ese no querer saber había interés propio. No quería abrir ese asunto cuando 1) estaba inmerso en una crisis diplomática surgida tras la marcha de las tropas alemanas sobre Renania. Y 2) cuando estaba comenzando la guerra civil española.
Se refieren aquí Janßen y Tobias a la reacción de Hitler ante el caso Fritsch en 1936. Es decir, Janßen y Tobias están especulando sobre las posibles razones por las que Hitler decidió dar carpetazo y destruir el expediente Fritsch en 1936. En su conjunto, ofrecen una argumentación absurda. La invasión militar de la Renania tuvo lugar en marzo de 1936, mientras que el expediente Fritsch se armó entre julio y agosto, cuando ya se había cerrado la crisis diplomática y cualquier posible respuesta militar francesa. El expediente de Fritsch y el interrogatorio de Schmidt tuvieron lugar el 8-9 de julio, unos diez días antes del golpe de estado militar contra la IIR española. Hitler decidió intervenir en la GCE resultante a finales de julio de 1936. Obviando estos matices, aceptemos por un momento que estas dos cuestiones afectaran la decisión de Hitler sobre el caso Fritsch. En 1938 también habría dos crisis diplomáticas de envergadura: la primera con la anexión de Austria en marzo; la segunda inmediatamente después con la crisis de los Sudetes. En cambio, la decisión de Hitler sobre el caso Fritsch en 1938 fue diametralmente opuesta a la que tuvo en 1936. Si ese cambio radical de postura fue porque había perdido la fe en sus generales, como dicen Janßen y Tobias, entonces hay que preguntarse por la razón de la misma. No parecen sólidas las que dan: a) el Derecho (Hitler había pisoteado el derecho alemán hasta convertirlo en un esperpento, comenzando con el proceso de la quema del Reichstag; b) la homosexualidad (le importaba un rábano. Tanto es así que el puesto de ministro de Finanzas, que había quedado vacante en 1937 por la dimisión de Schacht, se lo dio Hitler en febrero de 1938 a un notorio homosexual: Walther Funk). Así que un escándalo por la inventada homosexualidad de Fritsch, de llegar al conocimiento público e internacional (que ya hay que hilar para imaginar algo así en una dictadura que controlaba absolutamente los medios de comunicación alemanes), no sería ni más ni menos perjudicial que en el caso del nuevo ministro de Finanzas (y muchos otros homosexuales altos cargos del Partido y del Gobierno).

Hitler ya condenó de antemano a Fritsch el mismo día, 24 de enero, en que supuestamente pidió que reconstruyeran su acta. Cuando se la entregaron a las pocas horas (por eso entrecomillo lo de “reconstrucción”) mandó llamar a Hossbach, que sólo acudió el 25 de mañana. Y ahí, en esa conversación con su ayudante para la Wehrmacht, Hitler ya sentenció a Fritsch, pues se posicionó en su contra. Finalmente, cuando el tribunal militar absolvió a Fritsch en todos los puntos de la acusación, Hitler no sólo no restauró en su puesto a Fritsch, sino que ni siquiera le pidió perdón.

En las purgas de Hitler de febrero de 1938 perdieron su puesto (pasando a la reserva o a otros empleos menores) más de 60 oficiales de la Wehrmacht y de Exteriores (incluyendo a mas de 12 generales). Curiosamente, de la Kriegsmarine no purgó a nadie, como sí o hizo en el Heer y la Luftwaffe. Hitler adujo que en la marina "todo estaba en orden", de lo que se infiera que no sucedía lo mismo en el ejército y la aviación. ¿Qué era lo que no estaba en orden? Que había muchos oficiales "incómodos", y los purgó a todos. En cambio, sus sustitutos siguieron el modelo Keitel-Brauchitsch, el modelo de decir sí a todo lo que decía Hitler.

Es una pena que historiadores tan reputados, como por ejemplo Kershaw (el mejor biógrafo de Hitler, en mi opinión) o Volker Ulrich (otro buen biógrafo de Hitler), hayan “comprado” las tesis de Janßen y Tobias al tratar el asunto del caso Fritsch. A la vista de los hechos, es de suponer que no se molestaron lo suficiente para investigar más detalladamente sobre esta cuestión. La prueba (el hallazgo del 15 de enero) para afirmar con rotundidad que el caso Fritsch de 1938 fue un complot (como mínimo de Himmler-Heydrich) ya estaba en las actas del juicio de Fritsch de marzo de 1938 y en el libro publicado por Deutsch. Janßen y Tobias ignoraron increíblemente esta prueba, al igual que los historiadores que los siguieron en este caso. Por esta ignorancia deliberada y por muchos otros errores en el manejo de los documentos que utilizaron, el Dr. Horst Mühleisen, historiador y archivista alemán, criticó con dureza a Janßen y Tobias , diciendo que hay muchas cuestiones que permanecen sin aclarar en el caso Fritsch, que lo que queda por hacer es buscar fuentes, leerlas e interpretarlas, teniendo en cuenta las circunstancias, “y no, como hicieron Janßen y Tobias, combinando y especulando. Su exposición ha distorsionado los hechos de la primavera de 1938” (“und nicht, wie Janßen und Tobias es taten, zu kombinieren und zu spekulieren. Ihre Darstellung hat die Ereignisse im Frühjahr 1938 verzerrt”). (Mühleisen, 476).

Bueno, veremos lo que falta por resumir de Chuikov.

* https://www.spiegel.de/politik/bayern-s ... 0046273935

** https://www.spiegel.de/politik/entehren ... 0013508700

Saludos cordiales
JL
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Re: Casos Blomberg y Fritsch. Otra interpretación

Mensaje por Chuikov » Mié Dic 01, 2021 12:07 pm

Buenos dias,

sigo con la exposición de Janßen y Tobias:

2. La insubordinación de Hoßbach.

El 25 de enero de 1938 Hitler, el comandante supremo de la Wehrmacht, pidió a su asistente para la Wehrmacht, el Oberst Friedrich Hoßbach, que mantuviera el secreto de la acusación sobre Fritsch.

Hoßbach tenía una doble función profesional: 1ª La de intermediario entre la Wehrmacht y Hitler (en su calidad de asistente de Hitler para la Wehrmacht) y 2ª), Leiter der Zentralabteilung des Generalstabs, que se podría traducir como “Jefe de la Oficina Central del Estado Mayor General”. Así pues, tenía algo que decir en el asunto que se había presentado. Es posible que Hoßbach fuera por entonces, junto con Blomberg, el oficial del Heer en el que más confiaba Hitler. Además él era consciente de que tenía cierta capacidad para influir sobre él.

Para comenzar, desde el primer momento rechazó enérgicamente las acusaciones vertidas sobre su Oberbefehlshaber, el Generalobersten von Fritsch. Por eso, porque sólo quedaría convencido de esas acusaciones si era por boca de Fritsch, le sugirió a Hitler hablar con Fritsch. Hitler se lo prohibió; incluso ese mismo día de la pregunta, por la noche le recordó la prohibición.

Hoßbach no cumplió con la orden. Después diría que “admiraba a Fritsch de tal manera”, que pensaba que sinceramente ese era el mejor camino. Aunque Hoßbach no explica el verdadero motivo por el que desobedeció. En cualquier caso, la decisión de Hoßbach ha sido malinterpretada. Se ha visto como un querer plantar cara a un tirano, cosa que incluso ha causado admiración. Su desobediencia ha sido caracterizada de “Oberst von Charakter” y de “ritterlichen Freundschaft” (en la necrológica escrita por Walter Bußmann en el FaZ, 13-9-1980; Friedrich Andrae, Die Generäle versagten, Hitler handelte , en Die Zeit, 10/10/1974, por decir sólo dos).

¿Por qué Hoßbach habló con Fritsch? (Para lo que sigue, Hoßbach, Wehrmacht, p109; Küsel, Der Fall Fritsch, p49). La respuesta sería sencilla si Fritsch hubiera sido un adversario de Hitler y un enemigo de sus esbirros, que habrían querido eliminarlo y, en consecuencia, Hoßbach habría avisado a su amigo para rescatarlo. Fritsch hubiera volado al extranjero y quedado en libertad. ¿Qué sentido tenía la advertencia de Hoßbach, a la vista de la pobreza del informe que inculpaba a Fritsch, de una extorsión acontecida años atrás?

Hoßbach cuenta en sus memorias que todo esto fue una acción espontánea. Habría tomado la decisión de desobedecer a Hitler cuando iba de vuelta a su casa, entre las 22 y las 23. Justifica su decisión por la doble lealtad que lo atenazaba: por un lado a Fritsch, y por otro lado a Hitler. Si preguntaba a Fritsch, podía arrojar algo de luz sobre el asunto.

De forma excepcional buscaremos los auténticos motivos en Gisevius [Nota mía: Tobias y Janßen confían, en general, poco en el libro de Gisevius, y por eso hablan de “excepcionalidad] ( Gisevius, Bis zum bitteren Ende, p346. Lo que sí es falso de lo que dice Gisevius sobre este respecto es lo que dice sobre que Hoßbach ocultó detalles a Fritsch). Cuando se publicó el libro de Gisevius, aún no había salido a la luz el de Hoßbach. Aún así, algo podía decir , porque en la primavera de 1938 había conspirado con algunos camaradas de Fritsch, uno de ellos Hoßbach. Gisevius cuenta que: “Hoßbach está fuera de sí. Teme una catástrofe. Porque después del caso Blomberg, el de Fritsch sería insoportable para la Wehrmacht. Así pues, piensa, tiene que tratar de evitar lo peor. Sólo hay dos opciones: o el Oberbefehlshaber es inocente o culpable. No puede haber una tercera opción. En ambos casos, Fritsch sabrá qué hacer. Sólo tenía que avisarlo a tiempo”.

Esta interpretación es la misma que otro testimonio, de otro adjunto de la cancillería del Reich. Llama la atención el hecho de que haya sido pasada por alto por la mayoría de autores. Cuando a la mañana siguiente el ayudante personal de Hitler, Wiedemann, reprendió a Hoßbach por lo que había hecho, el Oberst se disculpó con las palabras: “Usted sabe cuánto respeto a Fritsch. No doy crédito a las acusaciones pero, si así fuera, quería darle la oportunidad de solucionar el asunto de tal forma que no dañase el honor del Ejército. (Wiedemann, IfZ, ZS 185/42; ders Feldherr, p117 y siguientes).

En otras palabras, que se pegara un tiro si se reconocía culpable. En el caso Blomberg la idea de la pistola también había circulado. En otro fragmento de las memorias de Hoßbach, de forma indirecta deja entrever cuál fue su motivación: “No se tratabada de Fritsch; ¡era una cuestión de la reputación y el honor del cuerpo de oficiales! ( Hoßbach, Wehrmacht, p111). Hoßbach descubrió más tarde que su acto sólo empeoró las cosas, además de que asentaba más la desconfianza que Hitler profesaba al Genereralato.

En principio Hoßbach sintió un gran alivio cuando el 25 de enero de 1938, hacia el final de la tarde, le contó a Fritsch, que estaba en su vivienda de servicio (Dienstwohnung) en la Bendlerstrasse, que Hitler tenía encima de su escritorio un informe en el que se sostenía que un delincuente habitual había extorsionado al Oberbefehlshaber des Heeres por homosexualidad.

“Es una solemne mentira” – fue la reacción espontánea de Fritsch. Él no era homosexual, no había hecho nada de eso, y tampoco había sido extorsionado. Hoßbach no tenía razón alguna para dudar de esta versión.

Fue en la conversación que siguió entre ellos cuando nació la leyenda de una gran intriga en contra del Ejército. Ninguno de los dos se podía explicar cómo Hitler quería deshacerse de Fritsch por medio de una sospecha tan mezquina; y por eso pensaron que se tenía que tratar de un golpe, cuyo actor intelectual sería Himmler, o Göring. Así pues, era esencial “abrirle los ojos” al Führer. Eso ocurrió a la mañana siguiente. Hoßbach confesó a Hitler su desobediencia – sorprendentemente Hitler la acogió en “calma total”- y le dijo que estaba convencido de la inocencia de Fritsch. Hitler habría respirado y dicho: “Entonces todo estaría en orden y Fritsch podría ser ministro” (según Hoßbach).

Lo que Hoßbach no menciona en este punto es lo que Hitler confió luego a Wiedemann: “El Oberst me ha hecho daño, porque ahora el elemento sorpresa lo hemos perdido”. Y Hitler tenía razón. Hoßbach habría robado a Fritsch su ingenuidad. La corroboración vino el 26 de enero por la mañana. La noche anterior Fritsch había estado reflexionando sin parar sobre el enigma de las acusaciones.

Fritsch se acordó de “lo de los Hitlerjugend”, justo en 1933/34, en el espacio temporal sobre el que se le acusaba. Recordó que por entonces, en la inauguración de la Organización de ayuda invernal (Winterhilfswerks) se buscaron voluntarios o donantes para dar almuerzos gratuitos para los necesitados. El NSV, nationalsozialistische Volkswohlfart (“Bienestar del pueblo nacionalsocialista) había asignado a Fritsch un chaval de 15 años perteneciente a las Hitlerjugend, que no tenía trabajo, Fritz Wermelskirchen. En esos momentos estaba haciendo de chico de los recados en el NSV. Todos los días excepto los domingos iba a comer a casa de Fritsch. Comían solos. Durante dos años. En ese lapso de tiempo hubo un mes en el que en vez de ir a comer Wermelskirchen, fue otro chaval, Gerhard Zeidler, de 16 años.

Fritsch buscó para Wermelskirchen un puesto de aprendiz en una empresa de la Mercedes-Benz, en Marienfelde. Una vez empezó a trabajar el chaval allí, ya sólo lo veía los fines de semana para la hora de la cena. Fritsch le pagó incluso el transporte (por tren) y ocasionalmente dio dinero a sus padres (el padre había combatido durante la 1GM en la misma división que Fritsch).

En 1935 se alejó del chaval. Al parecer el muchacho había usado su nombre; por ejemplo, había viajado en una clase que no le correspondía, nombrando a Fritsch. La madre escribió más tarde a Fritsch para decirle que su hijo se había alejado del camino correcto, pero Fritsch ya se negó a interceder. Ahí pensó Fritsch que podría estar la solución del acertijo: podría ser que su relación inofensiva con las juventudes hitlerianas hubiera sido interpretada maliciosamente.

A la mañana siguiente Fritsch telefoneó a Hoßbach y le pidió hablar con él. Se reunieron en la pista de equitación de la Bendlerstraße. Cuando Hoßbach oyó la historia, le asaltaron las mismas sospechas.

Los autores se preguntan: si Hoßbach estaba siendo consciente del peligro de esta confesión que le acababa de hacer Fritsch, ¿por qué no le aconsejó a Fritsch en ese mismo momento que no dijera una sola palabra sobre esto a Hitler y Göring? No dice nada sobre esto en sus memorias. Él mismo reconoce que ya no puede situar los acontecimientos entre el 26 y el 28 de enero con claridad en su cabeza. Si se hace una lectura detenida de los hechos, da la impresión de que la memoria le jugó una mala pasada a Hoßbach cuando repasó los hechos del primer día de crisis.

Ese 25 de enero en que todo empezó, Hoßbach era el compañero de charla más importante de Hitler y estaba con él en la Cancillería de forma casi ininterrumpida. Él mismo es el que dice que parece que hubo una discusión maratoniana, de cerca de diez horas, llena de tensión, hablando sobre el caso. Habla incluso de una “lucha entre Hitler, Göring y yo”. No debe perderse de vista que, entretanto, se seguía hablando del caso Blomberg y sus consecuencias.

Göring sólo pudo haber llegado al debate de marras por la tarde. Porque después de las primeras conversaciones de Hoßbach con Hitler ( el 25 de enero por la mañana ), a petición del Oberst Hossbach, se mandó primeramente a Göring a enseñarle a Blomberg las actas sobre el pasado de su mujer. Esto fue a las 11 de la mañana.

Hitler almorzó con Göring y Goebbels. La comida supuso una interrupción de las discursiones. Trataron de animarlo. Si se libró una discusión entre Hoßbach y Göring, fue por decidir quién sucedería a Blomberg, cuestión que se decidió ese mediodía. Por eso, seguramente, Göring habría “apretado” para hacer culpable a Fritsch, que era el candidato principal para suceder a Blomberg en el ministerio de Guerra. Y Göring quería ese puesto.

Parece ser que Göring habría desaparecido esa tarde dos veces con el acta de Fritsch en las manos, para hacer verificaciones (supuestamente en la sede central de la Gestapo, en la Priz-Albrecht-Straße). Y las dos veces habría regresado afirmando que no había duda alguna de la culpabilidad de Fritsch. Hoßbach cuenta que ya esa misma tarde se hablaba de que los testigos de cargo sostenían la acusación. Su relato era irreprochable.

Sin embargo, esto solo pudo haber sido al día siguiente, con las discusiones aún en toda su plenitud ( No está claro si Göring mismo había podido interrogar al testigo Schmidt, o si se había informado a través de un funcionario), porque es imposible que Otto Schmidt pudiera haber sido llevado desde el Emsland a Berlín. El propio Hoßbach menciona que supo de la existencia del testigo tan solo al día siguiente por la noche.

Hoßbach no da respuesta a una pregunta importante : ¿por qué Hitler no quería que Hoßbach informara a Fritsch? La explicación obvia sería que Hitler, desde el principio, habría querido traerse a Schmidt desde el Emsland y plantarlo por sorpresa ente Fritsch. Y Hoßbach habría arruinado ese plan al hablar con Fritsch. Llama la atención que hasta el momento ningún autor se haya percatado de que la respuesta está, inequívocamente, en las memorias de Hoßbach: Fritsch y Hoßbach habrían acordado, ya fuere el 25 por la noche o el 26 de enero por la mañana, que Hoßbach trataría de que Hitler diera audiencia a Fritsch. Esta audiencia debía servir para:

1) “Que Hitler presentara a sus testigo de cargo, que pensábamos que no iban a estar.
2) Impedir que caso pasase a la Gestapo.
3) Nos parecía imprescindible que Hitler pudiera hablar con el Generaloberst.”

Sin embargo, la audiencia se fue aplazando durante el día. ¿Por qué? Pudiera ser que el testigo Schmidt, después del viaje tan largo, no estuviera presentable para llevarlo a la Cancillería. Otra posible opción puede ser que antes de nada Göring quisiera echarle un vistazo (Göring hizo llevar al testigo al ministerio del Aire). Entretanto, Hitler pidió consejo a otras personas. Esa tarde fueron vistos en la Cancillería el Reichsjustizminister Gürtner y el Reichsführer SS Himmler. Gürtner había sido llamado por insistencia de Hoßbach.

Se discutió acaloradamente sobre la culpabilidad o no del Generaloberst. En un momento en el que Hitler estaría algo irresoluto, Göring pasó a la ofensiva. Hoßbach recoge así la situación: De repente Göring dijo : - Mein Führer, hay que tomar una decisión ya, - y se dirigió a mi, para preguntarme: -¿Qué tiene que pasar ahora?. Mi respuesta fue la siguiente: - El Führer, en calidad de comandante supremo tiene que hablar hoy mismo, personalmente, con el Generaloberst. Después de un momento, Hitler estuvo de acuerdo

¡Saludos cordiales!
Carpe Diem

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